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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste

“Tenemos que hacer algo con respecto a esto” dijo Asura, viendo al infante recién nacido, humano con todas sus letras a pesar de haber nacido de dos deidades… dos deidades que ahora no se dirigían la palabra. Los dioses estaban reunidos, excepto Hashirama, que estaba demasiado ocupado haciéndole oídos sordos a todo el mundo, y Mito, que junto con su hijo no eran bienvenidos mientras siguieran contribuyendo al hambre que asolaba el mundo.

“Hay que exiliarlo, no hay otra solución” dijo Tobirama mirándose las uñas. Todos lo miraron algo escandalizados, como si no pudieran creer lo que estaba diciendo. “No es que tenga algo en contra de ese chiquillo…”

“Hermano” se metió Kawarama, con los brazos cruzados y un ceño fruncido. “Sabemos que odias a los daimones, pero no tienes que ser tan…”

“Oh, vamos, Kawarama, no es porque odio a los daimones, sino porque no podemos tener a un ser humano entre los nuestros. Va contra las reglas, además de que no podría sobrevivir si se queda con sus padres… por desgracia”

“En eso tienes razón” los presentes empezaron a murmurar.

“Ahora que lo hemos zanjado, hay que encontrar alguna manera de que aniya se olvide de ese daimon que tiene Mito de una vez por todas. Sólo así lograremos salvar a los mortales de una hambruna que amenaza con borrar toda la vida en el planeta” el albino dijo muy con la cabeza en alto. “Propongo que usemos agua…”

“No hay nada tan poderoso como para borrar el amor de verdad, ni siquiera lo que tú ibas a sugerir… querido” el rey de los dioses se levantó de su trono. “Aparte de eso… tienes razón en que debemos sacar de aquí al niño, pero tampoco podemos dejarlo así como así. Debemos cuidarlo y protegerlo hasta que sea mayor…”

“¿Por qué gastar energías en eso cuando tenemos que pelear contra Indra y sus daimones?”

“Porque sólo él podrá devolver a Indra a su sitio de una vez por todas” otra voz intervino. El dios del mar frunció los labios con repulsión, ante él estaban un daimon de largo cabello negro y el remedo de dios que quería expulsar de sus territorios. “Como profetizó el sapo”

“Lo suponía” Asura suspiró cansado. “Mi hermano robó sus poderes y sólo cuando los recupere podremos enviarlo de regreso al hoyo del que nunca debió levantarse” miró lastimero al pequeño, que dormía plácidamente. “No está ni remotamente listo para esa peligrosa tarea.”

“¿Qué se puede hacer?” preguntó el dios del sol.

“Se debe enviar al niño al mundo humano para que viva con ellos, protegido y amparado por ellos, hasta que esté en condiciones de cumplir con su destino. También debe tener con él a un guardián que guarde sus pasos… ¿algún voluntario?” todos rápidamente se negaron.

“Yo lo haré” una voz resonó en la sala. Itachi dio un paso adelante. “Soy a quién le recitó la profecía el sapo, yo seré su guardián.”

“Itachi…”

“Kisame” tomó las manos del de piel azul. “Déjame hacer esto. Me prometí que jamás dejaría que la profecía se hiciera realidad y fallé, lo mejor que puedo hacer es ayudar a corregir el error” se acercó a su oído. “Cuando termine me mudaré a las profundidades contigo, lo juro”

“¿Sí?”

“Sí” el pelinegro se desprendió de él y se inclinó ante el hijo favorito de Hagoromo. “Me comprometo a vivir como humano y nunca separarme de este niño hasta que esté listo.”

“Muy bien” el daimon de las ilusiones tomó entonces una cesta y se metamorfoseó en una mujer vestida de harapos. Depositó al niño en una canasta que hizo aparecer y caminó hacia la salida, decidido. “Cuídalo bien”

“Siempre estaré con él” afianzó la canasta en sus manos.

“Espera, antes de que se vaya hay que darle un nombre” el rey se inclinó para mirarlo. “Que se llame Kiyoshi, porque eso será en algún momento.”

