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Soy Kagami, y no soy un delincuente por Gato-de-Cheshire

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Notas del capitulo:

El capítulo es cortito :c la verdad era que iba a actualizar más tarde, con un capítulo más largo, pero mi computador comenzó a morir y voy a tener que formatearlo. Y como sé que soy terrible’ weona, mejor publico lo que llevo hasta ahora, que es mejor que olvidar respaldarlo y perderlo :c

En cuanto a la pareja xD soy mala y tal vez sea AoKaga y MuraKaga a la vez… La verdad es que de esta manera me serviría mucho para comenzar a desenvolver la personalidad de Kagami como quiero hacer en este fic. Esta historia la comencé con el propósito de hacer al personaje de Kagami altamente carismático, pero es por una buena razón que, de seguir el fic, verán en los próximos capítulos :c

No me odien </3

 

Capítulo Where is my mind?

Mi cabeza, mis oídos, mi cuerpo entero palpitaban. Aún no estaba totalmente despierto pero ya podía sentir la sensación de pesadez en mi cuerpo. Si pudiera, elegiría no despertar; pero algo, alguien me sacudía violentamente… y así no hay quien duerma… (esté inconsciente).

-Tal vez murió – escuché decir a una voz perezosamente.

-La gente no se muere por casi ahogarse, imbécil – dijo una segunda voz.

-Pero Mine-chin casi muere.

-¡No fue así! ¡Simplemente este overol pesa demasiado y no podía nadar! – exclamó la primera voz, exasperada. Yo aún no quería abrir los ojos, soy un luchador…

-Conozco a Mine-chin desde hace muchos años, sé que no puede nadar – Aomine se quedó callado, estaba seguro que replicaría algo en su defensa… Eso significa que realmente no puede nadar, no soy el único ¿eh?

-… Más importante sabes…? - de seguro en ese momento el moreno se expresó con gestos, pues no terminó su oración.

-Mmmh… Algo parecido – respondió el sujeto de la voz perezosa. Entonces me di cuenta que ya era hora de despertar. No soy un gran fan de la respiración boca a boca y estoy seguro de que a eso se refería Aomine cuando no terminó su pregunta con palabras. La verdad es que estaba despierto desde hace un buen rato, pero me había entretenido escuchando la conversación. Antes de que tuviera oportunidad de fingir una vuelta a la vida, sentí como me agarraban de los hombros, me levantaban por sobre el suelo y como si fuera un trapo, comenzaban a sacudirme. Sentí que mi mente se deslizaba nuevamente hacia la inconsciencia. Si sobrevivo, tengo que decirle a este tipo que su método no funciona.

-¡Murasakibara! ¡Maldición! ¡No hagas eso, lo vas a matar más! – gran salvador de almas inocentes. El moreno detuvo al gigante y tuve oportunidad de abrir los ojos, encontrándome con una mirada lánguida, ojos semi-cerrados, como si no deseara gastar energías en mantenerlos completamente abiertos. Tal vez fue producto de mi estado de semi inconsciencia, pero creí ver, en el fondo de aquellos ojos violetas, aburridos, el vestigio de una fiera.

-A-Amigo – comencé a decir haciendo acopio de toda mi energía –. Tu método definitivamente no es efectivo… - mi voz no salió fuerte y enérgica como de costumbre, sino más bien, me escuché como cuando tragas mucho humo, o has estado gritando todo el día.

Al escuchar mi comentario el peliazul se largó a reír, con una carcajada estridente. No lo había escuchado reír hasta ahora, su voz grave convertía el sonido en uno ronco y profundo. Me pareció hipnotizaste, era como la risa de un villano.

Murasakibara, creo que así se llamaba, me bajó lentamente hasta el suelo. Lo que agradecí enormemente, pues ya comenzaba a tener vértigo. Tomé un profundo respiro, llenando mis pulmones del aíre que, antes de caer inconsciente, había anhelado tanto. Aún me sentía un poco mareado y mi cuerpo estaba como entumecido y pesado, de modo que apoyé mi espalda contra el suelo para descansar.

-¿Murió? – preguntó el gigante.

-Esta vez no es mi culpa – dijo el moreno con sorna.

-Pensé que moriría – dije finalmente, tal vez para evidenciar que no había muerto como al parecer, ellos deseaban.

-Fue divertido de ver – comenzó a decir Murasakibara –…sus expresiones al caer.

-¿Nos viste? – pregunté intrigado.

