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Viviendo con el Instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por leer, trato de responder comentarios siempre que tengo oportunidad, pero jamás dejo de leerlos y aprció mucho lo que escriben :D 

La mayor parte del departamento de policía estaba compuesto por Alfas.  Si bien había muchos beta y uno que otro omega los Alfa eran lo mejor de la fuerza, más grandes, fuertes y propensos a la violencia, hombres y mujeres por igual.

Sin embargo, mientras sacaban uno por uno a los criminales, que habían mantenido como rehenes a 27 Omegas y 3 niños pequeños, estaban teniendo problemas para controlar la ola de violencia de sus parejas. Will sólo quería irse a casa, no quería mirar más el rostro aterradoramente frío de Hannibal mientras llamaba a su abogado. Se acomodó a Abigail cerca del corazón, calmándola del tenso tumulto alrededor y esperó al policía que tomaría su declaración.

A diferencia de los otros Omega, que lloraban, se confundían y trataban de dar una historia coherente, Will no tardó más de 5 minutos en contarles todo lo sucedido. Cuantos hombres eran, donde estaban, lo que hacían, lo que les habían dicho, el paso del tiempo y cómo había decidido tomar la situación en sus manos.

—Sin duda entrenaste tan bien como nosotros, Graham. — Se burlaron los agentes hablando con él, Hannibal gruño por lo bajo y ambos dejaron de sonreír. — ¡Sr. Lecter! Probablemente tendrás que venir a la estación si se necesita y seguramente te harán venir al juicio…

—No volverás a estar en el mismo cuarto que esos… individuos. — Dijo Hannibal de forma tajante, colgando el teléfono con un gesto violento. Will retrocedió un paso, acercándose a su Alfa de forma instintiva, realmente incómodo. Estaba acostumbrado a la violencia de los Alfa, la había visto a diario por años, pero su esposo era siempre educado, amable, tranquilo. Este Hannibal tan furioso no le gustaba. — Nunca.  Nos iremos a casa ahora. Sube al auto.

—Pero, Hanni, mi camioneta…

—Will, sube al auto. —Sintió algo jalarlo, como si su marca fuera una correa que tiraba de él, aquél tono, autoritario y demandante, debía contener algún tinte biológico que le provocaba dolor, tenía que obedecer. — Ahora.

—Yo me ocuparé de eso, Will. —Dijo su padre, tenso detrás de ellos.

—De acuerdo…

-----000----

Fue un viaje en auto muy tenso. Abigail estaba perdidamente dormida en brazos de Will, Hannibal había insistido en que ambos fueran en la parte trasera, finalmente había cargado la bolsa del Omega hasta su cama y la había arrojado ahí. Will había dejado a Abigail en su camita a tiempo antes de que Mischa lo abordara para abrazarlo, tenía los ojos húmedos.

—Will, por dios, estaba tan angustiada. Y tu rostro… necesitas hielo.

—No, estoy bien, sólo es un golpe, en una semana estaré como nuevo. No te preocupes.

—Oh, Will, me preocupo.

—Pudo pasarle a cualquiera, te aseguro que no volverá a pasar.

—En eso tienes razón. —Gruño Hannibal, tomándolo del brazo y llevándolo de vuelta a su habitación. Mischa no se movió, Hannibal parecía fuera de sí. — Desde ahora tienes estrictamente prohibido salir por tu cuenta.

— ¿Qué? Hannibal, no hablas en serio…

—Hablo muy en serio. Pudiste morir, nuestra hija pudo morir.

—No corríamos peligro, no querían matarnos.

—Mira lo que te hicieron… tratando de abusar de ti. —Susurró, acariciando el ojo hinchado con dedos cuidadosos. — No te arriesgaré de nuevo, te quedarás en casa. Si quieres salir yo iré contigo.

— ¿Cómo haré las compras?

—Internet.

—Oh, claro, y ¿quién va a llevar a los niños a sus visitas con el médico? ¿El internet?

—No es una pregunta Will, no saldrás de casa, te quedarás aquí, a salvo. Es una orden.

—No eres mi jefe. —Bufó escandalizado. — Y mucho menos mi dueño.

—Soy tu Alfa, que viene siendo lo mismo, no saldrás y es mi última palabra.

—Ahh, actúas como un niño. Sé cuidarme sólo, Hannibal, lo he hecho por años.

—Antes no actuabas como un Omega, tomabas supresores, pasabas por un beta eso no sucede ahora.

