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Marca por cho-chan

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Han pasado un par de semanas desde la última actualización, a decir verdad tuve muchos problemas y cosas que hacer que me impidieron actualizar, sin embargo aquí estoy con lo prometido. Un capítulo mucho más largo que los anteriores y que contiene muchas sorpresas en él.

Sé que querrán golpearme o asesinarme al final de este capítulo.

Sin más que decir, lamento la demora y espero sea de su agrado.

 

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o

 

 

 

 

Había algo que realmente amaba de este mundo, no existía otra cosa que elevara su ego a gran escala como el ser una figura atractiva para las jóvenes doncellas que mantenían el aseo en el castillo. Ser un soukoku era como ver una especie en peligro de extinción; le volvía exótico y le concedía ese encanto particular que fascinaba a las mujeres.  A diferencia de su mundo de nacimiento, en dónde estás ni siquiera lo volteaban a  ver.

Si él fuera un hombre como cualquier otro no dudaría en conocer el lecho de toda aquella belleza que se ofreciera a  brindarle su calor en el reino.  Era claro que le agradaba  recibir la atención de las féminas y disfrutaba los coqueteos que entre ellas y él mismo se daban. Para un hombre común tener tales atenciones resultaba el paraíso. Pero él obviamente no era alguien normal.

Él era la reencarnación del gran sabio, era un soukoku y sobre todo, era un omega.

Que cruel era el destino y que maldita se volvía la vida.

No renegaba de  su naturaleza omega; al contrario, consideraba una maravilla el milagro de la vida a través de un cuerpo que, en otro mundo, no era biológicamente apto para concebir algo en su interior. Lo que él maldecía era el no poder ser alguien común, el no ser una persona que pudiera tener un destino diferente. Uno que no fuera marcado por alguien que tenía un plan desde hace siglos  ni por la irónica y perversa vida.

Su existencia como el gran sabio había concluido varios siglos atrás y él consideraba que era ahí donde debería quedarse. Justamente en el pasado. No tenía ningún caso retomar aquellos días ni tener tan presente en su memoria las vivencias de antaño.

-yo soy Murata Ken- se dijo así mismo en un murmullo mientras caminaba por los pasillos del templo del primer rey. Él no era más el gran sabio, sólo era un chico proveniente de otro mundo y que debía cumplir un papel en Shin Makoku.

Dicha labor debía considerarse completa desde hace meses cuando Shibuya demostró ser un rey mucho más poderoso que el mismo Shinou.

Entonces ¿Por qué seguía en este mundo?

Él quería creer que esa razón era ayudar al actual rey a la toma de decisiones importantes y para convertirlo en alguien digno del trono. Además, la vida era divertida al lado del otro pelinegro que solía meterse en diversos problemas y situaciones hilarantes. No debía existir otro motivo más que ese para permanecer en ese lugar. Su mente se negaba a creer que se  debía al hecho de que  su alma aún se encontraba unida al primer rey.

Murata quería pensar que había sido un error de su tiempo el haberse enamorado del rubio y uno mayor confundirlo con su alma gemela. Por qué él no tenía una, solo fue una persona confundida e intensamente enamorada.

Había confundido la amabilidad con amor. Shinou fue la primera persona que se acercó a él sin ningún prejuicio ni temor debido a su color oscuro de cabello y ojos. Ese hombre miró más allá de su naturaleza omega y aceptó su existencia como un igual, no como un inferior. Esa había sido la razón principal por la que le entregó su cuerpo y su corazón.

Shinou y él habían vivido un romance oculto, alejado de la vista ajena y desconocido incluso por sus más allegados. Al principio eso no le molestó; el rubio había mencionado protegerlo al esconder su relación y él lo entendió. Vivían en un mundo peligroso y en constante guerra, si era sabido que el rey de los demonios mantenía un vínculo sentimental con su mano derecha se generarían más ataques y peligro de asesinato o secuestro para sí mismo.  El gran sabio tenía presente el amor de su rey y no ponía en duda sus palabras.

Con el paso del tiempo quiso creer que su rey seguía amándole a pesar de todo.

Shinou se negó a establecer una unión legal con él y a hacer público su romance cuando las cosas lograron estabilizarse en el reino. Aún así, él lo entendió. Fue comprensivo porque lo amaba y porque era su alfa. Jamás puso en duda las acciones del rey, todo lo que el otro hacía era por un bien mayor.

