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Hogar, dulce hogar por 02akira

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Notas del capitulo:

OK, si tarde lo siento, etaba en examenes, pero creo les adelante por lo mismo o ya no se, solo les recuerdo que el pequeño concurso sigues.

Bien Akashi-sama ahora por favor usted y Himuro-san pueden descansar un poco. – el pelirrojo suspiro dejándose abrazar por su esposo, viendo como el fotógrafo que hasta hace poco les decía que hacer, les daba las gracias por posar para la revista de empresarios como la pareja más prolífera en el mundo de los negocios y sorpresiva mente porque eran pareja destino, sintió como su alfa beso con dulzura su cuello, diciéndole luego que debía ir al servicio y el con algo de disgusto le soltó la mano, amaba verlas entrelazadas, aun así nadie quería un accidente por lo que le dejo partir, se perdió en la figura de su pelinegro que caminaba con total estilo e imponencia. Rayos, su celo estaba cerca y cualquier movimiento del otro le parecía perfecto. - Akashi-sama, eso será todo por hoy, solo queda la entrevista en vivo para mañana, la mandamos a agendar con su secretaria, ¿está bien la hora? – Akashi no tenía idea como pocas o casi nunca en su vida, siempre era así, cuando se perdía en su mundo era por culpa de su esposo, antes había escuchado un poco de la conversación así que asintió y volvió a desviar la vista, molesto. Había sentido el aroma del ojo gris y no lo tenía  sosteniendo su mano, le busco con la vista y frunció el entrecejo porque veía como una asquerosa beta peli castaña  le sonreía de forma coqueta, Himuro como todo el caballero que era solo asentía, se veía realmente incomodo, aun así se estaba poniendo celoso de ambas maneras así que camino con toda la postura de un Akashi y extendió su mano a su esposo posándose a un lado de la beta cualquiera esa que solo pudo dar unos pasos a un lado viendo como Himuro tomaba la mano de  su  esposo, el del lunar veía con adoración y un brillo especial al omega, tomo esa pálida mano y la beso entrelazando ambas manos al final.-

Akashi, debemos irnos, prometí cocinarte tu cena favorita. – el nombrado sonrió con gracia haciendo más fuerte el agarre de sus manos, el transcurso a su casa fue demasiado rápido para ambos, que no soltaron sus manos y se mandaban miradas coquetas de vez en vez, mientras el mayor le robaba algunos besos a su hembra. Cuando el auto se detuvo el ojigris no espero a que el chofer les abriera él lo hizo a su pequeño y lo guio hasta dentro de su hogar, aun que ellos no quisieran tenían que guardar cierto prestigio y su hogar era una mansión, no muy grande pero lo era, el alfa quería estar con su pequeño tigre a solas por lo que despacho muy temprano a la servidumbre, dejo a su pequeño en la sala y el luego de sacarse el saco y la corbata remango sus mangas. – No pienso tardar, solo aguarda un poco.

-Akashi no era tsundere o algo parecido como su mejor amigo Shintarou, solo que no estaba muy acostumbrado a las muestras de amor por que su padre alfa era muy seco y perdió muy joven a su madre  omega, aun así lo sabía, sabía que veía con tal devoción a su pareja, se reflejaba su mirada brillante en la del otro, así que sin más asintió con algo de energía no pudiendo contenerse frente  a el, le vio irse luego de que el otro le mando un beso, el león omega estaba enamorado y podría jurar que su parte animal  rodaría de alegría con ese pequeño pero dulce acto, cuando se encontró solo en la estancia tomo la corbata del mayor besándola, si eso se podría decir cuando la paso por sus labios de forma tan lenta, como disfrutando de eso, su Himuro, solo suyo y siempre seria así, con ese pensar y llevando la prenda a su nariz cerro los ojos y recordó su pasado. –

 

*Recuerdos de Akashi*

-Los días bajo el mando de su padre siempre eran de color gris, tanto para el por ser un omega en una familia de alfas, tanto como para su madre por no poder darle un heredero digno a la dinastía Akashi, pero pese a todo ello el pequeño heredero era feliz descubriendo la vida junto a su madre, ella pese  a no faltarle nada siempre era sencilla y humanitaria, pero sobre todo amaba a la humanidad y aún más a su vástago cachorro de león, pero lo bueno dura poco y eso el pequeño omega  lo supo a corta edad cuando luego de ser arropado por su madre al día siguiente no fue a despertarlo, lo que le despertó fue mucho ajetreo y es que su madre ya no había despertado, sabía que la salud era inestable, pero siempre le despertaba con una gran sonrisa… lo peor de todo fue que ya no habría un “después”.

