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Ni la oscuridad logrará separarnos por 1827kratSN

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El trabajo fue diferente en esa ocasión. Para empezar, Iruka se tardó en bajar, retrasando así la primera melodía planeada para empezar la velada y cuando al fin esos cabellos castaños aparecieron, una sorpresa más se dio. Kakashi vio al castaño cambiado de ropa y casi se atora con la limonada que bebía. ¿No podía ser cierto o sí? ¿Iruka se corrió solamente por hacerle esa felación? Sonaba obsceno, pero… no podía expresar su sorpresa de otra forma. Poco pudo discutirse a sí mismo o a Iruka, pues ya el primer cliente solicitaba una bebida, unos más llenaban la mesa más lejana a la barra, el bar tender llegaba ya y las cosas ajetreadas se ponían.

Ambos estaban conscientes de que sus vidas eran caóticas, ya no eran un par de jóvenes sin preocupaciones que podían vivir un romance sin tapujos, tenían que ser maduros y proseguir. Sin embargo, a pesar de los años y la experiencia que llevaban encima, seguían sintiéndose tan ansiosos como cualquier otra pareja adolecente… aunque eso no lo demostraran abiertamente

¿Problemas? En la primera hora de trabajo, algo raro pues estos sólo llegaban a altas horas cuando el alcohol ya embobaba a los clientes.

Cierto hombre se acercó al castaño cuando éste terminó su primer periodo de trabajo e iba por algo de beber para amedrentar su sed. Las risas de Iruka eran forzadas en respuestas a la amabilidad ilimitada del desconocido que lo abordó de pronto, se notaba que trataba por todos los medios apartarse del desconocido, incluso atribuyendo su timidez exagerada a su ceguera, pero el otro parecía no entender la indirecta de “Vete. Me incomodas”, y era así que alguien debía intervenir… y ese fue el propio Iruka, quien con una sonrisa amable se sentó con el desconocido para compartir un acopa y mencionar: «Tengo un novio bastante celoso, no creo que le convenga seguir insistiendo. Él podría enfadarse”. Lo dijo en voz alta pero el otro no parecía responder a la aclaración, eso hasta que Kakashi sonrió al servir una bebida a Iruka y aclarar «¿Quieres otro trago, cariño?». Iruka quiso reírse, pero terminó simplemente por permitir que el mayor besara su mano. Simple  

 

 

—¿Qué tal lo hice? — Kakashi miraba al tipo salir del bar mientras murmuraba maldiciones seguramente e Iruka suspiraba con cansancio  

—La gente ha empezado a hablar — sonrió falsamente mientras apretaba su vaso pues ya escuchaba un murmullo a lo lejos y claramente captó su nombre y el de Kakashi en esos cuchicheos — esto… empezará

—No importa eso — dijo deslizando sus dedos por el cabello de Iruka y acariciándole la mejilla — tú sólo sigue como siempre

—Si su clientela disminuye, yo me sentiré culpable — en su pecho ya sentía ese dolor agudo debido a una culpa prematura

—Si eso pasa, significará que la sociedad está podrida o que mi servicio no es de calidad y tendré que mejorarlo, Iruka

—Yo no quiero causarle problemas

—No te eches para atrás, Iruka — hablaba con calma — yo fui quien pidió esto, quiero enfrentarlo y seguir

—Es difícil — sonrió mientras agachaba un poco su cabeza para tratar de volver las palabras de Kakashi en propias — lo siento… ya no diré mas

—Expresa tus dudas, así yo puedo contrarrestarlas — sabía que tenía aún mucho camino que recorrer, pero estaba dispuesto a hacerlo

—Lo intentaré

 

 

Dos adultos, dos situaciones y mucha curiosidad por parte de uno de ellos. Combinación peligrosa que supo estallar con un simple roce cuando la jornada laboral terminaba. Iruka no tenía control sobre sus acciones envolventes o del poder de sus palabras, hizo un simple comentario acerca de su atractivo dirigido especialmente a los hombres y los celos de Kakashi no se hicieron esperar. Fue repentino e Iruka se hubiese reído de no ser porque terminó siendo atrapado contra la pared y luchando por poder respirar. Los labios ajenos le quitaban el aliento, era un movimiento salvaje, difícil de seguir y aun así gimió extasiado porque sentía la posesividad ajena sobre cada parte de él. Un beso fogoso, una sonrisa cómplice y las caricias rudas que empezaron con eso.

