Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pied Piper of Hamelin por BombayLove

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ryo, Ryuhei y Shota van a ver a You a quien no le sorprende demasiado su presencia, sino todo lo contrario. En el camino de regreso, Ryuhei los convence de regresar al lugar que ellos alguna vez habían compartido. Allí, sucede algo que les cambiará la vida, al menos a uno de ellos.

Después de que Ryuhei pudo conseguir una cita con You, utilizando el nombre de soltera de su esposa, se dirigió al hospital junto con Tadayoshi y Shota, quien seguía estando bastante distante con él.

Tras ser informados en qué número de piso y consultorio debían esperarlo se sentaron en la sala de espera hasta que una enfermera llamó su atención.

—Eh —la muchacha se sorprendió al ver que ninguno de los tres correspondía con el género del siguiente paciente con quien había acordado una consulta ese día.

—Mi esposa viene en camino —dijo Ryuhei, con una sonrisa—. Espero que no haya problema en que estemos presentes en la consulta junto con sus hermanos.

—Debería preguntarle al doctor —dudó la enfermera.

—¿Qué sucede? —preguntó You, asomándose al pasillo para ver a sus antiguos compañeros. A diferencia de Ryuhei, que se había sorprendido sobremanera al ver el drástico cambio en Tadayoshi y Shota, You ni se inmutó.

—Estos señores dicen que quieren estar presentes en la consulta…

—Está bien. No se preocupe —el médico se hizo a un lado para dejar pasar al grupo—. Pasen, por favor —Ryuhei y Shota fueron quienes se sentaron frente al escritorio que los separaba de You. El aludido se quitó los anteojos, se masajeó el tabique y los miró uno a uno—. Tardaste bastante, Yasu —reconoció mientras sonreía. Tanto Ryuhei como Tadayoshi se sorprendieron por sus palabras.

—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó Ryuhei.

—Que los estábamos esperando.

—¿Estábamos…? —preguntó Tadayoshi.

—Reconozco que fue una buena jugada utilizar el nombre de tu esposa para una cita —dijo, mientras abría un cajón bajo llave de uno de los tantos que estaban a ambos flancos del escritorio—. Pero al menos, debieron haber sido un poco más inteligentes como para contratar a alguien que hiciera de ella —lo que You sacó y le entregó a cada uno, fue una carpeta en la que estaba toda su vida, un amplio árbol genealógico y hasta un cuadro con las personas con las que frecuentemente se relacionaban, desde amigos hasta compañeros de trabajo.

—¿Qué es esto? —preguntó Tadayoshi.

—Te lo pasó Hina, ¿verdad? —le preguntó Shota.

—Así es.

—¿Qué tiene que ver Hina en todo esto? —preguntó Tadayoshi, al borde de la histeria.

—¿No te dijo de qué trabaja Hina? —le preguntó You, recibiendo un movimiento de cabeza negativo como respuesta. El mayor se sonrió y les lanzó un periódico donde había un informe de la policía metropolitana y varias fotografías de sus superiores, entre los cuales estaba Shingo. Ryuhei agarró el objeto y empezó a leer.

—Con el regreso del superintendente adjunto del departamento de policía metropolitana de la ciudad de Tokio, Murakami Shingo, el caso ha sido fácilmente resuelto —con los ojos abiertos como platos, Ryuhei dejó el periódico en su lugar, tardando varios segundos en volver su mirada a You—. Entonces, era por eso que él nos entregaba los blancos.

—Pero J era quien siempre daba el visto bueno —respondió You.

—Tú lo sabías —dijo Tadayoshi.

—¿Qué cosa?

—Todo sobre nosotros…

—Debíamos. Después de todo, de no haber sido descubiertos, habríamos pasado bastante más tiempo juntos.

— Esperen, esperen… Ahí dice “con el regreso” —dijo Ryuhei—. ¿Adónde… se había ido…? Es decir…, yo jamás hablé de mi familia respecto a lo sucedido… Y por algún motivo, ellos tampoco me han preguntado “papá, ¿dónde has estado todo este tiempo?

—Probablemente la policía les haya dicho algo para calmarlos. Claro que no les iban a decir que estuvieron privados de su libertad en manos de un científico loco y que salían por las noches a matar a ex-convictos o a gente que burló la cárcel.

—Si dices que Hina era policía… ¿Por qué fue la misma policía la que nos… liberó? —preguntó Shota.

—Como bien dice ese informe, Hina es el superintendente adjunto…

—Fue su superior —resolvió Tadayoshi.

—Es lo que está intentando averiguar —respondió You—. Además de volver a juntar a todo el grupo.

—¿Sabes dónde está Ryo-chan? —le preguntó el menor del grupo, rompiendo con la densa atmósfera que se había creado.

You le sonrió sinceramente antes de responderle.

—Lo siento. Pero aún no lo sabemos —Tadayoshi frunció sus labios, sin agregar nada más.

