…Amor Eterno…
Una hermosa pareja caminaba por los terrenos florales de su hogar; una mansión rodeada un extenso de terreno, y alrededor de ella un gran muro, que sobre ella tenia unos alambres con púas eléctricas, en la entrada del terreno un portón automático negro se alzaba dejando pasar solo a aquellos que tuviesen el permiso. Una hermosa y espaciosa piscina adornaba el lado de la casa, y es ahí donde nuestra hermosa pareja protagonista se encuentra.
-Todo saldrá bien.- Seijuro trataba de tranquilizar a su esposo doncel; Kouki. Kouki se encontraba ya en su último mes de embarazo, y a lo largo de esta se han encontrado con muchas dificultades; como que casi lo pierden en el segundo mes de gestación, o que el peso del bebe no se encuentra en las mejores condiciones, ambos temían mucho por su progenitor.
-No quiero que le pase nada malo, Sei.- El estado de ánimo de Kouki también ha estado decayendo, presiente en lo más profundo de su corazón que algo malo pasara, aunque se reprende él mismo por dicho sentimiento.
Akashi tomo una de sus manos y la beso, luego inclino su mejilla en ella. –Somos una familia Kouki, no importa que, siempre seremos una familia.- Akashi sabia, que algo andaba mal.
Seijuro y Kouki durmieron esa noche abrasados, tratando de calmarse mutuamente, dándose fuerza por lo que había de venir.
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El suero pasaba de un catete insertado en la muñeca delgada de Kouki a todo su organismo, Akashi se encontraba recostado junto a él mientras le acariciaba el cabello, y las pálidas mejillas.
-No me gustan los hospitales, Sei- Comento con un puchero el castaño.
-Debes ser fuerte y soportarlo, a mí tampoco me gustan.- Apoyo a su esposo.
-Desearía que estuviésemos siempre los tres juntos…- Murmuro Kouki, Akashi detuvo sus carisias y tomo su mano, entrelazo sus dedos con los de Kouki, los ojos de ambos se cristalizaron. -… ¿Por qué, Sei? Es solo un pequeñito.- Lagrimas se resbalaban sobre las mejillas de ambos.
-Estamos juntos en este momento, Kouki, atesoremos eso con todo nuestro corazón, el siempre estará con nosotros, en este momento, en nuestra mente, nuestra familia.- Dolía, dolía mucho para ambos esa situación, lo que es tener a tu hijo contigo, pero saber que solo es por unas horas; mata.
-Es muy hermoso, Sei.- Bajaron su mirada para ver al pequeño ser envuelto en sabanas azules, en medio de ellos. –Se parece tanto a ti.- Sollozo mientras con toda la delicadeza que pudiese tener, acaricio las suaves mejillas de su bebe; Seiji.
-Es nuestro, Kouki.- Acaricio la pequeñita mano de su hijo. –Tiene tu piel; un canelita hermoso, suave.- Akashi amaba a su esposo y a su hijo, y trataba de darse ánimos junto a su esposo. –Eres un hermoso emperador- Beso la mejilla de su hijo. –Gracias por estos momentos, nuestro eterno emperador.- Kouki dejaba sus lágrimas resbalar mientras oía a su amado hablar con su hijo… Seijuro también lloraba. –Tus padres siempre te amaremos, siempre vivirás en nosotros. En pocos momentos lograste atrapar nuestros corazones, nos enamoraste. Gracias, Seiji.- Beso la manito de su bebe, Kouki los observaba mientras lloraba. –Gracias por permitirnos conocerte, tenerte en nuestros brazos, besarte, contemplarte… Gracias por dejarnos ser tus padres.- Ambos lloraron tristemente después de esas palabras.
Seijuro y Kouki contaron más historias sobre ambos a su hijo; la primera vez que se vieron, como se enamoraron, sus citas, sus amigos, el básquet, hablaron y hablaron a su hijo como si este estuviese atentamente escuchándoles.
No querían dejarle ir, pero ya era el momento, aunque en la tierra corazones quedarían rotos por tal perdida, un nuevo ángel llegaría al cielo esa noche.
Es horrible que algo llegue a tus manos, lo ames con todo tu ser, y luego te sea arrebatado en ese mismo instante, cuando sientes que tu amor es demasiado, cuando no quieres desprenderte de eso… Seijuro y Kouki lo vivieron en carne propia, su hijo no pudo soportar un día de vida en esta tierra, su corazón no soporto la vida, pero aunque era un pequeño bebe, en su corazoncito Dios le dejo sentir cuanto amor sus padres tenían y tendrán por el… Seiji también se fue amándolos con todo su ser, y desde donde este, el vería que sus padres volviesen a sonreír.
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