 Incluso entendió cuando se negó a marcarlo y unir sus almas a través de ese lazo.

Sus sentimientos por el gobernante fueron tan intensos que paso por alto todas esas cosas. En muchas ocasiones dejó de lado sus emociones y sufrió en la soledad de su habitación la tristeza que crecía dentro de su corazón. Sin embargo, todos esos sentimientos negativos se volvieron positivos al saber que algo más logró crecer en su interior.

Murata alzó su mano y acaricio de forma inconsciente su plano vientre.  En su vida pasada había logrado quedar embarazado de su rey. En aquel tiempo, el pensar en dar a luz al hijo de Shinou le causó un inmenso júbilo. Era como un pequeño rayo de luz que se colaba sobre un cielo ennegrecido, brindándole una ligera esperanza y un ánimo renovado a su existencia.

Sin embargo, esa alegría logró opacarse poco a poco hasta desaparecer completamente.

La salud del rey comenzó a mermarse antes de poder darle la feliz noticia. Sumado a esto, una nueva guerra amenazaba con alzarse sobre su reino. La situación se había tornado sumamente delicada y él no encontró el momento propicio para decirlo.

Un par de semanas después el bebé que gestaba en su vientre abandonó su interior. Su cuerpo lo rechazó y desechó como si nunca hubiera existido dentro. El médico que mantuvo su discreción en el asunto le explicó que su organismo no era adecuado para  crear vida y probablemente no volvería  a suceder; además el estrés al que se enfrentaba había ayudado a crear tal desenlace.

El pelinegro rompió en llanto. Lloró como nunca antes lo había hecho y lo hizo hasta quedarse completamente dormido. Cuando despertó sintió que todo había sido  una horrible pesadilla. Una en la que su bebé seguía dentro de su vientre, sano y salvo. Una en la que Shinou no había decaído gravemente en salud.

Un golpe en  la puerta de su habitación le trajo de vuelta a la realidad. Se secó las lágrimas y dio su autorización al médico para ingresar. Le pidió no comentarle nada al rey sobre ese asunto tan delicado, ni a él ni a nadie.

Su hijo no nato sólo sería recordado en sus más profundos y dolorosos recuerdos.

El pelinegro se levantó de la cama pocos días después a pesar de la tristeza y el luto que guardaba en su corazón. Debía estar al lado de su rey, permanecer con él hasta que su existencia desapareciera de la tierra.

Llegó a sala del trono donde sabía que se encontraba el gobernante. Sus ojos escrudiñaron a los acompañantes usuales del monarca y pusieron mayor atención en la figura delgada y delicada que se encontraba más próxima a Shinou.  Rufus era un omega atractivo, sin marca y dispuesto a entregarse devotamente a su rey. No era un secreto para nadie que el  joven rubio poseía sentimientos de carácter romántico hacia el alfa. SU ALFA.

El Gran Sabio no odiaba a Rufus; por supuesto que no. Si tuviera que describir con una palabra lo que sentía por aquel omega rubio eso era: Admiración.  Rufus era un omega que no se limitaba por su género, era fuerte y poseía un maryoku de fuego que resultaba ser letal para sus oponentes. Sumado a esto era completamente leal y devoto al rey de los demonios. Poseía muchas cualidades que el mismo carecía y no podía evitar envidiarlo y admirarle al mismo tiempo. En el fondo deseaba ser una persona como él, pero no era más que si mismo. Sólo era el recatado, inteligente y calmado Gran Sabio.

Soltó un suspiro y camino a paso tranquilo acercándose al trono. Conforme avanzaba logró esbozar una pequeña sonrisa que aparentaba serenidad. Su sonrisa fue desvaneciéndose al escuchar las palabras que salían de las personas que se encontraban ahí.

El rey necesitaba un heredero.

Un balde de agua fría cayó sobre su cabeza ante ello. Él acababa de perderlo y no podría darle un nuevo hijo a Shinou por más que lo deseara. Alzó su mirada alarmado observando a su rey con gran interrogante y esperando una respuesta por parte de este a la conversación. El rey alfa le miró con algo que identificó como tristeza y culpa antes de desviar su mirada a un costado.

El gran Sabio sintió su mundo derrumbarse al escucharlo las palabras que salieron de su boca y se negó a creerlo.

Shinou reconoció frente a todos los presentes a  Rufus Von Bielefeld como su futuro consorte.

