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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste

“¿Qué?”

“Como escuchaste, vengo a acabar con la hambruna” dijo Kiyoshi, muy seguro por fuera, aunque por dentro estaba temblando. Sabía del poder de ese dios, no por nada Nagato era más temido que Tajima. Las penurias que podía ocasionar… ¡por eso es que no quería venir al país del amor! “Será mejor que…”

“Tú eres el hijo de Kakashi, ¿verdad?” el pelirrojo comentó y de repente se le iluminó la cara. Sabía de la profecía, todos lo hacían. “Así que estás destinado a acabar con el padecimiento de los mortales, ¿eh? Bueno… supongo que puedo darte una ayuda”

“¿Qué…?” ahora era el turno de los dos jóvenes de estar confundidos. Creían que el dios alado les cerraría el paso y estaban casi preparados para enfrentarlo.

“Ahí” señaló el punto central de toda esa nube rosa. “Está el palacio de mi madre. Cuando entren los recibirá un dragón negro con los ojos cerrados. Lo que tienen que hacer es derrotarlo y quitarle una flecha negra del corazón.”

“¿Y dónde está la cosa que le robaron a Hashirama?”

“Niño, no lo has entendido. Lo que le robamos es el dragón” el alado se cruzó de brazos. “Tienen que regresárselo intacto si quieren que la hambruna acabe.”

“Regre… ¿Cómo se supone que vamos a atrapar a un dragón dañarlo? ¿O sin terminar muertos o engullidos?”

“No sé, ese ya es problema suyo” se dio la vuelta para irse con su mujer. Ya había hecho su parte, era hora de que ese par hicieran la suya. “No deberías preocuparte, ¿no? Estás destinado a vencer a Indra, sin duda podrás con un dragón sonámbulo bajo el control de una diosa del amor”

“Buen… espera, la hambruna y todo ese pesar de ahí abajo” empezó Kiyoshi, con una vena saltándole en la frente. “¿Es porque le robaron a Hashirama su mascota?”

“Es… una forma de verlo que muchos dioses parecen aceptar” respondió moviendo la cabeza el ángel del amor. “Buena suerte atrapándolo, si despierto tenía un mal genio, dormido es aún peor y ni hablar de cuando lo despierten. Sin duda correrán ríos de sangre entre los humanos. Hum... aunque es mejor que quedarse sin comer, Hashirama está a punto de perder la paciencia y terminar con lo que empezó”

“Ehhhhh, como digas” comenzaron a caminar hacia donde les había señalado el remedo de ángel. “Hummmm… ¿estás seguro de que quiere de vuelta a ese dragón? Porque… podemos conseguirle un perrito o algo así”

“Sólo les aceptará el dragón”

“Tenía que intentarlo” siguieron caminando hacia la casa de la diosa del amor. Cuando atravesaron la puerta de joyas decorada con corazones se encontraron en un jardín. El aroma de perfume era demasiado fuerte y todos los olores embriagadores que embotaban los sentidos del mundo parecían congregarse en ese punto. “Es…”

“Cúbrete la nariz con esto, me lo dio Itachi por si las moscas”

“Pero yo…”

“¡Es la fragancia de la lujuria frenética! ¡No aspires más o te verás atrapado por tus más bajos deseos!” le gritó Etsu, cubriendo su cara por la fuerza con la tela. Inmediatamente despertó del encantamiento, sintiéndose tonto y sonrojándose. ¿Acaso había pensado en tirarse al otro duro? ¡Era demasiado joven para él!

“Yo…”

“No te preocupes” le dijo el otro. “Tenemos que encontrar a ese dragón antes de que…” un gruñido fue escuchado a sus espaldas y el sonido de fuertes pisadas acercándose los alertó de la llegada de una gran bestia. “Creo que él nos encontró a nosotros”

“Eso temo… ¡corre!” movieron las piernas justo a tiempo para escapar de la gigantesca bestia furiosa que los atacó. Kiyoshi se atrevió a mirar por encima de su hombro, arrepintiéndose en seguida. El dragón era sumamente grande, todo negro, de alas enormes y flamas saliendo de su boca. Las escamas relucían, fuertes como escudos y las garras eran más filosas que las lanzas. Por alguna razón su vientre estaba muy redondo y se arrastraba cuando se movía, pero aparte de eso… La imagen del terror misma. “¡¿Qué demonios…?!”