Kakashi nunca se imaginó que los celos lo llevaran a hacer aquello, a arrinconar a Iruka y forzarlo a un beso, pero cuál fue su sorpresa cuando el menor no se negó, por el contrario, le siguió el juego. Con simples roces, encendiendo su libido, incentivando a su parte llena de deseo y curiosidad. Kakashi no quería dañar a su pareja, pero a su vez quería de nuevo sentirlo entre sus brazos, enredando sus cuerpos y al parecer fue demasiado evidente. «¿Por qué no seguimos con la enseñanza, Kakashi-san?…  si quiere hacerlo, sólo debe decírmelo y estaré de acuerdo. Yo sé que no tiene experiencia en esto, pero permítame orientarlo por un tiempo». Aquellas palabras susurradas a su oído, un beso dulce en los labios y se dejó llevar… además, ¿por qué no hacerlo?

Eran dos adultos disfrutando de una vida plena en pareja. Iruka tenía experiencia en ese campo y gustoso enseñaba, guiaba, disfrutaba de aquello, porque era su pequeño sueño. Intimaban más seguido a partir de ese punto pues la ilusión naciente de una relación desembocaba en la necesidad de cercanía era inmensa. El color de rosa, la etapa dorada, la que no tenía problemas y la que calmaba el alma dolida de dos personas que se habían refugiado en un caparazón impenetrable. Sonreían cada mañana, se susurraban cosas cuando era necesario, se besaban en la complicidad y privacidad de aquel hogar, se apoyaban en los problemas que venían y… eran felices, no pedían más que eso

 

 

—Saldré hoy con Mikoto — informaba Kakashi en aquella mañana en donde el aroma a arroz recién preparado los acunaba — lo planeé desde hace algún tiempo

—Espero que no piense que me debe dar explicaciones de todo lo referente a su esposa — Iruka sonrió como siempre — ella ha formado parte de su pasado, no tengo nada que ver con eso. Si usted desea contarme, yo estaré feliz de escucharlo… pero quiero que no sea una obligación

—Lo sé y admiro tu madurez, aun así, quiero que lo sepas, Iruka

—Ella… ella se escucha como una buena persona — mencionó mientras disfrutaba de su porción de pan — sólo eso puedo decir, después de todo, yo no la he tratado

—Ella fue una maravillosa esposa, pero es humana y comete errores. Nuestro matrimonio tal vez fue uno de ellos

—Yo creo que eso no es verdad — dejó sus cubiertos de lado y miró al frente, donde suponía Kakashi lo estaba observando — su matrimonio no debió ser un error, debió ser una experiencia maravillosa. Ambos debieron amarse mucho, pero cuando una dificultó llegó, la debilidad de Mikoto pareció ocasionar su tambaleo

—Hablas con palabras poéticas en ocasiones — sonrió divertido debido a la seriedad de esas palabras

—Ella… creo que ella quiere demostrarle que aún lo ama — confesó ocultando el temor e inseguridad que eso le causaba — la dulzura en su voz me lo dio a entender

—No te mentiré… — suspiró mientras tomaba la mano de Iruka — creí que si eso pasaba yo sería muy feliz. Volver con mi esposa había sido el sueño que invadía mi pensamiento de hace mucho tiempo. Pero ahora te tengo a ti, Iruka — entrelazó sus dedos con los ajenos y apretó lo suficiente para brindarle confianza

—Yo creo en sus palabras — sonrió enternecido por el simple gesto en sus manos — quiero creerlas

—Y yo quiero que las aceptes y confíes en que yo estoy enamorado de ti ahora

—Gracias… lo haré — inercia al responder, su corazón estrujado y su mente mandando al diablo todo para sonreír y tener fe

