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사랑의 꿈 (Sarangue kkum) por DarkSide

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Notas del fanfic:

Creo que esto es lo mejor que he escrito en mucho tiempo ¨rie¨. Me he tomado el tiempo de investigar ciertas cosas, sin embargo he mezclado algunos matices sobre Japón y Corea, además de inventar otras tantas, aunque de igual forma mantuve algunos nombres historicos, Si quieren buscar mas información sobre la era Joseon y los palacios solo deben googlear el nombre.

Bienvenidos a mi nueva historia, espero sea de su agrado. 

Les advierto que será un largo camino el que recorramos juntas.

사랑의 (Sarangue kkum)

Sueño de amor

Capítulo 1: Promesas de sangre

 

“Pareces una mujer”

“Eres hermoso”

“Te deseo”

“Nunca había visto a nadie tan bonito como tú”

“Se mío”

Palabras, regalos, ofrecimientos, dinero. Los hombres siempre le prometían el cielo si accedía a pasar una mísera noche con ellos, mientras que si se negaba lo hacían conocer al mismísimo infierno.

Él era un hombre, así había nacido bajo el seno de una familia de clase baja. Sin embargo, a pesar del bajo perfil de su familia, Lee Taemin siempre había sido reconocido por su andrógina belleza que lo hacía ser un raro espécimen con el que los hombres se obsesionaban en poseer, como si se tratara de un vil objeto que pudieran comprar.

Su familia se vanagloriaba de su belleza y siempre que podían le sacaban provecho, fomentando los regalos y las ofertas de dinero que los hombres ofrecían por él. Su belleza fue tan proclamada en la tierra, que distintos pueblos fueron conocedores de su nombre, sembrando la incertidumbre y curiosidad de muchos, preguntándose quién sería el afortunado hombre que lograse atrapar a aquella escurridiza mariposa que jamás había aceptado a nadie en su lecho.

 Taemin nunca se había enamorado de nadie, era un tanto tímido y reservado, no le gustaba llamar la atención y detestaba esa extraña leyenda que se estaba formando en torno a su persona como “el joven más bello que las flores” (aleumdaun 아름다운), y definitivamente odiaba que las personas lo idealizaran tanto. Él era un simple chico de 16 años, quería salir y disfrutar la vida como lo hacían los jóvenes a su edad, bañarse en el rio, ensuciar sus ropas y cortarse el cabello en una melena dócil, pero no podía, su familia lo sobreprotegía por los beneficios que ello les daba, no le permitían ensuciarse, ni cortarse el cabello, su cuerpo era débil y por ello tampoco le permitían ejercitarse con el fin de mantener esa figura andrógina que al mundo le llamaba tanto la atención.

Se sentía miserable viviendo de aquella manera y no hallaba la manera de ser libre.

Tanta fue su fama que su nombre llegó a oídos del emperador, el cual buscaba un doncel para su heredero al trono, el príncipe Han Seo, el mejor hijo que pudo engendrar, valeroso como ninguno, apuesto y audaz, necesitaba a alguien que pudiera estar a su altura y según lo que contaban, nadie cumplía tanto los requisitos como aquel chico. Inmediatamente lo mandó a llamar, mandando a una escolta con su mejor soldado, el general Shim Changmin y demás soldados con la firme misión de traer como fuese a ese muchacho, ofreciéndole todo lo que pidiera.

Al amanecer del día siguiente, los soldados ya habían partido su rumbo.

Lee Taemin vivía en la provincia de Busan por lo que los soldados se demoraron 3 días a toda marcha en llegar a su destino. El ambiente era bastante tranquilo, distaba bastante de la atochada Seúl llena de personas y vendedores por las calles. Los soldados se vieron relajados en cuanto miraron el bello paisaje que los rodeaba. La casa de Taemin estaba en una de las colinas del pueblo, donde se erguía orgullosa entre los árboles. El general Shim fue el encargado de llamar a la puerta y solicitar ver al chico, topándose de frente con la madre del susodicho que dichosa como ninguna salió corriendo en busca de su hijo mayor para darle la gran noticia. La mente de la mujer no dejaba de imaginar la bella vida que tendrían viviendo en el palacio con cientos de sirvientes complaciendo todos sus caprichos, la bella ropa que portaría y los manjares que degustarían, por ello el cielo se le cayó a los pies cuando su hijo con toda la seriedad del mundo le dijo:

-Madre, dígale a los soldados que agradezco el interés del emperador en mí, pero que debo negarme a su petición y que les deseo lo mejor en su viaje de regreso a palacio- mencionó mientras jugaba con su cabello en el silencio de su habitación. Su madre no lo soportó y en un brusco jalón de cabello lo atrajo hacia sí.