“¡¿Cómo esperan que nos enfrentemos a esa cosa?!” el menor siguió corriendo, buscando algo para usar en contra de esa pesadilla. No lo encontraron hasta que el mayor se tropezó con un objeto que sobresalía de la tierra. “¿Estás bien?”

“Sí, pero…” sacó el objeto de la tierra. Era una reluciente espada de pomo que parecía adaptarse a su mano, con un brillo mágico tan fuerte que era imposible que no fuera de un dios. “¿Qué hace una espada en la tierra del amor?”

“Llamémosla golpe de suerte y usémosla con esa cosa… para dejarla inconsciente antes de regresarlo a su legítimo dueño… y también la espada, que algún daimon o dios la reclamará y no es conveniente que nos la quedemos”

“Claro…” Kiyoshi apretó el arma en las manos, moviéndola desesperado de un lado a otro para rechazar al lagarto gigante. Notó la flecha clavada en su corazón y los ojos cerrados, recordando lo que Nagato le había dicho. “¡Trata de quitarle la flecha negra del corazón! ¡Eso lo hará un poco más amigable!”

“¡¿Cómo lo sabes?!” preguntó Etsu, flotando lejos del alcance de las garras que, sin importar que estuviera hecho de pensamientos, lo hubieran matado.

“¡Nagato lo dijo! ¡Quítale la flecha negra y todo se resolverá!”

“¡Eso puede haber sido una mentira!”

“¡¿Qué tú no sabes cuando alguien está mintiendo o no?!”

“¡Normalmente, no cuando estoy pensando en cómo vamos a enfrentarnos con un dragón furioso!” el menor se acercó y trató de tirar de la flecha. Esa salió un poco y los párpados del dragón temblaron un poco, como si este estuviera a punto de despertar. La deidad lo notó y siguió haciéndolo… hasta que una fuerte sacudida del animal lo tumbó de su lomo. “Ughhh”

“¿Estás bien?” se acercó Kiyoshi preocupado. El lagarto gigante trató de atacarlos de nuevo, pero ellos rodaron. El mayor se levantó, completamente enfurecido. “Bien… me he cansado de ti, lagartija malagradecida”

“¿Qué… qué vas a hacer?”

“Terminar con esto” sujetó la espada de otra manera. Peleó con el animal furioso, que lo único que quería era convertirlo en una brocheta en su garra. Etsu le gritó que tuviera cuidado, pero era demasiado tarde. En un movimiento por demás muy arriesgado, el joven le cortó la cabeza al dragón dormido.

“¡Eres un idiota! ¡Teníamos que devolverlo con vida!” lo riñó el menor, mirando el destrozó que había hecho al decapitar a la fiera.

“¿Has visto cómo se mueve? Resucitará en cualquier momento. Mientras tanto tenemos que quitarle la flecha… de nada” miró la cosa sangrante y de repente. “¡¿Qué demonios?!” una mano surgió de la sanguinolenta carne del animal. “¡¿Qué pasa?!”

“Cre… creo que alguien está saliendo del dragón” el dios de los pensamientos profundos contestó, completamente pálido. No esperaba que alguien saliera de ahí, aunque, la verdad, ¿de qué se sorprendía? Él mismo había nacido cuando le abrieron la cabeza a su padre, era justo que otras cosas nacieran cuando le abrían la cabeza a un dragón. “Emmmm… eso es un poco…”

“¿Asqueroso? Sí” la persona terminó de salir. Estaba cubierto de sangre, pero se podía distinguir esos ojos rojizos en cualquier lado. Otra deidad parte daimon, parte dios. “Disculpa, ¿Quién…?”

“¡Es seguro! ¡Pueden salir!” anunció de repente el recién llegado y metió la mano dentro del cuello del animal muerto. Jaló a alguien, ayudando a salir a otro jovencito. “Vamos, chicos, que no tenemos todo el día”

“Que asco, estoy cubierto de… esto” salió quejándose la tercera persona, esta vez una mujer joven. Sus hermanos rodaron los ojos y ayudaron a salir a los demás, un chico y una chica. Todos vestían armaduras con motivos naturales de las cuales escurrían líquidos que era preferible no saber.

“Vaya que hemos estado dentro mucho tiempo, todo parece tan… extraño” comentó la más pequeña, mirando a su alrededor. “Tan rosado y extraño… ¡Dónde está el verdor! ¡Dónde están los animales!”