 

 

Pasos…

 

 

Mientras la casa estaba vacía, Iruka tenía la oportunidad de pensar en muchas cosas referentes a su vida, por eso decidió irse de allí en cuanto le fue posible. Caminar siempre le ayudaba a despejar sus inseguridades y a la vez a darse la oportunidad de ser feliz con las cosas buenas que le pasaban. Con sus dedos repasaba su clavícula cubierta por la ropa que usaba, una marca se ocultaba y eso le hacía feliz, el leve dolor que ésta le daba lo hacía dichoso. Parecía tan raro y a la vez tan… “suave”.

Podían compararlo con una esposa bien preparada, enamorada, ilusionada con una vida al lado del amor de su vida y… eso no estaba bien. Iruka se sentía estúpido al estar comparándose con una mujer, y también se estaba sintiendo imbécil por negarse a aceptar que podría ser amado de verdad. Era un mar de protestas en su cabeza y quería callarlas, sólo por eso se fue al centro de no videntes para pedir que hicieran un baile o algo. El castaño quería escuchar alguna cosa o hacer muchas de estas para acallar las miles de voces que rondaban su cabeza. ¡Quería escapar de sus inseguridades!

Iruka estaba agotado, por más que quería dejar de pensar en Mikoto, no podía. Esa mujer representaba que no estaba al mismo nivel de una persona normal y… ¡Era una estupidez! ¡Debía recordar su alta autoestima! ¡Debía recordar su valor! Pero, aunque platicó con muchos, no podía quitarse la incertidumbre de su pecho y fue por eso que se concentró en un problema que había estado dejando de lado.

Iruka llamó a Hinata para confirmarle que iría a la dichosa cena, le contestaron con emoción mostrada en un leve gritito y un agradecimiento repetitivo que en vez de aliviarlo sólo le trajo más ansiedad. No era normal que su familia estuviera tan feliz de escucharlo o de verlo, mucho menos Sakura, pero la escuchó al fondo, festejando al igual que Hinata. Eso ya le daba mala espina y lo peor… una idea le llegó de pronto, pero no podía ser… ¿o sí?

 

 

¿Puedo ir con ni-chan? — la vocecita de Hanabi se escuchó al fondo e Iruka sonrió sin poder evitarlo

Iruka-nii… ¿Hanabi puede ir a verte hoy? — el castaño no se la creía, ¿en serio Sakura dio ese permiso?

—Claro que sí. Me encantaría verla — podía sacarle provecho a la ocasión, no debía sentirse culpable por eso —. Estoy en el centro, puedes venir a dejarla si deseas o… puedo ir a verla

—Iré a dejarla — reía Hinata y en seguida otra vocecita chilló de emoción

—¡Viva! Iré por mis cosas

 

 

La felicidad de un niño era tan simple que Iruka les tenía envidia pues no recordaba haber sido tan ingenuo a esa edad. Ocho años en su pequeña hermana representaban la flor de una vida des complicada, algo que él no tuvo y que deseaba que todos los niños tuvieran. Nadie en ese mundo merecía madurar a temprana edad, dejando de lado la felicidad que causaba la ignorancia

Iruka se olvidó de su problemática gracias a la visita imprevista de sus hermanas, la mayor que lo abrazó en agradecimiento pero que se retiró pronto. Ya no sabía si sentirse mal o bien por eso. Luego estaba Hanabi quien acarreaba toda su atención, le hacía olvidar todo y era en extremo agradable. Su pequeña hermana era sociable, independiente, vivaz y alegre; cualquiera la amaría y era por eso que ni bien llegó al centro empezó a involucrarse en la actividad diaria que en esa ocasión era salir en grupos para recorrer la ciudad. La vida era buena, pero caprichosa

