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Café, canciones y cartas [ChanDae] por HoneyXiumin99

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Una fuerte mano golpea su nuca, sacándolo de un ensimismamiento profundo y derramando la taza de café que llevaba en las manos. JongDae se queja audiblemente y mira con el ceño fruncido al causante de su nuevo dolor corporal, encontrando a su amigo regordete con una sonrisa no tan linda en sus labios.

—Hombre, ¿qué te está pasando últimamente? Andas más distraído de lo normal.

JongDae bufa y desvía la mirada, haciendo una mueca por las punzadas que recibe la zona herida y quejándose internamente por el calor que sienten sus manos. El café había caído sobre él y aún estaba un poco caliente.

—No sé de qué hablas —Se excusa, dando por terminada la conversación para concentrarse en la fila de clientes que se había formado gracias a su distracción.

Pero es que no se le puede culpar, de todas maneras. No tiene la culpa de perderse cada vez más en sus pensamientos, no tiene la culpa que cada que ve a una mata de pelo rojo su mente empieza a maquinar escenarios distintos, no tiene la culpa de que sus ojos se muevan de inmediato hacia la persona ubicada al final del corredor una vez que éste atraviesa la cafetería, no es su culpa que se haya enamorado de una persona desconocida. No. No la es.

Porque sí, JongDae acepta completamente que tiene un algo con el chico que siempre llega a las 10:30 de la noche, ni un minuto más ni un minuto menos; aquel que se sienta en un sofá con una guitarra y cuaderno en manos.

Todo inició dos semanas después de conseguir el trabajo gracias a la influencia de su amigo. Él estaba tranquilamente atendiendo a los clientes, sirviendo la orden correspondiente, limpiando las mesas cuando debía e intercambiando palabras con su compañero de turno de vez en cuando. Todo estaba completamente normal, claro, hasta que la campana que fue instalada arriba de la puerta sonó, anunciando la llegada de alguien más.

Como siempre, JongDae se giró en su asiento y sonrió abiertamente, esperando a que la persona llegara a pedir la orden. No obstante, su sonrisa gatuna desapareció cuando vio al chico frente de sí, el cual le dedicaba una sonrisa radiante y mirada juguetona.

El castaño se lo queda mirando un largo rato, analizando sus facciones. Era guapo, jodidamente guapo y eso era notable a simple vista. Su cabello estaba ligeramente desordenado, mechones del mismo apuntando a distintas direcciones y dándole un aspecto más infantil, como si su rostro no fuese suficiente. Desde el asiento pudo notar que era alto, a lo mucho y le sacaba una cabeza. Estaba vestido completamente de negro y, por la cuerda que dividía su estúpidamente sexy pecho, pudo levantar más la mirada y observar el estuche de guitarra que traía a sus espaldas.

Era perfecto. Malditamente perfecto a ojos de JongDae.

—Eh... ¿Disculpe? — "Oh, mierda" Piensa el castaño.

Esa voz... esa jodida voz es la mejor que pudo haber escuchado en su corta vida. Era tan profunda, gruesa y ligeramente ronca. Demasiado sexy para su pobre corazón.

— ¿Hola? —Vuelve a repetir el pelirrojo y esta vez es tiempo de reaccionar.

JongDae se golpea internamente por quedarse demasiado tiempo mirándolo como un bobo. Ya hasta podía sentir sus mejillas calentándose debido a la vergüenza y la ligera risa que soltó el extraño no ayudó demasiado.

—B-Bienvenido a Kitty's Min, ¿qué desea t-tomar? —Y se da otro golpe por tartamudear.

El chico vuelve a reír y JongDae se encuentra suspirando -disimuladamente- como colegiala enamorada.

—Vodka. Quiero tomar vodka.

—Ah, claro. Vodka y qué- ¡Oiga! ¡Esto es una cafetería!

—Lo sé —Sonríe—. Si sabes que estoy en una, ¿por qué me preguntas qué quiero tomar? Es demasiado obvio.

Y era cierto. El castaño baja la mirada al reparar en lo que había dicho, sintiéndose más avergonzado que nunca por reaccionar de una manera tan estúpida frente a un desconocido. Oficialmente estaba bajando su dignidad.

—Lo siento.

—No te preocupes, un error lo comete cualquiera —Vuelve a sonreír y JongDae muere lentamente por dentro—. Quiero un cappuccino y un cup cake.

—Son 2500 wons —Susurra bajito y extiende la mano para tomar los billetes que el alto le estaba entregando. No obstante, cuando el chico roza intencionalmente su palma, el castaño la retira rápidamente y se levanta abruptamente, comenzando a preparar la orden sin detenerse a introducir el dinero en la caja registradora.

