Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Marca por cho-chan

[Reviews - 122]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! Sé que no tengo perdón por dejar en hiatus esto por más de un mes…pero tengo una buena excusa y es falta de tiempo y salud. Me han pasado muchas cosas y bueno, ahora eso no importa. Lo que cuenta es que finalmente esta aquí el epilogo de esta historia.

Gracias a Niruka, Fingertip, Macross, Ivonne Gpe. , Angie, Yuki100, alexayaoi23, ale801, Gugui, MIZUKI, juana reyna por sus bellos comentarios. También gracias a mis lectores anónimos.

Estoy muy feliz ya que este fic ha llegado a 110 comentarios. ¡Muchas gracias!

Jamás tuve uno con tal cantidad de ellos y de favoritos. Gracias por darle una oportunidad a esta historia. Estaba insegura cuando la publique y me alegro sea del gusto de muchos.

No sé que más debo decir, hay muchas cosas pero creo que las omitiré para no hacer esto largo.

Recuerden que los personajes no me pertenecen pero la historia sí. Me disculpo por las faltas de ortografía y los términos mal dichos.

Sin más que decir, aquí el capitulo.

 

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.

 

 

 

Contempló con verdadero cariño a la persona que dormía plácidamente a su lado. Su respiración era acompasada y su semblante relajado, lucía como si se estuviera llevando a cabo en su mente el sueño más hermoso de todos.

Sonrió ante la imagen tenuemente iluminada por la luz de la luna que se colaba a través del enorme ventanal. El omega a su lado era hermoso, frágil, de un intelecto brillante y, sobre todo, perfecto. No existía otro ser en este mundo que pudiese igualar la belleza que ante sus ojos se presentaba.

Existirían muchas personas en este mundo, pero ninguno como su omega.

Acercó su mano a la contraria que reposaba sobre la almohada, la tomó con delicadeza y depositó un pequeño beso sobre el dorso de esta. Amaba a esta persona, más que a cualquier cosa.

El omega había llegado a su vida para regalarle momentos efímeros de alegría en un mundo devastado por la guerra. Con el paso de los días, los conflictos bélicos aumentaban y causaban tragedias y daños cada vez más grandes e irreparables.

El mundo era un verdadero caos.

Es por ello que agradecía la existencia de su pareja y lo grata que era su compañía. Tenerlo a su lado representaba un alivio a su alma y una tranquilidad en su vida. Estaba ansioso por hacer oficial su relación, por hacerlo su consorte y por fin, poder formar una familia con él. Sin embargo, aún no podía. No en esos momentos.

No podía ponerlo  en riesgo ni a él ni a sus futuros cachorros.

El reino de Shin Makoku estaba siendo blanco de diversos ataques y, evidentemente, buscarían hacerle daño llevándose a lo que sería más preciado para él. Era por este motivo por el cual aún no podía reclamarlo como omega.

Anhelaba el momento en el que pudiera poner su marca sobre el hermoso cuello de su omega, deseaba que llegara el día en el que existiera un momento de paz para poder tener una vida tranquila, al lado de quien era su pareja destinada.

Soltó la mano del otro dejándola con cuidado sobre la cama cuando un terrible malestar le inundó. Hacía tiempo que venía sintiéndose de esta forma y sólo podía pensar en una posible y cruel causa. Su cuerpo estaba muriendo lenta y tortuosamente.

Era una verdad que comenzaba a asimilar con el paso de los días. Era un secreto que sólo él y la persona que dormía profundamente conocían.

Un quejido salió de su boca, el dolor comenzaba a tornarse insoportable. Se preguntó cuánto tiempo más pasaría antes de que su cuerpo sucumbiera ante la muerte.

Negó con la cabeza varias veces, no podía suceder todavía. No cuando aún tenía cosas que hacer, cuando aún tenía a alguien a quien proteger.

Se removió inquieto en la cama, debía soportar, tenía que hacerlo. Se arrastró con dificultad a la orilla para poder incorporarse, pero no pudo hacerlo. Rápidamente cayó al frio suelo provocando un estruendoso ruido que despertó a su pareja.

-¡Shinou!- se levantó con prisa el omega quien se asomó por el borde de la cama -¿Estás bien?- se puso de pie y se agachó a su altura. En su rostro la preocupación era latente.

-estoy bien- respondió el alfa respirando agitadamente, el dolor seguía presente pero no era tan intenso como en momentos atrás –lamento haber hecho que te despertaras- levantó su vista y le dedicó una débil sonrisa.

