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Soy Kagami, y no soy un delincuente por Gato-de-Cheshire

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Notas del capitulo:

Bueeeeno :c aquí está el tercer capítulo. Gracias por los comentarios y el apoyo, este capítulo es un poquito más largo, para que se entretengan u.u

Al final fue buena idea publicar lo que llevaba anteriormente xD porque justamente fue ese uno de los archibos que perdí (?)

Espero que ya se estén acosumbrando al comportamiento extraño de Kagami, porque mientras vayan pasando los capítulos se irá colocando peor (?) oojsoajosajsoajso mentira <3 él es así, especial.

En este capítulo habrán muchos cabezazos y desmayos.

Por favor, lean <3

Capítulo Where is my mind? 2.0 (?)

Cuando la melodía hubo terminado, el sonido del mundo comenzó a llegar nuevamente a mis oídos… poco a poco.

-Kagami-kun – una pálida mano se balanceaba ante mi rostro. Eh… Kuroko, supongo que ese era el nombre del enano ¿qué hacía aquí?

-Aominecchi, ¿Kagamicchi está drogado? No puedo lograr que responda – también estaba la rubia. No había alcanzado a volver a descargar la habitación en mi mente, cuando un par de manos hicieron su camino hasta mi cara y tocaron mis parpados, obligándome a abrir más mi ojo derecho ¿Qué demonios?

-No parece drogado, tiene la pupila descentrada, pero no parece producto de una droga – ¿cómo? ¿Tengo la pupila descentrada? No lo sabía.

-Es cierto, Kagamicchi tiene sampaku. Igual que Aominecchi tiene ojos de delincuente – agregó la rubia. Ya van tres personas que me llaman delincuente hoy. Tal vez, sólo tal vez, debería hacerle caso al pueblo y volverme un criminal matando a esta panda de imbéciles.

-¿A quién le dices delincuente? Rubia oxigenada – no entiendo por qué el negro se enoja, después de todo…

-Aomine-kun, todos somos delincuentes – exacto, me gusta cómo piensa el enano. Aunque espero no estar contado en su apreciación.

-No hay rastro de midriasis o miosis – estaba distraído y no me había dado cuenta que este sujeto aún tenía sus manos en mis ojos. Miré bien y me di cuenta que era el tipo de gafas, ya saben, el que se veía intelectual. Al parecer no me había equivocado, porque aquí estaba, actuando como un doctor. Quité sus manos de mi cara con toda la delicadeza posible.

-¡Quítate, cuatro ojos! ¡No estoy drogado y tampoco soy un delincuente! – Tal vez, soné un poco más violento de lo que tenía planeado.

-Kagamicchi despertó.

-Nunca estuvo durmiendo, Kise-kun.

-Les dije que se puso así cuando empezó a escuchar música.

-Teníamos que asegurarnos de que no le habías dado algo raro al pobre kagamicchi.

-Oe, oe, oe ¿qué clase de persona creen que soy? – Cuando el moreno preguntó, los tres se miraron por un momento y no dijeron nada –. No me digan que sólo por eso están aquí…

-No eres famoso por tu buena personalidad, Aomine – me sentí un poco mal por el sujeto. Hasta sus amigos pensaban que era una mala persona. Entonces comencé a reírme con fuertes carcajadas, no pude evitarlo.

-¡Tú no te rías! ¡Todo es tu maldita culpa! – Aomine, que había estado alejado de nosotros, ahora se acercaba peligrosamente a mí.

-¡Aominecchi! Contrólate un poco… - la rubia intentaba detenerlo, pero se notaba que el negro era mucho más fuerte que él.

-Aomine, Akashi dijo que no le hiciéramos daño – dijo el árbol intelectual, que a pesar de sus palabras, permanecía impasible en su sitio, sin visibles intenciones de intervenir. Gracias tío, eres de mucha ayuda. Ahora sólo me sobraba esperar que kuroko supiese que hacer. Dirigí mi vista hacia él… con su pequeño y delicado cuerpo, su cara de póker… y comprendí que estaba muerto. Comencé a reír aún más fuerte, mi estómago dolía, pero no había manera de detenerme.

