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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste, apuesto a que estaban esperando esta continuación

“Me alegro que estés aquí conmigo” Hashirama estaba muy feliz. Madara finalmente había accedido a que pusiera su brazo alrededor de él y lo acercara a su cuerpo. Incluso había apoyado su cabeza contra su pecho. “He llegado a la conclusión de que… estás en lo correcto. Por cada yin hay un yang, así que… es importante que existan los daimones o todo el equilibrio se iría al traste.”

“Me alegra que lo entendieras” el pelinegro estaba tan cómodo contra él, sintiendo el golpeteo de su corazón, que no quería alejarse. “Es tan raro…”

“¿Qué es raro? ¿Tú y yo juntos?” le sonrió, plantándole un beso en la frente. “No creo que haya nada de raro, ni de malo.”

“Yo… no…”

“¿Qué?” se atrevió a besar sus labios y por primera vez le devolvió el beso. Se separaron por un rato y volvieron a besarse, tocando un poco más del cuerpo del otro. Cuando el daimon estuvo de espaldas contra el suelo, el dios finalmente paró. “No te haré nada si tú no quieres, lo prometí”

“Pero quiero”

“¿EH?”

“Quiero que me hagas el amor” puso los brazos alrededor del cuello, luego suspiró. “Este bebé… he renunciado a todo lo que antes conocía por él. Mi hijito tan especial, al que tanto he querido… tiene un poder que ni siquiera sabe que le va a costar la persecución de muchos”

“¿De qué hablas?”

“Indra quiere al bebé” finalmente respondió tras un largo silencio. “Dice que si absorbe el poder de un dios de su propia sangre será capaz de levantarse del foso y hacerle la guerra a los tuyos” bajó la mirada. “Me negué a entregárselo… yo entre todas las personas me negué a entregárselo y empezar la mayor guerra de todos los tiempos.”

“Tú mismo lo has dicho, la guerra es un deber y el deber del daimon de la guerra es decidir cuando debe iniciar una” lo apoyó el moreno. “Además… cualquiera que acceda a eso no es digno del regalo que recibió”

“¿En verdad… he tomado la decisión correcta? Habrá repercusiones…”

“Lo entiendo” Hashirama lo besó en la mano y luego con cuidado hizo lo mismo con su cuello, dejando una marca ahí y haciéndolo gemir. “También te aseguro que si se atreve a venir por ti o por el bebé yo mismo me encargaré de mostrarle su lugar.”

“No podrás contra Indra, él es…”

“Nadie que no pueda derrotar si me lo propongo” le sonrió de nuevo y con cuidado comenzó a desnudarlo lentamente, como debió hacerlo desde el principio.

“Hashirama… ” gimió él.

“Madara… ummmm…”

“Vamos, quiero hacerlo. De hecho… estoy ansioso” siguió depositando besos en el cuello de su ahora amante, pasando sus dedos por sus cabellos. “Ámame”

“Dime que serás mi esposo”

“¿Qué?” preguntó, de repente muy extrañado. ¿A qué había venido eso? No le había pedido que se casara con él desde la primera vez que lo había poseído, muy en contra de su voluntad. “No podemos…”

“Asura no tendrá inconvenientes y tú y yo sabemos que si has contrariado a Indra no puedes regresar a ahí, ahí él es rey y su palabra ley.” El otro siguió mirándolo serio. “Cásate conmigo, estemos juntos por toda la eternidad. Te amo más que nada y sé que tú también lo haces… así que unámonos.”

“¿De verdad? ¿Quieres anclarte a mí, un daimon desterrado, por el resto de la eternidad? ¿Aún cuando podrías conseguir cosas mejores de otras diosas dispuestas?”

“No, ya he probado eso y te quiero a ti”

“Te arrepentirás pronto”

“No lo haré”

“Yo…”

“Shhh” le besó de nuevo y ambos quedaron enzarzados en una pelea de lenguas de nuevo, devorándose la boca con pasión. “Cásate conmigo”

“No sea…”

“Cásate conmigo” le susurró, poniéndole la piel de gallina por un tiempo. ¿Qué quería responder? El resto eran sólo excusas y él… él sólo quería…

“Está bien”

“¿Sí?”

