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Susurros del pasado por Yami no Deshite

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Notas del fanfic:

El primer capítulo comienza con una violación de un menor. Si no les agrada no lo lean.

 

Los personajes son totalmente de mi creación. 

Notas del capitulo:

El capítulo comienza con la violación de un menor.

 

Sentí movimientos en la oscuridad de mi habitación, entre las sombras una silueta se cernía sobre mi.

No era él, él que me tapó la boca como sus manos tampoco son las suyas pues las tiene un poco más grandes que las mías.

Con la otra tomó mis manos y las ató en mi espalda.

Las que tocaban mi cuerpo con lujuria no son las que deseo que lo hagan.

En mi desesperación ante este contacto no deseado quise gritar pero ya es tarde pues ha atado un trozo de tela impidiendo que lo haga.

Ese hombre que sobre mi está desnudándose, me agobia. Me urge gritar, lloro, imploro mentalmente que Sanosuke, llegue.

Estoy pensando en vos que me visitás todas las noches, tapas mi boca y besás mi frente para luego retirarte así como llegaste.

Esta noche alguien se te adelantó y por los acontecimientos que se desarrollan en este momento, con mis lágrimas te digo no serás al que deseo que me haga suyo por primera vez.

Seré de aquel que de maligno tiene su corazón oscuro y no es demonio sino un hombre vil que utiliza el mundo de las sombras para poseerme...

Abre mis piernas con brusquedad y su hombría sin preparación alguna, penetra en mi cuerpo. Aprieto los dientes, no va a tener el placer que no siento ni mis gritos de súplica.

Me desgarra y con ello toda mi ingenuidad. El dolor es insoportable. Mi corazón puro sufre. Unas lágrimas, aguas puras de mis ojos se desbordan sin parar por mis mejillas. Siento un líquido cálido que corre por mi piel hacia el final de mi espalda.

 

Sanosuke como todas las noches camina sigilosamente hacia la habitación de su querido gaijin. Aquel amado amigo entrañable. El cual le roba suspiros y que hasta este momento jamás reconocería. Al llegar a la puerta del dormitorio de Virgil. Después de haber burlado a los tan fieles guardianes que cuidan de noche. Siente como si el rubio, suplicara en silencio y un llanto silencioso emanara de sus ojos, esmeraldas puras de intenso brillo.

 

Escucho que la puerta se abre lentamente, mi violador no se da por enterado.

 

Sanosuke busca a uno de sus guardianes personales. Quien solícito le tiende su katana. El guardia abre la puerta del dormitorio. Y con paso rápido apenas perceptible para el oído entrenado. El joven decapita de un solo golpe a aquel que ha tomado la virginidad de su amado Virgil.

Cae el cuerpo sin cabeza a un costado del adolescente violado. Ese frágil y hermoso ser de piel pálida. Es iluminado por los faroles de aquellos que se acercaron a proteger tanto al joven amo como a su compañero de estudios y vida.

 

Siento el calor de la luz sobre mi piel. No quiero abrir mis ojos por la vergüenza. No importan aquellas miradas de mis protectores sino los de Sanosuke.

 

-Salgan todos de aquí. Ryu toma al que fuera mi maldito padre y quítalo de ésta habitación.- El ahora Daimyo por obra y gracia de un buen corte del arma que su mano empuñó.

Se acercó a Virgil, tapó su desnudes quitándose su yukata quedando en ropa interior. El rubio de ojos verdes, no abría los ojos. Sanosuke le quitó el trapo de su boca. Luego girando apenas su cuerpo cortó con una daga, obtenida de la cintura de su guardián, las cuerdas que atan las manos más pequeñas que las suyas. Suaves a su tacto que al sentir el roce de su piel se estremece.

-Virgil, por Buda. Mírame.- Tomando entre sus brazos el cuerpo de su compañero.

 

Abro mis ojos y veo los suyos profundamente negros que me miran con preocupación. Un sollozo que no puedo contener, se hace más profundo. Me separo de él. Y ante la vergüenza que siento por lo sucedido. Salgo corriendo de allí, poniéndome en mi carrera el yukata. Su yukata. Llego a la puerta de salida del complejo y con la rapidez que me caracteriza, esquivo a los dos guardias que sorprendidos y al ver quien soy. Dan la voz de alarma. Angustia. Miedo es lo que siento.

Atino a meterme en el bosque que está frente al portal. Me esconde de las miradas de aquellos que me buscan. No sé cuanto corrí. Pero dado mi estado alterado y la vergüenza ante ese acto deplorable. Fue mucho tiempo.

El cielo tapado amenazaba caer sobre mi. Caí como el chaparrón que se convertía en temporal.

 

Al verlo salir corriendo. Sanosuke grita.

