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Vida De Perro por LePuchi

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Notas del capitulo:

Hola chicos, chicas.

Espero estén excelentemente, ha pasado un rato desde la última vez ¿verdad? Les contaré una pequeña curiosidad acerca del lugar desde el que les llega la actualización de hoy: son exactamente y sin mentirles las 00:42 de la madrugada y como algunos ya sabrán (si han leído mi biografía) soy oriunda de México y aquí estamos en la culmen de la celebración del Día de Muertos así que estoy subiendo el capítulo desde un celular, por cierto que me sorprenden los avances de la tecnología, en pleno cementerio.

Parece loco eh, pero realmente es muy agradable, estúpidas tradiciones extrañas y familia loca XD se los juro que estoy en medio de tumbas no tengo como comprobarlo pero pueden confiar en que mí palabra es buena.

En fin, eso sólo ha sido una de las tantas historias curiosas que tengo, ahora si les dejo con el capítulo.

Alrededor del edificio donde vivía no había más que un puñado de construcciones similares, una vía poco transitada, una pizzería, una tienda de tatuajes y un lugar barato y agradable de comida china. Si mirabas en dirección del centro de Glikyhomb podías apreciar no muy lejos un vasto solar en el que se erigía un supermercado rodeado de un aparcamiento que al ser en verdad enorme jamás superaba el 20% de su capacidad, era innecesariamente grande si me preguntaban a mí.
No había parques, ni museos, ni escuelas cercanas y ya que el entorno no era demasiado apto para mantener una familia éstas escaseaban por el rumbo, que resultaba más apropiado para solteros, parejas sin hijos, algunos universitarios sin mucho presupuesto y para todos aquellos que buscaban algo con buena ubicación pero no dentro del ajetreo y ruido de la vida citadina central. Era un panorama tan tranquilo que terminabas pasando por alto casi todo después de cierto tiempo viéndolo a diario. Lo único que cambiaba regularmente eran los gigantescos anuncios publicitarios de cerveza, zapatos, automóviles, comida para gato o cualquier otra cosa imaginable, pero, esos cambios, pasaban sin pena ni gloria debido a que la mayoría no los notaban. Éramos los tipos como Javier y yo que gustábamos de subir a la azotea armados con algunas latas de Happy-Cola de naranja, un empaque mediano de malvaviscos, un mechero y un par de tenedores simplemente para pasar el rato quienes notábamos esas sutiles diferencias en el paisaje.
— ¡Catorce! —exclamó Javier cuando una camioneta blanca cruzó frente al edificio allá abajo en el negruzco asfalto—. Una más y te habré ganado.
— Demonios —me quejé—, la gente ya no tiene buen gusto.
— Mira quien lo dice —rió mi amigo.
Una densa masa de nubes se cernía sobre nosotros aquella taciturna tarde de sábado, amenazando con lluvia que podía caer en cualquier momento, así era el clima otoñal típico de la ciudad. De la ventana superior del edificio de enfrente salían las extrañas notas de un banjo y una armónica que juntas entonaban alguna inusual canción Country, nosotros como no teníamos nada más que hacer salvo perder el tiempo habíamos iniciado un juego sin sentido consistente en elegir algún color que no fuese negro y contar los coches que pasaran por la carretera sumando un punto cada vez que el color elegido coincidiera con el del carro que viéramos.
Ganaba el primero en sumar quince puntos y al parecer el azul no era muy popular en estos días pues iba perdiendo por nueve puntos ante el blanco.
— ¿Tienes el mechero? —preguntó pinchando un malvavisco con su tenedor.
— Sí, lo tengo por aquí —rebusqué en los bolsillos hasta dar con el tacto metálico del objeto y lo saqué para dárselo a Javi.
— Entones volviendo al tema —examinó de nuevo un arrugado trozo de papel que descansaba sobre las latas de refresco sin abrir—. Creo que actúas como una adolescente ¿te das cuenta, no? —me miró antes de dar un sorbo a su lata—. ¿Por qué te gusta complicarte tanto las cosas? Sólo llámale y listo.
— No es tan sencillo.
— Lo es, basta con levantar el teléfono y marcar los números.
— ¿Qué tal si no contesta? ¿qué pasa si no quiere que llame? ¿y si está ocupada o no quiere saber de mí? Después de todo no fue ella quien me dio el número.
— Solamente hay una forma de averiguarlo —me tendió el panfleto—. Yo lo haría, lo peor que pude pasar es que diga no.
— Eso no sería lo peor —puse cara de susto—. Y eres un mentiroso, tu tampoco lo harías.
— Esas son calumnias, yo lo haría.
— ¡Claro que no! Eres igual o más desidioso que yo —lo apunté con el dedo—. ¿Ya olvidaste lo de la cajera del banco?
— Por favor, no hablemos de eso —desvió la mirada.
— ¡Me obligaste a abrir una cuenta en ese lugar sólo  para conseguir su maldito número!
— Su servicio es bueno no puedes negar eso.
— No hablamos del servicio —le quité el mechero de la mano y lo encendí acercando la llama al malvavisco sujeto por mi tenedor. La blanca masa azucarada adquirió un tono marrón claro y el ambiente se llenó con el olor del caramelo.
— Sí, conseguiste el número —recordó.
— Pero no te conformaste con eso ¿lo olvidas? —mordí el malvavisco, estaba rico.
— Ya no me lo recuerdes —gimió.
— ¡Hiciste que la invitara por ti!
— Lo recuerdo perfectamente, así como también recuerdo que resultó que te había dado su número y aceptado la cita porque quien le gustaba eras tú... fue muy vergonzoso llegar a la cita y explicarle el mal entendido.
— En mi defensa he de decir que no me di cuenta de ello —levanté las manos.
— Eres una despistada de primera.
— A veces, pero no desviemos el tema, me la debes.
— No haré de mensajero.
— ¡Pero eres mi mejor amigo!
— ¿Y eso qué?
— Debes ayudarme con esto, es la regla.
— ¿Por qué no se lo pediste a Alex o Vic?
— No lo preguntaras en serio ¿verdad?