-eso no importa- negó un par de veces con la cabeza –debiste decirme que no te sentías bien, iré a llamar al médico- se apresuró a levantarse, pero su mano fue sostenida de inmediato evitando que se marchara.

-ya ha pasado, no te preocupes- trató de convencerle –sólo me levantaré y volveré a la cama contigo

-pero…

-por favor, volvamos a dormir- interrumpió –me siento mejor, lamento preocuparte- respondió a la mirada de preocupación que el otro le mostraba. El rubio se apoyó sobre el borde de la cama para poder levantarse.

-esto no puede seguir así Shinou…- le ayudó a levantarse y sentare sobre la cama –tu condición empeora con el paso de los días…- sus ojos comenzaron a humedecerse –algún día t…

El alfa le interrumpió colocando sus dedos sobre sus labios –lo sé- sonrió con tristeza –pero no quiero pensar sobre ello ahora, no cuando estoy contigo- retiró sus dedos de sus labios y comenzó a pasarlos con cuidado sobre la mejilla contraria retirando un par de lágrimas que caían sobre esta –estas más sensible que antes…- comentó con cariño en su voz.

-es por tu culpa- el omega hizo un mohín. Era cierto que sus sentimientos se encontraban a flor de piel desde hace poco tiempo atrás.

“Quizá es sólo temporal” pensó y desechó cualquier otro pensamiento.

-lo sé- admitió el rubio –pero antes no eras tan expresivo, ahora derramas lágrimas con más frecuencia- atrajo a su pareja hacia sí, depositándolo sobre sus piernas. El dolor había desaparecido casi totalmente.

- no es a propósito… ¿Te molesta?- preguntó con preocupación en su voz.

-a decir verdad, me gusta este nuevo tú- admitió sincero el hombre de cabello rubio –me gusta ser el único que pueda ver este lado del “Gran Sabio”

-¿Te estás burlando de mi?

-Por supuesto que no- rió un poco –te amo- soltó repentino causando un sonrojo en el omega.

-¿Por qué lo dices tan repentinamente?- preguntó con vergüenza.

-porque es la verdad…- acercó su rostro al contrario y depositó un beso sobre su mejilla –te amo ¿Acaso tú no me amas?- su semblante se volvió fingidamente dolido.

-ya sabes la respuesta…- suspiró mientras sentía como el alfa acariciaba su espalda -¿Dónde estás tocando?

-sí, pero deseo escucharla de nuevo- besó un par de veces el rostro ajeno –estoy tocando el cuerpo de mi omega- respondió sin vergüenza.

-hasta hace poco te sentías mal- llevó su mano por detrás de su cuerpo y detuvo las contrarias de cualquier acción –volveremos a dormir y no habrá otro tipo de contacto

-pero yo quiero tocarte- su rostro serio observó a su pareja –ya que me he repuesto, deseo hacerlo

-no puedes- respondió tajante, el pelinegro se apartó de él y se puso de pie –volvamos a descansar, debes levantarte temprano para cumplir tus deberes

-tengo deberes que cumplir ahora como alfa- respondió con seriedad mirando al otro.

-no- el omega subió a la cama y gateo hasta el otro lado de la cama siendo observando por el alfa –vamos, te dejaré abrazarme para dormir- se acomodó en su lado y extendió uno de sus brazos en dirección al rubio, esperándole.

-bien, pero mañana quiero hacerlo- se acercó al omega y se acomodó a su lado, le rodeó con uno de sus brazos y lo pegó a su  cuerpo –podríamos tomar el día libre- propuso cerrando sus ojos y disfrutando el aroma de su pareja, el cual era dulce, mucho más de lo que recordaba. 

-sabes que no podemos- soltó un suspiro cansado. Deseaba tomarse el día junto a su pareja, pero no podía. Sería sospechoso si ambos desaparecían a la vez.

El pelinegro cerró los ojos e intentó retomar su sueño, pero no pudo. Había algo que le inquietaba, no podía dormir teniendo esa extraña sensación en su pecho.

Quizá solo eran paranoias.

Mañana llamaría al médico.

 

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.                      

 

 

 

Hay un aroma que siempre ha podido percibir con claridad.

Desde que tiene memoria ha permanecido grabado en él, a pesar de que dicha fragancia aparece rara  vez en su vida. Si pudiera decir con claridad las veces que ha sido capaz de percibirla, diría que han sido contadas desde su nacimiento. Un par de ocasiones al año sucede; sin embargo, ese hecho no logra disminuir su emoción. La espera entre cada una es insoportable pero puede tolerarlo con tal de ver a esa persona de nuevo, aunque sea sólo un instante.