—Aún puedo partirte la cara si me lo propongo, igual que hice con ellos, Hannibal. Sé disparar todo tipo de armas, combate cuerpo a cuerpo. Mierda, se cómo desarmar un explosivo simple, no soy un Omega indefenso que tienes que cuidar. Lo vi hoy, todos esos Omega se quedaron ahí como estúpidos, sentados, llorando. Yo sé lo que hago, puedo hacerlo.

—Esto no es sobre ti, Will. —Respondió Hannibal, con el ceño fruncido, estaba molesto, Will podía sentirlo, pero no retrocedió, su influencia no lo tomó desprevenido como en el estacionamiento y no se dejó dominar. — Tenemos 3 hijos, son muy pequeños para perder a su padre.

—Si hubiera actuado como esos Omega habrían abusado sexualmente de mí enfrente de nuestra hija. ¿Habrías preferido eso?

—Por supuesto que no.

—Entonces déjate de tonterías. Tú sabías muy bien que no soy un Omega normal. Hay cosas, como estas, en las que no pienso ceder.

—Vas a comportarte, no te estoy pidiendo tu opinión. Me permitiste marcarte para darte mi guía y mi protección, ahora te prohíbo que desafíes la autoridad que me diste sobre ti.

—Hannibal, no pienso…

—No voy a cambiar de opinión, Will. No saldrás de casa sin mí o sin tu padre, si está disponible.

— ¡BIEN! Espero disfrutes dormir en el cuarto de huéspedes con tu paranoia, Hannibal. — Gimió temblando de ira. Lo empujó fuera de la habitación y cerró la puerta con seguro. Hannibal no intentó entrar y Will no hizo el menor esfuerzo por salir, al contrario, se metió en la cama y durmió como roca hasta el siguiente día, no fue hasta que se había recostado que notó lo tenso y asustado que se había sentido. Pero lo había manejado, lo habían entrenado para mantenerse en paz y lúcido en situaciones como esa, el miedo era ahora residual, y si bien los fuertes brazos de su Alfa serían más que suficiente para hacerlo desaparecer Will no iba a ceder. Al menos no por una noche.

—Buenos días, Will.

—Buenos días, Mischa. ¿Dormiste bien? — Mischa tenía el cabello revuelto y estaba sentada a medio vestir en la barra de la cocina. Will le sonrió y ella hizo lo mismo.

—Voy tarde a la escuela, dormí como un bebé, hablando de bebés, los escuche peleando anoche.

—Lo siento mucho. — Susurró avergonzado.

—No es tu culpa, entiendo que sientas que Hanni exagera.

—Exagera Mischa, estoy bien, si alguien puede cuidarse a sí mismo soy yo.

—Sólo… piensa que Hannibal ha estado solo mucho tiempo ¿vale? El realmente no creía que iba a encontrar a nadie para compartir su vida y de pronto llegaste tú y en menos de un año le has dado muchas cosas. Hannibal es un Alfa muy… tradicional para algunas cosas. Y ahora debe sentir que tiene que cuidarte, que ya falló en hacerlo y estuviste en peligro.

—No debería sentirse así…. Pero entiendo lo que dices.

—Gracias, y  por dios déjalo dormir contigo hoy, si tengo que escucharlo tocando el clavicordio hasta las 3 am de nuevo tendré que matarlo.

—No quisiera quedarme viudo, soy muy joven.

Su cuñada le sonrió mientras desaparecía escaleras arriba, escuchó un “Hola, Hanni” antes de que su esposo entrara por la misma puerta.

— ¿Tienes hambre?

—No realmente, comeré algo cuándo pase mi primera cita. —Respondió el Alfa con seriedad, Will rodó los ojos exasperado.

—Bien, entonces no tengo nada que hacer aquí. Ten un buen día, Hannibal.

—Will, espera.

— ¿Sí? — Se inclinó levemente, esperando tal vez un beso o una caricia.

—Quiero las llaves de tu auto. Las de repuesto también.

— ¿Es en serio? — Hannibal hablaba muy en serio. Will salió furioso de la habitación, juntando los 3 juegos de llaves de su camioneta, los puso en una bolsita de papel y se los arrojó a Hannibal contra el pecho con furia desconocida.

—Will, entiende que lo hago por tu bien… Ven aquí…

—No, hace 3 minutos no quería nada más que besarte, ahora creo que te arrancaría los labios. Adiós Hannibal.

—Por favor, sólo un beso.

—Bien. — Se acercó rápidamente para besarle la mejilla y luego se retiró de la habitación, Hannibal suspiró en la cocina pero no dijo nada.

-----000-----

Los días pasaron tan lentamente, o tal vez pasaban a velocidad normal, pero Will ya no podía darse cuenta de ello. Su vida se había vuelto blanda y aburrida a medida que se daba cuenta de todo lo que no podía hacer Sin auto. No podía ir de compras, no podía ir al cine, no podía visitar a Alana y Margot, a su amiga Molly, a Beverly, a Matt… Maldita sea.

