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Entrevistas interesantes por BlackHime13

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Notas del capitulo:

Bueno... esta es la segunda y última parte del fic. El prota es Naru junto con Sasuke. Para los demás haréun pequeño extra para daros una idea de lo que pasó con ellos.

Siento que sea así, pero no tengo mucho tiempo para escribir este fic y preferí terminarlo de esta manera u.u

Nos vemos en las notas finales (=^w^=)

Parte 02


 


No le gustaba. No le gustaba para nada la situación en la que se encontraba en ese mismo momento. ¿Cómo demonios había acabado de esa forma? ¿Realmente había accedido a ello? ¿Qué tan idiota podía ser?


Estas eran las preguntas que se hacia un rubio de cabello corto, el cual se encontraba sudando, no sabía si de nerviosismo o excitación. Porque estar atado de pies y manos a una cama, desnudo, amordazado y vendado, no era algo por lo que sentirse excitado. Al menos no para una persona normal, pero para él realmente lo era. Además que podía sentir la respiración caliente y pausada de “él” sobre su cuello, al igual que un cuerpo igual de caliente que el suyo encima, pero sin llegar a tocarle.


-¿Qué pasa rubio? ¿Arrepintiéndote de tus palabras tan pronto?-le susurraron en el oído para luego lamerle y morderle el lóbulo logrando que un gemido ahogado por la mordaza lograse escapar de su boca.


-Mmmm...-se removió y giró la cara en la dirección contraria, intentando apartar su cuerpo del contrario. Algo imposible al recordar sus restricciones en las extremidades de su cuerpo.


-Ttks, tks, tks. Con lo bien que ibas... ¿acaso quieres que te castigue?-volvió a preguntarle, pero ahora quitándole la mordaza de la boca, pues le gustaba demasiado la voz el rubio en ese estado y quería escucharla en demasía.


-Sas...ke...-logró murmurar con la voz entrecortada.


-Mmm.... no he oído un “no” así que asumiré que si lo quieres.-dijo con voz divertida el azabache quien besó apasionadamente al rubio a la vez en que separaba las piernas de este y se posicionaba entre ellas. El ojiazul su tensó cuando una mano se movió hasta sus muslos y golpeó fuerte. Gimió con voz queda y sintió otro golpe en el lado contrario. Otra risita por parte del mayor y aquella mano bajó hasta el lindo y rosado trasero del rubio. Todavía estaba rojizo a causa del juego previo y le gustaba tanto como ver que ese precioso y estrecho agujerito del menor estaba ocupado por uno de sus juguetes favoritos. Se relamió los labios deseoso de seguir con su juego y estaba seguro que el rubio también lo quería tanto o más que su persona.


-¿Y bien? ¿Qué debería hacer contigo ahora?-preguntó con voz burlona, pero agravada a causa de la excitación. Sin esperar respuesta comenzó a jugar con el vibrador en el cuerpo ajeno. El contrario gimió al notar el movimiento. Era lento, pero a causa del tamaño del juguete y lo sensible que su cuerpo estaba por actos anteriores, sentía como si su cuerpo ardiera por dentro.


-Mmm... al parecer ya no puedes ni hablar... y eso que hace como un par de horas esa boquita era la que no dejaba de desafiarme...-comentó mordiendo el cuello ajeno.


-Yo.... no...-murmuró, pero su mente estaba muy lejos en ese preciso instante y no era capaz de formular una frase completa ni lógica.


-¿Tú no qué? ¿No fuiste tú quien dijo que no merecía mi título? ¿Qué no lograría hacerte sentir nada? ¿Qué nunca caerías ante mi?-cuestionó entre molesto y divertido.


-Yo...


