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-Ella..- por Pasitea

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Notas del fanfic:

Es el primer escrito que hago sobre esta temática. 

Notas del capitulo:

No sé como quedó, espero sus críticas que serán bienvenidas. ¡Gracias por leer!

Se halla frente a la pantalla de su teléfono, viendo fotos de sí misma, a veces sola y otra acompañada.

 

La música flota, como las burbujas que se rompe en melodías.

 

Llora.

 

La imagen de una sonrisa le ha roto la cabeza en miles de recuerdos.

La agonía acude a sus tristes ojos, que no se cierran para evitar la caída de las gotas de cristal.

 

Solloza echa un ovillo sobre la alfombra. Arranca las fibras de esta y las lleva a su nariz, esperando captar el olor de esos suaves cabellos negros.

No lo logra y las lágrimas aumentan.

 

Vuelve al celular y ahí están, sonriendo ante la cámara… con las manos entrelazadas.

 

Desliza con la yema de los dedos y aparece… tan sonriente, desplegando paz y calidez.

 

 

Al principio de la historia, todo iba bien.

Ambas parecían luchar.

Ambas iban hacia al frente juntas, siempre juntas.

 

Invoca las formas de su cuerpo, los gestos al dormir y al despertar.

 

Su vista choca con el dibujo de un paisaje de hojas caídas: el primer regalo que le dio como pareja.

 

Entrecierra los ojos…

 

 

 

“-¡Oye!-  una chica de botas y vestida de negro se le acerca.-… espera…-

 

-Creí que no venías…-

 

-Lo siento, se me hizo tarde.-

 

-Qué extraño… en serio, deberías cambiar esa mala costumbre…- dice ella.

 

-No tengo la culpa de trabajar y estudiar.- le responde, ofendida.

 

-De acuerdo, me disculpo… al grano ¿Qué quieres?-

 

 

Nota como la recién llegada se pone firme. Busca en su mochila, saca un rollo y se lo entrega en silencio.

 

 

-Uno de tus conjuros… o ya sé ¿Un  contrato?-

 

 

Escucha los resoplos y entiende que la broma no le causó gracia.

 

 

-¿Dónde le ves la apariencia de piel de cordero?-

 

-Es cierto…-

 

 

Y ambas ríen por el mal chiste.

 

Y despliega el rollo. Observa maravillada la pintura de un bosque otoñal, cayendo las naranjas hojas y el rojizo del atardecer en el fondo.

 

-Es muy bello…-

 

-Lee en la esquina de abajo izquierda…- le indicó la chica de negro… mientras se acomodaba para ver de frente la entrada de la noche.

 

Lo hizo… se quedó muda.

 

-¿Y bien?- le preguntaron sin verla.

 

-Yo… yo… ¿Eh?...-

 

-Me gustas… ¿Entonces?- y la de botas se giró para quedar frente a la chica que sostenía la pintura. –No hoy, ni mañana… cuando estés lista.- sonrió.

 

¡Sonrió! No lo hacía… no, ni de chiste. ¡Se veía hermosa! ¡Mucho!

 

-Bien, es hora de irme… aún tengo tarea y tú también…-

 

-Este… ¿Y el dibujo?...-

 

-Pintura, por favor… es tuya…-  se puso en marcha, tarareando una canción…”

 

 

Al cabo de un año, le dio el “si”.

Vislumbra el rostro de su amada, tan radiante al saber la respuesta.

Segundo año de universidad y ellas a seis meses de relación.

 

No recordaba haber estado tan feliz antes.

Muy feliz.

 

La imagina trabajando a altas horas frente a la computadora, con un montón de libros a los lados.

Fumando.

Con café u alcohol… dependía mucho de su estado de ánimo.

O muchos dulces.

A veces se acompañaban a estudiar y cuando se levantaba en la madrugada, la descubría roncando en la mesa… mientras el juego en el que se entretenía, estaba pausado.

Tragaba aire y le gritaba para despertarla… ella sólo se excusaba tontamente.

 

Llora otra vez.

 

“Tal vez  no te amé tan seguido,

Tal vez no te abracé tan seguido como debería

Cariño, no te traté tan bien como debería.”

 

Tercer año universitario. Lo rosa empieza a verse naranja.

 

Si, la tesis y otro trabajo.

Ella y la de las botas, no se veían a menudo, ni siquiera en la facultad.

A veces la esperaba, pero no se detenía más que para un beso y un adiós.

Las visitas se acabaron y los mensajes fueron menos.

La “hechicera” (como la nombró) solía dejarle a la puerta de su casa, una azucena.

Y dibujos.

 

Llora aún más.

 

 

 

“Tal vez no te amé tan seguido como podía.

Las pequeñas cosas que debí haber dicho y hecho,

Sólo nunca me tomé el tiempo.”

 

Cuarto año.

 

Y el ocaso, se desvanece.

Los celos no faltaron. Las discusiones aumentaron.

Y la competitividad se tiñó de rojo.

Lo que no sabía, es que la dibujante le preparaba una sorpresa: había ganado una beca antes de licenciarse.

No pudo con la envidia: y decidió terminarle.

Puede ver los ojos quebrados de aquella… “-¿Por algo tan absurdo me dejas?-”

Si, absurdo. Mucho, no era justo.

 

“-Si…-“…

 

Se dio la vuelta… y se marchó. Con el corazón roto.

 

Tiempo después supo que se había cambiado de ciudad.

 

 

“Estabas siempre en mi mente. “

 

 

Llora de nuevo, aferrada a un pequeño búho de felpa que le regalara antaño.

Aspira y cree encontrar olor a canela. Canela quemada.

 

La lluvia se ha desatado afuera, entre silenciosos rayos.

Ecos de truenos que estallan atrás de las lomas y más allá de las nubes.

 

Sus pupilas chocan con la maldita imagen de una invitación…

Y se desgarra.

 

 

“Tal vez no te abracé en todas esas veces en soledad.

Y creo que nunca te dije lo tan feliz que sentía que fueras mío.”

 

 

La de las botas, se casa.

En un par de meses.

Creyó que ya no sentía nada… pero no escuchó el resto de la historia.

Vio fotos: un hermoso anillo de compromiso.

Su bella sonrisa.

 

 

“Si te hice sentir en segundo lugar…

Chico, lo siento, estaba ciego.”

 

 

Se pasó bebiendo toda la semana, asimilando la noticia. Y quiere que se presente.

Las caricias dadas queman como hierro en su frío cuerpo, que pelea por sobrevivir.

 

 

“Estabas siempre en mi mente.”

Se arrepiente…  aunque ya tarde.

La sueña a su lado, cubierta de azahares, oliendo a naranjas y canela y azúcar quemada.

La extraña. Desde siempre.

 

 

“Dime, dime que tu dulce amor no ha muerto.

Dame una oportunidad más para complacerte…”

 

 

-… una oportunidad…-

 

-Lo siento, no puedo darte algo que no quisiste en su momento…- se acomoda los lentes y recoge el cabello.

 

-Yo…-

 

-Shhh… es una vieja historia… él sabe de ti… y de lo demás…-

 

Aprieta los puños, “Con que él…”

 

-… hasta pronto…- se despide con un beso en el aire.

 

Le sigue con la mirada: recorriendo las líneas de su físico.

 

La halló fría, cortante… triste. No sonrió ni una sola vez… y derramó un par de gotas salinas a su té.

Pero le dijo que es feliz, muy feliz.

 

No irá.

Ya no puede… el cansancio y los pedacitos del corazón, duelen más.

 

 

 

Notas finales:

Espero sus comentarios. Gracias. 


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