Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Viviendo con el Instinto por Kikyo_Takarai

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El drama puede olerse en el aire, mmm disfruten de la calma antes de la tormenta.

No siempre puedo responder los comentarios, pero los leo y les agardesco de todo corazón por ellos!

¿Por qué había creído que casarse con Hannibal sería algo sencillo? Claro, estaba enamorado, feliz, deseoso de quitar de su camino una última formalidad antes de seguir con sus vidas, pero ahora, de pie frente a tantas personas que no conocía, estaba aterrado. Su padre lo había convencido de invitar a un par de parientes más, sus tíos, un par de primos que Will recordaba de su infancia, incluso un par de amigos de la Academia de Policía, pero era un grupo pequeño en comparación a la enorome congregación del lado de Hannibal.

No quería avergonzarse de su familia, pero se sentía mal. Sus invitados habían usado su ropa más elegante y sin embargo parecían vagabundos junto a los invitados del mayor, con joyas elegantes, maquillaje perfecto y vestidos que debían costar lo que cualquiera de sus invitados ganaba en un año. Incluso en ese traje caro Will se sentía fuera de lugar, como si en realidad debería estar usando un traje rentado. Por un momento lo invadió el pánico al darse cuenta de que tal vez el y Hannibal venían de mundos muy diferentes.

Podía resentir a su padre, culparlo a él por haberlo criado de esa forma, a un Omega lo criaban para aspirar a una vida como la que ahora tendría, así que no se sentía totalmente preparado pues él había sido educado para ser policía. Pero fue casi muy fácil olvidarse de todo cuando Hannibal le tomó de las manos y le sonrió. Apenas escuchó lo que el juez tenía que decir, estaba perdido en las promesas que se hacían al uno al otro de pasar el resto de su vida juntos, de compartir muchas experiencias, buenas o malas, y seguir descubriéndose día con día.

No tenía que porque dudar de Hannibal. No con su aroma desprendiéndose de su piel, no con sus cachorros creciendo lentamente en su vientre ni con la cicatriz que brillaba en su cuello marcando el lazo por el que fluía un amor enorme y que lo hacía sentir completo. No importaba si no eran del mismo mundo o si tenían la misma educación, tenían toda la vida para enseñarse el uno al otro.

La fiesta fue mucho más sencilla de llevar, Will quería impresionar a todos con lo que había organizado, era un jardín precioso lleno de flores y decorado con varias carpas con lazos de oro y mesas en color hueso y dorado. Había meseros ocupándose de que todos tuvieran su opción del menú, caliente y deliciosa, y un pastel cubierto con rosas y perlas de azúcar que era por sí mismo una obra de arte. La música, un cuarteto de cuerdas, inundaba la estancia mientras la pareja hacía una ronda alrededor de la mesas para saludar a los invitados.

—Echaron la casa por la ventana, ¿eh? Esto es increíble. —Le dijo Beverly, dándole un fuerte abrazo.

—Espero que te diviertas…—Susurró Will tímidamente, la mujer sonrió, levantando su copa de vino.

—Claro que sí. ¿Quién podría no divertirse aquí? Además… ¿Crees que Mischa quiera bailar conmigo?

—Estás… —Beverly le dedicó una sonrisa cómplice y Will se rio llamando la atención de Hannibal. — Ve por ella, no te dirá que no.

—Perfecto, felicidades a los dos. —Dijo haciéndole una breve reverencia a Hannibal y saliendo detrás de Mischa que charlaba con un par de personas junto a la barra.

Fue apenas suficiente consuelo para el resto del recorrido, Hannibal tenía muchos amigos y conocidos importantes, músicos de cámara, importantes personalidades del mundo de la psiquiatría, artistas, actores, escritores de libros que Will jamás había leído y miembros de familias antiguas y poderosas que vivían únicamente de dicho legado. Todos lo saludaban con amabilidad y educación, muchos se quedarían murmurando cosas sobre su belleza o su  extraño y tosco encanto, pero todos cuestionándose que habría visto el Dr. Lecter en un hombre tan sencillo y tan diferente a él mismo.

