Pov Harry
Estábamos en la fogata de clausura. Mañana por la mañana regresaríamos a nuestras casas y retomaríamos las clases.
Ya no aguantaba más estar entre tanta gente, así que me sentía ligeramente más feliz.
Todos bailaban alrededor del fuego. La música resonaba por toda la playa. Algunas parejas bailaban más cerca de lo necesario y el aire se sentía como de ensueño. Los colores se difuminaban y el calor era casi insoportable. Alguien había conseguido cervezas y la mayoría se encontraba bebiendo, para disgusto de la mayoría de los profesores.
Caminé hacia Hermione y Ron, quienes estaban sentados en un tronco.
-Hola, chicos –dije.
-Hola, Harry –respondió Hermione sonriendo. Ron no dijo nada.
-¿Me puedo sentar?
-Claro –respondió la castaña.
Un aire de tensión nos rodeó, ninguno decía nada.
-¿Qu-ué te pareció el campamento? –preguntó Hermione.
-Fue divertido –respondí –pasé mucho tiempo con Draco y…
-Cállate –soltó el pelirrojo. Lo dijo tan bajo que apenas y lo escuché.
-¿Qué?
-Cállate –respondió un poco más alto. Sentí como si algo dentro de mí se encogiera. Instintivamente arqueé un poco la espalda y baje la cabeza.
-Ron, ¿qué pasa? –pregunté nervioso.
-No lo sé, Harry, dímelo tú –dijo más alto de lo necesario. Su voz retumbaba en mi cabeza; me sentía mareado.
-Ronald –dijo Hermione.
-¿Hice algo mal?
-Eso me pregunto yo –respondió Ron -¿acaso no soy lo suficientemente buen amigo?
-Ronald, cálmate –instruyó la castaña –estás perdiendo el control.
-Ya me cansé –resopló mi amigo –me voy a dormir –se levantó y se fue. Hermione lo siguió y me quedé sentado. Solo. Nunca me había sentido tan… necesitado de un abrazo. Ron y yo éramos mejores amigos, ¿no?
Me costaba trabajo respirar. Mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Cuánto podía aguantar una persona? ¿Cuántas decepciones antes de perder la cordura?
Por demasiado tiempo me había cerrado a la gente, siempre era lo mismo: conoces a alguien, dejas que esa persona entre a tu vida pero se aburre de ti y te acaba lastimando.
Al entrar a la preparatoria, y estando lejos de mis tíos, pensé que sería diferente.
Por cuestiones legales aún tenía que visitar a mis tíos una vez al mes; en esos momentos era cuando en verdad me sentía desdichado pero después de haber conocido a Ron y Hermione todo se había vuelto más soportable.
Después de Draco, las cosas empezaban a parecer que iban en verdad bien. Neville, Pansy y Zabini solo eran una mejora más.
Me había sentido feliz.
Pero justo ahora volvía a sentir las inseguridades nublar mis pensamientos. No podía controlarme. Traté de respirar hondo, cálmate, inhala, cuenta hasta diez, exhala, encuentra tu lugar feliz y aférrate a él; ¿Confiar en las personas? ¿Confiar en que no te van a lastimar? ¿Qué tan tonto es eso?
Luchando por recobrar el control me puse en pie y caminé lejos de la fiesta. Caminé lo suficientemente lejos para que la música apenas se escuchara y me senté.
No estaba tan mal. Podría superar esto. No era la primera vez que las personas me daban la espalda.
¿Qué pasaría ahora? ¿Hermione preferiría irse con Ron? Sé que si yo estuviera en su lugar lo haría, por lo menos Ron era más estable que yo.
¿Ginny y los gemelos también me dejarían de hablar? Eso sería triste; entre los diez contactos que tenía en mi celular, cuatro eran Weasleys.
Suspiré. Si por lo menos Dudley estuviera aquí podría culparlo de que mis amigos se alejaran, ahora solo podía pensar que era mi culpa.
-¿Harry…?
-¿Draco? –pregunté girando la cabeza.