-Virgiiiillll

El joven terrateniente corrió tras él. Pero no pudo darle alcance. El rubio es mucho más rápido que el ahora devenido en Daimyo. Se pierde de su vista. Al rato escucha los gritos de los guardias del portal, avisando que su compañero pasó por allí.

Tras Sanosuke viene Ryu con otro yukata.

Se hinca delante de su señor y le tiende con ambas manos la prenda.- Aquí tiene Señor.

-Gracias.- Lo toma y se lo pone atándoselo a la cintura.- Será mejor que nos vistamos y montemos.

Un relámpago sobre sus cabezas anuncia una fuerte tempestad. Al iluminar con sus destellos blancos las nubes negras hace un contraste dantesco. Un rayo parte en ese momento un árbol en el bosque que delante de sus narices está.

Sacude el cuerpo de Sanosuke un estremecimiento como un anuncio aciago de que algo muy malo pasará. Sus orbes oscuras como las nubes que tiene sobre sus cabeza se aguan, pensando en su gaijin que tanto lo ha acompañado.

El joven señor corre hacia su dormitorio y sin ayuda alguna se viste con el kendogi, luego el hakama y unas sandalias. Se ata un cinturón del cual pende su katana.

Afuera lo espera Ryu con dos caballos uno para el y otro para su señor.

-¿Los perros?.- dijo muy preocupado Sanosuke.

-Ya salieron los hombres con ellos a la cabeza debe ir Ryoko. Es un can fiel a Virgil.- Ryu, un hombre muy inteligente 10 años mayor que Sanosuke quien en este momento tiene 14 años. Pero es un adolescente muy maduro.

 

Llovió durante toda la noche. Los hombres cansados junto a su Señor no dejaron de buscar. Debajo de un añejo sakura. Sanosuke vió un bulto tapado por las hojas que el temporal había tirado. Se acercó con su caballo que miraba entre asustado y curioso ese objeto lleno de hojas mojadas por la lluvia. Kuro, así se llama el semental azabache que monta el joven Daimyo. Relinchó al reconocer quien se halla debajo de ellas. Inmediatamente. El jinete desmonta. Corre los pocos pasos que lo separan del cuerpo que yace boca abajo. Al separar las hojas, una angustia indescriptible comprime el corazón del joven.

Virgil tiene los labios azules del frío que ha pasado y la piel helada. Sanosuke lo abraza. Ryu que solícito saca de su alforja una manta. Se la pone sobre el cuerpo del adolescente. El joven Señor quita el yukata empapado y termina de envolver el cuerpo todavía con vida del gaijin. El samurái lo levanta. Seguido de Sanosuke. Quien monta en su fiel cabalgadura. El hombre sienta sobre el borrén delantero de la silla de montar de su Señor el cuerpo helado, quien es abrazado por el.

Kuro tras recibir una taconeada, emprende el camino de vuelta a su hogar. Toma el galope ya que su amo que tiene las riendas en una sola mano, con contacto firme se lo ha pedido.

-Sanosuke.- Me castañetean los dientes. Siento frío y calor. Pero me siento protegido en sus brazos.

-Sí, Virgil.- Al contestarle para calmarlo. Le da un beso en la frente. Lo cual surte efecto ya que su amado. Apoya su cabeza en el pecho de su protector. El joven Señor derrama lágrimas que no puede contener. Teme por la vida indefensa de su amor. Siente frío y calor también. Su traje está totalmente mojado por la lluvia constante y pertinaz, que lloró sobre él acompañando su tristeza. Durante toda la noche. Pero no flaquea debe aguantar pues pronto llegaran a la propiedad.

Escucha detrás de él, unos cascos que chapotean en el barro y su semental con un relincho suave llama al de su fiel samurái. Quien le contesta.

Llegan luego de un viaje de varios minutos al portal. Los guardias saludan a ambos jinetes con una inclinación y los dejan pasar.

Ambas cabalgaduras frenan su andar delante de los dormitorios. Ryu desmonta de un salto y se apresura a tomar al gaijin, quien se queja en su febril estado. Lo lleva adentro del dormitorio para huéspedes pues al suyo lo tienen que asear.

La sirvientas lo abrigan con muchas mantas y le masajean las extremidades que están muy frías y con telas humedecidas en agua caliente lo limpian.

Ryu vuelve al lado del joven Daimyo quien no ha desmontado. Al intentar hacerlo sino fuera por el samurái, terminaba en el piso. El hombre logró evitar la caída al atajarlo con sus brazos y siente el cuerpo ardiendo del joven.- Tiene fiebre mi Señor.- Su voz denota preocupación. Temor. Y mucho dolor por los últimos acontecimientos. Lo alza en sus brazos, mientras va hacia los dormitorios.

-Llévame con Virgil.- Temblando y con escalofríos.

