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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

¿Les ha gustado el ultimo? Espero que este les guste más, las cosas están poniendose mejor.

“Nosotros podemos salir, ¡es hora de que nos apoderemos del mundo! ¡¿Quién está conmigo?!” gritó Sasuke, tratando de alzar a los demás sin ser escuchado. Era cierto que aún salían a causar miserias de vez en cuando, pero los dioses lo dominaban todo y los vencían fácilmente. “¡¿Es que nadie va a oírme?!”

“Vete a hacer otra cosa” el joven apretó los dientes. A lo lejos su hermano Itachi y su primo Shisui los observaban. Ambos daimones, aunque pudieran representar cosas negativas, no eran tan malos. Junto con Kagami, ellos ponían un toque de luz a la oscuridad de ese lugar. Y se preocupaban los unos por los otros, armando un extraño trio de descarriados.

“Itachi, no te preocupes, nadie lo escuchará” comentó Shisui, poniendo una mano en su hombro. “Y él no saldrá solo, sabe que lleva las de perder”

“Me preocupa, Shisui”

“Estará bien. Controla las derrotas, ¿no? ¡Con un poder así no puede ser derrotado!” bromeó el joven, algo nervioso. Su primo cuidaba y quería mucho a su hermanito, tanto como para interponerse entre la lanza de un dios y él, cosa que había pasado una vez gracias al ego del joven pelinegro.

“Es que… es un favorito de Indra y ya sabes lo que les pasa” era cierto. El favor de su antepasado y rey era otra de las razones por las que los daimones ignoraban a Sasuke. A Indra se lo respetaba, más nunca se buscaba su favoritismo. Es más, había una leyenda que decía que poseerlo sólo llevaría a la desgracia. Habían muchos ejemplos. Por ejemplo el pobre Shin, daimon del tormento, había sido capturado en  una de las batallas, atado a una rueda y lanzado al firmamento. Como era inmortal jamás moriría y su sufrimiento jamás sería aliviado. Otro favorito de Indra había terminado con los pies enterrados en cemento, en un lago con fruta encima de la cabeza… agua y comida que nunca llegaría a alcanzar. Otro encadenado a una roca con un águila comiéndole el hígado, otro forado a arrastrar una roca cuesta arriba por la eternidad… la lista seguía y seguía. Por eso los daimones tampoco escuchaban a Sasuke.

“Él no terminará así”

“¿Cómo lo sabes? Y si no es así, ¿Qué pasa si acaba como… el ultimo?”

“Baja la voz” dijo mientras otro daimon pasaba con una canasta en las manos. Se dirigía hacia las secciones más profundas del foso, donde ninguno otro iba. “Ahora sí, ¿en qué íbamos?”

“En cómo evitarle a Sasuke el sufrimiento”

“Sí claro… la verdad es que no creo que vayamos a necesitar mucha ayuda, sólo míralo” lo señaló, haciendo una pataleta sobre una roca. “Con que ellos lo ignoren logramos que se quede aquí abajo y seguro”

“Realmente espero que tengas razón” Itachi recogió su armadura. “Voy a la superficie un rato”

“¿Estarás bien?”

“Sí, claro. A ti, Kagami y a mi nos toleran por considerarnos males menores. Siempre y cuando no cause problemas no me atacarán”

“Tenemos suerte”

-Arriba-

“Te saludo, querido Tobirama, cuéntame ¿Qué te traer por aquí?” preguntó Asura, recibiendo cordialmente a su descendiente, que rara vez se mostraba fuera de su reino. Muy ceñudo, el albino se acercó a su señor.

“Vengo a pediros permiso, mi señor, para llevarles la guerra a los daimones y borrar su existencia junto a los males” el rey apartó la vista de él por unos momentos. Era sabido que este dios en particular era muy radical en cuanto a su pensamiento, sobre todo si tenía que ver con daimones. No por nada castigaba duramente a los marineros que se atrevían a no sacrificarle o a los que mataban a sus criaturas. Aunque tampoco podía culparlo, ya que los nuevos espíritus malignos que creaba la presencia de daimones aparecían principalmente en el mar. Incluso tenían un señor que le hacía la guerra.

“¿Por qué me pides eso? Aún creo que…”

“¡El tiempo de negociaciones pasó hace mucho!” gritó Tobirama, haciendo que las mareas se agitaran. “Su existencia ha causado muchos males, ¿es que no escucha los lamentos de los humanos por su presencia?” tomó aire. “Además su padre le advirtió que el encierro de su hermano no duraría para siempre, debe tomar precauciones o…”

“Soy muy consciente de lo que pasaría si Indra se liberara, gracias” la mirada penetrante de Asura calmó a dios de ojos rojizos. “pero no creo que hacer lo mismo que hizo mi abuela con esos niños sea la mejor solución”

“Ellos se agitan en el foso, mi señor, y quieren destruirnos” negó con cabeza. “Si no quiere matarlos a todos deje ir a Kagami, él se encargará de…”

“Conque Kagami, ¿eh?” sonrió. “Parece que le tienes cariño”