Hanabi conversaba de todo un poco mientras, con mucha dedicación, guiaba a Iruka y a Isamu, el cual no superaba los diecisiete años y aún estaba aprendiendo a orientarse. Iruka e Isamu sujetaban del hombro de Hanabi mientras caminaban, usaban sus bastones para guiarse, aunque de vez en vez tenían que frenar de golpe porque se distraían y no sentían que el paso de Hanabi se volvía más suave en señal de que debían detenerse. Era divertido, mucho más porque Hanabi los llevó a una zona de artistas callejeros, tal vez era un festival organizado por miembros de algún grupo artístico. Las melodías sonaban en diferentes instrumentos en medio de una plaza y ellos simplemente pasearon por allí intentando adivinar qué instrumento dominaba o la canción interpretada. Comieron helado, dejaron unas monedas a los artistas, adquirieron alguna cosa que a su tacto era suave y finalmente un descanso. Era en verdad relajante sentarse en el césped después de su paseo

 

 

—¿A dónde vamos ahora? — Hanabi tomaba la mano de su hermano mientras terminaban de despedirse de todos en el centro

—¿Me ayudarías en algo? — sonrió al escuchar la leve risita de su hermana

—Claro que sí, ¿qué haremos?

—Ayúdame a comprar ropa para un niño — dijo con calma mientras esperaba alguna reacción por parte de su hermana

—¡Oh! ¿La donarás?

—Hanabi… yo… yo cuidaré de un niño pequeño — no sabía muy bien cómo explicar aquello, tenía miedo de la reacción de su hermana — su nombre es Naruto

—¿Lo cuidarás? Pero… ¿es hijo de Kakashi-san o de algún amigo? — intriga en esa voz que cambiaba de tono a cada segundo

—Hanabi… — tomó valor, seriedad — Naruto será adoptado por Kakashi-san, pero también es como si yo lo hubiese adoptado

—No entiendo

—Te lo explicaré… pero, ¿me ayudarás?

—Claro que sí. Nii-chan es una buena persona, seguramente sólo quiere ayudar

 

 

Iruka relató toda la historia con mucha calma, eliminando detalles innecesarios y simplemente llegando al punto deseado. Él quería adoptar a Naruto, pero su condición no fue la apropiada para hacerlo y fue por eso que Kakashi se convertiría en el tutor legal del rubio. Hanabi parecía confusa al principio, intrigada después, pero al final Iruka sonreía por la reacción emocionada de su hermana. La pequeña estaba exaltada al saber que podría ser la tía de alguien a quien le superaba por dos años, tal vez un poco menos, era una pequeña felicidad que Hanabi hacía suya pues siempre quiso tener un hermano pequeño al que cuidar.

Iruka sabía que corría el riesgo de que Hanabi llegara a sentirse desplazada en algún momento, por eso decidió contarle las cosas sin limitantes, sin esconder nada, explicándole lo que ser un futuro “padre” conllevaría. Al mismo tiempo también pedía que eso se mantuviera en secreto, al menos hasta que las cosas se estabilizaran en casa de los Hyuga, ya que suficiente tenían ellos con el nuevo miembro de la familia como para aceptar que el hijo bastardo del padre de familia asumiría un cargo paternal de un niño que no llevaba su sangre. Mejor no pensaba demasiado en eso

Hanabi se veía y escuchaba un poco inquieta cuando Iruka le preguntó si deseaba acompañarlo el día en que Naruto llegase a casa. Quería ir, la pequeña se lo hizo saber a su hermano, pero también estaba el asunto familiar. No la dejarían salir de casa sola, mucho menos la dejarían ir con Iruka por un día entero… y peor que eso, en la fecha en que Iruka recibiría a Naruto, Hanabi tenía que acompañar a su hermana mayor a comprar algunas cosas para la futura cena. Cosas que sucedían e Iruka la abrazó sin poder evitarlo, ya que adoraba la ternura y preocupación de Hanabi en esas cosas. La cargó en brazos sin importarle estar en medio de la tienda de ropa y le besó la mejilla siendo correspondido con una risita divertida y un abrazo fuerte.