-Querido hijo, creo que no estas comprendiendo la situación, el emperador no hace peticiones, sino que da órdenes y no tienes motivos para negarte, piensa en la perfecta vida que tendremos de ahora en adelante, nuestro futuro estará asegurado si te casas con el príncipe heredero- la mujer intentó controlar su tono de voz porque sabía lo insolente y terco que podía llegar a ser su hijo, por ello deseaba hacerle entender de buena forma que se estaba comportando con estupidez. Taemin la miró fijamente.

-Mi felicidad no es esa madre, yo me casare con la persona a la que le entregue mi corazón, a la cual ame profundamente- le arrebato el cabello que su madre estaba jalando y se incorporó de su asiento con la gracia que lo caracterizaba- Iré personalmente a informárselo a los soldados que se tomaron la molestia en venir.

El general Shim Changmin y sus demás soldados eran hombres amables que la guerra había endurecido y la vida golpeado, por tanto, habían pocas cosas en la vida que lograban sorprenderlos, puesto que habían visto las cosas más horribles de la tierra y al mismo tiempo las más bellas. Sin embargo, nunca nada los hubiera podido preparar para lograr comprender la belleza de aquel ser que abrió la puerta del salón para ingresar en ella. En ese momento el general comprendió porque se hablaba tanto de ese chico y porque su nombre había atravesado tantas millas hasta llegar a oídos del emperador. Lee Taemin era arrebatadoramente bello, hermoso de una manera que no podía ser terrenal, con sus grandes ojos marrones perfilados bajo largas pestañas que eran enmarcadas por finas cejas que se curvaban con elegancia, con una nariz pequeña pero alargada que terminaba en unos labios que solo se podían comparar a un botón de rosa por su color y forma, todo aquello acompañado por un cutis blanco y etéreo como la nieve y el cabello más negro bello y liso que cualquiera pudiera tener. Súbitamente, el general olvidó como hablar en cuanto aquellos ojos se toparon con los suyos y se llevaron su cordura con él.

Taemin los saludó a todos con una reverencia, pero se dirigió directamente al general que aún se encontraba estupefacto por su apariencia.

-Estimado general Shim- Changmin se deleitó en como pronunció su nombre y de conocer el melódico tono de su voz- agradezco mucho su visita y me alaga en demasía que el emperador solicite mi presencia en palacio. Sin embargo- hizo una pequeña pausa para luego sonreír y mostrar sus perfectos dientes- no deseo moverme del lugar en el cual he nacido, ni planeo casarme con el príncipe heredero al trono. Así que, si me disculpa, volveré a mis aposentos- les dedicó a todos, una larga mirada de despedida- Que tengan un buen viaje de regreso.

Antes de que Changmin pudiera hablar, la madre de Taemin apareció en el salón, completamente exaltada gritando

-¡Niñito estúpido! No puedes rechazar al príncipe heredero- se dirigió a Changmin y le tomó la mano temblorosa- No lo escuche general Shim, el niño desvaría a veces y no sabe lo que dice. Debemos partir cuanto antes a palacio, no hay que hacer esperar al emperador- la mueca de disgusto en el rostro de Taemin solo logró hacerlo un poco más humano, pero aun así bello como ninguno.

Changmin se detuvo a mirar de nuevo a aquel rostro tan bello, que se mostraba molesto ante la situación. Y se dio cuenta que había encontrado su destino, lo sentía en el correr de su corazón, protegería a aquel ser indefenso que parecía no darse cuenta del efecto que había causado en todos los soldados que se encontraban en la habitación. No pudo evitar pensar que por bellezas así, guerras interminables podían ser peleadas.

Hizo una señal y todos los soldados se arrodillaron justo antes de que él se uniera a la acción. Taemin se mostró sorprendido.

-Mi señor, le rogamos y suplicamos que venga con nosotros. Su vida en palacio será todo lo que alguna vez haya soñado, nuestro emperador ruega su presencia al igual y se preocupa tanto por usted que nos mandó a todos nosotros por usted con el fin de protegerlo y que nada le ocurra- tuvo el valor de volver a mirarlo a la cara y murmurar- Se lo suplico.