Los únicos familiares de Will eran su padre, un tío, un par de sus primas, muchachitas beta muy ruidosas y la joven Omega embarazada que su tío había tomado como segunda esposa. Will sabía que su tío era mucho mayor que su esposa, pero aquello claramente no les importaba, si bien no le pasaba desapercibida la actitud indiferente de sus hijas al respecto. Las muchachas lo abrazaron cariñosamente y Will se sintió de nuevo como un niño de 8 años, corriendo tras ellas en una granja de Virginia.

—Will, cariño, mira todo esto. ¿Quién diría que de todos nosotros tú ibas a casarte primero? ¡Y con semejante Alfa!

— ¿No tendrá un hermano perdido? Uno con dinero y una cara hermosa como la suya, claro.

—Summer… —La reprendió Will, avergonzado. Hannibal reprimió una sonrisa de divertida suficiencia mientras lo rodeaba por la cintura cariñosamente. — Summer, Jane él es mi esposo, Hannibal Lecter. Hannibal, ellas son mis primas, mi tío Richard y mi tía Joane.

—Es un placer conocerlos, espero estén disfrutando la fiesta.

—La comida es deliciosa. — Dijo  Joane sonriendo, Hannibal devolvió la sonrisa, viéndola con interés. Sorprendió a Hannibal cuando respondió a su pregunta antes de formularla. — Tengo 5 meses. Es lo que todos preguntan cuándo me miran así.

—Le ruego disculpe mi imprudencia. — Respondió Hannibal, besándole la mano educadamente. La chica pareció extrañada de una muestra tan anticuada pero miró a Will impresionada, levantando las cejas y haciéndole reír.

—Para nada, Hannibal, bienvenido a los Graham.

—Se lo agradezco.

Los Graham, no era la mejor familia, pero no eran tan malos cuando se comportaban, Bill trataba de estar exclusivamente feliz, pero con tanto alcohol a su disposición él y su hermano ya estaban bastante pasados de copas cuando Hannibal los saludó. Will se mordió el labio, esperando que sus risotadas no llamaran la atención de todos en la sala mientras bromeaban con Hannibal a costa suya.

—Mira, yo te lo digo directo. — Decía Richard, pasando un brazo sobre los hombros de Hannibal que cedió ligeramente por el peso, Rick era gordo y bonachón, y comenzó a susurrarle. — Los Graham, incluso los Omega como Willie, son una amenaza, pero cuándo uno te atrapa, boom. Estás perdido.

—Tío Rick… —Murmuró Will, avergonzado. — Por favor…

—No, no Will, tiene que saberlo… Porque…—Sus palabras eran constantemente interrumpidas por su propia ebriedad, Hannibal parecía divertido pero también a punto de perder la paciencia. — Las mujeres Graham, y los Omega Graham, te atrapan como hiedra venenosa, Hannibal, no te sueltan… pero… son los mejores en la cama, animales de verdad, no te vas a aburrir…

— ¡Papá! —Chilló Summer, sonrojada, casi tanto como Will que miraba escandalizado a su tío y a Hannibal que para su sorpresa soltó una carcajada.

—Sí, créame que ya me he dado cuenta.

— ¡Hannibal!

—Tiene razón Will.

—Nos vamos… —Dijo tirando de su brazo para ir a la siguiente mesa. Will no estuvo tranquilo hasta que estuvieron lo bastante lejos de ahí.

-----000-----

Unas horas después, en la cúspide de la fiesta Will estaba tranquilo y divertido, le hubiera gustado poder beber, pero estaba fuera de discusión. Había comido tanto pastel que se sentía mareado, pero no podía resistir los dulces ni las deliciosas rosas de azúcar como la que ahora compartía con Hannibal, llevándole pétalo por pétalo a la boca a lo que el mayor respondía lamiéndole los dedos seductoramente.  Mischa llegó rápidamente a su mesa, susurrando algo al oído de Hannibal y este sonrió como respuesta. Will lo miró curioso mientras aceptaba su mano para ponerse de pie.

—Ven, cariño, hay alguien a quien quiero presentarte.

— ¿Más gente, Hanni? —Se quejó Will, agotado pero caminando junto a él.

—Ellos no son sólo gente, Will quiero presentarte a mi Tío Robert y mi tía Murasaki.

