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Converse High por Naga

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 6

JiMin tenía que reconocer que su técnica en tres niveles fuera un rotundo fracaso fue un duro golpe para él, y había llorado un poquito en silencio contra su almohada, tratando de no despertar a sus compañeros de habitación. Pero después de pasar el mal trago y admitir su derrota, pudo recomponer su talante y levantarse tan sonriente y encantador como cada mañana.

 

No podía dejar que eso le hundiera. Si los tres niveles de su técnica habían fallado, entonces no podía rendirse así como así.

Lo único que tenía que hacer era idear un cuarto nivel. ¡Así de simple! Park JiMin no era un cualquiera al que podían humillar. ¡Ni hablar! ¡Una desconocida en un aeropuerto no iba a derrotarle ni en un millón de años!

 

De ese modo, JiMin comenzó a planear el nivel cuatro de su técnica, el nivel definitivo, el infalible.

 

Técnica definitiva Nivel 4º, «Operación Converse High».

Combatiría el fuego con fuego.

Si NamJoon estaba triste por haber perdido a la chica de las converse rojas, JiMin se convertiría en su nuevo objetivo con mucho gusto.

 

 

 

7

JiMin habría preferido mantenerlo en completo secreto de los chicos. Lo ideal habría sido poder ir a un centro comercial, así habría podido camuflar sus intenciones tanto como hubiera querido, pero a esas alturas de su carrera musical, era casi imposible poder hacer una salida lúdica en solitario, sin managers ni guardaespaldas.

 

Así que tuvo que conformarse con hacerlo desde su móvil.

Se sintió muy estúpido teniendo que esconderse en el baño y sentándose en la tapa del  WC, intentando que ninguno de los miembros intentase curiosear lo que trataba de hacer.

El WiFi apenas llegaba al cuarto de baño y la página cargaba tan lento que se desesperaba. La barrita avanzaba un micromilímetro por minuto y cuando por fin llegaba al final, la pantalla se quedaba en blanco y aparecía un mensaje con una carita triste que decía que no había podido cargar la página.

 

Estaba que se tiraba de los pelos al quinto intento y sólo le faltaba morder las paredes cuando unos golpes en la puerta le hicieron saltar del susto.

 

— ¡JIMIIIIN! ¿Qué haces ahí dentro? — gritó TaeHyung desde fuera, sin parar de golpear — ¿Estás haciendo popó? De verdad que necesito entrar. ¡Urgente! Si me obligas a hacer pis en el fregadero, le diré a todos que fuiste tú ¡así que déjame entraaaaar!

 

JiMin quería mucho a V, pero en aquellos momentos sólo quería meterle la cabeza en el agua del váter.

Tiró de la cadena para disimular y salió para dejarle sitio a V, buscando otro lugar donde esconderse, a ser posible un lugar donde tuviese buen alcance del WiFi. Y sin embargo no sirvió de nada.

Se sentó en el suelo, en el hueco entre el brazo del sofá y la mesita donde dejaban el modem, donde la barrita de WiFi estaba a tope, la página cargaba a la perfección, seleccionó lo que quería comprar y le dio al método de pago. Ya casi lo tenía, estaba a puntito, pero cuando llegaba a la página donde debía meter el número de tarjeta, el móvil se le bloqueaba.

Con paciencia lo intentó una segunda, e incluso una tercera vez, pero el resultado era el mismo.

JiMin no sabía si ponerse a llorar de frustración o si tirar el móvil por la ventana.

 

Con reparo, pero sin miedo, llamó a la puerta del cuarto de JungKook y Rap Monster, consciente de que NamJoon, YoonGi y HoSeok estaban trabajando en el estudio de BigHit y no corría peligro de que el líder se enterase de sus tretas. Pero era un fastidio tener que pedirle favores a JungKook, porque el muy pillo siempre encontraba la manera de cobrárselos.

 

La voz de JungKook le dio permiso para entrar y cuando JiMin asomó la cabeza, lo vio en el espacio vacío de la habitación, arrodillado en el suelo y con los brazos tensos. Sin duda había estado haciendo flexiones antes de que JiMin lo molestase.

 

— KookieKookie~ — canturreó JiMin, sonriente, tratando de camuflar la frustración que sentía en su interior por no ser capaz de hacer aquello sin ayuda — ¿Me dejas un momento tu portátil?

 

— ¿Para qué? — cuestionó el menor, desconfiado.