“Muy bien” Itachi salió con paso firme de los dominios de los dioses, miró su pequeña carga y le sonrió. “Solos tú y yo, pequeño”

-16 años más tarde-

“Kiyoshi, apresúrate, que si no nos quedaremos sin comer” dijo Kira, limpiándose los rizos rubios de la frente. El chico le sonrió a su amiga, pensando en cómo debería celebrar su cumpleaños. Un azote en la espalda le recordó que no podía. Ese día cumplía la mayoría de edad y no podía celebrarlo.

“Maldición” gruñó, siguiendo con su trabajo a pesar del dolor en la espalda. No era la primera vez que lo hacía, era un esclavo después de todo… pero no debería serlo. Su historia era bastante contada. Al parecer hace 16 años su madre había pedido alojamiento en el palacio. Lo obtuvo y, bajo la promesa de los reyes de que sería educado y cuidado como un hijo, lo dejó ahí. Los reyes nunca cumplieron. Lo hicieron esclavo y lo forzaron a trabajar. Ahora su única esperanza era que en ese día le concedieran la libertad.

“¿Estás bien?”

“Sí, Kira-chan, claro” la chica seguía preocupada. “De verdad, después de tanto tiempo ya no me duelen”

“No deberían hacerte esto…”

“No, pero las cosas son así” volvieron a trabajar. A lo lejos, el príncipe miraba a Kira con ojos hambrientos. Hace mucho que había posado sus ojos en la muchacha, sin duda era la esclava más linda de cuantas poseía. Quería hacerla suya… y sin duda lo lograría.

“Alteza”

“Tráiganme a esa chica… ¿Cómo se llama?”

“Kira, señor”

“Sí, a Kira. Tráemela”

“Como ordene, señor” el príncipe sonrió con lascivia, imaginándose a la chica en su cama. El hombre desfiló por los pasillos, preguntándose cuantos caprichos más de su señor tendría que complacer. Sentía además pena por la muchacha, no se merecía lo que estaba pasando. Era tan dulce y buena. “Kira”

“¿Sí, señor?”

“Ven, el príncipe desea verte”

“¿Verme?” los ojos púrpuras de Kira adoptaron un matiz rojizo por unos segundos, pero luego se desvaneció. “Después del trabajo”

“Quiere verte ahora”

“Después del trabajo” repitió, causándole algo de temor al guardia. ¿desde cuando una esclava hablaba con tanta autoridad? ¿O causaba estremecimientos en el corazón de un guerrero? Kiyoshi no se dio cuenta, centrado como estaba en trabajar. “Para cuando terminemos será de noche”

“S… sí” el hombre se retiró.

“Espero que me libere… y a ti también. Así podremos viajar juntos por…”

“Kiyoshi, terminemos con esto” ella se arrodilló, escarbando en el piso para encontrar los tubérculos para la fiesta de esa noche. “Hay que apresurarse”

-En la fiesta-

“… y por último Absu” la lista de los esclavos que recién cumplían la mayoría de edad que serían liberados terminó. Por desgracia para Kiyoshi, ni él ni Kira estaban en ella. Esto no pareció afectarla tanto como a él, ya que continuó sirviendo las mesas. De repente unos guardias la cogieron y comenzaron a jalarla.

“¡Kira!”

“Esta noche no te me escapas” dijo el príncipe, tocándole la cara. Ella lo miró seria y luego a la ventana. “¿Qué pasa? ¿Acaso estás esperando a alguien?”

“A Toneri” respondió ella con una voz seria. El príncipe frunció el ceño.

“¿Esperas a la luna? ¿Por qué? Bah, no importa, eres mi esclava y hoy vas a ser mía, debe ser lo único que esperes…” levantó la mano para abofetearla, pero ella siguió sin responder. El golpe no llegó a caerle, porque terminó la poca luz que quedaba y la forma de la chica entre los brazos de los guardias comenzó a volverse… irreal. Se desvaneció y apareció un anciano esclavo que Kiyoshi había conocido antes y que le había enseñado muchas cosas, luego una mujer que preparaba el pan y lo alimentaba, un niño que hacía sus trabajos cuando era demasiado pequeño… muchas imágenes más hasta que llegó a la figura que los reyes reconocieron como la mujer que había dejado a Kiyoshi a su cuidado. “¿Qué dem…?”

“¿Qué pasa?”

