Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juntos otra vez por Ghost princess Perona

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste

“¿Dónde se ha podido meter ese…?” Kardia buscaba a su hijo por todas partes, prometiendo una muerte lenta al muchacho si no aparecía en los próximos cinco minutos. Siempre era… un minuto, la verdad era que era inusual que Krest estuviera fuera. En la familia, la adolescente difícil era Serafina, no su hermano. Krest… bueno, se lo podía encontrar fácilmente en la biblioteca de Dégel. Y hablando de él…

“Voy a buscarlo” esas habían sido las últimas palabras de su amante mientras se aventuraba en la oscuridad, ordenándole que se quedara en casa para ver si el chiquillo regresaba por su cuenta. Y mientras él esperaba, Serafina decidió dejarlo solo para ir a hablar con Jimena y por alguna razón con el chiquillo espeluznante de Kagaho de Bennu.

“Maldición, ¿a dónde demonios se ha ido ese chico?” caminaba como una le… escorpión enjaulado, pensando en que quizás se había equivocado al desear hijos. De bebés eran adorables, pero lo que pasaba después te daba un perpetuo dolor de cabeza “Cuando le ponga las manos encima...”

“Yo me preocuparía más de lo que pasará cuando te ponga las manos encima a ti” unas sombras repentinamente aparecieron, junto con una calabaza que emitía una especie de gas o líquido verde y desagradable. Kardia se puso en guardia, por una vez contento de que sus hijos no estuvieran ahí. “Gateguard se está encargando de los pequeños en este momento. Me agradó por sobre todo tu hijito… es lindo cuando se lo propone.”

“Se nota que no lo conoces… Krest es todo menos lindo cuando se enoja” levantó a Antares sin caer en la trampa. Gateguard de Aries apareció en ese momento, notando que la primera opción no había funcionado. Empezaron a intercambiar golpes de cosmos, que llamaron la atención de todos en el santuario. Por desgracia, sin el Katakeo Kardia estaba siendo sobrepasado por los dos dorados. “Malnacidos… ¡Voy a matarlos!”

“Más bien lo vamos a hacer nosotros” de repente se quedó paralizado. Notó en ese momento que mientras atacaba a los dos fantasmas, el ectoplasma lo había rodeado, inmovilizando sus miembros. Itia entonces avanzó hacia él, pateándolo con fuerza. “Ya decía yo que eras el eslabón más débil.”

“Dilo de nuevo para que pueda escucharte” dijo el peliazul, tratando de levantar el brazo para atizarle unos buenos aguijonazos de venenosos y quitarle esa malnacida sonrisa que le ponía de los nervios.

“Que eres el…”

“O mejor aún, ¿por qué no me lo dices a mí?” alguien habló, apareciendo de la oscuridad de la casa. Kardia tembló, reconociéndola al instante. Gruñó de molestia, la última persona por la que deseaba ser salvado era por él. “¿dos contra uno? ¿De parte de un antiguo Patriarca? Cómo han caído los poderosos, Lord Itia… o mejor dicho, traidor Itia de Libra.”

“Métete en tus asuntos” el que estaba frente a él sin duda era un caballero dorado, por más que intentara ocultarlo. Se le veía confiado en el combate, agresivo y un poco dominante. Su mano se levantó, enseñando una gran uña escarlata. ¿Otro escorpio? Entonces, él era… “Vaya, conque es verdad lo que dicen de las madres. Por más que crezcan, saben exactamente cuando sus polluelos están en peligro. ¿No es cierto?” se burló, mirando fijamente al menor antes de volver con su nuevo oponente. “Así que… sí, debe ser… ¿tú eres la zorra de mi buen amigo Krest?”

