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Remember por Airicchi

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Notas del capitulo:

Esto es mas como el resumen de lo que queria escribir, No pude explayarme todo lo que queria, basicamente por tiempo pero estoy escribiendo una historia paralela de muchos capitulos, donde probablemente se explicara mas de esta linda pareja, aunque no sean las protagonistas de ella. 

Si hace un año me hubieran dicho que mi futuro seria junto a ti lo habría tomado en otro contexto, contigo en el altar al lado del hombre que te quería tanto y yo desde lejos viéndolos con sincera alegría. Pero ya no está él y mucho menos el altar, tu kimono blanco permanece guardado, lejos de ti y de mí.


 


 


Te conocí un día sábado, con un kimono  en tonos azules que resaltaba tu nívea piel y tu largo cabello, eras el centro de atención en la celebración, pero como no serlo, si ese día giraba todo el torno a ti. Recuerdo que mi padre me pidió no vestir demasiado ostentosamente, pues como una buena ceremonia de compromiso la novia debe ser la más bella.


No es que me apeteciera asistir a este tipo de eventos ni que fuera cerca a alguno de los novios, pero como hija de una familia de elite debía participar de aquello, mientras mi padre albergaba la esperanza de que encontrar maridos antes de que se viera en la obligación de llegar a un acuerdo con alguno de sus socios.


Aunque esa fue la tarde en que te conocí, ese no fue el caso con tu prometido. Alto, cabello negro, rasgos perfectos y aquella mirada que te dedicaba, que más tarde supe no era lo que todo el mundo pensaba.


Tatsuya no era mis personas favoritas, pero desde que me presento ante ti no puedo dejar de agradécele por todo lo maravilloso que trajo a mi vida.


La tarde llegaba a su fin, mas no así la celebración, mientras los adultos bebían, tú me sonreías cordialmente mientras escuchaba tu dulce voz versar sobre lo bueno que era “muro-chin” y cuánto tiempo llevaban planeando aquellos, solo fueron los primeros minutos, pues mientras más hablabas más cambiabas el tema, desde los bocadillos hasta lo disgustada que estabas por tener que comportante tan formalmente, así fue como tatsuya no volví a aparecer en nuestras conversaciones y yo no sabía que esas horas se transformarían de a poco en días.


 


No te vi hasta tiempo después, cuando tatsuya llego de visita a pedirme que te acompañara “no tiene amigas, pero pareció llevarse bien contigo”. Acepte de inmediato, con la excusa que tampoco tenía mucho contacto con personas de mi edad y así comenzaron los días en los que se supone haríamos los preparativos para tu boda.


En un principio atribuía mis ansias a verte a una simple amistad, pues nunca había tenido una amiga que no fuera por conveniencia. Que tus sonrisas causaran que mi corazón se acelerara y que cada roce lograra estremecerme no fue suficiente para que mi mente asimilara lo que era el amor.


 


Llevabas algunos días taciturna, y aunque era normal que mostraras poco interés por algunas cosas, la expresión triste en tu rostro causaba estragos en mí. Me desvele noches enteras tratando de descubrir tu pesar, cuando de pronto comencé a idear como volver a alegrar tu día. Partí llevando diversos dulces, cada día de originen diferente, pero nada cambiaba, tu sonrisa no era sincera y cada vez la aflicción se reflejaba en tu antes relajado rostro. Sin saber que hacer te acompañe esos días, hasta que no soportaste más y rompiste en llanto en cuanto cruce el umbral de tu puerta y nuestras miradas se encontraron, aun sin entender la causa y siendo mucho más pequeña, te abrace queriendo protegerte, pues era inconcebible que tan bellos orbes violetas derramaran lagrimas tan amargas. Entre el llanto surgió tu voz “él se fue” y entre tus brazos no pude más que sonreír sin saber muy bien porque.


Esa tarde supe toda la verdad, nunca se amaron, nunca si quiera se besaron, no eran más que dos personas unidas por un gran cariño fraternal y un enorme temor a la sociedad. Años llevaban engañando a sus familias, a sus conocidos, a sus corazones. Tatsuya estaba enamorado de otro hombre, tenían una relación a escondidas hace más de un año, por tu parte no querías seguir las normas que se nos imponían, no querías casarte con un desconocido ni vivir atada a las reglas. El matrimonio entre ustedes era la mejor forma de mantener todo bien ante las miradas ajenas, pero tatsuya arruino tus planes, huyendo con su pareja a Estados Unidos y tan solo dejando una carta con su dirección, diciendo que esperaba el día en que decidieras dejar las ataduras y vivir en una sociedad diferente.


Creo nunca haber dicho palabras con tal determinación, pero algo dentro de mí no podía dejar las cosas como estaba, quería apoyarte, quería estar a tu lado. Te dije que tenía mis propios problemas, por eso huiría junto a ti. Desde ese momento, comenzamos a orquestar nuestra salida de los parámetros preexistentes.