-Estaba paseando por la pasarela del puente, y vi cómo jugaban y luego caían. Luego, cuando noté que no salían a la superficie me acerqué a ver… iba a dejarlos ahí porque sería una molestia sacarlos a ambos, pero soy un buen chico y los salvé – dijo infantilmente. Yo tragué fuerte, si este tipo no hubiera estado de humor como para salvarnos la vida… ahora estaríamos criando malvas. Miré a Aomine y parecía igual de horrorizado.

-¡Maldito bastardo holgazán! – exclamó indignado al fin -. ¡¿Nos ibas a dejar morir solamente por pereza?!

-Cuando Mine-chin se pone furioso me dan ganas de aplastarlo – dijo Murasakibara mientras miraba su enorme mano. Sentí que si esto continuaba de esta manera, acabaría realmente mal, por lo que decidí hacer acto de presencia y salvar algunas vidas.

-Eh… ¿Murasakibara? – al escuchar su nombre, el aludido posó su mirada sobre mí –. ¿Qué estabas haciendo en este lugar? ¿No deberías estar haciendo lo que te asignó la rubia sádica? – pregunté, simplemente para amenizar el ambiente.

-Uh… Mido-chin es muy aburrido y mandón, así que lo dejé  pintando las paredes por su cuenta – dijo infantilmente –, y salí a comprar algunos dulces.

-Mmmh, así que a ustedes los enviaron a limpiar grafitis – comenté. El tipo de cabello verde debe estar muy enfadado en este momento, me causa un poco de gracia pensarlo. Pero Dios, agradezco que el sujeto no haya detenido a Murasakibara cuando se marchó. Tengo la esperanza de vivir al menos hasta los 27.

-Qué inútil – dijo el moreno –. Después los mismos imbéciles de la correccional se escapan a pintar las mismas paredes que habían limpiado – El comentario me causó algo de curiosidad.

-¿Cómo sabes? – pregunté.

-Los he visto. Siempre hacen lo mismo - comenzó  a explicar con voz grave y perezosa –. Nos envían a limpiar las paredes, en 3 días aparecen nuevos grafitis, y nos envían a limpiarlas de nuevo.

- Eso no parece muy inteligente de parte de los internos – comenté – ¿No se aburren de limpiar sus mismos grafitis?

- No les pidas tanto. No son muy inteligentes – dijo el moreno con una sonrisa de suficiencia.

- Dijiste que lo habías visto. ¿Eso significa que ya habías estado en este correccional?

- Seeh – respondió con creciente pereza –. Midorima, Kuroko, Akashi, Kise, el gigante y yo hemos estado muchas veces en este lugar – dijo como si se tratara de algo natural.

- Aunque Mine-chin es el que ha estado más veces aquí – agregó Murasakibara, con tono infantil.

- Nadie preguntó, mocoso crecido – le reprendió el negro. Parece que estos dos sujetos se llevan de maravilla.

-Aunque es la primera vez que veo a Kaga-chin en este lugar – agregó ignorando olímpicamente al enfadado moreno.

-Cierto ¿Te trasladaron de otra correccional? – me preguntó Aomine. Francamente no me gustó su pregunta. ¿Acaso me veo como un delincuente?

-No – respondí –. Es la primera vez que estoy en esta clase de lugar – ante mi comentario el moreno lanzó un silbido.

-Eso significada que hiciste algo realmente jodido. A este lugar sólo envían tipos como nosotros, que han pasado en estos internados desde niños y nunca han aprendido ninguna mierda, y tipos que la han cagado muy en serio – Sentí como la mirada de ambos se agudizaba ante mí –. ¿Qué hiciste? – preguntó el moreno finalmente, con una voz insinuadora y perspicaz.

-¡No hice nada! – respondí alterado –. ¡Estos hijos de puta se equivocaron al mandarme a este sitio! No he hecho absolutamente nada malo…

-Ah, así que es eso – dijo el moreno –. Bueno, pensé que eras… ya sabes, como nosotros. Tienes la apariencia ¿Sabes? El pelo rojo, la mirada afilada, porte alto y desafiante. Como un delincuente – esto último lo dijo con énfasis, de seguro para hacerme enfadar. Por otro lado… ¿Así me veo? Mi percepción de mí mismo encaja con la de un sujeto totalmente normal.

-Pues no – repliqué cabreado –. No soy ningún delincuente, sólo un bastardo con mala suerte.

-A mí también me pareció que Kaga-chin era como nosotros – dijo el gigante mientras levantaba su mano y la colocaba por sobre mi cabeza –. Porque él no se asusta cuando estamos delante de él y nos habla con naturalidad – dijo mientras arrastraba las palabras, sin embargo, esta vez no había tono pueril en su voz. ¿Qué le pasa a este sujeto? Es como si tuviera una doble personalidad o algo; primero actúa todo infantil, y luego se muestra totalmente escalofriante. Empujé su mano lejos con mi brazo.