-Hola –dijo rascándose la cabeza –te seguí porque estaba preocupado. Te fuiste de la fogata de un momento a otro, ¿Estás bien?
-Sí –dije.
-¿En serio? –preguntó sentándose junto a mí.
-…no lo sé –dije más quedo.
Draco se quedó callado. No dijo nada. Me rodeó con un brazo y me acercó más a él.
-Te entiendo –dijo –Bueno, no, puede que no te entienda, no lo sé, pero estoy aquí para ti.
Toda la fuerza que había intentado juntar se esfumó y comencé a llorar. No podía parar. Me abracé a Draco; sus manos no deberían sentirse tan cálidas, abrazarlo no debería sentirse tan bien.
Abrí mucho los ojos. Lo estaba volviendo a hacer.
En algún momento Draco se cansaría y se iría, entonces yo… me rompería. No estaba seguro de poder aguantar más.
Mi soledad me mantenía a salvo. Mi soledad me protegía.
Tenía que alejarme. Aunque me doliera, el dolor sería más soportable ahora que más adelante.
Abracé al rubio más fuerte. Tal vez éste sería el último abrazo.
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El viaje en camión estuvo tranquilo. Me fui junto a Neville y casi ni hablamos. Dormí la mayor parte del trayecto y luego me puse a escuchar música.
Cuando llegamos a la escuela bajé del camión y me estiré.
-¡Harry! –escuché que gritaron. Unos brazos me rodearon y casi pierdo el equilibrio.
-Hola, Remus –dije.
-Hola, cachorrito –dijo Sirius que venía acercándose -¿cómo te fue?
-Bien –dije.
-¿Te divertiste?
-Sí –repuse y mi padrino me dedicó una de esas miradas con las cuales parecía evaluar mi estado.
-Vamos a comer –dijo Lupin animado -¿a dónde quieres ir?
-Emmm, no tengo mucha hambre, comimos antes de venir, pero los acompaño con una malteada o algo.
-¡Perfecto! –exclamó Lupin arrastrándome hacia el coche. Sirius resopló y nos siguió por detrás. Comparado a Lupin era el más amargado, pero podía decir que nos quería más de lo que demostraba.
Tal vez había mentido un poco. Los demás sí habían comido, yo me sentía mal y un poco mareado así que lo único que había comido desde ayer en la noche era una manzana. No podía confiar en que comería algo más pesado y no acabaría vomitando.
Prefería evitar eso.
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Llegué y me recosté en mi cama. Estar rodeado por mis libros y cosas me calmaba. Era como entrar en una tina con agua caliente.
Mi celular vibró. Chequé quien llamaba y me sorprendí de ver que era Ginny.
-¿Hola?
-Hola, Harry –dijo. Era difícil saber que sentía una persona cuando se hablaba por teléfono. Un tono de voz es fácil fingirlo pero una expresión en verdad decía más que mil palabras.
-¿Necesitas algo?
-Sí… ¿qué pasó entre tú y mi hermano?
-¿Eh?
-Sí, llegó de un pésimo humor. Ni siquiera bromeó con Fred y George.
-Honestamente yo tampoco lo sé.
-Bueno, Ron puede llegar a ser un idiota. No te preocupes, de seguro se le pasará.
-Ya veo.
Hubo unos segundos de silencio durante los cuales consideré colgar.
-¿Harry?
-¿Sí?
-Te extraño, deberíamos vernos –dijo la pelirroja.
-Sí –dije aunque no me apetecía tanto.
-El viernes estoy libre –dijo –¿Nos vemos después de la escuela?
-Claro –dije –…Ginny, mañana tengo clases y me siento muy cansado. ¿Hablamos después?
-Oh, ¡sí! Nos vemos dentro de cinco días, Harry –dijo alegre –descansa.
La chica colgó y puse mi celular debajo de la almohada. En verdad estaba cansado y de seguro me costaría trabajo despertar a la mañana siguiente.
Me quité los lentes e intenté quedarme dormido.
No fue difícil, en unos segundos había quedado profundamente dormido.