—Bueno… Creo que ya te hemos robado demasiado tiempo —dijo Ryuhei, levantándose del asiento.

 

Ryuhei, Shota y Tadayoshi estaban esperando el autobús que los llevara de regreso al orfanato del primero, pero éste, meciéndose hacia atrás y hacia adelante, con las manos en los bolsillos, tenía otra idea en mente.

—Oigan… ¿Qué les parece si vamos a aquel lugar? —les dijo a sus amigos, ambos detrás suyo.

No hubo necesidad de una respuesta. Apenas Ryuhei emprendió su recorrido hacia el lugar en donde se habían encontrado por primera vez, los pasos de Shota y Tadayoshi se unieron a los de él. Quizás por la nostalgia de ir hasta aquel lugar, preguntándose internamente cómo lo hallaría después de lo sucedido, Tadayoshi no se percató que había estado caminando casi treinta minutos. Por algún motivo, su cuerpo no estaba sintiendo el cansancio. Quizás el hecho de haberse preparado diariamente para las misiones impuestas por J dieron resultado, y éste aún perduraba. Sin embargo, a unas pocas cuadras, justo en el lugar donde Tadayoshi había visto a Ryo por última vez, un grupo de policías obstruyeron el camino.

—Buenas tardes —le dijo uno de los uniformados a Ryuhei, quien le dedicó una reverencia. El aludido le sonrió y le extendió una tarjeta de identificación—. ¿Y ellos son…?

—Un colega y su sobrino —respondió el morocho, sin dar demasiadas explicaciones.

—Muy bien —dijo el oficial, devolviéndole la identificación.

—No es la primera vez que vienes, ¿verdad? —le preguntó Tadayoshi, ya lejos de los oficiales.

—No. ¿Se dieron cuenta?

—¿Desde hace cuánto que están esos oficiales ahí? —le preguntó Shota.

—Desde que vengo, siempre. En realidad, no sé muy bien cuáles son sus funciones y…

—¿Esa identificación era falsa?

—Por supuesto —le respondió Ryuhei, girándose para sonreírle—. Eso es algo que aprendí de ti, Sho-chan —el aludido desvió su vista de la suya, sin acotar nada más—. Muy bien. Aquí está. Los escombros de lo que alguna vez llamamos hogar.

—Entonces, lo que había oído esa noche habían sido bombas —dijo Tadayoshi, acercándose a los escombros de lo que antes había sido una mansión.

—Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, tenía a cinco tipos apuntándome con rifles sobre la nuca —reconoció Shota, acariciándose mencionada parte de su cuerpo.

—¿En serio? A mí me pegaron directo en la cabeza —le dijo Ryuhei. Creo que todavía tengo la cicatriz —agregó, mirando hacia arriba como si quisiera mirarse la frente.

—Después de eso, ¿qué sucedió? —le preguntó Tadayoshi a Shota.

—Me sacaron a la rastra de la mansión, me durmieron y cuando desperté, estaba en un hospital.

—¡Arriba las manos! —una voz masculina detrás suyo los alertó, obligando al trío a hacer caso a sus palabras, muy a su pesar—. ¡Separen las piernas!

El grupo hizo caso a sus órdenes. Shota fue el primero en ser revisado, sin hallar resultados positivos. Aunque con tan solo girar un poco su cabeza Tadayoshi podría ver quién había ordenado todo eso, decidió que lo mejor sería no hacerlo. Esperó por su turno, hasta sentir que el oficial que lo estaba revisando estaba demasiado pegado a él, hasta podía sentir su aliento sobre su cuello, y que sus manos, lejos de revisarlo, parecía que lo estaban acariciando. Extrañado, giró un poco su cabeza para hallar a la persona que había estado buscando con desesperación todo ese tiempo. Su mentón estaba apoyado sobre su hombro, y su sonrisa burlona parecía estar dándole la bienvenida.

—Ryo-chan —susurró.

—¿Me extrañaste? —preguntó el aludido, dándole un dulce beso sobre la mejilla.

—Hina —dijo Ryuhei, ya dado vuelta para mirar al par que se les había unido.

—¿Cómo están? Tanto tiempo.

—¿Yoko estaba enterado de esto? —le preguntó Shota, en referencia a Ryo.

—Yoko lo mantuvo escondido todo este tiempo. Me dijo que estuvo con ustedes, y me pidió que viniera aquí con Ryo.

—Así que superintendente adjunto —le dijo Ryuhei, pasando uno de sus brazos por sobre los hombros de Shingo.

—Así que papá —retrucó, ocasionando que sonriera y, con un juego de ojos, pidiera silencio, al mirar a Shota—. Bueno —dijo Shingo, rápidamente—…, la verdad es que no tengo mucho tiempo, así que, seré breve. Tengan esto —dijo, entregándole un teléfono celular a cada uno—. Estaremos en contacto con estos. Sé que Yasu se encargará de cambiar la frecuencia y esconderla de la policía.

—Lo haré a menudo —dijo el aludido.

