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Ni la oscuridad logrará separarnos por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno señores y señoras jajajjaaja

Primero debo agradecer los reviews que recibí, la verdad pensé que nadie leía este fic, ya me resignaba a no tener ninguno, gracias por hacerme saber que disfrutan de esto ^^

 

Les dejo con el siguiente capítulo ^^

Disfruten 

 

 

 

 

 

 

Kakashi llevó a Iruka a una cafetería en donde una limonada fue la única bebida en la cual el castaño se dejó sollozar con rabia. Iruka lloró por largos minutos, en donde sentía las palmaditas de Kakashi quien lo consolaba. Se desahogó un rato. Años guardándose eso fueron duros… liberarlos fue peor, pues recordaba a su madre… la pobre… Se golpeó la frente para olvidar aquellos días, era doloroso y no quería llorar más, ya fue suficiente por ese día… los recuerdos de ese tipo eran puñaladas que lo carcomían en las noches de pesadillas

 

 

—Creo que sólo le he mostrado mis lados más patéticos – dijo cuando ya dejó de llorar e hipar – lo siento, Kakashi-san

—Esa mujer fue la culpable – miró con cariño al castaño y limpió las lágrimas que aun caían – has vivido una vida difícil y aun así sonríes… eres mejor que todos los hombres y mujeres que conozco. Nunca pensaría que eres patético

—Gracias – sonrió. En esas ocasiones lamentaba no poder ver, pues no podía admirar la expresión de su amigo – y disculpe mi comportamiento… pero Sakura se pasó de la raya esta vez

—No sé en qué piensa esa mujer – suspiró pues no entendía qué pretendía esa pelirosa gritando todo aquello en la calle – acaso… ¿sólo quería echarte de casa? Pero supongo que tu padre…

—Disculpa – un hombre alto lo interrumpió, no tenía idea de quién era y al parecer Iruka tampoco, pues tenía una expresión de duda – disculpe, sé que no me conoce, pero… espero que las palabras de aquella mujer no le afecten – aquel hombre miraba a Iruka con intensidad, aunque seguramente sabía que el castaño era ciego

—Fue duro… lamento si lo incomodé con aquella discusión pública – el castaño sólo dirigía su vista hacia la persona que le hablaba, era instintivo

—Respeto su valor al admitir que es homosexual – sonreía el chico mirando con cariño a Iruka, Kakashi simplemente se quedó allí mirando… analizando esa extraña situación – no somos muchos los que hacemos eso – ahora entendía… era porque se sentía identificado con Iruka

—Nunca me avergoncé de eso – sonreía Iruka – espero que usted tampoco lo haga

—Ahora ya no – sonrió tomando la mano de Iruka y besándola en el dorso con delicadeza. Kakashi se quedó viendo todo, en silencio, tanta gratitud en un solo gesto – gracias a usted

—¿No teme que mi pareja lo llegase a ver? – el castaño reía, un poco sonrojado – un gesto bonito, pero debo negarme a su propuesta – Kakashi no entendió e Iruka sólo sonreía

—Es una lástima, y perdone mi atrevimiento… espero que usted y su amigo ya no tengan problemas – dijo el desconocido antes de despedirse y proceder a retirarse con una sonrisa

—Ni siquiera pensó que yo podría llegar a ser tu pareja – comentó Kakashi, aunque ya sabía que todo aquel que lo viera se alejaba, ya casi adivinaba los pensamientos de todos “¿cómo ese hombre lleno de cicatrices sería su pareja?”, pero no le afectaba ni un poco – y… ¿por qué lo rechazaste?

—En primera… ese beso en mi dorso sólo me dice que ese hombre va por allí buscando acostarse con alguien de su gusto – Kakashi se atoró con su bebida pues ahora que sabía, el significado parecía… obvio – en segunda… yo soy una persona bastante exigente, no acepto a cualquiera y si lo hago, quiero una relación seria… y en tercero, porque me gusta mi libertad y prefiero compartir una buena bebida con usted – reía bajito intentando imaginarse la expresión de su amigo – nadie que lo degrade, merece siquiera una mirada de mi parte… usted es una persona maravillosa Kakashi-san – sonreía y suspiraba – creo que ya me siento bien