No se sentía sólo, claro. Sus bebés tenían ya casi 6 meses, pero pasar todo el día sacándole cosas de la boca a Viktor, evitando que Alexander gateara debajo de los muebles (era el único que hacia algo más que retorcerse como gusano si Will los dejaba en el suelo o en su nido) y cuidando que Abigail no llenara de saliva su ropa. Si bien estaba ocupado, cuándo los niños dormían y Hannibal no estaba en casa…se aburría.

Probablemente por eso, a medida que Octubre avanzaba, la casa tomaba un ambiente más y más festivo. Había calabazas talladas a mano en las puertas, con caras graciosas y velas de baterías para evitar incendios. Tenía un pequeño cementerio en el jardín delantero, completo con pedazos de un esqueleto de plástico que salían del suelo y de entre los arbustos. Había algunas telarañas en el pórtico y con mucho cuidado pintó cuarteaduras en los cristales de las ventanas del frente de la casa usando un marcador para vidrío. Aquél barrio era muy elegante, y si bien la gente decoraba nadie parecía tan inmerso en ello como Will.

Mientras Abigail dormía y Viktor estaba acurrucado con Mischa frente a la chimenea, Will (con su primogénito en el canguro de su pecho) terminaba de colgar unos fantasmitas de las ramas de un árbol cercano. Su cementerio estaba casi terminado, en Halloween pensaba poner hielo seco para provocar niebla. ¿Dé que iba a disfrazarse? ¿Más importante aún, de qué iba a disfrazar a sus niños?

—Will.

Will no escuchó el auto cuándo Hannibal aparcó en el jardín trasero. Estaba intentando realmente ponerle buena cara a su situación. Entendía la preocupación de su Alfa, pero era ridícula. Will respiró profundamente antes de acercarse a él, dejando un fantasma a medio colgar. Hannibal le dio un beso casto en los labios antes de besarle la cabecita a su hijo y tomarlo entre sus brazos, se sacudía como loco estirando sus manitas hacia su padre.

—¡Ah! Pero si es un niño enorme… —Murmuró cariñosamente entre besos a su pancita. — Me temo que este no es mi pequeño bebé. ¿Dónde lo habremos dejado?

—Dile a Papá lo que hiciste hoy Alex. —Dijo Will con reproche, el niño no le hizo caso alguno. — Oh, así va a ser ¿eh?

— ¿Sucedió algo?

—Pase casi 5 minutos buscándolo antes de su siesta, estaba metido debajo de la cama, tuve que bañarlo de nuevo de todo el polvo que sacó de ahí. — Hannibal sonrió orgulloso de su pequeño explorador. — No te rías… ahora hay rejillas en cada escalera y he tenido que cubrir cada esquina con protectores y…

Su pequeño berrinche fue interrumpido por otro beso y suspiró derrotado ante este.

—No vas a enojarte ni un poco ¿Verdad?

—No puedo, me parece maravilloso que uno de ellos ya se mueva por ahí. Estará caminando antes del año, eso seguro.

—Puff… eres tan Alfa…—Murmuró Will. — ¿Qué te parece el jardín? ¿Exagerado?

—No demasiado. Me gustan las arañas de la ventana. ¿Son de papel?

—De Foami…— Dijo Will pensativo. — A tu tío no le asustan las arañas espero…

—No, estoy seguro que el tío Robertas estará encantado con tu entusiasmo, el solía decidir que disfraz llevaríamos para Halloween cuándo nos invitaban a alguna fiesta. Estoy seguro que tu obra será apreciada.

—Oh no he terminado.

—Will, prometiste no más decoraciones en la casa además de las calabazas…

—Lo sé. —Dijo sonrojándose. —Voy a poner un maniquí con un vestido en la ventana del ático para asustar a los vecinos.

—¿Cuándo iremos a comprar dulces para los niños?

—Pensaba ir ayer…—Ambos se tensaron, el tema de salir siempre provocaba peleas. Will se concentró en la manita de Alex que acariciaba distraídamente. —

—Iremos mañana, quiero comprar algunas cosas antes de que tengamos invitados y nos distraigan.

—Hannibal, prometiste que ella no vendría.

—Tu padre no ha confirmado aún. —Especifico de inmediato. — Quisiera organizar una pequeña fiesta con algunas amistades.

