Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Viviendo con el Instinto por Kikyo_Takarai

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Voy a salir de viaje por unos días, así que pensé actualizar un par de mis fics y tal vez dejar uno nuevo por ahí. Cómo siempre, mil gracias por comentar y leer, los amo!

Hannibal asistía al Simposio Internacional de Psiquiatría cada año, siempre lo invitaban, cada noviembre por los últimos 5 años. No podía esperar a pasar su primera navidad con su esposo, una navidad normal, no una navidad planeando una boda cómo la que habían tenido el año pasado. Pero antes de poder darse el lujo de pedir vacaciones tenía que asistir al evento, hablar sobre sus estudios, sobre lo que las revistas publicaban de su trabajo con gente que no le interesaba, y aprender todo lo posible, llenarse de amistades y credenciales que justificaran los exorbitantes precios que cobraba solo para escuchar a la gente hablar sobre sus traumas cuando su perro murió a los 12 años.

Lo que no le gustaba era estar lejos de Will, no soportaba estar lejos de Will. El que no pudiera entrar en celo estando el lejos era apenas un vago consuelo, ya que no podía pues estaba embarazado de 7 meses con su primera camada. Y ahora estaba a 3 horas en auto de su Omega preñado, demasiado lejos para ayudarle en algo, demasiado lejos si había alguna emergencia, o si Will se sentía solo. Hannibal había descubierto que era extremadamente posesivo, pero en los últimos meses Will estaba tan grande y se veía tan frágil que apenas dejaba que se le acercaran otras personas. Su padre los visitaba esa semana, y apenas los había dejado solos, la idea de cualquier otro Alfa cerca le hervía la sangre. Antes de salir de viaje casi le había arrancado la mano al cartero por ofrecerle su correspondencia.

Bueno, tenía que ser racional, Will había estado mejor las últimas semanas, había ganado algo de peso, pasaba la mayor parte del día descansando y los cachorros estaban saludables, los exámenes de sangre y de placenta no mostraban signos de alguna enfermedad o problema neurológico. Así que su miedo estaba injustificado, pero la irritación permanecía. Se removió intranquilo en la silla que ocupaba en esa última conferencia, iría a la cena oficial, luego al hotel y llamaría a Will. Podría llamarlo ahora…

—Dr. Lecter, que gusto verlo.

—Dr. Chilton, no sabía que estaba por aquí.

—Oh Sí, vengo como invitado del Dr. Chong, fue tan amable de considerarme para venir, es una maravillosa oportunidad de relacionarse ¿no cree?

—Sin duda. — Especialmente para un Don Nadie como Chilton, pensó, pero no dijo nada. — Aún está con su novia ¿Amelia?

—Amanda. —Corrigió Chilton, su rostro se ensombreció y Hannibal sonrió satisfecho, que un ser tan mediocre como Chilton fuera un Alfa era todo un misterio. — No, desafortunadamente terminamos hace dos años.

—Lo lamento. —Te apuesto a que se casó en cuanto la dejaste en paz. Hannibal tenía pensamientos demasiado divertidos, lástima que no podía compartirlos. — Era una buena chica.

—Lo era. ¿Y tú? Sigues siendo un soltero empedernido ¿eh? — La sonrisa de Hannibal se ensanchó, si buscaba consuelo en él se iba a llevar una sorpresa.

—En realidad hace poco cumplí 6 meses de casado.

— ¿En verdad? —Ahí estaba, esa deliciosa sorpresa. — Ah… Felicidades, debe ser una criatura encantadora. ¿Su nombre?

—Will — Dijo tranquilamente. — Es una criatura especialmente encantadora, en eso tiene razón.

— ¿Will? No tenía idea que usted…

—Oh, no me dejo amedrentar por nimiedades como el género, Frederick, pero le aseguro que con un Omega como Will cualquiera tomaría excepciones. — Recalcó la palabra Omega y vio la sorpresa de Chilton aumentar, ese hombre jamás conseguiría que un Omega se entregará a él. Le faltaba personalidad y clase, incluso siendo un Alfa, le faltaba malicia. Era un trepador social, pero es difícil mantener el territorio que ganas de esa forma.

—Pues… muchas felicidades, Hannibal, estoy seguro que fue difícil dejarlo en casa.

