LA PROMESA DE TSUNA
Era un día lluvioso, las nubes cubrían el cielo, caían relámpagos y parecía que pronto comenzaría una tormenta.
Pero eso no le impedía a una persona, que se encontraba en medio del bosque, se moviera. Parecía inmune a todo, al agua que le caía sin parar, a los sonidos fuertes de los relámpagos al caer, a la ventisca que comenzaba y esa persona seguía inmóvil.
Aquella persona de cabellos largos y en la parte de arriba con un estilo de piña, de ojos bicolores miraba hacia el suelo, apretaba sus puños de una forma que parecería que iban a sangrar.
En el suelo se podía ver un ataúd negro con el símbolo de la mafia mas poderosa de Italia, los vongola, debajo se veía una “X” representando al Decimo capo vongola.
–Tsunayoshi por que no me dejas ir contigo – decía aquel que parecía sufrir a cada palabra y con solo estar en ese lugar – siento que si voy ahora te estaría traicionando pero ya no se puede evitar.
Aun con los fuertes sonidos de la naturaleza creyó escuchar algo ~“Mukuro” ~ o solo era su imaginación.
Levanto la vista mirando hacia el cielo cubierto por las nubes, recordando una promesa que no quería ni podría cumplir.
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–Mukuro prométeme que no morirás sin pelear… no… mejor que no morirás en ninguna pelea… que sea de viejo – decía un joven castaño de ojos color miel bajo para su edad.
–A que viene eso Tsunayoshi – decía el peli-piña acercándose al castaño.
–es que no quiero que tu mueras – decía el castaño algo nervioso.
–No planeo dejar este mundo mientras tu estés conmigo – dijo abrazando al castaño por la espalda sintiendo como este comenzaba a temblar.
–por eso te lo digo… yo no se… si algún día me… pasa algo y… y yo no quiero que tu hagas algo que no me guste – decía el castaño gimoteando intentando no llorar.
–no te pasara nada Tsunayoshi –decía el mayor intentado calmar al menor.
–pe-pero… promételo Mukuro – dijo dándose la vuelta aun entre los brazos del mayor con sus manos tomando las mejillas de Mukuro haciendo que bajara la mirada algo curios por las acciones del menor, y el la levanto haciendo que sus miradas chocaran, los ojos miel con unas lagrimas saliendo de ellos y las bicolor… con miedo – por favor Mukuro… promételo – dijo sin apartar la vista.
–Te lo prometo – dijo haciendo sonreír al castaño – pero… tu promételo igual – dijo tomando el mentón del menor acercándose y besándolo con todo el amor que pudo.
–Yo… lo intentare – dijo triste el menor.
–no lo intentes tienes que vivir – dijo el mayor forzando el abrazo sobre el menor.
–Reborn me dijo que es deber de un jefe hacer sacrificios por la familia y yo prefiero morir antes que alguno de ustedes.
–igual que nosotros moriríamos por ti… nuestro cielo… ah~ – suspiro resignado – bien te lo prometo y también siempre te protegeré tratare de estar siempre cuando me necesites.
–gracias Mukuro
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–los siento Tsunayoshi falte a mis promesas no pude protegerte – dijo el pali-piña arrodillándose en el suelo – quiero verte pronto y disculparme.
La lluvia se detuvo y con ella la tormenta y los relámpagos, las nubes poco a poco se disipaban dejando ver un cielo entre rojizo y negro, el solo se estaba ocultando dándole paso a la luna y las estrellas.
–Si hubiera rechazado esa misión, no me hubiera alejado de ti – decía impotente por su situación – y no estarías muerto… lejos de mi.
–el hubiera no existe – dijo una voz detrás de el acercándose.
Caminando hacia él, un hombre alto de ojos azul metálico de cabellos azabache con un traje negro, en su cabeza un pequeño pajarito amarillo, se detuvo al estar frente al ataúd y al lado del peli-piña.
–Todos tenemos la culpa por haberlo dejado solo – dijo en un tono serio.
–lo se pero si me hubi… hubieran dicho antes… abría llegado…-
–Aunque te lo dijera antes nadie llegaría a tiempo – dijo en el mismo tono sin quitar la mirada del ataúd.
–Supongo que te lo debo agradecer – dijo el peli-piña con tono de tristeza en su voz – aunque no llegaras a tiempo.
–te as vuelto un herbívoro débil.
–tienes razón.
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Pov. Mukuro
Ese día estaba por terminar mi misión solo tenia que matar a una persona sin que nadie se diera cuenta, lo único que tomaría tiempo era el viaje al lugar ya que no iría solo, tenia que venir conmigo Bobino Lambo y por ordenes de Tsunayoshi no lo podía abandonar, cuando llegamos era de noche y fuimos a una mansión.