—Oh… Suena bien. —Se quedaron un silencio un par de minutos más antes de que Will sintiera un escalofrío, a diferencia de Hannibal e incluso el bebé Alexander, que estaban cubiertos, Will había pasado por alto el frío de aquél día nublado y estaba vestido apenas con una camiseta de un concierto de rock de hace muchos años.

—Vamos a dentro, te prepararé un té. Podemos hacer cidra de manzana o manzanas con caramelo.

—Oh, no Hannibal, voy a ponerme obeso. —Ambos se rieron, incluso Alex, aunque no entendía que era tan divertido. La casa estaba caliente y acogedora. — Voy a darme un baño, mejor. ¿Puedes quitarle el suéter?

—Por supuesto. —Dijo Hannibal besándole la frente. Will suspiró. Aquello no estaba tan mal. Sólo era una especie de arresto domiciliario injustificado. Bueno, si algo había aprendido Will es que con los Alfa se necesita paciencia, cuándo Hannibal se calme, los niños sean mayores, probablemente levantará aquella estúpida regla. Eso si no se volvía loco antes.

Hannibal dejó su sacó en su habitación y a su hijo en la cama, pataleando mientras intentaba quitarle la ropa. Debajo de sus pantaloncitos y su suéter llevaba una camisetita. Reviso su pañal y lo besó de nuevo antes de bajar y dejarlo, bastante inquieto, en un pequeño corral con sus juguetes.

Mischa lo saludó efusivamente mientras Viktor se retorcía, igual que su hermano y Hannibal lo tomaba entre sus brazos.

—Son un montón de niños consentidos. —Dijo el Alfa, su bebé lo miró con mucho interés. — Sí, lo son. Sólo quieren a su padre ¿eh?

—Te adoran. —Dijo Mischa estirándose. — Bueno, ahora que son tu problema de nuevo, me voy Hanni. Disfruta la noche.

—No regreses muy tarde.

—Eres su padre, no el mío. —Se burló, Hannibal le lanzó una mirada asesina. Ella se limitó a sacarle la lengua.  — Adiós.

—Tu tía está un poco loca, Mazasis. —Le dijo a Viktor, el niño respondió con un gorjeo feliz y Hannibal le sonrió. —Loca como una cabra, sí, una cabra loca.

Con el niño en brazos fue a la cocina y puso a hervir agua para hacer café más tarde. Puso a Viktor en el corral junto a su hermano y los miró pelear por un cerdo de peluche durante unos minutos antes de que uno de ellos comenzara a llorar amargamente. Intentó calmarlo con otro juguete, pero el cerdo parecía ser el animal en discordia, intentó quitárselo a Alexander y ambos niños comenzaron a llorar. Suspiró frustrado mientras arrojaba el animalito a una cesta junto a la ventana.

Sus cachorros de 6 meses estaban sanos, fuertes y casi siempre felices. Le emocionaba que su tío los conociera finalmente, poder compartir con él la familia que tanto amaba. Claro que le preocupaba lo que tuviera que decir sobre las acciones de su esposa, pero esperaba mantuviera prudencia como había hecho desde que Hannibal era un muchacho.  No podría oponerse a un merecido reclamo, pero la idea no era en lo absoluto placentera.

—Por todos los cielos. ¿Qué les hiciste? —Murmuró Will cuándo entro a la sala, rizos chocolate acariciando sus mejillas, brillantes  y limpios. Cargo con su hijo mayor en un intento por calmarlo. — Shh… Todo está bien cariño.

—Es el cerdo, pelean por él. Así que lo saqué y no han dejado de llorar.

—Hay otro cerdo, Hannibal. —Dijo Will sorprendido con su solución. — La única que no tiene uno es Abbie, Papá le trajo un pollo.

— ¿Lo dices en serio?

—Sí, mi tía Joane los hizo para los niños. —Will suspiró, sacó el cerdo del cesto para Alex. Salió de la habitación unos minutos antes de volver con otro cerdo exactamente igual que le dio a Viktor. Ambos niños dejaron de llorar y se dedicaron a masticar a su respectivo animalito con interés. — Mucho mejor, si Abigail despierta tendrá hambre, ellos también y será un lloradero de nuevo.

— ¿Hace cuánto tienen eso?

—Un par de semanas. ¿Estás hirviendo agua? —Apagaron la estufa y Will se estiro perezosamente mientras su esposo preparaba café rápidamente en la cafetera francesa sobre la encimera de mármol.

—Me haces sentir como si no pasara suficiente tiempo con ellos.

—No digas tonterías. Haces muchas cosas con ellos. —Dijo Will mientras aceptaba una humeante taza. El aroma de los granos molidos inundo su nariz, haciéndole sonreír. — Huele increíble, antes era adicto a esta cosa.

— ¿En verdad?

