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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Aqui empieza lo bueno... ¡Disfruten!

Tras superar su rabieta, Sasuke fue directo a las cavernas más profundas del abismo, donde latía el mismo corazón del foso y sólo se aventuraba un daimon, uno que no quería ver a nadie. Su predecesor como favorito de Indra, Madara, el daimon de la guerra. El azabache en el pasado iba a los campos de batalla, pero desde un incidente se había marchado al centro de las venas de la tierra, desde donde podía azuzar a los humanos a pelear sin dejar la seguridad del pozo. Su hermano Izuna, con quien era unido, venía a él con comida muchas veces al día, dejándosela a una distancia prudente.

“¿Quién anda ahí? ¿Qué quieres de mí? ¿Es que no has tenido suficiente con las burlas de las que me hacen objeto en la superficie y vienes a burlarte en mi cara?” entre los vapores sulfurosos y el calor que producía el líquido circulante surgió un daimon, pálido y consumido, pero que aún conservaba su antigua grandeza. Sus ojos rojos como la sangre centellaban de poder. “Dime a qué has venido”

“A llamarte a la guerra”

“¿La guerra? ¿Quieres hablarme de guerra, jovenzuelo? ¡Yo soy la guerra! ¡Soy a quién las ciudades temen y los ejércitos esperan! ¡Soy el que deja sembrados los campos de cuerpos inertes! ¡Soy quien doblega países, haciéndolos matarse unos a otros!” rugió, haciendo que Sasuke reprimiera un estremecimiento. “Todavía no he sido completamente vencido…”

“Al parecer no, aunque lo que haces es admitir la derrota” se sentó cerca del corazón latiente de su ancestro. “Yo soy la derrota”

“Fascinante, ahora lárgate”

“En este momento eres un general derrotado, que ha perdido todo su poder… no tienes que ser eso siempre” sonrió el joven, tratando de convencerlo. “Los demás se han burlado y tu historia todavía circula, como un cuento de debilidad…”

“No soy débil…”

“Todos lo creen. Me dijeron que si no lo fueras entonces habrías podido protegerte de ese atacante…”

“¡Ya me gustaría ver a ese montón de urracas tratando de defenderse de un dios como él!” apretó los dientes el mayor. “Los he vencido a todos, a esos estúpidos que me critican delante de todos. Sí, ya me gustaría verlos tratando de defenderse de uno de ellos”

“Eres fuerte, eso puedo verlo, pero… ¿Cómo fue que no pudiste librarte de él?”

“Al principio lo subestimé” admitió con una extraña mirada, poniendo sus manos alrededor del cuerpo. “No era un dios que consideraba importante, ni un guerrero. Pero tan pronto como lo tuve encima de mí comprendí que había cometido un grave error”

“Y te violó…”

“¡Con un carajo, que no me violó!” gritó Madara, levantándose con rabia. “Logré quitármelo de encima antes de que eso pasara”

“¿Y por qué tenías un aura divina encima cuando regresaste?”

“¿Cuándo tiempo crees que estuve peleando por quitármelo de encima? ¡Para cuando logre lanzarlo lejos de mí tenía su sudor empapándome por completo, con el cinturón desatado y mi primera reacción fue correr lo más rápido que pude de vuelta a casa!” gritó frustrado. “Ni siquiera me detuve a darme un baño, craso error. Todos los buitres de aquí se percataron de eso y comenzaron a burlarse, diciendo patrañas…”

“Puedo verlo” convino Sasuke y el otro asintió, sabiendo a qué se refería. Todas las relaciones de los dioses, incluso con criaturas no divinas, terminaban en embarazo. Madara nunca había dado a luz, lo que corroboraba su historia. “¿No quieres vengarte?”

“¿Eh?”

“Vengarte de él y de los dioses” explicó el menor. “Él destruyó tu reputación y arrastró tu nombre por los suelos, ¿no deseas que pague?”