-Kagami-kun… – sentí la mirada atónita del enano sobre mí. No me mires, haz algo con ese sujeto, va a matarme. Aomine parecía cada vez más enfadado, se acercaba peligrosamente a mí mientras arrastraba a la rubia con él. Cuando llegó frente a mí, se paró derecho, desafiándome con su altura, que era casi la misma que la mía, pero más alta por unos centímetros. Entonces dejé de reír. Tenía que encontrar una forma de mitigar su ira, o probablemente saldría herido.

-¿Qué pasa negro? ¿Estás enojado? – le pregunté y escuché claramente cómo los dientes del moreno comenzaban a castañear y ví cómo cerraba sus puños con fuerza mientras comenzaba a levantarlos, probablemente para golpearme. Me acerqué un poco más. Nuestros rostros estaban peligrosamente a escasos centímetros el uno del otro. Sentía su fuerte respiración nasal, furiosa. Lograba ver la ira en aquellos ojos que centellaban, como un cielo azul cubierto de relámpagos. Así nos quedamos un rato, observándonos, como dos bestias acechantes antes de comenzar la caza.

Entonces, cuando noté por un gesto suyo, que iba a golpearme, estrellé fuertemente mi cabeza contra la suya. Aomine se tambaleó hacia atrás, mientras se agarraba la cabeza con ambas manos. En ese momento, salí corriendo de la habitación, aprovechando la oportunidad.

Al parecer los dormitorios estaban divididos por bloques. Nosotros estábamos en el bloque E, que se encontraba en el tercer piso del primer edificio. Había 3 edificios en total, los dividían según edad. En el primer edificio estaban los sujetos de 16 a 18 años. En cada piso había 2 bloques, supongo que para manejarnos mejor, lo mejor era mantenernos agrupados.

 Mientras iba corriendo me di cuenta de algo interesante, todo el edificio estaba repleto de guardias, pero al parecer les importaba una mierda lo que hiciéramos dentro. Había tipos paseando por todas partes y, sin contar al idiota que venía corriendo desde el tercer piso,  todos se veían bastante tranquilos; si lograbas ignorar a los guardias armados, era como pasear por un colegio cualquiera.

Llegué a lo que parecía ser la cafetería. Me detuve fuera para descansar un poco, había corrido desde el tercer piso, y ya me encontraba en el primero, mi respiración estaba ajetreada. Sin embargo, cuando miré hacia atrás, me di cuenta de que no tendría tiempo para recuperarla. Aomine venía corriendo mientras arrasaba con todo y todos los que se cruzaran en su camino. Me apresuré a entrar en la cafetería, el negro me siguió adentro y me di cuenta que no podría correr con libertad con tanta gente pululando por la sala. Me subí a la primera mesa que encontré y empecé a correr sobre un montón de comidas y bebidas, mientras los internos me gritaban cosas que no lograba oír, pues iba más interesado en salvar mi vida. Llegue rápidamente a la salida gracias a mi habilidad innata de saltar sobre las mesas. Reanudé mi carrera por el nuevo pasillo que encontré al salir de la cafetería.

 Antes de doblar en una esquina, miré hacia atrás para ver si el negro seguía persiguiéndome, pero fué mala idea, porque justo al otro lado de la esquina venía un sujeto, con el que me estrellé. Se supone que por mi altura, lo normal sería que cuando choco con alguien, el otro sujeto debe salir volando, no yo. Pero esta vez no fue así. Al impactar con el otro tipo caí abruptamente hacia atrás, como si hubiese chocado contra un alto muro de piedra. Miré el suelo, estaba totalmente cubierto de golosinas, golosinas que probablemente pertenecían al sujeto que choqué. Alcé mi vista y me encontré con los ojos violetas de Murasakibara. Mieeeeerda. Se notaba en su expresión que estaba molesto, pero no había tiempo para disculpas, cuando me voltee a mirar hacia atrás, Aomine ya venía a unos escasos metros. Pasé entre las piernas del gigante y seguí corriendo.

-¡Atsushi! Kagami ¡¿Dónde se fue?! – escuché que preguntó el moreno cuando yo ya había doblado la esquina.

-Kaga-chin tiene que pagar… - escuché decir al pelivioleta. Mal día, mal día, mal día.

Querido diario, hoy, sin que fuera esa mi intención, hice enojar a dos peligrosos criminales y ahora me encuentro corriendo por mi vida.

