Capítulo 2
A veces debes gritar
El despertarse temprano o llegar a tiempo al instituto no eran conceptos con los que el pelirrojo se llevará exactamente bien, es más si alguien tuviera que describirlo, sin duda lo llamarían perezoso y desobligado sin remedio, pero aquella mañana simplemente no pudo seguir durmiendo, a pesar de que se había calmado lo suficiente para dormir, la conciencia de Castiel no lo dejaba tranquilo, tenía que hallar una forma de comprobar más allá de toda duda lo que había escuchado el día anterior.
Salió de la cama de mala gana y se vistió para salir, desayuno algo ligero y metió su uniforme de deportes en la mochila, se despidió de su amado perro Demonio y tomó el casco de su moto para ir a clases, no tenía sentido quedarse más tiempo en casa si sus pensamientos estaban con cierto rubio delegado, salió de su departamento y puso rumbo a la escuela, se sintió extraño de llegar básicamente primero que la mayoría pero se limitó a quedarse en el patio planeando alguna clase de plan para abordar el tema… Conseguir que le contará algo.
Suspiró y cerró los ojos sentado en la banca que ocupaba siempre, aunque gracias a la broma del día anterior probablemente el rubio ni siquiera le dirigiría la palabra… Ya había dejado claro que “No eran amigos”, bufó ¿ahora que mierda se supone que haría?, probablemente lo más sano sería alejarse y dejar que Nathaniel resolviera sus propios problemas pero algo en su interior le impedía hacer algo tan cobarde como eso.
-Castiel…- abrió los ojos de golpe al oír la voz del delegado y lo miro fijo, se veía como siempre, impasible –Lamento lo de ayer, sobrerreaccione…- alzó una ceja no veía nada raro en él
-¿Estas bien?- fue lo único que salió de sus labios mirándolo con toda su atención tratando de descubrir algo
-Por supuesto, ¿por qué no habría de estarlo?- le dedico la sonrisa calmada de siempre, pero por primera vez pudo distinguir una tristeza mal disfrazada
-Yo… Tienes razón, no sé ni por qué pregunto…- se encogió de hombros un poco –No pasa nada, a fin de cuentas sigues siendo un delegado estirado- bromeo un poco tratando de crear un ambiente relajado, era el Nathaniel de siempre… ¿Qué significaba eso? Era obvio que lo del día anterior había pasado… ¿Entonces por qué estaba tan tranquilo?
-Eres imposible…- el rubio gruño y suspiro –Esperó que por lo menos hayas recordado traer el uniforme de deportes o no te dejarán entrar…
-Si mamá….- volvió a cerrar los ojos y apoyarse en el respaldo de la banca mientras escuchaba al contrario irse, ¿Qué hacer ahora? Era obvio que no lo haría hablar solo preguntando…
No podía admitir que había escuchado, que se había colado en su casa… Pero no parecía tener marca alguna a la vista y estaba tan tranquilo como siempre, hasta parecía que todo lo había soñado, se estaba poniendo ansioso, el contrario siempre se portaba así… ¿Acaso eso quería decir que le pasaba tan seguido que ya ni siquiera lo afectaba? Esa posibilidad le puso los pelos de punta, no se le había ocurrido y era aterrador solo considerarlo… Sintió un peso en el estómago
-Cast…- segunda interrupción en un lapso tan corto de tiempo, abrió un ojo, sabía que era Lysandro -¿Pasa algo? Llegaste muy temprano…- suspiro a su amigo no se le pasaba nada
-No exactamente…- se enderezo para verlo mejor, sabía que si él no daba pie el peliblanco no iba a insistir más, a su amigo no le gustaba meterse en asuntos ajenos –Solo… escuché unas cosas, pero necesito verificar algo…- el otro se limitó a asentir y se sentó a su lado extendiéndole su libreta
-Escribí algo nuevo… Revísalo… A ver si puedes ponerle música…- tomo el cuaderno que le ofrecía y lo guardo en su mochila
-Lo revisaré por la tarde Lys…- no había nadie alrededor así que podía llamarlo así -¿Te molestaría aplazar los ensayos de esta semana? No tengo mucho ánimo y dudo que mejore estos días…- el otro se limitó a asentir cuando sonó la campana para entrar a clases.