“Cállate” un aguijón de Antares casi le da al ex Patriarca, tan fuerte que también hizo un agujero en el ectoplasma. Esto le permitió a Kardia liberar su brazo del aguijón, con lo que pudo comenzar a liberar sus otras partes. “Y aléjate de mi hijo, maldito gasparín pedófilo de cuarta”

“¿Ehhhhh?” Gateguard sabiamente dio un paso al costado. Su maestro estaba completamente airado. “¿Pedófilo? ¿yo?” incluso Kardia estaba impresionado por la cantidad de cosmos que emitía y más porque su madre, a quien por cierto todavía no podía tragar, no se sintiera intimidado en lo más mínimo por eso. Zaphiri, por su parte, sí se sentía asustado por medirse con semejante personaje, pero tener a su hijo detrás le hacía poder enfrentar cualquier cosa sin dudar. “¡Y habla el burro de orejas! ¡O de perversiones con la edad! ¡Tú eras la perra de alguien trescientos años mayor que tú!”

“¡¿Y eso qué tiene que ver?!” se movió a toda velocidad, esquivando el ectoplasma que también lo estaba rodeando, atizando un par de golpes a Itia. Este actuó como si no significaran nada, enseñándole los dientes. “¡Yo tengo derecho a acostarme con quien yo quiera!” el peliazul maldijo por lo bajo. No necesitaba enterarse de algunas cosas. “¡Yo no acosaba a mis pupilos!”

“¡¿Y eso qué?! ¡Gerontofílico!”

“¡Pedófilo!”

“¡Te acostabas con un anciano!”

“¡Y tú querías violar a alumno!”

“¡Ya cállense los dos!” Kardia finalmente explotó, por lo que el ariano presente estuvo muy agradecido. “¡A nadie le interesa la vida sexual de ninguno de los dos! ¡Ambos son unos trastornados!” los señaló con su uña roja. “¡Y no importa quién es el más trastornado, voy a acabarlos a ambos!”

“Sabes que él es el enemigo, ¿verdad?”

“¡Claro que sí! ¡Pero me da igual!” el peliazul centró su cosmos, preparándose para el ataque. “¡Voy a matarlos! ¡A ti por ser un malnacido hijo de perra y a ti por abandonar niños a su suerte para hacer no sé qué cosa estúpida!”

“Menudo carácter” comentó Zaphiri, deteniéndose por un momento por la impresión. Aunque no sabía por qué se sorprendía, su propio carácter era tan o más fuerte que eso. Y él era su hijo… y de Krest. Hummm, se notaba perfectamente a quién había salido ese muchacho. Itia atacó en ese momento, directamente al escorpión menor. El mayor se movió rápido, cogiéndolo del brazo para ocultarlos a ambos detrás de un pilar. “Escucha, ¿Qué te parece si antes de matarme hacemos una tregua?”

“Muérete, lo único que quiero el clavarte esto en el maldito corazón como tú hiciste conmigo” su uña estaba peligrosamente cerca del pecho del otro. Este no se sintió muy intimidado. Después de todo, ya había lidiado con eso antes. “Y voy a…”

“Mira, más tarde hablaremos de eso, pero ahora…”

“¡No voy a trabajar contigo!” Kardia gritó con fuerza, haciendo que Itia los localizara. Gateguard simplemente observó, vigilando por si se acercaban más amenazas.

“Escúchame bien, jovencito, que no lo repetiré dos veces” Zaphiri estaba harto. La cólera, la frustración, el dolor y un conjunto más de emociones se arremolinaron en el interior de su pecho, dando paso a una furia inigualable… una por la que los escorpiones eran muy conocidos … al igual que las madres. Y que daba mucho miedo, incluso a su hijo. “Vamos a unirnos contra esos fantoches y vamos a hacerlo en este instante. Luego, si aún quieres pelea, podemos solucionarlo todo en el campo de entrenamiento.”

“Claro que quiero hacerlo” respondió el otro insolentemente, tratando de que no se le notara lo nervioso que le había puesto ese tono. Demonios, era demasiado mayor para asustarse por la voz de su mami. “¿a la cuenta de tres?”

“¡Tres!” los dos salieron al mismo tiempo, apuntándole al fantasma. Este consiguió esquivar sus aguijones, maldiciendo. Se ocultó detrás de otro de los pilares, desplegando su armamento fantasmagórico, sorprendentemente parecidas a las de Libra. Era hora de su golpe maestro, uno que terminaría el encuentro. “¡Sal de ahí, cobarde!”