Ya no recuerdo cómo fue que llegué a esta situación ¿por qué siquiera estoy corriendo?. Ahora me encuentro en el segundo edificio, no tengo idea de cómo entré, pero he estado corriendo por todo el lugar y al parecer es el edificio que hace de colegio, hay un montón de salas y esas cosas. Aunque parece que este día no hay clases y el edificio está cerrado. Sólo he visto tipos dando vuelta en los patios, supongo que pertenecen a los clubes deportivos porque van con ropa de deporte. 

 Tengo la sensación de que he estado corriendo durante horas, cuando comencé a escapar, el día estaba claro, ahora notaba en el cielo la familiar y débil luz anaranjada del crepúsculo; mis piernas, mis huesos y mis músculos ya no dan más, pero si me detengo, mis minutos de vida están contados. Y hablando de minutos contados… El pasillo que había seguido al azar, no tenía salida. Hasta ahora, la estrategia de “corre donde sea que tus piernas te lleven” había estado funcionando bastante bien, pero al final nada es para siempre. Miré desesperadamente hacia los lados. Vi una puerta amplia… “baños” decía un cartel. Como no tenía otra opción y el tiempo se acababa, de modo que me adentré y me metí a un cubículo cualquiera.

Luego de unos escasos minutos, escuché que se volvía a abrir la puerta junto con el sonido de estrepitosos pasos. Hubo silencio por un momento.

-¿Dónde se fue? – preguntó una voz sin aliento, que yo reconocía muy bien. Grave y profunda… Aomine.

-No sé… pero Kaga-chin sólo podía entrar a este lugar… tal vez entró a un baño – sus palabras eran perezosas, pero se sentía la malicia.

-Entonces es fácil – dijo Aomine. ¿Qué es fácil? Casi lo digo en voz alta, pero me contuve. Estaba sentado con los pies sobre la taza para que no se vieran por fuera. De repente sentí el sonido de una puerta abrirse, provenía del inicio de la habitación.

-Aquí no… - inmediatamente escuché otra puerta abrirse, más cercano.

-Aquí tampoco… - dijo la perezosa voz.

 Mierda. Mierda. Mierda. Mierda… el sonido de puertas abriéndose se acercaba cada vez más y más, sumado al eco de dos voces que descartaban. Finalmente, escuché el sonido del golpe de la puerta vecina al azotarse contra la pared del cubículo donde me hallaba. En cuestión de segundos me encontrarían. Mi puerta comenzó a abrirse. Maldición, Kagami, eres imbécil, descerebrado, suicida, bipolar, ¿por qué no pusiste el seguro?

En ese momento mi cuerpo comenzó a actuar por sí solo. Coloqué mis manos sobre la pared contigua de mi cubículo. Tengo que agradecer que sean esa clase de baños sin techo. Me impulsé hacia arriba. La verdad nunca he practicado stride, ni ningún deporte relacionado con superar obstáculos, pero se podría decir que soy un experto escapando y para escapar… debes saber saltar muros. Fui capaz de pasar todo mi cuerpo por encima de la pared, cayendo en el otro cubículo. Esto lo hice en unos escasos segundos, y sin perder ni una milésima, abrí la puerta y salí corriendo. Pude ver sus caras consternadas cuando salí del cubículo que se suponía estaba vacío… y no pude evitar enseñarles el dedo  medio mientras comenzaba a correr.

Pasé por una alta ventana que daba al primer patio. Al parecer era el club de football, estaban jugando un partido en una de las canchas y en la otra había unos cuantos sujetos alongando y corriendo. Yo me escabullí hasta llegar a lo que parecía una bodega y me di cuenta de que al lado estaban las duchas. Entré cerrando la puerta tras de mí, una vez en el interior me desplomé contra el suelo para descansar.

 Bien, no creo que me hayan visto llegar a este lugar, así que debería estar a salvo por unos momentos, ojalá para siempre. Francamente no me importaría vivir en este lugar, tal vez no fue mi sueño de infancia terminar mis días metido en unas duchas, pero no suena tan mal. Es más, ya me está comenzando a gustar la idea…y, al parecer no me ha estado llegando oxígeno al cerebro como es debido. Golpee mi cabeza contra el suelo para ver si se arreglaba esa cosa que se supone que sirve para pensar.

