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~ El Contrato ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Desde las cenizas renace el ave fénix y bla bla bla jajajajaja Lamento haber tardado tanto, pero espero disfruten la lectura ;)

-CAPÍTULO II: Enemigos enfrentados

 

Llevaba cuarenta minutos afuera de la puerta, golpeando y llamándole para que le permitiese entrar y así poder conversar frente a frente, y no con la puerta de por medio. Estaba actuando tal como lo hizo muchas veces cuando fue niño, pero en este caso, no podía culparlo.

Habían salido de la mansión de los Choi interrumpiendo la reunión grotescamente. Lo que la consolaba, era que TaeMin no había sido el único en armar un espectáculo. MinHo, el hijo menor de su ahora, nuevo socio de negocios, había lanzado los papeles lejos y volcado la mesa hasta hacerla caer, asustándolos a todos, para luego irse con los gritos de su padre que iba tras él.

El camino de regreso fue mortalmente silente y, cuando llegaron a casa, su hijo se había ido directo a su cuarto, encerrándose en él. Le dolía esta situación. Le dolía tener que retroceder en el tiempo con ella intentando consolar a su hijo como cuando era pequeño, solo que ahora, TaeMin ya no era un niño y no había nada que pudiese hacer o decir, que le ayudasen a explicarle de alguna forma, lo que estaba pasando.

Desde el pasillo podía sentir los llantos desgarradores de TaeMin. Sabía que el motivo de aquella reunión de negocios y la inesperada forma en que él sería partícipe junto a MinHo, no era algo fácil de asimilar pero, incluso de esa manera, que su hijo llorase de tal forma comenzaba a preocuparle.

Una de las sirvientas llegó y se paró a su lado con una bandeja de plata con un vaso de agua y unas pastillas.

 

-          Son calmantes, pensé, que el Sr. TaeMin podría necesitarlos…

 

-          Creo que quien los necesito soy yo – dijo ella – No he podido hablar con él

 

La mujer pasó junto a la criada y bajó las escaleras. En la sala, su esposo leía un periódico y, cuando la vio, lo dejó a un lado y se incorporó, evidentemente interesado.

 

-          ¿Y, hablaste con él?

 

-          No me abrió la puerta - respondió con un tono de dolor en la voz – Lleva casi una hora llorando. Estoy preocupada…

 

-          Cálmate, ya entrará en razón y vendrá a hablar con nosotros

 

-          ¿Y si no lo hace? – preguntó con suspicacia - ¿Qué pasa si nuestro hijo no nos habla nunca más? Bien sabes lo mucho que TaeMin ha odiado que queramos manejar su vida, ahora con lo que sucedió donde los Choi, de seguro nunca más querrá saber de nosotros…

 

-          No exageres JiMin, él es solo un niño caprichoso

-          ¿Un niño caprichoso? – repitió casi horrorizada - ¡Abre los ojos, hace mucho tiempo que TaeMin dejó de ser un niño! ¡Él es un adulto, en el fondo, siempre lo ha sido! ¡Y no digas que es caprichoso solo porque desde pequeño él sabía qué hacer con su vida! ¡Por mucho que lo presionáramos, él nunca habría seguido el rumbo de los negocios de la familia!

 

-          Solo está armando un berrinche, ya entrará en razón y comprenderá que la unión de nuestra familia con los Choi, es lo mejor para su futuro

 

-          ¿Para su futuro, dices? ¿O para el tuyo?

 

JiMin caminó hasta la mesita de los licores. Tomó una de las botellas de cristal y vertió un poco de su contenido en un vaso. Caminó a la ventana y dio un sorbo, dejando que el whisky quemara su garganta. Era curioso cómo el tiempo pasaba; años atrás, con el peso de las preocupaciones, los problemas y la soledad, ella no habría dudado en beberse una botella completa, o tal vez dos. La promesa hecha a su hijo cuando éste la vio en un deplorable estado, hicieron que su vida diera un vuelco y se alejara de lo que era, su casi mortal vicio.

 

-          Querida, TaeMin es solo un chico jugando a ser adulto, le hemos dado todo con tal que no hiciera sus pataletas pero, ya es tiempo de que crezca y asuma las responsabilidades que traen ser un Lee

 

Ella se volteó, mirándolo con evidente molestia.

 

-          ¿Hasta cuándo vas intentar comprar a nuestro hijo? ¡¿Qué no ves que él no es como tú?! – exclamó ante la insistencia de su esposo - ¡Él nunca ha querido el tipo de responsabilidades que tú deseas que asuma! ¡Jamás le ha importado tus negocios o el dinero, o los lujos! ¡¿Cómo pudiste ser tan incrédulo de pensar que, traspasando la empresa a su nombre, TaeMin iba a acceder a casarse con un chico que ni siquiera conoce?!

 

-          Ji-JiMin…

 

-          No – le indicó impidiendo que él se acercara – Ruego porque algún día abras los ojos y veas el error que has cometido hoy, y cuando eso suceda, ojalá no sea demasiado tarde para ti

 

La mujer dejó el vaso a medio beber en la mesa de los licores y pasó junto a su marido, dispuesta a irse de ahí. Deseaba estar en cualquier parte, menos compartiendo el oxígeno de ese hombre.

 

-          ¿A dónde vas? – preguntó él.

 

-          Llamaré a KiBum, quizás ese niño logre hablar con nuestro hijo para que al final del día, no decida alejarse nuevamente de nosotros por otros dos años…

 

 

El ruido del otro lado de la puerta le hizo cubrir su boca con asombro. Sea lo que fuera que estaba sucediendo allá adentro, no auguraba nada bueno. La criada volvió a tocar la puerta pidiendo entrar, y del interior un ‘¡LÁRGATE MALDITA SEA!’ más el sonido de cosas rompiéndose, se escuchó fuerte y claro.

SooMin ni siquiera se había molestado en ir a ver cómo estaba su hijo. Después de lo acontecido con los Lee, había tomado su bolso y se había marchado con su chofer lejos de casa y de los problemas que no quería enfrentar. Seguramente ahora estaba en el club en compañía de sus amistades de la alta sociedad, bebiendo té y charlando como si nada hubiera pasado.

Pasos que se aproximaban por el pasillo le hicieron voltear la mirada. Hacia ella, el padre de MinHo caminaba con las manos en los bolsillos de su pantalón y se detuvieron frente a la puerta del cuarto.

 

-          Necesito hablar con MinHo, dile que lo estaré esperando en mi despacho…

 

-          Quizás deba decírselo usted mismo, Señor – agregó la mujer – Como verá, ni siquiera a mí me ha permitido entrar. Tal vez si usted lo intenta, tenga más suerte que yo

 

Él se le acercó peligrosamente, acortando la distancia. Con un gesto, le indicó a la otra criada que se fuera y los dejase solos.

 

-          Tu hijo me ha dejado en vergüenza – prosiguió - ¿Es esta la forma en que lo has criado todos estos años? ¿Cómo un vil malagradecido?

 

-          La madre de su hijo está en el club con sus amigas mientras soy yo quien ruega porque él recapacite y hable con usted, no me juzgue Señor, porque Dios sabe muy bien cuánto me he esforzado – se defendió MiSuk – Con la ausencia de su esposa y la suya propia, MinHo podría haber terminado en la cárcel, o bien, muerto si no fuera por mí… creo que con lo que pasó donde los Lee, él se merece este arrebato

 

-          MiSuk… - susurró él – Tú eres la única a quien él ve con respeto, él te ama… su padre también lo hace y lo sabes. Por favor, necesito tenerte de mí lado en esto, es, verdaderamente importante…

 

-          Señor, yo… yo no me pondré en medio de usted, sus negocios y MinHo. Y definitivamente no permitiré que utilice a mi hijo como si fuera una moneda de oro… incluso si, si…

 

-          ¿Incluso si también me amas…?

-          Si – dijo ella con firmeza – Écheme a la calle primero, porque no seré parte de este circo. No veré a MinHo ser empujado a hacer algo que no quiere… y que yo tampoco deseo que haga

 

-          Bien, será hecho como has dicho pero no te olvides que al hacerlo venir a esta cena, ya has tomado tu lugar a mi lado, haciendo justamente lo que prometiste no hacer; usar a tu hijo como intercambio a mi favor…

 

El hombre se giró sobre sus talones y se marchó de ahí con una escalofriante calma. MiSuk lo vio irse, otra vez, como muchas veces antes lo había hecho. Lo cierto era que, desde que hubo llegado a trabajar a la casa de los Choi, la presencia de YunKyum le provocaba contradictorias sensaciones.

Al principio, la relación de ambos había sido estrictamente profesional entre un patrón y su criada. El hombre era pocos años mayor que ella, pero su forma de ser, había estado inalterable con el paso de los años. Las atenciones comenzaron de forma sutil y sin otros propósitos; con MiSuk llevándole café a su despacho en las largas noches de trabajo y desvelo, además de criar a los hijos del matrimonio y hacerlas de consejera cuando era necesario.