—También, Ohkura, quiero que te lleves a Ryo.

—¿Eh?

—Me siento un perro —reconoció el aludido, recargado sobre el hombro de Tadayoshi.

—Aunque Yasu sería el más apropiado para darle alojamiento, es mejor que lo haga en un lugar en el que esté acompañado.

—Todavía no me dieron el alta de las drogas —dijo Ryo, chasqueando la lengua.

—Tampoco creas que vas a estar en casa de Ohkura sin hacer nada. Ya veremos qué te inventamos.

—Hina, ¿sabes algo de J? —preguntó Shota.

— No. Aunque he estado intentando averiguar algo… sin un as de la informática, se me complica ocultar mis rastros en la computadora de la policía.

—Dame un par de datos para que pueda entrar en forma remota y yo te cubro.

—Chicos…, realmente estoy muy feliz de habernos vuelto a encontrar —reconoció el aludido.

 

Sintiendo el peso de Ryo encima suyo, Tadayoshi no sabía qué iba a terminar inventándole a su madre cuando se apareciera con él. Ni siquiera pensando en conjunto con Shota y Ryuhei pudo llegar a una solución, por lo que decidió decir lo primero que le viniera a la mente cuando su madre estuviera frente a ambos.

—Buenas noches —saludó el menor a su hermana y su madre, las dos sentadas en torno a la mesa del comedor. Tadayoshi entró junto con Ryo para ver cómo su hermana menor se esfumaba escaleras arriba con una bandeja de comida. Su madre miró a su hijo y le sonrió lastimosamente.

—¿Vienes con un amigo?

—Mi nombre es Nishikido Ryo, soy un viejo amigo de Ohkura-kun, encantado de conocerla.

Las palabras que salieron de entre los labios de Ryo, casi hicieron que Tadayoshi se infartara. Ni pensando mil veces más hubiera llegado a aquella simple respuesta.

—El placer es mío, Nishikido-kun. ¿Ya cenaste?

—No… La verdad es que me muero del hambre…

Con su madre yendo a la cocina, al ver la acción de Ryo de levantarse la remera y rascarse el ombligo, Tadayoshi se dio cuenta que no había cambiado en lo absoluto.

 

Cuando volvió a su cuarto con el tatami que había sacado del de su madre, encontró a Ryo mirando lo que había dejado puesto en su computadora desde que se despertó.

—Se ve que no me extrañaste mucho que digamos —le dijo Ryo, girando apenas su cabeza para mirarlo.

—Es porque sé que nos están espiando —dijo Tadayoshi, apagando la computadora.

—Con esto los estás divirtiendo, ¿sabías? —preguntó Ryo, girando la silla unos noventa grados para ver a Tadayoshi acomodar el tatami sobre el piso—. ¿Qué haces?

—Armo tu cama, ¿por qué?

Sin responderle, Ryo se levantó, agarró una de las manos de Tadayoshi y lo guió hasta su cama, lugar donde se acostó junto con el menor.

—Quiero que durmamos juntos.

—No podemos.

—¿Por qué? Prometo no hacerte nada. Sólo así…, está bien —reconoció el morocho, acomodando un cabello rebelde detrás de la oreja de Tadayoshi—. ¿No crees que el destino sea extraño?

—¿Por qué?

—Por haber hecho que me enamorara perdidamente de ti —Tadayoshi se sonrió—. Realmente no estaba en mis planes terminar en aquel lugar, matar a toda esa gente… Pero llegaste tú… Y le diste algo de vida… a mi vida —terminó Ryo la frase, un poco confuso al haber sido redundante en sus palabras.

—Si en ese momento te hubiera hecho caso…, ¿estaría sucediendo todo esto?

—Creo que hubiera sido peor… Ahora estaría como loco buscándote. En cambio, gracias a Yokoyama-kun, a Murakami-kun, he podido mantenerme calmo, y así, encontrarte —con un poco de temor se acercó a Tadayoshi y lo miró a los ojos, un par de esferas de un color café tan intensos como el sentimiento que parecía estar desbordándose de su pecho. Le sonrió, cerró los ojos y pegó sus labios sobre los suyos, sintiendo que el sonido hecho por aquel contacto le devolvía la vida hasta al último nervio muerto que había en su cuerpo—. Te amo —gimió, sinceramente, sin abrir los ojos, queriendo que el sabor de los labios de Tadayoshi jamás se fuera de los suyos; pero al abrirlos se dio cuenta que él aún estaba allí, frente a él, y que podía sentir aquel sabor las veces que él quisiera. Volvió a sonreír y posó su nariz sobre la suya, acariciándola con ternura, inspirando el aroma de su perfume y acortando lo más que pudo su distancia de la suya.

—Yo también te amo, Ryo-chan —reconoció el menor, abrazándolo con fuerza y escondiendo su cabeza sobre su pecho, refugiándose de la luz artificial colgada en medio de su habitación.

Notas finales:

¡Gracias por leer! ^3^ *chu~!*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).