Will abrió mucho los ojos ante las dos personas frente a él, había oído tanto sobre ellos que no podía más que desear conocerlos. Cuando Hannibal y Mischa habían perdido a sus padres sus tíos los habían recibido en su casa, Hannibal tenía 17 años y Mischa sólo 7, pero no deseaban que la vida en un orfanato los separara, mucho menos de su familia.

Así que los había criado como suyos hasta que Hannibal fue lo bastante mayor para mantenerse a él mismo y a su hermana, mudándose finalmente a la hermosa casa que ahora compartían con Will. Lo que Hannibal no le había dicho era que eran una extraña pareja. Ambos eran Alfa, al parecer producto de un matrimonio arreglado, pero debían llevarse bien si continuaban juntos luego de tantos años. Robert era un hombre delgado, canoso y con aspecto gruñón, pero que le sonrió a Will abiertamente mientras lo estrechaba su mano y los felicitaba en un fuerte acento. Lady Murasaki era una criatura completamente diferente, Will sabía que era japonesa y vestía un elegante kimono de color negro con un hermoso patrón de gruyas y flores que llegaba hasta el obi dorado atado a su estrecha cintura. Su cabello negro, lacio y brillante, estaba perfectamente peinado y su maquillaje, discreto pero femenino, dejaba ver no sólo que era mucho más joven que su esposo, también una belleza natural y desgarradora que destilaba peligro y que hizo a Will retroceder cuando sus ojos lo atravesaron fríos y letales.

Will no era el más listo, ni estaba acostumbrado a su instinto de Omega, pero no necesitaba ninguna de esas dos cosas para saber que esa mujer lo odiaba con toda su fuerza. Tal vez en japonés habría una palabra mejor que odio para expresar la violencia que Will veía en sus ojos. Se aferró a Hannibal, en busca de protección, y su odio sólo pareció aumentar. Hannibal le besó las mejillas y ella le sonrió dulcemente, Will le ofreció la mano pero ella se limitó a tomarla un par de segundos antes de dejarlo ir como si tuviera tentáculos en lugar de dedos.

—Les agradezco tanto que pudieran venir.

—No nos habríamos perdido tu boda por nada, Hannibal, hemos esperado que encuentres compañía por muchos años. Y con un Omega tan encantador.

—Le agradezco…—Dijo Will, avergonzado.

—Sí, encantador, de forma pintoresca, ¿te criaste en una granja Will?

—No… —Dijo fríamente. Su tono sorprendió a Hannibal pero rápidamente se distrajo cuando su tío le pidió acercarse para charlar más íntimamente. Will miró a Lady Murasaki apenas un segundo cuando la mujer abrió la boca. Su voz era firme, indiferente igual que su rostro cuando dijo:

—No sé qué habrás hecho para engañar a Hannibal y convencerle de que eres digno de su compañía. Pero temo que no funcionara conmigo, puedo ver a través de ti, Will, y sé que no eres más que un granjero sucio, uno que cree que tiene derecho a subir en la escalera social y hacerse con un Alfa educado y adinerado, a cambio, sin duda, de favores sexuales ya que sólo de verte sé que careces de refinamiento y educación por igual.

— ¿Discúlpeme? —Inquirió Will, su pecho ardiendo con furia, la habría golpeado si no fuera su boda, o si ella no fuera un Alfa. La mujer no se dignó a mirarlo.

—Aférrate a esa marca en tu cuello, niño, tienes zapatos muy grandes que llenar.

La mujer alcanzó a su esposo y Hannibal volvió a su lado, pero Will sentía sus ojos, negros y gélidos, tatuados en su espalda, siguiéndole a dónde sea que se movieran por el salón. Su odio ardía como carbón sobre su piel y no pudo disfrutar el resto de la noche a pesar de intentarlo de verdad. A decir verdad nunca nadie había sido tan agresivo con él, no verbalmente al menos, la violencia física era mucho más fácil de manejar. Probablemente fuera el embarazo hablando, pero sólo tenía dos opciones, romperle los dedos o llorar. Mientras se escabullía al baño terminó optando por la segunda, respirando profundamente para controlarse. No tenía idea de que su clase social era suficiente para que alguien le odiara tanto, alguien que no conocía y que vivía del otro lado del mundo. Se lavó la cara intentando calmarse pero sólo logró mojarse las mangas del traje, suspiró frustrado, definitivamente no era material Lecter.