Ese mismo día la noticia salió en todas las redes sociales, todo Japón lo supo y frente al ataúd donde “dormía” su mami el pequeño Akashi estaba de rodillas, serio, con la mirada al frente, aunque un aura de tristeza y depresión le rodeaba no se dejó llevar pues “sobre todo su apellido” según su padre y eso hizo el menor o eso pensó cuando sintió unos brazos más grandes y largos de los suyos rodearlo de forma protectora, el calor que ese cuerpo emanaba se parecía al de su madre y que kami-sama lo perdonara al pensar que pudiera ser mejor, le daban seguridad por lo que no le importo y se aferró a ese joven, no pasaría de los quince años, no lo conocía, no tenía idea de nada por primera vez en su vida, solo quería no ser soltado de esos brazos, ni dejar de sentir esas caricias en su espalda que comenzaron junto con su llanto, incluso su padre quedo sorprendido que su hijo se aferrara a aquel desconocido, clara mente él lo conocía era el futuro heredero de los Himuro y actual prometido de su hijo, recién llegaba de estados unidos donde estudio y vivió  casi toda su vida, después de esa “escena” como el “viudo” la llamo mentalmente ahora su hijo se encontraba en el regazo del alfa quien besaba sus mejillas para borrar un poco el camino de lágrimas, mientras ambos se aferraban al otro.-

 

Akashi, no te has equivocado en lo más mínimo, son pareja destino. – dijo un hombre alto e imponente igual que Masaomi, padre de Tatsuya viendo como su hijo pese a ser un noble alfa, reacciono al ver el dolor del pequeño omega, nunca había sido así con nadie, ni con su madre de más que de cachorro. -

 

Un Akashi nunca se equivoca. – fue lo único que pronuncio viendo ya su hijo más calmado seguía siendo abrazado por el joven, quien dejaba salir un poco a su alfa para mantener en control a su hijo.

 

-después de ese día tanto Akashi como Himuro supieron que tenían un compromiso, a ninguno le molesto, ambos se entendieron a la perfección al estar bajo la misma presión, por falta de un ser querido en especial, solo que en el caso de Himuro, su perdida fue de su pequeño hermano menor, y Akashi a su madre.  pero su punto en común y más importante fue el que la madre naturaleza les había unido antes de nacer. -

 

  • 10 años después, aun en el mismo relato.

 

-un joven Akashi a punto de cumplir los 16 años estaba realmente conmocionado, era un omega preñado en toda la palabra, su alfa pelinegra estaba que rebozaba de la más pura alegría, porque tendrían un cachorro, un hermoso cachorro y tal vez si la madre naturaleza les bendecía más se pareciera a su dulce Akashi, el mencionado parecía serio, muy serio, pero era un manojo de nervios que solo podía ser calmado entre los brazos de su pareja destino. -

Estoy realmente feliz. – susurro el pelinegro abrazando a su omega y acariciando el plano estomago contrario, Akashi olía delicioso, su aroma era aún mejor que cuando pasaba su celo según el alfa. - tendremos un pequeño emperador en casa, o tal vez una.

-al menor alzo el rostro para ver a su hombre, sin poderlo evitar sonrió de manera dulce, el embarazo le hacía ver más tierno y ser más sentimental, además de ver la cara en ensoñación del otro le contagiaba, todo iba bien, los señores Himuro aceptaron de maravilla el que sería abuelos, ya habían ido a las tumbas de sus seres queridos dándoles las buenas nuevas, solo faltaba que se enterara el alfa león, no obstante, el oji rubí estaba inquieto de ese modo, a su padre nada se le escapaba, en las llamadas que él le hacía por teléfono el sonaba más distante, más serio que de costumbre, pero bueno, tal vez era más amargado, lo dejaría pasar y solo se dio la vuelta entre los brazos de su casi esposo y lo abrazo dejándose lamer el cuello, aunque su padre dijera que eso era muy primitivo, su omega era complacido con aquello.- No quiero que trabajes hoy.

 

-el mayor sonrió besando la frente de su menor, dejando que le anudara la corbata. - ¿sabes que tus acciones no concuerdan con tus palabras? - dejo las manos en las caderas ajenas viendo con adoración a quien tenía delante y sonriendo al final contagiado del omega. - Prometo que será hasta medio día, los llevare a comer algo rico, lo prometo.