“Sí”

“¡Sí!” lo abrazó con fuerza, teniendo al mismo tiempo cuidado con el niño que nacería dentro de unos meses. “Madara, me haces tan feliz. Prometo ser el mejor esposo y hacerte feliz por el resto de la eternidad. Voy a…”

“No me hagas más promesas, son sólo palabras. En cambio… muéstramelo” le besó el cuello con pasión. “Aún sigo esperando tus caricias”

“Claro” deslizó la tela para dejar desnudos sus hombros blancos. “Tendremos que ser cuidadosos, no queremos lastimar a este pequeñito, ¿verdad?” le acarició el vientre “Va a ser grande y fuerte… ¡y tendrá muchos hermanitos a los que cuidar! ¡Sí! ¡Porque quiero muchos hijos que podamos criar!”

“¿Ehhh?”

“Sí, muchos niños para…” el otro lo abandonó de repente y se reacomodó la túnica. “Espera, ¿a dónde vas?”

“A mi cuarto, he tenido suficiente de ti” comenzó a caminar hacia la construcción viviente. “De ti y tu bocota”

“Heeyyy, sólo he dicho la verdad, quiero muchos hijos. Además… ¿quieres pasar el resto de la eternidad en abstinencia?” se escuchó a si mismo. “Bueno, sé que cuando dos seres divinos tienen relaciones hay maneras de prevenir un embarazo, pero…”

“¿Qué diablos? ¡Tú querías embarazarme!”

“No… es que estaba tan ansioso por tomarte que ni siquiera pensé en la protección” Hashirama se rascó la parte de atrás de la cabeza de manera culpable.

“Maldito bastardo… ¡te voy a descuartizar!” y una persecución empezó otra vez.

-En el palacio de los eternos tufos de perfume-

“¡Idiota!” gritaba Mito, lanzándole cosas a su hijo. Nagato, que había esperado este tipo de reacción de su madre, simplemente esquivaba cualquier objeto que fuera en su dirección. “¡Inútil! ¡Bueno para nada! ¡Imbécil!” finalmente se derrumbó sobre su colchón de plumas de paloma, su ave favorita. “Te dije que tenías que castigarlo, pero ahora va a ser feliz en el amor y quedará sin su justo castigo.”

“Madre, créeme, yo hice lo mejor que se me ocurrió” el pelirrojo sacudió las alas. “Cuando los vi… tú misma me has enseñado que no hay peor dolor que el de un corazón roto, así que me imaginé que un amor no correspondido sería lo mejor para…”

“¡Eso! ¡Un amor no correspondido, no uno que te acepta!” la diosa volvió a llorar, sosteniendo una copa de vino. “No sé qué te pasaba por la cabeza cuando…”

“Pensé que un daimon nunca aceptaría a un dios”

“Pues ahora no es tan poco común que se casen con los nuestros” ella levantó la cabeza con una expresión de ira. “¿No podías hacerlo mejor? Tienes flechas que impiden que alguien se enamore, ¿Por qué no le arrojaste una de esas al daimon?”

“En ese momento me pareció innecesario”

“Y mira lo equivocado que estabas” arrojó la copa, que se rompió en mil pedazos en la pared. “Ahora no sé como castigarlo por dejarme, prácticamente no tengo más armas. Me has quitado mi única oportunidad”

“Yo no diría eso, Lady Mito” alguien habló, haciendo saltar a madre e hijo. Ambos buscaron, hasta que se encontraron con una figura en una fuente en medio del patio. “No teman, no he venido en busca de una confrontación. Es sólo que… tenemos un enemigo en común que debe ser castigado.”

“Indra…” lo reconoció ella.