No sabe qué fue lo que se dijo después  de aquello, estaba tan estupefacto que su cerebro se había desconectado de su cuerpo. Trato de asimilar aquellas palabras y de buscar en el rostro del rubio algún indicio de mentira. Pero no encontró nada.

Se tragó todo el dolor y orgullo que poseía en su ser y les felicitó brevemente por el compromiso con su mejor cara. Se disculpó con los presentes poniendo de pretexto el trabajo pendiente y abandonó la estancia lo más rápido que pudo. Todos se encontraban concentrados en la “buena noticia” por lo que nadie le prestó atención durante su patética huida.

Quería morirse. Su mundo se derrumbaba frente a él con tal velocidad que fue difícil asimilar todo lo que a su alrededor sucedía.

Llegó a su oficina y fue ahí donde se derrumbó, cayó de rodillas, cubrió su boca acallando sus lastimeros sollozos y se permitió liberar aquellas lágrimas que amenazaban con salir unos instantes atrás.

Murata detuvo su andar, se sacó los lentes unos instantes y se limpió esa solitaria lágrima que se había formado en uno de sus ojos. No tenía caso llorar por algo del pasado y que, concretamente no le había sucedido a él, a Murata Ken.

Retomó sus pasos e ingresó a la habitación donde permanecían las cajas que una vez representaron una amenaza para el mundo.

-No luces muy bien, mi Gran Sabio- sintió esas palabras muy cerca de su oído -¿No has descansado apropiadamente?- los brazos del que fue alguna vez el primer rey le envolvieron completamente por la espalda y él sólo pudo suspirar con cansancio.

-podría descansar si alguien no estuviese cerca de mi todo el tiempo- se deshizo del agarre y logró apartarse varios pasos a distancia –He venido a hablar contigo sobre algo muy importante- soltó sin rodeos y con una expresión de total seriedad fijado su vista en el ser que se encontraba frente a él.

-adelante- el viejo rey esbozó una sonrisa calmada -¿Qué es lo que sucede?-

-He encontrado un alfa- respondió sin titubeos –es un buena persona en el fondo y sé que me tratará bien; así que voy a dejar que me marque- permaneció con su rostro serio –es por ello que me gustaría pedirte que dejes de acosarme y de tener segundas intenciones conmigo-

La sonrisa en el rostro del rey desapareció al instante y un semblante oscuro comenzó a rodearle -¿Quién es ese alfa?- cuestionó dando un par de pasos acercándose al otro -¿Dónde lo has conocido? ¡¿De dónde es?!- su tono de voz comenzó a elevarse -¡¿Acaso te ha tocado ya?!- sus manos se posicionaron sobre los hombros del pelinegro ocasionando una ligera presión sobre estos -¡Respóndeme!- exigió sacudiéndolo un poco -¡¿Por qué quieres abandonarme?!  ¡¿Acaso él es mejor que yo?!-

-Shinou me estas lastimando- a pesar del miedo que le ocasionaba el repentino ataque de ira que el rubio tenía no se intimidó, sólo esbozó una ligera mueca de dolor –por favor suéltame- alzó sus manos y sujetó las muñecas contrarias intentando apartarle.

-¡Responde maldita sea! ¡¿Lo amas?!-

-¡Sí!- gritó antes de morderse el labio y continuar con aquellas palabras que debía decir – ¡Si lo quiero!- le miró con expresión dolida -¡Lo quiero porque es una persona honesta! ¡Él me ha declarado su amor y yo le he correspondido!- con gran fuerza se liberó del agarre del otro y se apartó a una distancia prudente –Me ha besado y yo….-

-¡Mientes!- Shinou le interrumpió y le miró incrédulo -¡Tú eres MI omega! Lo fuiste antes y lo seguirás siendo aunque no lo quieras- declaró con gran molestia –él podrá prometerte el mundo, pero jamás te amará como yo y tú nunca  llegarás a amarlo ¿Sabes porque? Porque yo soy tu destinado; porque tu alma y la mía están hechas para estar juntas-

