Too sweet [Cherik]
One-shot
Erik Lehnsherr x Charles Xavier
Para MissNobodyIsAlive
Erik Lehnsherr. Hombre serio, frío, amargado, solitario, duro, imponente. Implacable. Así era como se veía ante el mundo.
Caminaba con paso firme y decidido y no había quien cuestionase lo imponente que se veía, aunque apenas se le diera un vistazo. Pareciera dueño del suelo que pisaba y siempre seguro de su destino.
Sus empleados se estremecian de terror con la sola idea de hacer algo mal en su trabajo y provocar su furia.
Porque Lehnsherr podía intentar ser paciente y aguantar los errores de los homo sapiens pero cuando no lo soportoba más y dejaba fluir su enfado, sus empleados no salían muy bien librados.
Él tenía un aura amenazante difícil de igualar.
Y, sin embargo, estaba casado con el hombre más dulce que había pisado la Tierra. De brillantes sonrisas, plena esperanza en la humanidad, hermosos ojos azules, infinita paciencia y unos labios rojos. Charles Xavier, ése hombre que siempre veía lo mejor de alguien.
Así que Erik era fiel creyente de que, en muchas ocasiones, los polos opuestos se atraen. Su relación con Charles demostraba aquello.
Porque Charles era como un esperanzador día soleado y él era como un deprimente día nublado.
Para muchos, era impresionante el cambio de actitud que adquiría Erik al estar con su familia. Les rodeaba un aura rosa amorosa, digna de una familia feliz, aquella aura era un total contraste a la que Erik emanaba habitualmente.
El controlador de metales solamente le abría su alma a su amada familia. Tenía una brillante sonrisa que mostraba todos sus dientes, únicamente si se encontraba con Charles, Wanda y Pietro.
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Él solía ir diariamente a un local donde encontraba libros extraordinarios a precios razonables. En un principio, asistía por los libros claro está, pero sus motivos para estar ahí cambiaron cuando un castaño de ojos azules comenzó a frecuentar tal local.
Después de haberlo visto unas cuantas veces entre las enormes pilas de libros empolvados, lo único que le interesaba al ir allí era encontrarse con él. Y día que no veía al hombre era día en el que entristecia.
Y su corazón saltaba cuando por casualidad sus ojos se encontraban.
Finalmente, un día, armado de valor, se decidió a hablarle con palabras y ya no con miradas. Le encontró leyendo la sinopsis de un libro y, tal vez, porque el mundo decidió conspirar con Erik, ese libro lo conocía a la perfección.
-Es un libro excelente-
Aunque en el interior el de ojos azules se había sobresaltado, se vio impasible en el exterior. Levantó la vista de las letras que anteriormente leía con atención y fijó su vista en el hombre que le había dicho aquellas palabras.
-Ah, ¿De verdad?- Preguntó con una sonrisa, aunque en ese momento no podría importarle menos si el libro era bueno o no.
-Es de mis favoritos-
-Supongo que tendré que leerlo entonces-
Ahí comenzó a formarse apenas, lo que sería una efímera amistad que pronto se convirtió en una relación amorosa.
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Se encontraba viendo una película, Charles a su lado con la cabeza recargada en su hombro. Sus pequeños que prefirieron echar una cobija al suelo y acostarse sobre ella con un plato de palomitas en lugar de sentarse en alguno de los otros sillones disponibles.
El rey león, a petición de sus hijos.
Y ¡Oh diablos! Que se aproximaba la escena donde el tal león Musasa moría.
-¡Papá, papá! ¡¿Mufasa está muerto?!- Preguntaron sus pequeños al mismo tiempo, ambos alarmados y con los ojos llorosos.
Ah, Mufasa.
-Eh...- ¡Ayúdame Charles! Pidió mentalmente.
Pero éste le respondió (igual por telepatía) que él había prometido darle la noticia a sus hijos sobre personajes animados muertos. Él no recordaba haber prometido tal cosa.
¿Cómo le diría a sus pequeños de seis años que el maldito león estaba muerto?