“Tengo todo lo que necesito aquí”

“¿En serio? Porque me parece que te estás escondiendo, querido tío” se levantó, espolvoreando sus pantalones. “Me marcho, quédate aquí llorando tus penas si así lo quieres”

“No lloro”

“No es lo que parece” Sasuke regresó a la parte superior del foso, donde se encontró con una multitud reunida alrededor de dos personas. Con curiosidad se adelantó. Uno de los del centro era el rey Indra. El otro era…

“¿Puedes decirme de nuevo qué pasó?” preguntó el mayor de ojos rojos a un hiperventilante daimon que inmediatamente abrió la boca sin poder decir nada. Sus chillidos finalmente cansaron a Indra, que le dio un sopapo a su descendiente. “¡Habla como una persona normal!”

“¡¿Qué más quiere que le diga?! ¡Ese estúpido! ¡Se atrevió a tenderme una trampa!” gritó Obito en un ataque de nervios. Todos lo miraron como si estuviera loco. “¡Kakashi, el dios del vino! Tengo ciertos tratos con él… porque la locura lo sigue a donde quiera que va… ¡Pero ahora él me ha pedido que me casara con él! ¡Me ha tendido una trampa y… y… ahora Asura lo sabe! ¡Ese demente… cree que una boda es la mejor manera de unir a nuestras gentes y quiere que me case con él!”

“Ehhhhh… ¿no le habrás hecho nada a mi hermano, no, Obito?”

“¡Ya quisiera yo! ¡Así sabría qué deshacer para evitar esa estupidez!” Kagami, a lo lejos, negó con la cabeza. A saber dónde se metían los daimones estúpidos como Obito y Madara.

“Kagami, ¿no ibas a ir al hospital?”

“Si, solo estaba disfrutando el show” dijo mientras veía llorar al pobre Obito ante un Indra que estaba realmente preguntándose si su hermano realmente estaba en sus cabales o si tanto amor le estaba comiendo el coco. Mientras esto pasaba Kagami se escurría del Foso, tenía una fuerte discusión con su maestro y se marchaba enfurruñado de vuelta a casa.

“¿Qué te pasa?” le preguntó Shisui.

“Quiere que me case… ¡Y con alguien que apenas conozco!” gritó el aludido, tirando cosas a su alrededor. “¿Quién se cree para decidir por mí? Es decir… ya tenía un pretendiente, sólo faltaba que también hubiera traído a Asura y toda la parafernalia de boda”

“Eh… eso estuvo mal, pero ¿no crees que estás sobreactuando?”

“Con Tobirama uno nunca sobreactúa ni se sobreprotege” miró a su alrededor como si estuviera esperando un ataque.

-En otra parte-

Nagato lanzó una flecha que atravesaría el corazón del guapo príncipe Sai de Troya para que se enamorara de la hermosa reina Ino de Esparta y ambos compartieran un romance… ¡que destruiría miles de vidas! ¡Jajajajajaja! ¡Qué bueno es tener este trabajo! Regresó volando a su casa feliz por otro cliente satisfecho… sólo para encontrarse ahí con Tobirama, el señor de los mares, comiendo con su mujer. Empezó a sudar frío.

“Hola, Nagato, al tiempo” dijo un albino que ni siquiera se había quitado la armadura al entrar como precaución para no ser atravesado y terminar enamorado de una silla o una almeja marina. “Le estaba contando a la encantadora Konan cómo vas a ayudarme a hacer que Kagami se enamore de Danzo y así poner feliz a Asura y salvar al único daimon que vale la pena”

“¿Qué?” el pelirrojo preguntó sorprendido. “Hey, ¿Quién dice que te voy a ayudar?”

“Te gusta flechar parejas en las playas, ¿no?” sonrió el dios de los mares. “Pero eso se terminaría si yo les diera carta blanca a mis criaturas para asustar a los humanos o le ordenara a Suigetsu que te revuelque con sus olas” luego le fulminó con la mirada. “Además me lo debes por lo que Hashirama”

“Tú… ¿sabes lo de Hashirama?”