Pero, como toda familia, los Choi no estaban ausentes de los típicos problemas. Con MiSuk criando a los niños, SooMin, que nunca había tenido ningún tipo de instinto maternal o apego, hacía más frecuentes sus salidas sociales o viajes con amigas, por lo que estaba ausente casi todos los días. El trabajo de YunKyum, le exigía estar en la oficina la mayor parte del tiempo, algunas veces debía viajar y otras en cambio, llevaba el trabajo a la casa.

Los niños estaban creciendo sin sus padres, y los primogénitos de éstos, que nunca habían tenido una relación matrimonial afectuosa, se alejaban más y más. Había sido esa principal razón, la que

hizo que YunKyum, empezase a estar más tiempo en casa. No podía obligar a su esposa a hacer lo mismo, porque después de todo, iba a necesitar que al menos uno de sus hijos siguiera con el negocio familiar y para eso, debía ser una figura más presente. Aquel rol cayó en su hijo mayor, MinSeok.

Fue en plena adolescencia, cuando el pequeño MinHo comenzó a preocuparle. Sus andanzas con amigos poco saludables, los problemas en los colegios de los que entraba y salía con cierta frecuencia cuando era expulsado, el bullying a otros chicos, los primeros acercamientos con el alcohol y algunas drogas, hicieron que YunKyum tomara un rol más activo. Diferente había sido con su esposa SooMin; a ella solo le importaba que su hijo menor no le causara problemas en frente de sus acaudaladas amistades, pero YunKyum, no podía permitir que MinHo terminase en la cárcel o muerto. No si podía evitarlo.

Así que decidió ser una figura paterna más presente, pidiendo consejos a MiSuk para poder acercarse a su hijo y guiarlo por el buen camino. Pero YunKyum había llegado demasiado tarde y MinHo ya había decidido que un par de personas que solo le concibieron y luego lo dejaron a su suerte, no eran lo demasiado buenas como para merecer su respeto y obediencia. Esta determinación, hijo a YunKyum querer tomar medidas desesperadas; un internado en Europa, para él era la mejor opción, pero, la intervención de MiSuk, quien era prácticamente la única figura materna que MinHo tenía, le hizo cambiar de parecer.

‘Haré lo que me pida, pero por favor, no me aparte de MinHo, no se lleve a mi hijo lejos de mí…’ le había dicho la mujer, y él, preso de las palabras de ella, le pidió lo que sería su posterior perdición.

La primera noche que pasaron juntos, fue casi como un desahogo para YunKyum. MiSuk no lo sabía, pero desde que la hubo conocido años atrás como la joven criada que había servido a la familia de su esposa, ella había capturado su atención. La diferencia de edad era insignificante, pero la pasión que crecía en su interior cada vez que la veía, no lo era.

Si tan solo ella hubiera sido de alguna familia prestigiosa, YunKyum no habría dudado en desposarla y hacerla su mujer, y madre de sus hijos. Así que, cuando MiSuk le ofreció todo a cambio de que no enviase lejos a MinHo, él lo aceptó y tomó lo que la mujer le estaba ofreciendo. Lo que se inició como un encuentro sexual condicionado, se convirtió poco a poco en una necesidad.

En más de una ocasión, YunKyum se sorprendió de sí mismo cuando al llegar del trabajo, sus pies lo llevaban de manera inconsciente al cuarto de MiSuk en el ala del servicio de la mansión. Sin tocar la puerta entraba y se colaba en las sábanas para abrazarse a la mujer y hacerle el amor. A la mañana siguiente ambos actuaban como si nada hubiera ocurrido; SooMin no sospechaba nada, MiSuk se dedicaba a los niños y YunKyum simplemente la miraba por el rabillo del ojo preguntándose si es que alguna vez ella, podría sentir lo mismo que él.

Ella suspiró, alejó sus pensamientos y se acercó a la puerta. Tocándola un par de veces, giró el pomo y se sorprendió al notar que no tenía el cerrojo, permitiéndole así, entrar en el cuarto.

El desastre en el interior, era mucho peor del que pensaba. MinHo había desatado su ira con todos los muebles, cortinas e incluso su ropa. Con cuidadosos pasos, avanzó tratando de no pisar nada que pudiese romper incluso más de lo que ya lo estaba. Comenzó a buscarlo con la mirada, hasta que en un rincón, lo encontró; estaba sentado en el piso, su camisa desabotonada y sin corbata. Su piel brillaba con el sudor, su cabello era un desastre. En la mano derecha, sostenía una botella de whisky que llevó a su boca y de la que bebió un gran sorbo.

Estaba destruido, MiSuk lo sabía. MinHo no lloraba; él, simplemente nunca lo había hecho, ni siquiera cuando niño. Cada vez que se enojaba, se sentía frustrado o triste, actuaba como un poderoso huracán, rompiendo y destruyendo todo lo que estaba a su paso, para luego beber hasta quedar inconsciente.

 

-          Hijo…

 

-          ¿Por qué no me lo dijiste? – le interrumpió, haciéndole aquella pregunta sin mirarla a los ojos a pesar de que la mujer estaba frente a él - ¿Por qué no me dijiste que los Lee que venían, eran justamente ellos?

 

-          Tú padre…

 

MinHo rio con sarcasmo.

 

-          Sí, debí de imaginar que YunKyum te haría prometer que no me dirías nada – bufó bebiendo otro trago - ¿Qué hay de SooMin, ella también lo sabía?

 

MiSuk movió la cabeza afirmativamente.

 

-          Me vestiste de gala para llevarme a la cueva de mi enemigo…

 

-          Ellos no son tus enemigos – intervino la mujer – Son solo rivales de negocios, no debes tomarlo de modo tan personal hijo

 

-          ¡¿Son solo rivales de negocios?!

 

MinHo se incorporó, acercándose con peligrosidad para intimidar a la criada con su diferencia de altura.

 

-          ¡Desde que era un niño, lo único que oí decir de papá era lo mucho que odiaba a Lee MyungDae! ¡Todo lo que quería era llevarlo a la quiebra y ser él, el hombre más rico de toda Asia! – exclamó exasperado - ¡Estaba obsesionado con eso! ¡¿Y ahora te atreves a decirme que no lo tome tan personal?! ¡¿Cómo mierda debo tomarlo entonces si hace una hora, me estaba obligando a firmar un papel para unirme en matrimonio con ese… ese estúpido niño?! ¡RESPÓNDEME!

 

Pero MiSuk no pudo decir nada que sonase medianamente racional.

 

-          No sé a quién odio más… si a mi padre por atarme a un extraño matrimonio, o a ti por haberme ocultado lo que él planeaba – sentenció mirándola como nunca antes lo había hecho; como un patrón a una criada – Voy a averiguar lo que el Sr. Choi pretende con todo esto y, cuando lo descubra, deseará no haberme usado como un maldito títere…

 

MinHo se alejó, pasando por un costado de su mami hasta la puerta de la habitación. La mujer, aún sorprendida por las duras palabras de quien consideraba su hijo, se giró y le llamó, deteniéndolo antes de que se fuera.

 

-          ¡MinHo, hijo, ¿A dónde vas?! ¡MinHo!

 

-          ¡¿Cómo te atreves a decirme así?! – le dijo dándole la espalda – No te olvides que soy el hijo de tus patrones, a mí no me llamarás más por mi nombre, sino que me dirás Sr. Choi, ¿Has entendido?!

 

MinHo no era un niño rebelde solo porque quería serlo. MiSuk lo sabía. MinHo, era tan solo un pequeño niño que buscaba ser considerado y reconocido, que ansiaba que alguien se preocupase por él y le diese lo que tanto anhelaba; sincero y profundo cariño. MiSuk, era consciente de que MinHo haría cualquier cosa que ella le dijese, pues era la única imagen parental que el pequeño tenía.

Por eso cuando YunKyum, le notificó hace tres semanas atrás lo que estaba sucediendo, y los planes que tenía para poder salvaguardar aquella situación, sin que su jefe se lo dijese, sabía que manipularía a MinHo para cumplir sus propósitos. Tanto YunKyum como MinSeok, estaban demasiado metidos en aquel problema del que necesitaban salir y solo MinHo, con su desordenada vida, era el que tenía las manos limpias y podía darles una solución. YunKyum no necesitó decirle nada más que ‘Asegúrate que ese día esté en casa y que no cause problemas’ para que ella hiciese el resto.

No podía culpar a MinHo por odiarla y verla como una aliada en la conspiración de su padre en su contra pero, ¿Qué más podía hacer? En todos los años que vivía ahí, MiSuk, había estado en aquella situación en más de una ocasión: justo en medio de los dos hombres a quienes más amaba, entre un padre y su hijo.

 

 

Oyó la puerta de su habitación ser abierta, pasos entrando y luego dejarlos a solas. El fuerte perfume que pudo oler a la distancia, le dijo que no era el ‘enemigo’. Un cuerpo se sentó en su cama, a su lado mientras que una mano buscaba tocarlo por encima del edredón del que se ocultaba ya desde hace unas horas.