Llegando a la mansión del objetivo entramos, lo mas sigiloso que podía con el Bobino, encontré rápido la evitación correcta entre y mate al objetivo de forma rápida para ir con Tsunayoshi, me lleve al Bobino y a unas calles de la misión mi celular comenzó a sonar, vi el numero era Hibari Kyoya, le iba a colgar pero algo me decía que tenia que contestar.
– ¿Qué es lo que quieres ave-kun? – pregunte burlón como siempre.
–Tsunayoshi – al escuchar ese nombre y solo con eso sentí un dolor, el colgó y capte que tenia que verlo.
Tome al Bobino y en la neblina fui lo mas pronto que pude a la mansión, llegando todos parecían asustados y/o preocupados pero cuando me vieron la mayoría parecía paralizarse.
–Mukuro – me dijo Gokudera Hayato lo que realmente me preocupo, el nunca me ha llamado sin insultos y menos por mi nombre – Decimo… dejo un mensaje sin enviar para ti – me dijo entregándome el celular de Tsunayoshi.
Lo abrí y vi a imagen de fondo donde estamos solo nosotros 2 y una tristeza me invadió, busque el mensaje, lo encontré, tenia mi nombre fue escrito hoy en la mañana, decido abrirlo cuando lo leí tenia unas inmensas ganas de llorar, el mensaje era corto y decía “Lo siento Mukuro tendré que dejarte, no olvides que te amo… adiós”.
–donde esta Tsunayoshi – dije con tristeza y preocupación.
–Reborn-san y Hibari lo trajeron devuelta pero… –no pudo continuar se puso a llorar frente a mi mientras Yamamoto Takeshi lo consolaba.
– ¿Dónde esta? – Volví a preguntar – quiero verlo – dije viendo que Hibari comenzó a caminar, yo lo seguí asta la habitación de mi Tsunayoshi, el se detuvo sin decirme nada le di una ultima vista y entre.
El cuarto estaba oscuro, encendí la luz y vi al ex–arcobaleno sentado junto a la cama y Tsunayoshi recostado. El ex–arcobaleno se levanto y aunque para mi fue extraño, cuando lo tenia frente a mi me dio unas palmadas en el hombro y salió.
No me quería acercar pero cuando me di cuenta ya estaba a su lado, se veía tan pálido, tenia la camisa abierta y unos vendajes cubiertos de sangre, me siento donde antes estaba el ex–arcobaleno, me le quede observando y decidí tocarlo. Cuando lo hice me sentí hundir de nuevo, su hermoso calor que lo caracterizaba ya no estaba y sabiendo que estaba solo, comencé a llorar.
–Lamento haberte dejado Tsunayoshi – me recosté a su lado, tome su mano – quisiera irme ahora mismo contigo –apreté su mano – pero te hice una promesa.
Después de eso estuve muy decaído durante días y mi querida Nagi me intentaba animar pese a que ella estaba igual que yo, así que decidí matar a los desgraciados que me quitaron a Tsunayoshi.
Y así es como termine aquí, este día había ido a matar al ultimo, pero si hubiera tenido mas cuidado no tendría una herida tan grande, según parece ya me estaba esperando, cuando termine fui al lugar donde ahora esta mi Tsunayoshi.
Pese q que comenzó a llover, hubo una tormenta y rayos no me moví y ahora me encuentro junto a Hibari que no me mira, no me dice nada, he puesto una ilusión sobre mi para que no se de cuenta de la sangre que sigue saliendo de mi.
–ave-kun no deberías de estar aquí – le dije, realmente no quiero que nadie me vea cuando todo termine.
–Hm – creo que me contesto y finalmente volteo a verme – Tsunayoshi no estará feliz… – se levanto y comenzó a caminar – nuestras peleas… – se detuvo y volteo a verme – fueron divertidas – se fue, dejándome solo.
A el casi nunca le pude engañar con mis ilusiones y creo que ahora tampoco funciono. Y ahora que pongo más atención a mí alrededor, ya esta amaneciendo y ya no aguanto el sueño, me dejo caer y veo todo negro.
–Deberías aprender a cumplir tus promesas – esa voz, me levanto rápido ya no ciento dolor alguno.
–Tsunayoshi… – esta frente a mí con los ojos llorosos, cuando debería estar enojado, me levanto y lo abrazo –… no podía estar mas sin ti… te amo.
–yo igual te amo – me dijo abrazándome – lamento haberte dejado solo.
–y yo te pido me perdones por no haber podido cumplir con mis promesas, pero ya estoy contigo y no te volveré a dejar.
–en ese caso bienvenido.
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En la tarde todos los guardianes y los ex–arcobalenos fueron a visitar a su querido decimo, llegando vieron que todo estaba cubierto por una densa neblina, con trabajo pudieron dar con el ataúd de Tsuna… y el cuerpo de Mukuro recargado en el, sobre un charco de sangre.
Fin