“Sé que lo flechaste, ¿de quién?”

“Ehhhh…”

-Flashback-

“¡No puedo creer que se haya atrevido a dejarme a mí!” gritó Mito, haciendo una pataleta mientras su corto vestido se levantaba, dejando que todo el mundo viera su exuberante sensualidad. “Debe ser castigado de una manera ejemplar… ¡Con amor!”

“Como quiera, madre” respondió el ser alado, afilando sus flechas. “¿De quién quiere que se enamore? Hay un montón de pésimas elecciones…”

“Yo… ¡no lo sé! ¡solo quiero que sufra!” empezó a caminar en círculos, dejando ver demasiado otra vez, cosa que su hijo no agradecía. “¡Ya sé! ¡De alguien que no pueda tener por mucho que lo intente! ¡Sí, eso está bien! ¡Ve de inmediato y cúmplelo!”

“Ehhhh” estaba a punto de preguntarle si podía ser más específica cuando ella se reclinó junto a su espejo de agua para ver el espectáculo con una cara de maldad suprema y consideró que era poco prudente de su parte. Se calzó sus zapatillas y tomó su arco, afinándolo para hacer un buen tiro. “Bien, como ordenes”

“¡Vete ya!” voló hasta posarse cerca de donde Hashirama recorría sus dominios, llenos de verdor y riqueza, sin que este lo notara. El más joven admiró al mayor, buscando el objeto con el cual hechizarlo. ¿Algo que no pudiera tener? ¡Los dioses podían tenerlo todo! Si era una doncella mortal se la darían, si era otro dios también… ¿Qué podría ser? De repente un ruido de caballos distrajo a ambas deidades y las hizo dirigirse hacia un río cercano.

“¿Qué es eso?” preguntó Hashirama, cogiendo su espada. Su arma dorada no era para pelea, sino para cortar grano y frutos, más la persona que bajaba del carruaje era un daimon y tenía que defenderse en caso de que quisiera atacarlo. Pero el daimon en cuestión estaba cansado tras una larga guerra y simplemente quería un baño. Se quitó la armadura para revelar su exquisita belleza, cosa que ninguno de los dos esperaba que uno de los suyos poseyera…

“Esperen… ¡si!” Nagato casi saltó del triunfo, tapándose la boca a tiempo. “¿Una cosa que no puedan poseer los dioses a pesar de lo mucho que lo intenten? Los daimones, por supuesto. Y este…” puso una flecha en el arco. “será tu perdición, Hashirama” lanzó la flecha, que atravesó al otro en el corazón, haciendo que se enamorara. Ahora, a sus ojos, ese ser del foso era la más hermosa criatura en la creación. “Que disfrutes persiguiendo un amor imposible el resto de la eternidad”

“Hola, ¿tienes nombre?” Madara, que había estado a punto de sacarse la túnica también, se puso en guardia. No le gustaba que la gente se le acercara por detrás, en especial diosecillos que querían molestarlo.

“Apártate si no quieres que te haga daño, estúpido floral”

“Vamos, no es necesario que seas tan hostil, sólo quiero hablar… y tal vez algo más” siguió acercándose, como si no tuviera nada que temer. “Soy…”

“Sé quién eres y no me asustas, más vale que te vayas antes de que te lastime”

“¿Me vas a lastimar?”

“¿Qué te hace pensar que no lo haré? No tienes nada con qué defenderte de mí, no eres más que un insignificante dios natural que no sabe nada de peleas” cogió la espada, apuntándole en una pose típica de los guerreros. “¿Por qué sigues aquí?”

“Es que… te amo”

“¿Eh?”