“Bueno” Tobirama se sonrojó. “En nuestros encuentros he llegado a la conclusión de que es el único daimon que tiene alguna decencia y por eso sería conveniente dejarlo vivir. Después de todo tenemos que cuidar el equilibrio también…”

“También encuentro adorables a Itachi y Shisui”

“¡Entonces perdónelos a ellos, pero acabe con la amenaza!” estalló Tobirama otra vez. “Si su hermano se llega a alzar del pozo…” tembló un poco. “Indra es diabólico y muy poderoso, temo que no lo podamos controlar”

“De mi hermano me ocupo yo” anunció Ashura muy seguro. “Indra no fue siempre tan malvado y te aseguro de que muchas cosas que sé ahora las aprendí de él, así que no voy a masacrar a sus descendientes sólo porque un par de dioses cortos de miras me lo pidan” apartó la vista. “¿Se te ofrece algo más?”

“De hecho sí, ¿usted sabe lo que le pasa a mi hermano Hashirama? Hace algún tiempo que se encuentra pensativo” el caso de Hashirama sin duda era único. El moreno había estado un tiempo con la diosa del amor, lo suficiente para tener hijos, más la relación no terminó muy bien que digamos, ella era demasiado infiel. Concordaba con que el dios de la naturaleza necesitaba alguien que se quedara a su lado, sólo para él, pero no que se cerrara.

“Tengo una idea… aunque deberías hablarlo con él, no conmigo”

“Quería saber su opinión”

“Bueno… está enamorado de una persona muy lejos de su alcance” explicó Asura. “No sé quién, pero si hablas con Nagato podrías saberlo”

“Nagato…” era uno de los muchos hijos de Mito que no eran de Hashirama. El arquero del amor, o como a él le gustaba decirle, el problemático. Gozaba causándole penas a la gente y embrollos colosales. “Iré a visitarle… con una armadura”

“Sería aconsejable ver a su mujer primero, Konan puede manejarlo” Asura se estremeció, a él tampoco le caía bien Nagato.

-En la playa-

Itachi se preguntaba qué hacer mientras las olas le lamían los pies. No era un lugar muy frecuentado por los daimones debido a la paz que se respiraba en el ambiente, por eso era el mejor lugar para pensar lejos de sus antipáticos familiares. A lo lejos una serpiente marina nadaba tranquila, cosa que no hacía más que alegrar el paisaje. De repente un grupo de soldados en barcos trataron de matarla, lo que le pareció mal a joven daimon. Mientras la criatura se debatía él conjuro una ilusión de un ejército de sus congéneres, lo que asustó a los humanos.

“Impresionante” una voz lo llamó desde el agua, aplaudiendo. De ahí surgió una figura que parecía en parte tiburón y en parte humana con una gran espada al hombro. “Nadie hasta ahora ha ayudado a una de mis criaturas a escapar de ellos. ¿por qué lo hiciste?”

“Esa serpiente no estaba haciendo nada que mereciera la muerte, sería justo por parte de los humanos dejarla en paz”

“¿Cuál es tu nombre, extraño?”

“Itachi, daimon de las ilusiones”

“He escuchado de los tuyos, ¿no habitan el foso del que descienden?” el hombre tiburón extendió su mano. “Soy Kisame, el dios de los terrores de las profundidades… aunque no me reconocen como tal. Para Tobirama y muchos otros de esos jovencitos soy sólo uno de los problemas que Caos dejó atrás”

“Me parece de lo más injusto, debes trabajar muy duro cuidando de esas pobres criaturas que nadie más quiere” le sonrió. “Deben sentirse muy agradecidas por tu protección y de no verse desamparadas”

“Son muy cariñosas una vez que las conoces” convino Kisame, poniendo su espada en el suelo. “En agradecimiento que hayas salvado a esa pobre serpiente bebé, ¿Qué te parece si te invito a las profundidades? No es el Olimpo, pero puede ser muy bonito si eres capaz de apreciarlo”

“Soy un daimon, si hay alguien que puede apreciar la belleza de los peores lugares soy yo” lo tomó de la mano y se preparó para sumergirse.

-En el fondo del mar-

Tobirama había bajado del Olimpo directamente a su territorio, donde lo esperaban algunos jovencitos. Gengetsu, dios de la neblina, Mangetsu, dios de las mareas, y Suigetsu, dios de las olas, recogieron su capa a la puerta de su castillo. El peliblanco se sentó en su trono enfurruñado, frunciendo el ceño y pensando en lo que Asura le había dicho. La guerra con los daimon era inevitable, esos males no se detendrían ante nada para poner a Indra en el trono que él creía que le correspondía y convertir el cosmos en un infierno. Él estaría bastante feliz de darles su merecido a todos… si tan solo Kagami los dejara. Tenía que admitir que le había tomado cariño y no quería verlo lastimado.

“¿Qué pasa, señor?” preguntó Suigetsu, adelantándose con  el almuerzo en manos y tratando de no tropezar con sus propias aletas.

“Es Kagami, quiero salvarlo del destino al que su malvada sangre lo va a arrastrar”

“Hum… ¿por qué no lo casa?” Tobirama levantó la cabeza, ¿había dicho ese cabeza de pescado algo inteligente? “Sí, si Kagami se casa y tiene hijos con un dios les plantará cara a los suyos sin dudarlo por ellos.”