-Pues eso mismo estoy demostrando kitsune... que solo conmigo podrás experimentar el mayor placer que lograrás en tu vida. Que solo mis manos lograrán hacerte gemir y gritar de dolor y placer. Qué después de esto serás tú el que suplique por estar en mi cama... por ser completamente mío.-dijo con voz grave a la vez que entraba por completo en el cuerpo ajeno. El grito del rubio fue ensordecedor, casi quedándose sin aire.


-Tch... estás tan estrecho... aunque no me extraña... ya que mi amigo sigue dentro tuyo...-susurró en el oído ajeno. A continuación miró al rubio y sonriendo de lado lamió las lágrimas que habían logrado escapar de aquella prisión de tela que cubrían los zafiros ajenos y ahora recorrían libremente las mejillas del contrario.


Comenzó a moverse ocasionando que el vibrador también lo hiciera. No imaginó que el menor aguantara y aceptara tan fácilmente a los dos a la vez, pero parecía que este era mucho mejor de lo que en un comienzo había pensado. Su sonrisa aumentó al tiempo en que el ritmo de sus estocadas también lo hacían. No fue amable ni lento sino brusco y rápido... y dado por los gemidos y gritos de placer que el rubio dejaba escapar de su boca eso era precisamente lo que al ojiazul le gustaba y deseaba. Subiendo las piernas del contrario a sus hombros para una mayor estabilidad logró llegar más profundo en el cuerpo ajeno y penetrarlo con la más fuerza y rapidez.


-¡Mierda voy a...!-gruñó el mayor al sentir como su fin llegaba antes de los habitual pues ese pasaje le apretaba de una forma tan condenadamente buena que le hacía delirar. Fue en ese momento en el cual golpeó el mejor punto del rubio y con un grito de placer y sorpresa este se corrió manchando su estómago y pecho. Sorprendido el azabache paró un momento pues en muy pocas ocasiones había logrado que sus parejas masculinas se corrieran solo por ser penetrados. Casi siempre necesitaban una estimulación en su miembro. Su sonrisa aumentó y un brillo tanto de lujuria como de malicia apareció en sus negros ojos. Aprovechando que el menor parecía no bajar de su nube después del sorpresivo y fuerte orgasmo, salió de su interior y le desató los brazos y la venda. El menor le miró sin comprender hasta que se vio cabalgando sobre el miembro del moreno pues este había vuelto a penetrarle en el momento en el cual posicionó al rubio encima suyo.


Ampliando su sonrisa solo le dio una nalgada al ojiazul para hacerle entender lo que quería.-Muévete.-ordenó y este lo hizo sin refutar. Gracias a que tenía las manos libres, los tobillos seguían atados por aquellas cadenas, pero no le importaba, pudo apoyarlas sobre el pecho ajeno e impulsándose comenzó a ascender y descender. Al contrario que anteriormente el movimiento era más lento, pero profundo a la vez.


-Si... lo estás haciendo muy bien kitsune...-susurró el mayor y el rubio se sonrojó al escuchar ese apodo. No le desagradaba la verdad... por alguna razón el que el azabache le llamara así le excitaba más de lo que quería reconocer.


Sin poder evitarlo apretó el miembro del contrario y ambos gimieron. El ojinoche era grande, duro y se sentía tan caliente tenerlo dentro que sus caderas se movían inconscientemente queriendo tenerlo más dentro si podía. Además como el vibrador también había sido removido ahora podía sentir mejor aquel enorme pedazo de carne. Se relamió los labios de solo pensarlo y gimió sorprendido cuando una fuerte estocada le sacó de sus pensamientos.


-Me encanta saber que te gusta tanto pero... no descuides tu trabajo...-dijo el mayor con la voz entrecortada recibiendo un asentimiento por parte del contrario que aumentó el movimiento de sus caderas, igualándolas a las del mayor.


El azabache sonrió... dos horas... eso es lo que había tardado en hacer que el rubio fuera completamente sumiso a sus órdenes. Sinceramente era el que había durado más en resistirse y aquello le encantaba. Había comprendido que el ojiazul no se acostaba con cualquiera por lo que su orgullo se sentía completamente por los cielos en ese momento.


