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Juntos otra vez por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

¿Qué tal? Aquí va el nuevo capítulo que de seguro estaban esperando...

“Entonces esto es el santuario” comentó uno de los jóvenes que iba en la fila detrás de un santo de plata. Aragon de Perseo suspiró y les sonrió a sus aprendices. Había pasado un tiempo desde que se había decidido a viajar para entrenar y hacerse más fuerte… y pedirle la revancha al demonio. En el camino se había encontrado con muchos jóvenes prometedores y se decidió a entrenarlos. “¿Encontraremos muchos oponentes fuerte aquí, maestro?”

“Sí, más fuertes que cualquiera que hayan tenido hasta ahora, Miguel” respondió, mirando al menor de todos. Los chicos, al escuchar esto, no lo esperaron. Corrieron hacia el coliseo, que en ese momento se encontraba lleno de personas haciendo combates y otros tipos de entrenamiento. “Vaya…”

“Puedes decirlo de nuevo” dijo Henry, el segundo en edad. Era más alto y fornido por llevar más tiempo entrenando que el anterior.

“Verdad” añadió Taunus, el mayor.

“Ya dejen de decir tonterías y vayan a entrenar” les indicó su maestro. “Yo tengo que reportarme con el patriarca, volveré dentro de poco. No me hagan quedar mal”

“¡Sí, señor!” los tres corrieron y empezaron a observar los combates. Los tres eran fuertes, por eso pensaban que era imposible que alguno de ellos llegara a avergonzar a su maestro. Casi al fondo estaban dos amazonas golpeando cada una a un tipo del doble de su tamaño y musculatura. Las chicas eran lindas… aunque aterradoras.

“Vaya, qué patéticos. Golpeados por unas niñas” comentó el mayor y todos a su alrededor se congelaron, incluso los espectadores en las gradas. Los miraban cómo si hubieran enloquecido. Murmullos comenzaron a correr alrededor de ellos, diciendo: ¿Quiénes son? ¿Cómo se atreven? Y ¿No saben quiénes son ellas?

“¿A quién has llamado niñas, zopenco?” se volteó Serafina en una forma muy poco femenina, poniendo las manos en puños. “Ya veremos lo que opinas cuando te estemos golpeando”

“O cortando en pedacitos” añadió Jimena, influenciada por su amiga.

“Preferiría no tener que hacerlo, podríamos lastimarlas…”

“¡Lastimarnos y un cuerno!” la peliazul le dio un golpe al gigantesco peleador en el que estaba montada y lo mandó al suelo. “Vas a quedar igual que este bobo”

“Mis padres me enseñaron a no levantarle la mano a una mujer…”

“¿Entonces no tienes la fuerza necesaria para vencernos y no quieres admitirlo?” siguió provocándolos la menor, cruzando los brazos y levantando el mentón con orgullo. “Típico de tontos que no van a llegar a ser nada…”

“¿Quieres pelea, niña? La tendrás” por fin accedió Taunus, con sus compañeros posicionándose a sus costados y poniéndose en guardia. “Aunque no sería del todo justo y no quiero que vayan por ahí diciendo que por ser menos les ganamos. Deberían conseguirse otro compañero de equipo para que estemos iguales”

“Al contrario” Sefi tronó sus nudillos. “Es una justa ventaja para ustedes”

“Que tontos” comentó alguien desde las gradas. Era Regulus, que observaba junto con Yato la pelea. Ambos habían estado discutiendo sobre si sería una buena idea dar el siguiente paso en su relación cuando la guerra terminara, algo un poco difícil. “Van a terminar más agujereados que un queso y eso sin contar las rebanadas en las que Mena los convertirá. Su maestro va a tener que quedarse hasta tarde recogiendo los pedacitos”

“Pareces tener mucha confianza en la victoria de tu prima, amor”

“Pues claro, ¿tú la ves perdiendo en contra de esos tontos? Yo no” el unicornio asintió, nadie en su sano juicio apostaría por los tres extraños. “Esto va a esta bueno”