-Que no sea un delincuente no significa que sea un cobarde – repliqué y comencé a caminar en dirección a la correccional. Estos tipos lograron que mi buen humor se fuera a la mierda. Cuando pasé a su lado, noté cómo se miraban con una expresión que no supe descifrar, como si se dijeran algo en silencio. Mientras caminaba sentí que mis piernas comenzaban a flaquear. Había olvidado que aún me encontraba débil por el desmayo, pensé que iba a caer, pero unos brazos detuvieron mi colapso. Aomine me miraba divertido con una sonrisa petulante, mientras me permitía apoyar mi cuerpo sobre  él.

-Murasakibara – dijo el moreno, y el nombrado asintió. Acto seguido noté como unos nuevos brazos me agarraban por la cintura y me alzaban como si fuera una simple pluma. En cuestión de segundos me encontraba sobre el hombro del gigante, siendo cargado como si fuera un saco de patatas.

Tuve la intención de reclamar, demostrar mi inconformidad, pero al final decidí guardar silencio. Había tenido suficiente de estos dos bastardos, ahora sólo quería llegar a la maldita correccional y darme un estúpido baño para quitarme el hedor a agua podrida. Mientras pensaba en esto, tuve una especie de revelación. Era un detalle que no había notado, pero que sin embargo, era muy importante.

-¿Cómo es que nos dejan salir sin algún guardia? – Se supone que esto es una correccional, con reclusión total. No debería permitírsenos ni siquiera salir a la esquina.

-Cierto – dijo el moreno que iba tras nosotros, como yo iba en el hombro de Murasakibara mirando hacia atrás, tenía una perfecta vista de él –, nunca  habías estado aquí antes. Esto – dijo mientras me enseñaba una especie de pulsera en su muñeca –, tiene un chip que sirve para rastrearnos. Además si es necesario, puede enviar descargas eléctricas. Si sabes lo que es bueno, no te alejarás de lo estrictamente necesario – yo le miré consternado.

- Demonios ¿Eso es legal? ¿Descargas eléctricas? – sonaba como película de ciencia ficción. Cuando me habían colocado el brazalete, pensé que sólo servía para asignarnos el número de recluso, ahora acababa de descubrir que era una maldita silla eléctrica portable.

-Kaga-chin. Estamos hablando de la correccional más severa en todo el país. Si a los guardias se les permite portar armas y disparar en línea roja, unas cuantas descargas eléctricas no son nada. Además, luego de la guerra, ya nadie se preocupa realmente por la seguridad de los delincuentes – su voz al hablar había sido igual de poco enérgica que siempre, pero a la vez, increíblemente seria. Pensaba que este tipo no conocía la palabra “seriedad”. Por otro lado tenía razón, luego de la tercera guerra mundial, el país había quedado tan destrozado que se había comenzado a colocar mayor importancia en la reconstrucción que en la seguridad de las personas. De no ser porque la nueva organización de naciones unidas declaró que la violación de los derechos humanos – luego del conflicto – sería severamente sancionada, de seguro Japón hubiera comenzado a deshacerse de los criminales como medida de “seguridad nacional” como se había hecho en otros tiempos. Por esto habían surgido tantas cárceles y correccionales. La justicia se había debilitado y ya no era extraño que inocentes terminaran en la cárcel. Kagami ¿Te suena familiar? Jódete. Habían pasado ya 10 años desde la guerra, pero el país aún no alcanzaba un buen sistema judicial. De modo que no era extraño que jóvenes entraran y salieran de reformatorios. Se podría decir que sólo se esperaba a que cumplieran la mayoría de edad para encerrarlos por siempre en una cárcel. Por mientras, se les recluía en un jardín infantil de máxima seguridad con la supuesta esperanza de que se corrigieran.

-Todo esto es tan jodido – murmuré.

-¿De verdad? – Inquirió el moreno con una sonrisa sarcástica –. A mí no me parece tan malo. Este lugar puede incluso llegar a ser un poco agradable si te acostumbras – no tengo idea de cuál es el significado de “agradable” en el diccionario de este negro, pero al parecer es totalmente distinto del mío, donde está clasificado como total antónimo de “morir achicharrado por electricidad”.

-Mine-chin tiene razón. Si este lugar no fuera divertido, evitaríamos que nos atraparan – dijo con indiferencia el tipo que me cargaba. Su comentario sonó como si se dejaran atrapar por gusto. Definitivamente estos sujetos estaban desquiciados.