“Madre…”

“Lo sé” ella estaba muy seria, cosa extraña en una persona sumamente superficial como ella. “No deberíamos hablar con él, es peligroso… pero al menos escuchemos lo que tiene que decir. Tal vez así logre mi venganza”

“¡Madre!”

“No te preocupes, todo estará bien” se volvió hacia él. “Habla y hazlo rápido, porque no tengo mucha paciencia con los intrusos”

“Es tan bella como feroz, me agrada” la halagó el daimon, sonriendo. “Sé que no soy una persona muy querida, pero estoy de su lado”

“Demuéstramelo”

“Pues… un obsequio” le mostró una caja muy decorada en sus manos. “Esta pequeña cosita… tiene un poco del poder de un par de mis descendientes. Haz con ella un arma y perfora el corazón del amorcito de tu enemigo… y jamás despertará otra vez. Además esos preciosos bebés que espera no podrán nacer, quedarán atrapados en su cuerpo.”

“¿Cómo la maldición esa de que una diosa no podría dar a luz en ninguna parte que tuviera raíces en la tierra?”

“Exacto” el mayor aplaudió. “Tú ganarías algo y yo también”

“Que yo no… pero él si” Mito recibió el paquete y se volteó hacia su hijo. “Haz una flecha con esto y encárgate.”

“¡Madre! ¡Realmente no puedes estar hablando en serio!” gritó Nagato alarmado. No sabía que su madre estaba tan dispuesta a hacer un trato con el diablo por una estúpida venganza. ¡Y ni siquiera había amado mucho a Hashirama, por el amor de Asura! Sólo era una de sus andanzas… como lo había sido su propio padre.

“Es tu oportunidad de enmendar tu error” dijo ella un poco desquiciada. “Y mejor hazlo, porque si no esta pequeña cosita irá dirigida a alguien más…”

“No…”

“Entonces, hazlo”

“Bien” agarró la caja. Corrió hacia la salida y luego echó a volar hasta un refugio muy conocido, en medio de un volcán. Entró con el corazón en la boca. “Hola, Seimei. Tengo que pedirte un favor y…”

“Ahora me recuerdas, pajarillo” comentó el peliblanco, observando su bonita espada. Volvió a ponerla sobre las ascuas y a golpearla. Nagato se quedó ahí con una mirada muy culpable y le mostró lo que tenía entre las manos. Seimei no le prestó atención. “¿Me pides un favor después de negarte a conseguirte un amor por siglos?”

“Mi… mi madre, en verdad… ella es quién quiere el favor”

“Y como siempre tú eres su mandadero” siguió golpeando la hoja plana. “No me esperaba más de los encargados de hacer las vidas de los demás imposibles…”

“Te voy a dar una oportunidad más grande que el amor, la de trabajar con un material con el que nadie más lo ha hecho”

“He trabajado con todos los materiales”

“Con este no” le puso la caja en frente y el dios herrero la abrió. Seimei lo observó con cuidado, luego lo apartó de sí mismo.

“No”

“¿Qué?”

“No” se cruzó de brazos el herrero. “No trabajo con cosas que vengan del abismo… a menos que obtenga algo realmente bueno a cambio.”

“¿Bueno?”

“Una cita… con tu madre” el pelirrojo se escandalizó. “Es la más bella mujer del mundo y si la tuviera a mi lado me sentiría más que satisfecho” el dios del amor comenzó a sudar, ni siquiera él jugaba con su madre. “¿Y? ¿Aceptas?”