— Es en serio.
— Jav, conocemos a los mellizos desde que teníamos como nueve años y te atreves a preguntar esas cosas en serio ¿estás enloqueciendo?
— Nos conocemos, tú y yo, desde los cuatro Sara, tendrías que saber que ya estaba loco pero hablo en serio, ellos lo harían sin dudar.
— Lo sé.
— Lo sabes —asintió—, y aun así me lo pides a mí.
— Tú eres imparcial Jav, si le pido a los pelirrojos algo así no me daré abasto con sus comentarios raros y sus burlas. Si piensan por un segundo que significa algo más no voy a quitármelos de encima.
— ¿Y qué significa para ti?
— Que ninguno de ustedes está disponible para ir conmigo, eso significa.
— Yo no recuerdo que me hayas invitado —dijo.
Me mordí el labio frotándome la nuca con una mano.
— Lo sabía.
— ¿El qué?
— Nada, nada, cosas mías — hizo aspavientos con la mano—. ¿Puedo preguntar por qué quieres invitarla?
— No sé, me cae bien y le gusta McCllelan.
— Ajá, te agrada porque tienen el mismo gusto literariamente macabro ¿eso de todo?
— ¿Debería haber más?
— Tal vez, dímelo tú.
— Deja de jugar con mi mente Aznar ¿tu también crees que hay algo más verdad?
— Es difícil no creerlo, sobre todo porque tú no haces estas cosas.
— Pues ves cosas que no son. Todo el mundo parece haberse olvidado de Yazmin pero yo no lo he hecho, soy una mujer con compromisos.
— Oh vete al diablo —se burló—, ¿hace cuánto que no hablas con ella?
— Hablamos hace una semana.
— No intentes tapar el sol con un dedo mujer, que te conozco, y no vas a engañar a alguien que te conoce hace veinte años.
— Bien, quizá tenga un poco más pero eso no quita que todavía es mi novia, prometida —Jav no dijo nada y la estancia se sumió en un silencio meditabundo.
Me daba igual que todos creyeran que hacía mal esperando pacientemente el retorno de Yazmin, un retorno que si todo iba bien se daría en un par de meses más. Sabía lo que todos pensaban porque yo lo había considerado también; había meditado horas enteras sobre ello en Bahía Plak y todas las preguntas del tipo ¿estará realmente donde dice? ¿en verdad tendrá tanto trabajo? ¿qué estará haciendo? ¿pensará en mí? ¿me extrañará? Y desde luego estaba la cuestión primordial, la que me había rodado el cerebro primero que nada y que había sido la última en marcharse: ¿estará engañándome?
Las había barajado todas y cada una, juntas y por separado, al derecho y al revés, hasta el cansancio y la saciedad sin lograr llegar a una conclusión definitiva ya que no estaba segura de nada, ni de que lo hacía ni tampoco de que no lo hacía. Todo era 50-50 y yo había dejado de dar vueltas para otorgarle el beneficio de la duda, aunque ello implicaría atenerme a las consecuencias, fueran las que fueran.
— Si me lo preguntaras a mí —dijo Javier luego de aproximadamente quince o veinte minutos de quietud—, tienes razones equivocadas para tu desmedida fidelidad.
— ¿Lees la mente?
— No, sólo te conozco mejor que a la planta de mi pie.
— ¿Qué no era “como la palma de mi mano”?
— Todo el mundo puede ver y conocer la palma de su mano —respondió—. Pero son pocos los que conocen perfectamente la planta de su pie ¿no lo crees así?
— Creo que estás loco.
— Igual que tú —sonreímos—. Muy bien, escucha, eres ridículamente testaruda y decidida cuando te propones algo así que si optaste esperar por Yazmin no habrá poder humano que te haga cambiar de idea.
— Correcto.
— Sí, la cosa es que aunque no voy a incitarte tan descaradamente al adulterio como los mellizos pienso que te haría bien salir de vez en cuando.
— El adulterio es malo —le dije.
— ¿Entonces?
Permaneció dudoso un instante más.
— ¡Al diablo! Hagámoslo, vallamos por ese número —se levantó del suelo rojizo, debido al impermeabilizante, se sacudió el polvo y antes de andar hacia las escaleras apuntó a la calle—. Yo gano —el decimoquinto auto blanco cruzó la carretera frente al edificio y siguió hasta entrar en el aparcamiento del supermercado.
Bajamos las escaleras de incendios hasta el piso donde se hallaba mi apartamento y mientras yo me tumbaba en el sillón Javier descolgó el auricular del teléfono y antes de marcar dijo:
— Un consejo, como tu mejor y más viejo amigo. No te involucres ni le involucres demasiado o las cosas pueden torcerse un poco.
Introdujo el rítmico grupo de teclas numéricas y esperamos... un tono, luego dos y entonces cuando estaba dándolo por perdido Javier me lanzó la bocina, que apenas conseguí atrapar por poco.
— Hola —dijo una voz queda desde el aparato—. ¿Hola? ¿hay alguien?
Pude sentir la sangre yéndose de mi rostro, miré a Javier y después, con gesto desdeñoso, al objeto en mi mano, como si fuese un aparato extraterrestre sumamente peligroso que pudiera vaporizarme en un descuido.
«¿Qué haces?» mi amigo, mi maldito mejor amigo articuló las palabras sin emitir ningún sonido «¡Contéstale!».
— Hooola —volvieron a decir.
Tragué saliva sonoramente y con mucha dificultad.
— Hola —dije—. ¿Está Andrea?
— ¿Quién habla? —era ella, no cabía duda.
— Eh, Sara —dije—. La mujer del bar, la que le gustan los libros de Anouk McCllelan.
— ¿La que abre la cerveza con una llave?
— La misma. ¿Cómo estás?
— ¡Oh! Bien, gracias. ¿Tú que tal?
— Yo también estoy bien —respondí.
— Creí que no llamarías.
— No estaba segura de hacerlo, ya que tú no me diste el papelito.
— Me alegra que te decidieras —pude percibir la sonrisa en su voz—. ¿Qué hay de nuevo entonces?
— Pues verás, es ésta cosa y me preguntaba si tú querías ir conmigo.
— ¿Cosa? —se río.
Me callé un momento para ordenar mis ideas.
— El auto cinema Shelby ¿lo conoces?
— Claro, organiza unas buenas noches de cine.
— Pues resulta que éste fin de semana el ciclo de películas será Halloween, Psycho, Hellraiser y los Gremlins.
— Eso leí en un cartel el otro día sí.
— Y como te gustan los libros de McCllelan pensé que tal vez te gustaría ir conmigo.
 