-Mufasa... Irá a un lugar mejor niños... Al cielo de los leones...- Se dió cuenta de que eso sonó menos estúpido en su cabeza.
-¡Entonces está muerto!- Replicaron los dos.
Oh Mufasa por qué tenías que morir.
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-Charles yo nunca prometí anunciar la muerte de personajes ficticios-
-Claro que lo hiciste, está en el contrato de ser un buen padre-
-No existe tal contrato-
-¿De verdad?- Le preguntó como si estuviese estupefacto.
Se aproximó a él y le tomó de la cadera mientras sus rostros estaban peligrosamente cerca -Eres un... Tramposo-
-Tal vez lo soy-
-La próxima vez que muera un personaje tú tendrás que decirles-
-No, no lo haré- Rió.
-Sí lo harás-
Y Erik cerró la discusión robandole un beso a Charles.
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-¡Rápido Pietro!- Exclamó Wanda.
-¿Estás seguro de que papi esconde las galletas ahí?- Preguntó Pietro, algo molesto porque su hermanita lo había apurado ¡Por favor! Él era muy muy veloz.
-Sí, vi que las escondió aquí el otro día-
-¿Y por qué no usas tus poderes para bajarlas?-
-Porque aún no los manejo bien, bobo-
-No me llames bobo, boba-
Comenzaron una riña, olvidándose del objetivo inicial, tomar las galletas con trabajo en equipo.
Finalmente la pelea despertó a su papi.
-Wanda, Pietro- Los llamó autoritario. - ¿Qué hacen despiertos y en la cocina?-
-Nada- Respondieron intentado parecer totalmente inocentes.
-No me mientan-
-Bueno, queríamos galletas-
Wanda y Pietro fueron levemente regañados por su papi Charles, quien finalmente los llevó a acostarse, los cubrió con las sábanas, les dio un beso a cada uno y volvió a su habitación.
-No volvamos a pelear Pietro-
-No Wanda-
-Necesitamos ser un equipo para conseguir las galletas a la próxima-
-Sí, vamos a ser como el Capitán y Bucky-
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-Crecen tan rápido- Comentó Erik mientras pasaba su mano suavemente por el cabello de Charles.
-Lo sé- Sonrió con una mirada soñadora, probablemente perdiéndose en recuerdos de antaño.
-Pareciera que fue ayer cuando eran así de pequeños- Con las manos indicó el tamaño aproximado. -Eran tan ligeros y se veían tan frágiles-
-Tú al principio los cargabas como si fuesen a romperse- Dijo Charles con una brillante sonrisa.
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Sus hijos nunca dormían sin que les contasen un cuento y Charles sabía que la lectura ayudaba a que sus hijos aprendieran cosas. En especial los cuentos infantiles, que les dejaban muy en claro una pequeña lección.
-...Hermes pensó que ya no iba a ser un niño común y corriente sino un árbol, ya no podría jugar, ni tener amigos mucho menos ir a la escuela: "¿Quién imagina un árbol dentro de un salón de clases?"Hermes se puso a gemir pero entonces... ¡Despertó! Corrió hacia el cuarto de su mamá y le contó su pesadilla. "Ya, no pasa nada, sólo fue un sueño" le dijo su mamá.- Terminó de contar y Wanda se veía un poco asustada mientras que Pietro parecía dudar entre si asustarse o impresionarse. *1
-Ya no te vamos a desobedecer jamás papi- Exclamó Wanda.
-Vamos a hacerte caso papi- Dijo Pietro.
-No quiero ser una planta papi-
-Bueno, en realidad suena un poco genial- Pietro parecía un poco emocionado.
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-Mira papá, ya acabé mi dibujo-
-Yo también-
Sus hijos le extendieron orgullosos dos hojas de papel llenas de garabatos coloridos.
Erik los examinó un rato para luego decir:
-Ambos son increíbles, impresionantes, mis pequeños artistas- Exclamó y despeino un poco el cabello de sus hijos. -Vamos a pegarlos en el refrigerador.