 

 

—No quiero que dejes de ser tan dulce, Hanabi

—Yo no soy dulce — reía con las mejillas levemente rojas pues se ganó un par de miradas — sólo soy yo

—Hanabi… lo único que me interesa es que jamás olvides que te quiero demasiado — dio un par de vueltas con su hermana a cuestas y rió cuando ella se quejaba del vértigo — eso nunca cambiará

—Eso me hace muy feliz — cuando era dejada en el suelo se acomodaba el vestido y reía — no quiero perder a nii-chan

—A pesar de que yo empiece a cuidar a un niño pequeño, jamás, jamás dejaré de quererte — se arrodilló en frente de su hermana y buscó la mejilla ajena

—Yo confió en eso porque sin nii-chan… me sentiré un poco sola — admitió mientras tomaba la mano de su hermano y la posaba en su mejilla — yo te quiero mucho, nii-chan

—Yo te quiero más — sonreía. Esa era su gran felicidad — ahora vamos… compraremos algunas cosas para Naruto, sólo unas pocas porque después saldremos juntos a hacerlo con él

—¿Y Kakashi-san?

—Él también vendrá — Iruka estaba convencido en que Hanabi sería una adulta digna y que en un futuro podría decirle que tenía una relación con Kakashi, pero por el momento todo sería un secreto aún — ¿él te agrada?

—Mucho, por eso… ¿por qué no hacemos la cena para él? — emocionada daba ideas mientras tomaba la mano de su hermano

—¿Cena?... ¿ya es tan tarde? — se sorprendió  

—Sí, ¿no te habías dado cuenta?

—No… y no te he dado nada de comer aun — sonrió avergonzado mientras se levantaba y apretaba levemente la mano de Hanabi — pide lo que desees y yo te lo compraré

 

 

Lamentablemente Iruka no podía dejar que Hanabi lo acompañara por demasiado tiempo, ya se había pasado del límite y debía llevarla a casa. Comieron algo mientras esperaban a Hinata quien había llamado para acordar el lugar en donde recogería a su hermana. Iruka estaba feliz al escuchar la felicidad de Hinata al verlos, no le importaba que fuera fingida o forzada, sólo estaba bien con escuchar reír a sus dos hermanas.

Por ellas sería capaz de hacer de todo, sin importar lo difícil o doloroso que fuera. Sólo por eso acudiría a esa estúpida cena y enfrentaría los comentarios que Sakura seguramente soltaría, la crítica de su padre porque no se casaba con una mujer y daba un heredero, las indirectas hacia su sexualidad y cosas más. Tendría que soportar al nuevo integrante de esa familia y sólo pedía que no fuera quien estaba pensando porque las medidas a tomar serían difíciles de aplicar

 

 

Felicidad en una sonrisa…

 

 

El gran día había llegado. Estaba la emoción del momento, los últimos papeles por firmar, una abogada bien dispuesta que sonreía pegándose al brazo de Iruka sin importarle la miradita amenazadora de Kakashi. Mikaru era así, pero en esa ocasión simplemente fue ignorada por completo ya que Iruka estaba enteramente concentrado en otra cosa.

Los dedos del castaño jugaban entre sí mientras sostenía su bastón recogido en su forma compacta, su sonrisa suavemente iluminaba su rostro y sólo esperaba sentado en aquella habitación. Ansiaba que el pequeño apareciera con la maleta y todo terminara, mejor dicho, todo comenzara

 

 

—¡Al fin es el día-ttebayo! — ese fue el aviso como para que Iruka soltara una risita — ya estoy libre, Kakashi, Iruka

—Bienvenido… es decir… no sé qué decir — reía Iruka levantándose y dejando de lado a todos en esa habitación para caminar hacia la vocecita cantarina que repetía ser libre

—Sólo dígame que iremos por un pastel para festejar — reía mientras se lanzaba a los brazos de Iruka, saltando con emoción y trepándose hasta colgarse del cuello del mayor — ¡a que sí!