-te equivocas, nosotros nunca hemos estado destinado a estar juntos- la voz le tembló pero se mantuvo firme mientras apretaba sus puños  -¿Sabes porque lo he escogido? Porqué él me puede dar lo que tú no puedes- le encaró con la mirada –me puede dar una vida sin mentiras, sin secretos; cuando él me toca con sus manos puedo sentir su calidez y no la frialdad que desprende la muerte….-  abrazó su propio cuerpo y pensó en todas las veces en que Shinou le tocaba, no podía sentir nada, tan sólo existía un toque frío y carente del calor corporal que un ser vivo poseía -….quiero ser una prioridad y no un secreto que se puede ignorar y fingir que no existe- le observó con rudeza –tal vez tengas razón en una cosa, podemos ser una “pareja destinada”  y nuestras almas pueden estar unidas, pero nuestro destino no es estar juntos- hizo énfasis con sus dedos en las palabras pareja destinada – ahora  tú eres sólo un espíritu y yo un ser vivo…. Nada bueno resultara de eso y ambos lo sabemos….- caminó con paso inseguro pasando por un lado de un incrédulo Shinou y se detuvo antes de abrir la puerta –adiós Shinou- abrió la enorme puerta y salió presurosamente. Tenía que irse, alejarse de ese lugar y  pensar con claridad acerca  de sus palabras.

Todo lo que le dijo a Shinou era cierto. Por muy egoísta que sonara él quería mucho más que lo que el primer rey le ofrecía. Murata quería sentirse apreciado, valorado y ser el único omega para un alfa. Es por ello que había elegido a Shouri.

Si bien era cierto que  su relación con el hermano mayor de su mejor amigo comenzó con el pie izquierdo eso no quitaba el hecho de que Shouri era un alfa atractivo. En varias ocasiones las feromonas de Murata se vieron alteradas por la presencia del alfa pelinegro y viceversa. Era una atracción que poco a poco comenzó a ganar fuerza hasta convertirse en algo más.

El omega pelinegro no quería tener más secretos con una potencial pareja así que terminó por contarle todo. Su pasado, su naturaleza y sobre todo, la relación que lo unía al antiguo rey.

 “¡Elíjeme!” había sido la respuesta que el alfa le dio después de su relato y; ante su sorpresa y aturdimiento,  termino aceptando tener una relación con el futuro maoh de la tierra.

Todo eso había sucedido hace varias semanas antes de regresar  a Shin Makoku con Shibuya.

Murata subió a su nuevo caballo y decidió retornar al palacio Pacto de Sangre. Quería descansar y olvidarse de toda la situación con Shinou y pensar en su nuevo futuro junto al hermano de su amigo.

No sabía si su elección había sido la correcta pero no se detendría a pensar en ello, tan sólo dejaría que todo fluyera como debía ser.

Su mente traicionera le recordó el rostro de desconcierto del rey rubio momentos atrás. Sacudió su cabeza un par de veces y apresuró el galope de su caballo esperando que el viento en su rostro despejara sus pensamientos.

No quería pensar pero parecía que su mente y su instinto no pensaban lo mismo. Ellos sabían a quien pertenecía realmente y eso le molestó.

Él odiaba a Shinou pero también lo amaba. Albergaba sentimientos por él que iban más allá de su capacidad.

¿Esos sentimientos se debían a su yo del pasado o pertenecían a su yo actual?

Su pantera interior soltó un sonido que no supo descifrar. Quizá era un lamento de dolor mezclado con tristeza o simplemente un gruñido de disconformidad. No lo sabía. Solo sabía una cosa con certeza.

El destino sí que era un maldito.

 

 

 

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Wólfram no se sentía bien.

Su cuerpo comenzaba a tener una sensación de calor intolerable, su respiración se agitaba a cada paso que daba y su visión se volvía borrosa conforme pasaban los minutos. Su celo estaba cerca, más que cerca, estaba comenzando.

-ahora no- masculló entre dientes al apoyarse en la pared de piedra de aquel pasillo, debía llegar a su habitación, encerrarse en ese lugar y tomar los supresores esperando que todo pasara.

No cargaba consigo aquellas pastillas puesto que no esperaba que sucediera tan pronto. Aún faltaban un par de semanas para que sucediera y él no había prevenido aquello.

Pasó saliva con dificultad y continuó su camino lo más rápido que pudo. Sus piernas temblaban cual siervo recién nacido y su ropa interior comenzaba a darle una sensación de humedad bastante desagradable. Su cuerpo estaba lubricando; se sentía pegajoso, húmedo e incómodo con cada paso que lograba dar.

Necesitaba apresurarse y no encontrarse a nadie en el transcurso. Rogaba a Shinou el poder llegar a su habitación sano y salvo, lejos de cualquier alfa que se encontrara en el castillo.

