Ese era un día especialmente frio.
Las mantas que habían sido colocadas en mi celda eran pocas y delgadas, más yo nada podía hacer, pues mi magia estaba débil y mis fuerzas eran pocas. Es como si el invierno durmiera mis sentidos y tratará de acabar con mi vida.
Estoy en mi sexto mes de embrazo, y a pesar de que no era como había imaginado pasar esta etapa, seguía siendo hermoso sentir la vida que crecía dentro de mí, y cada movimiento suyo me recordaba por qué debía soportar un poco más, solía hablarle a mi bebe y aunque para algunos era algo extraño o inútil, para mí era el mayor de los consuelos, pues cada dia era como una eternidad, y el recordar el ser inocente que era el fruto del amor que le profesaba a la persona más importante de mi vida me daba un poco de fuerzas.
En muchas ocasiones deseaba que la muerte se apiadara de mí, pues quería sentir un poco de paz, pues incluso en mis sueños solían recordarme la horrible realidad, en la cual no soy más que un monstruo a los ojos de todos, eran pocos los momentos en los cuales no pensaba en nada de eso, solo recordaba los pequeños momentos que me hacían feliz, cuando recordaba la familia que fuimos e imaginaba la que pudimos ser.
Hace un par de días Thor había aparecido frente a mi celda observándome durante horas sin pronunciar palabra, pude notar en su mirada cientos de sentimientos, los minutos pasaron y tras un largo rato una sonrisa apareció en su rostro, mas no era una sonrisa burlesca o alegre, era más bien una sonrisa apenada y triste acompañada por un par de ojos azules llenos de culpa.
Me sentí intrigado al verlo de esa forma, aunque también me sentí angustiado, quería verlo feliz, que la alegría llenara su sonrisa y brillara en sus ojos.
Le vi abrir la boca, y cuando creí que podría saber el porqué de sus gestos, el sonido de pasos inundo el lugar, creía que al voltear encontraría a nuestra madre enardecida, más al girar no me encontré con la cabellera rubia abundante en rizos y unos ojos azules llenos de preocupación, no, más bien encontré una melena castaña acompañada de unos redondos ojos borgoña bañados en una insana alegría.
Me pareció imposible el no reconocer a la mujer que llenaba mis pesadillas, pues frente a mi ojos se encontraba nada más y nada menos que Jane Foster,
Vislumbre fácilmente la sonrisa que se formó en sus labios y el desdén que llenaba su mirada cuando al parecer mi ilusión poso su mirada sobre el anillo que portaba en su dedo anular.
Era un anillo de oro blanco con incrustaciones de diamantes, un anillo hermoso sin duda, lo sabía a la perfección, pues es un anillo que alguna vez me perteneció y fue mi mayor orgullo.
La vi caminar hacia Thor para poder pasar sus manos por los anchos hombros y besar el cuello bronceado con lujuria.
Sabía que ella se divertía, no era difícil el notarlo, especialmente después de que el girara su rostro hacia ella para juntar sus labios, pude sentir la rabia junto con unas enormes ganas de gritar y maldecir, mas no pude pronunciar palabra, solo pude notar como las lágrimas caían libremente por mi rostro.
Sabía que no podían verme, así que no trate de detener mi llanto, simplemente seguí haciéndolo silenciosamente.
-Deberían de continuar eso en sus aposentos, “Majestades”, pues no seria muy bien visto el que alguien les encontrase fornicando frente a los criminales que hay en este lugar_ dijo el espejismo con una voz fría.
Sus hermosos ojos azules me miraron con tristeza y furia, mientras los de ella parecían alegres.
-Vamos cariño, creo que “este” esta celoso, aunque no tiene ninguna razón para estarlo, después de todo tu nunca fuiste ni serás nada suyo- sentí un fuerte dolor en el pecho y pude oírla reir mientas se alejaban.
Justo en ese momento me sentí como antes, tan lleno de odio que incluso por un momento mi mente se nublo y una voz en mi cabeza susurro.
“¿porque no ser el monstruo que creen que somos?”