—Sí, cuándo tú y yo empezamos a vivir juntos yo ya estaba esperando, así que deje la cafeína, pero antes tomaba como 4 tazas al día. Me mantenía alerta en el trabajo, y cuándo me retiré me ayudaba a mantenerme despierto, estar en casa todo el día era aburrido.

—No lo es ahora ¿supongo?

—No puedo aburrirme, tengo trillizos. —Dijo divertido. — Me toma 30 minutos cambiarles de ropa. No tengo tiempo para nada más.

—Imagino que será complicado tener más cachorros. — Respondido su esposo, pensativo. Will se alzó de hombros.

—Sinceramente no creo que cuatro bebés sean mucho más difíciles de cuidar que tres.

—Pareces muy seguro de que sólo tendremos un cachorro.

—Y tú de que lo tendremos pronto. —Replicó mordazmente. — Ni siquiera ha regresado mi celo, según Jerard me quedan de 6 a 7 meses antes de que eso suceda, así que disfrutemos de los cachorros que tenemos ahora…

—Sabes que daría mi vida por ustedes. Sé que no te gusta estar en casa, pero es lo mejor.

—No vamos a discutir de nuevo, Hannibal. —Sentenció Will, el café olvidado ahora que la conversación había amargado el ambiente. — Gracias por el café.

—Will…

—Iré a tomar una siesta, despiértame si tienen hambre.

—Por supuesto.

-----000------

—Estás seguro de que es la terminal correcta.

—Por tercera vez, Will. Este es el lugar. Mi tío Robertas llegara en cualquier momento. Recuerdas como luce espero.

—Nuestra boda fue hace casi un año, Hannibal, claro que lo recuerdo, además tenemos fotografías suyas. 

Octubre había traído mucho frío. Aún no caían las primeras nevadas pero el ambiente estaba helado, los días eran más cortos y el cielo estaba gris. Dentro del aeropuerto la calefacción ayudaba a mantenerse caliente, pero Will tenía un grueso abrigo, guantes y bufanda para protegerse cuándo volvieran al exterior.

— ¿Tienes frío, cariño?

—Aún no. —Murmuró, pero aceptó el abrazo cálido que Hannibal le ofreció. — ¿Soy yo o cada año hace más frío?

—El cambio climático. Dame tus manos.

—No es nada, me pondré los guantes.

—Anda. — Will obedeció y Hannibal las envolvió entre las suyas, frotando suavemente para darle calor. Will levantó la mirada apenas para mirar a su esposo a los ojos y este sonrió cariñosamente antes de besarle los nudillos. — ¿mejor?

—Sí, gracias. —Sentía las mejillas arder. Cómo desearía poder estar enojado con su Alfa pero no podía. Hannibal se había portado muy necio desde el asunto del centro comercial, pero seguía tan cariñoso y amable como siempre.

—Qué maravilla ver que siguen tan enamorados como los dejé. — Dijo una voz con un fuerte acento detrás de ellos. Will se soltó de Hannibal por pura inercia, no es como que fueran dos colegiales haciendo algo prohibido, pero se sintió avergonzado.

—Tío, Robertas

—Muchacho, siempre es un placer verte. —Hannibal y su tío compartieron un efusivo abrazo, Will sonrió un poco fuera de lugar a su lado. El hombre soltó a Hannibal para abrazarlo también. Robertas era un hombre de casi 60 años, con un buen bigote canoso y el cabello gris perfectamente peinado, mucho más alto que Will pero apenas un poco más bajo que su sobrino. Tenía una buena barriga y el aspecto bonachón de quien siempre sonríe de corazón. A Will le gustaba mucho la gente así.

—Que gusto que finalmente pudiera venir a visitarnos.

—Me tomé mi tiempo, lo lamento. Luces precioso, incluso más que en su boda. —Hannibal sonrió detrás de ellos, Will lo vio hinchar el pecho con orgullo. — ¿Cómo están sus niños?

—Sanos y felices. —Dijo Will. —Esperándole en casa.

—No quisiera hacerlos esperar mucho más. —Dijo el hombre y comenzaron a caminar rumbo al estacionamiento, Hannibal cargando la maleta más grande.

—Tío, si no es una imprudencia… ¿Qué tanto hay aquí? ¿Tiene pensado mudarse con nosotros?

—Traje algunos regalos para mis niños, y aprovechando que tengo algo de tiempo libre luego del 30 estaba pensando en quedarme un tiempo más. Nunca nos visitas Hannibal, así que yo lo haré. —Miró a Will antes de preguntar. — Eso claro si tú estás de acuerdo, Will.

