— ¿Lo hicieron?
SeungHyun sintió lo mismo. (Lo mismo que Ji)
Ji sabía la respuesta, los había visto un par de veces coqueteando bajo las luces de colores de la discoteca. Ji sabía todo lo que podía saber sin espiar entre puertas entreabiertas. El colmo fue que las sabanas tuvieran un olor distinto, que los toques de SeungHyun fueran diferentes, que los besos fueran a ojos abiertos. Ji no podía más, e incluso si pudiera, no se iba a permitir ser la comidilla de rumores de sobre mesa.
— Dime.
La voz de Ji estaba al rojo vivo, de ese rojo sanguinario por haber perdido. SeungHyun bajó la mirada que le pesaba de arrepentimientos y de lágrimas. Ji tenía los ojos fijos en los labios temblorosos de SeungHyun.
— Sí…
Se escuchó en el apartamento. “Sí…” ese era el eco que salió de la boca de Ji. “Sí…” ese fue el punto final. Ji no estaba para disculpas, ni pedidos. SeungHyun sabía que Ji no iba a prestarse a más drama. Ninguno maldijo. Ninguno hizo algo fuera de lo normal. Ji tomó sus maletas, que había hecho de ante mano, y se largó, sin decir adiós, sin mirar atrás. A SeungHyun el peso del engaño lo soltó de la espalda, y se sintió tan liviano que cayó sobre sus rodillas. SeungHyun lloró lo que tenía que llorar por ocho años de relación que parecía ser ideal.
Antes de que el sol diera rastros de su salida, SeungHyun tenía a otro hombre entre sus brazos, absorbiendo el único calor que necesitaba, y que provenía de la misma persona que había roto el ideal. A SeungHyun no le importaba lo que fue, lo que dejó atrás. SeungHyun se dedicaba a rodearlo, besarlo, acariciarlo, lamerlo, chuparlo, a mirarlo como jamás hizo con alguien, y todo, sin embargo, estaba tan lejos del amor, al menos del tipo convencional, de ese que hace que el sufrimiento valga la pena.
— ¿Cuánto tiempo… me puedo quedar?
Dijo una voz ronca a su oído. SeungHyun se volteó y lo miró extrañado. Hasta que te dure el cariño.
— Lo que quieras.
Respondió a pesar de que la lengua le quiso pasar una mala jugada y revelar la verdad.
— Mmmm… vendré cuando pueda.
Bae levantó la cabeza y miró a SeungHyun con burla. Bae sabía todo lo que necesitaba saber sin enamorarse. Bae ya tenía lo que siempre quiso, y lo que nunca necesitó. Bae estaba feliz, de pura compasión besó a SeungHyun largo y tendido, no dejó que el deseo se le escapara de las manos, no iba a tener más sexo por esa noche que estaba por terminar.
— Seung… — dijo Bae acariciando el rostro de su nuevo juguete — Seung… — susurró Bae y sonrió — Seung… ¿está bien que duerma contigo hoy?, ¿está bien que te abrace toda la noche?, ¿está bien solo por hoy?, ¿cierto?
— Sí, hoy y mañana, cuando quieras.
Bae rio. SeungHyun lo abrazó fuerte, besó su frente y delineó la esculpida espalda con sus finos dedos. Bae no se quedó atrás, tenía que tratar bien a lo que tanto le costó obtener, así que dejó pequeños besos sobre la clavícula de SeungHyun, lo abrazó devuelta, y lamió su hombro.
— Podemos estar así todo lo que queramos. Sin miedo.
Afirmó Bae, solo para darse cuenta de que lo había logrado. SeungHyun era suyo hasta que se aburriera y encontrara algo mejor con que jugar.
— ¿Tenías miedo?
— Un poco. No sabía si me querías.
— Te quiero.
Bae sonrió. SeungHyun sintió la sonrisa sobre su hombro.
Seunghyun sintió lo mismo. (Bae no sintió nada)