—Por supuesto — Iruka estaba emocionado. Todo el mundo podía decirle que estaba loco por adoptar a un niño que apenas conocía, pero ninguno sería escuchado — iremos a casa… y allá lo compraremos — el castaño se identificaba con aquel pequeño niño, por eso quería darle una vida mejor a la que él tuvo… no era un capricho, sólo tenía la certeza de que esa alma pura debía ser apreciada y cuidada con esmero… y él quería hacerlo

—Kakashi-san — sonreía el pequeño y con un leve ademán de su mano lo llamaba — ¡Me alegra verlo también! — se lanzó a los brazos del otro en cuanto lo tuvo al alcance y reía cuando casi hace a Kakashi caer — se ve más feliz que la última vez, ¿algo bueno le pasó?

—Eres muy perceptivo, ¿sabes? — se reía mientras lo despeinaba con un poco de rudeza — lo que me pasó es que ahora tengo un nuevo hijo. ¿Por qué no me iba a sentir feliz?

—¿Debo decirle oto-san desde ahora? — el rubiecito ladeaba su cabeza con curiosidad

—Dime como desees

—Kakashi está bien — sonreía — sería raro tener dos padres… me voy a confundir

—¿A qué te refieres?

—Iruka es mi oto-chan ahora pues él fue quien quiso adoptarme desde el principio — inocencia reflejada desde un principio, Kakashi sonreía al verlo… la sonrisa de Naruto se parecía a la de Iruka

—No tengo problema con eso — el mayor dejó al pequeño en el suelo — porque tienes razón

—Sería raro para ti que me llamases así — Iruka sintió la mano de Naruto tomar la suya — no te obligues a hacerlo

—Mi maestra dijo que era la forma correcta de llamar a mi nuevo padre

—Puede ser, pero no es obligatorio… así que puedes llamarme como desees

—Ya veo — Naruto lo pensaba un poco mientras cerraba sus ojos — entonces te diré Iruka hasta que me haga a la idea. Después ya veré como llamar a cada uno de ustedes… porque son mi familia ahora

 

 

Una familia estaba conformada por quienes se preocupan el uno por el otro, eso fue lo que le dijeron a Iruka cuando lloraba a sus diez años ante el recuerdo de su difunta madre. En esa época su familia era los amigos que tenía en la escuela y una maestra gentil que lo acunaba en esas épocas difíciles en el aniversario de la muerte de su madre. Esas palabras se quedaron grabadas en la memoria de Iruka y era por eso que sonreía cuando Naruto lo ayudaba a caminar por las calles en dirección de la casa de Kakashi y a la vez el pequeño decía estar sosteniendo la mano de Kakashi para que no se perdiera. Las lágrimas se habían ido hace tiempo, pero amenazaban con regresar en el momento en que podía sentir el cálido ambiente familiar, sin embargo, en esa ocasión eran lágrimas motivadas por la emoción

Una simple cena fue el inicio de todo. Naruto cuchicheaba algo con Kakashi en la cocina mientras ambos se encargaban de preparar la comida. Iruka se entretenía leyendo algo en braille en la sala, fingiendo no enterarse de los secretitos de ese par y a la vez recordando las miles de veces que imaginó también ayudar a su padre en las tareas del hogar.

Cuando Iruka apenas era un niño, la esperanza de que su padre lo llevara a una casa en donde su madre también estaría no moría a pesar de los meses y años, pero conforme crecía se desvanecían y pasaba a ser una pesadilla. Pocos eran los recuerdos claros que Iruka tenía de su madre e infancia, una de ellas era la sonrisa de una mujer maravillosa que le daba un poco de tamagoyaqui con los palillos. ¿Podía repetir aquello? Iruka en verdad quería pensar que sí, pues… el amor de esa escena quería revivirlo

 

 

—¡Hoy dormiré con Iruka! — Naruto salió con eso, asustado a un nostálgico Iruka que casi cae de espaldas — ¿Qué sucede?

—No te escuché acercarte — el castaño se reponía del susto riéndose divertido — lo siento

—¿No quieres?