—Por supuesto. — Respondió divertido. — Pero… no se molestará su esposa…

—Ah mi esposa. — Robertas suspiró. —Mi esposa es perfectamente capaz de comportarse cuándo la dejo sola, o eso elijo creer.

Will se mordió el labio y mantuvo un silencio espectral todo el camino a casa. Mischa saludo a su tío con un abrazo aún más cariñoso que Hannibal, intercambiaron algunas palabras en Lituano antes de que Will subiera para ver si los niños estaban despiertos. No era así.

—Lo siento, es muy temprano para ellos. —Se disculpó, pero Robertas no parecía enojado.

—Son las 6 de la mañana, no me extraña que estén dormidos como piedras, luego de tantas horas en un avión creo que yo les imitaré.

—Podemos pedir el día para acompañarlo, tío. —Dijo Mischa de inmediato. Pero el hombre sacudió las manos.

—De eso ni hablar, tienen que cumplir con sus responsabilidades, eso les enseñe. Seguramente Will será buena compañía para mí. ¿No es así?

—Por supuesto.

—Excelente. Hannibal, si pudieras mostrarme dónde voy a dormir…

—Por supuesto, Tío, por aquí.

Will ya no podría volverse a dormir, así que mejor preparó el desayuno para su esposo y su cuñada y se puso a trabajar en las labores domésticas de ese día.  Para cuándo el hombre apareció en la cocina Will estaba limpiándole una mancha del pecho a Viktor que estaba ocupado lamiendo sus dedos.

—Oh ¿Quién es este niño enorme?

—Buenos días, señor. —Saludo Will sonriendo, Viktor lo miró un segundo antes de desviar la mirada. Robertas sin embargo estaba bastante emocionado y tomó al bebé en brazos cuándo su padre lo dejó ir.

— ¿Quién es él?

—Viktor, es el segundo mayor. —Explicó Will. — Alexander y Abigail están en la sala si quiere verlos.

— ¡Por supuesto!

Casi salió corriendo rumbo a la sala con el niño en brazos, por algún motivo el hecho de que nunca tuvo hijos propios vino a la mente de Will.

—Tres niños muy saludables, con buena tripa. —Dijo Robertas luego de cargarlos a todos, besarles las mejillas y disculparse cuándo Abigail comenzó a llorar ante el extraño Alfa. — Crías muy saludables, debes estar muy orgulloso.

—Lo estoy, gracias.

—Hannibal debe ser insoportable alrededor de ellos. —Will asintió un poco sorprendido. Robertas sonrió con lo que solo pudo identificar con melancolía, su acento aún más marcado. — Siempre ha sido un poco sobreprotector con Mischa, así que con ellos será peor. Por favor no te sorprendas. Además, y eso es mi culpa, probablemente querrá hacer aún más cómo estos en cuánto pueda.  

—Eso sí que no será sorpresa.

—¿Te viene bien eso? Tenías una vida muy diferente antes.

—Supongo que nunca pensé tener hijos, pero ahora creo que me gustaría darles todos los que pueda a mi Alfa. —Susurró un poco avergonzado, el hombre lanzó una risa canina y tosca, extrañamente parecida a la de Hannibal, y le revolvió el cabello cariñosamente.

—¡Ha! Hannibal se sacó la lotería contigo, muchacho, eres una maravilla… —La seriedad de su rostro casi borró la sonrisa en la cara de Will. — Por eso es que quiero disculparme por las acciones de mi esposa cuándo estuvo aquí.

—No tenemos que hablar de eso. —Musitó Will, desviando la mirada. Luego se dio cuenta. — ¿Ella le dijo?

—Mi esposa es una mujer muy habilidosa al momento de guardar secretos, pero para su desgracia la conozco muy bien. Ella me dice todo.

—Entonces usted sabía que… —Will no pudo continuar.

—¿Qué ella y Hannibal tuvieron una aventura hace 17 años? Por supuesto que lo sabía.

Will abrió la boca y la volvió a cerrar, el hombre no parecía molesto, continuó haciendo saltar a Abigail en su rodilla de forma muy parecida a como Bill lo hacía. La niña parecía menos incomoda, pero no reía plenamente aún.

—Mi esposa, Will, fue cuidadosamente educada para ser perfecta, sus modales, su apariencia. Por desgracia su personalidad no puede corregirse, Murasaki quiere lo que quiere y lo consigue. Casi siempre.

—¿Pero, eso no le molesta? —Dijo sorprendido. El estaría devastado si Hannibal le fuera infiel con alguien tan cercano.