 

-          Tu madre me llamó, me dijo que no has salido de tu habitación en todo el día, ella está preocupada…

 

TaeMin oyó la voz de su amigo mientras se acomodaba a su lado, dándole su tiempo para responder.

 

-          ¿Preocupada? – rio sarcástico – Sí, claro, cómo no…

 

-          Si no lo estuviera, no me habría llamado – suspiró KiBum - ¿Tan mal salió todo?

 

El castaño no respondió.

 

-          Anda TaeMin, sal de ahí, quiero hablar contigo

 

-          ¿Hablar conmigo o apoyar a mis padres? ¡¿De lado de quién estás KiBum, eh?!

 

-          No puedes estar hablando en serio, ¡Ya sal de ahí Lee TaeMin! – le exigió el rubio, moviendo el edredón para encontrarse con su amigo cara a cara, ojos rojos e hinchados por las lágrimas – Tae…

 

-          …fue horrible – intervino el menor – Ha sido lo peor que me han hecho

 

TaeMin se fue sobre su amigo, enredándose ambos en un abrazo. KiBum lo sostuvo, notando que lo grave del asunto que la madre de TaeMin le había mencionado, era mucho peor de lo que pensaba. El rubio sabía que su amigo era algo sensible respecto al tema de su familia; nunca hablaba de ellos, rehuía de cualquier conversación que lo relacionara con ambos y siempre buscaba vivir ligado lo más alejado posible que podía de sus progenitores. Pero no entendía los por qué, quizás era tiempo de averiguarlo.

 

-          ¿Qué pasó? Dime, tú sabes que puedes confiar en mi

 

Con aquellas palabras, el castaño se alejó, quedando sentado al otro extremo de la cama, mirando a su amigo con confusión mientras limpiaba su rostro de las lágrimas.

Confiar, ¿Cómo podía decirle a KiBum que ni siquiera confiaba en él, que realmente, no confiaba en nadie, ni siquiera en sí mismo? TaeMin se incorporó, caminando hacia la ventana más próxima, sintiendo al rubio incorporarse también de la cama.

 

-          Tú… no sabes nada – murmuró mirando hacia los jardines exteriores.

 

-          Entonces dime; lo que sea… tú sabes que yo no le diría a nadie, será un secreto entre ambos…

 

-          ¿Un, secreto…? – rio TaeMin mirándolo con sarcasmo por sobre el hombro – No tienes idea de lo que estás diciendo, tú no sabes lo que es ser yo y tener que… tener que

 

El castaño suspiró con pesadez.

 

-          Dímelo… - insistió KiBum tomándolo por los hombros.

 

Honestamente, TaeMin no sabía que era lo que podía decirle a KiBum; contarle del matrimonio arreglado al que su padre lo estaba empujando, o tal vez, decirle de quién era su ‘futuro marido’ o probablemente, revelarle el contexto oculto detrás de todo lo anterior.

Eran demasiadas cosas por explicar y cada una tenía varios contras. Si mencionaba solo una de ellas a KiBum para egoístamente, alivianar su propia carga, sería entonces su amigo el que sería empujado a guardar grandes y peligrosos secretos, exponiéndolo a los riesgos que aquello significaba. No, no podía hacerle eso a su único amigo. No, cuando le ofrecía su apoyo tan desinteresadamente.

KiBum no se merecía su amistad, quizás, jamás debió corresponder la camadería del rubio la primera vez que se conocieron. Tal vez, acabar con todo, podía ser lo mejor antes de tener que ser responsable con lo que significaba ser un Lee y apoyar a la familia de la que tanto huía y escapaba.

Sí, eso era lo mejor.

 

-          Yo… ya no quiero que seamos amigos – dijo de pronto, mirándole fijamente.

 

KiBum sacó las manos de sus hombros y sonrió, y luego, la sonrisa nerviosa de su cara se desvaneció cuando notó que TaeMin lo miraba serio y aparentemente, sin titubeo alguno.

 

-          No seas ridículo… - rio el rubio apartándose, su voz escuchándole nerviosa – Somos los mejores amigos de la vida; ambos nos queremos y estaremos juntos hasta que seamos unos viejos feos y llenos de arrugas

 

-          La verdad, es que nunca quise tu amistad ni la de nadie – insistió TaeMin, su corazón doliéndole con cada palabra. ‘Perdóname KiBum, pero esto es lo mejor para ambos, no puedo permitir que alguien te haga daño y eso me incluye’ pensó – Tú fuiste demasiado insiste y no supe cómo decirte que no me interesaba ser tu amigo… lamento haber tardado demasiado en decirte esto pero como te dije, ya no quiero ser tu amigo, me cansé de estar fingiendo…

 

-          ¿E-estar fingiendo? ¿Es eso lo que todos estos años siendo amigos significa para ti? ¿Fingir?

 

-          Si – mintió el castaño.

 

-          ¿Có-cómo puedes estar diciéndome esto? ¡¿Cómo es posible que ni siquiera titubees en decir esta horrible mentira?! ¡¿Cómo?! – le reclamó KiBum con dolor mientras lloraba - ¡No te creo nada! ¡Esto no es cierto! ¡Jamás me has mentido y no lo harás ahora solo por un arrebato!

 

-          ¡No es una mentira! ¡No te quiero como amigo, ya no más! ¡Todo esto es tu culpa! – le gritaba TaeMin - ¡Si no te hubieras ido a Japón, nada de esto estaría pasando! ¡Me dejaste solo, eso no lo hacen los mejores amigos! ¡Desde que me abandonaste, mi vida se arruinó! ¡Ya no te quiero más, te odio! ¡Te odio!

 

KiBum quedó petrificado al oír dichas palabras por parte de TaeMin mientras lloraba y gritaba casi desgarrándose la garganta. El haber ido a auxiliar a su amigo, saber qué había pasado y por qué la madre de éste le había llamado preocupada, tomó de pronto un nuevo giro.

-          ¿Q-qué pasó? – le preguntó calmado; TaeMin lloraba sin consuelo aparentemente dándose cuenta de que había dicho más cosas de las que quería decir – Dime TaeMin, ¿Qué fue lo que pasó esos años que estuve en Japón? ¡Responde!

 

-          Y-yo… yo

 

El rubio fue hasta él, ayudándolo de un brazo para guiarlo a la cama y sentarse ambos ahí, uno al lado del otro. TaeMin enjugó sus lágrimas, también KiBum mientras esperaba a que su amigo le respondiese su pregunta.

 

-          ¿Sa-sabes por qué detesto mi familia? – habló el castaño con la mirada en el suelo.

 

-          Porque no te gusta lo materialista que son tus padres, tú me dijiste aquello, hace años…

 

TaeMin negó.

 

-          Mentí… ese no es el principal motivo

 

-          Entonces, ¿Cuál es?

 

-          Yo, yo siento vergüenza de mi familia… de mis padres, de mi apellido – confesó mirándolo con tristeza – Yo hubiera deseado nunca haber nacido siendo un Lee

 

-          ¿Por qué dices eso?

 

-          Papá cree que yo no sé cómo hizo su fortuna…

 

-          … en inversiones, ¿No es así? – preguntó KiBum, remarcando la razón detrás de los millones de dólares en fortuna que tenía TaeMin y su familia - ¿Cierto…?

 

El castaño guardó silencio, sus manos temblaban en nerviosismo. Tener que decir la verdad después de tantos años, no era algo fácil de hacer. Tener que explicar cosas que no merecían explicación, era algo que no deseaba. La forma en que él mismo había descubierto la verdad, trajo consigo tener que cargar con una enorme culpa; y no porque fuese millonario cuando aborrecía el materialismo en todas sus formas, sino por saber de dónde provenía ese dinero, cómo es que su padre había amansado semejante fortuna y las vidas que se habían destruido en el proceso para convertirlo a él y su familia, en una de las más ricas de toda Asia.

 

-          Mi padre… - titubeó – él, no hace inversiones; eso es mentira

 

KiBum frunció el ceño.

 

-          Cuando tenía diez años lo escuché hablar por teléfono sobre un cargamento que estaba enviando a América Central – añadió – Le oí hablar de palabras como ‘pureza’ y ‘distribución’. Un inversionista no dice esas cosas, ¿Verdad que no?

 

El rubio vio el dolor y la vergüenza en los ojos de TaeMin, sabiendo lo difícil que aquella declaración significaba para él. KiBum ya podía vaticinar lo que su amigo estaba por decirle pero, siempre estaba la posibilidad de que sus conjeturas no fueran ciertas.

 

-          Mi familia se ha hecho rica destruyendo la vida de miles de personas… - murmuró – Mi papá no es un inversionista KiBum, él… él es un traficante

 

-          ¿Tra-traficante…? – preguntó el rubio poniéndose de pie.