—No pensé que un simple gesto fuera… esa clase de invitación – se reía Kakashi

—Creo que he vivido más que usted – Iruka respondía con calma, divertido por esa pequeña escena – y ahora… ¿podría ayudarme guiándome a mi casa? Creo que debo enfrentar a mi familia 

—Te acompañaré… no dejaré que esa loca te ataque de nuevo

—No es necesario… sé bien cómo enfrentarla, además… es un asunto de familia. Será duro y prefiero hacerlo solo

 

 

Aunque Kakashi no estaba seguro, cumplió con el pedido. Dejó a Iruka cerca de su casa y lo vio retirarse con calma, usando su bastón guía y con una sonrisa… pero no tenía idea de cómo resultaría todo. Sin embargo, al ver que nada raro pasaba después de media hora en que se quedó esperando en la esquina, suspiró alejándose de allí, pensando en que seguramente el padre del castaño era un hombre racional y nunca abandonaría a un hijo… pero este caso era particular

 

 

En esa casa…

 

 

Iruka ingresó en calma… sabía que todo eso fue planeado por Sakura con anticipación, así que estaba preparado… al menos simuló en su cabeza algunos casos y ahora estaba allí, entrando en esa casa y escuchando sollozos. Eso se escuchaba pésimo para empezar. Trató de adivinar a quienes tenia mirándolo, pero no pudo, sólo escuchaba sollozos de Sakura, leves palmaditas y los susurros de su padre. Pésima señal, pues su padre debería estar a esa hora en el trabajo. Cuando escuchó un chasquido leve, supuso que Hinata estaba allí también y ahora… ¿qué cosas habrá dicho Sakura para reunir a todos? Quiso preguntar en dónde estaba su hermana menor, pero no lo hizo… la respuesta llegó sola

 

 

—¿En verdad me odias… nii-chan? – el dolor en esa vocecita le partió el corazón a Iruka y sabía que Sakura armó un drama enorme, en donde él era el malo

—No te odio, Hanabi, eres mi pequeña hermana – escuchó como todos allí chasqueaban sus lenguas y la verdadera pelea empezaba, primero debía averiguar de lo que lo acusaban – puedo saber, ¿cuáles son los cargos en mi contra?

—No hagas bromas, Iruka – la voz de su padre sonaba furiosa y el castaño sólo mantuvo la calma, escuchaba los asquerosos sollozos de Sakura y quería gritarle que era una bruja… pero se mordió la lengua – ¿cómo se te ocurre hacer un escándalo?... y gritarle esas cosas

—No sé de qué me hablas, padre

—¡¿Cómo qué no?! – sollozaba Sakura mirándolo con los ojos hinchados, temblando por los sollozos – me dijiste muchas groserías y además… metiste a mis hijas… en todo eso

—¿Por qué dijiste que nosotras somos las culpables de la muerte de tu madre? – Hinata también estaba llorando, indignada, furiosa – ¡yo no soy una bastarda!

—Eres mi hermana al igual que Hanabi, jamás mencioné que eran otra cosa – con calma estaba parado, no veía nada, pero no faltaba hacerlo como para saber que Hinata le apuntaba. Sakura lloraba aún más, aferrándose al brazo de Hiashi fingiendo estar destrozada y riéndose en su mente. Su padre frunciendo el ceño, mordiéndose el interior de la mejilla para no pararse y golpearlo… y Hanabi… calladita mirándolo interrogante – las amo, como amé a mi madre

—¡MENTIRA! – Iruka cometió un error, y ahora lo iba a pagar, mencionó a su madre y en esa casa era tabú – ME INSULTASTE, COMPARASTE A TODOS EN ESTA CASA CON LA FAMILIA QUE SUPUESTAMENTE TENÍAS… LLAMASTE A MIS HIJAS BASTARDAS Y…

—Debería calmarse, Sakura-san – Iruka respondió con calma – no le hace bien a su presión gritar de esa forma

—¡No seas hipócrita! – le recriminó la pelirosa – ¡me insultaste por todo eso! ¡Y en público!

—Si no mal recuerdo, Sakura-san… eso lo hizo usted – suspiró pues ya escuchaba los gritos de rabia de aquella mujer que seguía diciendo cosas incoherentes

—Tranquilízate, mamá – la controlaba la mayor de las hijas, sujetando a su madre

—Padre – habló con tranquilidad acercándose a la sala y buscando a Hanabi que lo tomó del brazo – tú conoces a tu esposa – ignorando todo lo demás se agachó para hablar al oído de Hanabi – querida, ve arriba, esto es cosa de adultos

—¡No te acerques a mi hija!

