El sol se colaba por las delgadas cortinas medianamente transparentes, se notaba que era una pacifica mañana en la ciudad, el calor emanado por el cálido sol era perfecto e incentivaba a seguir acostado en la mullida cama en la cual cierto pelinegro se encontraba y se notaba que no estaba dispuesto a salir de ella.
Si claro.
Los despertares de Orihara Izaya no siempre fueron los mejores, hacia el interior del espacioso departamento se podían escuchar ciertos gritos que obviamente alteraron el sueño de los ojos borgoña, que saco la almohada que tenía en los ojos, estiro sus manos y cuerpo esperando que sus músculos cobraran fuerza luego de su soñar pacifico que llegaba a su fin en estos momentos.
Si no eran sus hermanas, era Namie o Shinra y en el último de los caso lograba ser el.
Heiwajima Shizuo.
Quedo boca arriba con los brazos y piernas estirados mientras expulsaba todo el aire que tenía en sus pulmones como si tratara de botar toda la fatiga que podría obtener de lo que se avecinaba.
Hace no más de dos meses que habían comenzado con esta extraña y retorcida costumbre, si no era en su casa era en la del oji miel, a veces cenaban juntos sin decirse nada para luego ir a dormir juntos, sin llegar a nada más aunque no es como si el pelinegro esperase algo más que la compañía de la bestia de Ikebukuro.
Para Orihara Izaya, el rubio seguía siendo una bestia con un pensar bastante simple, era imposible que Shizuo tomara la iniciativa de algo.
Harto de seguir escuchando el agobiante ruido proveniente del interior de su hogar, se dio media vuelta y miro la hora de su celular, eran las nueve y media de la mañana, el oji borgoña soltó un gran suspiro y con todas las fuerzas del mundo se levanto acomodándose su pijama.
Luego de haberse lavado la cara se encamino hacia el living que a su vista estaba tal cual siempre estaba, deslizo su mirada hacia su escritorio junto con sus cosas, intactas al igual que el living, volvió a escuchar los estruendosos sonidos.
La cocina.
Una presuntuosa sonrisa surco los labios del informante, se dirigió a la cocina, no pensaría que estaría sucediendo ahí, sabía que si se adelantaba a los hechos no acertaría ya que como siempre la jodida bestia de Ikebukuro salía de sus expectativas.
Y bueno...ahí estaba Heiwajima Shizuo peleando con una mundana tostadora que en estos momentos estaba toda destruida.
-Estúpida tostadora...estúpido Izaya no sé porque le estoy haciendo esto al bastardo ese -murmuraba el de cabello rubio , obviamente eso no paso desapercibido por el pelinegro. Este último solo sacudió su cabeza de derecha a izquierda.
-¿Te vas a reír de mi? -pregunto Shizuo mientras se daba vuelta mostrando una cara de frustración e ira por su puesto, Izaya solo soltó una pequeña risa sin malas intenciones y se acerco al rubio observando el revoltijo que provoco su acompañante.
¿Trataba de hacerme el desayuno?
Izaya deshizo esa idea, era imposible que el rubio se dignara a hacerle el desayuno, desde que comenzaron esta extraña practica solo se dignaban a dormir juntos y hacerse cada uno su propio desayuno para luego continuar con su vida diaria obviamente hasta la noche.
- Ne...Shizu-chan rompiste mi tostadora ¿ahora como disfrutare mi pan de las mañanas? -termino con un pequeño puchero que no paso desapercibido por el oji miel que solo hizo acrecentar su ira.
- Cierra la boca pulga -apoyo su brazo en su cuello - De verdad...todo siempre es tu culpa -Izaya abrió los ojos.
Shizuo estaba avergonzado!
El informante no podía creer lo que veía, ¿sus ojos le estaban haciendo una broma?, ¿Todavía no despertaba de su sueño? El caso era que nunca en su vida había visto ese ínfimo sonrojo que estaba situado en las mejillas de su acompañante.
Entonces no era mentira...Shizu-chan estaba haciendo algo para mi.
-¿Qué, no vas a decir nada bastardo? -el pelinegro salió de sus pensamientos, se apoyo en la cocina junto a Shizuo y observo.
¡Panqueques! Shizu-chan le había hecho panqueques untados en nutella y a su lado se encontraban las pobres y destrozadas tostadas con las cuales había luchado el mayor esta mañana.
Un gran sonrojo surco los pómulos del menor, de verdad la bestia de Ikebukuro salía de toda las expectativas e ideas que siempre el oji rojo se generaba. Izaya se golpeo mentalmente no podía dejar que el rubio viera su asombro, si hiciera eso demostraría que de verdad estaba emocionado por aquel suceso...y no el informante no quería eso.
-Shizu-chan - carcajeo -¿Me hiciste el desayuno? - Rodeo al mayor - Vaya... ¿se te ablando el corazón y has decidido ser ca... -el informante pego un brinco.
-¡¡¡Mghh!!! -Izaya tenía un panqueque escurriendo en chocolate plantado en la boca haciendo que se ahogara y revolcara entre los brazos del oji miel - ¿Y que si lo hice? - Shizuo acorralo al informante en la mesa de la cocina, este sonrió para sí, admitía que Izaya se veía demasiado mono todo sonrojado y con un panqueque lleno de chocolate que terminaba en la boca y camiseta del menor.
Con una de sus manos libres Shizuo limpio un poco del chocolate de la boca de Izaya y se lo llevo a la boca saboreando el dulce sabor que llenaba su boca, todo eso bajo la mirada expectante del oji granade que no hacía más que mirarlo con esos ojos acusadores y avergonzados mientras trataba de comerse el jodido panqueque.
Shizuo rio fuerte y claro enfrente de Izaya mientras el primero se colocaba a la altura del último para atrapar con su boca el extremo que sobre salía de la boca del pelinegro. Izaya al ver esto entro en desesperación y se revolvió mucho más a lo que el oji miel solo lo apretó más fuerte en lo que terminaba de darle un buen mordisco al panqueque llevándose un pequeño roce en los suaves labios del informante.
- Vete acostumbrando pulga, desde ahora yo hare los desayunos te guste o no - dicho eso Shizuo se separo con una gran y triunfante sonrisa para luego dirigirse al dormitorio dejando a un Izaya todo abrumado y atragantado de tanta emoción y panqueque.
De verdad lo voy a matar, ¡Shizu-chan estúpido, estúpido! ¡¡Lo odio!!