—Cuándo me casé fue por necesidad, Yo soy el legítimo heredero al título de mi familia, a las responsabilidades del condado, a mantener el linaje. Pero mi hermano menor era quien  tenía una esposa dulce y dos hijos pequeños. Un pequeño Alfa, además. —Will sonrió ante la idea de un Hannibal bebé. Si bien probablemente lucía igual que el bebé que jugaba entre sus brazos en ese momento. — Así que casarme fue una mera formalidad, una forma de mantener las apariencias y tal vez tener hijos en el futuro. No te sorprendas, querido, de que mi esposa sea 20 años más joven que yo. Era un hombre en mis 40 y la idea de una esposa perfecta, hermosa y joven me emocionaba mucho.  Pero luego de algunos años mi hermano murió.

Hannibal rara vez hablaba de sus padres o de su muerte, Will sabía que era un tema que era mejor evitar, definitivamente una tragedia para su familia.

—Yo sabía que Hannibal lo estaba pasando aún peor que su hermana, que estaba enojado, frustrado. Era un buen muchacho, pero le había pasado algo terrible. Murasaki era mayor, pero mucho más cercana a él que a mí.

—Pero ambos son Alfa.

—Te aseguro que puedes relacionarte con otro Alfa sin problemas, yo y mi esposa hemos logrado un matrimonio bastante funcional.

—Disculpe mi imprudencia, pero ella se acostó con su sobrino.

—Que también es un Alfa. —Will iba a responder pero no pudo pensar en nada. — No culpó a Hannibal por lo que sucedió, a pesar de mi dinero, Murasaki probablemente esperaba algo mejor que yo, alguien más joven. Luego de varios años de un matrimonio acomodado que no parecía tener a ninguno de los dos satisfecho creo que puedo entender que sintiera atracción por alguien joven, maleable y vulnerable.

—No dijo nada entonces.

—Y no lo haré ahora, como dije no fue culpa de Hannibal. Él era un muchacho en una situación terrible. Y mi esposa una mujer aburrida e infeliz.

— ¿Cómo lo supo?

—Ella me lo dijo.

— ¿Qué?

—Me dijo que estaba acostándose con alguien más y que podría incluso enamorarse. Yo quería que ella fuera feliz y no le vi problema alguno hasta que descubrí de quien se trataba. Supongo que en su momento estaba muy molesto.

—Ella intentó… desacreditarme.

—Lo sé, me dijo todo. No quería hacerlo, pero lo hizo. Te aseguro que no estoy nada satisfecho con su comportamiento  y te debo una disculpa.

—No fue su culpa.

—Y sin embargo espero me perdones. Ella actuó fuera de lugar al hacerte daño y no comparto su certeza de que Hannibal podría tener algo mejor. Creo que eres inteligente, amable, sumamente hermoso y paciente. No podía pedir nada mejor para mi sobrino hace un año y no lo hago ahora, estos cachorros son sólo la muestra de todo lo que ofreces a su vida.

—Es muy amable… —Susurró Will abochornado.

—Mi esposa es una mujer muy consentida y eso es culpa mía. Cuando supe lo que hizo… estaba furioso. Consideré seriamente divorciarme… Pero creo que he logrado un arreglo igual de satisfactorio, te aseguro que ahora no es la mujer más feliz del mundo y no lo será mientras  yo tenga algo que decir al respecto. Ya no es una muchachita y si vivir incómodamente, con recursos limitados y haciendo las labores que delegaba a sus criadas es lo que se requiere para que madure, que así sea. Casarte con un hombre rico y no tener un céntimo para gastar hace muy infeliz a quien se casa por comodidad.

—No pretendía hacer de su vida complicada. Sólo quería que saliera de mi vida.

—Agradezco tu amabilidad y admiro tu capacidad de perdonarla. Pero te aseguro que no hay nada en la vida de mi esposa en este momento que no se haya ganado a pulso. Pero basta de charla deprimente. —Soltó un ruido parecido a un ladrido y Abigail lo miró curiosa. El hombre pareció derretirse ante su mirada, abrazándola de nuevo. — ¿Podría pedirte algo de desayunar?

—Por supuesto, haré algo en seguida.

Tal vez Will había sido miserable un par de meses cuando aún estaba con Matt. Incluso había sido miserable con Hannibal cuándo su tía vivía con ellos y un par de días luego de lo ocurrido en el centro comercial. Tal vez Hannibal se negaba a dejarlo hacer algo al respecto y dedicaba una generosa suma de dinero a un abogado que, unido a los de otros 27 Omega, estaba decidido a conseguir sentencias aún peores que las cadenas perpetuas que los hombres enfrentaban. Algunos eran misteriosamente golpeados en la cárcel, molidos casi hasta una pulpa para recuperarse lentamente en confinamiento solitario.