Se levantó de mala gana para entrar a clase, faltaba menos que antes, más que nada para complacer a cierto rubio y que dejará de perseguirlo con avisos por ausencia… Tomo su mochila y se adelantó, probablemente Lysandro saltaría la primera clase, no le gustaba mucho la clase de ciencias y menos con esa profesora que tenían.
No estuvo muy atento… Aunque realmente nunca lo estaba, pero estaba especialmente ausente ese día, ni siquiera se dio cuenta de que pasaron las tres primeras horas hasta que Iris le toco un hombro, al parecer era de los últimos en el salón, miró a su alrededor y luego a la chica que solo le dijo que se diera prisa que tenían que ir al gimnasio para la clase, tomó sus cosas un poco ido todavía, realmente no sabía cómo el tiempo había pasado sin que lo notase siquiera.
Atravesó el patio y entro al gimnasio, podía darse cuenta que básicamente ya estaban todos cambiados y listos, se dirigió al vestidor rápidamente tenía que cambiarse, era la única clase que realmente le interesaba y no quería perdérsela, nunca se cambiaba al último, de hecho siempre era de los primeros en salir, entró rápidamente y se quedó quieto, al parecer había alguien más ahí
-Nath…- su espalda… Con un demonio, su espalda estaba cubierta de moretones, todos en distinto estado de curación, había algunos que estaban casi negros y unos que parecían a punto de desaparecer, su espalda parecía pintada de mil colores -¿Qué…?- no podía articular nada más coherente, el rubio se cubrió de inmediato y lo miró fijamente con ojos asustados
-Castiel…- parecía que no sabía que más decir
-¿Qué… ¡Que mierda tienes en la espalda!?- no pudo evitar alzar la voz, eso era peor de lo que había pensado, ¿Cuántos golpes más no estaría ocultando su ropa?
-Baja la voz- lo miro aún más asustado gesticulando con las manos –No es lo que crees… Me caí…- estaba desesperado por hacerlo callar lo veía en sus ojos
-¡Y una mierda!- ese cuento nadie se lo tragaría pero trato de moderarse un poco –Algunos de esos tienen más de una semana… Y… Y los más oscuros son de ayer…- se arrepintió después de decir eso, había abierto la boca demás, lo supo cuando vio sorpresa y luego cierto enojo reflejados en el rostro ajeno
-Tu…- susurro -¿Qué diablos sabes? ¿Cómo sabrías algo?- casi juraba que veía chispas, si las miradas mataran…
-Grita demasiado…- fue su respuesta seca, no quería admitirlo pero sabía que no le creería, suspiró –te seguí ayer…- tal vez podría hacerle pensar que había oído desde afuera
-No te atrevas a meterte en esto… Me caí…- repitió, notó el miedo disfrazado de dureza en los ojos ámbar del chico –Si dices cualquier otra cosa yo diré que no sé de qué hablas…- lo vio ponerse la sudadera –Por favor… Sólo haz como si no hubieras visto nada…- el tono de siempre… Calmado, que siempre lo hacía parecer tan dueño de sí mismo, sin embargo fue la primera vez que supo que detrás de eso solo había soledad…
-A veces está bien pedir ayuda…- respondió sin girarse –A veces debes gritar… Siempre habrá alguien que esté dispuesto a escuchar…- terminó de entrar en el vestidor para cambiarse escuchando la puerta cerrarse cuando el otro salió
En cuanto se supo solo pateo los casilleros con todas sus fuerzas ¿Cómo ayudas a alguien que no desea ser ayudado? ¿Cómo salvas a alguien que es víctima de su propio temor? Quería hacer más pero probablemente el rubio nunca cedería a aceptar su ayuda… No se dejaría ayudar por él… Tendría que conformarse con tratar de apoyarlo… Tratar de convencerlo de aceptar su ayuda era su única opción, porque definitivamente si daba el paso de hacer algo como una denuncia las cosas en la casa del delegado iban a estallar así que el rubio debía estar de acuerdo.