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Espejo por Moroti

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Notas del fanfic:

Naruto pertenece a Masashi Kishimoto

Notas del capitulo:

Estuve pensando mucho en si subir o no este fic, pero al final me decidí y aquí estoy :D

Me esforzaré mucho en escribirlo y así agradarles. Sé que debo mejorar pero contaré con sus críticas para ello♥

Espero sus opiniones...

Existen millares de leyendas que hablan acerca de la verdadera naturaleza de los espejos. Todas ellas tan improbables como absurdas. Algunos piensan que son un portal a infinidad de universos, otros que son un medio para comunicarse con los muertos, o creen que son contenedores de aquellas almas que vagan sin rumbo sobre la tierra.

Naruto conoce estas historias, mas simplemente las ignora. No cree en lo sobrenatural, pues para él todos los sucesos de esta índole tienen una simple explicación lógica que las personas se niegan a ver, por el solo mantener las tradiciones más antiguas que es, dar crédito a la magia.

El muchacho no es un aficionado de las supersticiones. Le parece absurdo que su suerte mejore por solo llevar un talismán, o le sucedan desgracias por caminar debajo de una escalera. Cree con firmeza en las "causas y consecuencias" todas las decisiones, irremediablemente tendrán un efecto, y esto nada tendrá que ver con el gato negro que cruzó frente tuyo en la mañana.

El rubio marcha a paso inseguro. Es de noche, las calles vacías se ven iluminadas por la sola luz de la luna que juega con las sombras, creando falsas ilusiones. Apresura su caminar, y suelta un suspiro de alivio al verse salvo cuando finalmente cruza el umbral de su puerta.

Tal vez, piensa, no debió de haber leído aquellas historias de internet. Pero, ¿qué podía hacer ante la mirada insistente de Sakura? No podía simplemente dejar que le vieran como un cobarde.

<<Naruto cuando niño lloraba porque creía que un fantasma vivía en su sótano>>

Maldito Gaara, ¿quién se creía para revelar tal cosa ante todos?  Él no era ningún cobarde. Y no permitiría que sus amigos le llamaran de esa forma.

El silencio sepulcral lo recibe. Vive solo desde hace dos años. Decidió encargarse del hogar cuando hubo cumplido los 19, su padre así lo dispuso, y él cumpliría con aquel deseo. Antes de mudarse vivió por un algunos años con familiares, pero tras las constantes riñas supo que lo mejor era separarse de ellos, para no seguir ahondando la brecha ya existente entre ellos.

Por algún motivo la oscuridad de los pasillos le recuerda a las imágenes que vio hace horas. Su piel se eriza, pero niega sus propios pensamientos, sabe que son absurdos y carecen de sentido alguno. Sube las escaleras y no puede evitar que sus ojos se desvíen a aquella puerta que yace más en el fondo, y lleva al sótano.

Suelta una pequeña risa nerviosa, sin dudas él no cree en los espíritus o nada que siquiera tenga que ver con ellos. Si bien en el pasado hubo tenido un inexplicable pavor hacia ellos, no es nada que lo afecte en estos días.

Faltando tan solo cinco meses para finalmente cumplir los veintidós, aquellas pequeñas nimiedades tenían que pasar por alto. Ya era alguien mayor, tenía conciencia sobre sus propios actos, conoce los riesgos que conlleva cada una de ellas. No debe de temer por lo inexistente, sino por aquellas maldades que sí son palpables.

Él no cree en las leyendas, ni relatos antiguos. El mundo siempre hubo de regirse por la lógica, y ha de seguir siempre del mismo modo.

Eran las 10:57 de la noche cuando el muchacho de cabellos dorados sale de la ducha envuelto en tan solo una toalla de inmaculado blanco. Sus pasos lo dirigen a la habitación que le corresponde, donde se apresura a vestirse con las prendas que eligió con anterioridad.

Teclea en su celular con ávida rapidez, sonriendo ante los mensajes recibidos. Son sus amigos quienes planean la próxima salida en grupo. Envían mensajes como si su vida dependiera de ello aún después de verse hace unas horas, pero Naruto los conoce, y no le sorprende su actuar.

Sonríe ante los recuerdos de antaño, cuando en primaria formaron definitivamente una alianza que por años perduraría.

Fue difícil al principio, todos ellos tenían personalidades muy diferentes, y no parecía haber nada en la que compartían mismos gustos. Pero, siguieron trabajando juntos, ayudándose mutuamente hasta que al final, no existía nada lo suficientemente fuerte para poder separarlos.

Es feliz al pensar que, a pesar de los años seguían con el mismo ánimo, el de no querer alejarse, el no cambiar. A pesar de todo, continuaban juntos, y sería siempre del mismo modo.

Suspira, terminando de cubrirse con sus ropas, y frunce el ceño, pues la verdadera batalla con su apariencia comenzaría ahora. Lleva las manos a la cabeza, y trata de alisar el rebelde cabello. Una rutina diaria que nunca resulta, pues al día siguiente su pelo seguía tan indomable como siempre.

El joven se observa en el espejo que descansa en una de sus paredes, reliquia antigua de su familia. Resopla y deja caer sus brazos al ver que sus intentos por ordenar los mechones son en vano, parece meditarlo y con obstinada determinación, eleva una vez más sus manos en un último intento por acomodarlos. Sin embargo, la vibración del celular sobre la mesa contigua llama su atención.