 

-          Mi padre trafica drogas… cocaína, heroína, LCD; todas esas drogas que ves en las calles de Corea, que son consumidas en fiestas de la universidad, que tú mismo has probado en más de una ocasión las vende mi padre y lo hacen a él rico… ¿Entiendes ahora porque odio mi vida? ¿Entiendes por qué detesto a mi familia y llevar este apellido? ¡Cientos de personas mueren por sobredosis todos los días mientras yo me hago rico sin querer serlo!

 

-          Yo… y-yo

 

KiBum se puso de pie y peinó su cabello, caminando de un lado a otro por la habitación. Era demasiado, sin duda alguna, la revelación por parte de su amigo, explicaba en cierta medida muchas cosas. Pero, lo que de ninguna manera explicaba, era por qué TaeMin le había pedido terminar con la amistad que ambos mantenían desde hace tanto tiempo.

Su amigo era hijo de un traficante, los negocios del padre de TaeMin escapaban a todo lo legal pero, ¿Cómo? Nadie podía mantener dicho negocio sin levantar sospechas, sin tener cientos de personas investigándolo, sin estar preso. Aquello trajo a su mente una escalofriante respuesta: el padre de TaeMin no solo se había hecho rico traficando drogas, sino que también era increíblemente poderoso y al mismo tiempo peligroso.

Ahora lograba comprender la personalidad de TaeMin, su casi inexplicable forma de querer vivir lo más apartado de su familia como le fuera posible, de no querer que sus padres fueran a la Universidad a visitarlo y de haber vivido independiente de ellos los últimos dos años. Un sentimiento de compasión se hizo de KiBum al darse cuenta de aquello. De una u otra manera, TaeMin no solo rehuía de su vida privada o su familia, sino que también se resguardaba de los riesgos que había por ser hijo de su padre, así como también buscar proteger a quien se le acercase, incluyéndolo a él.

KiBum miró al castaño, su amigo lloraba en silencio mirando el piso, sus manos apretadas en sus rodillas para evitar que se notase cómo temblaba.

-          ¿Por eso quieres terminar nuestra amistad? Porque crees que estar contigo me hará avergonzarme de ti, de tu familia… de algo que no tiene nada que ver contigo

 

-          ¡Claro que tiene que ver! ¡Es sobre mi padre, de una u otra forma me involucra!

 

-          Pero no eres tú… - murmuró KiBum, sentándose al lado de su amigo para tomarlo de las manos y hacer que lo mirase a los ojos – Tú no eres tu padre, yo te conozco TaeMin, tú eres mucho más, eres una persona amable, sencilla, generosa… no es tu culpa nada de esto, no te sientas responsable

 

-          Todo lo que tengo viene de negocios sucios, de arruinar la vida de muchas personas, ¿Cómo pretendes que no me sienta responsable?

 

-          No lo hagas – insistió el rubio – Porque cada persona que se involucró en esto, que compró esas drogas y que hizo negocios con tu padre, lo hizo por voluntad propia…

 

TaeMin hizo el atisbo de sonreír y luego asintió con debilidad antes de esconder la mirada nuevamente y soltar el agarre de las manos de KiBum. Aparentemente, no era todo lo que tenía por decir.

 

-          ¿Qué ocurre? – preguntó KiBum viendo al castaño incorporarse - ¿TaeMin…?

 

-          Hay… algo más que debes saber. Es, sobre lo que pasó hoy…

 

-          Dímelo, sabes que puedes confiar en mi

 

-          No fue una simple reunión a la que nuestras familias fueron convocadas – dijo TaeMin – Era, un negocio… nuestros padres, ellos, deben estar en algún problema grave

 

-          ¿Problema…?

 

-          Quieren traspasar las empresas a nuestro nombre, hacernos los dueños legítimos

 

-          N-no, no entiendo…

 

-          Ellos quieren que nos casemos

 

 

El sonido de la música a su alrededor no era lo suficientemente fuerte como para molestarle. Los compases electrónicos y las luces que daban vuelta en un efecto casi hipnótico, eran acompañados por las conversaciones de la gente, sonido de risas y aplausos estridentes.

Llevaba cerca de dos horas ahí, sentado en el sector vip del club que frecuentaba y en el que siempre era bien recibido por las mujeres que buscaban algo más que su compañía. Pero ahora había exigido estar solo, vasos de whisky eran llenados con cierta frecuencia y nadie parecía lo demasiado interesante como para capturar su atención.

 

-          Me llegó cierto rumor – le hablaron de pronto a sus espaldas – De un joven en exceso popular que había venido a mi club pero exigido no ser molestado, ¿Sabes lo mucho que eso entristeció a mis chicas?

 

Los pasos lo rodearon hasta pasar a un costado, la silla del otro lado de la mesa se movió y se sentó frente a él.

 

-          Tu cara de funeral está espantando a mis clientes

 

-          ¿Está por casualidad, el famoso dueño del Club Mercutio, preocupado por mis desventuranzas? – preguntó con sarcasmo.

 

-          Llevas casi una botella del más fino whisky pero no has invertido ni un tercio de lo que normalmente sueles consumir, así que sí, estoy preocupado porque quizás mis servicios no sean los adecuados…

 

-          A veces, solo a veces… - le miró MinHo – eres un poco cansador JongHyun

 

-          Y a veces, solo a veces, eres demasiado obvio con tu mierda como para no notarlo – correspondió - ¿Qué pasó?

 

-          ¿Quién lo pregunta? ¿Mercutio o mi amigo?

 

-          Ambos, pero es tu amigo aquí en frente, quien está preocupado por ti – insistió – Ahora dime, ¿Más problemas con MinSeok?

 

MinHo sonrió de malas ganas, reclinándose en su silla.

 

-          MinSeok tiene su cabeza muy dentro de su propio culo como para llegar a preocuparme lo que haga o deje de hacer…

 

-          ¿Entonces?

 

El moreno no respondió. En cambio, las facciones casi soberbias de su cara y su siempre imperturbable sonrisa se desvanecieron.

-          Así que es lo suficientemente grave como para quitarte las palabras… - comentó JongHyun mirándolo con preocupación - ¿Tiene que ver con los negocios de tu padre?

 

MinHo solo asintió antes de tomar su vaso y beber el resto del contenido líquido, permitiéndole que le quemase la garganta para ver si de esa manera, podía aliviar de alguna forma, lo grave de toda la situación.

 

-          Esta vez ha ido demasiado lejos – se quejó – Quiere traspasar todo a mi nombre, ¡¿Puedes creerlo?!

 

-          Nunca te habías quejado de los beneficios que los negocios de tu padre te han dado hasta ahora, no entiendo por qué te molesta tanto que quiera meterte en él…

 

-          Pero ¡¿En un matrimonio?! ¡Eso es demasiado incluso para mí!

 

-          ¿Un… ma-matrimonio?

 

JongHyun suspiró sorprendido, dejándose caer en el respaldo de su silla. Con un gesto de su mano llamó a una mesera y le pidió una botella de su licor más fuerte. El silencio se instaló entre ambos y fue brevemente interrumpido cuando llegaron los vasos, la cubeta de hielo y una botella de Vodka Spirytus de 96°.

 

-          Dime, ¿Cómo es que tu padre ha decidido que un matrimonio puede ser beneficioso para sus negocios? – preguntó JongHyun después de beber un trago.

 

-          De la forma en que debe estar metido en un inmenso problema, legal, probablemente…

 

-          Y piensa que traspasándote todo a ti, lo liberará a él de cualquier investigación

 

-          El viejo me lanzó a los cocodrilos, no le importa que yo tenga problemas con tal que salve su propio culo

 

-          ¿Qué hay de MinSeok? ¿Sabe de esto?

 

-          No solo creo que lo sabe, pienso que fue él quien ideó esto… - sentenció MinHo – Mi padre y mi hermano son lo suficientemente egoístas como para no importarles que sea yo quien asuma la responsabilidad si se investiga el tipo de negocios que tiene mi familia

 

-          Siempre puedes negarte a hacerlo

 

-          No, no puedo. Tú no lo conoces tan bien como yo… - añadió – Me negué a hacerlo ahora, pero él insistirá hasta que de una u otra manera me obligue a casarme

-          ¡Cielos, yo… no pensé que tu padre podría ser capaz de hacer algo como limpiarse las manos usándote!

 

MinHo rio con desgana.

 

-          ¿Qué vas a hacer? – preguntó JongHyun - ¿Vas a acceder?

 

-          Me temo que todo será peor si no lo hago… ahora comprendo que solo me daba lo que le pedía para cuando llegase este día en que pudiera usarme y atarme por algún tipo de compromiso

 

-          Suena como un cuento, tu padre como la bruja de Hansel y Gretel

 

-          Es mucho peor, créeme…

 

-          Quizás no sea tan malo – comentó su amigo – Tal vez, una vez que te cases y todo quede a tu nombre, puedes encontrar una forma de vengarte de tu padre por hacerte eso

 

-          ¿Quién podría ganarle al gran Choi YunKyum? Incluso si hago algo, él no dudará en matarme

 

-          No lo hará – sentenció su amigo con seguridad – Después de todo, si te casas, tú pasarás a ser el jefe y uno de los hombres más poderosos de Asia… cuando eso ocurra, no habrá nada que no puedas hacer para darle al viejo su merecido por exponerte de esta manera

 

-          ¿Hablas de traicionar a mi padre, tu propio tío? ¿Qué diría él si te oyera decir esto?