 

— Quiero comprar una cosa, pero mi móvil se bloquea todo el rato. No tardaré nada, te lo prometo — JiMin juntó las palmas de sus manos y bajó la cabeza, pidiéndoselo con más ganas — Por favor~

 

A cualquier otro miembro de BTS le habría repateado las entrañas tener que suplicarle al maknae por un favor, todos eran orgullosos y JungKook el que más, por eso consideraban humillante tener que insistirle al más joven para que hiciera algo. A JiMin, eso de humillarse le resultaba relativo. También era orgulloso a su manera, pero él consideraba que el fin justificaba los medios, y si conseguía lo que quería de cualquiera de los miembros, el método le era indiferente. Por eso, su orgullo estaba en alcanzar sus metas y el resto le daba igual, porque más importante era tener lo que ansiaba y no en mantener lo que los demás llamaban dignidad, porque, lo que era a él, no le afectaba en absoluto.

 

JungKook fingió pensárselo, pero JiMin sabía que pidiéndoselo de esa manera, que alimentaba su ego y su afán de superioridad, no iba a decir que no.

 

— Vale, pasa.

 

JungKook se levantó y abrió la tapa del portátil que reposaba en el escritorio de la habitación, lo encendió y metió su contraseña tratando que JiMin no la viera, dejándoselo después a su disposición.

JiMin se sentó en la silla de escritorio y abrió el navegador que JungKook tenía por defecto, mientras que el menor volvía a lo suyo, poniendo la música en su móvil que había estado sonando antes de que JiMin entrara. No sentirse observado ayudó a que JiMin pudiera urdir su treta con más tranquilidad.

 

Entró en la página de Converse Korea y cargó tan rápido en el ordenador de JungKook que se arrepintió de haber perdido hora y media de su tiempo en intentarlo desde su móvil.

Quería unas converse clásicas, unas Chuck Taylor de corte alto, de modo que no tardó nada en encontrar el modelo que deseaba. Marcó, por supuesto, las de color rojo; seleccionó su talla, una 40, los pies más pequeños de BTS, por lo que no corría peligro de que nadie se las robase.

Metió todos sus datos en la página, la dirección, un número de contacto y pidió que se lo mandasen como envío urgente, sin importarle tener que pagar un poco más. Como último paso, metió el número de su tarjeta de crédito, y ésta vez no se le bloqueó en ningún momento. 

La página le mostró todos los datos antes de confirmar el pedido y mordiéndose el labio inferior, con una media sonrisa, JiMin le dio a aceptar, contento de saber que en sólo dos días, sus pies lucirían unas flamantes converse rojas nuevas.

 

— Pfff — el sonido desagradable de una risa que había sido fruto de un intento fallido por contenerse alarmó a JiMin, que se quedó con la espalda rígida en el asiento del escritorio.

 

Por un momento se había olvidado de que JungKook seguía allí, y que por supuesto que quería estar pendiente de que JiMin no hacía nada raro con su ordenador. No habría sido de extrañar que el menor hubiera estado viendo todo lo que hacía por encima de su hombro, tratando de aguantar la risa hasta que ya no había podido más.

JiMin sabía que si se daba prisa por cerrarlo todo, tratando de ocultar lo evidente, se estaría delatando, demostrando que le avergonzaba lo que estaba haciendo y dándole alas a JungKook para burlarse de él.

 

Para cuando se giró a mirarlo, JungKook ya estaba desternillándose de risa a su lado, mirando aun más de cerca la pantalla, confirmando sus sospechas, porque sólo se veía la orden de pedido y la fotografía de unas converse rojas.

 

— ¿De qué te ríes? — preguntó JiMin, haciéndose el desentendido mientras cerraba la ventana del navegador. Habría querido borrar el historial, pero ya no tenía sentido si JungKook lo había visto todo.

 

— Me río de lo que van a decir los hyungs cuando te vean con unas Converse — contestó JungKook entre risas — Jin-hyung te las quitará a tirones mientras Hobi-hyung te sujeta, Suga-hyung las quemará y RapMon-hyung llorará viéndolo. Y V y yo nos reiremos de ti.

 

— No exageres, eso no va a suceder... — replicó JiMin, haciendo un puchero.