Will no quería saber quiénes eran estos últimos, estaba seguro de que el sujeto que lo golpeo intentando abusar de él estaba en esa lista. De poder hacerlo seguramente Hannibal lo golpearía el mismo, pero ordenar que alguien hiciera su vida aún peor era perfectamente posible. Indetectable. Will cerró sus ojos a esa posibilidad, prefiriendo encerrarse en la burbuja de felicidad que solía ser su vida, ocultando las marcas físicas con maquillaje.

Pero era feliz. Muy feliz. Cada día que despertaba a cuidar a sus hijos, a besar a su esposo, a compartir con su cuñada era un buen día para Will. No sentía indiferencia, ni aburrimiento. ¿Cómo podían entonces Murasaki y Robertas vivir juntos si no sentían afecto genuino? Y eso era al punto de la infidelidad. ¿Sería Robertas infiel a su esposa también? Will supuso que era una posibilidad, deprimente pero plausible. Luego de muchos años juntos debía ser terrible saber que tu esposa sigue prendada de alguien que amas como a tu hijo.

Pero tampoco podía juzgar a Murasaki, no tenía derecho. Sería un acto de pura hipocresía despreciarla por ello cuándo él había sido infiel en su relación. Había lastimado a Matt, creyendo que Hannibal era el amor que estaba buscando y que quería, el amor de su vida. Y había tenido razón, pero que curioso pensar en que él era sólo la segunda persona que Hannibal llevaba a amarlo a espaldas de otra relación. ¿Sería un patrón en su esposo? ¿Algo que cargo hasta la edad adulta? Tal vez Will no era el segundo caso. Bueno, había decidido marcarlo y tenían una familia… Eso tenía que significar algo. Además, eran los otros quienes eran infieles, no el mismo Hannibal, que era soltero en ambas ocasiones.

Para cuándo su esposo volvió Will estaba hecho un manojo de nervios. Si algo detestaba era esa extraña vulnerabilidad Omega que sentía. Lo hacía hundirse en su nido a pensar, a preguntarse qué más podía hacer para complacer a Hannibal, para no arrojarlo a brazos de alguien más. Lo odiaba, con todas sus fuerzas. ÉL no era así y Hannibal tampoco.

Pero esa certeza no impidió que corriera a abrazarlo posesivamente en cuánto entró por la puerta, permaneciendo anormalmente cerca de él durante toda la tarde, que fuera especialmente servicial en la cena y que pusiera los ojitos de venado más dulces mientras se acurrucaba desnudo a su lado luego de una sesión especialmente buena de sexo.

Hannibal podía oler la satisfacción de su Omega en el dulce aroma que desprendía, pero debajo podía oler también incertidumbre, pesada y cobriza. Meditó un momento sobre sus vidas. ¿Habría hecho algo para preocupar de esa forma a su esposo? No, estaba seguro de que Will tenía la mejor vida que podía darle.

—Algo te pasa.

— ¿De qué hablas?

—Will, algo te preocupa. No puedes mentirme.

—No es nada. —Susurró escurriendo los dedos debajo de las sábanas, siguiendo el sendero de vello que bajaba hasta la hombría, ligeramente despierta de su esposo. Sin embargo Hannibal la atrapó y detuvo su movimiento.

—Will, no puedes usar el sexo para distraerme.

—Tú lo haces todo el tiempo.

—Will, puedes decirme lo que sea… ¿Sucedió algo?

—No.

—Will.

—Es una tontería…

—Por favor, compártelo conmigo.

—Estuve charlando con tu tío. —Admitió. — No quiero… que creas que podría serte infiel…o que podría hacerte lo mismo… herirte de ninguna forma.

— ¿Es mi tío Robertas lo que te incomoda Will? ¿La idea de lo infeliz que su matrimonio lo hace?

—Tal vez…

—Mi tío no es infeliz. Yo no comprendo cómo funciona su vida, pero no lo cuestiono. Las relaciones Alfa Alfa a menudo son extrañas. Muy joven decidí que no era para mí y te aseguro que nuestra dinámica es mucho más satisfactoria y saludable. Jamás podría hacerte daño, ni mirar a alguien más.

—Oh, Hannibal… No quiero que creas que…

—No es importante. Lo que hayas hecho antes de mí no te define. Tengo plena confianza en ti.

—Me siento como un tonto.

—No lo hagas, lamento que te sintieras mal en lo absoluto.

—Te amo… —Murmuró Will, su rostro enterrado en su pecho, abochornado. Hannibal sonrió satisfecho, besándole la cabeza y acunándolo contra su cuerpo.

—Te amo.


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