“Sí, tenemos que…”

“Disculpen” llamó su atención Kiyoshi. “¿Me podrían decir quienes son?”

“Somos las cinco guerras que se dan en la naturaleza” respondió simplemente el mayor, tratando de quitarse la sangre del cabello. Detrás de ellos, el cuerpo del dragón comenzaba a temblar y la cabeza se acercaba cada vez más al cuerpo.

“¿Qué?”

“Itsuki” se señaló el mayor. “El cambio continuo”

“Ren” siguió el segundo. “El origen común”

“Sara” la tercera se adelantó. “La diversificación de las especies”

“Aoi” el cuarto se unió. “El gradualismo”

“Kohana” la más pequeña saltó. “La selección natural”

“Juntos somos las deidades de la evolución” Itsuki clarificó. “Aunque posiblemente ustedes, analfabetas no saben nada de eso. Lo único que tienen que saber es que somos importantes en la naturaleza y tienen que regre…”

“Eh… chicos…” Etsu dio un paso hacia atrás.

“Escucha, señor mimado” comenzó Kiyoshi, rápidamente perdiendo la paciencia con los recién nacidos quintillizos. “Sé que te crees muy importante…”

“No nos interrumpas, idiot…”

“Chicos…”

“Eres un…”

“Debería…”

“¡Chicos!”

“¡¿Qué?!” los dos gritaron, pero inmediatamente palidecieron al ver al dragón cerniéndose sobre ellos. La figura era realmente aterradora, como si hubiera sido creada expresamente para asustarlos. Etsu fue el más sensato y echó a correr, seguido por los menores y Kiyoshi al final, tratando de hacer retroceder al animal.

“¡Vete, lagartija super-desarrollada!”

“¡Hey, no lo insultes!”

“¡¿Por qué no?!”

“Porque es nuestra madre” explicó Aoi, frenando un poco para ponerse junto al mayor. “Está bajo un encantamiento que le hizo Mito. Sólo terminará cuando le saquemos la flecha del corazón”

“Qué bien…” ahora sabía exactamente lo que le había robado la pelirroja a Hashirama. No era una mascota, sino su novia. “Tenemos que quitarle la flecha… ¡entonces quítasela!”

“Tendríamos que llegar a su espalda y…”

“¡Yo lo distraigo, ustedes súbanse a su espalda!”

“¿Quién te nombró líder?”

“¡Sólo hazlo, Itsuki!” Sara empujó a su hermano, acercándolo más al animal. Utilizando muchas tácticas distractoras y la flexibilidad heredada de su oponente, Kohana y Ren lograron llegar a la espalda del dragón.

“¡Sáquenle la flecha antes de que nos coma!”

“No me grites” se quejó el chico. Ambos sujetaron la flecha y comenzaron a tirar. Esta parecía estar fundida con la carne de la bestia, porque esta gritó y trató de quitárselos de encima, encabritándose, sacudiéndose… sus hijos no se rindieron, ni siquiera cuando casi los aplasta al tirarse de lomo al suelo.

“¡Ya casi!” anunció la niña.

“¡Sólo un poco más!”

“Ayudemos todos” pronto todos los jovencitos estuvieron prácticamente colgando de la flecha negra, haciendo presión para que esta saliera. Finalmente el proyectil cedió y salió de la bestia, cayendo al piso al lado de un adolorido Kiyoshi. Al tocar el suelo se convirtió en una maraña de pelos del mismo color.

“¿Qué es esto?”

“Si tuviera que juzgar” dijo Etsu después de acercarse a ver los hilos negros. “Diría que es cabello de daimon. De Shisui para ser exactos” se llevó un dedo a la barbilla. “Debe tener el poder de poner a alguien a dormir, sin importar lo fuerte que sea” el cuerpo del dragón comenzó a metamorfosearse delante de sus ojos. “Mira, está volviendo a su forma normal”

“¿Quién será? ¿Una ninfa?” se preguntó, con la espada apoyada sobre el hombro. Para su sorpresa, quien apareció allí fue un hombre joven con armadura completa, largo cabello negro y ojos rojizos. “No inventes…”

“El daimon de la guerra, Madara”

“Madre…”

“¿Dónde estoy?” inquirió desconcertado el mayor, mirando a su alrededor con la esperanza de encontrar algo conocido. “Lo último que recuerdo es que estaba con Hashirama en su palacio y que…” se llevó una mano al pecho. “Una flecha muy extraña perforó mi corazón, ¿Qué fue lo que…?”