—Quieta, Sakura – detenía Hiashi – basta, ¡quédate quieta un momento!

—Nii-chan… ¿me odias? – gimoteaba la pequeña y el mayor la abrazó

—No lo hago. Yo te amo… mi pequeña Hanabi – sonreía el mayor, acariciando las mejillas de la niña

—¡Mentiras! – Sakura se zafó y tiró del brazo del castaño alejándolo de la pequeña, sin importarle que con ello lastimara a la menor de sus hijas – las odias… ALÉJATE DE ELLA

—Mamá, tranquila – intentaba detenerla la mayor de las hijas, pero era casi imposible. Sakura intentaba zafarse, seguir agrediendo al castaño

—¡PAPÁ! – gritó Iruka ya harto de esa situación, sin entender como esa mujer hacía todo sin importarle los traumas que podría dejarle a su pequeña hija – ¡deja a Hanabi irse arriba! esto no es cosa para que las niñas vean – se quejó levantándose como pudo pues arrojó su bastón y no lo encontraba – ¡DEJA A HANABI IRSE! – le gritó al no escuchar nada más que los gritos de Sakura y las palabras tímidas de Hinata… escuchaba a su hermanita gimotear y se enfadó

—Hanabi… ve arriba. Hija mía, ve arriba – ordenaba Hiashi. La pequeña sólo ayudó a su hermano a encontrar el bastón y llorando se fue a su habitación – ahora tú… Iruka debes darme una explicación, ¡Iruka!

—Tú conoces mejor que nadie a tu esposa – bien, ya estaba en problemas, así que tenía que terminar con todo. Ubicó el sofá y se sentó allí. La caída le afectó a una de sus piernas dañadas por una lesión antigua, pero qué conveniente era eso… hasta parecía que Sakura lo hizo… intencional, ¡que se pudra la maldita, si lo hizo a propósito! Ella sabía de su lesión – sabes que me odia y…

—¡Y ahora me culpas de todo! – se indignó la pelirosa

—Sólo mírala ahora mismo – el castaño lo dijo con calma, mientras doblaba su bastón y se sentaba erguido, viendo al frente y poniéndose serio. Él no se rebajaría a exaltarse como esa mujer – comenzó así en la calle, insultó a mi amigo y…

—No sólo era tu amigo… ¡era tu amante! – Iruka no se alteró por la acusación de Sakura, simplemente esperaba y contaba de retroceso para escuchar…

—¿Cómo? ¿Tu amante? – Hiashi estaba impresionado, se concentraba en su hijo… nunca vio la sonrisa llena de satisfacción de Sakura por haber logrado su objetivo

—¿Otro hombre? – susurró Hinata asustada al escuchar eso – eso es… raro

—Antinatural y asqueroso – gruñó Hiashi – ¡explícame eso, Iruka!

—Es mi amigo, nada más que eso… me ayuda a llegar al centro y me da trabajo en su bar para tocar el piano

—¡Sólo es un asqueroso ser lleno de cicatrices! ¡Y quién sabe que trabajo harás para él!

—Le pido, Sakura-san… no insinúe ninguna cosa sobre Kakashi-san. Él es un buen hombre, no lo meta en esta pelea – se quejó Iruka frunciendo su ceño – y, por último, a usted no le interesa mis problemas personales

—¡Cómo no hacerlo si mis hijas te tienen como ejemplo a seguir! No quiero que se contagien de tu anormalidad, de tu… homosexualidad – gruñía Sakura con veneno, y nadie se dio cuenta que hace mucho no sollozaba o hipaba, se recuperó demasiado rápido para una persona que se moría de tristeza al principio – primero me llamas ramera y luego simplemente insultas a mi hogar estable… siendo que tú eres el único enfermo aquí, ¡la única escoria!