-Así que por esto tienes una cabeza tan dura – me estremecí y mis ojos se abrieron ampliamente. La voz provenía de mis espaldas. Me voltee y ahí estaban mis dos persecutores. Me sonreían maliciosamente.

Me puse de pie en menos de un segundo, e igualmente en menos de un segundo me di vuelta para correr hacia la puerta, pero incluso de esta manera ya era tarde. Murasakibara, con su gran cuerpo, bloqueaba mi ruta de escape. No tenía más opción que seguir adelante, y sin más dilación comencé a correr en esa dirección. Aomine estaba al frente, tenía que pasarlo, de modo que hice un amago de ir a la derecha para confundirle, pero el maldito negro de mierda no cayó en mi engaño y supo que iba a ir a la izquierda. Hice lo más sensato que podría hacer en esta clase de situación, seguí corriendo hacia adelante sin detenerme, cuando estaba a centímetros de él, extendí rápidamente mis brazos hasta su rostro, agarrándolo por los costados, moví mi cabeza fuertemente y le di un nuevo y cariñoso cabezazo. Aomine cayó al suelo. Asesinato doble. Estoy seguro que al término de este día, ninguno de los dos tendrá suficientes neuronas ni para sumar 1 + 1.

Mire hacía todas partes. No tenía ninguna escapatoria. Murasakibara venía tras de mí a escasos metros, tras de él, Aomine. Pasé por los vestidores, arrojando al suelo todo lo que pude, bancos, taquillas, ropa, etc. Me metí a las duchas y ya no había nada que hacer. Miré a la entrada y ahí venían ambos, no corrían, sabían que me tenían atrapado. Yo había pensado que podría encontrar una ventana por donde escabullirme, era mi esperanza, pero todas tenían rejas. Después preguntan por qué tanta gente muere en las duchas. Empecé a retroceder sin quitar mi vista de las dos figuras que se acercaban a mí sin prisa alguna. Mi espalda chocó contra la fría pared de una ducha, el suelo aún se encontraba húmedo, casi resbalo.

Comencé a empequeñecerme mientras los dos altos hombres se acercaban más a mí. Aomine sonreía irónicamente y Murasakibara me miraba como una bestia hambrienta. Se metieron a la ducha donde yo estaba. Busqué a tientas algo detrás de mí, y cuando la encontré la giré sin pensar. El agua comenzó a caer fría sobre nosotros. Dos pares de ojos me miraban con incredulidad y luego… una carcajada estrepitosa.

-Oh, Maldición – decía Aomine entre risas –. ¿Có- cómo se supone que te destroce ahora? – Parece que estaba sufriendo una especie de ataque de risa –, Mi-mierda, esto es tan… - el negro no podía terminar de hablar porque cada vez que lo intentaba una oleada de risas lo atrapaba.

-Por culpa de Kaga-chin, ahora estoy empapado… - decía murasakibara mientras se miraba las ropas mojadas –. Pero ya no puedo estar enojado… ya no se puede. Aun así Kaga-chin tendrá que pagar por los dulces que asesinó –  entonces sentí unos dientes mordiendo mi hombro. Dejé escapar un quejido de dolor. No sabía que la pena por asesinar dulces consistía en esto… Cuando terminó de morderme se dio media vuelta y se fue caminando como si nada.

-Eres una maldita perra – comenzó a decir el moreno una vez recuperado de su ataque de risa –, me hiciste correr detrás de ti por todo el maldito reformatorio – mientras hablaba se acercaba hacia mí, lentamente. Su voz se volvía más ronca y más grave, y el agua de las duchas aún caía sobre nosotros –. Ahora te la has arreglado para deshacerte de mis ganas de matarte – nuestros rostros se rozaban –, pero no hay forma que salgas ileso… – sus palabras hacían eco en mis oídos, sentía su respiración rozar mis labios, me miraba directo a los ojos y yo no podía salir del trance. Todo pasó muy rápido. Sentí un fuerte dolor en mi cabeza y luego todo se fue a negro. El hijo de puta me dio un cabezazo. Asesinato triple y ya ni idea de cuánto es 1+1.