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-Papi, papá- Les llamó Pietro.
-¿Si?- Preguntaron ambos.
-Queremos una hermanita- Dijo Wanda.
-No Wanda, un hermanito-
-Bueno, hermanita o hermanito lo vamos a querer y a cuidar así que ustedes pueden decidir- Exclamó Wanda.
Ambos adultos aún no salían del schock de que sus hijos les pedían (les exigían, sus miradas decían que no lo pedían, lo exigían) un hermanito/hermanita.
-Lo más pronto posible por favor- Agregó Pietro.
Y aún eran demasiado pequeños como para que Erik y Charles siquiera considerarán hablarles de "el polen y las abejas"
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-Papi, ¿Vas a hacer pastelitos?-
-Sí cariño-
-¿Podemos ayudarte papi?-
-Por supuesto-
-Yo también ayudaré- Se unió Erik junto con sus hijos.
Charles sabía que su esposo era un excelente cocinero, pero era un desastre para los postres, así que tuvo que explicarle a los tres cómo hacerlo.
Todo era un desastre, un caos. Pero uno divertido. Wanda y Pietro se lanzaban harina entre sí, ocasionalmente a sus padres. Los adultos igual. Y cuando Erik ensució la nariz de Charles con chocolate para luego besarla, los pequeños se quejaron "asqueados" mientras reían.
Los cuatro terminaron llenos de harina y chocolate. Y la mayoría de los pastelitos terminaron quemados.
Pero algunos se salvaron y pasaron un cálido tiempo familiar.
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-Papá, queremos ver una película-
-De acuerdo- Aceptó y miró a Charles.
-Buscaré una película donde nadie muera- Susurró Charles.
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-Papá, tienes que reparar al señor abrazos- Dijo triste mientras le mostraba su destrozado osito de peluche.
-Oh por Dios- No pudo ocultar su sorpresa. - ¿Qué le pasó?-
-Pietro lo hizo-
-¡Dijiste que me perdonabas!-
-Te perdono Pietro, pero eso no repara al señor abrazos-
Erik tomó al animal de felpa y aquello no parecía tener arreglo.
-Tú tienes que poder repararlo papá, porque eres super papá y mueves metales-
Erik le contó la historia del pobre peluche a Charles y le pidió ayuda.
-Anda super papá, yo te ayudaré- Sonrió y comenzó a sacar hilo, aguja, relleno, etcétera.
-Supongo que hoy no dormiremos-
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-Erik-
-¿Qué sucede?-
-Le hemos cumplido el deseo a Wanda y Pietro-
-¿Qué deseo?- Le miró confundido, olvidándose del periódico que leía aburrido.
-Un hermanito... O hermanita-
Erik quedó paralizado por un momento. Luego se repuso y preguntó asombrado y esperanzado.
-¿Hablas enserio Charles?-
-Muy en serio-
Lehnsherr lanzó el periódico al suelo, se levantó rápidamente y abrazo a Charles, tomando su rostro entre sus manos y repartiendo besos.
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Era el turno de Erik de contarle a sus retoños un cuento. Y no tenía idea de cómo hacerlo ¡Charles era bueno con los cuentos! ¡Él no!
-Eh... Erase una vez una pequeña princesa y un pequeño príncipe que querían tener un hermanito-
-Mejor una hermanita- Interrumpió Wanda.
-Eh... Sí. Entonces ellos tuvieron la idea de consultar a un mago...
Erik continuó contando la historia lo mejor que pudo.
-... Y así fue como consiguieron tener un hermanito-
-Fue un cuento terrible papá- Expresó Pietro.
-Definitivamente papá-
-Además de que me hiciste recordar que aún no tenemos nuestro hermanito-
-Sí papá, ¿Y nuestra hermanita?-
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-Bueno, dijeron que nuestro hermanito se va a tardar en llegar-
-Así que Pietro y yo decidimos que mientras esperamos sería justo que nos recompensaran con unos perritos-
Charles y Erik suspiraron.
Difun