“Tú sólo quieres imaginarte golpeando a alguien… aunque no estoy seguro de si es a tu padrastro o a tu hermano”

“Mi padre me mata si golpeo a García, así que me decantaría por Unity” contestó el león, recostándose para disfrutar del entretenimiento…

-En la cámara del patriarca-

“Qué bien, casi todos ya están aquí” dijo Sage al ver reunidos a algunos de sus caballeros dorados en su sala. “Y he visto a Regulus ahí abajo, así que seríamos todos…” las puertas se abrieron de par en par, dejándolos ver a una persona vestida con ropas coloridas y lo que parecían ser unos anteojos de sol en la parte de arriba de la cabeza. El pelo azul le caía por los hombros y la espalda. “Ah, faltabas tú”

“Ese es…”

“Hermano…”

“Aspros” gruñó por lo bajo Aldebarán. El gemelo mayor, incluso con ese atuendo que desentonaba con tu tono de cabello, se veía despampanante y en toda su gloria.

“¿Es que nadie me va a saludar?” preguntó él, paseando la mirada por la sala. Deuteros se adelantó para estrechar la mano de su hermano y ofrecerle el sitio de Géminis en la formación de los dorados mientras Asmita cruzaba los brazos. Nunca era un buen augurio ver a su cuñado. “Ahora que sí estamos todos, creo que podemos volver a asuntos más…. Lo que sea que hayan estado hablando”

“Bien, hay un problema en el inframundo, con una deidad infernal no identificada” empezó Sage, todos escuchaban atentamente… menos el recién llegado que inmediatamente tomó una lima de uñas y empezó a arreglarse la mano. El otro Géminis reaccionó al instante, posicionándose frente a su hermano para que nadie lo viera. “Los espectros dicen que pueden manejarlo todo desde ahí, pero Hades le ha advertido a la señora que es posible que hayan… escapes”

“¿Cómo que escapes?”

“Esta deidad al parecer facilita a los muertos salir de ese mundo. Una vez ahí ellos buscarán nuevos cuerpos y harán imposible la vida de los mortales. Con esto la deidad a la que sirven se hará más fuerte y podrá eventualmente crear un ejército con el cual conquistar la tierra. Nuestra misión es impedirlo”

“Lo que quiere decir que nos tendrás a todos aquí en estado de alerta hasta que una de las alarmas suene y uno de nosotros sea enviado” dijo Aspros sin apartar los ojos de sus uñas. “Que rollo”

“Sí, más o menos” contestó Sage, ignorando el ultimo comentario. “Aunque también hay otra posibilidad”

“¿Cuál?” preguntó Sísifo curioso.

“Supongo que todos ustedes han notado ya la presencia en el santuario de Kagaho de Bennu y su hijo, Litierses…”

“¿Aquel espeluznante crío que se la pasa haciendo comentario tétricos?” señaló Manigoldo. Por sus constantes visitas al inframundo para estar con su ahora novio Thanathos, cosa que a su padre no le hacía ni pizca de gracia, había conocido al pequeño príncipe. “Sí, cómo pasarlo por alto”

“La deidad puede venir aquí a buscarlo”

“Es comprensible” dijo Aldé. “Si no es capaz de atacar a Hades directamente entonces atacará su vulnerabilidad, a su hijo… aun así es arriesgado estando él aquí”

“De alguna manera presiento que lo hará. Y cuando lo haga…”

-En otro lugar-

“¿Cómo nos libramos de él?”

“No lo sé, Livius, déjame pensar” Lit trataba de ocultarse del sol. Era tan caluroso que sentía que su piel se iba poniendo roja a cada instante. De repente se le ocurrió una idea. “Ahhh, siento que voy a desmayarme” se dejó caer teatralmente. “Me sofoco…”

“¿Lit, te sientes bien?” preguntó Keats preocupado.