—No tienes idea, ahora sí me disculpas, parece ser que el Dr. Chong y la Dra. Weiss me están llamando. ¿Asistirá a la cena oficial?

—Desafortunadamente no fui invitado… —Murmuró Chilton, claramente apenas enterado d esa cena.

—Qué pena, pero no sea un extraño, me encantaría que nos acompañara a cenar a mi esposo y a mí en el futuro. Adiós.

Oh, mostrarle su hermosa casa llena de cachorritos. Sí, eso le traería mucha satisfacción sin duda. Se acercó a los doctores que lo llamaban y ambos lo abrazaron efusivamente, dos más de unieron a ellos mientras subían al restaurante en el segundo piso del hotel en que se hospedaban. Hannibal intentó marcar pero no tenía recepción, supuso que tendría más suerte una vez en la mesa pero no fue así.

— ¿Ansioso?

—Sólo un poco, Will y yo hablamos cada noche, sin embargo hoy no nos hemos comunicado.

—Aw, Lecter eres adorable, uno pensaría que ya habrían pasado de su etapa de luna de miel.

— ¿Cómo está Will? No le hemos visto desde su boda.

—Está bien, gracias. Es un embarazo delicado, así que prefiero que descanse en casa y evite el estrés de viajar.

—Estoy seguro de que nada va a sucederle porque cenes antes de llamarle, Hannibal. —Dijo el Dr. Chong. — Temo decirte que no he tenido recepción en todo el día, tendrás que salir a la calle o llamarle de una de las líneas fijas.

Hannibal asintió, definitivamente pondría una queja relacionada cuando registrara su salida al día siguiente. Pero Chong tenía razón, sólo disfrutaría su cena, algo de vino, una charla inteligente y amena con gente que no le era del todo irrelevante, como Chilton, y subiría a llamar a Will, oír su voz antes de dormir le traería paz y podría dormir en calma antes de volver a casa la mañana siguiente.

La cena estaba deliciosa, si bien el vino le pareció algo seco y la supuesta sopa sabía demasiado a jengibre cuando su ingrediente principal suponía ser un caldo de nabos de sabor bastante fuerte. No iba a quejarse, no es lo peor que podría comer y el vino había asentado en su estómago dejándole una sensación de calma y de sueño que pensaba aprovechar. Salió del restaurante y rumbo a su habitación lentamente, no tenía llamadas ni mensajes, pero tampoco tenía señal. Mientras subía y en el pasillo de su habitación recuperó una barra y se acercó rápidamente a la ventana dónde obtuvo otras dos.

Su teléfono vibró tanto que casi se le cae de las manos, violentamente recibió notificación tras notificación, abriendo los ojos sorprendido con la cantidad de cosas que llenaban la parte superior de su pantalla. 32 llamadas pérdidas, 16 mensajes, 7 correos de voz… Una horrible sensación le recorrió la espalda y abrió los mensajes primero, había un par de Will pero casi todos eran de Mischa.

Sintió tanto miedo que debió ponerse pálido, no que alguien ahí pudiera verlo, pero si lo hicieran parecería un fantasma. Abrió un par: “Hannbal ¿Dónde estás? ¿Por qué jodidos no respondes?”, “Hanni por dios, llámame”.

Había varios así en las últimas dos horas, pero había un par que lo obligaron a abrir la puerta, arrojar todo a su maleta sin importarle cuanto pudiera arruinarse, y salir pitando del hotel. “Hanni, Will no luce nada bien”, “Hannibal, Will está muy mal,  rompió aguas, voy a llevarlo al hospital”, “Hannibal, por Dios, Will está en labor de parto. ¡Responde!”.

No podía irse unos días, claro que no, nunca debió dejar a su esposo atrás, debió cancelar y quedarse con él. Ahora estaba en el hospital, posiblemente en peligro y lo peor, si no se daba prisa se perdería el nacimiento de sus hijos. Prematuros, claro, pero eso no era sorpresa, esperaban que nacieran dentro del séptimo mes, pero no tan pronto. Mierda. Mierda, mierda. Era todo en lo que podía pensar mientras arrojaba su maleta a la cajuela del auto y salía disparado por la carretera.