Se concentró en darle a la próstata del rubio pues merecía ser recompensado por su buen trabajo y, sinceramente, le excitaba en sobremanera oír los altos gemidos que salían de la boca ajena cada vez que golpeaba ese punto en concreto.


No fue mucho más tarde cuando ambos se corrieron, uno gritando de placer y el otro con lo que parecía un gruñido animal. El rubio se desplomó sobre el pecho ajeno, importándole poco si se manchaba de su propio semen en el proceso. Sentía el cuerpo pesado a la vez que algo viscoso y caliente en su entrada, que aún seguía ocupada por el miembro, ahora flácido, del mayor. Sus ojos se cerraron cayendo irremediablemente dormido a causa del fuerte ejercicio, no notando la sonrisa contenta del azabache debajo suyo quien solo le abrazó por la cintura para proceder a dormir también. Hacía mucho que no se sentía tan satisfecho después de tener relaciones sexuales.


 


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Despertó al oír su móvil sonar. Abrió los ojos cansado y cogió el pequeño aparato que no dejaba de sonar. Por alguna razón sentía su cuerpo completamente pesado. Sin darle importancia suspiró y respondió a la llamada pues era de su jefe.


-¿Naruto? Te llamaba porque ya es muy tarde y ninguno de vosotros ha vuelto a la oficina todavía. ¿Ha habido algún problema con las entrevistas?-aquellas preguntas fueron lo que salió de la boca del peliplateado mayor. El rubio frunció el ceño y entonces cayó en cuenta de sus alrededores. Era la habitación donde el mayor le había traído para hacer esas cosas. Se sonrojó de sobremanera y de forma apresurada recogió sus cosas. Se visitó a la vez en que se disculpaba con su jefe y salía de allí con rapidez casi sobrehumana. Miró una última vez detrás suyo y se sonrojó aún más cuando pudo notar que el azabache seguía durmiendo en la cama tranquilamente.


Sin querer pensar mucho se marchó de allí con rapidez, aunque de camino a la salida recordó a sus amigos y compañeros de trabajo.


-Kakashi dijo que ninguno habíamos vuelto... ¿estarán bien?-habló para si mismo y fue entonces que vio llegar por el pasillo contrario a su amigo castaño, el cual iba también apresurado y con la ropa a medio arreglar.


Al verse ambos se sonrojaron de sobremanera, pero no hicieron ninguna pregunta al respecto.


-¿Sabes donde está Ciel?-preguntó el ojimiel preocupado. Él solo negó con la cabeza y ambos suspiraron. Si iban a buscarle cabía la posibilidad que las dos personas de las que estaban huyendo fuesen a por ellos, además que tenían que ir a la oficina y escribir el artículo antes de que acabase el día y no estaban muy seguros de lograrlo a tiempo.


Sin más los dos asintieron y caminaron hacia la salida. Si ellos habían conseguido escapar, estaban seguros de que su amigo peliazul también. No les quedaba de otra más que creer en ello.


Subieron al coche que el mismo chófer del día anterior había usado y sin decir ninguna palabra comenzó su viaje de regreso a la oficina.


Durante todo el trayecto ninguno abrió la boca, pero ambos notaban cosas en el comportamiento del otro que les daba a entender lo que había pasado. Por ejemplo, el rubio había podido ver la enorme marca de mordida que su amigo tenía en el estómago cuando este tenía la camisa desabrochada y, el castaño había visto las marcas rojizas en las muñecas ajenas y como este se removía incómodo en el asiento a causa del dolor en la zona baja del cuerpo.


Cuando llegaron ya eran las cinco pasadas de la tarde y se apresuraron en ir a sus respectivos asientos para proceder a escribir. Fue en ese instante que el rubio recordó que no hizo ninguna pregunta al hombre de ojos y cabellos negros como la noche. Se cubrió las mejillas con las manos cuando sintió como estas se enrojecían al recordar todo lo pasado.