 

— No, en serio, JiMin... — JungKook había dejado de reír, parecía un poco más sobrio, pero aun había una pequeña sonrisa en sus labios y humor en su voz — Dime que son un regalo, dime que no son para ti... — JiMin se quedó callado, porque no podía mentirle a JungKook, y el menor lo entendió — ¿No te acuerdas de lo pesado que era NamJoon-hyung cada vez que nos veía con unas de esas? No paraba de hablar de su chica ideal, parecía un disco rallado...

 

— Precisamente, Kookie... Quiero animar a NamJoon-hyung... Está muy deprimido y a lo mejor así consigo... no sé, que vuelva a hablar por lo menos...

 

— Querrás decir «que vuelva a quejarse» — farfulló JungKook — Estamos muy bien sin que se queje tanto. Podrías dejarlo como está...

 

— ¡JEON JUNGKOOK! — gritó JiMin, agudo, golpeando el brazo del menor, pese a que éste tenía el doble de fuerza y si quería podía partirlo por la mitad — ¡A veces puedes llegar a ser muy malo! — JiMin se levantó, ofendido, y salió de la habitación dando un portazo, escuchando desde el pasillo cómo JungKook rompía a reír otra vez.

 

 

 

8

Durante los dos días siguientes, intentó ser el último en abandonar la casa y el primero en regresar, para que si llegaba su pedido, ninguno de sus compañeros fuera capaz de interceptarlo. Aunque en realidad no importaba mucho, porque en cuanto se pusiera los zapatos que había comprado, iba a descubrirse el pastel, pero JiMin no quería que las burlas comenzaran antes de tiempo.

 

El segundo día, cuando llegó y entró en su habitación, el paquete estaba puesto encima de su cama con total naturalidad. TaeHyung venía detrás de él, por esa razón, JiMin se lanzó como un rayo y trató de tapar el paquete con el logotipo de Converse con su cuerpo para que su mejor amigo no lo viese.

 

Si TaeHyung notó algo raro en el comportamiento de JiMin, no dijo nada y JiMin pudo meter el paquete debajo de la cama, pues, de todas maneras, no podría usarlas hasta la mañana siguiente.

 

Nadie sospechó nada de él y JungKook tampoco había ido pregonando lo que había visto, seguramente expectante por ver cómo iba a presentarse JiMin.

 

Como siempre, JiMin fue el primero en levantarse al día siguiente, incluso antes de que empezaran a sonar los despertadores de los demás. Eso le daba tiempo para ducharse y asearse el primero con el baño para él solo. Estaba un poco feliz y expectante. Tenía muchas ganas de ver cómo reaccionaba RapMon, porque estaba seguro de que, al contrario que todos sus anteriores intentos, aquello iba a provocar algo en el líder. Cualquier cosa, algo, tenía que traer la vida de vuelta a NamJoon, ya fuera enfadándose o algo más. A JiMin le daba igual mientras consiguiera una reacción.

El nivel cuatro de su técnica no podía fallar.

No podía.

 

Llamaron a la puerta del baño justo cuando había terminado de afeitarse. Escuchaba movimiento desde fuera y eso quería decir que más de uno se había levantado ya. Si era así, no podía obstruir por mucho tiempo más el servicio, de modo que se puso sus mejores bóxers, se echó la toalla húmeda por los hombros y se llevó el secador de pelo para terminar en su habitación.

Como imaginaba, Jin y JungKook ya estaban por allí rondando despiertos. Se asomó a las puertas de las habitaciones abiertas y vio que Suga aun estaba hecho una bola en su cama pese a que en su habitación hacia un calor asfixiante, y Rap Monster estaba sentado al borde de la suya, mirando al infinito, a medio camino entre la consciencia y el sueño.

En su propia habitación, V aun dormía, con los brazos y las piernas en todas direcciones, la sábana hecha un lío alrededor de sus miembros, pese a que a que su despertador ya habría sonado varias veces y Jin habría ido varias veces a intentar despertarlo. J-Hope se estaba desperezando en el momento que JiMin entró y le deseó los buenos días con una sonrisa somnolienta.

 

Era la hora de tener que pedir turno para poder entrar al baño y JiMin agradecía ser una persona de mañanas para no tener que lidiar con ello.

Encendió el secador sin ninguna piedad y TaeHyung empezó a gemir en disconformidad por el ruido, hasta que al final consiguió que se levantara con pereza y saliera de la habitación mientras HoSeok le acompañaba, acariciando su suave pelo de gato.