Existían un par de guardias que poseían una naturaleza alfa, además de su hermano mayor y los varios pretendientes que arribaron al castillo hace un par de días con la esperanza de ser aceptados. En total, dentro de las paredes del palacio se encontraban 9 alfas, incluyendo al rey.

No quería toparse con ninguno, aunque siendo sincero consigo mismo, esperaba que el único fuera su prometido.

Escuchó pasos acercarse en su dirección  junto a un par de voces que reconoció como masculinas. Su cuerpo se tenso y su corazón se detuvo al distinguir a un par de alfas a pocos metros de distancia.  Se trataba de dos de sus pretendientes; aunque su visión no podía enfocar de quienes se trataba exactamente.

Ambos alfas le miraron con fijeza. Wólfram estaba seguro de que ellos  se habían percatado ya de su aroma a celo, era evidente debido a aquel par de ojos que le desnudaban con la mirada y le devoraban sin despegarse de su cuerpo.

El rubio se tensó y dio la vuelta dispuesto a huir lo más lejos posible de ese par. Si se quedaba era seguro que terminaría violado por ambos en medio del pasillo y marcado por alguno de los dos. Y claramente no quería eso.

Sus piernas fueron incapaces de sostenerle y ayudarle con su escape. El frio suelo le recibió de lleno y supo en ese instante que no tendría escapatoria. Aunque su mente y corazón se negaran, su instinto dominaba su cuerpo en esos instantes y sólo le pedía una cosa.

Tener un alfa dentro.

Negó con la cabeza varias veces mientras intentaba incorporarse y retomar su huida. No quería eso,  no lo quería si no era Yuuri.

Un escalofrió recorrió su cuerpo al sentir el aliento de uno de los alfa en su cuello. Justo por debajo de su nuca.

-tienes un aroma exquisito- exclamó el otro hombre relamiendo sus labios y agachándose para poder llenar sus fosas nasales  con aquel embriagante aroma a celo que se desprendía del cuerpo del omega.

-….n….no…- el rubio rogó débilmente antes de que su cuerpo fuese girado dejándole boca arriba, a completa merced de aquellos alfas. Uno de ellos se sitúo encima de su cuerpo mientras que el otro permaneció a un costado.

-Estas desesperado ¿No es así?- más que pregunta resultó una afirmación –déjame aliviarte- comentó con una completa lascivia cuando su mano comenzó a retirar la pañoleta blanca del cuello del omega –déjame llenarte por dentro y preñarte con mis hijos- sus manos desabotonaron con prisa el saco militar azul que solía portar. La camisa blanca debajo de este también fue liberada de los botones y terminó por mostrar el torso desnudo del omega rubio.

Ambos hombres comenzaron a sentir una mayor necesidad de tomar y poseer aquel débil omega. Las feromonas que este emitía se volvían cada vez más intensas causando que sus propios instintos dominantes fuesen liberados del reposo en el que se encontraban. Debían tocarlo, marcarlo y hacerlo suyo a como diera lugar. El omega los estaba provocando con ese rostro cegado por el placer, con esos ojos que amenazaban con soltar pequeñas lágrimas que humedecieran sus sonrosadas mejillas y con esos rosados botones que se alzaban erectos en un pecho plano y de piel blanquecina completamente tersa y suave.

Wólfram Von Bielefeld era un exquisito manjar que deleitaba las pupilas de cualquiera y uno que ambos estaban dispuestos a probar.

Los dos alfas  se miraron por unos instantes.

¿Quién sería el primero en deleitarse con el hermoso omega?

-lo haré yo primero- el que se encontraba sobre el rubio hablo con claridad y con la mirada fija en quien lo acompañaba –puedes tomarlo después- pasó su mano sobre el pecho del omega y, posteriormente, se agacho para pasar su lengua por una de sus tetillas. Wólfram soltó  un tenue gemido que deleito su oído. Sin embargo, esta fue una única acción que el alfa realizó,  ya que de inmediato fue apartado bruscamente.

El otro alfa le había tomado del hombro y le había empujado con fuerza a un costado apartándole del cuerpo del omega.

-¡¿Qué diablos te sucede?!- gritó al sentirse apartado; apoyó sus manos sobre el suelo y le observó con evidente molestia.