Luego de aquel vergonzoso acontecimiento, JongDae siguió viéndolo cada noche de la semana, a la misma hora de siempre y con la misma sonrisa de tarado en el rostro. Sea de espaldas, de frente o de costado, JongDae siempre encontraba la manera de verlo y perderse en sus pensamientos.

También trataba de acercarse disimuladamente cada vez que MinSeok le mandaba a limpiar el piso o las mesas. En más de una ocasión se ocultó tras la pared que dividía la otra parte de la cafetería, escuchando perfectamente las alegres melodías que el pelirrojo se encargaba de crear con la fiel compañía de su guitarra.

Y bueno, con el pasar de los meses se pudo considerar un idiota flechado por el pequeño ángel con pañal. Pero, como era demasiado estúpido, no encontró el valor de acercarse a él para iniciar una pequeña conversación.

Normalmente él no era así. En cuestiones del amor siempre fue lanzado, expresivo, muy descarado y seductor, no una nenaza como ahora. Y es que también estaba el hecho de que sus antiguas conquistas eran del tipo niño afeminado y delicado, no como el pelirrojo. Porque sí, ni siquiera se animó a preguntarle el nombre.

Pero bueno, eso ya era cosa aparte.

Por supuesto que esa noche no fue la excepción, y lo supo inmediatamente cuando el chico atravesó la puerta.

Todo hubiera seguido su curso establecido: Bienvenida, sonrisas idiotas, uno que otro resbalón por los nervios, y despedida. No obstante, esa vez fue diferente.

JongDae se encontró con su semblante serio y ligeramente decaído, como si algo en él estuviese completamente mal. Y vaya que lo estaba, porque simplemente se limitó a pedir un café simple y amargo. No le gustó para nada, claro que no. Después de todo, a él lo enamoró un chispeante pelirrojo, el que siempre se mantenía con su tarada sonrisa.

Ahí fue cuando MinSeok lo sacó de los pensamientos con un golpe demasiado fuerte para su gusto, arruinando por completo la atmósfera en la que se había sumergido.

A la velocidad de la luz atiende a los impacientes clientes y, una vez que todo acaba, se vuelve a sentar en su lugar.

— ¿Qué te sucede? —Vuelve a preguntar MinSeok y JongDae rueda los ojos.

— ¿No tienes algo más importante que hacer? —Y vuelve a recibir otro golpe, esta vez en su costilla— ¡Hyung! —Chilla.

—No me hables así, sabes que lo detesto.

El castaño bufa y dirige la mirada a sus manos, como si estas fueran más importantes que la conversación a la que fue arrastrado.

—Perdón, es que necesito estar solo.

—Es por el chico orejón, ¿cierto?

JongDae lo mira nuevamente, esta vez con una graciosa expresión en el rostro.

— ¿Cómo lo sabes?

—Por favor, es demasiado obvio. Cada vez que el chico aparece tú te embobas —Explica mientras limpia una taza con un trapito—. Y llevas en ese plan alrededor de... ¿tres meses? —El aludido asiente—. ¿Por qué no le hablas?

—Es... complicado. —Dice bajito y MinSeok ríe—. ¡No te burles!

—Tú lo haces complicado, JongDae —Suspira dramáticamente—. Los niños de ahora son tan estúpidos...

—Ya, ¿y qué sugieres que haga? —Espeta un poco furioso y se cruza de brazos, decidiendo ignorar lo anterior dicho por el rubio.

—Ve allá, llévale un cup cake y dile que va por cuenta de la casa —Sonríe—. Pero obviamente lo descontaré de tu sueldo.

— ¿Y eso es todo?

—Probablemente inicien una conversación —Se encoge de hombros—. Tú solamente hazlo y ya.

JongDae no lo piensa demasiado y toma uno de la vitrina, no sin antes agradecerle al mayor por lo bajo.

Vale, que todo suena muy sencillo y así, pero claramente no lo es cuando tiene al pelirrojo en su campo visual, siendo separados por unos cuantos metros. Éste estaba sentado frente a la ventana, admirando de nueva cuenta el jardín y tocando la guitarra suavemente, componiendo melodías tristes, sin mucha energía.

Le dolía un poco verlo en aquella deplorable situación, pero él no era quién para entrometerse así como así en su vida para tratar de animarlo. Esperaba que con el pequeño panquesito lograra animarlo un poco.

A pasos lentos se acerca hasta él, y una vez que lo tuvo a una distancia considerable, le palmea ligeramente el hombro. Éste no tarda en voltearse para mirarlo correctamente.