 

Cuando su pelo estuvo bien seco y había conseguido darle ese esponjoso volumen que tan sexy le hacía ver cuando agitaba su oscura melena, pudo proceder a vestirse. Llevaba varios días con aquel outfit en mente, para poder ponérselo en cuanto le llegaran las zapatillas.

Unos jeans azules, ni demasiado claros ni demasiado oscuros, con las rodillas rasgadas a la moda, ajustados a sus piernas y que le hacían un culo de infarto y le marcaban el paquete lo justo para que fueran bien sexys y cómodos a la vez.

Ya estaba haciendo bastante calor, por eso tendría que conformarse con una camiseta de manga corta sencilla, y un poco aburrida para su gusto, como aquellas que usaba JungKook. Habría preferido una sudadera o un jersey de punto que tenía en su armario que le hacía ver adorablemente  atractivo, pero iba a asarse como un pollo si se le ocurría usar eso. En su lugar, la camiseta blanca lisa sería la elección del día, pero ésta tenía el cuello ancho y se le caía un poco por el hombro y se le veían perfectamente las clavículas, dándole así un toque provocativo que le faltaba.

Por fin, desempacó las zapatillas y volvió a esconder la caja y la bolsa debajo de la cama. Le quedaban como un guante y al mirarse en el espejo, le gustó lo que vio. Llevaba tanto tiempo sin ponerse unas Converse que había olvidado lo que se sentía.

Para él eran unos zapatos como otros cualquiera, pero le gustaban a NamJoon y esa era razón suficiente para JiMin como para querer llevarlas día y noche. Pero la presión de grupo había sido superior y él había cedido, porque de no haberlo hecho, los chicos se habrían reído de él y en algún momento habría salido, medio en broma y medio en serio, entre risas, el motivo por el que JiMin seguía usándolas.

JiMin tenía miedo de que ese tema saliera a la luz, y ahora que iba a volver a usar Converse, probablemente, en algún momento a alguno se le pasaría por la cabeza. Sólo era cuestión de tiempo que alguien lo mencionase. Incluso JungKook podría estar rumiándolo ya.

No quería ni pensarlo, porque se le esfumaba el valor y no era momento para acobardarse cuando ya había llegado tan lejos.

 

Se estaba poniendo algunos anillos y cambiándose los pendientes cuando HoSeok entró de nuevo en el cuarto, recién duchado y sólo con la toalla alrededor de su cintura. Ni si quiera se fijó en JiMin, entrando en la habitación a bocajarro para vestirse lejos de la pelea que seguramente habría en la puerta del baño por ver quién entraba primero.

 

— Hyung, ¿me dejas uno de tus chokers? — le preguntó JiMin, mientras se ponía un colgante de cadena fina y larga y remataba su look con las gafas de pasta sin cristales que tanto le gustaban a su líder.

 

— Claro, cógelo — le invitó HoSeok, mientras se secaba el pelo con la misma toalla que anteriormente llevaba a la cintura y que ya no estaba allí, mostrando todo lo que HoSeok tenía para enseñar. Suerte que JiMin ya estuviera más que acostumbrado a la actitud exhibicionista de HoSeok.

 

JiMin sabía dónde guardaba J-Hope su joyería, así como todos los demás. A menudo tendían a compartir complementos e incluso ropa. A JiMin le gustaba ponerse la ropa de los otros miembros, pero no le gustaba nada que los demás se pusieran la suya, porque siempre se la devolvían dada de sí. Y sobre todo, odiaba que se pusieran su ropa interior, cosa que NamJoon hacía constantemente. No podía ser otro, ¿no? Al parecer no.

 

— Aquí no están — dijo JiMin después de buscar brevemente en la caja donde HoSeok guardaba la bisutería.

 

Después de ponerse la ropa interior, con la toalla sobre los hombros, HoSeok se acercó inocentemente a comprobar que, efectivamente, allí no estaba ninguno de sus chokers y que eso sólo podía significar una cosa.

 

— Alguien más ha debido cogerlos y no los ha devuelto — HoSeok no parecía molesto porque sus cosas no estuvieran donde debían estar, y eso significaba que ya estaba más que acostumbrado a que no le devolvieran lo que prestaba — Mira a ver si los tiene NamJoonie...

 

— ¡Vale~! — canturreó JiMin, alegre, con el corazón aleteando.