-como siempre su Himuro con 26 años siempre era tan maduro, pero veía tan jovial, como el que apenas se cargaba casi 16 años, pero asintiendo a lo que dijo acepto gustoso el beso de su mayor. - nos vemos entonces, Satoru y yo esperaremos por ti.  – ambos se despidieron, cerrando su promesa con otro beso, Akashi se dio el lujo de dormir unos minutos más, luego iría a la empresa de su padre. –

 

Bien pequeño Satoru, vamos a darle a papa una sorpresa a su trabajo. – como si eso alegrara a su bebe sintió un lindo calorcito en todo su cuerpo, tal parecía que su bebe necesitaba de su pareja, Akashi pese a estar un poco distraído, sabía que podía cruzar la calle, supo que el auto se pasó el alto, supo que todo era planeado, porque hubo oportunidad de que frenara o se desviara pero no fue así, el carro le golpeo, todo se volvió negro mientras el pelirrojo se aferraba a su plano vientre de poco de gestación pero le causo un irreconocible dolor, no supo cuánto tiempo duro sin estar en la conciencia, no supo que paso hasta que con dolor en todo su cuerpo despertó al día siguiente o dos no recordaba a decir verdad, pero ahí estaba su Himuro, lo veía  atento y el dolor era palpable en su mirar, pese a que le abrazo deboto cuando le vio abrir los ojos, los contrarios eran de dolor.

¿Cómo te sientes? – cuestiono sentándose el león blanco  en la camilla de aquel hospital y abrazándole de forma protectora como hace diez años,  su voz se escuchaba rota, triste y apagada, nunca pensó en su vida ver así a su alfa y todo encajo cuando ya más lúcido no sintió el calor característico en su vientre, ahí el omega ato cabos y comenzó a revolverse entre los fuertes brazos que le sostenían, quiso librarse, pero no le dejaron, mordió, araño e inclusive intento dar cabezados pero el alfa no le soltó.-

MI SATORU, MI BEBE, MI CACHORRO.-  esas palabras eran las únicas que decía el pelirrojo, su vientre no contagiaba ese dulce  y re confortable calorcito, se sentía incompleto, como cuando se rompe un gran lazo, uno que nunca podría ya anudar, eso rompió al menor, aún más que al que tenía el lunar, el mayor lo entendía, lo entendía de maravilla, sentía el dolor de su pareja, un lazo entre omega y su cachorro en veces podía ser más fuerte que el de pareja destino y algunas razas lo tenían el doble presente, como era su caso, su corazón se rompía al ver como su adorado emperador tuvo que ser amarrado y sedado, araño a los doctores, enfermeras y camilleros, aun dormido por los fármacos su rostro denotaba dolor y soltaba gimoteos y lágrimas de ese perfecto rostro marfil, luego de ello pasaron muchos días, semanas, meses e incluso años, Akashi  se deprimió tanto incluso más que al perder a su madre, todos los días iba a la pequeña tumba, daba rezos y dejaba flores y aun luego de diez años lo seguía haciendo pues a pesar de que amo a su hijo, sabía que con el igual se fue la oportunidad de volver a ser madre.-

 

*PRESENTE*

-Akashi era llamado, sus mejillas eran besadas y al final reacciono cuando sintió los brazos y aroma de su alfa sobre él, sintió sus mejillas húmedas y supo que estaba llorando. – mi bebe… mi Satoru.

 

-el semblante del mayor igual decayó y no hizo más que pegar su frente a la del menor, abrazándole con fuerza y susurrándole cuanto le amaba, el pelinegro quería hijos, pero si su esposo no podía él se quedaría a su lado y se bastaría con él, solo quería ser feliz con él. - Sonríe, debes sonreír para él, Satoru nos ve desde arriba, recuérdalo. -

 

*********************************Atsushi y Kagami*********************************

-un león se encontraba acostado en una cama de almohadas en la sala, estaba ya más calmado, luego de haber arañado algunos muebles, paredes y a su alfa de por medio, sí que el embarazo le hacía perder los estribos, pero no tenía la culpa de tener a un alfa tan, tan, tan jodidamente estúpido, cuando el peli morado quería salir de la cocina solo tenía un gruñido como respuesta. -

