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Miradas ruidosas, sonrisas silenciosas. por Luluu

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Notas del capitulo:

He vuelto ^^ y fue bastante rápido.

Espero les guste... supongo que en el siguiente capítulo Draco y Harry ya hablaran, 

Pov Draco

 

Potter se levantó y se fue del salón.

Inmediatamente quise levantarme y seguirlo, pero eso hubiera sido muy extraño. ¿Qué tenía Potter que no me dejaba en paz? No podía dejar de pensar en él y ni siquiera habíamos hablado. Ni una vez.

 

Pero… había algo en él, su cabello azabache, sus ojos verdes, su piel clara… su mirada perdida y su manera nerviosa de comportarse…

 

-¿Ya lograste incomodar al chico de los lentes? –preguntó Zabini, que estaba sentado junto a mí –eso fue rápido; hace unas semanas decías que no lo vigilabas, luego tuve que arrastrarte a mitad del recreo para que no lo siguieras y ahora esto, ¿debería esperar el gran anuncio para el viernes?
-Cállate –dije –yo no lo incomodé, no lo vigilo, y esa vez que me arrastraste estaba viendo a… Astoria, sí, Astoria Greengrass.
-Ajá –fue lo único que mi mejor amigo dijo.

Se escuchó unos toques en la puerta y Pansy entró, sentándose a mi otro lado.

-¡Ya quiero que acaben las clases! –exclamó –espera… ¿dónde está tu noviecito?
-Que no es mi novio –dije molesto.
-Draco –dijo alargando las vocales –sabemos que tu sexualidad es algo dudable…
-Ya les dije que me gusta Astoria.
-Y también dices que no eres rubio oxigenado ¿cuál es tu punto? –repuso Zabini.
-Creo que los odio –resoplé cansado de mis amigos.

 

La cosa es que Pansy, Zabini y yo nos conocíamos desde antes de aprender a leer, y siempre habíamos estado juntos: ellos eran las personas que más me entendían y eso a veces podía ser una gran molestia.

 

La clase de historia era todo un premio.
Zabini se puso a molestar a Nott, Pansy sacó un manga de temática… gay, y yo me quedé viendo por la ventana, esperando ver a un chico de lentes y cabello oscuro.

¿Qué estaba haciendo con mi vida?

 

 

 

Pov Harry

 

Salí del salón, feliz de poder alejarme de toda esa gente y miradas incómodas.
Cuando me hube parado en el pasto con la mochila en el hombro, me di cuenta de un pequeño inconveniente ¿Qué iba a hacer ahora?

No podía volver a casa, mi padrino se preocuparía; no tenía ningún lugar al cual ir que no implicara estar con gente desconocida… ni siquiera podía volver a clase, eso sería vergonzoso.

 

 

Estaba a punto de dirigirme a un parque cercano cuando una voz chillona me llamó.
-¡Harry Potter! –volteé y vi a la psicóloga de la escuela.
-¿Profesora Umbridge?
-Por favor sígame a mi despacho.

Perfecto, lo que me faltaba.

 

Seguí a la profesora hasta el salón. Un cuarto completamente rosa lleno de cosas de gatos. Con un fuerte aroma a incienso barato. Sentí unas repentinas ganas de vomitar.

 

-Toma asiento, por favor –hice como me lo pidió -¿Cuál es tu problema?
-Mi… ¿problema?
-Sí; según lo que dicen los profesores no logras integrarte, no hablas con más de dos personas y ahora te saltas clases. Una conducta no muy adecuada para un alumno de preparatoria.
-No… no es lo que parece –dije.
-¿Y tus padres están enterados de tus actos? Porque me encantaría hablar con ellos…
-Mis padres fallecieron -podía sentir las lágrimas arder en mis ojos.
-¡Esplendido! ¿Esa es tu excusa? ¿Estás pasado por la etapa de rebeldía que sigue a la perdida de algún ser querido? –no sabía que decir -¿Quién cuida de ti?
-Mi padrino… y su amigo.
-¿Traumado y con influencias homosexuales en casa? No me extraña que tengas tantos problemas.
-Profesora, solo son amigos… y no estoy traumado.
-Yo creo que sí, y no te culpo. No te preocupes, ven a verme cada lunes después de clases, podremos hacer de ti un buen joven.
-Yo… no sé si es buena idea.
-¿Qué? ¡Claro que es buena idea! –dijo juntando sus manos –Se nota que eres una persona triste y deprimida. Solitaria y que no vale mucho. Un peón más en un tablero de ajedrez, ¿no?

Estaba conmocionado. Asentí ligeramente y empecé a llorar.

-Tampoco es normal que comiences a llorar de la nada. Querido, insisto en que vengas a verme, lo necesitas. Ahora, tengo una pregunta más, ¿le cuentas a tu padrino acerca de todos tus… problemas?

Negué con la cabeza.

-Bien, porque recuerda que nadie quiere cargar con los problemas de otra persona. Sólo serías una molestia. Ahora bien, te puedes retirar.

 

Me levanté y lentamente me dirigí a la puerta.
Salí y me di cuenta de que las clases habían acabado y ya no quedaban alumnos.

 

 

Caminé lentamente hacia la salida de la escuela cuando choqué con un gran hombre.
-Lo… lo lamento, señor –dije –no lo vi.

Para mi sorpresa el hombre lanzó una estruendosa carcajada.

-¿No me viste? Bueno, eso no suele pasar –dijo señalando a su gran cuerpo –Puedes llamarme Rubeus Hagrid… o sólo Hagrid, si lo prefieres.
-Gracias –dije un poco cohibido.
-¿Estás bien, muchacho? –preguntó con una expresión de preocupación.
-Sí –dije –mi nombre es Harry Potter.
-Bien, Harry, si algún día quieres pasar a saludar, normalmente estoy allá –dijo señalando a una pequeña caseta en el extremo del patio –Alguien tiene que encargarse de cuidar los terrenos de la escuela.
--Está bien, gracias –dije.

 

Me despedí de Hagrid  y un poco más tranquilo me encaminé a mi casa.

 

 

 

 

 

 

 

-¿Cómo que te saltaste la clase? ¿Sin ninguna razón? ¿Sabes que eso está mal? –en cuanto entré a mi casa mi celular comenzó a vibrar. Era Hermione.
-Perdón –dije mientras subía las escaleras –sólo… me sentí cansado.
-¿Y sabes lo cansado que es tener que escuchar a Ron quejarse de que su único y mejor amigo lo abandonó? ¡No se callaba?
-Perdón, Hermione.
-¿Y sabes cuántos apuntes te perdiste? ¿O lo atrasado que vas a estar?
-Sólo fue una clase…
-Una clase de 55 minutos; 55 minutos de aprendizaje que te perdiste.
-Lo sé –resoplé. Hubo un silencio un poco tenso hasta que la chica decidió romperlo.
-Aun así… estaba muy preocupada por ti. De la nada no sabíamos dónde te habías metido. Y no te preocupes por los trabajos, yo te puedo ayudar con eso.
-Gracias –dije débilmente –Hermione, tengo que colgar, nos vemos mañana.
-Ok, bye.
-Bye.

 

Entré a mi cuarto y me miré al espejo.
Las palabras de la profesora Umbridge seguían resonando en mi cabeza.

 

No aprobaba la autolesión pero nunca había sentido tanta tentación de tomar una navaja. Para experimentar.

Notas finales:

Gracias por leer!


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