 

Eso le daba la oportunidad perfecta para entrar en la habitación de Rap Monster y que viera cómo se había vestido para él sin distracciones. Sí, sin duda tendría toda su atención en él. JiMin lo estaba deseando.

 

Sin perder tiempo, se dirigió hacia la puerta, pero HoSeok también debió darse cuenta del modelito antes de que se marchara.

 

— JiMin — lo detuvo, antes de que pudiera cruzar la puerta. JiMin se giró a mirarlo, viendo la sorpresa en su rostro — ¿Estás seguro de que quieres salir así vestido?

 

JiMin sonrió, de esa forma en que sus labios se curvaban y sus ojos se estrechaban tanto que parecían estar cerrados. Puede que estuviera un poco avergonzado, pero no quería demostrarlo si eso daba a los demás motivos para reírse de él.

 

— ¿Así como? — decidió hacerse el tonto, quitarle importancia, como si no hubiese estado todo minuciosamente planeado. J-Hope debió creérselo, porque no contestó de inmediato, mirando a JiMin con expresión contrariada.

 

— Así como si quisieras llamar la atención de NamJoonie...

 

La sonrisa de JiMin se tensó en sus labios. Había salido ese tema demasiado pronto. Ese que no quería ni oír hablar de él.

Un escalofrío le subió por la espalda, pero lo ignoró, sin dejar que eso nublara su buen humor.

Sin dejar de sonreír, se llevó el dedo índice a los labios, haciéndole un gesto a HoSeok para que se mantuviera en silencio.

 

— Guárdame el secreto, ¿vale, hyung?

 

Salió de la habitación antes de que HoSeok pudiera seguir sacando conclusiones, suspirando con alivio al cerrar la puerta. Al menos le quedaba el consuelo de que J-Hope sí sabía mantener la boca cerrada y no diría nada de lo que acababa de ver hasta que JiMin decidiera sacar el tema primero.

 

JiMin se quedó unos segundos parado en el pasillo vacío, tratando de calmarse antes de ir a la habitación del fondo, la que compartían RapMon y JungKook.

Como si le leyeran la mete, la puerta del fondo del pasillo se abrió y bajo el marco apareció NamJoon. Tenía el pelo revuelto, con las puntas decoloradas y las raíces que empezaban a verse muy oscuras. Aun llevaba el pijama puesto, iba descalzo y tenía una cara de sueño que se congeló en una expresión pasmada cuando se percató en la presencia de JiMin.

JiMin, consciente, giró su cuerpo ligeramente para quedar de frente y sintió la mirada de NamJoon recorriéndolo de arriba abajo, con la boca entreabierta y sus ojos, normalmente estrechos y afilados, casi redondos por la fascinación de lo que estaba viendo.

Los ojos del mayor lo analizaron por completo y se detuvieron en sus pies. Por fin lo tenía donde quería. JiMin se acercó hacia él, recorriendo el pasillo en tres zancadas, hasta situarse a penas a un palmo de NamJoon.

Ninguna parte de sus cuerpos se tocaba, pero a esa distancia compartían el mismo aire y respiración. JiMin a menudo hacia aquello, cuando quería retar al líder, comparando sus alturas. Se ponía muy cerca, invadiendo el espacio personal de NamJoon, y levantaba la cabeza.

Nunca se ponía de puntillas, porque eso significaba admitir que era bajito. NamJoon nunca retrocedía, porque eso significaba ceder ante JiMin.

Pero siempre, siempre, NamJoon se inclinaba un poco hacia atrás con una sonrisa tensa, completamente en guardia, como si la cercanía de JiMin lo incomodase. Como si temiese que, en cualquier momento, JiMin pudiera alzarse sobre la punta de sus pies y robarle un beso.

Para su sorpresa, NamJoon no se movió ni un ápice en esa ocasión. Se mantuvo clavado en el sitio sin querer apartarse ni un milímetro de JiMin, mirando fijamente sus ojos y sus labios.

 

— Buenos días, NamJoon-hyung — saludó JiMin, susurrante, una octava más baja en su tono de contra-tenor, tratando de sonar sugerente y seductor.

 

JiMin vio perfectamente cómo la nuez de NamJoon subía y bajaba lentamente en su tenso cuello cuando tragó saliva, nervioso al tenerlo tan cerca y escuchar esa voz.

No sabía si había sido fruto de haberlo tomado por sorpresa en la mañana o si había sido cosa de su vestuario, o tal vez simplemente se estaba equivocando en su impresión, pero JiMin sintió que NamJoon estaba deseándolo en aquel mismo instante.