 

-          Diría… - sonrió JongHyun – Que estaría orgulloso de su sobrino favorito…

 

El moreno reflexionó sobre las palabras de su amigo. Los años que JongHyun le llevaba de ventaja en materia de negocios, sin duda le habían dado al hombre habilidades que él no había visto antes. Pero, ¿Podría ser posible? ¿Qué tan factible era que, al aceptar el matrimonio con el hijo de los Lee, pudiera apoderarse legítimamente de los negocios de su padre y así, darle al hombre una probada de su propia medicina?

Bien es sabido que la araña viuda negra mata a sus parejas luego de aparearse. MinHo no era una araña, pero su padre era lo suficientemente malo y venenoso como una. Tenía entonces dos opciones: aceptar el matrimonio y apoderarse del imperio Choi para su propio beneficio, o bien, negarse y tener que desligarse de su familia sin importar las consecuencias.

 

-          Todavía puedo seguir negándome

 

-          ¿Por cuánto tiempo? – sentenció JongHyun - ¿A qué costo?

-          ¿Qué quieres decir con eso?

 

-          MinHo… los dos sabemos qué tipo de hombre es tu padre, lo que es capaz de hacer; quizás te negaste ahora pero, puede encontrar medios para persuadirte

 

-          Él no se atrevería…

 

-          ¿No lo haría…?

 

La declaración de JongHyun era demasiado obvia como para ignorarla, y MinHo lo sabía. Su padre era un hombre poderoso, con muchos contactos y la mayoría de ellos, no era gente que querrías tener como enemigo. Ser su hijo podría ser muy beneficioso si a recibir sus regalías se trataba: tarjetas de crédito, ropa de diseñador, autos de lujo, mujeres, en fin. En ese aspecto, a MinHo nunca le había faltado lo que hubo querido a lo largo de su vida.

Pero ahora que era momento de tener que hacer algo, una de las pocas cosas que su padre le había exigido, MinHo sabía que, si no accedía, solo habría una consecuencia: su mami. Tenía quince años cuando una noche cualquiera, bajó por la noche a por un vaso de agua. La curiosidad de ver luz por el vano de puerta de una de las habitaciones de la servidumbre le hicieron acercarse y ver qué sucedía. No fue muy lejos, pues el pomo girándose lo impulsaron a ocultarse en un rincón y ver a su padre salir de la habitación de su mami. Todo había sido demasiado obvio como para siquiera cuestionarlo.

Pues bien, MinHo era consciente de que la primera consecuencia de su negativa sería la mujer que lo había criado y no podía permitirlo. No, si podía evitarlo.

 

KiBum permanecía sentado en el borde de su cama, la mirada perdida en alguna parte luego de su confesión, mientras él le miraba de pie junto a la ventana. La noche ya había caído, no era muy tarde aún, quizás pronto los llamarían a cenar pero comer, era lo último que tenía en mente ahora mismo.

 

-          Tu padre quiere que te cases… - murmuró el rubio como si hablase consigo mismo – no entiendo cómo puede ser tan cruel como obligarte a hacer tal cosa solo porque está metido en problemas…

 

-          Si la empresa está a mi nombre, él no será culpable de nada

 

-          Sí, pero tú lo serás en su nombre – insistió - ¡No puedes permitirlo! ¡Yo no te dejaré TaeMin!

 

-          Tú no entiendes…

 

-          No hay mucho que entender; esto es simple, solo mándalo a la mierda como siempre lo has hecho y todo volverá a ser como antes

 

-          No es tan simple

 

-          ¡Claro que lo es! ¡No puedes dejar que arruine tu vida de esta manera! Él… ¡Ya sé! – dijo KiBum cambiando de pronto su tono de voz – Quizás puedas aliarte con quien sea te estén obligando a casarte, si le pides ayuda… él debe saber cómo sacarte de este lío, él… quizás él pueda, no sé, hacer algo al respecto; hablar con tu padre, cancelar el compromiso, supongo que él tampoco quiere casarse, ¿Cierto?

 

TaeMin no respondió, a cambio bajó la mirada y apretó ambas manos sobre sus rodillas.

 

-          TaeMin… - le habló KiBum – La persona con quien quieren que te cases, te ayudará a hablar con tu padre, ¿Cierto…?

 

El castaño no respondió y tampoco levantó la mirada.

 

-          TaeMin, ¿Qué es lo que no me estás diciendo?

 

Repentinamente, TaeMin se le fue encima y lo abrazó rodeándole el cuello, su cuerpo comenzó a temblar mientras rompía en un desconsolado llanto que asustó a KiBum.

 

-          Hey, Tae, ¿Qué pasa? Dime que te ocurre

 

Él solo lloraba y se aferraba con fuerza al rubio. Parecía como si se estuviera vaciando a través de su llanto.

 

-          Por favor… - le rogó KiBum contagiándose de la tristeza de su amigo y derramando unas pocas lágrimas sin poder evitarlas – Dime que está pasando, déjame ayudarte

 

-          E-es, es él – titubeó TaeMin escondido en su cuello – No, no so-solo es q-que n-no quiero ca-casarme… e-es, es él

 

-          ¿Quién cariño? Cuéntame – KiBum se separó sutilmente, ayudando al castaño a componerse. De su bolsillo sacó un pañuelo y se lo ofreció para que enjugara sus lágrimas - ¿Quién es él? ¿Hablas de la persona con la que quieren que te cases?

 

TaeMin asintió.

 

-          No puedo… - susurró con el rostro pálido del miedo, lo que hizo preocupar a su amigo – No puede ser él

 

-          ¿Por qué no? ¿Quién es él? ¿Ya lo conocías?

 

-          S-sí… sí lo conocía, de mucho antes…

 

Con cada palabra que salía de los labios de TaeMin, KiBum se sentía más enfermo y culpable. Mucho antes de irse a Japón con su familia, bien sabía que su ausencia no iba a ser fácil de sobrellevar para su tímido amigo, pero nunca imaginó nada de lo que el castaño le estaba confesando. Palabras como: molestar, golpear e insultar, parecían ser mínimas por cómo TaeMin las decía. Si le estaba siendo difícil hablar de todo el bullying que sufrió mientras lloraba y temblaba, KiBum no podía imaginar en cómo fue realmente vivir eso para su amigo.

Había estado tan confiado en que TaeMin lo estaba haciendo bien, que cada cosa que él le decía, KiBum la creía sin dudar: ‘He hecho nuevos amigos, no son como tú, pero lo paso bien con ellos…’ era lo que más le decía las veces que se comunicaban, y así muchas otras cosas que ahora resultaban ser una completa mentira.

Ahora podía comprender el por qué si TaeMin había tenido un buen paso en la escuela secundaria mientras él estaba en Japón, aquello no se reflejaba en la forma de ser de su amigo en la Universidad. Su sufrimiento por las vivencias del pasado lo estuvo delatando siempre, pero KiBum nunca había sido capaz de verlo. Al oír todo lo que TaeMin había tenido que soportar, le era más fácil entender por qué luego de tanto tiempo, el castaño seguía siendo tan tímido, por qué no tenía más amigos excepto él, por qué odiaba socializar y por qué siempre buscaba pasar desapercibido o volverse invisible.

TaeMin solo estaba protegiéndose de los traumas que había tenido que afrontar en su adolescencia.

 

-          ¡Perdóname!

 

Esta vez fue KiBum quien lo abrazó por el cuello mientras lloraba.

 

-          No lo sabía, fui un mal amigo para ti… y-yo, perdóname, no debía dejarte solo…

 

-          Nada de eso fue tu culpa

 

-          Debí saber lo que estabas pasando, lo que ellos te hacían – expresó el rubio molesto.

 

-          Yo decidí no decírtelo… si lo hacía, te ibas a preocupar y no había nada que pudieras hacer para evitarlo estando en Japón

 

KiBum se apartó, tomando al castaño por las mejillas, secando sus lágrimas y arreglando su cabello casi de forma maternal.

 

-          Mírate TaeMin – le dijo con una difícil sonrisa – Eres tan hermoso… odio que te hayan hecho daño, si pudiera… encontrar a esos malditos, ¡Los mataría con mis propias manos por atreverse a lastimar a mi mejor amigo!

 

-          E-eso… es eso lo que he tratado de decirte

 

-          ¿A qué te refieres…?

 

-          Ese, Choi MinHo del que te hablé… el chico q-que, que me hizo todas esas cosas… - titubeó – Es la misma persona con la que mi padre quiere que me case…

 

 

El auto se detuvo junto a la acera. A un lado, las luces del hotel se filtraban por el acceso vidriado. La puerta se abrió y descendió arreglando las arrugas de su traje. Caminó con paso seguro, dos hombres tras él, mientras el botones le saludaba con respeto en una inclinación luego de abrirle la puerta. En su trayecto, el gerente del hotel se le sumó, saludándolo con voz temblorosa mientras todos le miraban alrededor.