Cuando abrí los ojos me encontraba en mi habitación. Estaba acostado en una de las dos camas, y mis ropas aún estaban húmedas. Escuché una puerta abrirse y apareció Aomine con una toalla envuelta en su cintura, gotas de agua deslizándose por todo su cuerpo y cayendo por las puntas de su cabello. Se detuvo cuando puso sus ojos sobre mí.

-Así que ya despertaste Bakagami, me estaba preguntando si debía despertarte o dejarte llegar tarde a la primera hora de clases – me dijo con su acostumbrada sonrisa petulante.

-¿Clases? ¿Tenemos clases?

-¿Para qué crees que sirve el edificio que me hiciste recorrer ayer, genio? – este sujeto es seguramente la persona más agradable que he conocido en toda mi vida.

-Bueno, es que después de conocerte, Ahomine, supuse que el bloque E no asistía a clases – le respondí mientras hacía mi camino hacia el baño.

Escuché un par de reclamos provenientes de la habitación, pero pronto fueron acallados por el sonido del agua cayendo. Me había quedado  dormido con la ropa mojada y lo seguro es que eso significaba un resfriado, de modo que me bañé con agua muy caliente para calentar un poco mi cuerpo. Cuando terminé de ducharme, me sentía bastante cálido. Envolví mi cintura con una toalla y salí del baño.

Aomine estaba sentado en su cama mientras jugueteaba con su reproductor de música, se había vestido con el overol gris, y una playera negra abajo.

-¿Se supone que vamos a usar overol hasta para ir a clases? – cuando le hablé, levantó la vista y sus ojos recorrieron todo mi cuerpo hasta llegar a mi rostro.

-Es la única ropa que nos han entregado, así que supongo que sí – yo había comenzado a vestirme y él no quitaba su vista de mí mientras hablaba. No acostumbro a mirar a la gente mientras se viste, aunque esté sosteniendo una conversación con ellos, pero creo que aquí están acostumbrados a la poca privacidad y a no tener pudor –, aunque el año pasado no usábamos el overol, teníamos un uniforme normal. Y los trabajos comunitarios sólo se hacían como castigo.

-Así que, como este año planean tenernos toda la temporada haciendo trabajo comunitario, dedujeron  que sólo necesitaríamos esto ¿eh? – comenté mientras señalaba mi overol, ya vestido.

-Exacto – dijo el moreno distraído. Había algo que venía molestándome desde hace rato. No tengo idea de si es una clase de tic o una costumbre, pero Aomine no había dejado de mover su pie desde que habíamos comenzado a hablar y eso me estaba colocando nervioso. Quería preguntar, pero tendría que ser de una manera sutil.

-¿Qué demonios le pasa a tu pie? – el problema es que, como mencioné antes, yo no soy una persona con mucho tacto. Aomine se miró su pierna extrañado. Al parecer no se había percatado.

-Ah… cierto. Tendrás que acompañarme a un lugar antes de ir a clases – dijo mientras se levantaba y comenzaba su camino a la salida.

-¿Y por qué tengo que acompañarte?

-Porque no sabes en qué sala estás ¿cierto? Alguien estaba inconsciente mientras daban las listas ayer…

-Cierto – dije simplemente, mientras comenzaba a seguirlo.

Pasamos por todo el bloque E, hasta que llegamos al bloque F, me di cuenta de que éste era muchas veces más grande que el nuestro. El bloque E tenía sólo 4 habitaciones, aunque realmente grandes, pero en cambio, el bloque F tenía un montón. Parece que el negro conocía bien el lugar porque no se detuvo en todo el trayecto, no me sorprendería que hubiera hecho el mismo recorrido un millón de veces. Se detuvo frente a la puerta de una habitación y la golpeó suavemente. Al rato salió un sujeto de cabello negro hasta el hombro, ojos filosos y expresión oscura.

-Makoto – comenzó Aomine – dame 2 y un encendedor – le dijo mientras le entregaba dinero al pelinegro.

-¿Nuevo compañero? – preguntó el tal Makoto mientras me miraba curioso.

-No te importa – le respondió el negro cortante. En vez de molestarse, el pelinegro soltó una sombría carcajada.

-Me pregunto cuánto durará… – dijo mientras se adentraba a su habitación cerrando la puerta.

-¿A qué se refiere? – le pregunté al negro, porque me había entrado la curiosidad.

