CAP 8 – Tristes Recuerdos …
(Flash-back)
Tenía 15 años y mi hermano menor Shijirou tenía 12. Aquel dia como siempre mi hermano gritaba como loco fuera de mi habitación
- Hermano, hermano ya casi es hora de irnos, levántate … Hermanooooo!
- Dios, Shijirou ya te escuche, ahora cierra la boca o me volverás loco – Grite con desesperación, sentía que mi cabeza estallaría en cualquier momento como un globo que poco a poco es llenado de aire hasta no resistir más.
Me levante de la cama dirigiéndome al baño, después de unos minutos termine de bañarme y vestirme con mi uniforme de la escuela.
- Hermano ya estás listo?, apresúrate – Ese pequeño seguía gritando como alarma sin botón de apagado.
Abrí la puerta ya listo; al verlo allí de pie le di un coscorrón en la cabeza para luego seguir de largo.
- Auch! Zheiro malo – Menciono haciendo un puchero.
- Te lo mereces por gritón – respondí con burla.
Bajamos al primer piso directo hacia el comedor donde encontramos a nuestra madre la cual se veía preocupada. Por un momento algo en mi me hizo sentir que algo andaba mal, pero lo deje pasar sabiendo que muchas veces mi madre tenía aquella expresión por la mala relación que llevaba con mi padre.
Mi hermano y yo teníamos bien sabido la clase de hombre que era nuestro padre, muchas veces había maltratado a nuestra madre, era bastante grosero y mal humorado y, a nosotros sus hijos ni siquiera nos volteaba a ver.
Su solo presencia arruinaba la tranquilidad de todos, pero para nuestra dicha, “ese sujeto” como mi hermano y yo le llamábamos, había viajado hace una semana dándonos espacio de respirar en paz, aunque esta noche regresaría, por este hecho atribuí la cara de preocupación de mi madre.
- Buenos días madre – dijimos al unísono Shijirou y yo mostrando una gran sonrisa.
- Buenos días mis amados retoños – Contesto con una sonrisa que podía iluminar cualquier corazón. – Desayunen pronto o se les hará tarde para ir a la escuela.
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- Adiós madre – soltamos ambos y enseguida salimos camino a la escuela.
- Adiós mis niños, los amo!
Como siempre las clases pasaron lentamente, todo era tan aburrido hasta que el descanso llegaba y nos relajábamos un poco. Nuevamente empezaban las clases las cuales después de unas cuantas horas terminaron. Por fin podíamos ir a casa.
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Llegamos a casa, al entrar escuchamos algunos gritos fuertes provenientes de una voz gruesa y ronca.
- “Ese sujeto” llego – Dije viendo a mi hermano, quien pensaba igual que yo por la expresión de su rostro.
No era nada extraño escucharlo gritar como demente, pues era una de las cosas que lo caracterizaban; pero pronto nos alarmamos al escuchar objetos caer y romperse seguido de un llanto aterrador que provenía de nuestra madre.
Las peleas eran comunes pero nuca a ese nivel, sin dar más espera ambos llenos de preocupación corrimos a toda prisa subiendo las escaleras hasta llegar al encuentro de nuestros padres. No podíamos hablar ni movernos, solo temblábamos ante aquella escena.
Mi madre golpeada, siendo sujetada por el cabello por “ese sujeto” mientras le apuntaba con un arma.
- Meidin, maldita desgraciada, Eihce ha escapado nuevamente de mí y sé que tú fuiste quien le dio aviso de que iría a buscarla no es así? – Soltó con furia.
- No permitiré que le hagas daño a Eihce, NUNCA! Me escuchas! – Le devolvió mi madre entre sollozos.
- En serio? Haha y dime como es que vas a protegerla estando muerta? .. Ehh querida? – Dijo con sarcasmo, desprendiendo un odio profundo que hacia nuestra madre.
En ese momento ella giro su rostro observándonos con angustia.
HUYAN! – Grito en tono agudo.
BAANG! … se escuchó el arma siendo disparada seguido de las palabras mudas de mi madre que alcance a leer en sus labios .. – Los amo!.
Todo estaba manchado de sangre y aquel sonido basto para que mi cuerpo reaccionara tomando del brazo a mi hermano halándolo para salir de aquel lugar.
- Malditos mocosos vuelvan acá, papi les tiene un regalito .. – Dijo en un grito lleno de demencia que retumbo por todo el lugar.
Cuando estábamos a punto de salir, la puerta se abrió dejando ver a un hombre alto de unos 1,80, cabello castaño oscuro un poco ondulado, piel trigueña y un poco de barba en su rostro, era algo grueso y musculado y, con unos ojos verdes que resaltaban a la vista.
Este vio el terror de nuestros ojos y sin dudar nos abrazó sacándonos de ese lugar. Detrás de él, varios policías comenzaron a moverse pasando por su lado para luego entrar a la casa.
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“Ese sujeto” desapareció y nunca encontraron rastro de él. Mientras tanto mi hermano y yo, junto con nuestro tío, que había resultado ser aquel hombre de ojos verdes, nos encontrábamos rindiendo luto en el velorio de Meidin Eshiven, nuestra amada madre.