El corazón de JiMin saltó en su pecho, notando que NamJoon estaba conteniendo la respiración. Su intención había sido esa desde el principio, llamar la atención de NamJoon, hacer que se olvidase de la chica del aeropuerto, recuperar al NamJoon quejica, activo y apasionado de siempre, pero si era sincero consigo mismo, no pensaba que fuera a conseguirlo. No de esa manera. No con su hyung comiéndoselo con la mirada con la avidez de un muerto de hambre.

 

— ¿Tienes los chokers de Hobi-hyung? — preguntó al fin, después de lo que pareció una eternidad, cuando apenas fueron unos segundos, rompiendo el embrujo que se había creado a su alrededor, así como el contacto visual.

 

RapMon tan solo asintió lentamente con la cabeza, apartándose un poco para dejar pasar a JiMin a la habitación. JiMin tuvo que entrar de lado y con esfuerzo por el poco espacio que le dejaba el mayor, pero asegurándose de no tocarlo en ningún momento.

JiMin sabía que estaba siendo observado, mirando entre la joyería de NamJoon, encontrando lo que quería y gastando unos instantes de espaldas a él para ponérselo en completo silencio.

 

— JiMin — croó NamJoon, la voz grave y rota.

 

Cuando JiMin se giró a mirarlo, NamJoon ladeó la cabeza al lado contrario, tapándose la boca con la mano y asegurándose de no volver a mirar a JiMin. Se largó con una velocidad pasmosa. JiMin escuchó la queja de V en el pasillo al ser empujado por el líder, y la puerta del baño aporrear al ser cerrada de golpe.

 

 

 

9

JiMin sabía, a ciencia cierta y con toda seguridad, que de ser una chica, habría tenido a NamJoon lamiendo la suela de sus Converse altas.

Pero JiMin no era una chica. Podía ser bajito y tener la voz aguda, pero no era una chica. No se parecía a una chica. No se comportaba como una chica. Y, por dios, no quería ser una chica.

 

Pero sí se descubrió ansiando tener a NamJoon a sus pies.

 

Después de la primera impresión aquella mañana que había comenzado a usar sus Converse altas, JiMin había seguido vistiendo parecido, usando todas sus camisetas blancas y sus vaqueros azules, combinándolas con las zapatillas rojas para atraer las miradas de NamJoon.

Sin embargo, no había conseguido ninguna reacción como la de aquella mañana, mas si había habido cambios en la actitud de Rap Monster.

 

JiMin notó que RapMon estaba un poco más animado, volvía a participar en las conversaciones y se le notaba con más energía. Era un hecho, además, que allá donde iba JiMin, NamJoon parecía ir detrás, como si lo atrajese una fuerza invisible, pero nunca demasiado cerca. Si JiMin se iba a jugar con los maknaes, RapMon en seguida se les unía. Si JiMin ensayaba un paso de baile, RapMon intentaba que se lo enseñase. Si JiMin hacía el tonto, la primera risa siempre era la de NamJoon, porque lo estaba observando en todo momento.

También parecía estar más receptivo al dialogo, pero JiMin no había intentado hablar seriamente con él. De hecho, evitaba todo intento de tener una conversación con RapMon que contuviera los temas de la chica del aeropuerto, Converse, o la depresión del mayor.

 

JiMin se había vuelto codicioso. Quería más de aquello que había obtenido la primera mañana. No quería a NamJoon orbitando a su alrededor con una distancia de seguridad, manteniendo la fachada de perfección y de «aquí no pasa nada». Lo quería suspirando por él, lo quería deseando a JiMin tan fuerte que le doliera, lo quería intentando atraparlo y que no lo dejase escapar.

 

A veces, JiMin se sentía culpable por estar haciendo aquello. Había empezado como una forma de animar a NamJoon, que se olvidase de su fugaz amorío, pero había terminado usando su técnica definitiva para su propio beneficio, egoístamente, y de una forma bastante maquiavélica, para satisfacer su amor propio, utilizando a su hyung a su antojo. Pero luego pillaba a NamJoon mirándolo de aquella manera en la que parecía que JiMin era lo único que podía ver, y toda la culpabilidad se esfumaba, porque JiMin quería todo eso para sí mismo.

Quería eso, y mucho más.