 


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Como el día anterior, fue sobre las diez de la mañana que fueron a buscarles. Esta vez solo el castaño, peliazul y rubio irían pues los otros dos se quedarían para seleccionar las fotos que habían quedado mejor del día anterior. Llegaron a la mansión y fueron rápidamente dirigidos a la misma sala que el día anterior. Para la sorpresa de los menores los morenos ya se encontraban allí esperándoles.


-Buenos días.-saludaron los lindos reporteros y solo recibieron un asentimiento por parte de los otros tres.


-Antes de empezar... me gustaría poner una última condición.-dijo el azabache mirando a sus dos compañeros. Los menores le miraron confundido, pero en los ojos del rubio también podía verse enojo y algo de sospecha.


-¿El qué?-preguntó lentamente.


-Queremos que las entrevistas sean individuales. En otras palabras... que sean en habitaciones separadas.-respondió con una sonrisa de lado.


-¿Porqué? Lo que se diga aquí será publicado en una revista que estará disponible en todo el país, así que no creo que haya nada que esconder.-habló ahora el peliazul.


-Bueno... digamos que nos sentiríamos más cómodos no diciendo ciertas cosas enfrente de los demás.-comentó el de ojos rubí.


-Después de todo somos amigos, pero eso no significa que nos lo contemos todo.-finalizó el ojigris mirando directamente a los ojos del ojimiel, el cual sintió un escalofría recorrerle entero. No sabía porqué, pero presentía que si accedían a eso algo no muy bueno les pasaría. Miró a sus compañeros y suspiraron pues los tres sabían que no tenían muchas opciones.


-De acuerdo... después de todo no creo que haya mucho que podamos hacer para convencerlos de desistir de esa idea.-accedió hablando entre dientes el rubio. De verdad que no le gustaba para nada la sonrisa del azabache en ese momento y tiene el presentimiento que sus amigos sienten lo mismo.


Sin más vio como tanto peliazul como castaño salían de la habitación junto a los otros dos morenos, dejándole a él a solas junto al azabache.


Suspirando se acercó hasta donde el contrario estaba sentado y se dejó caer en el sillón de enfrente.


-Hmp. Parece ser que la profesionalidad quedó en el día de ayer.-comentó divertido el mayor cuando vio la actitud relajada del rubio.


-Bueno... no tengo porqué ser educado contigo teniendo en cuenta lo desagradable que fue el día de ayer, ¿no cree?-contraatacó el rubio mirándole enojado.


-¿Maleducado yo? Si no recuerdo mal le salvé de ser usado como un juguete por el ministro.-dijo mirándole con una ceja alzada aunque se podía notar un cierto toque de diversión en su voz.


-Jum... eso no es nada pues no cambia el hecho de que nos hiciese esperar de aquella manera al igual que ordenar que nos echaran el té encima.-habló y sonrió de lado al ver la expresión de sorpresa que durante unos segundos abarcó el rostro ajeno.


-Vaya... es más observador de lo que creí joven Namikaze.-murmuró divertido.


-Hmp. Si esa es su forma de divertirse supongo que el título de “Master” le queda bastante grande Kobura-san... o mejor dicho, joven Uchiha.-comentó de forma desinteresada el rubio al tiempo en que sacaba un pequeño cuaderno de notas y un par de bolígrafos.


-¿Disculpa? Eso no tiene nada que ver con mis dotes para la dominación.-dijo enojado el mayor.


-Bueno eso es lo que usted cree, pero no es algo que importe ahora mismo, así que, ¿porqué no comenzamos de una vez con esto para poder acabar cuanto antes?-cuestionó el rubio.


-¿Porqué responder preguntas estúpidas cuando simplemente puedo mostrarle mis habilidades?-preguntó ahora el mayor con voz grave a la vez que se levantaba y se acercaba al rubio.