Si se concentra puede encontrarle. No importa el lugar donde se encuentre, si esta dentro del castillo puede hallarlo con relativa facilidad. Es una fragancia verdaderamente atrayente que le invita a acercarse y a permanecer a su lado.

Es por esto que no le importa saltarse las clases, tampoco le interesan los regaños que recibirá después por ello. Tan sólo quiere llegar a su objetivo. Necesita estar cerca de él para poder relajarse y sentirse feliz.

-príncipe ¿En dónde se encuentra?- escucha a su tutor acercarse con paso presuroso, sabe que debe perderlo de vista antes de que logre capturarle y llevarle de regreso a la biblioteca para continuar las clases -¿Acaso soy tan malo para que huya de mis lecciones?- le escucha lloriquear pero sinceramente no le importa. No es que Günter sea particularmente malo enseñando, sabe que tiene mucho conocimiento pero a veces es ligeramente aburrido. Y hoy en especial no puede permitirse ser atrapado.

Corre en dirección al jardín, primero se ocultará del alfa que lo busca y después retomará su misión. Llega al terreno del jardín y; con mucha agilidad trepa a un árbol desde dónde puede apreciar la figura del alfa de cabello lila. Su ropa, que consiste en una playera azul claro, de algodón y un pantalón que llega a la altura de su pantorrilla le facilita subir ahí. El hombre camina presuroso sin percatarse de su presencia y continúa su andar dispuesto a encontrarle. Desde la altura de aquella rama, el príncipe lo observa con una sonrisa mientras se marcha. Podrá llegar a su objetivo con tranquilidad al menos mientras el alfa mayor le busca por otros sitios del castillo.

Inhala profundo, intentando encontrar la fuente del agradable aroma y su cercanía. Su objetivo se encuentra cerca, puede llegar a él en cuestión de minutos, a menos que dicho objetivo llegue primero a él. Lo cual acaba de suceder.

-parece divertirse, joven príncipe- habla el omega de cabellos oscuros que se encuentra debajo del árbol dónde este se encuentra trepado.

El príncipe baja su mirada para poder mirar al recién llegado. No puede evitar esbozar una sonrisa de de alegría pura y desciende para poder estrecharle en sus brazos.

-¡Murata!- exclama con dicha al rodear con sus brazos la cintura del omega, se encuentra feliz. Finalmente tiene cerca a la persona que siempre ha esperado.

 El niño aún es bajo así que su altura llega apenas al pecho del omega, a pesar de ello, eso no le impide abrazarle con todas sus fuerzas y llenar sus pulmones con la esencia que el cuerpo del mayor desprende.

El omega se remueve, pensando en si debe o no apartar al infante ya que su cercanía le pone ligeramente nervioso. Además, el aroma que emana el menor le es atrayente a pesar de ser apenas perceptible. El menor es un alfa, lo sabe desde hace mucho. Pronto comenzará a desarrollar completamente sus instintos y cuerpo. El pequeño príncipe estaría próximo a la adolescencia en un par de años más.

-joven príncipe- intenta que su voz no suene nerviosa a pesar de que así es como se siente –me está apretando demasiado- pone como excusa y lo aparta sutilmente de si –no debe saltarse así las clases ¿Qué pensarán sus padres de su conducta?- toma su distancia alejándose un par de pasos.

Nota que al pequeño alfa le disgusta puesto que ha arrugado el entrecejo, Murata decide desviar su mirada a cualquier otra parte. La mirada del menor es bastante penetrante y le causa un escalofrió.

-no suelo saltarme las clases…seguido- comenta sin quitar su vista del omega –además hoy es diferente porque estás aquí- dio un paso al frente acortando su distancia –tenía que verte

-¿Porqué?- cuestiona el omega retrocediendo otro paso -¿Acaso me estima tanto?- sonríe con nerviosismo observando de reojo al menor que se acerca seriamente a él.

-es porque eres tú y me gustas- exclama con total seriedad en sus palabras, no va a titubear con respecto a sus sentimientos.

-se lo agradezco- el omega siente algo chocar contra sus pies, hay un arbusto que impide alejarse más del niño –me alegra saber que le gusto como le gusta cualquier otra persona dentro de este castillo- su nerviosismo aumenta, intenta tranquilizarse y mantenerse impasible. Sabe que el niño no habla sobre ese tipo de “gustar” pero prefiere fingir.

