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Miradas ruidosas, sonrisas silenciosas. por Luluu

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Notas del capitulo:

Hola 7u7 

 

Ya estoy de vacaciones T^T así que voy a estar actualizando constantemente.

 

Dos anuncios:

1) Voy a estar subiendo estas historias a Wattpad, por si gustan buscar mi perfil: https://www.wattpad.com/user/SenpaiHasNoticedYou

 

Hasta ahorita solo he subido Amor entre Enemigos :3

 

2) Mañana mismo acabo el nuevo capítulo de 365DCE y lo subo (por fin, jeje pero recuerden que me gusta el drama así que...)

A más tardar tendrán su nuevo capítulo el lunes! 

Pov Harry

 

 

Habían pasado dos semanas. Me encontraba en semana de exámenes.

 

Si de por sí los exámenes ya me estresaban, ahora que llevaba dos semanas sin hablar con Ron ni Draco, sin comer bien, yendo con la profesora Umbridge una vez por semana y con pesadillas en las noches, sentía que mi mundo se iba derrumbando lentamente.

 

 

Estaba sentado bajo la sombra de un árbol, ya había sonado el timbre que anunciaba el final del día pero no quería volver a casa aún.

 

 

Vi a Draco salir de la escuela con Pansy y Zabini.
Desde que habíamos vuelto del campamento no habíamos hablado, era mi culpa, y mientras una parte de mí quería salir corriendo hasta alcanzarlo y disculparme con él, otra me decía que esto era lo correcto.

 

 

Sabía que sentía más que una simple amistad por Draco, y aunque yo estaba relativamente bien con mi sexualidad, eso no quería decir que fuera lo correcto.

 

 

Tenía miedo de como fueran a reaccionar mis amigos, y no quería decepcionar a Sirius y Remus, ¿por qué no podía ser un chico normal con gustos normales?

 

 

Como decía Umbridge cada vez que iba a su oficina: “La homosexualidad es repelente, burda, perversa y nefasta. Estos hombres pasan pensando en que los claven, siendo el sexo una práctica insaciable a diferencia de los heterosexuales”.

 

 

 

Cuando vi que Pansy comenzaba a reír y abrazaba a Draco no pude contener las lágrimas. Draco no me hablaba y era mi culpa.

Abracé mis piernas fuertemente, sin importarme que tan débil e indefenso me veía.

 

 

 

 

 

Flashback

 

 

 

Era lunes por la mañana y acababa de llegar a la escuela. Tenía mucho sueño pero había logrado llegar a tiempo.

 

 

Vi al pelirrojo a lo lejos y me acerqué a intentar hablar con él.
-Hey, Ron…
-Ahora no, Harry –dijo dándose la vuelta y entrando al colegio.

 

 

Me quedé ahí parado, más perdido de lo normal.


-¡Harry! –gritó una voz desconocida.
Me giré y vi a Draco.

 

Estaba peleando con mi autocontrol, con no derrumbarme en ese momento, lo menos que quería ahora era que Draco me viera así.

 

 

El rubio se acercó e intentó abrazarme.
Mi instinto fue más rápido que mi lógica y di un paso hacia atrás, alzando las manos para evitar que el otro se me acercara.

 

 

-¿Harry? –preguntó.
-Draco, no quiero que me abraces. No me gusta el contacto, ni las muestras de afecto –había sonado frío, más de lo que quería, y eso ni siquiera había sido completamente cierto.

 

 

Tenía miedo y me sentía solo. Era cierto que las muestras de afecto me ponían nervioso y que no me gustaba el contacto, pero había algo en Draco que hacía que me sintiera bien al estar con él.
Aun así sabía que si el rubio me abrazaba cuando apenas y podía contener las lágrimas, acabaría quebrándome ahí frente a él, y eso era lo que menos quería.

 

 

 

La expresión de Draco era seria y sus ojos habían perdido ese brillo característico.
-Está bien –dijo y caminó hacia la entrada del colegio.

 

 

Dejándome, por segunda vez en esa mañana, solo.

¿Por qué me hacía esto a mí mismo?

 

 

Fin del Flashback

 

 

 

 

Desde ese día no habíamos vuelto a hablar. Ya habían pasado dos semanas.

 

 

-Hola, Harry –dijo Hermione sentándose junto a mí.
-Hola, Mione –dije no muy animado.
-¿Cómo estás?
-¿Has hablado con Ron? –pregunté evitando su pregunta.
-Harry, no soy su mensajera –dijo la chica suspirando –pero no, no me ha hablado de ti. En realidad casi no hemos hablado, ahora paso la mayoría del tiempo con Neville.
-Ya veo –dije.