—¡Ya basta, Sakura! – alzó su voz Hiashi y vio a Hinata tomar en brazos a su madre para detenerla – deja que él se defienda

—Su antiguo amante llama varias veces aquí, ¡no me voy a calmar! ¡Sólo defiendo la integridad de mis hijas! – se quejó la pelirosa

 

 

Iruka se mantuvo callado escuchando todo, siendo insultado y no protestó, pues sabía la poca tolerancia de esa familia. Se mordió la lengua cuando Sakura se jactaba de ser una buena madre y no sé qué cosas más. Se quedó callado mientras esa familia discutía, los escuchaba… y a la vez, una pregunta entró en su cabeza… ¿qué amante lo llamaba? Tampoco era como si tuviese una lista interminable. Iruka era de relaciones serias, estables… pero desde que tenía quince… acumuló nombres en su cabeza, no eran muchos, pero no podía ni imaginar quien era el que llamaba. Con todos se llevaba bien a pesar de haber terminado su relación y al final… ¡no podía ser! ¡Debía ser Mizuki, el bastardo descubrió su número!

 

 

—Me escuchas Iruka, ¡me estás escuchando! – Iruka sólo suspiró, tenía un problema más

—Lo escuché todo, padre – Iruka dejaría todo lo demás para después. No sabía cuánto tiempo pasó escuchando cosas sobre su salud mental y demás, ahora sabía que tratar con ellos era inútil – en resumen, crees que estoy enfermo y quieres que niegue las acusaciones

—Entonces di algo

—Soy gay – confesó sin ningún temor, sin cambiar de actitud, mirando siempre en dirección de las voces y con la frente en alto – lo soy

—Lo ves… tu hijo es la mugre aquí, si no quitas esa suciedad… infectará a las demás. Será como enfermar a tus hijas – se quejaba Sakura

—Hinata, ¿crees de verdad que estoy enfermo? – poco escuchó a Hinata hablar e Iruka quería saber si su hermana… estaba tan cerrada como los adultos – puedes decírmelo

—No quiero un hermano así – y la voz de la chica se quebró… Nadie escuchó el crack en el corazón de Iruka, porque su hermana lo rechazó, porque… no podía salvarla de aquel hueco, porque… era su sangre… porque – tú no eres mi hermano… lo siento, no puedo seguir aquí – y se fue. Los pasos de Hinata retumbaron en el silencio, dejando a Iruka con un nudo en la garganta… porque su hermana le dio la espalda, eso fue lo único que le dolió… y tenía que prepararse para que Hanabi hiciera algo similar

—Eres un ser asqueroso, una enfermedad… no sé cómo curar eso – soltó Sakura con odio, la misma que internamente reía al haber triunfado pues al ver el dolor en Iruka era su trofeo

—No estoy enfermo – dijo Iruka. Ya estaba cansado, no quería saber más – no es una enfermedad, es mi preferencia sexual y yo decido que hacer con mi vida… no cambiaré por más que ustedes dos o los demás me rechacen

—No estás bien, hijo mío – Hiashi lo tomó de los hombros levantándolo – reacciona, tú debes formar un hogar normal y…

—¿Y qué? – se alejó de su padre y se acomodó el cabello – debo, no sé… — hizo una mueca de desagrado — tomar tu apellido, ceder el apellido a mis hijos… y así seguir el linaje familiar porque ese es mi deber – soltó. Ya lo había escuchado muchas veces y dolía saber que su padre sólo lo veía como instrumento para seguir con la consecución del apellido del varón – papá… en primera, yo no llevo tu apellido

—Pero puedo dártelo – se exaltó Hiashi, luchaba por ese asunto

—No lo quiero, me gusta llevar el apellido de mi madre – sonrió pues sabía que Sakura estaba apretando sus puños y mordiéndose la lengua – y eso conlleva a que tu apellido no será heredado. En segundo lugar… soy gay, no tendré hijos… no los quiero ahora y si algún día los tengo, serán con un vientre alquilado, es fácil de entender

—¡Pero eso está mal! – se fastidió Hiashi – ¡reacciona!