-Está empapado, mi Señor.- Ryu también se encuentra tan mojado como el joven. Pero al menos no tiene ningún síntoma de enfermedad. Camina con su carga hacia el mismo destino anterior. Al entrar.

-Ayudame a desvestir. Ustedes salgan.- Las sirvientas que estaban con Virgil, lo tapan y haciendo una inclinación abandonan la habitación. Inmediatamente. El samurái luego de depositar sobre unos almohadones a su Señor. Lo ayuda a desvestirse. Quita todas las prendas mojadas.- Quítate las tuyas también. Sino enfermaras como nosotros.

Quedan en ropa interior. Sanosuke se quita la misma y se mete debajo de las mantas junto a su compañero quien al sentir el abrazo del japonés, se estremece ante el contacto de su piel con la suya además de temblar por los escalofríos.

Ryu, busca en uno de los muebles un yukata. Se lo pone, ajusta y quita su ropa interior.

Una sirvienta golpea la puerta. Sono-san, es una mujer de edad. Trae té caliente y medicinas.- Señor, el baño está listo.- Ella sirve el té.

Sanosuke se sienta sentando con él a Virgil quien queda apoyado en su pecho. La mujer le da uno de las vasijitas que contiene una pócima preparada con hierbas medicinales. El joven Daimyo la toma con su mano libre y se la de beber a su amado compañero quien tiembla al igual que él, en sus brazos. Luego Sono-san le da la otra taza de la cual el joven Señor bebe, la medicina.

Ryu-san toma una de las vasijas y sirve el te

Con mucha dificultad se levanta. Entra nuevamente Ryu.

-Lleva a Virgil al baño. Sono-san, ayudame a ir con él.- La mujer pasó el brazo de su Señor por detrás de su nuca y abrazó la cintura de este.

Llegan despacio pues al joven Señor le duele el cuerpo por la fiebre y escalofríos. Ryu ya había ayudado a entrar en el agua a Virgil, quien recuperó lentamente la temperatura.

En su delirio producto de su estado febril. El gaijin rubio llama constantemente a su compañero de vida.

 

Al sentir el agua caliente sobre mi piel trémula, se eriza.- Sanosuke... ahhh.- lloro no puedo evitarlo.- -Dime Ryu... que no me odia...

El hombre que sostiene con dulzura a ese ángel caído del cielo. Acariciando los mechones dorados, le contesta.- Jamás te va a odiar. No tendrías que haber huido. No sabés lo preocupado que estaba al no hallarte, al igual que yo.- El adolescente afiebrado se abraza fuerte al brazo sobreprotector de aquel que no sólo lo sostiene sino también contiene.

Ryu siempre estuvo cerca no solamente del joven Daimyo sino también de Virgil. Siente culpa por no haber estado ahí para impedir ese vejamen.

Entra Sanosuke junto con Sono-san. La anciana que prácticamente criara a ambos. Lo acompaña hasta la tina de agua caliente donde del lado de afuera Ryu sostiene a un sufriente Rubio, metido en ella. Quien al ver al japonés compañero de vida, aprieta el abrazo. No quiere soltar al hombre que mira con tristeza a su Señor. Quien se quita su yukata ayudado por la anciana.- Sono-san. Puedes retirarte.

La mujer le sonríe y haciendo una inclinación se retira, cerrando la puerta tras ella. Él camina lentamente pues la fiebre también lo tiene mal. El hombre le tiende el brazo libre. El cual Sanosuke no duda en tomar. Se mete en el agua. Se acerca a Virgil y lo abraza. Con toda su fuerza y su corazón.

No quiero mirarlo a los ojos. Pero no puedo evitar esconder mi rostro en su pecho. Necesito su contacto más que nada en este mundo. Su afecto. En mi delirio no paro de rogar.- Perdóname... Sanosuke.- Gimo. La fiebre me tiene muy mal y deliro entre sus brazos. Mi cuerpo por el agua caliente. El contacto con su piel y la fiebre voy entrando en calor pues mis manos y pies estaban congelados.

-Perdóname a mi Virgil.- Un japonés que se siente muy culpable. Por no haber evitado ese acto tan perverso. Algunas lágrimas bañan las mejillas de su piel tostada. Él tiembla está enfermo no sólo por la mojadura que soportó durante horas buscando a ese ser, que en este momento se acurruca en su pecho.

Gracias a la medicina que tomaron, la fiebre va cediendo.

Siento que mi cuerpo me duele menos y un bienestar que me produce este abrazo cálido prodigado por ti. Mi corazón late muy rápido igual que el tuyo. La fiebre baja pero nuestro calor aumenta. El agua tibia y tus caricias en mi espalda, hacen maravillas en mi corazón lastimado. Sobre todo las tuyas y las de nadie más. No hay placer más grande que el de tu contacto acariciante y embriagador...

Continuará...

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Notas finales:

Agradecimiento a Axón Corvus.


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