“Mi labor aquí ha terminado” una voz claramente masculina salió de su boca. Los guardias se apartaron aterrorizados cuando se convirtió en tinieblas. Estas se aclararon y delante de todos quedó parada una figura vestida de negro con unos brillantes ojos rojos que todos reconocieron de los muros de los templos.

“El daimon Itachi” comentó alguien.

“El rey de las ilusiones” los cuchicheos comenzaron a escucharse. Kiyoshi retrocedió espantado y curioso. ¿Por qué un daimon se había tomado la molestia de seguirlo toda su vida? ¿Qué quería de él?

“Felicidades, Kiyoshi, ya eres un adulto” la deidad lo miró fijamente. “Esta profecía me fue dada antes de que nacieras, es para ti. Hazla realidad por el bien de todos” se inclinó junto a su oído delante de todos y susurró algo. “Me debo marchar ahora”

“¡Espera!”

“Sé que sabrás qué hacer. Que el destino te guíe por el buen camino como yo lo hice hasta ahora” y la oscuridad se marchó. Entró en el mar, donde fue recibido con los brazos abiertos por alguien de piel azul, que le dio un gran beso en los labios. “He regresado…”

-Un mes más tarde-

“Menudo amigo, abandonándome aquí…” se quejaba Kiyoshi mientras remaba. Desde que Itachi había revelado su verdadera personalidad, las cosas habían ido a peor para él. Primero, los reyes creían que nada bueno podía venir de los daimones y lo trasladaron a las galeras para alejarlo lo más posible de su reino. Y segundo… ¡las galeras apestaban!

“Esclavo, rema más” le dieron un latigazo.

“Hummm” no se quejó. De repente sintió sacudidas muy fuertes. “¡¿Qué pasa?!”

“Hay una batalla ahí arriba” dijo otro remero, comenzando con sus oraciones. El chico dudó si elevar una plegaria o sólo pedirle a su antiguo guardián que lo ayudara. En cualquier caso no tuvo tiempo de pensar, ya que algo perforó el costado de su nave y comenzó a hundirse. Kiyoshi luchó por salvarse. En eso un tentáculo lo sujetó.

“¡Hummmmmm!”

“Nos vemos de nuevo” Itachi apareció flotando, con los brazos alrededor de un hombre tiburón que rápidamente identificó como Kisame, el dios de los monstruos marinos. “Es hora de que inicie tu viaje, te llevaremos a la primera parada”

“¡HUHUMMMMMM!”

“¿Qué? Ah, sí, el aire” el Kraken le puso un tentáculo en la cara, permitiendo de una manera extraña que respirara un poco. “Aquí inicia tu viaje” el mortal abrió los ojos bastante al ver el enorme y resplandeciente palacio delante de sus ojos, forrado de perlas y aguamarinas. “Bonito, ¿no?”

“Es… es el palacio del dios del mar, Tobirama-sama”

“No necesitas ser tan formal con él, es un imbécil” comentó Kisame. “Él fue el que propuso exiliarte cuando naciste, aunque eso de ser humano no era precisamente tu culpa”

“¡¿Qué?!” Kiyoshi no entendía. Era un simple mortal… peor, un esclavo mortal. ¿Por qué un dios querría exiliarlo? No tuvo tiempo de pensar en más, porque en ese momento salió despedido de los tentáculos del Kraken y cayó en el castillo. Milagrosamente había adquirido la capacidad de respirar bajo el agua, pero igual… no se sentía seguro en lo absoluto.

“Quiero que esas anémonas brillen más que diamantes y los corales tienen que parecer estrellas…” decía Tobirama a sus esclavos… sirvientes. Gengetsu, Mangetsu y Suigetsu rodaban los ojos mientras el menor escribía todos los caprichos de su señor en una tablilla. “Todo tiene que estar perfecto para…”

“Señor, pensé que después de tanto tiempo ya se habría hecho a la idea de que no habrá boda entre Kagami y Danzo” dijo el peliblanco.

“¿Qué parte de estoy chantajeando a Nagato no has entendido?”