No le preocupaba mucho un arresto, seguramente podría excusarse con su situación, pero no hubo necesidad de ello, era tarde y la carretera estaba medianamente despejada, no habría podido manejar el tránsito, habría corrido si fuera necesario. ¿Qué había sucedido? Will se veía bien cuándo se fue, y ahora rompía aguas. ¿De la nada? Hizo 3 horas de viaje en apenas 1 y media. No debes correr en el hospital, pero nadie iba a decirle algo a un Alfa alterado. Sala número cinco le dijeron en recepción, no se fijó en las personas paradas afuera cuando intentó entrar pero la puerta estaba cerrada y soltó un gruñido animal.

—Hannibal ¡Hannibal! Por Dios ¿dónde estabas? — Gimió  su hermana al verlo, Hannibal se calmó un poco al verla, pero lucía pálida y preocupada. Sentado detrás de ella Bill Graham miraba el suelo fijamente, con los nudillos blancos por presionar el borde de la silla con todas sus fuerzas.

—No había señal en el hotel, Mischa ¿Qué sucedió? — Preguntó volviéndose hacia su hermana que sacudió la cabeza confundida.

—No lo sé, Will estaba bien, estábamos viendo una película y comenzó a reírse, pero luego de un rato me di cuenta de que no lucía bien, estaba callado y pálido, y luego dijo que tenía que ir al baño, creímos que tal vez el peso del embarazo le había ganado y que se habría orinado de la risa, estaba muy avergonzado, pero cuándo se puso de pie había tanto líquido, Hannibal, y no era lo que creíamos.

—Quiero verlo. —Murmuró señalando la puerta, Mischa lo tomó del brazo.

—Will empezó labor de parto hace horas, al parecer dos de los niños, los mayores, nacieron así pero Will estaba muy cansado para el tercero, dicen que es muy delicado, insistió en que podía hacerlo, pero dijeron que tal vez  tendrían que cortarlo para ayudarlo a salir, nos sacaron y no sabemos nada.

—Por dios… — Murmuró. Realmente no podía hacer nada, se sentía inútil y enfermo. Claramente sólo Mischa lograba mantenerse en calma, Bill no se movía, parecía no estar respirando por la tensión de su cuerpo. Y  Hannibal hacía todo lo contrario, caminaba de lado a lado del pasillo, pasándose los dedos por el cabello una y otra vez de forma compulsiva mientras trataba de calmarse contando las mismas baldosas que recorría una y otra y otra vez.

Fueran 20 minutos o dos horas parecía demasiado tiempo cuando el doctor salió de la sala. Hannibal casi saltó sobre él.

— ¿Will? — No podía articular nada más largo que eso, el hombre se quitó la máscara y le sonrió, parecía algo cansado pero a Hannibal no podía importarle menos.

—Está bien, agotado, debemos mantenerlo hidratado y vigilar el canal de parto se cierre, pero los niños parecen estar bien, Felicidades.

— ¿Puedo? —Murmuró, pero el médico negó con la cabeza. — ¿Mis hijos entonces?

—Subiremos a Will a una habitación, los niños son prematuros, así que los pondremos en incubadora durante la noche para asegurarnos de que no haya signos de nada malo, sólo por precaución.

—Entonces ¿Cuándo puedo verlos? —Insistió Hannibal. El médico llamó a una enfermera para darle indicaciones hasta el área de cuidados intensivos del ala de Obstetricia, no creía necesario enviarlos con un pediatra a cuidado intensivo, pero debían ser vigilados esa noche para asegurarse. Sin embargo sólo le permitió a Hannibal visitarlos, lo que frustro bastante a su abuelo, pero permaneció en silencio.

Había 3 máquinas conectadas, con un bebé dentro cada una. Tenían una pulserita con su apellido y un pañalito, y eran las criaturas más hermosas que Hannibal jamás había visto. No sabrían perfectamente el género hasta dentro de unas semanas, pero Hannibal estaba seguro que los dos mayores eran Alfa por el aroma que despedían. Dos niños y una niña, la más pequeña de los tres, considerablemente.

Respiraba lentamente y su padre la miró fijamente durante lo que pudieron ser horas, temeroso de que de pronto dejara de respirar. Era demasiado frágil, y completamente hermosa. Cuándo la enfermera lo empujo fuera de la sala, ya que obviamente no quería irse, Mischa se ofreció a llevar a Bill a casa para descansar un poco, ambos Alfa estuvieron de acuerdo, si bien el mayor deseaba quedarse, esperar a que su hijo despertara.

