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Mitades por AbejaColt67

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Notas del capitulo:

DE VERDAD LAMENTO NO HABER ACTUALIZADO EN TANTO TIEMPO

Y es que con todo eso de los días festivos, y ocupaciones en las vacaciones (En realidad se trata de Netfilix) no habia podido actualizar a demás de un terrible caso de bloqueo de escritor... Pero gracias a unas desgracias me inspire y logre seguir con mi escritura. 

Lamento las molestias...

(He pensado en subir esta novela también por wattpad, en realidad es por la idea de hacer la portada, se me ha venido a la cabeza la perfecta portada, aun no lo tengo seguro. En caso de que lo haga se los haré saber.)

-Lo bueno es que pudiste estrenar mi regalo.

La daga había ya dejado de brillar. Dean aún no tenía la más mínima idea del porque había brillado. La daga la había encontrado en el bar junto con algunas cosas viejas que tenía Crowley por ahí, se le había hecho un buen regalo dado las circunstancias de que la paz entre ángeles y demonios estaba pendiendo de un hilo. No se había equivocado.

Castiel estaba sentado en el sofá con la mirada perdida.

-Oye Cas, no tienes de que preocuparte. El cuerpo pudo servir como alimento para los perros de la zona.

- ¿Qué era esa cosa?

- ¿Tu qué crees que era? Dejo unas malditas alas pintadas en tu cocina. Por cierto, deberías limpiar eso.

-¿Era un… Ángel? ¿Eso si quiera existe?

-Oye, si existen los demonios, por lógica también los ángeles. Aunque en realidad no son como los pintan. Más bien son unos engreídos hijos de perra. -Dean aun recordaba aquel encuentro con ese ángel engreído en aquel bar.

-Yo solo creí que serían buenos. ¿Por qué querrían mi cabeza?

-Ni idea. -Se formó un silencio tenso que Dean no tardo en romperlo. -Te tengo una sorpresa para mañana. -Dean tenía una enorme sonrisa en los labios, lo cual no predecía nada bueno para Castiel.

- ¿Y qué es?

-Lo sabrás mañana. Tengo que realizar unas compras.

-¿Compras? ¿Los demonios realizan compras? -Castiel no esperaba que los demonios se acoplaran a las reglas humanas comprando vegetales y sopas para la cena.

-Bueno, más bien iré a tomar algunas cosas, da igual. No mueras en mi ausencia.

Entonces desapareció. Otra vez.

-No lo haré.

.-.-

Ya era por fin el tan esperado día viernes. Castiel muy apenas había podido pegar ojo en toda la noche debido a que cada sonido que se producía en la casa le hacía pensar que había alguien dentro, incluso se levantó varias veces de la cama a revisar, pero nunca encontró nada, estaba empezando a actuar paranoico, pero ¿Quién no? Es decir, ya van dos cosas sobrenaturales que le atacan, ¡En tan solo una semana! Eso sí estaba de locos, más bien, el que se iba a terminar volviendo loco era el. Cada minuto, cada segundo, tiene la sensación que será atacado de la persona menos esperada, la persona que se sienta al lado suyo en clase, el que hace fila en frente suyo, quien sea. Se había vuelto loco en tan solo unos días, necesitaba un tranquilizante.

Se levantó de la cama antes de que el despertador sonara y se metió a bañar un rato. Después él mismo decidió prepararse el desayuno el solo. Sus papas aun no regresaban del viaje.

De hecho, Castiel era un gran cocinero, había algunos libros de cocina que su mamá nunca uso que le ayudaban bastante a la hora de preparar una salsa o cualquier cosa. Se preparó unas tostadas francesas con un huevo frito y jugo de naranja. Pudo comerse el desayuno tranquilamente, pues se confió en que el sol aun no salía, con lo que no contaba era que ese día estaría muy nublado.

Para cuando Castiel había acabado su desayuno ya faltaban tan solo ocho minutos para que la primera clase empezara, así que con toda la rapidez que su cuerpo podía generar, corrió a toda prisa sin si quiera darle tiempo de lavarse los dientes.

Cuando llego se dio cuenta de que muchos se encontraban murmurando, a lo cual no le dio mucha importancia pues no lo miraban a él, así que no tenía que preocuparse de que fuera algo suyo.

Entro a su primera clase, la cual aún no empezaba y se sentó en un rincón.

El profesor llego y dejo sus utensilios sobre su escritorio y se paró al frente y ordeno que todos guardaran silencio.

-Muy bien chicos, hoy recibiremos un nuevo estudiante. Ya sé que es raro pues ya casi se acaba el año escolar, pero ya que. Entra, no seas tímido. -Dijo el profesor mirando hacia la puerta de donde entro ¿Dean?