-¡¿Quién decidió que tú lo harías primero?!-  retó el alfa que se encontraba ahora encima del rubio –yo voy a tomarlo primero-  levantó las manos del omega sobre la cabeza de este y le aprisionó con una de sus manos –se ve tan delicioso- se relamió los labios mientras se atrevía a acariciar aquella piel desnuda con las yemas de sus dedos –vamos, no te contengas- esbozó una sonrisa lasciva al descender su toque a la entrepierna  del omega, Wólfram no pudo evitar que un gemido saliera de su boca ante ese contacto –eso es…gime sólo para mí- bajó su rostro hasta quedar a pocos milímetros de los labios ajenos –entrégate completamente a mi-

Wólfram mordió sus labios con impotencia negándose a que más sonidos de ese tipo salieran de su boca. Ya era lo suficientemente humillante haberlo hecho antes como para repetirlo de nuevo. Incluso era  lamentable que fuese capaz de reaccionar por las caricias de un alfa que  no deseaba.

El rubio movió sus piernas para poder liberarse pero estas no respondieron como deseaba. No podía huir de eso. Un par de lágrimas surcaron su rostro, no quería ser tomado por ellos en pleno pasillo.

No quería que su primera vez fuera a manos de estas personas.

-Yuuri…-  llamó a su alfa en un lastimero intento por ser salvado –Yuuri- cerró los ojos y los apretó con fuerza al sentir los labios ajenos sobre los suyos.

El alfa que le besaba se apartó unos instantes después de tocar sus labios, Wólfram estaba ligeramente feliz de que no profundizara el beso. Agradeció que el otro alfa lo apartara de su rostro y de su cuerpo evitando un tipo diferente de contacto.

Les escuchó discutir, pelear sobre quién lo haría primero. Wólfram fijo su vista en aquel par, el aura de ambos se encontraba visiblemente liberada, cada uno intentaba dominar sobre el otro para ser la primer persona en penetrarlo.

Wólfram se removió en su sitio, giró su cuerpo con lentitud e intentó incorporarse para alejarse mientras ellos discutían. No tenía deseos de quedarse y esta era su única oportunidad de escape. Su fuerza de voluntad y cordura se mantenía débilmente sobre él y no sabía cuánto tiempo estaría presente.

Sin embargo; pese a su fuerza de voluntad, el omega rubio no pudo levantarse. En cambio, terminó por arrastrarse sobre sus brazos para poder apartarse de ese sitio.

-Yuuri…- volvió a llamar a su alfa pidiendo por ayuda mientras avanzaba lentamente.

“Por favor sálvame”

-ambos lo haremos- su cuerpo se tensó con las palabras que salieron de la boca de uno de los alfa. Ellos no podían estar hablando en serio respecto a eso.

Negó con la cabeza un par de veces. Su cuerpo se había detenido y pudo sentir la proximidad de ambos debido al evidente aroma de alfa que ellos desprendían.

Estaba completamente perdido y a su total merced.

-Él  es mío- una tercera voz se dejó escuchar en el pasillo deteniendo cualquier acción por parte del otro par y sorprendiéndolo al instante.

Wólfram alzó su mirada para poder enfocarla en el recién llegado, se trataba de  otro alfa pero no podía distinguirlo con claridad. El nuevo alfa desprendía un aroma diferente al de los otros. Este poseía una esencia atrayente, tan refrescante como una brisa matinal en pleno verano. Era sumamente tranquilizante y extrañamente familiar.

 El rubio cerró sus ojos y dejó que aquella fragancia llenara sus fosas nasales. Sentía que podía confiar en este hombre y ceder a su instinto con esta persona.

Su instinto le alertó de la proximidad  de esa persona debido a la fuerte aura que desprendía. Era un alfa sumamente dominante y que lograba intimidar a otros de su tipo. Sabía que el par anterior no volverían a acercarse debido a ello. Este alfa había establecido su dominio y no dejaría que nadie tomara lo que él ya había declarado como suyo.

Wólfram sintió que su cuerpo era levantando con cierta facilidad. A pesar de que esta persona no era alguien de complexión fuerte ni mucho menos de gran estatura, podía claramente cargarle sin dificultad alguna.

Los ojos del alfa y los suyos se encontraron al instante cuando sus rostros quedaron a una distancia corta. En ambos se reflejaba la misma cosa. Deseo.

Su mente abandonó el poco raciocinio que quedaba en él volviéndolo una espesa neblina. Su corazón dio un vuelco causado quizá por su instinto omega. Levantó sus brazos y los envolvió en el cuello del alfa.  Se apoyó en su pecho y cerró los ojos. Se dejaría llevar, su interior le decía que era lo correcto.