“Una idea genial” él aplaudió, cogiendo con apetito su pescado. “Y tengo precisamente a los candidatos a esposo… Llama a Saru y a Danzo, ellos estarán más que encantados de cumplir con cualquier misión que su maestro les dé”

“Eh… señor, Hiruzen ya se casó con Biwako”

“Entonces llama a Danzo” le ordenó, comiendo rápidamente y recogiendo su capa y poniéndosela a toda prisa. Tenía que visitar a Kagami en el lugar donde estaba seguro que se encontraría y luego ir a por la artillería pesada, que por cierto le debía un gran favor por no encadenarlo a una roca marina.

“¿A dónde va, señor?”

“Al hospital de Shizune” la diosa de los doctores no estaría contenta por su presencia, pero lo toleraría por el bien de Kagami. Los engaños piadosos eran muy útiles en sitios como ese y el joven daimon era un experto. “Quiero que abran los ojos por si ese amago de dios de los animales peligrosos pasa por aquí y lo capturen. No quiero excusas esta vez”

“Sí, señor”

“¡Y si manda uno de esos apestosos calamares lo quiero convertido en mi cena!”

“Como quiera”

-En otra parte-

Kakashi estaba riendo como una niñita mientras leía el nuevo número de Icha Icha que había escrito Jiraiya, una copa de vino a su costado y muchos miembros de su culto borrachos tirados por el piso, inconscientes tras la salvaje fiesta que se celebró en honor del dios del vino. De repente se acercó otra persona.

“Uno creería que un dios tendría más protección, cualquier daimon podría matarte en esta situación” comentó Obito, quitándole su copa de vino.

“¿Incluso tú?”

“Todos menos yo” el daimon de la locura empezó a beber. “Tu pequeño invento y sus adictos causan suficiente locura como para mantenerme ocupado, soy el único que no te querría muerto”

“¿Entonces admites que me necesitas?” se acercó con una intensión impura.

“Haz eso otra vez y verás lo que la palabra locura significa en verdad” amenazó el pelinegro, golpeándolo con la copa. “Uno pensaría que has aprendido después de tantos años a no tratar de sobrepasarte conmigo”

“Como dices, hemos estado juntos tantos años…”

“Oh, cállate ya” tomó otro sorbo de vino. “Todo empezó porque no podías librarte de una ninfa que yo quería hacer mía, que al final no fue de ninguno de los dos y se convirtió en una especies de árbol. No diría que es el modo más ortodoxo de hacer amigos”

“Ortodoxo o no, yo quiero que seamos más que amigos” Kakashi volvió a acercarse, agarrando al daimon con una mano. “Obito, yo… hemos estado juntos mucho tiempo y sé que tu también quieres ser más que amigos”

“¿Eh?”

“¡En verdad! Seríamos a pareja perfecta, el vino y la locura, siempre van de la mano”

“¿Qué demonios…?”

“Obito, cásate conmigo”

“¡Estás loco!” el pobre pelinegro dio un salto que lo alejó un tramo. “¡Esto tiene que estar en muchos niveles! ¡No me voy a casar contigo! ¡Y Asura tampoco lo permitiría, por todos los cielos! ¡Tienes que estar loco!”

“De hecho, Asura estará encantado. Siempre está buscando maneras de arreglar la relación entre dioses y daimones y un matrimonio sería una clara muestra de que las cosas finalmente están mejorando.  ¡puede que incluso acepte casarnos al instante!”

“Ese…” el daimon estuvo a punto de lanzar una sarta de insultos que no debían alcanzar los oídos de nadie, pero se contuvo. “No, Kakashi, en serio. No me voy a casar contigo. No te amo y por nada del mundo me casaré contigo”

“¿Entonces te casarás conmigo si logro hacerte decir que me amas?”

“Sí, claro” bromeó el otro.

“¡Entonces es un hecho!” aplaudió Kakashi feliz, sobresaltando a su compañero. “Si logro que me digas te amo, entonces te casarás conmigo”

“¿Qué? ¡Estaba siendo sarcástico, Bakakashi!”

“Pero has dicho que sí”

“¡Que no!”

“Yo creo que si”

“¡Que no!”

“Pero dices que es imposible, ¿verdad?” el de cabellera plateada cruzó los brazos. “Cuenta como juramento, ¿no?”

“¿Y quién lo valida?”

“Yo” alguien apareció entre fogonazos de luz. Para sorpresa y consternación del daimon, Asura, señor de los dioses, se mostró antes ellos. “Como rey valido esta apuesta” luego se puso a saltar como una colegiala. “¡Qué lindo! ¡Una boda es siempre lo mejor!”

“Pero…” Obito dio la media vuelta y huyó, asustado. ¿Y él era el daimon de la locura? ¡Esos dioses eran los que estaban locos! 

Notas finales:

¿Qué tal? Espero que les gust. Está basado en el mito del engaño que utilizó Zeus para casarse con Hera. ¿Quién quieren que gane? Review!!!!


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