¿Dean?

¡Dean había entrado a la escuela! ¿Qué rayos? ¿No era suficiente con soportarlo día y noche? Así que esta era su “Sorpresa”, deduzco que lo que fue a conseguir se trataba de utensilios para la escuela y claramente ropa nueva, pues llevaba puesto una camisa blanca con el logo de alguna banda clásica de rock, unos pantalones quizá demasiado apretados que hacía lucir su trasero y unos tenis. Y aun vistiendo ropa que se puede denominar como normal se veía endemoniadamente bien.

Castiel empezaba a sospechar que su belleza era sobrenatural, o que los demonios utilizaban una clase de hechizo para verse bien. Sí, eso debía ser.

Castiel negó con la cabeza tratando de sacarse esos pensamientos de su cabeza lo más rápido posible apretando los dientes y lo miro con la mejor cara de disgusto que tenia

Dean entro sonriente con pasos triunfantes y se paró en frente de la clase al lado del profesor

-Hola, mucho gusto, mi nombre es Dean.

-¿Dean que? -Pregunto el profesor.

-Solo Dean. -Dijo y guiño un ojo hacia donde me encontraba.

Mi enojo siguió en aumento.

-Bien, “Solo Dean” puedes tomar asiento.

Dean se dirigió hacia donde me encontraba y se sentó en el asiento más cercano posible.

Mientras tanto Castiel hacia todo lo posible por no levantar la mirada y verlo sentado a un par de asientos de distancia pues podía sentir su mirada quemándole la piel.

No tenía el que estarlo viendo, pues se encontraban en una “Zona segura”, dudaba mucho que en aquel momento llegase a aparecer cualquier demonio o ángel en busca de su cabeza, y eso aún no le quedaba demasiado claro; ¿Por qué querría alguien, cualquier cosa o persona querer matarlo? ¿No era simplemente un adolescente cualquiera? Lo único sobresaliente de su vida era ese demonio persiguiéndole a toda hora, más allá de eso solamente era un chico más del montón.

Las clases pasaban y al parecer todas las compartía con Dean el cual no paraba de hablarle y hacer bromas las cuales eran completamente ignoradas por Castiel, así que Dean después de aburrirse de ser ignorado entablaba conversación con los demás a su alrededor, pues no importaba con quien hablara, siempre parecía tener conversación con todo el mundo, que si el chico estaba gordo; ¿Sabes cocinar? Tienes pinta de saber de gastronomía, ¿Me pasarías una receta? Que si llevaba alguien una Nintendo consigo; No lo se amigo, pero Monster Hunter Generations no me acabo de convencer, prefiero el Super Smash. Que si alguien Usaba camisa roja; ¡Eh amigo! Yo tengo unos tenis del mismo color. Era una maquina imparable de socialización, por alguna razón siempre me había imaginado que él era más del tipo brabucón que se metía con todo el mundo, en cambio, es todo lo contrario.

Y así fueron pasando las primeras clases hasta el almuerzo.

Estaba claro que Dean no se despegaría de mí, ahora mismo me encontraba en camino a la cafetería con Dean a mis espaldas saludando a todos a su paso.

La cafetería se encontraba abarrotada por los estudiantes y ni se diga de la cola para la comida.

-Si gustas puedo ir yo por la comida, tu mientras búscate un asiento. -No logre articular ninguna palabra pues él ya se encontraba en camino hacia la cola para la comida, así que no me quedo otro remedio más que hacer lo que me había dicho.

Me senté en una mesa bacía a esperar a que trajera la comida. Era simplemente increíble todo lo que estaba pasando.

Él podría juntarse con cualquier otra persona, ¿No se le hará raro a las personas que alguien tan genial como Dean estuviese juntándose con alguien como yo? No dudaba ni por un segundo que a todos ya estuvieran preguntándoselo. Hasta yo me lo pregunto. ¿Por qué a mí?

No me había dado cuenta en que momento había llegado Meg, quien se recargaba en la mesa frente a mí con una pose ruda que la hacía ver genial, yo jamás lograría verme tan genial como Meg o como Dean.

-¿Cómo va todo Clarence?

-Yo diría que con normalidad. -Meg llevaba delineados los ojos de color negro, normalmente todas las chicas iban maquilladas el día de hoy pues era viernes.

-Me contaron sobre tu nuevo amiguito. No tenía idea de que pudieras tener amigos. -Dijo medio bromeando, o eso esperaba. De cualquier forma, intente darle una media sonrisa.

-Él no es mi amigo.

-¡¿Es tu novio?!