Su postura recta, su caminar elegante, el traje de perfecto corte italiano que abrazaba su cuerpo, su nuevo corte de cabello y su peinado. Todo estaba meticulosamente planeado para que no quedasen dudas de su poder y liderazgo.

La puerta del salón se abrió permitiéndole entrar con sus guardias custodiando por fuera, del otro lado en una mesa, un hombre se incorporó, yendo hacia él.

 

-          Sr. Lee, soy Byun BaekHyun, su abogado, estoy muy complacido de poder conoc…

 

Las palabras del joven hombre quedaron a medio decir cuando TaeMin alzó la mano haciéndolo callar. Sus ojos no se apartaban de las otras cuatro personas que estaban en el salón privado en el que habían decidido hacer aquella reunión.

Todo había sido concretado muy recientemente. Llamar a los Choi y hacerles saber que el trato se realizaría sin ambos padres de por medio y bajo sus propias condiciones.

A un rincón, junto a una chimenea, estaba KiBum sentado y muy elegantemente vestido, en el extremo opuesto, de pie junto a la ventana, un hombre que TaeMin no reconoció. Pero esas no eran las personas que lo llevaron hasta ahí. Al otro lado de la larga mesa que los separaba, estaba MinHo y su abogada. La mujer tenía la apariencia de ser una auténtica perra y MinHo, parecía no estar tan interesado en parecer flexibilizar con la propuesta que tenía que hacerle. La camisa que traía se abrazaba perfectamente a su musculoso torso y brazos, los botones abiertos dejaban ver una porción de piel tostada y un fuerte cuello. Una corbata al parecer, no era necesaria para hacer que MinHo luciese atrevidamente masculino y sexy a la vez.

TaeMin tragó duro y pasó por el lado de BaekHyun hasta que se paró junto a la mesa.

 

-          Sr. Choi

 

-          Sr. Lee – correspondió el moreno con una sonrisa llena de suficiencia – Me sorprende me haya convocado sin que esté su padre presente, ¿Le ha pedido permiso para venir?

 

‘Imbécil…’ pensó TaeMin, sonriéndole fingidamente.

 

-          Créame que soy yo quien está más sorprendido de verlo tan compuesto a diferencia de la última vez que nos vimos – correspondió desabotonándose la chaqueta, ignorando la mirada que MinHo le dio mientras lo hacía, para luego sentarse – Es un gusto saber que puedo hablar con usted estando sobrio…

 

-          Mi cliente no tiene mucho tiempo, así que, por favor, vayamos al grano

 

El castaño desvió la mirada hacia la mujer sentada junto a su enemigo. Piel perfecta, cabello largo y ondulado sobre los hombros, blusa mostrando un generoso escote, maquillaje sutil y un cuerpo que a TaeMin no le costó adivinar, sería más que envidiable.

 

-          Si con el ‘poco tiempo’ se refiere a que es usted quien desea terminar luego esta reunión para ir a follar con su cliente, entonces le propongo que se retire y vaya a buscar el pene que desea en otra parte

 

Una risa ahogada se oyó en un rincón, capturando la atención de MinHo que obvió la reacción aireada de su abogada por el comentario perspicaz de TaeMin, notando que el tipo junto a la ventana cubría su boca para evitar reírse.

 

-          TaeMin

 

-          Sr. Lee – le corrigió el castaño.

 

-          Sr. Lee – repitió MinHo – Él es Kim JongHyun, un viejo amigo

 

-          Un placer conocerlo Sr. Kim… él es

 

-          Yo soy Kim KiBum – intervino el rubio anticipándose a las palabras de su amigo – Mejor amigo de TaeMin y el bastardo que le cortará las bolas a cualquiera que le haga daño – finalizó sonriendo.

 

-          Vaya, es bueno saber que el Sr. Lee tiene quien lo defienda – comentó MinHo.

 

-          No tienes ni idea… - respondió KiBum.

 

-          Caballeros, creo que hemos tenido suficiente hablando de penes y testículos, les sugiero que comencemos esta reunión

 

La voz de BaekHyun atrayendo la atención de todos, les hizo acomodarse a cada uno en su sitio y volver a sus menesteres.

 

-          Srta. Jung, como bien sabe, mi cliente ha solicitado que este asunto se trate personalmente con la contraparte sin la intervención de sus padres… – comenzó a hablar BaekHyun.

 

-          Mi cliente no necesita de la supervisión de su padre a diferencia de su cliente, abogado Byun

 

-          Quiero recordarle que, si bien mi cliente es joven aún, es un estudiante aventajado de leyes y sabrá reconocer en este contrato cada cláusula para cumplirla como se debe, ¿Podremos esperar el mismo comportamiento de parte de su cliente?

 

-          ¿Qué trata de decir? – preguntó Jessica.

 

-          Digo que como su cliente apenas terminó la secundaria sin mencionar los años de repitencia y, según mis registros no está matriculado en ninguna universidad a pesar de tener casi veinticuatro años… - dijo revisando unos papeles que traía consigo - … me preocupa que recurra a su padre para alguna asesoría que incumpla el trato primero de que este contrato, será estrictamente entre mi cliente y el suyo…

 

-          Jessica me dará la asesoría que necesite – habló MinHo.

 

-          Parece que no entiendes – añadió TaeMin – Si te pedí venir hasta aquí, es porque cualquier acuerdo que tomemos antes de firmar este contrato, no podrá ser revelado a ninguno de nuestros padres, será exclusivo entre tú y yo y ellos no podrán enterarse de aquello, ¿Comprendes?

 

-          ¿Qué hay de nuestros abogados?

 

-          Sr. Choi, nuestros abogados solo están aquí como testigos, pero el trato final será entre usted y yo…

 

-          Dices que, ¿Quieres estar a solas conmigo?

La mirada penetrante de MinHo sobre él mientras se inclinaba sobre la mesa para apoyarse en ella mientras le sonreía seductoramente, hizo a TaeMin tragar duro. Desde que llegó al hotel, había tratado de ocultar lo mejor posible lo rápido que latía su corazón y cómo su cuerpo entero temblaba del nerviosismo.

La silla se arrastró por el piso cuando el castaño se incorporó de improviso.

 

-          KiBum, necesito hablar contigo… ahora

 

Sin esperar una respuesta por parte de su amigo, TaeMin se volvió y caminó hacia el acceso al baño que había dentro de la misma sala, sintiendo los pasos del rubio tras él. Al entrar, se desabotonó la camisa, se quitó la corbata y anduvo de un lado a otro respirando con dificultad.

 

-          TaeMin, ¿Qué pasa?

 

-          No puedo… n-no, no puedo respirar

 

-          Hey cálmate

 

-          No puedo hacer esto, él, se dará cuenta… - hiperventiló el castaño sin dejar de caminar en círculos – Sabrá que queremos destruir a su familia, sabrá que queremos quitarle todo y dejarlo a la ruina… él es muy inteligente, no podré hacerlo, me pone nervioso, me intimida…

 

-          Oye…

 

-          Si se da cuenta que lo estoy engañando, me matará, estoy seguro… y si él no se percata, de seguro su amigo lo hace, ¿Ya viste lo rudo que luce? De seguro es un mafioso, me matará, a ambos, nos cortarán la cabeza

 

-          ¡Ya cállate maldita sea!

 

El remezón que KiBum le dio tomándolo por los hombros, fue suficiente para traerlo de regreso de la crisis de pánico que estaba sufriendo.

 

-          Escúchame, eres más inteligente que ellos, tú puedes hacer esto

 

-          Y-yo, yo no

 

-          TaeMin, es tu oportunidad de vengarte por todo lo que te hizo y darle su merecido, si no firmas ese contrato, ese idiota hará lo que se plazca la gana y créeme, no tendrá compasión de ti…

TaeMin vio a su rubio amigo ponerse de pie y caminar hacia la ventana. Parecía decidido, parecía estar pensando demasiado y no es que KiBum no pudiese hacerlo sino que, cada vez que el rubio guardaba silencio y colocaba las manos en su cintura, como ahora lo hacía, era porque estaba planeando algo.

A veces era una fórmula para hacer caer a algún profesor y que así le subiera alguna nota, otras para vengarse de alguna chica, pero la mayoría, era para hacer caer al tipo que le gustaba y así tenerlo ‘rendido a sus pies’, como KiBum decía.

Estaba molesto, eso TaeMin lo sabía y no necesitaba preguntárselo para confirmarlo. Haberle revelado todo lo que pasó esos años que KiBum estuvo en Japón, volvió la conversación cada vez más triste y tensa.

 

-          Te vas a casar con él… - le dijo de pronto.

 

TaeMin abrió los ojos sorprendido, ¿Acaso había oído bien?