Alargando una mano, Naruto se sonroja al leer el mensaje nuevo. Un “Te amo” brilla en pantalla y consigue arrancar una radiante sonrisa del muchacho. Da una ojeada a su reflejo, y deja su frente descansar sobre el frío cristal.

Sus labios dejan escapar un leve susurro, el "te amo" que quisiera recitar frente a aquella persona. Sus dedos tratan de escribir, pero de un momento a otro se halla en penumbras, y el chico de mirada azul queda estático en su lugar. Las luces fueron apagadas.

<<Naruto>>

Voltea por inercia, mas la habitación tan solo yace en la oscuridad con un silencio sepulcral. Un escalofrío recorre su espalda. Por unos efímeros segundos, creyó haber escuchado – y sentido – una voz a sus espaldas que llamaba por su nombre.

Mierda. El pulso inevitablemente se acelera, Naruto trata de ignorar todo a su alrededor, el escalofrío persiste junto a aquella inquietante sensación de ser observado. Todo no es sino un juego de su mente, que quiere hacerle pasar una mal rato.

Se decide a no prestar atención a nada más. Con la luz de la pantalla del celular, se abre paso hasta la escalera que lo llevará al sótano, donde se encuentra la fuente de energía. Maldice entre dientes, ha estado paranoico desde hace unas semanas, todo por culpa de la estructura antigua de su hogar, cuyos caños y tuberías no hacían más que solo rechinar, incentivando el pavor del muchacho. Además de la reciente charla con sus amigos, que no lo ayudaba para nada en estos momentos.

La casa en la que el rubio vivía, estaba construido con un estilo rustico, arquitectura fina del siglo pasado donde las puertas y ventanales se esparcían a lo largo de los pasillos, todos del mismo ancho y largo.

Naruto odiaba de pequeño bajar al sótano, creía desde el primer momento que algo inhumano descansaba allí. Y ahora, aquellos miedos vuelven a atormentarlo. Era infantil, lo sabe, pero no puede evitar sentir su piel erizarse, al igual que el aumentar de su pulso, cuando se encuentra en ese lugar. Un miedo infundado, pero imposible de ser olvidado.

Su padre al morir, lo dejó a cargo del hogar, y por más que quisiera, Naruto no podía abandonarlo. En los primeros días de su niñez que pasó en este lugar, no pudo evitar pensar que todo allí, era aterrador. La humedad se filtraba con facilidad, y la cantidad de alimañas era exorbitante.

El muchacho llega hasta la puerta correcta, y baja con cuidado los peldaños. El olor típico a moho invade sus fosas nasales, y por alguna extraña razón lo llena nuevamente de aquella falsa sensación de estar vigilado.

Guía sus pasos hasta la pequeña caja de madera que se encuentra en el medio de la pared del fondo. Con la tenue luz del móvil, Naruto quita lentamente la tapa que lo cubre, y ve que la llave que permite el paso a la corriente eléctrica estaba desactivada.

El joven lo observa extrañado, pero acciona el interruptor, y sin más la energía vuelve a inundar todo el lugar. Suspira con alivio, su trabajo está hecho.

A paso acelerado sube nuevamente, y se deja caer en su cama. No soportaba el pasar un segundo más en aquella habitación del subsuelo. Un sudor frío lo cubre, junto a un ligero temblor. Sin dudas, aquella casa vacía aún le causaba aún temor. Mucho más si se encontraba en penumbras.

Como en las pesadillas que lo atacaban cuando niño, en la que la casa se cubría de sombras y monstros salían a devorarlo. Solía sufrir noche tras noche de los mismos sueños extraños, despertaba siempre con un grito ahogado y cubierto con grueso sudor. Tal vez –piensa – no haya superado del todo sus antiguos miedos.

Escribe el mensaje que dejó a medias, y se cubre con el cobertor. Queda observando a la noche que se refleja en el espejo, el cielo de negro terciopelo se extiende en las afueras, adornándose de fríos focos de luz que resaltan su majestuosidad.

Naruto va relajándose, hasta bajar completamente la guardia. Pero tan pronto como comienza su letargo, un rápido movimiento en el espejo capta su atención. Se incorpora de un golpe, quedando sentado entre las sábanas blancas. Su ritmo cardiaco comienza nuevamente a subir, su respiración se corta.

No es capaz de creer en lo que sus ojos ven. El cuarto yace vacío pero, en el espejo se ve reflejado una figura.

Un muchacho de tez pálida, casi translucida, con cabello azabache cayendo a mechones largos que enmarcan su rostro, los ojos negros clavados en él. Una sonrisa grotesca adornando sus labios.

Naruto permanece estático, no es capaz de reaccionar. El silencio lo ahoga, llevándose consigo la escaza cantidad de cordura que retiene. Pero, la mudez de aquella habitación se rompe cuando el espectro que se refleja sobre el material de vidrio mueve los labios, articulando una frase.

–También te amo – dice el azabache, y atravesando la fina capa de cristal, se desliza hasta quedar parado a los pies de la cama, a pocos metros del rubio.

Eran las 11:25, cuando en aquella casa se escucha un grito.

 

Notas finales:

Gracias por leer!


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