“Sí, es solo que he pasado demasiado tiempo en el sol…” se cubrió los ojos aún más teatralmente.

“No se diga más, te llevaremos de regreso”

“Ah, no, puedo regresar sólo, gracias” contestó para espanto de Livi, que iba a ofrecerse a llevarlo en brazos. “No quiero arruinar toda su… diversión por mi piel delicada. No, no, no, tú y Livi sigan divirtiéndose, yo volveré con mi madre”

“¿Seguro que vas a estar bien?”

“Sí, ustedes continúen” miró con malicia a su primo, que estaba rogando a espaldas del mayor el ser excusado también. Agitó la mano en señal de despedida. “Adiós”

“Adiós, cuídate” el de en medio se tragó un grito. Sabía que Lit iba a castigarlo por echarle encima a Keats, pero no se esperaba algo tan cruel por su parte. Empezó a mirar a su alrededor por si había un lugar donde esconderse… “¿Qué quieres jugar ahora?” se acercó, dispuesto a abrazarlo, más el otro dio un instintivo paso atrás. “Ah, sí, veneno, perdón”

“No importa… siempre que no lo olvides” por desgracia sabía que el tonto lo olvidaría dentro de pocos minutos y lo expondría de nuevo a su sangre… tal vez entonces no tendría tanta suerte. “¿Qué tal si jugamos a la búsqueda de objetos?”

“¿Búsqueda de objetos?”

“Sí, uno de nosotros dice algo y los dos tenemos que buscarlo. Una vez lo encontremos nos reunimos aquí y lo enseñamos ¿Qué te parece?” el otro asintió emocionado. “Pues bien, yo empiezo. Hay que encontrar…” trató de pensar en algo lo más imposible posible. “¡Una flor de siete colores!”

“¿Una flor de siete colores?”

“Ahhh… sí” tuvo ganas de golpearse por idiota. Keats sabía todo acerca de las plantas, de seguro podría encontrar una cosa así. Bueno, al menos le daría tiempo…

“Bien, comencemos ya”

“Sí…” Keats se largó y Livi esperó hasta que se perdió de vista lo suficiente para escapar a toda prisa hacia las habitaciones que le fueron asignadas.

-En el Coliseo-

“¡Suéltame!” gritaba Taunus. Apenas empezó su pelea las chicas tomaron la delantera y los hicieron morder el polvo a él y a sus compañeros. Serafina sonreía mientras lo tenía atrapado en una llave de yudo. A su costado, Jimena tenía su brazo-espada en el cuello de uno y a otro bajo su pie derecho.

“Sólo si te rindes… zopenco” las dos se rieron. Estaban realmente empezando a disfrutarlo cuando…

“¡Serafina!” gritó alguien que venía corriendo. Para desgracia de los aprendices, por otra entrada venía su maestro, que vio horrorizado todo el alboroto y a los espectadores riéndose de los jóvenes. Entre ellos estaba Regulus de Leo, que vitoreaba a su prima.

“No, ya vinieron los aguafiestas” ella soltó a su presa, mientras Jimena hacía lo mismo. “Hola, viejo, ¿no deberías estar en el iglú tratando de recuperar tu temperatura corporal?”

“Muy graciosa” dijo Dégel con las manos en la cintura. A espaldas de su amiga, Jimena dejó ir a sus propios contrincantes. Lentamente se apartó de la vista del enfadado dorado, sentándose junto a su aún sonriente primo. En la arena padre e hija seguían discutiendo, el acuariano pensando en cómo la profecía de Unity se había vuelto realidad. Realmente había tenido una hija con el carácter imposible de Kardia.

“Chicos…”Aragón se inclinó delante de sus caídos estudiantes.

“Lo siento” todos bajaron la cabeza. Él suspiró y miró a las amazonas, una discutiendo con un dorado y otra conversando con otro. Suspiró adivinando quienes eran.