 

 

 

10

Dado que no había más asientos libres en la sala mientras esperaban a ser maquillados, JiMin tuvo la excusa perfecta para ir y sentarse en el regazo de RapMon. No era el lugar más cómodo del mundo, pues las huesudas piernas del mayor se le clavaban en todas partes, pero cuando él rodeo su cintura y apoyó la mejilla en la espalda de JiMin mientras seguía charlando con HoSeok, a JiMin no le importaba si era un poco incomodo, porque parecía estar en el lugar correcto.

 

JiMin no estaba muy pendiente de lo que estaban hablando NamJoon y HoSeok, el tema no le había interesado en su momento y se había desconectado de inmediato, prefiriendo tomarse esos instantes de espera para reposar y pensar un poco en las musarañas, descansar sobre NamJoon y no pensar en nada para estar relajado y tranquilo antes de la actuación para la que se estaban preparando.

Quizá estaba demasiado distraído, cuando se dio cuenta de que una mano de dedos largos se había abierto paso entre los pliegues de su camiseta y se había colado por debajo, acariciando cuidadosamente la piel sobre sus abdominales. JiMin se movió ligeramente, no para deshacerse del toque, no para que el otro sintiera su incomodidad, si no para ocultar un poco lo que estaba haciendo y que nadie se diera cuenta para que pudiera continuar.

 

JiMin deseó estar consiguiendo una cara de póker decente. Aunque NamJoon había estado mirándole, nunca antes se había acercado más de la cuenta, no le había tocado ni le había acariciado de ninguna manera. Sin embargo, allí estaba, acariciando su vientre por debajo de su ropa, delante del staff del evento, de las maquilladoras y de sus compañeros, los dos fingiendo que nada pasaba.

 

Los mimos de NamJoon sobre su piel enviaban pequeñas descargas de placer por toda la zona, provocándole que la piel desnuda de sus brazos, gracias a la camiseta sin mangas que llevaba, se pusiera de gallina por el contacto.

 

— ¿Tienes frío, JiMin? — preguntó HoSeok con preocupación, al notar cómo JiMin se estremecía ligeramente — ¿Quieres que pida que bajen el aire acondicionado?

 

— Estoy bien, gracias... — consiguió responder con una sonrisa, luchando con todas sus fuerzas por no suspirar.

 

NamJoon no parecía ser consciente de que estaba haciendo estragos en JiMin. Sus caricias al azar y su esfuerzo por seguir conversado con el bailarín principal aun después de la interrupción daban a entender que ni si quiera estaba prestando atención a lo que hacía bajo la camiseta de JiMin, mientras que JiMin se derretía con su tacto.

Tenía su corazón latiendo tan fuerte que temía que en cualquier momento quisiera salirse de su pecho y comenzara a bombear en medio de la sala, dejando en evidencia todo lo que se estaba esforzando en ocultar.

Con el paso de los segundos, se le hacía más difícil simular tranquilidad. La piel erizada ya lo delataba en cierta manera, pero si hubieran estado solos, JiMin no habría tenido ningún reparo en repantigarse sobre NamJoon y dejar que le acariciara hasta el alma.

 

No supo en qué momento alguien llamó a Rap Monster, pero cuando JiMin quiso darse cuenta, el líder había sacado disimuladamente la mano de donde la tenía y le hacía gestos a JiMin para que se levantara y le dejara salir pues era su turno de maquillaje.

 

JiMin se sentó en el espacio que habían dejado los dos raperos en el sofá y se tapó las mejillas con las manos, notándolas arder. JiMin esperaba no haber gemido. ¿Lo había hecho? No, no debía, o todo el mundo habría estado mirándole en esos momentos. Tuvo que felicitarse interiormente por haber guardado la compostura tan bien.

 

No pasó ni un minuto cuando Jin se sentó en el otro hueco que había quedado en el sofá, junto a JiMin.

SeokJin ya estaba maquillado y peinado, perfecto para salir a escena, tan guapo que hacía honor a esa extrema confianza en su físico de la que siempre se jactaba, o eso pensó JiMin con inocencia, cuando el mayor se sentó a su lado, sin saber sus verdaderas intenciones.

 

JiMin no tenía nada que hablar en ese momento con SeokJin, así que simplemente se quedó callado esperando su turno, tratando de recuperarse del momento de excitación que había tenido instantes atrás. Pero Jin no tenía intenciones de dejarlo en paz.