-Eso suena como si entraran a propósito… - no pude evitar hacer saber mi opinión.

-Algunas veces – comentó el moreno mientras se hurgaba la oreja despreocupadamente – yo no podía creer lo que había dicho… “algunas veces”. ¿Qué es eso? ¿Eres masoquista, amigo? No deberías estar en una correccional. Psiquiátrico suena como un sitio adecuado para ti. Al parecer coloqué una expresión bastante contrariada, porque el moreno masoquista comenzó a explicarse –. Muchos de nosotros venimos de las zonas sin ley, ya sabes, bandas y toda esa mierda. No es extraño que la jodas y te metas en problemas, y problemas en ese lugar significa que estás muerto. De modo que muchos de nosotros permitimos que nos cojan, nos recluyan por los 6 meses y luego nos liberen cuando todo está ya más tranquilo – por un momento sentí que estaba hablando con el padrino. Estos sujetos son auténticos delincuentes.

-¿Y en esta ocasión? – quise saber.

-Bueno… esta vez podría decirse que fue un error de cálculo – Oh, entonces esta vez lo atraparon por imbécil.

-Todo fue culpa de Momo-chin – agregó Murasakibara.

-¿Qué demonios? ¿Delinquen juntos? – pregunté consternado.

-¿Acaso pensaste que era una coincidencia que nos metieran a los 6 juntos al mismo tiempo en la correccional? – preguntó con petulancia el moreno. Y es cierto, tenía un buen punto. Lo siento señor criminal, soy un imbécil, por favor no me mate.

-Bueno… no me lo había preguntado – respondí sinceramente –, pero tienen que ser idiotas para que los atrapen juntos – Ugh, no se supone que debía decir eso en voz alta… ¿Kagami, acaso no notas tu situación? Estás, probablemente, hablando con una banda de mafiosos.

La cosa es que el moreno iba a responderme algo, pero justo en ese momento llegamos ante los altos muros de la correccional y dos guardias que hacían vigilancia nos ordenaron que entráramos. Gracias, señores, gracias. Una vez adentro, nos registraron completamente; luego con un objeto que no reconocí, nos dieron un pinchazo en el brazo, el guardia examinó cuidadosamente lo que se marcaba en la pantalla del aparato. Luego de dar el visto bueno, nos indicaron que pasáramos nuestros brazaletes frente a una máquina ubicada al lado de la entrada del edificio y finalmente pudimos acceder.

La verdad es que luego de todo ese maldito procedimiento se me quitaron todas las ganas de volver a salir al exterior.

Lo primero que hice al llegar a la habitación fue darme un baño caliente. Creo que debo a gradecer a dios…¿o Satán?... que en esta clase de lugares sea una “tradición” asesinar, violar, etc, especialmente en los baños. Al final decidieron que lo mejor sería proveer de un pequeño baño a todas las habitaciones, de ese modo sólo se matarían entre compañeros y no sería difícil encontrar al culpable. Es decir, si por alguna razón, se me ocurre matar la negro, estoy jodido.

Cuando salí del baño, Aomine estaba desparramado en su cama, sin embargo no estaba durmiendo o algo por el estilo; tenía los ojos cerrados, pero no dormía. Se escuchaba un ruido extraño, ahogado. Al principio no sabía de dónde provenía, pero al mirar con más cuidado, todo cobró sentido. Unos cables blancos caían sobre sus hombros. Audífonos. No me había imaginado que fuera de esa clase de personas que gustan de la música. Tuve curiosidad, y cuando tengo curiosidad no soy especialmente sutil. Retiré los audífonos de sus orejas, al parecer lo pillé por sorpresa, porque dio un pequeño respingo, inmediatamente me encontré con un par de ojos azules que me miraban con molestia. Yo lo ignoré, estaba más interesado en la canción que sonaba de sus audífonos. “Where is my mind?”… me pareció paradójico que justamente en este momento él estuviera escuchando mi canción favorita. Cerré los ojos para escuchar el estallido de la estrepitosa melodía… justo como una explosión.

Él me hablaba, estoy seguro, pero sus palabras morían opacadas por las de otra voz… hipnotizante. 

See you next time... space cowboy (?) 

Notas finales:

Sé que es muy cortito :c de hecho ni siquiera tenía que acabar ahí. Pero mi computador comenzó a morir por descargar tanto yaoi.

En fin, espero no molestar a nadie u.u y prometo un capítulo laaargo cuando recupere mi pc.

Por cierto :c probablemente las relaciones se vayan forjando de a poco, para hacerlo un poco más real.

Qué les pareció? estoy dispuesta a recivir todo tipo de reclamos :'3


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