Los siguientes minutos se volvieron borrosos para él. Wólfram abrió sus ojos al sentir el roce de unas manos ajenas sobre su piel desnuda. Era placentero, cada toque que esa persona hacía en su cuerpo generaba miles de descargas eléctricas que recorrían cada parte de su ser. Se sentía bien, incluso más que eso.

¿En qué momento había sido desnudado?

Wólfram jadeó cuando su cuello fue atacado por los labios ajenos. Aquellas  manos que parecían inexpertas comenzaron a masajear su endurecido miembro.

Todo parecía indicar que este alfa tenía nula experiencia sexual con otras personas. Era probable que él fuese la primer persona con la que había llegado a tanto. Interiormente eso le alivio y le hizo sentir una pequeña felicidad. Este hombre se encontraba en las mismas condiciones que él y eso le tranquilizaba de cierta manera.

Su mente fue distraída al sentir el rápido movimiento de aquella mano sobre su pene. Estaba masturbándole y por Shionou, se sentía como la gloria misma.

Giró su rostro enrojecido y sudoroso para enfocarse en el lugar donde ahora se encontraba. Era una habitación que se le antojaba conocida. Su rostro pudo sentir la suavidad de las sábanas de seda sobre su mejilla. Estaba recostado sobre una enorme cama con un alfa encima que le tocaba  a placer.

Un nuevo sonido emergió de su boca cuando sintió un par de dedos introducirse en su interior. Ambos dígitos se movieron circularmente y después entraron y salieron sin problema alguno de su interior. Su cuerpo; como un mecanismo natural reproductivo, se encontraba lubricando lo suficiente para facilitar la penetración. Fue así que un nuevo dedo fue añadido a los anteriores sin mayor dificultad.

-n….no m…más…- jadeó, estaba completamente excitado y sentía que pronto terminaría ante tales atenciones -…p…por favor…- rogó enfocando su mirada en el alfa, no quería más estimulación, quería acción. Deseaba sentir el miembro del otro en su interior y sobre todo, deseaba sentirse unido a esta persona. Lo quería, lo necesitaba con urgencia.

Como si su suplica fuese escuchada, sus piernas fueron separadas para darle espacio al alfa entre ellas. El hombre se acomodó y acercó su pene a su virginal entrada invadiéndola de una sola vez.

Wólfram arqueó ligeramente su espalda ante la intromisión y soltó un sonoro gemido. Esto era mejor que sus sueños o cualquiera de sus fantasías. Se sentía mil veces más placentero que el toque solitario que solía darse en su habitación con cada celo. La realidad era mucho mejor que aquello.

El hombre comenzó a embestirle con lentitud y después, con una fuerza mayor. Los brazos del alfa se encontraban a ambos costados de su cuerpo sirviéndole de apoyo mientras le penetraba. Sus rostros se encontraban relativamente cerca y ambos podían sentir la respiración agitada del otro. El alfa se acercó acortando la distancia que les separaba y se fundió en un beso con él. Sus lenguas se encontraron rápidamente y danzaron entre sí hasta separarse debido a la falta de aliento.

El omega observó al alfa que estaba poseyéndolo con atención;  a pesar de que su rostro era borroso ante sus ojos sentía una extraña sensación de alivio al contemplarlo. Parpadeó un par de veces enfocándose más en él;  pudo distinguir un par de orejas caninas  que se alzaban sobre la cabeza ajena reemplazando a las humanas.

Cuando un alfa y un omega se unían de una forma carnal ambos tomaban una forma animal parcial. Era probable que él mismo hubiese liberado ya sus orejas y su cola pertenecientes a su única raza.

Wólfram bajó su vista y pudo distinguir una cola que se agitaba vigorosamente detrás del alfa. Estaba adquiriendo esa apariencia que sólo había escuchado por boca de otros. Sintió curiosidad por ello y alzó sus manos para poder tocar las orejas. Eran bastante suaves y, de alguna forma le recordaban a….

-¡aahh!- el rubio alejó sus manos de aquellas extensiones al sentir que el alfa tocaba una parte extraña dentro de él. Una, dos, tres veces más ese mismo punto fue tocado llevándole al éxtasis -…a…ahí…- se sujetó de las sabanas, aferrándose con fuerza a ellas. Muy pronto llegaría a su límite, podía sentirlo.