TaeHyung y JungKook estaban en los vestuarios, cambiándose de ropa, junto al manager y los estilistas; RapMon, J-Hope y Suga estaban en maquillaje y peluquería; el fotógrafo y el cámara estaban centrados en el líder, que contestaba unas preguntas mientras estaba siendo maquillado. Eso les daba una pequeña privacidad que SeokJin había estado esperando tener durante un tiempo, a juzgar por la intensa mirada de reproche que le lanzaba a JiMin.

 

— Sea lo que sea lo que estás haciendo, detente ahora mismo, JiMin — susurró Jin de forma que sólo el inquieto bailarín pudiera escucharle, con un tono autoritario y a la vez maternal que SeokJin sacaba cada vez que intentaba educar a los muchachos.

 

— Pero... — JiMin lo miró aturdido, con sus pensamientos a toda velocidad, intentando descifrar lo que acababa de decir SeokJin — Pero si no estoy haciendo nada... — terminó de decir, pues había estado realmente tranquilo durante todo el rato. O al menos, había parecido tranquilo al no estar saltando y bailando por ahí para hacer más llevadera la espera como hacía en otras ocasiones, porque tranquilo precisamente no había estado.

 

— Me refiero a lo que sea que estás intentando hacer con... — Jin miró a su alrededor, como asegurándose de que nadie estaba tratando de escuchar su conversación antes de seguir hablando — JiMin, te has comprado unas Converse rojas... Llevas dos semanas vistiéndote con el mismo estilo... El estilo que todo el mundo sabe que vuelve loco a NamJoon... Sé que intentas animarlo, ha estado muy deprimido después de lo de esa chica, pero tienes que dejar de hacerlo... De hacerlo así, al menos... NamJoon ha hablado demasiado en los medios sobre su fijación con las Converse... si sigues vistiendo así, NamJoon, las fans, la prensa... todos podrían confundirse y empezar a pensar cosas que no son...

 

Jin parecía realmente preocupado y alarmado, pero eso no hacía que JiMin estuviera menos impactado con lo que acababa de oír. Jin no había necesitado decir mucho para transmitirle todos los factores por los que estaba intranquilo. Temía por JiMin, que estaba jugando con fuego. Temía por NamJoon, cuyos sentimientos podían salir heridos. Temía por la imagen que JiMin pudiera dar al grupo por hacer lo que no debía. Temía porque los medios malinterpretaran lo que veían y pudieran empezar a esparcir rumores...

JiMin entendía la preocupación de SeokJin. Lástima que no tuviera ninguna intención de hacerle caso.

 

— H-hyung... son sólo unos zapatos... — trató de decir JiMin, con humor en la voz. Hacerse el tonto le había funcionado antes con los mayores, ésta vez no tenía que ser diferente — Nadie va a pensar nada raro por que use unos zapatos u otros... Estás haciendo una montaña de un grano de arena...

 

SeokJin tuvo intención de llevarse las manos a la cara para frotársela por la frustración que le estaba dando tener aquel tema de conversación y encontrarse con que JiMin no estaba por la labor de colaborar, pero se dio cuenta tiempo de que acababa de ser maquillado y cerró los puños antes de tocarse el rostro y arruinar el trabajo de los maquilladores.

 

 — JiMin... — continuó, con paciencia — No me obligues a decirte lo que no quieres escuchar...

 

JiMin casi se echó a llorar en ese mismo instante. Se le hizo un nudo en la garganta y empezaron a picarle los ojos, pero no de tristeza, si no por rabia.

SeokJin no temía que los sentimientos de NamJoon resultaran heridos por las provocaciones de JiMin. SeokJin temía que JiMin saliera herido cuando NamJoon lo rechazara una vez sus intenciones fueran descubiertas.

 

Jin había tenido razón, JiMin no quería escuchar eso.

Se hizo el fuerte, luchando pro que las lágrimas no salieran, por no verse débil. Los movimientos circulares que SeokJin hacía sobre su espalda no ayudaban ni lo consolaban. Sabía que el mayor sólo estaba intentando protegerlo, pero JiMin ni lo necesitaba, ni lo había pedido. No quería esa compasión.

 

— Entonces, no me lo digas, hyung...

 

JiMin forzó una sonrisa para el mayor y se levantó, pues de forma oportuna, Suga se acercó para hacerle saber a JiMin que había llegado su turno para maquillarse.

 

 


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