Se secó las lágrimas discretamente y estaba listo para volver a la fiesta cuando Hannibal entró al baño.

—¿Will?

—¡Hannibal! ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo podría preguntarte a ti, es nuestra boda. Deberías estar allá fuera siendo incordiado por tus familiares y amigos.

—Lo siento, estoy un poco… abrumado. —Mintió Will, bajando la mirada. Hannibal le acarició la mejilla cariñosamente.

—La fiesta es más para ellos que para nosotros Will, podemos irnos si ese es tu deseo.

—No, te estás divirtiendo, tu familia vino de lejos para verte…

—Will, sé qué estas alterado, tienes que decirme porqué. ¿No confías en mí?

— ¡Claro que sí! —Gimió de inmediato, sintiéndose extrañamente culpable. — Sólo tengo… la sensación de que tal vez no soy el Omega para ti…

—Por todos los cielos, Will, ¿de dónde sacas eso? —Musitó Hannibal alterado.

—No lo sé, pero… toda la gente alrededor de ti es tan fina y elegante y sofisticada, y luego estoy yo que soy… yo. Y mi familia, somos normales, aburridos, algunos no terminaron la preparatoria…

—Will, no dejes que algo tan irrelevante como la clase social ponga distancia entre nosotros, te aseguro que tu familia me agrada y no pienso dejarme influenciar por aquellos que opinen mal de ella.

—Hannibal, ¿Y la reputación de tu familia?

—De eso no deberías preocuparte, Will, no deberías preocuparte de nada más que de ser feliz, y de hacerme feliz. Yo haré lo mismo y te aseguro que lo disfrutaré.

—Lo sé… Tienes razón. —Sonrió sinceramente y Hannibal le devolvió la sonrisa, besándole los labios antes de salir juntos a la fiesta. Si bien Will no podía esperar a largarse de ahí, ir a dónde sea que Hannibal haya elegido pasar su luna de miel y disfrutar de estar sólo con su esposo.

Tal vez debió hacer más preguntas sobre su luna de miel, dar alguna opinión, pero no había ningún lugar en particular al que quisiera ir.  Eso probablemente decía mucho sobre él, ahora podía ir a dónde sea, Italia, Francia, Japón, Hannibal lo llevaría a darle la jodida vuelta al mundo en globo si se lo pidiera, pero Will no podía pensar en nada. Nunca había tenido dinero para viajar, y ahora que lo tenía se daba cuenta de que tampoco tenía la motivación. Quería pescar, le gustaba pescar, que debía ser el pasatiempo más corriente y aburrido del mundo. Se sintió terriblemente avergonzado y consiente de su poca ambición o interés cultural en descubrir el mundo.

Bueno, pensó objetivamente, un Omega tradicional se queda en casa, atiende a las crías, se ocupa de la casa. No sale a explorar el mundo, a no ser que su Alfa lo diga. Aquél extrañó sedentarismo era perfecto, sobre todo para un Alfa tan tradicional como Hannibal.

¿Era tradicional? Los Alfa de alto rango como Hannibal no buscaban Omega como él, con relaciones pasadas, con  una pareja, incluso si pensaban robárselo a esa pareja. No que no hubiera puesto de su parte, una punzada de culpa lo asaltó, pero trató de dejarla ir, al menos el día de su boda.  No, los Alfa buscan Omegas jóvenes y vírgenes, educados en cosas que Will apenas comenzaba a entender, listos para cambiar de ambiente a lo que su Alfa ordenara, los Omega eran amables, débiles, sumisos.

Will se sentía sumiso, hasta cierto punto. Aún podría agarrarse a golpes con alguien y salir airoso, después de todo había entrenado defensa personal con la policía, sabía golpear y disparar un arma, algo no muy común, especialmente entre Omega. Y era necio, se había negado a contratar un planeador de boda aunque seguramente se habría estresado menos, se negaba a contratar un cocinero porque quería aprender a cocinar. ¿Qué hacía entonces Hannibal con alguien como él? Era un poco tarde para preguntárselo, pensó, en medio de sus familiares y amigos y firmando documentos que solo legalizaban la unión de la marca de su cuello o los cachorros de su vientre.