“Ehhhhh…” trató de encontrar una salida, pero luego pensó que era Mito quién quería esa tonta flecha y por eso debería pagar un poco. “Está bien, pero lo que pase después es cosa tuya. Yo no voy a inmiscuirme más” puso el material delante de él otra vez. “Ahora dame esa flecha, no haré nada hasta que esté lista”

“Oh, lo estará… en unos días. Vuelve entonces”

-En frente de la casa de Hashirama-

“Nos volvemos a encontrar” Izuna dijo, cruzando los brazos. Se había prácticamente chocado de cara hace unos minutos con el dios que menos esperaba ver… o al que más deseaba encontrarse. Todavía se veía tan apetitoso como antes. “¿A qué has venido ahora? No me digas que a matar a tu idiota hermano…”

“Ese es tu trabajo” respondió Tobirama, tratando de no sonrojarse. Había olvidado cambiarse de túnica después de salir de su casa y estaba ligeramente mojada, dejando traslucir más de su cuerpo. “Ahora déjame pasar, tengo que hablar con ese idiota”

“Creo que ya hay problemas con eso, por lo que escuché está ocupado”

“Que asco” trató de apartarlo, pero cuando sus pieles se tocaron un corrientazo de electricidad corrió por las espinas dorsales de ambos. Se quedaron mirándose, esperando por el otro. De repente sus labios se juntaron. Y se separaron. “No… no sé qué pasó”

“Yo… tampoco” se estaban limpiando los labios, sin saber qué estaba sucediendo. La flecha de Nagato era poderosa, si contenían sus sentimientos estos se hacían cada vez más fuertes hasta que estallaban. Y eso pasó en ese momento. Olvidaron que habían ido por sus hermanos y se juntaron. Izuna puso sus brazos alrededor del albino y…

“Esto no debió haber pasado” comentó Tobirama asustado cuando terminó de vestirse después del acto. Se maldijo una y otra vez a sí mismo, ¿Por qué había permitido que el daimon lo dominara? Estaba mal en muchos sentidos.

“No… pero si te sirve de consuelo fue increíble” respondió el pelinegro, volviendo a colocar uno de sus tirantes en su sitio. “Deberíamos repetirlo”

“Claro que no” saltó el dios. “Esto… no va a volver a pasar. Tiene que ser todo una intriga de Nagato. Sé que me tenía rabia, pero no me imaginé que… en fin, es mejor que no volvamos a vernos… nunca”

“Oh, vamos, bien que te gustó”

“Cállate” se miraron el uno al otro con rabia y entonces el albino se marchó dando fuertes pisotones. Una vez estuvo fuera de la vista del otro, pensó en la manera de encargarse rápido del pequeño problema que de seguro ahora crecía dentro de él. “Qué hago, qué hago… ¡ya sé! ¡La solución está al alcance de las manos!”

“¿Qué le pasa, señor?” preguntó Suigetsu cuando lo vio entrar en la casa al fondo del mar.

“No me molestes, voy a estar sólo por un rato, ve a contar los peces”

“¿De nuevo?”

“¡Hazlo!” Tobirama entró en su habitación y sentó en la cama, pensando profundamente en el problema. De alguna manera tenía que funcionar, tenía que eliminar a la criatura que se había comenzado a gestar en su interior…

-En el volcán-

“Está terminada” dijo Seimei, entregándole a Nagato una flecha puntiaguda de un material que parecía negro. “Me costó mucho trabajarla, es de cabello de daimon, después de todo…”

“¿Cabello de daimon?”

“De Shisui en específico” el herrero se encogió de hombros. “Debió haber sido cortado hace mucho tiempo, cuanto más jóvenes son más poderosos, pero… de todas maneras se siguió nutriendo de él, de su poder… lo que sea que esté planeando ese demonio…”

“Debe de tener ya tiempo” metió la flecha en su carcaj amargo. “Voy a casa, te diré dónde voy a arreglar el encuentro con mi madre, de nuevo gracias” estiró las alas y comenzó a volar. Rápidamente lo rodearon las palomas. “Ya voy”

“¿Tienes la flecha?”

“Sí, madre”

“Excelente, ahora ve a la casa de Hashirama” la voz que transmitían esas pequeñas aves le dijo. “Tráeme a un daimon completamente derrotado. Entrégamelo para que pueda sepultarlo en mis dominios y entonces voy a estar satisfecha”

“Pero… sí, madre”

Notas finales:

¿Les gustó? Review!!!


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