—Por el contrario, me encantaría — Iruka ubicaba la cabecita de Naruto y le acariciaba los cabellos — creo que no pensé en la habitación que usarías

—Pues por ahora dormirá contigo — Kakashi se unía a la plática en la sala y sonreía en complicidad de Naruto — pero decidimos que después podríamos acomodar la habitación de Naruto en la tuya y tú dormirías en mi cuarto

—¿Eso… planeaban? — Iruka elevó una de sus cejas — pero…

—En mi habitación caben dos camas individuales — sonrió Kakashi — no habrá problema porque duermas ahí

—Bueno, creo que sí — Iruka no podía ver la sonrisa divertida de Kakashi

—Pero si no quieres eso… podemos compartir la cama — el mayor picó la mejilla de Iruka y deslizó su dedo por los labios ajenos — no tengo problema

—Creo que… entendí eso — rió con ganas. Comprendió la sutil invitación a una intimidad — pero…

—Naruto se merece tener habitación propia — Kakashi sonreía al despeinar al rubiecito que los miraba expectante — ya es un niño grande y puede con eso

—Yo siempre quise tener una habitación propia, pero no quiero molestar — corregía de inmediato, aún tenso por estar invadiendo una casa ajena

—No es molestia. Nosotros no tenemos inconvenientes en compartir habitación, ¿verdad, Iruka?

—No… no hay problema — sonrió, tampoco iba a negar que la propuesta era interesante — pero apoyo las camas individuales — y a pesar de todo… debía tener en cuenta que tenían un niño en casa

 

 

Un día. Un solo día bastó para que Iruka no pudiera dejar de reírse al notar el poco conocimiento de Kakashi para tratar con un niño. La última vez que Naruto pasó con ellos se la pasaba con Iruka la mayor parte del tiempo, pero en ese día Iruka debía ir con Ten-Ten a un recorrido con los demás chicos del centro hacia un teatro donde algunos de los muchachos cantarían, así que Kakashi quedó a cargo. Cuando volvió a casa escuchó un silencio total, pero al ir ingresando un poco más logró captar el sonido del agua al regarse.

Con paso calmo Iruka llegó hasta el baño y ni siquiera dio un paso dentro cuando escuchó el agua salpicar. No podía ver, pero imaginaba el desastre que era aquella habitación porque se inclinó un poco y al tocar el suelo, todo estaba empapado. El piso tenía agua por todos lados e identificó un jabón navegando por allí. Kakashi no pudo bañar a Naruto como se debía, al parecer hacerlo por sí mismo le era casi imposible al pequeño, a eso se le aumentaba que un pequeño ladrido delataba que las cosas no habían sido muy calmadas en esas horas

Un cachorro perdido y lleno de tierra. Un Naruto igual de sucio que necesitaba un baño después de haberse arrastrado por en medio de un pequeño matorral para alcanzar al cachorro que lloraba asustado. Esa combinación causó aquello, e Iruka no podía dejar de reírse pues Kakashi al parecer resbaló con el jabón y cuando pudo alcanzarlo lo recibió un abrazo helado y que olía a perro mojado y shampoo. Kakashi reía también pues de verdad no pensó que bañar a un niño y a un perro juntos sería el peor lio de su vida. Naruto por su parte seguía sosteniendo al cachorro porque aún no le quitaban toda la suciedad.

Era demasiado para un solo día, pero fue una grata experiencia para todos. Al final, Iruka fue quien ayudó a lavar al cachorro y después a Naruto a bañarse, también se encargó de secar a ambos con ayuda mutua, eso mientras Kakashi se encargaba de llamar al número de la placa limpia que encontraron enredada entre el largo pelaje del cachorro. El día terminaba con una sonrisa y panecillos calientitos para celebrar la buena acción.

Así empezó su vida en familia

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

He vuelto… aunque no sé por cuánto tiempo XD

Ya se viene lo bueno señores, aunque creo que ya tienen una idea clara de lo que pasará en esa bendita cena XD

Muchos besos a las personas que leen esta historia~

Krat los ama.

 

PD: Estoy corrigiendo los anteriores capítulos XD eso para volver a mentalizarme en la historia XD 


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