Hubo algo en los ojos de aquel imponente hombre que remeció el corazón del bello chico, quizás fue la forma humilde y desprendida de mencionar esas palabras, varios hombres ya se habían arrodillado ante él, pero nunca un poderoso general de ejército. Taemin se mostró melancólico súbitamente y recordó su vida, todo lo que se podía resumir en sus 17 años de vida no eran más que tormentos y molestias, nunca había logrado ser completamente feliz ni libre. Quizás siendo el esposo del príncipe heredero podría llegar a alcanzar aquello que las personas llamaban felicidad y solo quizás, podría amar al príncipe de la manera que soñaba con amar a alguien.

- ¿Se ha enamorado usted alguna vez general? - inquirió sorprendiendo a todos. Changmin se detuvo un momento antes de pronunciar con calma.

-Si mi señor- “acabo de hacerlo” pensó.

- ¿Qué se siente? Dígame usted, ¿Qué será de mi sino logro amar al príncipe heredero? ¿Podría prometerme usted que seré feliz a su lado y que por fin dejaré de ser desdichado? El emperador no es el primero que me hace esa clase de ofrecimiento, si bien es el más poderoso, las palabras que usted me ha dicho las he escuchado millones de veces de la boca de cientos de hombres. Nunca nadie, a pesar de sus regalos, de sus palabras, de sus acciones ha logrado conmover mi corazón… ¿Qué me asegura usted general? ¿Podría jurarme con su vida que seré feliz en palacio? – terminó su discurso azorado, con los ojos brillosos y la mirada anhelante y suplicante. A Changmin le pareció fascinante leer el miedo y la soledad en la pureza de sus ojos y no dudó ni un segundo en afirmar.

-Le doy mi palabra de guerrero, mi valor como soldado y mi vida como hombre, jurándole aquí frente todos mis hombres, que usted será feliz en palacio- “yo mismo, con estas manos daré hasta mi vida para hacerlo feliz”

Un extraño sentimiento se apoderó del corazón del joven, turbado, no sabía que era aquello que estaba sintiendo en su interior cada vez que esos fieros ojos negros se topaban con los suyos. Pero fuera lo que fuese, le causaba confianza, por algún motivo Taemin sabía que el general jamás le mentiría ni le haría daño. Ni un segundo más pasó hasta que Taemin le habló a su madre.

-Querida madre, es hora de marcharnos. Hay que elegir el equipaje.

El grito de victoria de los soldados se dejó oír por todo el pueblo, dichosos de tener a un ser tan bello para su reino. El general se incorporó en su imponente altura y desde allí miró a Taemin.

-Será un placer servirle, mi señor- y la sonrisa que le regaló fue el mejor momento de toda su vida.

 

 

-s-

 

 

Taemin nunca antes había ido a Seúl, por ello desde el carruaje no dejo de impresionarse por las vistas que la capital le regalaba. Cientos de personas y animales transitaban con rapidez en anchas calles de tierra. Era impresionante la variedad de productos que se vendían, y su valor. Nunca le había gustado salir mucho de su casa, siempre que lo hacía llamaba demasiado la atención y las personas se le acercaban curiosas por su apariencia, pero ahora quizás lograría pasar desapercibido entre tantas personas que se veían tan ocupadas con sus propias vidas. En el carruaje su madre parecía ser la más feliz de todos, mientras que sus hermanos miraban con aburrimiento el paisaje. Taemin era el mayor de todos ellos, y su adoración más grande, los gemelos Lee Taehyun y Lee Taesung de 13 años poseían un tercio de la belleza de su hermano mayor, con esos ojos grandes y bonito cabello. Taemin siempre había envidiado su libertad y su tierna infancia, aquella que a él por su apariencia se le había arrebatado.

-Hyung ¿Por qué tuvimos que irnos de casa? - preguntó Taehyun con sus ojitos brillantes. Taemin le sonrió amablemente mientras posaba una de sus manos sobre los finos cabellos de su hermano.

-Porque desde ahora en adelante, nunca más viviremos mal Taehyun, podrás comer lo que quieras y podrás asistir a la escuela- desde el otro asiento Taesung saltó emocionado.

- ¡¿Podremos asistir a la escuela hermano?!- el hermoso joven sonrió enternecido. Era consciente de que Taesung era un chico sumamente inteligente y capaz, su hermano siempre leía todos los libros que caían en su poder, y el más de una vez le había pedido a alguno de sus pretendientes que como regalo le mandara la mayor cantidad de libros posibles para que su hermano pudiera regocijarse con ellos.