-¿De qué habla?-dijo algo temeroso por la mirada de depredador que tenía el mayor en el rostro.


-Mmm... hace nada cuestionó mi habilidad como poseedor del título de “master” así que simplemente pensé que sería más rápido hacerle una demostración de lo que soy capaz de hacer.-respondió como si nada, pero sin dejar de acercarse al ojiazul, el cual también se había levantado y retrocedía para apartarse del azabache.


-No es necesario, Uchiha-san. Con que responda unas cuantas preguntas será suficiente.-murmuró nervioso el menor.


-Ya... pero eso no sería nada entretenido ¿no crees?-dijo divertido.


-¡Esto no es para nada divertido! ¡No pienso quedarme a ver como usa sus prácticas sexuales en alguien!-gritó enojado el ojiazul.


-¿Oohh? Entonces simplemente tendré que usarlas sobre su persona ¿qué piensa de ello?-propuso sin quitar esa sonrisa del rostro.


-¿Cómo? Ni crea que pienso acceder a irme a la cama con usted.-respondió casi ofendido.


-¿Asustado tal vez?-se burló.


-Eso nunca... simplemente no creo que merezca la pena esa pérdida de tiempo.-respondió de igual forma.


-Vaya... creo que tendré que enseñarte un par de cosas entonces.-dijo ofendido el mayor a la vez que atrapaba al rubio contra la pared. Ese último comentario si que le había molestado.


-¿Qué? ¿Acaso piensa forzarme?-preguntó con la voz ligeramente asustada.


-Mmm...¿porqué no simplemente vemos qué tan lejos puedes aguantar, Kitsune?


-¿Kitsune?-preguntó confundido, pero extrañamente ese susurro del mayor había logrado que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. ¿Le estaba excitando toda aquella situación?


-Hmp. Esas marcas en tus mejillas hacen que parezcas uno... ¿acaso no te gusta?-volvió a susurrarle al oído.


-Eso es... ¿qué tanto tendría que aguantar?-preguntó para evitar responder a aquella pregunta. El azabache sonrió de lado.


-Cosas simples... seguir mis órdenes y ser castigado si no lo haces... ganas si no gimes ni reaccionas a ninguna de las cosas que te haga.-propuso mirándole desafiante.


-Bien... pero con una condición...-murmuró el rubio.


-Mmm... tú dirás.-le instó a seguir a la vez que se relamía los labios. Le estaba encantado la actitud desafiante del rubio... no podía esperar hasta hacerle doblegarse ante él... ante el placer que solo él será capaz de otorgarle.


-Jugaremos con tus reglas... siempre y cuando me dejes en paz si digo que no quiero hacer algo... además que no pienso dejar que de buenas a primeras me folles.-le dijo en un susurro al oído.


-Bien... pero si llega el momento y no veo resistencia lo haremos hasta el final. ¿Trato?-dijo y el menor asintió después de desviar la mirada hacia un lado. Después de todo, toda apuesta conllevaba un riego.


-Por cierto... sino consigues que reaccione... renunciarás a tu título para siempre.-dijo justo antes de que el mayor le besara. Este le miró a los ojos fijamente y selló el trato al juntar ambas bocas.


No fue un contacto ni profundo ni duradero así que el rubio apenas y sintió algo caliente contra su boca que esta sensación ya había desaparecido.


El mayor se separó y le indicó con la cabeza que le siguiera a una habitación contigua, la cual poseía una cama de matrimonio, una mesita de noche al lado y un gran armario. Había otra puerta que supuso que llevaba a un baño. Se quedó en medio de la habitación mientras el azabache buscaba algo en el armario. Cuando vio lo que este había sacado tragó duro y sintió una corriente de anticipación recorrerle entero.


Cadenas, esposas, mordaza, vendas y un collar. Sin moverse vio como el ojinoche se acercaba.