Hablando de cachorros, Will jamás había pensado en tener hijos, ahora de pronto estaba esperando y no tenía idea que se hacía con esas pequeñas criaturas indefensas. Estaba aterrado, Bill no era  el padre del año, y su madre se había ido cuando era una criatura. ¿Qué le garantizaba que no sería un padre negligente o terrible? Nada.

—Will… —Llamó Hannibal, Will levantó la cabeza, escapando de sus turbios pensamientos, Hannibal señaló con la cabeza a su padre, al parecer era la hora de dar vergonzosos discursos familiares. Esto sería malo, muy malo.

—Em, Hola… Mi nombre es Bill Graham y soy  el padre de Will… —Bill parecía un poco más sobrio que su tío, pero apenas. Hablaba mirando al suelo, apenado. Algunas personas sonrieron, algunas no parecían muy satisfechas con su oratoria. — Supongo que tendría que decir algo sobre Will… No sé si puedo hacerlo, nos hemos separado mucho y la culpa es parcialmente mía, Will es testarudo, bastante.

—Papá…

—En este momento probablemente está pensando “Por favor Papá, no me avergüences frente a mi familia extendida y mis amigos”. Tendría derecho a hacerlo. Pero Will es mi único hijo, y si bien aún me sorprende a dónde ha llegado, sé que es feliz, he vivido experimentándolo de primera mano, y supongo que eso debería ser suficiente. —Will sonrió, Bill siguió hablando. — Cuando Will nació Omega estaba preocupado, porque sé que los Omega que viven como nosotros, en pequeños pueblos de Virginia y Florida, no pueden aspirar a mucho. Estaba asustado por él, porque terminara con algún Alfa mucho mayor que él, con un origen desconocido y motivaciones desconocidas para mí. Y terminó con Hannibal, que es mayor, de origen relativamente desconocido y con motivaciones que no entiendo para fijarse en alguien tan sencillo como Will… Pero fue afortunado, yo soy afortunado… Porque sé que no tengo que preocuparme más.

Will lo miró sorprendido, si hubiera sido cualquier otra persona habría llorado, pero no lo haría. Sin embargo estaba agradablemente sorprendido y halagado con que su padre se hubiera calmado de esa forma en apenas una semana, tal vez el alcohol no siempre saca lo peor de la gente. Quería decir algo pero fue el tío de Hannibal, Robert, quién habló. Will se quedó en su lugar, tratando de mirar al hombre sin mirar a su esposa, que parecía una preciosa muñeca de porcelana, congelada en su lugar, hermosa por sobre toda la gente.

—Hannibal puede no ser mi hijo, pero me he ocupado de tratarlo como si lo fuera, Hannibal nunca fue un chico muy normal, siempre he pensado que es muy serio, muy enfocado y muy poco interesado en ser joven y vivir. Me preocupaba un poco que decidiera vivir solo el resto de sus días, y que haría cuando Mischa se fuera por su cuenta, o cuándo nosotros no estuviéramos ahí para él. Así que cuando, súbitamente debo agregar, nos enteramos de su boda, fue un alivio. Alivio que pronto se convirtió en preocupación nuevamente. Me preocupaban sus razones para casarse de pronto sin decir nada, pero creo que entiendo por qué, sólo hay que mirar a Will para saberlo. Mejor  dicho, observar la forma en Hannibal  lo mira, la forma en que lo hace sonreír. Estaba seguro de haberle dado todo a mis sobrinos mientras crecían, pero creo que Will le da a Hannibal algo que necesitaba mucho más. Así que, Salud por la feliz pareja. Que nuestro alcoholismo y embriaguez sean suficiente ejemplo de lo mucho que son amados.

—¿Estás bien? — Will le tomó la mano a su esposo, saboreando la palabra. Hannibal tragó saliva, susurró algo pero Will no lo escuchó entre los aplausos de la multitud. —Puedes llorar si quieres, Hanni.

—Por supuesto que no, Will, los Alfa no lloran. —Dijo con una voz sorprendentemente firme.

—No le diré a nadie. —Dijo con tono cómplice.

—No lloraré Will. —Respondió divertido, besándole la nariz. — No he llorado en años.

Will tuvo la certeza de que así era.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).