 

-          ¿Disculpa? – dijo temeroso – Creo que has dicho que me case con él…

 

-          Lo dije – afirmó volteándose para verlo – vas a firmar ese contrato y te casarás con él

 

-          ¡¿Qué no has escuchado nada de lo que te dije?! ¡Ese tipo fue el que hizo de mi vida en la secundaria un jodido infierno! ¡No me voy a casar con él, no lo haré!

 

-          Entonces olvídate de que podrás superar lo que pasó…

 

-          ¡Estás loco!

 

-          Estoy, pensando en la mejor manera de darle a ese bastardo donde más le duele – dijo KiBum caminando hacia su amigo – ojo por ojo TaeMin…

 

-          ¿Y qué podría hacerle yo para vencerlo? ¡El tipo es un arrogante de mierda! Cuando era joven, movía un puto dedo y todos corrían tras él a darle lo que quería; los chicos lo idolatraban, las chicas lo amaban y los profesores le temían por ser el hijo de su padre, ¡No hay nada que yo pueda hacerle para que pague por todo lo que me hizo!

 

-          Si lo hay…

 

-          ¡Ah, ¿sí?! ¿Y qué es eso?

 

-          Tú no lo idolatras y tampoco lo amas, de hecho, lo detestas

 

-          ¿Y qué tiene eso que ver? ¡¿Qué no has oído lo que te he dicho?! Él es Choi maldito MinHo

El agua en su cara se sintió fría y refrescante. La llave del lavabo corría mientras TaeMin se mojaba el rostro una y otra vez. Cuando pareció lo suficientemente calmado, levantó la mirada y vio a KiBum a través del espejo, de pie tras él. el castaño respiró hondo y se incorporó.

 

-          Solo por un par de meses, ¿Cierto?

 

-          No necesitarás más tiempo, te lo prometo – respondió KiBum.

 

-          ¿Y si no funciona?

 

-          Mírate… el tipo no te quitó los ojos de encima cuando te desabotonaste la chaqueta, tiene el pene en la cabeza y créeme cuando te digo, que lo único que le importa es follarse todo lo que camina

 

-          Estoy seguro que yo no soy del tipo de persona que él busca follar…

 

-          Es por esa misma razón, que caerá rendido a tus pies – insistió el rubio – Eres todo lo que él nunca ha tenido; serás un desafío y él buscará tenerte como parte de sus trofeos…

 

-          No sé si estoy preparado para eso

 

-          Ya te lo dije, yo te ayudaré… yo te enseñaré a que pongas a Choi MinHo en la palma de tu mano y, cuando se enamoré de ti y este lo suficientemente idiotizado por tus encantos, tomarás la jodida empresa de su padre y la llevarás a la quiebra; cuando esté lo suficientemente arruinado, aprenderá que nadie se mete con Lee TaeMin durante cuatro años sin sufrir las consecuencias…

 

-          No me dejes solo, por favor, no sé si podré hacer esto si tú no estás a mi lado

 

KiBum fue hasta su amigo y lo abrazó; el agarre de TaeMin en su contra era fuerte y necesitado por apoyo.

 

-          El irme a Japón era algo que no podía evitar hacer antes – le dijo con voz suave – Pero ya no tengo motivos para irme, de hecho, tengo que recuperar el tiempo… no te dejaré solo, nunca más

 

 

Pasos calmados fueron hasta él, obligándolo a detener ese movimiento de un lado a otro que hacía con la silla. La espera lo estaba cansando y desde que hubo llegado ahí, la única intensión que tenía era terminar todo lo más rápido posible y cerrar el trato en alguna habitación de hotel en compañía de su sexy abogada.

-          Vaya, sí que te tiene intrigado…

 

La voz de JongHyun detrás suyo era demasiado molesta. MinHo se giró de malas ganas y se incorporó, pasando por el lado de su amigo para ir hacia la mesita de licores junto a la puerta. Ahí tomó un vaso, unos cubos de hielo y vertió un poco de whisky en él, bebiéndoselo todo.

 

-          Solo está tratando de molestarme, como si pudiera lograrlo… está nervioso

 

-          Conociéndote, yo también diría que estás nervioso – dijo JongHyun a su lado, en un tono de voz susurrado para que la abogada no escuchase -  Si te muestras gentil con él, por muy follable que esté, te manejará a su antojo y eso, no es lo que acordamos hacer…

 

-          ¡Él, es…! Él… - añadió en voz baja – Es solo un niño, pensar en manipularlo para que se enamore de mí y así poder quitarle la empresa de su padre me da asco, es… es como quitarle un biberón a un bebé

 

-          ¿Estás dudando? Porque si es así, date por perdedor MinHo, despídete de todo lo que tienes y dale la bienvenida a tu versión pobre y arruinada…

 

-          Y-yo, yo… - MinHo suspiró – me tiene de las bolas, toda esta situación; lo de mi padre, ahora lo de este niño, ¿Qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si…?

 

-          ¿Si te enamoras de él?

 

MinHo lo miró con extrañeza.

 

-          ¿Qué…? ¿Acaso no pensaste en que aquello sería un potencial riesgo?

 

-          ¡Por supuesto que no!

 

-          ¡Quítate la venda de los ojos MinHo! – puntualizó su amigo – El chico es joven, jodidamente lindo y sé que le viste el culo al igual que yo lo hice, si tú no haces que él caiga por ti primero, créeme que usará todo ese maldito encanto para hacer que tú caigas a sus pies; es él o eres tú… 

 

Antes de que pudiera decir algo más, ambos sintieron la puerta del baño abrirse. Como en cámara lenta, la imagen de TaeMin avanzó; la camisa desabotonada los primeros botones, las mangas en los codos, mientras con una mano peinaba su cabello mojado y alborotado, dejando que cayera por su cara.

MinHo tragó duro.

 

-          O lo haces caer a él… - le susurró JongHyun con disimulo – O caes tú, tú decides MinHo…

 

JongHyun se apartó.

 

-          Sr. Choi, disculpe lo de hace un momento, estaba un poco indispuesto, pero ya estoy mejor, lamento haberlo hecho esperar

 

-          Si se siente enfermo, podría llevarlo a un hospital – ‘Debes actuar amable, ser el tipo más encantador de todos MinHo’ pensó el moreno recordando las palabras de su amigo la noche anterior.

 

-          De hecho, me apetece un trago, oí que en este hotel el bar es muy bueno

 

-          Si quiere un trago, tenemos de todo aquí, puedo servirle algo

 

-          A decir verdad… - dijo TaeMin acercándosele – Me gustaría que hablásemos a solas…

 

MinHo lo miró. La cara sonriente de TaeMin contrastaba notoriamente con el nerviosismo que el chico lucía cuando lo vio llegar. Sea lo que fuera que hubo pasado en el baño con su amigo, había traído un cambio demasiado notorio.

Por sobre el hombro de TaeMin, MinHo miró a JongHyun que enarcaba una ceja, al tipo rubio cruzado de brazos y ambos abogados sentados esperando a por ellos.

 

-          Creo que sea lo que sea, que tengamos que hablar, podemos hacerlo aquí en frente de nuestros abogados…

 

-          Insisto

 

La voz segura y demandante de TaeMin lo hizo dudar, ahora estaba curioso, ¿Qué era eso tan privado que tenían que conversar y que no podía ser en ese lugar?

 

-          Bien, vamos al bar entonces…

 

MinHo fue hasta la puerta y la sostuvo manteniéndola abierta.

 

-          Sr. Choi, creo que debo ir con usted – añadió la abogada tomando sus cosas.

 

-          Opino lo mismo que mi colega – correspondió BaekHyun.

 

-          Este es un tema entre el Sr. Choi y yo, cuando regresemos, podremos continuar con el trato…

 

-          ¡Sr. Choi!

 

-          Puede irse a su casa Srta. Jung, sus servicios no son requeridos ahora

 

-          ¿Sr. Lee?

 

-          Le informaré de cualquier cosa Sr. Byun – dijo TaeMin tomando su chaqueta de su silla y yendo hacia la puerta, saliendo antes de MinHo.

 

Los pasos de ambos por el corredor sonaban apagados bajo el silencio. Las luces del hotel, la alfombra bajo sus pies, la fina decoración parecía insignificante. Avanzaron lo suficiente hasta el hall principal y desde ahí, un empleado los guio hasta el bar.

Las luces más tenues del lugar y la música suave, pareció actuar como un bálsamo para los dos. La tensión en aquella sala privada los estaba superando y en silencio, ambos agradecieron poder estar a solas. Caminaron entonces hasta el lugar más apartado, ignorando la poca gente que estaba ahí. Tomaron asiento y no pasó mucho tiempo para que un mesero fuera hasta ellos y tomara sus pedidos. Luego de unos minutos, con sus tragos ya servidos, todo estaba listo para acabar con aquel molesto asunto.

 

-          Debo admitir que me sorprendió que su abogado me llamase para concretar esta reunión luego del fiasco de nuestro primer encuentro…

 

-          Puedes dejar de tutearme, ahora solo somos tú y yo, MinHo – le dijo TaeMin bebiendo de su copa de vino.