“Creo que las hijas de los dorados son demasiado para su primer día” esto sorprendió a los aprendices, que en seguida entendieron por qué los demás pensaron que estaban locos. Esas dos debían ser como las reinas del lugar… y fuertes como el demonio. “Creo que deberían descasar por ahora, hay un bosque donde pueden lamer sus heridas sin que los vea nadie”

“Gracias” los tres adolescentes se adentraron ahí, quejándose del dolor en sus extremidades. Llegaron hasta una bonita sección del bosque con un árbol enorme… y un chico muy lindo tratando de alcanzar una flor de muchos colores en él. Cuando lo logró la rama en la que estaba sentado cedió.

“¡Cuidado!” Taunus se movió y lo atrapó en brazos. El joven se puso rojo al verlo a la cara, para palidecer luego. “Por poco…” de repente sintió un mareo potente y cayó de rodillas. Puso al chico en el piso. “Qué…” se desmayó. Al despertar vio a alguien más inclinado sobre él y al niño de antes nervioso en una esquina. “¿Qué pasó?”

“Creo que salvaste a Keats, pero lo tocaste y te envenenaste en el proceso” informó el hombre. “No deberías moverte mucho, apenas y te has recuperado de una fiebre alta… Soy Lugonis de Piscis, por cierto, gracias por salvar a mi nieto”

“No hay de qué” dijo aprendiz, frotándose la nuca. Al parecer no podía evitar encontrarse con familiares de los dorados.

“¿Algo que quieras decir, Keats?” Lugonis miró al menor.

“Yo… ah… yo… ¡lo siento!” gritó y salió corriendo.

“Es muy tímido, perdónalo” se levantó también y lo siguió, dejando a los jóvenes pensativos. Pero qué personas más raras habían conocido hoy.

-En la noche-

“Por última vez, este sitio no está embrujado ni tiene fantasmas” les dijo Aragón, con un tic en el ojo. Era la tercera vez que sus estudiantes lo despertaban porque algo asustaba en su habitación. “Váyanse a dormir”

“Por favor, maestro, créanos” Miguel abrazó su almohada. “Sí hay algo ahí, algo muy malo que no deja de atormentarnos”

“Saben qué, iré a revisar sus cuartos y una vez les demuestre que no hay nada ahí tendrán que volver a la cama y no molestarme más, ¿entendido?”

“Sí” fue un craso error por parte de Perseo. Cinco minutos después tanto él como sus estudiantes estaban muertos de terror. Parecía que un demonio había decidido mudarse a esa pequeña casa y jugar con ellos toda la noche. De repente una luz entró en el cuarto, haciéndolos gritar como nenas tan alto que el santuario entero escuchó. La luz bajó y reveló a…

“Virgo” dijo el santo de plata casi sin aliento. Asmita los estaba… bueno, no mirando pero su atención estaba fija en ellos con una expresión de incredulidad. Sin soltar su lámpara avanzó mientras los otros se reacomodaban detrás de él, como protegiéndose.

“Ahimsa” le habló a la oscuridad. “Sé que estás ahí. Sal de una vez” nada se movió. El rubio suspiró. “Por muy divertido que pueda ser esto, es hora de ir a la cama. Anda, obedece y vámonos de una vez a casa” un adolescente de pelo lacio y azul salió de las sombras, con el escudo de Medusa en las manos. Aragón se quedó sin voz, ¿cuándo se lo había quitado? El virginiano le tendió la mano. “Vamos”

“Mamá dice que esto se puede romper con los dientes, pero yo no pude” murmuró el quinceañero mordiendo el escudo. “¿Ves?”

“Te falta entrenar, hijo, pronto lo lograrás” caminaron hacia la puerta. “Buenas noches”

“Que raros” murmuró Henry y todos estuvieron de acuerdo, observando cómo desaparecían en la oscuridad rumbo a la casa de Virgo. 

Notas finales:

¿Qué les parecen los aprendices? ¿Verdad que tuvieron un primer día agitado? ¡Veamos en qué más se meten! Review!!!!


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