Will no despertó hasta unas horas más tarde, con los primeros rayos del sol de la mañana. Hannibal había dormido un rato, pero estaba despierto y listo para recibirlo. Se sentó en la orilla de la cama y Will le robó un beso en los labios antes de hacer la pregunta obvia.

—¿Los niños?

—Están, bien, son muy hermosos Will…— Susurró Hannibal, acariciándole el cuello, el Omega se relajó enseguida, si bien se sentía extraño en su propio cuerpo sin el vientre lleno de cachorros. — Sí lo autorizan hoy mismo podremos llevarlos a casa. ¿Estás bien?

—Me siento muy cansado… quiero verlos, Hanni.

—Lo sé, pero tendrás que esperar un poco más… —Explicó besándolo de nuevo. Difícilmente soltaría a su pareja en aquél estado tan frágil, Will parecía verdaderamente agotado, sin embargo cuando hubo desayunado estaba lleno de energía y listo para volver a casa con sus crías.

—Van a necesitar un nombre.

—Dos niños y una niña… Quiero que ella sea Abigail… —Susurró Will, tentativamente, pidiendo permiso a su Alfa, Hannibal asintió con una sonrisa.

—Es un bonito nombre. ¿Estás de acuerdo en dejarme nombrar a los mayores?

—Sí, claro.

—Bien, tendré que ver sus caritas para decidirme, pero Alexander y Viktor me parecen adecuados, me hubiera gustado llamarle a uno Robertas como mi tío, pero él jamás me lo perdonaría.

—Creo que yo tampoco. —Confesó Will, Hannibal alzó una ceja divertido. Rápidamente se unieron nuevamente en un beso, cariñoso e íntimo, Hannibal no tenía que hablar para que Will supiera lo feliz y agradecido que se sentía, ni el orgullo que su pareja provocaba, trayendo al mundo a todas sus crías, sanas y perfectas. Will se regodeó en esa sensación satisfactoria de felicidad que Hannibal emitía, más la que él mismo sentía producto de saber que ahora tenían 3 criaturitas que cuidar y proteger. El momento de tenerlos en sus brazos tardaba demasiado en llegar.

-----000-----

Will amaba a todos sus hijos por igual, pero su pequeña Abigail, tan frágil y tanto más pequeña que sus hermanos rápidamente se ganó su favor. Temía que desaparecería si la  perdía de vista. Habían pasado una noche y casi todo un día en observación, pero los médicos determinaron que con una dieta a base de leche materna deberían ganar el peso suficiente en cosa de unos meses.  Siempre que Will pudiera producirla claro. Había estado nervioso al respecto, la idea de amamantar nunca le había atraído y le costó trabajo al principio, como si su cuerpo se opusiera. Hannibal sugiriendo buscar una nodriza para hacerlo por él fue suficiente para arreglarlo, no dejaría que nadie más cuidara de sus hijos.

Su padre, notó Will rápidamente,  miraba a sus hijos casi con pánico, tan delicados y con Hannibal tan cerca temía hacerles daño. Mischa parecía un poco menos asustada, emocionada los acunaba contra su pecho y les besaba las cabecitas llenas de pelusa rubia que le devolvían expresiones somnolientas. Les había tomado fotografías y les había llevado ropa, por lo que ahora descansaban en mamelucos que parecían muy grandes, especialmente en Abbie.

Hannibal podía manejar que sus hijos estuvieran en brazos de sus familiares, después de todo eran su hermana y su suegro, pero se negó a alejarse de Will hasta que estuvo en casa dos días después. Aún algo débil pero ya listo para vivir en la rutina de quien tiene niños pequeños. Tendría que volver a trabajar pronto, pero la idea de dejar a su Omega solo con sus crías y no estar cerca para ayudarlo si algo sucedía le pesaba en el pecho, no podía perdonarse haber estado lejos cuando Will daba a luz.

Will no estaba enojado, y jamás le reclamaría a su Alfa, después de todo si estaba lejos era por trabajo, para proveer lo mejor a su pequeña familia que había crecido rápidamente. Ahora tenía que ponerse a su altura y hacerse cargo de sus crías como un buen Omega.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).