“¿Cobarde?” se fijó que Gateguard estuviera bien fuera de su alcance. No podía simplemente matar a su único aliado. “Ustedes son los que necesitan trabajar juntos para acabar con un solo hombre. Eso me parece más cobarde.”

“A un ex patriarca, yo no lo llamaría cobardía”

“Pues… yo lo llamaría… que los bichos rastreros están acabados” salió, haciendo flotar sus armas. “Más les vale que digan sus plegarias. ¡Telos Dikaiosyni!”

-Afuera-

“¡Krest!” Dégel y Krest fueron los primeros en llegar a la escena. Estaban alterados tras sentir un gran cosmos dentro del templo de Acuario, seguido por dos que definitivamente no eran de los guardianes. El de los anteojos, que se encontraba en Rodorio, recorrió a máxima velocidad el camino hasta su casa, sólo para ver a su maestro, que había tenido la misma idea. “¿Qué está pasando, maestro?”

“No lo sé… pero me atrevo a apostar que estamos bajo ataque” el mayor aumentó la velocidad y respiró hondo. Si Itia de Libra les ponía un dedo encima a su hijo o a Zaphiri iba a convertirlo en puré de fantasma. Finalmente llegaron al frente del templo, donde el alumno más fiel del mundo esperaba. “En verdad, Gateguard, deberías aprender que los maestros no siempre son perfectos.”

“El mío no me ha dado razones para creer que no lo es” el pelirrojo respondió, observando a los Acuarianos con frialdad. “Y tú… no compartes mi idea, pero aún así lo sigues. Si te ha fallado una vez, ¿Por qué entrarás con él en batalla ahora?”

“Porque ustedes están atacando a alguien que es importante para los dos” anunció el peliverde, enfriando el ambiente al mismo tiempo que su maestro. “Tú y el acosador de adentro deberían haber seguido persiguiendo a los gemelos lemurianos. Hay personas a las que es mejor no hacer entrar en cólera.”

“Le temo más a la cólera de Sage que a la suya… en cualquier momento” el ariano hizo un movimiento con la mano y en seguida aparecieron unas hadas muy extrañas. Sus alas eran muy transparentes, sus venas parecían hechas de humo. No había duda de que estas no servían a hades, sino a la deidad desconocida. “Ella me concedió estos sirvientes invencibles”

“Ella verá lo que le tengo reservado si no se apartan de Kardia” Krest simplemente asintió y entonces ambos atacaron. Las hadas trataron de mantenerlos a raya, pero su ferocidad era tal que hasta su amo se asombró. Entonces se unió a la pelea, moviéndose rápidamente entre sus fantasmales soldados, atacando desde las sombras. Sus hadas caían a montones, más se multiplicaban cada vez que las golpeaban con su cosmos.

“Es inútil, no podrán pasar” el ariano siguió, mostrándose apático a pesar de que en realidad estaba un poco asustado de que ese par de locos consiguieran ponerle las manos encima. Además, parecía que su maestro estaba teniendo muchos problemas con los escorpiones ahí dentro. “Ni siquiera con la ayuda del gran maestro Krest de Acuario podrás ganarme.”

“Entonces es bueno que estemos aquí” Gateguard reprimió una maldición. Sage, Hakurei y, por alguna extraña razón, Avenir aparecieron en ese momento.

“Sage… pensé que estabas arriba”

“Tu información está mal. Resulta que no todo el tiempo lo paso en la habitación del patriarca” en realidad, el patriarca estaba ayudando a un desesperado Shion junto con su hermano y el novio de este (o al menos prospecto a novio) a buscar a Tora, que se había desaparecido. Y fue una suerte, porque si no estaría atrapado del otro lado del templo, donde Itia posiblemente había puesto una barrera. Sí, sin duda era una feliz coincidencia. “Ustedes crucen cuando les digamos, nosotros nos hacemos cargo de este tipo.”