-De rodillas.-ordenó y el rubio le miró alzando una ceja. ¿Cree que iba a obedecer tan rápido? No sería nada divertido si lo hiciese. Al ver que no cumplía el mayor suspiró para luego sonreír de lado. Volvió al armario y sacó una fusta que hizo que la sangre del rubio hirviera. ¿Iba a empezar fuerte? Se preguntó el rubio cuando sintió como agarraban su cabello con fuerza y le obligaban a mirar hacia arriba. En momentos como ese le gustaba medir solo metro sesenta pues el azabache sobrepasaba el metro ochenta y se sentía mucho más dominado de aquella forma.


-Veo que no quieres ser sumiso de inmediato... bueno así es más divertido.-murmuró el mayor mirándole a los ojos, rebosando lujuria en su tono de voz.


-Hmp. ¿Esto es todo lo que tienes?-preguntó burlón el rubio. Sabía que sería peor para él si provocaba mucho al mayor, pero no podía evitarlo. Nunca ha encontrado una pareja que consiga dominarle por completo y quería ver si este hombre sería capaz de lograrlo.


-Mmm... un kitsune verdaderamente salvaje por lo que veo...-comentó el mayor a la vez que tiraba el cabello del rubio con fuerza hacia atrás. Un quejido salió de los rosado labios ajenos.-Una pena que tenga que castigarte...-volvió a hablar y fue cuando el rubio sintió un golpe detrás de las rodillas que le hizo acabar sentado en el suelo.


-¿Ves? No era tan difícil.-dijo el mayor con una sonrisa maliciosa. Sin darle oportunidad de decir nada al rubio, este se vio sin camisa pues el mayor la había roto y lanzado lejos. Iba a quejarse cuando sintió un ardor en su pecho... el azabache le había dado con la fusta y una marca rojiza apareció en su pecho.


-Una no es suficiente... de momento serán diez y deberás contarlos... si no oigo el número o dices otra cosa que no sea esa... irán en aumento, ¿entendido?-dijo con voz autoritaria y el ojiazul asintió.


Sinceramente esa herramienta no era una de sus preferidas así que cumplió el castigo sin quejarse o resistirse mucho. Cuando los diez golpes fueron dados su pecho, estómago, brazos y espalda estaban enrojecidos pues el mayor no dio un solo golpe en el mismo lugar que el anterior.


-Mmm... muy obediente... ¿acaso este juguete no te gusta?-preguntó al ver los ojos llorosos del menor. Este negó con la cabeza, no le desagradaba el dolor que los azotes producían, pero prefería que estos fuesen de otra manera.


-¿Entonces? Dí claramente lo que prefieres ahora pues sino más tarde haré lo que quiera sin importarme si te gusta o no.-ordenó el azabache. El ojiazul dudó en hablar pues según su trato si no le gustaba podría negarse y todo acabaría, pero... realmente no quería dejarlo ahí.


-Manos...-susurró y el mayor alzó una ceja sonriendo ladinamente.


-¿Manos? ¿Así que prefieres el contacto directo con otra persona más que con objetos?-preguntó el mayor y el contrario solo asintió, sintiendo sus mejillas enrojecer.


-Lo tendré en cuenta... siempre y cuando seas bueno y cumplas mis órdenes a raja tabla.-propuso y el rubio se mordió el labio tentado a replicar, pues por primera vez sentía la necesidad de obedecer a alguien... aunque eso no lo diría. No en ese momento.


-Mmm... ¿ningún comentario al respecto? Interesante...-comentó divertido el mayor. El rubio le miró desafiante, esperando a ver que era lo que haría el azabache a continuación. La sonrisa de este se amplió al ver el brillo salvaje en los ojos ajenos.


-Muñecas juntas al frente.-ordenó y un poco dudoso el rubio cumplió la orden para ser esposado a continuación. Tragó saliva y miró esperando lo siguiente.-Sería molesto amordazarte ahora así que... lo dejaremos para más tarde pues sino no podría oírte gemir.-comentó.