-A nada – respondió, y un segundo después se volvió a abrir la puerta de la habitación. Makoto le entregó algo rápidamente y volvió a meterse en el cuarto sin mediar palabra. Miré para ver qué le había entregado, y entre las manos del moreno había 2 cajetillas de Marlboro y un encendedor.

-¿Hay traficantes acá dentro? – le pregunté incrédulo.

-Facilitadores – me respondió mientras se colocaba un cigarrillo en la boca.

-¿Pueden entrar lo que sea? – le pregunté con creciente interés. Aomine me miró extrañado pero aun así me respondió.

-Depende de quién sea. Makoto puede entrar lo que sea, pero tienes que poder pagar su precio.

-En otras palabras, es un estafador.

-Sep, pero es el único que puede entrar estas cosas – dijo mientras señalaba los Marlboro –. No tengo idea de cómo lo hace. A nosotros nos cuesta un montón entrar cosas como éstas – esta vez señaló el reproductor en su bolsillo.

-Mmh… por cierto, ¿vas a fumarlos aquí? – le pregunté señalando el cigarro en su boca.

-No – respondió simplemente aún con el cigarro sin encender entre sus labios. Entonces era eso, estaba sufriendo el síndrome de abstinencia. Una vez escuché por ahí que una persona adicta al tabaco podía pasar todo un día sin fumar mientras tuviera un cigarro en la boca. Nunca había comprendido cómo podía ser posible, sin embargo, ahora comenzaba a entender un poco, pero…

-Te ves como un idiota.

................................

 

No estaba colocando ningún tipo de atención a la lección. Tenía calor, mucho calor. Además me estaba aburriendo, y como me estaba aburriendo, le prestaba más atención a lo que sucedía con mi cuerpo. Tenía que pensar en cualquier otra cosa para evitar desesperarme, es parecido a cuando comienzas a escuchar los latidos de tu corazón y luego sientes que estas sufriendo una taquicardia; pero al final es simplemente debido a que no estás acostumbrado a oír los sonidos de tu cuerpo. Ahora me pasaba igual, pero en este caso, con el calor.

Ahora que lo pienso, voy a estar muchos meses encerrado en este lugar. Eso significa que tendré que encontrar pronto algo para distraerme. Una de las razones por la que estaba totalmente en contra de venir a la correccional es que no me llevo bien con situaciones de encierro; soy una persona extremadamente hiperactiva, si no puedo moverme o hacer cosas, me coloco un poco neurótico. Tal vez, este sujeto… Makoto… pueda ayudarme a mitigar mi aburrimiento.

-…michi… ¡Kagamicchi! – alcé mi vista. No me había enterado de que la rubia estaba hablándome. Estaba muy ocupado con mi aburrimiento –. Ya es hora del almuerzo, ¡deja de dormir y vamos a la cafetería! Todos están esperando ~ dijo la rubia con su acostumbrada vivacidad.

Qué grosero. Yo no estaba durmiendo, estaba dormitando. Estiré mis brazos para desperezarme un poco y luego me levanté de mi asiento y comencé a seguir a Kise. Aún tenía mucho calor, la temperatura alta comenzaba a hacerme sentir mareado. ¿Acaso en este lugar no hay aire acondicionado? ¿Acaso nadie más tiene calor? Todo apesta, apesta, apesta, hace calor, tengo calor, me muero de calor… pero también tengo hambre, hambre, hambre. Agité mi cabeza con la intención de ordenar mi mente. Tal parece que perdí la facultad para pensar… debe ser por el calor.

Llegamos a la cafetería, que estaba llena de sujetos vestidos con el incipiente overol gris. Yo seguí mecánicamente a la rubia hasta una mesa donde estaban todos mis compañeros del bloque E. Los miré y me dieron la impresión de una familia  unicornia, tantos colores… azul, celeste, verde, rojo, violeta, amarillo… azul, celeste, verde… si tuviera epilepsia, de seguro ya estaría revolcándome en el piso. Me senté al lado de Aomine e inmediatamente me desparramé sobre mi asiento. Manteniendo la cabeza sobre la mesa – que estaba tan exquisitamente helada – comencé a robar, disimuladamente, la comida del moreno.