 


Pero la noticia de que tatsuya te dejo no fue la única importante de ese mes, pues ahora por las bocas de las hienas sonaba mi nombre y mi próximo casamiento. Antes de conocer a aquel caballero mi padre había anunciado a todo el mundo que su única hija contraería matrimonio en medio año. Acepte sin quejas mientras apuraba mis planes para huir del país, recuerdo haber tenido la ayuda de una criada, era joven y leal, le entregaba joyas para que las cambiara por dinero, así fue como poco a poco iba juntando el sustento suficiente para poder embarcarnos. Cuando se terminaron las joyas  siguieron los kimonos, desde el más fino hasta el más simple, después de todo, no los necesitaría en nuestra nueva vida. Cada vez que pensaba en una vida junta no podía evitar sentir que algo no estaba bien en la idea. Para mí fue algo natural, ¿Cuál era el problema en un tu y yo como simples amigas que se acompañarían en una travesía hacia sus sueños? El problema nacía cuando mi mente me traicionaba con una idea romántica, porque dos mujeres no pueden quererse, ¿cierto? Y aunque así fuera, nada me garantizaba que fuera a recibir tu desprecio al formular mis dudas.


 


Deje de lado mis dudas por un tiempo, me dedique a aprender los horarios de mi padre y con eso la hora indicada para abordar el navío, después de recibir nuevamente la ayuda de mi criada, consiguiendo los boletos, por fin estaba todo listo a tan solo un mes de mi supuesta boda.


Cambie la vestimenta que había usado toda mi vida y usando un vestido occidental deje la casa en la que crecí, con tan solo una maleta llena de dinero y la foto de mi madre, quedando atrás una carta y mis miedos más profundos.


Llegue al puerto con un gran sombrero en mi cabeza y un cuarto de lo que fue mi cabello, sin dejar de mirar alrededor buscando tu llegada.


Pocos minutos quedaban para abordar y no había rastro de tu figura en las cercanías, ¿no pudiste escapar? O peor aún ¿te habías dado cuenta de mis sentimientos y ya no querías volver a verme?


Deje de lado mis esperanzas y me resigne a una vida sin ver nuevamente tu bello rostro, sin escucharte hablar sobre lo mucho que adorabas los dulces de tú madre o lo mucho que odiabas el cabello cuando crecía demasiado pero te daba pereza cortarlo. Nunca te dije lo mucho que me gustaba el color tan inusual de tu cabello, ni aunque no te gustara tu altura, para mi eras perfecta así, jamás pude decirte lo bella que eras cuando te desenvolvías con confianza y dejabas las formalidades a un lado.


 


Un simple diminutivo y olvide respirar. Nadie más que tú podía gritar “aka-chin” en medio de ese mar de personas. Apareciste corriendo y me sentí algo especial al ver ese esfuerzo de tu parte, pues se lo que te disgusta ese tipo de ejercicios.


No tuve tiempo de reaccionar cuando ya estabas sobre mi sosteniéndome en un abrazo efusivo “me alegro de haber llegado a tiempo” sonreíste y no pude más que mirarte con una sonrisa de vuelta. Traías puesto un vestido un poco más arriba de las rodillas, color azul, sin poder evitar recordé cuando te conocí un año antes, con esa sonrisa cordial y no sincera como la que me dedicas.


El primer paso hacia el barco se sintió demasiado pesado, pero mientras más avanzaba sentía que me liberaba de todo. De pronto sentí tu mano entre la mía, te mire extrañada y me sonreíste de forma tranquilizadora. No solté tu mano hasta que el barco partió y de lejos veíamos la tierra que nos albergó en nuestros primeros años.


Nuestra habitación no era para nada lujosa, solo eran dos camas y un pequeño mueble, pero eso no fue impedimento para ti y aunque debía ser el momento que más recordase de ahí en adelante, escogiste el peor escenario. Me tomo totalmente por sorpresa, pero no por eso me queje, pues era un anhelo que nunca pensé cumplir. Tus labios sobre los míos en un casto beso de pocos segundos, que basto para dejar todo claro.


 


Nunca hay que darse por vencido, nunca hay que dejar algo sin siquiera intentarlo, debemos mantenernos atentos al resto y no enfrascarnos en nuestros pensamientos, ampliemos los horizontes y démosle una nueva oportunidad a la vida, pues aun en los casos más adversos puede aparecer en una luz. Fuiste, eres y serás mi soporte y espero poder ser el tuyo, que no me vuelva cegar lo establecido y así nunca dudar por el amor que siento por ti ni en el que has dicho sientes por mí, porque el amor nos lleva a hacer cosas impensadas pero mientras seamos felicidad, es todo lo que vale. 


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