—Soy una persona normal… más o menos – sonrió cerrando sus ojos – mis gustos son míos, no le afectan, padre, tampoco a nadie más y…

—Me llamas ramera a mí, y tú te abres de piernas ante cualquier hombre, ¡qué asco! – se quejó Sakura

—Ya entendí – suspiró Iruka – no los molestaré más. Me iré

—No te irás… haré lo que sea para curarte y… – Hiashi lo detuvo desesperado

—Padre… no estoy enfermo – gruñó soltándose – la única enferma aquí, es tu esposa… date cuenta y al menos salva a una de tus hijas… Abre tu mente, padre, porque así no llegarás lejos

—Maldito mocoso – fue tarde cuando Hiashi reaccionó, pues Sakura se lanzó sobre Iruka, abofeteándolo con fuerza y de paso tirándolo al suelo – ¡me insultas!... ¡vienes a dañar a mi familia! – la agresión seguía sin descanso, e Iruka la recibía sin responder porque no se rebajaría como esa mujer y porque le dolía su maldita rodilla. Trató de detenerla, pero claro, sin visión… era difícil – asqueroso ser… bastardo

—Basta, Sakura… ¡basta! – Iruka se vio libre y reía bajito… pues su padre se tomó su tiempo para ayudarlo. Le dolía saber que hasta su padre lo detestaba y se divertía con su dolor. Qué bonita familia era esa

—Está bien – jadeó levantándose e ignorando el cosquilleo en sus mejillas – ya entendí… soy un raro fenómeno, una carga pesada para ustedes – quiso llorar, pero se aguantó – está bien, los libero. Me iré… ya no los molestaré más – Iruka se acomodó el desastre de cabello que tenía y sonrió con calma – pero que quede claro que mis hermanas son lo único que me importa

—Iruka, no te irás. Tú… - Hiashi puso a su esposa detrás de él y miró a su hijo de pie

—¡Vete, bastardo! ¡Te odio! – Sakura alzó su voz perdiendo los estribos y ahí Iruka sonrió triunfal, porque la máscara de la pelirosa cayó – ¡Te odio! ¡Te quiero fuera de esta casa!

—Ya ves, padre – sonrió el castaño con satisfacción – tu esposa siempre me odió, me hizo la vida de cuadritos porque soy tu único hijo varón – Hiashi vio con sorpresa a Sakura – después discuten eso – se quejó Iruka que ya sentía el dolor en sus mejillas – pero ya ves la cara oculta de tu esposa… me odia como no tienes idea… y es mutuo

—¡Lárgate! – se quejó Sakura, ya sin importarle nada – ¡sólo eres un estorbo! ¡Lárgate de aquí! ¡Toma tus pocas cosas y vete! Incluso empaqué algunas… quiero que te largues de mi casa, ¡ahora!

—Hijo, espera, no escuches eso – miró feo a Sakura y ésta sólo se calló, pero mordiéndose para no seguir gritando todo lo que tenía atorado – yo te quiero aquí y…

—No, padre… usted y yo sabemos que esto no funciona – sonrió, y cuando lo llamaba padre era para poner una barrera impenetrable – me iré… dejaré este hogar y seguiré con lo mío… gracias por tu hospitalidad

 

 

Iruka no esperó que su padre siguiera insistiendo en que podrían recuperar el tiempo, bla, bla, bla… los dejó allí, discutiendo. No le interesaba escuchar el pleito de pareja porque recién se dieron cuenta que la señora de la casa y del bastardo de la familia se odiaban a muerte. Soportando el dolor de su rodilla y el de su rostro, buscó las escaleras y subió. Gracias al cielo que su bastón estaba en el camino y lo recogió. Respiró profundo porque no debía llorar, debía mantenerse firme, debía empacar sus cosas como fuera y salir de esa casa cuanto antes. Ya no soportaba esa vida. Después pensaría en los problemas que tenía, después pensaría en donde diablos iba a quedarse a dormir hasta conseguir a quién le tienda una mano y qué iba a hacer con su vida.

 

 

—¿En verdad te irás? – cuando Iruka cerró su puerta escuchó esa vocecita – nii-chan… ¿en verdad estás enfermo?

—Mi niña – Iruka se colocó de rodillas y abrió sus brazos para recibir a la pequeña. La tuvo con cariño, acariciando sus cabellos y besando su frente – yo no estoy enfermo, yo estoy más cuerdo que nadie… ¿sabes por qué te di esa laptop?

—No… ¿tiene un sentido especial?

—Para que averigües todas tus dudas – sonrió con ternura hacia la pequeña niña – porque no debes creer todo lo que tus padres digan. A veces ellos también se equivocan… Debes saber que yo soy homosexual, no es malo serlo; soy libre, me gusta vivir la vida en paz… la única diferencia con los demás, es que me enamoro de otros chicos

—¿Pero no se supone que tienes que enamorarte y casarte con una chica?

