“¿En que estaba pensando? Soy chico muerto ¿Ahora a donde debo dirigirme? Regresar sería muy arriesgado y probablemente me vaya a buscar ahí, sería demasiado obvio entonces que si le robe ¿Qué hago?” Su desorden mental lo mantuvo ocupado y distraído ya que, para cuando se percató, estaba en un lugar desconocido. Abruptamente detuvo su carrera mirando en todas direcciones en busca de su perseguidor que no encontró.
Su ritmo cardiaco estaba al borde del colapso, además la pérdida de sangre incrementó su fatiga. Debía descansar unos momentos, en caso de que volviera tener que correr no aguantaría mucho, también tratar su herida que, aunque no era grave, si le estaba causando molestias.
Inocentemente pensó en entrar a un establecimiento del lugar que tenían pinta de restaurantes, sin embargo no tenía conocimiento de que se encontraba en la zona roja de la ciudad, eso lo averiguo un poco después.
Se dirigió a un local que tenía un enorme letrero iluminado con luces de neón y un nombre extraño. A la entrada se encontraba un hombre fornido que, no notó cuando Yugi entró.
El intenso aroma a tabaco, licor y perfume barato inundaron la cansada y agitada conciencia del menor que, por unos segundos se sintió desfallecer, sólo rogaba porque no le negasen un vaso con agua.
Al llegar a la barra, la encontró atascada de hombres que frenéticamente pedían exactamente lo mismo. Yugi, con la garganta seca sólo atinó a alzar el índice en señal de pedir al barman una bebida. Bebida que al fluir por las papilas gustativas del pequeño, lo indujeron a un estado de relajación que nunca recordaba haber sentido, se sintió liviano y somnoliento, lleno de energía pero a la vez débil. Como pudo intento sostenerse de algo para no caer, la cabeza le daba vueltas y sus sentidos del olfato, gusto y tacto se agudizaron mientras que la vista y el odio se volvieron morosos.
No supo en qué momento se encontraba sujetándose de alguien, caminando hacia lo que parecía ser una habitación, no podía reaccionar, su cuerpo no respondía.
La habitación a la que entró era pequeña, sólo había un sofá y una cama “¿Qué es esto?” se preguntaba para sus adentros. Se recostó y se perdió en sus sueños.
Sintió que lo zarandeaban, quiso ignorarlo, quería seguir durmiendo, le taladraba la cabeza y le gruñía el estómago. Pero no dejaban de insistir.
-¿Qué quiere? – Respondió poniéndose la almohada sobre la cabeza.
-¿En serio te quieres quedar aquí? - ¿De quién era esa voz que le resultaba peculiarmente familiar? – Vamos, si te quedas más tiempo tendrás serios problemas y yo también. Muévete, anda.
Como pudo, se incorporó e intentó enfocar su vista en la persona que le hablaba pero su vista seguía borrosa.
-Discúlpame, no me siento bien ¿Podrías ayudarme?
Su compañero resoplo pesadamente y lo ayudo, una vez salieron del establecimiento pidieron un taxi que los llevara al centro de la ciudad. Aún estaba oscuro, Yugi especulo que eran alrededor de las 3 – 4 de la madrugada, estaba con un completo extraño y no tenía idea de a donde lo llevaba.
-¿A dónde me llevas?
-Vamos de regreso al departamento. Relájate, en cuanto estés más consiente te pondré al tanto.
Tenía miedo, no tanto como el que experimento al huir de Bakura, algo de ese chico lo relajó.
CONTINUARA