Esa mañana Gray había despertado más emocionado que nunca, ese día era especial, era el día de su boda con Natsu. Había cambiado tanto desde que habían comenzado a salir, sentía que nada podía salir mal, se sentía tan feliz, tan fuerte. Por primera vez en su vida todo era perfecto y se lo debía a Natsu.
Había sido una relación con altibajos, como en todas habían tenido diferencias y discusiones pero Gray pensaba que eso era algo sin importancia pues al final habían logrado arreglar las cosas. Natsu le había prometido estar siempre con él y Gray le había abierto su alma y le había entregado su corazón.
"¿Por qué me hiciste esto a mi? ¿Por qué te fue tan fácil hacerme esto a mi?"
Termino de arreglarse mientras pensaba en su prometido, seguro el idiota de Natsu necesitaría ayuda hasta para atarse la corbata, rio por lo bajo pensando en ello. De ahora en adelante el lo haría por Natsu y eso lo hacía tan feliz. Se sentía completo.
Se sentó en la cama viendo su reflejo, tenía un hermoso traje blanco, sus ojos tenían un brillo especial y una sonrisa se había pegado a sus labios. Estaba un poco nervioso pero confiaba en que todo estaría bien y en que Natsu le daría los ánimos necesarios cuando le viera.
Nunca se le cruzo por la mente que ese día no sería como lo había planeado por eso cuando Erza entro y le entrego una carta con mirada preocupada Gray sintió que se le iba el aire y se sintió aun peor cuando leyó su contenido. Era una nota corta y simple que lo había destrozado en segundos.
"Gray lo lamento mucho pero me equivoque al pedirte que te casaras conmigo, no te amo."
Sin darse cuenta gruesas lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras sentía una gran opresión en el pecho y un lastimero gemido de verdadero dolor salió de su boca. Se dejo caer al suelo y arrugo el papel entre sus manos mientras su vista se nublaba y su mente se perdía.
"¿Por qué me hiciste esto a mi? ¿Por qué te fue tan fácil hacerme esto a mi?"
Gray no supo que sucedió después de eso, el sonido, las sensaciones, todo a su alrededor desapareció para él ahogado por el inmenso dolor que sentía en su corazón. Cuando despertó se sentía muerto en vida, como una muñeca de trapo, sin ganas de hacer nada.
Erza y los demás lo miraban preocupados, Gray había dejado de comer y apenas lograba dormir un par de horas por lo que tenía unas enormes ojeras y había perdido tanto peso que podían ver sus huesos a través de su piel.
Más de una vez habían intentado ayudarlo pero Gray había fingido estar bien diciendo que solo necesitaba tiempo para pensar y asimilar las cosas, fingía sonrisas hacia ellos y después volvía a su encierro, la soledad se había vuelto su única constante.
"¿Por qué me hiciste esto a mi? ¿Por qué te fue tan fácil hacerme esto a mi?"
Comenzó a preguntarse ¿qué lo retenía? No tenía nada, Natsu se había llevado sus sueños y los había destrozado, se había llevado su corazón con él y jamás podría recuperarse de esa desilusión, había amado al pelirrosa como a nadie y ahora le mataba verlo aunque fuera en sus recuerdos.
Parecía que apenas ayer Natsu estaba riendo a su lado, comiendo junto a él, recostado en su cama y entonces abría los ojos y volvía a llorar al ver su casa tan vacía y sola. Como deseaba poder odiar al pelirrosa sin terminar odiándose el.
En un arranque había destrozado más de la mitad de sus cosas, fotografías, cartas, todo lo que hubiera estado en contacto con el pelirrosa, había gritado y golpeado hasta quedar agotado pero no le había ayudado pues al día siguiente se había sentido igual de vacío.
"¿Por qué me hiciste esto a mi? ¿Por qué te fue tan fácil hacerme esto a mi?"
Natsu había terminado por volver al gremio después de haberse ido por unas semanas para dejar que se calmaran las cosas y por supuesto que había evitado al azabache a toda costa, cosa que no era tan difícil ya que Gray apenas y salía de su casa.
Todos veían mal al dragon slayer, peor aún desde que se habían enterado de que la razón por la que había dejado a Gray plantado en el altar era porque se había escapado con Lisanna con quien mantenía una relación de meses a espaldas de Gray.
Después de haber llorado por tanto tiempo Gray sintió que ya no podía derramar más lágrimas, escribió una carta con lo último que quedaba de dolor en su rota alma antes de que esta terminara de hundirse en la oscuridad.
Tomo la carta y la metió en el bolsillo de su abrigo y salió de su casa, después se cerrar la puerta dejo la llave sobre el marco de la puerta, ya no le sería útil después de todo. En el camino se encontró con el azul exceed que le sonrió tristemente.
Gray tomo a Happy entre sus brazos y lo abrazo fuertemente pidiéndole que le entregara la carta en su bolsillo a Natsu diciéndole que saldría unos días fuera para aclarar su mente. El exceed asintió y le deseo mucha suerte antes de irse a buscar al pelirrosa.
Happy le entrego la carta al mago de fuego quien se fue a casa y dudo antes de abrirla, al final lo hizo era lo menos que le debía al azabache después de lo que le había hecho, esperaba que fuera una carta de odio pero al leerla sintió como se estrujaba su corazón.
"Ese día cuando me dejaste ahí, sin importarte lo cruel que era huir así, hiciste que respirar me fuera imposible, me dejaste sintiéndome tan solo, vacio, insignificante. Las cosas después de eso no fueron fáciles, ya nada era sencillo. ¿Alguna vez me amaste o te importe siquiera? Me he dejado consumir por el dolor y la oscuridad que lleno mi alma, debí saber que esto no era real. No quiero tu lastima aunque a veces desearía poder regresar el tiempo atrás y que esto nunca hubiera pasado, pero ya es muy tarde y solo me queda decirte adiós."
Mientras Natsu terminaba de leer aquella carta sus lagrimas comenzaron a correr no tenía idea del daño que le había hecho al otro hasta ese momento.
En otra parte lejos de ahí Gray veía hacia el vacio con la mirada perdida, se encontraba en el techo de la iglesia, donde debió haber pasado el día más feliz de su vida. Cerró los ojos y lo único que pudo sentir fue el viento acariciando su cuerpo una última vez.