“Madre” el mayor de los quintillizos se acercó respetuosamente. “Hemos nacido poco antes de que fueras liberado del encantamiento. Gracias a una estratagema de Mito has estado dormido por dieciséis años”

“Conque eso era, eh…” los jovencitos se estremecieron cuando sintieron oleadas de violencia, muerte y destrucción salir de su cuerpo. Conque a eso se refería Nagato con tener mal carácter. Los dos amigos retrocedieron. No querían ni pensar en lo que estaba pasando en el mundo mortal, debía haber estallado una guerra mundial gracias al carácter de ese pelinegro por todo lo que sabían. “Cuando atrape a esa… espera, ¿nacimos?”

“Sí, somos cinco” le mostró a sus hermanos.

“¿Ci… cinco?” Madara no sabía cómo reaccionar. Había dado a luz a quintillizos… ¡¿Exactamente cuanta potencia tenía Hashirama para dejarlo embarazado de cinco bebés en la primera noche?! Es decir, conocía casos de alumbramientos múltiples en dioses, pero eran dos o tres, no cinco… bueno, de todas maneras los quería. “¿Podrían hacer una fila y presentarse?”

“Sí, claro”

“Creo que es nuestro turno de retirarnos” Kiyoshi jaló a su amigo para que no interrumpiera el momento en madre e hijos que estaban teniendo sus primos.

“Espera, ¿no vas a esperar a que te digan que te apoyarán en la batalla contra Indra?”

“No hace falta, me deben…”

“¿Nosotros? ¿Ayudarlo a él?” habló el mayor, que había terminado con su presentación y se alejó un poco para escuchar sobre qué hablaban. “No te hagas ilusiones, niño, ni locos pelearíamos al lado de un perdedor.”

“Ustedes…”

“Mejor nos vamos, luego lo arreglaremos” Etsu empujó rápidamente su amigo antes de que pudiera cometer una locura delante de una poderosa deidad que podía acabarlo. Siguió llevándolo a la fuerza hasta que llegó a la salida. Bueno, al menos esta era menos accidentada que el pasaje que habían tomado para llegar ahí…

-Más tarde, en el reino natural-

Hashirama hacia florecer rosas en su jardín, cómo le encantaban. Le recordaban tanto al amor de su vida, su daimon… esperaba que para entonces los otros dioses hubieran obligado a Mito a devolverle a su amado, pero parece que disfrutaban del sufrimiento humano. Suspiró, no iba a claudicar ahora. Seguiría y haría que le regresaran a…

“Hey, idiota, he vuelto… y traje compañía” el moreno levantó la cabeza tan rápido que uno pensaría que se había roto el cuello. Ahí, para su sorpresa, vio a su amado, acompañado de cinco jovencitos con los ojos rojizos.

“¡MADARA!” salió corriendo a su encuentro, envolviéndolo en sus brazos y dándole vueltas. Estaba tan feliz de… “¿y el bebé?”

“Está… o mejor dicho están ahí” señaló por encima de su hombro a los jovencitos. De repente un duro alón de cabello lo obligó a poner su oído a la altura de la boca del pelinegro. “Puedes olvidarte de tocarme otra vez.”

“Pero, Madara…”

“¡Pero nada! ¡Me embarazaste de quintillizos! ¡Ya son suficientes niños para mí!” dijo el daimon con total seriedad. “Ahora tráenos algo de comer, tus hijos y yo tenemos hambre”

“Sí, en seg… ¡La hambruna! ¡Por todos los dioses, casi la olvido! ¡Tengo que pararla!” chasqueó los dedos y el verdor comenzó a salir de la casa. “Por poco y los mortales se quedan para siempre sin nada que comer.”

“¿Causaste una hambruna para obligar a los otros dioses a devolverme?” preguntó el azabache, levantando una ceja. “Porque es sexy…”

“¿De verdad?”

“Atormentar a los humanos siempre es sexy” sus labios se acercaron bastante.

“Hey, estamos aquí” carraspeó Itsuki.

“Si, claro” los padres se separaron y comenzaron a preparar todo para la comida. Disfrutarían mucho esa nueva etapa de sus vidas…

 

Notas finales:

Y así nació el darwinismo, señores. ¿Qué les pareció? ¿De verdad que Hashi se pasó un poco... o tal vez no? Review!!!


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