“La parte en la que quiere que su hijo se enamore de un ser despreciable” el albino no llegó a escucharlo, porque entonces se agarró la cabeza. “La migraña otra vez”

“Últimamente está terrible, me duele” cayó al piso sujetándose la cabeza. “Llévenme a mi trono, por favor”

“Como diga” Gengetsu lo sujetó y lo arrastró. Como no tenía ningún medio para salir de ahí por su cuenta, el humano los siguió. Quería pedirles ayuda, pero se detuvo cuando el tema de la boda regresó. “Todavía no entiendo por qué quiere casar a Kagami con ese idiota, ¿no estaba en contra del matrimonio mixto?”

“Kagami no es un daimon propiamente dicho, lo sé, yo lo crie” dijo muy ufano para luego agarrarse la cabeza. “Siempre ha sido bueno”

“¿Y por qué estaba tan en contra del hijo de Kakahi y Obito? Tampoco era un daimon propiamente dicho”

“¡Porque nació de un daimon propiamente dicho! ¡Ese sí iba a ser problemas!” respondió el rey como un niño pequeño. “Kiyoshi creo que lo llamaron… me alegré mucho cuando Indra le robó sus poderes, era uno menos de qué preocuparse”

“¿Qué?” el mencionado palideció. Estaban hablando de él. Estaban… estaban diciendo que era un dios o que debió ser uno. Entonces recordó que la profecía decía aquel que nació siendo lo que no es. Y también que tenía que abrir las olas del mar. Las olas bien podían ser la cabellera del mar.

“¡AUGHHHH! ¡Me estalla la cabeza!” comenzó a gritar el albino. “¡Hagan algo!”

“¿Qué hacemos?” comenzaron a preguntarse los tres dioses menores.

“¿Por qué no le abren la cabeza?” propuso Kiyoshi, saliendo de su escondite. “Eso funciona muy bien en humanos. No es que sobrevivan, pero…”

“¿Podríamos?” ellos comenzaron a discutir.

“¡AUAUUUUUUUU! ¡Simplemente háganlo!” gritó el enfermo, zanjando el asunto. Kiyoshi entonces tomó el tridente del rey del mar y se lo clavó en plena frente, lo cual le supo a gloria después de haberlo escuchado hablar así de él. Al retirarlo, en la frente de Tobirama quedó un agujerito por donde saltó lo que parecía una pulga, pero creció hasta tener el tamaño de una persona.

“Finalmente, ¡soy libre!” comenzó a saltar por ahí de una manera muy animada, para espanto y consternación del dios marino. Se encogió en su trono como su quisiera morir. Y no era para menos, la criatura tenía los ojos purpuras con un brillo rojizo. “Soy Etsu, los pensamientos profundos. Gracias por liberarme”

“¿Los pensamientos… profundos?”

“Ajá, son esos pensamientos que tú tienes y de los que no puedes escapar… tu verdadera naturaleza”

“Sí… claro… ¿Y de dónde saliste? Bueno, ya sabemos de dónde saliste, pero…”

“Fui concebido en la unión de un dios y un daimon por una jugarreta que Nagato le hizo” señaló por encima de su hombro a su madre. “Entró en pánico y decidió disolverme en pensamientos… ¡suerte que no es una solución muy permanente!”

“Maldito Kisame… ¡él sabía de esto!”

“Sí, claro que sabía” se burló el tiburón, apareciendo detrás de una ventana con un Itachi muerto de la risa. Había transmitido mediante sus ilusiones el espectáculo a todos los dioses y ahora… “suerte explicando esto… ¡tonto!”

“Maldito remedo de pescado… ¡vuelve aquí!” Tobirama tomó su tridente y comenzó a perseguirlo por todas partes, intentando pescarlo. Su nuevo hijo levantó una ceja y se sentó en unas escalerillas, mirando por un espejo a la gente. Como le gustaría conocerlos…

“¿Qué pasa aquí?” preguntó un daimon, que entró en la sala con una gran coraza sobre el pecho.

“Tienes un nuevo hermanito… y el señor trata de hacer sopa de aleta de tiburón”

“Ahhhh” respondió Kagami, todavía un poco confuso. Siguió con la mirada a su padre adoptivo hasta que decidió simplemente no hacerle caso y fue a conocer al recién nacido.

Notas finales:

¿qué les parece? ¿Tobi-chan sobrevivirá a la humillacion? Review!!!!


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