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Secreto, Secreto. por Zoey Namine Taisho

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Notas del fanfic:

Nada una pequeña estúpides. La verdad es que estoy súper avergonzada de subir una mierda como esta, pero si no lo hacia explotaba.

Basándome en lo que se demuestra en el manga, tal véz Hiroki Kamijou no sea tan inocente.

 

Acto. 0. Secreto. secreto.

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Admito que no soy la blanca paloma que muchos creen que soy, admito que no siempre fui la persona avergonzada que ahora piensan que soy. Pueden creer lo que quieran al final, éste es solo un granito que guardo para mí mismo, y cómo ahora estás presente en mis pensamientos internos, no tengo otra elección más que compartirlos.

Hubo una época, la más fatídica de mi vida puedo admitir, en el que mi amor no correspondido hacía mi mejor amigo me obligó a tocar fondo de la manera más miserable y cutre posible. Me obligó a adentrarme en una nube oscura de amarga tentación e insana lujuria, me llevó a una vida de libertinaje disimulada. A desprenderme de lo que era mi natural timidez. Desesperado por sentir el contacto y el calor humano de una manera más carnal, me rebaje a mi mismo a una fácil ramera, entregándome a cualquier hombre disponible en un bar discreto al azar.

No es ni remotamente legal que un menor de 18 años estuvieran en bares buscando compañías para pasar la noche, pero la cordura y el pensamiento racional eran fácilmente borrados con dos o tres copas de sake, una suerte, conocía bien los bares inmiscuidos a asuntos legales.

Y aunque durante ese lapsus oscuro de tiempo ya había empezado a recalcarme, a hacerme a idea de que mi amor jamás sería tomado como yo quería, ya sabiendo que los sentimientos de quien era mi adoración estaban dirigidos hacía otra persona, no intenté quedar varado en esa brecha... Intenté dar lo mejor de mí para olvidar el tacto de mi adoración, así que conseguí citas y encuentros que terminaron fácilmente en alguna habitación cara de un pobre hotel; A veces era yo quien comenzaba el coqueteo, seduje a muchos sin esfuerzos, una mirada coqueta, una sonrisa seductora, una muequita linda y los tenía comiendo de la palma de mi mano, besando el piso por dónde yo caminaba.

Algunas de mis “citas” se alegraban de haber obtenido una probada de mí y se alejaban satisfechos, otros seguían persuasivos e intentaron por todos los medios conquistarme, si debo ser honesto me divertía que intentarán sin éxito ganarme.

Tuve cantidades incontables de pretendientes y compañeros en la cama, supuestos heterosexuales, activos en la materia de las relaciones homosexuales, solteros, casados, divorciados, chicos de mi misma edad, algunos más jóvenes otros mayores. Besé, mordí, lamí, jadeé y gemí contra la piel de muchos. Sentí muchas manos ansiosas recorrer mi cuerpo.

Pero ninguna era la que yo quería, ninguna de esas manos era la que mi piel anhelaba, ninguna de esas pieles era lo suficientemente especial y lo que hacían era recordarme que esa persona no era mía. Las manos que yo ansiaban eran frías, heladas, grandes.

Mi estúpida ambición me llevó a la desesperación misma y a cometer acciones producto de decisiones ridículas, que terminaron por hundirme y arrastrarme a la cruel realidad.

Luego, casi de la nada, un bálsamo.

¿Qué irónico, no? Qué ahora las manos que recorren mi piel sean cálidas y enormes.

Han llegado a ser mis favoritas, han logrado borrar con tanta facilidad el toque frío de un amor olvidado, Han logrado lo que tantas otras no, se han vuelto mi vicio, mi adicción, irreemplazables, exquisitas, perfectas.

Y son sólo mías.

 

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¡Gracias por leer!


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