Kaga-chin, quiero ir contigo, quiero mimar tu pancita. – el oso asomo su cabeza desde la puerta de la cocina y el tigre gruño, tirando un zarpazo al aire en su dirección, dándole negativa a su respuesta, pero el más alto tenía una gran necesidad de tener entre sus brazos al menor, así que como último recurso se sacó toda ropa, dejando salir su aroma en todo esplendor, no salió de la cocina, solo esperaría si era aceptado y dio en el blanco, su Kaga-chin frotaba su cabeza con su pierna y así mismo comenzó a empujarle hasta el nido que había hecho, le siguió empujando hasta que se acostó y el gran tigre se hecho sobre él, no tardando mucho en tomar su forma humana, sentado sobre el.-

Hola mi hermoso Kaga-chin. – canturreo el oso recibiendo una mordida en su cuello, cortesía del omega en cinta. - eso tsk… no fue muy amable kaga-chin.

 

Calla idiota, lo nada amable fue que lamieras mi entrada estando dormido, sabes que no me gusta ser despertado. - gruño frotando su vientre de cinco meses ya, el cual de la nada se dio el estirón, pero el oso veía idiotizado a su pareja desnuda frotando con mimo su vientre. - a nuestro osito le gusta dormir. – soltó con un puchero ligero haciendo sonreír al mayor.

Lo siento, pero te veías muy delicioso dormido desnudo y con las piernas abierta, no es mi culpa kaga-chin. – sonrió al ver como las mejillas apiñonadas se ponían rojas, si que el embarazo de su pareja era divertido, le agradecería a su bebe el tener tan sensible a su tigre. -

 

***************CON MIDORIMA***************

 

-el peliverde llego a la casa donde vivía su esposo y “el feliz mente casados”, abrió y sin miramientos, solo respondiendo al saludo de las ama de casa paso a la que era su “habitación”  y mierda, sí que el aroma a sexo estaba en toda aquella zona de la casa, olía tan fuerte que dudo que Takao no pudiera entrar a celo, olía a dulce, era dulce sí, pero para él era tan desagradable, para él, el único aroma apetecible y adictivo era el de su rubio.-

Permiso, voy a pasar.- soltó el de lentes entrando al cuarto donde su “leal” esposo quedo petrificado, teniendo a uno de sus compañeros lejanos de trabajo, si no recordaba mal era Otsubo, uno de sus dos amates de cabecera, el alcen intento cerrar las piernas, pero le fue imposible con el beta entre sus piernas, ambos se sorprendieron que el alfa peliverde no dijera nada, solo un pequeño espacio de la esquina de la cama, puso una maleta propia y comenzó a guardar sus pertenencias restantes en esa habitación, hizo una leve inclinación sin remordimientos, ni nada de por medio.- lamento la interrupción, me retiro.

 

-Takao estaba que ardía en molestia, viendo como el mayor no le dio miramientos, incluso sonrió, sin cuidado se sacó de encima al mayor y fue detrás al otro, lo alcanzo a mitad de pasillo y le tomo del hombro.- ¿solo así?, ¿ te iras de nuevo?, ¿ ahora cuantos meses… oh. – sabía que era un cornudo por el alfa, siempre olía a alguien que no era de su familia y no era de sus pacientes, no, siempre era el mismo, no variaba, tenía un amante, pero era un nivel superior. – ¿¡A QUIEN MIERDA EMBARAZASTE SHINTARO?!. - el nombrado vio la mano en su hombro y la quito sin cuidado, viéndolo sin interés alguno e iba a retomar su camino, pero de nuevo fue detenido.- ahora no pienso darte el divorcio, no tienes que reclamarme nada si estas en las mismas andadas, estas con una  o un cual…- no termino la frase cuando sintió un exagerado dolor de cabeza y quedo de rodillas en el piso, el dolor de cabeza paso a dolor en todo su cuerpo, eran pequeñas y constantes punzaciones en todo su ser, tantas que termino sollozando, era el mando alfa, lo maldecía, lo maldecía a el y al portador.-

No eres siquiera digno de mencionar o hacer referencia a mi pareja en primer lugar, segundo sabes que nunca te he amado, todo fue un acuerdo entre familias, tercero no somos y no seremos iguales nunca, vas a firmar el divorcio quieras o no, además tengo derecho como alfa a anular el matrimonio sin pedirte tu firma, pero dejare de ser tan atento contigo, no lo mereces.- soltó el de lentes, no esperaría respuesta pues el pelinegro ahora lloraba, aferrando su cabeza con sus manos, pero el pensaba que solo era por el dolor de la voz, que equivocado estaba.-  

 

 

 

 


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