Sentí los colores subirme al rostro rápidamente, y entonces se me vino a la mente el recuerdo de Dean haciéndome una mamada.

-¡No! ¿Qué dices? No soy gay. -Meg pareció ponerse demasiado contenta con esa respuesta

-Menos mal… ¿Sigue en pie lo de la fiesta?

-¿Qué fiesta?

Dean había llegado con las cacerolas en sus manos quien miraba interrogante, casi desafiante a Meg, quien le devolvió la mirada con la misma intensidad.

-¿Y tú eres?

Dean dejo las cacerolas sobre la mesa, el olor a las patatas fritas y la hamburguesa llegaron a mis fosas nasales causando que mi tripa se quejase.

-Eso debería preguntar yo.

-Me llamo Meg cariño.

-Soy Dean, ¿Acaso oí que hablaban de una fiesta?

-¿Acaso oíste que estabas invitado?

-Pues no escuche lo contrario.

Para ese punto Castiel tenía ya la hamburguesa a medio camino para su boca, pero una parte de su conciencia no lo dejo que esta llegara a su destino, pues algo le decía que debía terminar con esa riña, el sabía de antemano que a Dean no le agradaba para nada Meg, y ahora a Meg parece no gustarle nada Dean, lo cual solamente significaba problemas.

-Tranquilos chicos. Te veo en la fiesta Meg. -Intentaba que esta entendiera que debía irse para que esto no llegara a convertirse en una verdadera pelea.

-De hecho, yo pasare por ti a las ocho. -Esta le guiño un ojo antes de irse no sin antes chocar hombro con hombro con Dean quien estaba cruzado de brazos y con una mueca de gran disgusto en el rostro.

-¡¿Cómo mierda sigues con el plan de ir a esa fiesta?! ¡Apenas ayer en la noche intentaron matarte idiota!

-Solo es una fiesta Dean.

-Eh iras con esa.

-Su nombre es Meg.

-Como se llame. Esa maldita. -Dean se sentó frente a mí y tomando su hamburguesa entre las manos.

Dean comía su hamburguesa aún bastante enojada, se había formado un ambiente tenso en el aire hasta el punto que no pude lograr seguir disfrutando mi hamburguesa.

Pasaron unas chicas de nuestra clase de inglés saludando alegremente a Dean quien les respondió de la misma alegría.

-Dean…

-¿Qué?

-No tienes que hacerlo… -Dean le miro sin comprender que hablaba. -No tienes que sentarte conmigo en el almuerzo. Estoy seguro que muchísimos más les encantaría sentarse contigo, personas más divertidas que yo. -Dean simplemente le miraba con algo parecido a ¿Cariño?

-Es mi trabajo cuidarte.

-No creo que me ataquen en publico en medio de la cafetería. Podrias cuidarme a distancia.

-No seria lo mismo, ¿Qué tal si un demonio te posee?

-No creo que eso pase…

-Pero no estás seguro.

-Dean… Lo que quiero decir es que tu… Te ves tan… -No sabía cómo expresar lo que sentía. -Feliz. Con esas personas puedes charlar normalmente, yo no soy tu mejor compañía. Ahora puedes disfrutar un poco de estar con personas normales; Pero prométeme no poseerlas

Dean sonrió. Ambos se miraban fijamente.

-Castiel. Admito que es divertido, te sorprendería como era en mi otra vida cuando me encontraba en preparatoria, ¡Las cosas que hacia! Volver es increíble, pero ya pasé por esto, no necesito volver a pasarlo. Tu eres mucho más que suficiente para mí.

Castiel sentía calor, mucho calor. Estaba seguro que su cara era todo un poema, Sentía su corazón palpitarle con fuerza, y sentía algunas cosquillas en su estómago. Pero otra cosa que había dicho también le había llamado la atención; ¿Dean ya había pasado por la preparatoria? ¿Cómo habrá muerto?

-A parte que es mi trabajo estar pegado a tu trasero. -Dean le guiño un ojo echando a volar el aura que había logrado crear.

Castiel carraspeo.

-Solo espero que eso de estar realmente pegado en mi culo no sea en serio.

-Nadie sabe lo que pasará mañana Cas.

Se formó un silencio que después se convirtió en unas sonoras carcajadas logrando llamar la atención de algunas personas que se encontraba el rededor. A todos se les hacía extraño que el “Chico solitario” -Como algunas chicas le llamaban- Estuviera juntándose con el nuevo con aires de popularidad y persona social.