-no me gustas como me gusta el resto- lo acorrala y toma la mano del otro con suavidad –sólo tú me gustas de esta forma, eres especial para mí y yo t….

-imposible- responde cortando sus palabras –usted está confundido- a pesar de su miedo, no hace el intento de apartar su mano del contacto ajeno, por alguna razón se siente agradable ese pequeño gesto –es joven y aún inexperto, encontrará algún buen omega que será su compañero de vida-sabe que no tendrá problemas en encontrar a alguien más. El alfa menor es apuesto, demasiado para su gusto. Con su cabello negro y rizado, al igual que sus ojos ligeramente verdes y sus rasgos asiáticos poco usuales en ese mundo lo hacen un excelente partido para cualquiera.

Un sentimiento extraño se asienta en el pecho de Murata, no quiere analizar la causa al imaginar al menor con otra persona. Es algo que no quiere pensar.

-no- responde con molestia –yo te quiero a ti, quiero que seas tú, no puede ser nadie más- toma la otra mano del mayor y le mira con decisión –aunque sea joven en edad no estoy confundido, tengo muy en claro mis sentimientos por ti

-sabe que eso no es posible…- habló bajando su mirada y observando sus manos sostenidas por aquellas de piel más clara, no podía verle a la cara, no cuando se expresaba de esa forma –soy tu tío

-no estás casado con él así que legalmente no lo eres

-soy el omega de tu tío Shouri

-no te ha marcado; al menos no de forma permanente,  sólo deja en ti marcas temporales- respondió con evidente claridad arrugando su nariz ante el aroma que hay de su tío sobre la piel de su amado -¿Porqué?

-eso no es tu asunto, es cosa de mayores…- se sintió completamente acorralado, esta conversación no le agradaba en lo más mínimo.

-es porque él no es tu alfa- alzó las manos del otro a la altura de su rostro y depositó un pequeño beso en estas –no es tu pareja destinada y lo sabes, tú estás esperando a alguien más

-eso no…

-es cierto- afirmó de nuevo –yo quiero ser esa persona, quiero estar contigo y no voy a rendirme, aún si tengo que pelear contra él

-no, tú no puedes- le observó con cierto temor por primera vez a los ojos, había completa determinación en ellos. Sabía que aquel pequeño alfa era capaz de hacerlo. No había rastro de mentira o inseguridad en él.

-si puedo- esbozó una media sonrisa volviendo a depositar un beso en sus manos –cuando sea mayor te reclamaré y estaremos juntos para siempre

Murata abrió la boca para decir algo, cualquier cosa que pudiera convencerlo de desistir. Sin embargo, una voz conocida logró interrumpirle.

-¡Yuuram!

El alfa soltó sus manos y tomó una distancia prudente al escucharle. Les habían interrumpido para disgusto del menor y alivio del pelinegro de lentes. Murata se deja caer de rodillas al verde pasto, como si de repente todas sus fuerzas le abandonaran al sentir la lejanía del otro. El ambiente pesado se ha ido y el aroma del alfa se hace menos intenso, como si comenzará a desvanecerse.

-Aquí es dónde te encuentras- comenta el consorte real acercándose a ellos lentamente, su enorme vientre le dificulta la movilidad ahora que está a punto de dar a luz por segunda vez.

-madre- habla el pre adolescente dedicándole una sonrisa -¿Qué sucede?- cuestión girando su cuerpo hacia él

-eso debería preguntar yo- enarca una ceja y observa al par en el jardín -¿Te encuentras bien?- se acerca al otro omega e intenta agacharse para ayudarle a ponerse de pie. Una mano lo detiene poniéndose frente a él. Observa a su hijo con curiosidad.

-yo le ayudaré, recuerda que pronto tendrás a mi hermano y no debes hacer mucho esfuerzo- se ofrece con gusto y extiende su mano en dirección al pelinegro que se encuentra de rodillas en el pasto con la mirada perdida.

Murata se encuentra estático, no puede creer que esta situación suceda. Desde hace años tomó la decisión de alejarse de la familia real para evitar que algo así sucediera. Esto era precisamente lo que quería evitar desde el principio.

¿Qué debe hacer?

Escucha que le llaman y es entonces que se percata de la presencia del otro omega.

-¿Qué fue lo que le hiciste Yuuram?- interroga el rubio cruzando sus brazos y mirando reprobatoriamente a su hijo. Sabe que suele ser bastante bromista y teme que haya hecho algo desagradable al otro. Las feromonas que emanan de Murata son la clara evidencia de que su hijo ha hecho algo.

