Quizás por Shano OwO

Sabe que ha hecho mal, cuando al descansar de la rutina se encuentra con él en su mente.

Cuando sus ojos estaban cerrados, cuando su nombre vibraba cual acorde en su garganta. En el momento donde lanza un suspiro, en el momento donde las estrellas ciegan su vista.

Las palabras se deslizan por si, bailando en un silencio que han de interrumpir. Nadie está en casa, ni nadie vendrá. Él y sus recuerdos dormirán allí, vivirán en su libreta y solo las paredes podrán observar como después de tanto, pareciera como si su presencia estuviera. Es invisible, es estúpido.

Quizás si al comienzo lo hubiera frenado, no pasaría. Si al principio se hubiera dejado vencer por el “No durara” no estaría aun rondando su aroma por la habitación, no estarían sus perfumes apilados frente al espejo ni su ropa olvidada en el centro del armario.

Sus gestos, sus palabras, sus sonrisas.

Magia, él era un truco de magia. Aquellos que te sorprenden la primera vez, aquellos que hasta no descifrarlos se instalan en tu mente. Esos que son capaces de hacerte investigar, que son capaces de cambiar todo lo que creíste alguna vez ser. Y es que, el truco es tan perfecto que no parece ser una ilusión.

Se enamoro, no solo de las estrellas, no solo del conejo que salió de la galera. Su personalidad simple, su habilidad para enorgullecer su pecho y saber levantarse con las rodillas rotas. Siempre fueron sorpresas, siempre fueron sonrisas. Por eso, cuando las lagrimas arrimaron a sus ojos, el mundo se fue con ellas, junto con él.

Quizás fueron las bromas, quizás fueron los insultos quien lo alejo definitivamente.

Quizás fue aquel con el que cruzaste mirada esa vez. Esa tarde tan feliz, esa tarde tan nostálgica. La mano que tanto adoraba abrazar, ya no tenía la misma calidez. Y el tiempo tan fugaz, se convirtió en segundos secos, donde las palabras estaban de más, donde todo contacto era inadecuado.

Donde el frio era quien sonrojaba sus mejillas.

Se dieron cuenta demasiado tarde como para imaginar, como para pensar que comenzar de nuevo sería imposible. Ese día, la hora donde él pronunció el adiós que tanto profetizaban. El minuto donde el tiempo se congelo, el segundo cuando se estrujo su corazón.

Donde el departamento quedo con la ropa que él debía llevarse. Donde los pantalones y las camisas significarían un fin temporal, una hoja escrita a la mitad.

Sin embargo, jamás llego. Jamás retiro las cosas de su hogar, el hogar de los dos.

Nunca volvió al nido de sus recuerdos, nunca volvió a dormirse sobre la alfombra o el sillón. Quizás, él se ha convertido en el idiota, el mismo se ha convertido en quien esperara la eternidad, quien aun respeta las posiciones al dormir. Debe pegarse una cachetada antes de seguir, antes de saturar su mente con información que no le interesa.

Cierra los ojos, su voz, su rostro, su sonrisa, siguen ahí. Donde siempre puede verlos, donde no los perderá de vista. Hoy lo ha visto, a su estrella, a quien le encanta hipnotizar a las personas.

El mundo sigue adormeciéndose ante él,  sus oídos siguen prestándole atención y su corazón se emociona con su voz chillona. Puede, pero no hará nada. Porque él ya encontró quien complementa su corazón.

Y para el orgullo de Miyuki Kazuya, resulta un golpe duro admitir que su propio corazón este apresado lejos, donde jamás podrá alcanzarlo. Donde aquella burbuja que jamás podrá romper.