Las personas en un solo día comenzaron a hablar y crear rumores sobre ellos. Era realmente increíble cómo era que las noticias volaban cuan mariposas monarca en plena emigración. Castiel a pesar de ser una rata de biblioteca siempre enterrado en libros y con ropa quizá demasiado reservada era atractivo. Tenía esos bellos ojos azules y cabello alborotado con mirada inocente y con una belleza que no fácil se pasaba desapercibida. Muchas en muy contadas ocasiones chicas se aventuraban a hablarle y a intentar crear conversación con él, poniendo como excusa que no entendían algo en alguna materia, pero Castiel siempre era demasiado distraído como para darse cuenta el por qué siempre era a él a quien le pedían ayuda en esas cosas.

Castiel solía apartarse de todos los demás, siempre sentándose solo en la hora del almuerzo, haciendo trabajos que se suponían debían hacerse en equipo solo, creando así una barrera entre la sociedad y el.

Absolutamente nadie en la escuela, nunca, habían visto a Castiel reírse a carcajadas. Las personas que se encontraban alrededor se quedaron sorprendidos, algunas chicas maravilladas, de verlo por fin mostrando una emoción. Verlo así era aún más extraño que ver a un marciano jugando tenis en vestido.

Inclusive Dean se quedó momentáneamente maravillado con la sonora risa de Castiel, incluso el, que siempre a toda hora se encontraba a su lado, era difícil verlo reír abiertamente.

No es que Castiel no se riera, de hecho, siempre se vivía aguantándose risas debido a las bromas incoherente de Dean, pero este se encontraba siempre en su “modo invisible” por lo que reírse de alguna de sus bromas lo haría verse como un loco riéndose solo.

El día se pasó con más rapidez que nunca para Castiel. Realmente era genial poder reírse con Dean de sus bromas abiertamente y no sentirse un loco por poder verlo y escucharlo.

Paso que Dean también era muy inteligente, más inteligente de lo que Castiel esperaba. Podía realizar ecuaciones con la misma rapidez que Castiel, incluso puede que más rápido. En un momento en el que el profesor decidió evaluar a Dean de forma oral para saber que tanto era lo que sabía sobre la materia, logro responder absolutamente todas las preguntas correctamente. Otra sorpresa más que se llevaba en el día, otra cosa más que sabía de Dean.

Y es que, aunque siempre estuvieran juntos, o más bien, Dean detrás de Castiel, eran muchas cosas que no sabía Castiel de Dean. Pero ¿Qué era lo que podía saber de él? Castiel no sabía cómo funcionaba todo eso de los demonios y los ángeles, que, si los demonios tuvieron vida alguna vez o si nacieron como demonios, o si tenían familia demonio o nacían de huevos gigantes, así que no tenía ni idea de que podía haber en la vida personal de Dean, o si tenía vida personal con amigos demonios y novias demonio, o si salía con humanos fingiendo ser humano. Castiel realmente no tenía idea de quien era ese demonio llamado Dean.

Llegada la hora de salida Dean acompaño a Castiel hasta su casa mientras platicaban sobre cosas referidas a la escuela. El día era bastante agradable, con un cielo despejado y el viento suave y fresco sin llegar a ser frio convirtiéndolo en un día agradable. Se encontraban en la puerta de la casa mientras Castiel intentaba sacar las llaves dentro de su mochila enterrada entre los libros y cuadernos, pues los viernes eran los días que descansaban los empleados de limpieza.

En ese momento se escuchó el comienzo de una canción de opera que le hacía pensar en el lamento o sufrimiento, esa clase de canciones que se ponen en las películas cuando se avecina un meteorito que acabara con la tierra o con la aparición de un monstro gigante como gotzila. Claramente se trataba de un tono de llamada, y ya que él no solía cargar mucho con su celular lo más seguro era que se trataba de el de Dean.

Dean por un momento puso una mueca de claro disgusto para después sacar su celular de uno de sus bolsillos traseros.

-¿Qué paso jefe? -Hubo un momento de silencio y después Dean volteo a mirarle a los ojos para después caminar hacia donde se encontraban los matorrales llevándose una mano a su cintura mientras que la otra se encargaba de sostener el celular contra su oreja derecha. - ¿De verdad es necesario? ¿Por qué yo? Tienes a cientos a tu disposición… Si, si… Claro que… ¡Debo de… Bien, bien, tu ganas. -Dean colgó de su teléfono y Castiel fingió estar distraído abriendo la puerta intentando disimular que no había estado escuchando toda su conversación. -Lo siento Cas, debo irme.

-¿Tienes un jefe?

-Todo el mundo tiene uno. Es un dolor en el trasero. Volveré en menos de lo que canta un gallo.

Acto seguido; Dean desaparece ante sus ojos una vez más.

Notas finales:

Espero lo disfrutaran:)


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