“Sage, en verdad me encantaría pasar algo de tiempo contigo. Sin embargo” se puso en pose de pelea, “no voy a dejar que interrumpan a mi maestro cuando está ocupado.”

“Esperen mi señal” el patriarca súbitamente llamó a la armadura de cáncer, que cubrió su cuerpo. Avenir ya llevaba la de aries, que Shion había dejado atrás en caso de que hubiera problemas mientras buscaba a su hijo. Hakurei, por su parte, decidió pelear sin armadura. Los tres atacaron en ese mismo momento, a lo que Gateguard respondió enviando todas sus hadas a bloquear el ataque, pero no tuvo mucha suerte. Sage logró pasar la barrera con sus ondas infernales, obligándolo a defenderse. “¡Ahora!”

“¡Vamos!” los Acuarianos atravesaron la barrera, congelando a su oponente para detenerlo en su sitio antes de que pudieran seguirlo. Corrieron por los pilares tan conocidos de su templo, rezando porque estuviera bien. Cuando llegaron a donde se libraba la pelea, Kardia estaba en el suelo. Una de las armas lo había herido en la pierna, que apretaba fuertemente para que no se desangrara. Zaphiri estaba delante de él, con sus ojos ensombrecidos.

“Kar…” no sabían qué demonios estaba pasando, pero repentinamente Zaphiri se puso como un auténtico energúmeno. Algo que Itia había dicho lo había sacado de quicio de una manera que hasta Krest sintió miedo.

“Tú no sabes nada… ¡NO SABES NADA!” el grito de furia los sacudió a todos, incluso al ex patriarca, que repentinamente sintió un temor penetrarlo hasta los huesos. “¡NO SABES LO QUE ES TENER QUE DEJAR A TU BEBÉ EN MANOS DE EXTRAÑOS PORQUE SABES QUE VAS A MORIR FRUTO DE TU PROPIA INCONSCIENCIA! ¡TAMPOCO SABES LO QUE ES HACER ALGO MALO PORQUE QUIERES LO MEJOR PARA TU HIJO!” el Antares que siguió destrozó las armas de Libra como si estuvieran hechas de cristal. “¡NO SABES LO MAL QUE SE SIENTE HABER HECHO ALGO TERRIBLE POR SER UN INCONSCIENTE, UN PUTO ARROJADO, UN MALDITO LUNÁTICO Y UN TREMENDO IRRESPONSABLE!”

“¿Me engañan mis oídos?” era la única vez en sus trescientos años de vida, como veinte conociendo a Zaphiri, que este admitía ser una irresponsable. Dégel y Kardia también miraban con una expresión tanto anonadada como aterrorizada cómo el escorpión mayor prácticamente vaporizaba a Itia con un ataque que se parecía un tanto al Katakeo, pero que era mucho menos mortal para el usuario y… se alimentaba de su furia. Krest se acercó a él con preocupación. “Zaphiri…”

“¡¿QUÉ MIRAS?!” le gritó el escorpión mayor, que salió dando pisotones del lugar. Los demás se estremecieron cuando escucharon su voz, sobre todo los recién llegados Sage, Hakurei y Avenir. Gateguard había huido cuando la ira del escorpio mayor desapareció a su maestro de regreso al otro mundo.

“¿Qué pulga le picó?” preguntó extrañado el maestro de Jamir, acercándose a Dégel para observar la herida en la pierna de Kardia. Este le dejó trabajar, preguntándole a su novio si había encontrado a su hijo. Este negó con la cabeza. Unos minutos más tarde ya no fue necesario, porque el chico regresó. La mala noticia, al menos para él, fue que tendría que estar en la casa con el ocaso. Pronto los padres estuvieron solos, uno de ellos con la pierna vendada.

“En serio, últimamente no comprendo a ese niño” el peliazul removía su tarta de manzana, observando ausentemente el agujero en la pared que había dejado la ira de su madre. “Creo que ya sabemos de dónde Serafina sacó su carácter.”