 

MinHo sonrió, bebiendo luego de su segundo whisky en lo que iba de la noche.

 

-          Estoy curioso, ¿Qué es lo que te trajo hasta aquí hoy? Apostaría a que fue demasiado difícil dejar de lado tu agenda social para algo tan aburrido

 

-          ¿Y qué es lo que te hizo llamarme? – respondió MinHo.

 

-          Asúmelo MinHo, yo era la última persona que querías ver hoy, así como tú eres la última persona a quien yo quería ver, pero, como verás, la situación es demasiado importante como para ignorarla – añadió TaeMin dando otro sorbo a su copa.

 

-          Sí, es verdad, tener una reunión de negocios un sábado por la noche está lejos de mis cosas favoritas por hacer

 

Esta vez, fue TaeMin quien sonrió.

 

-          Pues bien, querías que estuviéramos a solas y aquí estamos, ahora dime, ¿Qué es lo que quieres que hablemos que no pueden escuchar nuestros abogados?

 

-          Nuestros padres están jodidos; tú lo sabes y yo lo sé – comenzó TaeMin – Antes de todo esto, yo tenía una vida tranquila y sin problemas y, de repente, me vi en una reunión marital con un contrato que me iba a unir de por vida con alguien que está lejos de mis aspiraciones como una potencial pareja…

 

-          ¿Tienes aspiraciones de ese tipo? – se burló MinHo.

 

-          Sabes a lo que me refiero…

 

-          Lo que quiero decir, es que hablar de nuestro matrimonio es lo último que haremos porque, como hijos de nuestros padres, ambos queremos cuidar los intereses de nuestras familias y bolsillos…

 

-          Mi bolsillo no me preocupa – intervino TaeMin – Lo que tengo en la cuenta bancaria es algo que ha estado incrementándose cada día desde mucho antes de que yo naciera, lo que me importa, es saber las condiciones que debemos poner dentro de las cláusulas de ese contrato de matrimonio…

 

-          Así que, ¿De verdad quieres casarte conmigo? – preguntó MinHo algo sorprendido – Creí haberte escuchado decir que yo estaba lejos de tus, ¿Cómo fue…? ¡Ah, sí! “Aspiraciones como potencial pareja”

 

-          No seas condescendiente conmigo – musitó TaeMin ácidamente – Este matrimonio no tiene nada que ver con algo romántico, ambos lo sabemos…

 

-          ¿Entonces…?

 

-          Déjame que te lo explique bien; firmamos ese contrato, nos casamos, las empresas pasan a nuestro nombre y le salvamos el pellejo a nuestros padres… la familia es la familia – le explicó el castaño – Por lo que pude ver de tu reacción el día que nos conocimos, tu relación con tu padre no es mejor que la relación que yo tengo con el mío…

 

-          ¿Qué quieres decir con eso?

 

-          Digo, que una vez que tengamos las empresas a nuestros nombres, somos los dueños absolutos y nuestros padres no tendrán nada que puedan exigirnos…

MinHo se reclinó, apoyando la espalda en su sitio, ¿Había escuchado bien?

 

-          Dices que, ¿Quieres que jodamos a nuestros padres?

 

-          ¿Acaso tú no quieres?

 

-          ¿Piensas que quiero que me desherede por tratar de ser más listo que él? ¡Por supuesto que no!

 

-          ¿Cómo podría desheredarte si luego de casarte conmigo, tú serás el dueño de la empresa?

 

Ahora entendía. TaeMin se regocijó cuando vio un brillo destellar en los ojos de MinHo. Sí, KiBum no se había equivocado para nada en la descripción que hizo de la personalidad de su enemigo incluso sin conocerlo; MinHo era ambicioso y egoísta, su mayor ganancia siempre había sido ser mejor que cualquier otra persona a su alrededor. TaeMin lo había visto por sí mismo durante la secundaria y, la ventaja de que al parecer MinHo no lo reconociese, era que podía usar el conocimiento que tenía de su persona a su favor.

 

-          ¿Cómo puede funcionar eso?

 

TaeMin sonrió en su interior, el tipo estaba cayendo.

 

-          Antes de firmar el contrato, debemos exigir que el traspaso de nuestros nombres como exclusivos dueños y accionistas sea inmediato – prosiguió – Luego del matrimonio, todo lo de tu padre te pertenecerá en un 40% y, por lo que sé, es tanto dinero que no podrás gastarlo en una sola vida…

 

-          ¿40%?

 

-          Sí, creo que es una cantidad justa

 

-          ¿Qué hay del otro 60%?

 

-          Bueno, como el negocio de mi padre tiene un valor mayor que el del tuyo, y el riesgo de pérdida que posee es solo del 1,5% a diferencia del 58% del de tu padre, exijo tener el 60% de las acciones de las empresas Choi a mi nombre…

 

-          Dejes estar jodiéndome, no te daré ni un 2% - gruñó MinHo entre dientes, acercándose por sobre la mesa, el chico se estaba pasando de listo y no lo iba a permitir – Prefiero sacarme un riñón que darte el 60%

 

-          MinHo, parece que no me estás entendiendo – musitó TaeMin con fingida calma – La industria armera en el país es escasa, fabricar y vender armas en Asia, es más costoso que hacerlo en América o Europa…

 

-          ¿Y piensas que el tráfico de drogas que tiene tu padre es un negocio seguro?

 

-          No, pero te aseguro que, aunque mi padre quiebre, en medio año recupera todo con el doble de las ganancias porque, todos quieren drogas para pasarlo bien, además el negocio es más amplio: América, Europa, Colombia, Venezuela, pequeños países asiáticos… todos quieren algo de droga y si cae un comprador, te doy por sentado que, si levantas una piedra, tienes a cincuenta más queriendo comprar las drogas de mi padre…

 

-          El negocio de mi padre tiene compradores seguros, ¿De dónde crees que sacan las armas los rebeldes de países pobres que están en guerra? – dijo MinHo – Siempre habrá una guerra que luchar, por lo que las armas siempre se estarán necesitando…

 

-          …pero las guerras no duran para siempre

 

-          Tampoco la adicción

 

-          ¿Estás seguro de eso? – sentenció el castaño.

 

No, no lo estaba. TaeMin tenía un punto y MinHo no podía negarlo. Incluso sin haberse involucrado mayormente en el negocio de tráfico de armamento de guerra que tenía su padre, ya lo había visto tener uno que otro problema con sus compradores. TaeMin tenía razón; el riesgo en el negocio de las armas ilegales era muy alto, las policías eran más incorruptibles, los gobiernos luchaban sus propias batallas para evitar las guerras al igual que los organismos no gubernamentales en post de la paz.

Ninguna guerra duraba para siempre, la falta de conflictos armados en un mundo que abogaba más por la paz y la sana convivencia, convertían el negocio de su padre en algo con fecha de caducidad.

 

-          40% - le ofreció.

 

-          60… - insistió el castaño.

 

-          45%

 

-          60%

 

-          50% y podrás poner tu nombre en la empresa como jefe exclusivo…

 

-          60% y podrás seguir viviendo tu vida de soltero, aunque tengamos que aparentar estar casados – le ofreció TaeMin – Sé que valoras tu soltería y que la gente de tu círculo se entere que estás casado, no será algo que te convendrá en el corto plazo

 

-          55% y te ahorraré el mal rato de verme en nuestra futura casa con otras personas – añadió MinHo – Sé que aprecias tu vida privada y evitas todo tipo de conflictos, eres un chico de apariencia tímida y pasar vergüenza es lo que menos te agrada; te doy el 55% y todas mis relaciones sexuales serán puertas afuera y así no tendrás que exponerte a que los demás se enteren que tu esposo se folla a otras personas en tu cara…

 

-          Hecho – afirmó el castaño extendiendo su mano.

 

-          Es un trato entonces – correspondió MinHo estrechando su mano con la del castaño – Pude darte el 40% y aun así habría tenido sexo lejos de casa…

 

-          Habría aceptado el 2% y de todos modos me habría dado lo mismo incluso si follases a otra persona en nuestra propia habitación conmigo del otro lado de la cama… - sonrió TaeMin con suficiencia, celebrando mentalmente la estocada que le había dado a su futuro esposo.

 

MinHo tragó duro, de pronto el whisky ya no le apetecía tanto luego de que TaeMin le viese la cara, ¿Acaso el chico pensaba que era estúpido? Por supuesto que no y tenía toda una vida de matrimonio para demostrarle lo contrario.

La silla se arrastró por el suelo cuando MinHo se incorporó.

 

-          Y bien, ¿Cuándo nos casamos…?

 

 

“Si con vos es crudo, sed crudo con él; devolvedle herida por herida y le venceréis. Dadme una careta para ocultar el rostro. ¡Sobre una máscara, otra! ¿Qué me importa? Que la curiosa vista de cualquiera anote deformidades. Las pobladas cejas que hay aquí afrontarán el bochorno”

Mercutio – Escena V

 

Notas finales:

~ Mirnest ~


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