-Por supuesto que sí, mis bellos dongsaes- los encerró a ambos en un apretado abrazo que hizo que los gemelos Tae quisieran huir avergonzados de la impropia acción de su hermano mayor.

Una hora después el carruaje se detuvo y Taemin se puso nervioso, las manos le sudaron y comenzó a tocarse afanosamente el cabello. No era que no se sintiera confiado de su belleza, es solo que tenía miedo de conocer al príncipe y arrepentirse de haber accedido de ir a palacio y desear salir corriendo. Las puertas se abrieron y los soldados se encargaron de ayudarlos a bajar para que no se hicieran daño. En cuanto sus pies tocaron el suelo, Taemin se dio cuenta que había tomado una decisión que cambiaría su vida completamente, al contemplar el Palacio Gyeongbokgung y la inmensidad de su fuerza y riqueza. Durante su vida había escuchado mil veces la historia del emperador Lee Seong-Gye, de cómo había librado cientos de batallas y como mandato especial había mandado a construir aquel palacio, lleno de reliquias, detalles e historias, justo en el corazón del país para gobernar de manera justa y honorable. Ninguna descripción podía hacer honor a tan magistral obra arquitectónica, era, simplemente alucinante.

Los soldados los llevaron a través de los enormes patios y salones rojos, cubiertos de oro, jade y demás piedras preciosas que solo exageraban la riqueza del lugar. En todos los salones había cientos de sirvientes, limpiando, o simplemente haciendo guardia. Taemin se dio cuenta que su mundo acababa de abrirse a mil oportunidades, puesto que el mundo en el que antes de hoy vivía era insignificante en comparación. Taemin fue separado de su familia y llevado a un salón más pequeño donde 10 mujeres de distintas edades lo esperaban expectantes, donde todas ellas suspiraron emocionadas al mirarlo a la cara

-¡Pero que chico tan hermoso!- gritó una de ellas, que casi se cae por el flequillo de su hanbok. Las demás solo corearon frases parecidas hasta que la última chilló.

-¡Pero imaginen la belleza del primogénito de nuestro príncipe con este bello doncel!- todas quedaron soñando con un ser fuera de esta planeta. Taemin estaba completamente azorado y avergonzado de la conducta de las mujeres que sin previo aviso lo tomaron de las manos y comenzaron a desvestirlo. Sin tener derecho a quejas, aquellas mujeres lo bañaron entre las especias más finas, llenaron su cuerpo de cremas, peinaron su cabello y lo enfundaron en un bellísimo hanbok rojo carmín con detalles dorados en los bordes. Desde pequeño al hermoso joven lo habían guiado en el camino de la higiene y el buen vestir, sin embargo, Taemin debió mirarse más de una vez en el espejo para darse cuenta de que efectivamente, aquel ser extraño de grandes ojos y hermoso atuendo que le devolvía la mirada, era efectivamente el mismo.  

El general Shim Changmin fue el encargado de ir por su persona, con el fin de ser oficialmente presentado con el emperador y el príncipe. En cuanto las puertas se abrieron, el general debió usar toda su experiencia militar, su honor y su templanza para lograr mantenerse firme y serio ante tan celestial ser que sus ojos veían. ¿Cómo era posible que los dioses permitieran que alguien así pisara esta inmunda tierra? Changmin no lo entendía, no comprendía esos sentimientos que urgían en su interior por aquel ser que lo miraba avergonzado… ¿avergonzado de qué? Si bien era un pecado su belleza, cualquiera se sentiría orgulloso de portarla, más, este joven de tan solo 16 años se mostraba sumamente apenado, casi como si hubiera cometido un crimen.

Shim cerró los ojos, pensó que sus ancestros, en su linaje, inspiró y cuando abrió los ojos se sintió con mayor fortaleza para encarar a Taemin. Le regaló una sonrisa para inspirarle confianza y lo tomó de la mano.

-Será mi privilegio llevarlo hasta su futuro mi señor- Taemin acercó lentamente su mano hasta enredarla en el codo de Changmin, sintiendo el calor traspasar su cuerpo, se sintió más tranquilo y valeroso para conocer a los mandamases del país.

-Vayamos, general

 

 

Notas finales:

Espero sus opiniones

Nos vemos


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