De improvisto, el alfa se detuvo y abandonó su interior. Wólfram soltó un bufido descontento por la acción. No podían detenerse ahora, no cuando estaban a punto de concluir el acto carnal. Su disconformidad desapareció dejando paso a la sorpresa cuando su cuerpo fue girado y su cadera fue levantada dejando su trasero a merced del alfa. El hombre volvió a penetrarle de una sola estocada para retomar su unión.

Un par de colmillos caninos emergieron de su boca dándole una apariencia más salvaje, más animal. El hombre se acercó al cuello del omega con lentitud sin dejar de moverse, sin dejar de penetrarle. Abrió su boca y le mordió de inmediato por debajo de la nuca.

Antes de que pudiese reaccionar, Wólfram sintió el espeso líquido llenar su interior junto a un enorme dolor en su cuello producto de una mordida. El alfa no sólo se había corrido dentro de él sino que también le había marcado como suyo para siempre.

Una parte de él, muy en el fondo se arrepentía por ello. Se había entregado completamente a esta persona y ni siquiera sabía de quien se trataba.

 No podía creer que lo hubiera hecho.

 No podía creer que su instinto fuese tan vil como para llevarlo a cometer semejante traición a su corazón.

Había engañado a Yuuri y sobre todo, se había decepcionado a sí mismo.

Una solitaria lágrima surcó por su mejilla cuando el alfa apoyó su cuerpo sobre el suyo. El hombre se encontraba dentro de él aún después del orgasmo; esto debido a que el miembro del alfa se había hinchado naturalmente durante el orgasmo como un mecanismo para asegurar el embarazo. Por unos momentos más no podrían separarse hasta que la hinchazón bajase.

-Wólfram…- le llamó en un débil susurro –Wólfram-

Un pequeño sollozo abandonó los labios del rubio –Yuuri….- llamó a la persona que se encontraba en sus pensamientos y en su corazón. No le importó si este hombre no era él, tan sólo quería imaginar que su debilucho prometido era la persona que había tomado posesión de su cuerpo.

Podía soñar ¿No es así?

Después de todo, este alfa poseía una complexión similar a la de su prometido. Su cabello era corto al igual que el del gobernante y su especie era parecida a la suya.

Wólfram cerró los ojos cuando sintió al alfa abandonar su interior.

Ya no podía hacer nada ni seguir lamentándose por lo que acababa de suceder. Pertenecería a este hombre por el resto de su vida y era muy probable que hubiese quedado en cinta con el acto.

Su compromiso con Yuuri al igual que su vida habían terminado en el mismo instante en el que decidió entregarse a este alfa.

 

 

 

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Notas finales:

 

Bueno eso es todo. Sé que después de esto querrán mi cabeza pero gracias a dios nadie sabe quien soy realmente….

Les dije que habría sorpresas en este capítulo y espero haber sorprendido a más de uno con ello. Han sido 15 páginas de word y eso lo convierte en el capitulo más largo que haya escrito....

En un mundo donde el instinto domina sobre la razón nadie puede luchar contra ello y quería dejar en claro ese punto.

¿Porqué decidí meter a Murata, a Shinou y a Shiori en un triangulo amoroso? Why not?

Me gustan estos personajes y emparejarlos, además es la primera vez que los manejo así que me disculpo por el enorme OOC que hubo con ellos. Si, si se lo preguntan si tiene una finalidad haberlos incluido en la historia además de mi gusto por ellos.

No, no mencione lo que es Wólfram porque creo que el siguiente capítulo lo aclarará.

¿Quién es el alfa que marcó a Wólfram? No voy a decirlo, porque me gusta ver el mundo arder…ok no….porqué ¿Qué caso tiene decirlo yo misma cuando se puede averiguar en futuros capítulos?

¿Actualizaré pronto? No, quizá lo haga dentro de dos semanas debido al trabajo acumulado que tengo. Si me paso de las dos semanas sepan que será en un plazo menor a un mes.

Me disculpo por las faltas de ortografía cometidas, no he dormido en dos días; así que realmente no pienso adecuadamente y se me pasan varias cosas.

Si tienen alguna duda, queja o comentario no duden en dejar su opinión. Es rápido, sencillo y me ayudan a motivarme a seguir escribiendo con regularidad :D

Sin más que decir, nos leemos en la próxima actualización.

 

 

 


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