—No siempre es así – sonreía besando la frente de su hermana – por eso, tienes que escuchar las opiniones de muchas personas y definir tus pensamientos… eres joven, algún día me entenderás… no me odies, Hanabi – una lágrima se le escapó – cuando necesites mi ayuda, búscame… ahí estaré yo para apoyarte

—Gracias, nii-chan, pero no quiero que te vayas

—Debo irme – sonrió haciéndose el duro – pero puedes ir al centro de vez en cuando. Bailaremos y comeremos helado cuando quieras

 

 

Dejar a su hermanita fue duro, demasiado, porque esa pequeña criatura podría volverse como esa mujer. Se despidió de la pequeña que lo ayudó a empacar, se despidió de Hinata que, aunque no le hablaba, también le ayudó a empacar las cosas. Le deseó lo mejor, pero… Hinata ya estaba dañada. Con sus cosas bajó esas escaleras sintiendo que estaba al fin libre, que podía seguir en paz… pero debía quedarse cerca porque su hermanita lo necesitaba

 

 

—Ya empacaste todas tus porquerías… ahora vete – dijo Sakura apenas lo vio

—¿Ya me ayudó a empacar lo que le di, Sakura-san? – bueno, ya se iba de esa casa, así que mejor sacaba todas las mentiras de esa mujer

—¿Qué cosas? – Hiashi se extrañó por las palabras de su hijo – Iruka, ¿de qué cosas habas?

—No me has dado nada, bastardo – Sakura temió por que el mocoso dijera todo, pero ya buscaría una salida – no inventes tonterías

—¿No le di nada? ¿Y la televisión nueva? ¿Su laptop y la de mis hermanas? – el castaño sonrió a sabiendas que su padre no sabía de aquello – yo las compré con el dinero que ahorré de mi trabajo… ¿no se lo dijo a mi padre?

—¿Me lo sacas en cara? – Hiashi estaba que no se la creía y Sakura ya inventaba una excusa válida

—No… sólo le informaba a mi padre – sonreía pues Hiashi recién se enteraba de todo – además de que pago todo en esta casa: luz, agua, teléfono. Ese mi pago mensual por el hospedaje… ¿acaso no le avisó a mi padre, Sakura-san?... padre, deberías seguir cuentas en esta casa, porque tu esposa tiene una cuenta alterna de la que no sabes nada… quien sabe y te roba capital – sonrió al escuchar la negación de la pelirosa

—Iruka, ¿qué más pagaste aquí? – ya se lo escuchaba furioso, pero Iruka no quería seguir

—Que te lo diga tu esposa… ya no quiero causar más problemas – sonrió – muchas gracias por la hospitalidad… ojalá en su vientre no se forme un varón, Sakura-san – dijo como si nada antes de salir de esa casa. Guiado por su bastón e ignorando los gritos y reclamos de esa mujer, se alejó

 

 

Iruka caminó con su maleta por aquellas calles. No tenía muchas cosas, sólo lo necesario. Respiró hondo antes de seguir de frente, dejando que sus lágrimas cayesen con libertad, pues le dolía saber que su hermana lo rechazó por completo. Siguió el camino que tomaba siempre, seguía llorando en silencio hasta el momento en que se dio cuenta que no tenía a donde ir. No sabía qué hacer y sólo cargaba con su celular y dinero en efectivo… la única idea clara que tenía era que debía quedarse en esa ciudad, porque tenía una pequeña hermana que lo visitaría en algún momento, a la que debía ayudar. Tenía a todo el mundo encima y en contra

Iruka se metió en un callejón cuando ya estaba lejos del lugar y se sentó contra la pared. Dejó su llanto salir sin limitaciones, se mordió el labio para no gritar pues se sentía libre, pero a la vez se sentía atado. Esos meses fueron un infierno, pero valieron la pena porque cuidó de Hanabi y le dejó la mente un poco más libre. Se tiró de los cabellos al entender que sólo tenía un camino a seguir… y eso sería su condena también… jamás le diría a Mizuki en dónde estaba, no podía llamar a su jefe o algún amigo del trabajo, no podía molestar a nadie… porque no tenía familia y… estaba solo… perdido

 

 

—¿Iruka? ¿Qué te pasó? – esa voz… sería su salvación momentánea

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado

Aquí empieza el drama muajajaja

 

Nos veremos en la siguiente ocasión

Bye bye

Besos~


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