Coloqué el auricular de nuevo sobre el soporte del teléfono.
— ¿Y? —preguntó Jav.
— Maldito seas —le espeté—. Eso no se hace, no es de amigos.
— Tú dijiste que marcara, nunca mencionaste que debía hablar yo.
— Eres un tramposo.
— Bueno, olvídate de eso ¿qué te dijo?
Aparte la mirada al piso.
— ¿Te dijo que no? —se espantó.
— No, dijo que le encantaría.
— ¿Por qué esa cara?
— Estoy pensando como vas a pagármela.
— ¿Qué?
— ¡Ah! Ya lo tengo, sí —sonreí—. Vamos por sushi.
— De acuerdo te pagaré con comida ¿vamos al Brote de Bambú?
— No, iremos al Kuma.
— ¿Por qué allí?
— Porque según Alex la camarera te gusta así que iremos a conseguirte una cita.
— ¡¡Una cita!!
— Ten una cita con esa mujer y quedaremos a mano. ¡Ah! Y tienes que pedírsela tu solito.

Notas finales:

Espero que lo disfrutaran ;)

Ya saben que cualquier comentario es bien recibido, si encuentran errores disculpen por ello y haganmelo saber.

Se despide de ustedes Ilai La Que Actualiza Desde El Cementerio Tsamura.


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