JongDae se tensa un poco al ser escrutado por la mirada contraria.

—Yo no ordené eso —Dice el alto con amabilidad—. Creo que te equivocaste de-

— ¡No! —Pronuncia un poco fuerte, provocándole un ligero salto al pelirrojo. JongDae aclara la garganta y desvía la mirada, notablemente avergonzado—, es decir, no. Esto va por cuenta de la casa.

—Ah... —El alto desvía la mirada hasta su rostro y sonríe de nueva cuenta—. Pues gracias, JongDae.

El aludido lo mira un poco sorprendido y no tarda en preguntar: — ¿Cómo sabes mi nombre?

—Lo dice tu uniforme —Y señala el área con su dedo índice.

—Cierto... —Susurra avergonzado y el contrario ríe suavemente.

—Y pues... ¿me lo vas a dar o no?

— ¡Ah, claro! Toma —Extiende la bandeja con manos temblorosas, producto de los nervios que sucumben su cuerpo por la extensa cercanía que mantiene con el pelirrojo—. Espero te ayude con lo que sea que tengas.

— ¿Cómo dices? —Pregunta intrigado.

—Es que te veo desanimado y... —Pasa saliva—, y estabas haciendo llorar a esa guitarra con tus acordes.

El contrario no tarda en reír bajito. Toma el cup cake lentamente y vuelve a hacer esa mueca de felicidad que hacer estallar a JongDae del enamoramiento.

—Gracias.

*

Después de que el alto muchacho se fuera del lugar, JongDae corrió rápidamente hasta la mesa para recoger las cosas que fueron usadas por el mismo.

La plática no duró mucho ya que todo murió con el agradecimiento del alto y un pequeño asentimiento de cabeza por parte de JongDae.

Mentiría si dijese que no estaba triste, pero así era la vida. A veces lo ganas, a veces lo pierdes.

Cuando puso la taza y los platos en la bandeja, una hoja salió disparada de la mesa, aterrizando justo en el suelo por la acción que decidió tomar el viento.

Intrigado, el castaño deja lo que anteriormente sujetaba en sus manos y se dispuso a levantar el papel del suelo, percatándose de las palabras que lo adornaban.

Se trataba de una carta, la cual no tardó en leer.

JongDae:

Puede que leas esto, como puede que no. De todas maneras no pierdo nada con intentarlo.

Desde hace tiempo tengo ganas de decirte algo, pero como soy demasiado imbécil para estas cosas, preferí escribírtelo:

Me gustas.

Y no, no estoy mintiendo. Ya sé que es extraño que me guste alguien a quien no conozco pero déjame aclararte que no me interesa. Captaste mi atención aquel jueves que vine por primera vez y no pienso detenerme a pensar si esto está bien o no.

Las palabras se quedan cortas para todo lo que siento, así que ni creas que lo que sea que tenemos se acabará así nada más.

Debo decir que me encantó tu detalle, porque sé que me lo regalaste tú, no "la casa". Es un gesto demasiado tierno que siempre atesoraré.

Con respecto a mi estado de ánimo... todo es tu culpa. ¡Pero no te asustes! No es nada malo.

Me gustaría explicarte las cosas con más detalle, pero como debes haber notado, no me queda mucho espacio, por lo que lo resumiré en esto:

Te quiero en mi vida, sea como pareja o como amigo. Aceptaré cualquier condición que pongas, por lo que no debes preocuparte por ese detalle.

+304 15168999 16872. Ese es mi número.

Estaré esperando tu llamada.

ChanYeol.

El corazón de JongDae empieza a latir desesperadamente, sintiendo todas las emociones que ChanYeol (que hermoso nombre, joder) dejó en ese escrito únicamente para él. Estaba seguro que una sonrisa demasiado tonta estaba adornando su rostro, pero poco le importó. La felicidad que se albergó en su cuerpo es demasiado grande como para ignorarla.

En un arrebato de sentimientos, el castaño estruja la carta en sus manos y la lleva a su pecho, abrazándola fuertemente como si su vida se fuera en ello. Cierra los ojos con la misma fuerza que ejecutan sus manos y empieza a dar giros por todo el lugar, expresando la dicha a través de chillidos poco varoniles.

Les tomó bastante tiempo dar el primer paso, vaya que sí. Pero no es como si realmente importe; después de todo, un nuevo comienzo floreció en el pecho de cada uno.

Notas finales:

Esto fue un intento de fluff. No salió taaan bien, pero me gustó.

Gracias y hasta pronto .*inserte saludo militar*

 


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