-¡Oye! ¡Ve a buscar tu propia comida! Vago de mierda…

-Aomine-samaaa, no puedes obligarme a levantar mi culo de este asiento para ir a meterme a esa fila gigante, llena de extraños, y además con este horrible calor – tal vez un poco de adulación serviría – comparte tu comida con esta pobre alma…

Mientras estaba rogando la piedad del negro apareció detrás de mí, un grupo de sujetos que no había visto en mi vida. Eran la imagen típica de una banda de delincuentes. Esa expresión estúpida en sus rostros… las cejas juntas en un gesto que se supone intimidante y esa mueca en la boca que te da la impresión de que te estuvieran lanzando un beso.

-Así que el bloque E tiene un nuevo integrante – dijo uno de los delincuentes. Yo, por mi parte no me había dado cuenta de que era una celebridad hasta esta mañana.

-Eh, tío ¿Eres resistente? – me preguntó otro imbécil. No tengo idea a qué se refieren, pero mi cabeza estaba comenzando a doler… El sonido sordo de colmena ya había estado taladrando mi cabeza cuando entré a la cafetería; pero estos sujetos en vez de hablar, gritaban, lo que dañaba aún más mis oídos.

-Cierto, cierto – dijo otro sujeto con su escandalosa voz –, ¡si eres resistente puede que rompas el record y dures una semana! – cuando dijo aquello todo el grupo se largó a reír desagradablemente. El eco de sus carcajadas llegaba a mis oídos como dagas. Yo tenía cada vez más calor y me sentía horriblemente mareado.

-No puede ser – dijo otro sujeto situándose a mi izquierda, apoyándose en mi hombro –, míralo, es el segundo día y ya se ve sin energías – dijo simulando ternura en su voz. Asco.

-Yo le tengo fé, luce como un luchador – otro estúpido delincuente escandaloso se puso a mi derecha, mientras pasaba su brazo por mi espalda con familiaridad.

-Dejen a Kagami- kun en paz – el enano salió en mi defensa. Tenía razón… era hora que me dejaran en paz. Mi cabeza ya dolía un montón, el calor estaba volviendo mi vista nublosa y todo mi cuerpo estaba tan cálido que se había entumecido. Estos sujetos sólo empeoraban la situación.

 No podía coger bien lo que estaba sucediendo, mientras iba pasando el tiempo había ido enajenándome de la situación. Los dos extraños a mis costados me impedían ver bien. Sólo pude notar que Murasakibara y Aomine se habían colocado de pie. Quería saber que estaba pasando exactamente, ya no me podía fiar de mis oídos porque todo se había vuelto una especie de eco. Y estos malditos bastardos me obstruían la vista. Me enderecé un poco y coloqué mis manos sobre las cabezas de los dos sujetos a mis costados. Utilizando un poco de fuerza, logré estrellar sus rostros contra la mesa. Y al fin pude ver qué estaba sucediendo. En resumen, los sujetos del bloque E estaban golpeando los feos rostros de la banda de tipos extraños. Creo haber visto a Kuroko golpear a un sujeto 20 veces su tamaño… la verdad no lo sé. Me iba desvaneciendo poco a poco… El calor me estaba venciendo…coge un concentrado con un noventa y ocho por ciento de ácido nítrico gaseoso… el triple de ácido sulfúrico…agua helada... Una melodía comenzó a penetrar suavemente en mi mente...where is my mind? ... Me desmayé por 20va vez desde que estoy en este lugar.

See you next time, i hope..

Notas finales:

Les dije que habrían muchos desmayos (?) aojoajoasjoajsoajsoas

En realidad, creo que Kagami se desmayará en todos los capítulos de este fic (?) él es así uwu una persona delicada <3

Estaba pensando en cambiar de narrador de vez en cuando. Aunque la verdad me divierto mucho haciendo el POV Kagami xD

También me estaba preguntando si era necesario colocar en cursiva los diálogos, me gustaría saber si se les haría más fácil de leer. Tengo la impresión de que debido al estilo de redacción, se pueden llegar a confundir los diálogos con lo que piensa Kagami. Pero yo no sé D: porque yo lo escribo (?

Bueno, qué les pareció el capítulo? Alguna sugerencia? Reclamo?

Me gustaría saber sus opiniones <3 

En 3 o 4 días, actualización :c mi pc sigue enfermito (?) tal vez deba sacrificarlo xD


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