-No hice nada- se defiende el menor de los tres –sólo hablábamos- acerca su mano al de lentes -¿No es así Gran Sabio?- le dedica una sonrisa traviesa y un escalofrió recorre el cuerpo de Murata.

El omega duda en tomar la mano del menor, pero sabe que si no lo hace será sospechoso. Extiende su mano y deja que el otro le ayude a ponerse de pie, después la aparta tan rápido que el menor no tiene tiempo de protestar.

-Así es- se aclara la garganta y le dedica una sonrisa falsa –estaba caminando por el jardín, cuando el joven príncipe ha aparecido de la nada y me ha asustado- afirma y posteriormente sacude el polvo de su ropa –me iré ahora, creo que MI pareja debe estar buscándome- recalca y camina alejándose del par –con permiso- les da la espalda y apresura su paso.

No desea estar un minuto más ahí, cerca de aquella persona que puede alterarle con sólo una palabra.

Sabe que está mal, que no debe dejarse llevar ni provocar por el menor pero no puede evitarlo. Acelera su andar, era mentira que buscaría al alfa, tan sólo volverá a su habitación  se encerrará ahí hasta que logre pensar con claridad. Con suerte, se encerrará hasta el día en que se marche del castillo.

Wólfram permaneció observando la silueta del omega pelinegro hasta que este se perdió por los pasillos. Inmediatamente se giró a ver a su hijo analizándolo con la mirada. Algo extraño había sucedido recién e involucraba al Gran Sabio y al pre adolescente que fingía inocencia en su rostro.

El rubio soltó un suspiro, tenía una vaga idea de lo que podría ser y esperaba que no fuese cierta.

Yuuram siempre mostró una inteligencia superior al resto, además de una madurez impresionante para su edad. Generalmente era un buen niño pero gustaba de realizar bromas a los demás y, a veces, gustaba de saltarse las clases con Günter. También, aunque era amable con las personas, no demostraba verdadero interés en ellas. Sólo una lograba captar su atención completa y esa persona era Murata.

Al principio, Wólfram pensó que se debía a que era la pareja de Shouri, que le veía como un miembro de su familia y le apreciaba como tal. Pero eso no era así. Lo descubrió con el pasar de los años.

Su hijo estaba empezando a desarrollar sentimientos románticos hacia Murata y no sabía si eso sería realmente bueno. Wólfram tuvo el pensamiento de que la razón principal para la actitud del menor hacia el otro se debía a que eran una pareja destinada.

No existía otro motivo que explicara la situación.

Como progenitor, estaba feliz de que su retoño encontrara de una manera tan rápida a su destinado. Era algo que no siempre sucedía. Podría decir que era casi un mito entre los mazoku, pero él mismo y Yuuri eran la muestra de una. Sin embargo, estaba preocupado.

Que ellos fueran destinados era un gran problema debido a que Murata vivía con otro alfa. Más grave aún, ese otro alfa era el tío de su hijo.

Negó con la cabeza un par de veces. Hablaría después  con ambas partes y, esperaba que las cosas al final resultaran de la mejor manera posible.

-¿Qué sucede?- preguntó el menor acercándose a él -¿Te duele algo? ¿Quieres que te lleve con Gisela?

-no- respondió negando de nuevo con la cabeza –vayamos dentro, u hermana Greta llegará pronto y sabes cuánto le agrada verte

-también me agrada verla- respondió con sinceridad –ha pasado algún tiempo desde su última visita

-sí, ha pasado mucho tiempo- aunque eran sólo algunos meses, sabía que su hija estaba ocupada con su propio reino. Sumado esto al hecho de que ya poseía una familia propia.

-vayamos a esperarla entonces- extendió su mano al rubio sonriendo con cariño –además mi padre debe estar buscándote por todos lados, se ha vuelto demasiado paranoico desde que se enteró de mi nuevo hermano

-sucedió lo mismo contigo- soltó otro suspiro y tomó la mano que su hijo le ofrecía –a veces necesito escapar algunos minutos de él

El menor soltó una risilla –es porque te ama y es tu destinado

-sí lo es- sonrió tenuemente y miró de reojo a su acompañante mientras caminaban –por cierto tú…- dudó en decir aquello que pensaba. Notó la atención del pequeño alfa sobre él y negó con la cabeza –no es nada

-¿Estás seguro?