“¡Te amo tanto!” trató de abrazarlo, pero la cosa de metal se interpuso. “Por favor, acepta mi amor, cásate conmigo y…”

“Hey, ¿acaso estás loco? ¡Recién me has visto por primera vez!” ya se estaba asustando, retrocediendo con lentitud. El impulso de echarse a correr era tan grande que no pensó ni por un instante que el dios del amor estaba en un árbol disfrutando del espectáculo. “Aléjate, y lo digo en serio” se subió al carro. “No quiero volver a verte”

“Y yo ansío hacerlo” durante semanas Hashirama salió de su zona de confort para rondar al daimon de la guerra, que cada vez estaba más asustado. Incluso llegó a tenderle trampas, de las que el joven guerrero trató de escapar en forma animal. Se convirtió en un tiburón cuando lo acorraló junto al mar, cosa que iba a doler (PD: los tiburones tienes grandes órganos reproductores llamados claspers) (Hashirama rogaba al más alto cielo que su hermano no se enterara y para su suerte Tobirama estaba ocupado organizando a los peces por colores). Después de escapar por mera suerte el daimon fue perseguido otra vez en forma de serpiente. Para protegerse entró en un agujero, pero el dios entró detrás de él y se enredó alrededor de su cuerpo, de una manera demasiado incomoda. Las carreras se hicieron diarias… hasta que un día.

“¡Rayos!” un Madara en formar humana fue atrapado por las ramas y raíces, siendo atrapado contra el piso. Mientras eso pasaba su perseguidor se le echaba encima y empezaba a forcejear con su armadura para quitarla de su camino. “¡Suéltame!”

“No te preocupes, lo vas a disfrutar” su promesa cayó en oídos sordos mientras en daimon forcejeaba más con él. Finalmente, después de mucha pelea, logró quitárselo de encima, con la ropa medio abierta y la armadura desperdigada por todos lados. En lo único que pensó fue en correr a casa.

“¿Qué pasó?” preguntó Tajima al ver a su hijo en ese estado, pero tan pronto pudo oler la peste en su cuerpo se dio cuenta. “¿Te has dejado poseer por esa escoria de dioses?”

“¿Qué? ¡Claro que no!”

“¡No mientas! ¡Tienes su aura encima de ti por doquier!” lo acusó su padre. Para entonces todo el mundo lo estaba mirando, notando su ropa prácticamente desecha y las hojas en su cabello, formando sus propias teorías.

“Creo que lo han violado” comentó uno.

“Sí, eso ha debido ser” dijo otro. “No ha podido defenderse de esa escoria”

“¡No!” trató de desmentir Madara, pero no lo escucharon. Los murmullos llegaron hasta el rey Indra, que inmediatamente le retiró su apoyo, dejándolo solo. Regresó a casa, de donde Tajima sacó sus cosas rápidamente mientras sus hermanos observaban. Ninguno quería tener nada más que ver con él ni con la prole bastarda que de seguro tendría. Se marchó al pozo más profundo donde pasó sus días en soledad, solo con Izuna trayéndole comida y ocasionalmente platicando un poco. Hashirama también se recluyó en sus tierras, soñando con su amor perdido… mientras que Mito y Nagato reían a carcajadas.

“¡Que risa! ¡Buen trabajo, hijo!”

“Me alegra de haber sido útil”

-Fin del Flashback-

“Yo… creo que voy a visitar a mi madre” dijo el dios del amor, volteando para salir de ahí lo más aprisa posible. Lo atraparon en seguida con el tridente, forzándolo a regresar mientras su mujer ponía las manos en las caderas.

“Tú no te vas” lo amenazó el albino. “Escucha, yo me haré de la vista gorda por lo que le has hecho a mi hermano y tú te encargas a flechar a Kagami para que se enamore de Danzo o tú y tu madre se van a arrepentir mucho de lo que hicieron”

“Ya me arrepiento”

“Bien” lo bajó. “Ahora hablemos de negocios”

Entonces las cosas realmente podían empeorar.

Notas finales:

¿Qué tal? Review!!!!


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