 

 

Permanecimos ahí sentados sin hablar. Vimos a los gemelos salir de la escuela, agarrados de la mano. Hermione se sonrojó mucho, pero yo no podía dejar de pensar en cuánto quería agarrar la mano de Draco.
Me empecé a sentir mareado.

 

 

-¿Qué vas a hacer hoy? –preguntó mi amiga.
-Pues había quedado de verme con Ginny –dije con una mueca.
-Últimamente pasan mucho tiempo juntos.
-Lo sé.
-Harry, –comenzó a decir –si en verdad no quieres pasar tiempo con ella, díselo. Sé que lo entenderá.
-Pero…
-Si sigues así van a salir lastimados los dos.
-Lo sé pero creo que le gusto –dije, ¿qué clase de excusa patética había sido esa?
-Pero a ti no te gusta Ginny. Una relación es de dos, no de uno –dije –no estás obligado a corresponderle.
-Gracias –dije recostando mi cabeza en su hombro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En vez de ir con Ginny esa tarde, caminé hasta el cementerio. Tal vez no era el lugar preferido de la mayoría de las personas, pero me gustaba sentarme y hablar con las tumbas de mis padres. Era como una terapia que lograba relajarme.

 

 

-Hola, mamá –dije –hola, papá.

 

Acaricié el césped. Habían muchas flores en sus piedras; algunas las había traído yo, otras no.

 

-La vida ha sido muy difícil últimamente. Me gustaría que estuvieran aquí conmigo. No me malentiendas, papá: Sirius y Remus son increíbles, en verdad los quiero pero… a veces solo me gustaría que ustedes me abrazaran. ¿Recuerdas cuando venía aquí a llorar acerca de mi vida con mis tíos, mamá? Me alegro de haber superado esa etapa… seguro se aburrían de escucharme llorar todo el día. Hoy vine a contarles de… mi mejor amigo, Ron… y de Draco –había comenzado a llorar –ellos y Hermione… y Neville –las lágrimas eran incontrolables –no sé qué hacer –dije en un susurro y apoyé mi cabeza en la tumba de mi mamá –me siento perdido. ¿Por qué no pude haberme ido junto con ustedes? ¿Por qué sigo aquí?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estábamos en clase de matemáticas con el profesor Flitwick, y justamente hoy teníamos una presentación, pero no había logrado aprenderme nada de mi tema.

 

 

Cuando acabé de explicar algo que seguramente estaba incorrecto mis compañeros estaban distraídos, riendo, aventando bolas de papel y cosas así. El único que no era Ron. Él me veía fijamente… ¿Por qué sería? Ya habían pasado tres semanas desde el campamento. Estábamos a días de salir de vacaciones de invierno.

 

 

 

En el receso, tomé mi almuerzo y caminé hasta Neville.
-Toma –le dije.
-¿Qué?
-Te volvieron a quitar tu almuerzo Crabbe y Goyle, ¿cierto?
-Sí pero esto no es necesario –dijo sonrojado –no tengo hambre y…
-En serio, tómalo.
-Gracias, Harry –dijo y yo asentí -¿y tú?
Moví los hombros, quitándole importancia, y me fui de ahí.

 

 

 

Caminé al árbol que se había convertido en mi lugar favorito de la escuela.
Estaba en una zona en la que casi ningún alumno iba. Siempre estaba silencioso y la sombra que producía el follaje me cubría del sol.

 

 

 

 

-¿Harry? –escuché una voz tímida.
-¿Ron? –pregunté volteando a verlo. El pelirrojo tomó asiento junto a mí.

Permanecimos callados por unos minutos.

-Perdóname –dijimos los dos al mismo tiempo.
-¿Por qué te disculpas, Harry? Tú no hiciste nada.
-Seguramente hice algo para que te enfadaras…
-¡No! –dijo el chico –Estaba celoso de todo el tiempo que pasabas con Malfoy, pero lo estuve pensando y… ¡eres mi mejor amigo! No me importa con quien quieras pasar tu tiempo mientras no me cambies, ¿ok?
-Ron…
-No, en serio, me comporté como un gran idiota. No sé qué me pasó. Perdóname, por favor –dijo.
-Perdóname tú por haber sido un tan mal amigo –dije –no sé cómo relacionarme con más de una persona a la vez…
-No tienes que disculparte, ¿todo bien entre nosotros?
-Claro que sí –dije. Ron sonrió y me abrazó. Le correspondí el abrazo un poco nervioso, ¿cómo merecía ser amigo de una persona tan buena?