-En caso que lo logres si quiera.-murmuró el menor sin querer y sintió otra vez como le tiraban el cabello y le hacían mirar hacia arriba.


-¿Otra vez dudando de mis habilidades? Muy mal Kitsune... porque pienso dejarte afónico de tanto que gritarás y gemirás mi nombre.-amenazó penetrándole con sus profundos ojos negros. Este tragó saliva y la anticipación casi le hace gemir por lo que se mordió el labio fuertemente para evitar que ese sonido saliera de su boca. Todavía no... no podía dejarle ganar tan rápido.


Veinte minutos después y sentía que cada vez le costaba más controlar sus sonidos. Durante ese tiempo el azabache le había estado acariciando levemente con una pluma, al principio la sensación era como de un cosquilleo, pero luego sintió su cuerpo calentarse. Pocos minutos después derramó aceite por la parte superior de su cuerpo, pues todavía seguía con los pantalones puestos, y acarició igual de suave. Esta vez podía sentir el calor de las manos ajenas y en más de una ocasión estuvo a punto de gemir. Por otra parte el azabache le miró impresionado pues el rubio estaba haciendo un muy buen trabajo ya que todavía no había conseguido que este gimiese a pesar de que con los demás lo había conseguido durante los primeros cinco minutos, diez como mucho, y estaba encantado por el aguante del menor. Pero aún así sabía que este no era completamente inmune a sus acciones, pues cierta parte del rubio parecía que estaba despertando. Sonrió y paró de acariciar el cuerpo ajeno.


-Veinte minutos... buen trabajo, pero todavía no acabamos.-dijo al ver la sonrisa triunfante del menor, el cual frunció el ceño antes esas últimas palabras. ¿Qué planeaba ahora el mayor?- Pensé que al usar las manos lograría hacerte reaccionar más rápido, pero tienes una fuerza de voluntad sorprendente.-alabó el azabache logrando que el rubio se sonrojara y apartara la mirada.-Ni se te ocurra dejar de mirarme.-dijo con voz demandante el azabache e instintivamente el rubio volteó a verle. Su corazón saltó un latido cuando vio como este empezaba a desvestirse. Primero la camisa, dejando ver su pecho musculoso y bien trabajado al igual que sus brazos. Los pantalones siguieron el mismo camino y pronto se vio frente a frente con el miembro del mayor. Tragó saliva nervioso pues no esperaba semejante tamaño y oyó al azabache reír divertido por su reacción.


-Bueno... no pude evitar reaccionar a tu lindo y sexy cuerpo brillando por el aceite. ¿Hacemos otra apuesta?-propuso y los azules del menor se posaron en sus negros.


-¿Qué?-preguntó con la voz entrecortada. Necesitaba concentrarse mucho para no sonar necesitado.


-Si logras que me corra usando solo la boca y no gimes en ningún momento... habrás ganado y dejaré que te vayas.-comentó. Algo en el tono de voz hizo enojar al rubio pues parecía indicar que era imposible que el ojiazul ganara.


-De acuerdo.-accedió y nada más acabar la frase sintió su boca ser invadida por el enorme pedazo de carne del mayor. -Hgnn.-involuntariamente un gemido se escapó a causa de la acción tan brusca y sorpresiva. Sus ojos se abrieron en demasía pues vio la sonrisa satisfecha del contrario. Definitivamente le había oído.


-Vaya... eso fue más rápido de lo que pensé.-dijo con sorna. El rubio, molesto, apretó la mandíbula con intenciones de morderle cosa que no logró pues fue separado rápidamente con un tirón fuerte de su cabello.- Ni se te ocurra rubio... una apuesta es una apuesta.-dijo en tono de advertencia.