“¿Sólo Serafina?” Dégel levantó una ceja. El carácter de Kardia definitivamente también venía de Zaphiri. Y hablando de Zaphiri… “Parece que te has acercado un poco a él esta tarde. Dime, ¿ahora te llevas bien con tu made?”

“Ni mal, ni bien, sólo… creo que no quería lastimarme antes de nacer” levantó la cucharilla. “Bueno… no seremos buenos amigos de repente, pero… se me pasaron un poco las ganas de matarlo” no era el único. A Krest también se le habían pasado. “Y llevar la disputa al campo de entrenamiento me parece divertido.”

“Sí, supongo que… Espera, ¿campo de entrenamiento? ¿Qué demonios?” con una sonrisa diabólica, el escorpión terminó su tarta de manzana y se fue rápidamente. “¿Kardia? ¿Qué quisiste decir con eso? ¿Kardia? ¡Kardia!”

-En escorpio-

“¡Ahhhhhhhhhh, demoniosssssssssssss! ¡¿Qué hice?!” Zaphiri se tiraba de los pelos mientras iba de un lado a otro de la pequeña habitación del templo de escorpio que ahora ocupaba. Se dejó caer en la cama boca abajo. Estaba frito. Muy frito. Había peleado con Kardia, le había prometido una pelea… ¡le había gritado a Krest! ¡A Krest! Entre todas las personas, había decidido meterse con Krest. “Estoy muerto”

“¿Y ahora qué te ha matado?” preguntó Ilias, entrando a la habitación sin siquiera llamar a la puerta. Zaphiri se levantó, dándole una mirada de malos amigos. “Lo sé, no debería meterme en tus asuntos, pero la verdad es que ya me he metido en tu camino, así que…”

“Acabo de gritarle a Krest” el león levantó una ceja. ¿De verdad había tenido las agallas de hacer algo como esto? “Y eso no es todo, creo que me metí en una pelea con Kardia.”

“Genial, podrás limar asperezas con él” la expresión en el rostro del otro le daba a entender que no le parecía. “Oye, lo conozco, una pelea es la mejor manera de arreglar sus problemas.”

“Es la mejor manera de hacer que me maten”

“Oh, no, ya lo verás” le aseguró Ilias. “Pronto tú y él se llevarán de maravilla”

“Por alguna razón lo dudo” el león se fue, dejando a Zaphiri dormir. A la mañana siguiente se sorprendió de que Krest no lo estuviera buscando para emboscarlo. Por primera vez en semanas fue al campo de entrenamiento, dispuesto a buscar un buen oponente. Estaba en eso cuando Kardia se acercó a él, señalándolo con la uña roja que los caracterizaba. Su sonrisa retadora era sorpresivamente menos asesina que el día anterior.

“Me prometiste una pelea” se acercó, poniéndose frente a él. “¿Vas a echarte atrás? ¿O vas a darme lo que prometiste?”

“Se… seguro” y los dos empezaron.

-En otra parte-

“Debo regresar cuanto antes” Gateguard en su escape no había contemplado una manera de volver al lado de Itia en el más allá, por lo que deambulaba por el santuario. Lo malo era que en medio de sus caminatas se había topado con el espeluznante crío de Hades, que de un par de espadazos casi había enviado al ariano de regreso al inframundo. Casi no pudo perderlo de vista.

“… Y entonces los llevamos al pueblo para que se lo crean. Es una vista muy romántica, esa fiesta” alguien estaba hablando, captando inmediatamente la atención del pelirrojo. Apartó un par de ramas y vio a un grupo de aprendices hablando de sus planes para los hijos de los dorados. Unos minutos más tarde y agradeció no ser padre. Pero eso… le daba una idea. Y por eso regresó rápidamente con su maestro.

“Auch, ese maldito sí que la hizo buena” el de Libra estaba apretando un pedazo de ectoplasma frío contra su vientre. “¿Qué traes para mí?”

“Noticias frescas que sin duda le agradará oír” respondió él, interesando a su compañero.

“Te escucho…”

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).