 

 

 

-¡¿Y cómo es eso de que no has estado comiendo tu almuerzo!? –preguntó mi amigo. Mejor amigo.
-¿Qué?
-Sí, he estado hablando con Neville y le has estado dando tu comida.
-Pero él…
-Lo sé pero ¿qué clase de alma buena eres que vas por ahí regalando tu almuerzo? Pude haberle compartido de mi comida, mi mamá siempre me manda de más.
-Tu mamá es una buena persona… -dije.
-Lo sé –el chico soltó un suspiro –eso me recuerda, traje lo mío para que tú también comas.
-No tengo hambre, Ron.
-Tonterías; no voy a dejar que estés desnutrido.

 

 

Reí un poco y accedí a comerme sus uvas.

 

 

 

 

 

 

 

---------

 

 

Seis de diciembre. Era el último día de clases e iba saliendo de la escuela.

 

Por fin vacaciones de invierno.

 

 

Me desvié del camino y caminé hacia la caseta donde siempre estaba Hagrid. Le había comprado un regalo para darle las gracias. El hombre me cuidaba como si fuera su hijo. Siempre que me veía me daba un caramelo que estaba demasiado duro y era imposible de comer, o una taza de té, pero lo hacía con las mejores intenciones, siempre intentando levantarme el ánimo.

 

 

 

Llegué a su puerta y toqué tres veces.
El hombre abrió casi al instante.
-¿Harry?
-Hola, Hagrid  –dije -¿no interrumpo?
-Tú nunca interrumpes, Harry –dijo el hombre con su marcado acento que no sabía de dónde era –pasa, pasa, Fang te extraño.

 

Al entrar pude ver a su enorme perro que al instante se alzó y se acercó a lamerme.

 

 

-¿Una taza de té? –preguntó.
-Sí, muchas gracias –dije sentándome en su viejo sofá.
-¿Cómo va la escuela? ¿Cómo has estado?
-Bien, ya mejor.
-Escuché que asistes a terapias con Umbridge. Sí esa vieja arpía te hace algo, juro que yo…
-No es terapia –dije avergonzado –solo nos sentamos a… platicar.
-Esa mujer es mala, Harry –dijo –no sé cómo Dumbledore pudo contratarla pero no dejaré que te lastime, ¿me entendiste?
-Te traje un regalo de cumpleaños, Hagrid –dije intentando cambiar de tema. Le pasé un paquete alargado, mal envuelto –aunque no es la gran cosa.

 

 

 

Hagrid lo tomó entre sus grandes manos y con mucho cuidado le quitó el envoltorio.
Era un libro acerca de animales extraños y peculiares. El autor era Newt Scamander, y según el chico que atendía en la librería, su libro era una verdadera maravilla.
Pensaba que a Hagrid le gustaría, tomando en cuenta su gran amor por criaturas e insectos.

 

 

-Harry, no debías –dijo con los ojos llorosos –es magnífico. Desde hace tiempo quería comprar este libro pero no había tenido la oportunidad.

 

 

Se sonó la nariz con un pañuelo y me envolvió en un cálido abrazo.

 

 

-Yo también tengo algo para ti- dijo ofreciéndome un paquete –por navidad.


Estaba envuelto en papel de embalar y tenía escrito: «Para Harry de Hagrid». Contenía una flauta de madera, toscamente trabajada. Era evidente que Hagrid la había hecho. Harry sopló y la flauta emitió un sonido parecido al canto de la lechuza.

 

-Muchas gracias –dije de corazón –me encanta.
-Eres un buen chico, Harry, muchas gracias por no olvidarte de este viejo hombre.

 

 


¿Cómo podía decir ese tipo de cosas tan a la ligera? Ni siquiera yo me quería a mí mismo.

 

 

Pero al ver la manera tan afectuosa con la que el hombre me veía, se disipaban todas mis inseguridades.

 

 

 

 

 

 

 

Ese día caminé a casa sintiéndome de alguna manera mejor.
Había aclarado las cosas con Ron y Ginny, e ir con Hagrid siempre me hacía sentir mejor.

 

 

Parecía que la tormenta llegaba a su fin.

Notas finales:

Gracias por leer!


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