Sin quedarle otra comenzó a lamer ese duro y caliente órgano. Subiendo y bajando con ayuda de la mano que seguía en su cabello llegó al ritmo que el mayor parecía querer, y succionando de tanto en tanto. Hacía tiempo que no hacía algo como aquello y se sonrojó al notar que su cuerpo estaba reaccionando, pues su parte baja la sentía completamente mojada. Fue poco después que el azabache aumentó el ritmo de sus caderas y era casi como si embistiera en la boca ajena, llegando incluso a golpear la campanilla del menor el cual se estaba quedando casi sin aire. Solo para sus adentros admitió que el que le tratara de aquella forma le estaba gustado demasiado, pues al ojinoche no parecía preocuparle si él podía respirar o no mientras pudiera llegar al clímax.


Un par de minutos después su boca fue llenada de ese espeso y caliente líquido llamado semen, el cual tragó sin quejarse, aunque no pudo con todo y este se escurrió de su boca a su cuello y pecho.


Durante un momento la respiración del azabache era agitada, al igual que la del rubio, pero fue cuando vio que este se removía en su posición que notó algo muy interesante y que a su vez hizo que se calentara otra vez.


-¿No me digas que te corriste?-preguntó entre divertido y excitado. La respuesta fue obvia cuando notó los pantalones del ojiazul mojados.-Mmm... definitivamente nos vamos a divertir mucho más tú y yo Kitsune...-murmuró para luego desvestirle por completo y lanzarlo sobre la cama.


 


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Gruñó entre avergonzado y excitado de solo recordar todo lo que el azabache le había hecho. Después de lanzarlo a la cama fue cuando acabó encadenado a esta, vendado y amordazado, a merced de todo lo que ese pervertido quisiera hacerle el cual jugó con él de formas inimaginables.


No pudo evitar recordar también que cumplió su promesa de hacerle gritar hasta estar afónico, porque ciertamente sentía la garganta dolorida y su voz sonaba tan ronca que prefirió no hablar con nadie, pues se notaba que aquello se debía a unas horas de sexo duro.


Suspiró cansado y al mismo tiempo oyó al castaño hacer lo mismo. Ambos se miraron sonrojados y acabaron soltando una risita divertida. De verdad que ese fin de semana había sido extraño y excitante a partes iguales. Ese fue su pensamiento al comenzar a escribir su parte del artículo, pues sabía exactamente que poner en él... incluso si no hizo ninguna pregunta al sujeto en cuestión.


 


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Ese mismo lunes el azabache se encontraba en su despacho trabajando cuando su secretario entró y le dejó una revista sobre el escritorio. Sonrió de lado después de leer el artículo sobre su persona. Este consistía en algunas descripciones del lugar y funcionamiento del club, a más de algunas cosas referentes a su gusto en particular, pero la parte que más le gustó fue la que decía así:


 


...puede que los gustos de esta índole sean extraños y cuesten de entender, pero para realizar este tipo de prácticas sexuales se necesita la confianza mutua entre ambas partes. Si no hay consentimiento y confianza extrema entre la pareja es muy posible que uno de los dos acabe herido. Además es importante dejar claro que es lo que uno está dispuesto a hacer y hasta donde quiere llegar, pues nunca se debe forzar a alguien a hacer algo con lo que no se encuentre a gusto. Por esto es que Kobura-san es definitivamente el “Master” del S&M.


 


Esa última afirmación fue la que hizo que el mayor sonriera sinceramente, pues había conseguido dominar al rubio y sabía... que este le había aceptado como a su dueño... cosa que le hacía completamente feliz. Pues no tenía pensado dejar escapar a ese salvaje y sexy Kitsune.


 


FIN

Notas finales:

Etto... espero que os haya gustado. No soy experta en esta temática así que me gustaría saber que os pareció jejeje.

Por cierto subiré el extra esta tarde a más tardar, pues luego no podré ya que estoy con los finales ;__;

Gracias por leerlo y espero leernos en otro fic (=^w^=)


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