-Si- le dedicó una sonrisa –vamos  tu padre se pondrá como loco y le ordenará a todos buscarnos

El pelinegro asintió y caminó en un cómodo silencio con la persona que le había dado la vida. Amaba a sus padres y a su familia que pronto tendría un nuevo integrante. Todos se reunirían pronto y él pasaría un rato agradable con ellos. Después pensaría en una distracción para su tío y buscaría al omega de lentes.

Yuuram le tenía apreció al hombre que era pareja de su omega, aunque no lo pareciera. El hombre era amable y siempre le brindo cariño además de curiosos regalos. Era una buena persona pero le molestaba que este tuviera la atención de quien él quería. Sabía que no debía meterse entre ellos ya que eran una pareja y además, mayores que él. Sin embargo, no podía dejar a quien era su pareja destinada en manos de otro.

En la guerra y en el amor, todo se vale.

Lo arriesgaría todo, cualquier cosa con tal de ser feliz junto a Murata.

Eso podía apostarlo.

 

 

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.

 

 

Su visión comenzó a tornarse borrosa, los objetos a su alrededor daban vueltas y no lograba percibir nada con claridad. El aire que entraba a través de su nariz era insuficiente, le costaba respirar. Estaba seguro de que sucedería pronto. Aquello que era inevitable.

 La muerte.

Jadeó sosteniendo su pecho, el dolor era insoportable. Sentía que el cuerpo le quemaba por dentro y la oscuridad comenzaba a consumirle. Cerró los ojos, no quería morir, aún no. Tenía que acabar con la guerra, debía traer paz a su reino.

Tenía que marcar a su omega y casarse con él. Vivir con él en paz sin el temor de que resulte herido por otros.

-mi Gran Sabio…- susurró el nombre de quien en sus pensamientos se encontraba, quería llegar a su lado y si era su destino perecer este día entonces lo haría a su lado. En su cama compartiendo sus últimos momentos con él. Con nadie más.

Lo necesitaba y sabía que el otro también lo hacía. Hace días que no le había visto y estaba desesperado por su cercanía.

Se apoyó en la fría pared de piedra de aquel pasillo manteniéndose de pie con dificultad.

-¿Majestad?- una voz familiar se escuchó en aquel pasillo, aunque olía realmente bien. Demasiado para su gusto.

-¿Quién…- intentó enfocar su visión en aquella persona pero todo era borroso. Su cuerpo se sentía debilitado y ese aroma que envolvía el ambiente no ayudaba en absoluto.

Un omega en celo.

Shinou maldijo su suerte al percatarse de la situación tan delicada en la que se encontraba. Estaba débil y el omega frente a él liberaba feromonas atrayentes, que le invitaban a tocarlo y marcarlo como suyo.

Negó un par de veces con la cabeza, este no era su omega. Tenía que resistirse y marcharse cuanto antes o terminaría cometiendo un error imperdonable y una traición horrible.

Se giró cayendo de inmediato al suelo, a pesar de todo. No tenía la fuerza física para hacer lo que pensaba. Tendría que resistir a como diera lugar. Cerró los ojos e intentó concentrarse en otra cosa, cualquiera. Su omega por ejemplo, ese pelinegro que le enloquecía y que amaba con todo su ser. Lo imaginó desnudo, debajo de su cuerpo gimiendo su nombre y pidiendo por más.

-Majestad…- se escuchó un jadeó cercano, el llamado de un omega –S…Shinou….- soltó un gemido extasiado aclamando por él. Esta persona le deseaba, lo necesitaba con urgencia.

El rey maldijo para sus adentros, esta situación no podía estarle sucediendo a él.

 Poco a poco sus sentidos comenzaban a nublarse, embriagados por el aroma de rosas que emanaba el cuerpo del omega cercano.

Abrió los ojos y giró su rostro en dirección a la persona que le acompañaba en aquel pasillo.

-Rufus…- le reconoció en un breve momento.

Después de eso todo se torno confuso.

¿Quién diría que ese día sería el inicio del final?

 

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.

 

 

Notas finales:

 

Gracias de nuevo por llegar hasta aquí.

Oficialmente la historia está terminada, quería que quedara abierto el caso de Murata. Pensé en desarrollar bien su historia pero no es muy seguro de que lo haga. Así que bueno….espero no me maten por eso.

Tengo planeado publicar un fic de Yuri on Ice aunque aun no estoy segura y otro de esta categoría. Pero ya veremos que sucede.

Gracias de nuevo y espero me dejen saber su opinión. :D

¡Hasta el extra!

(Si, porque no se me ha olvidado)

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).