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El Fuego en mí (segunda temporada) por Daggett

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Knox

 

El dulce silencio de la muerte 

 

El colegio Marvel era distinguido por albergar a toda clase de niños problemas. Si algún padre tuviera un hijo que le causara un dolor de cabeza, el colegio Marvel era la solución.

No tenía jardines, tampoco campos deportivos. La directiva del colegio era muy clara en ello, el alumno estaba ahí para pagar sus errores, tenían que valorar todo lo que perdieron en sus otros colegios, por haber sido un puñado de revoltosos. Esas siempre eran las palabras de bienvenida que usaba Greta , la directora del plantel. Una mujer de baja estatura con una prominente barriga. La mujer caminaba con un bastón a lo largo de aquel despreciable lugar. Mirando con sus pequeños ojos negros dentro de las aulas.

Ese día recibiría a un nuevo profesor. Recomendado por altas fuentes de la comunidad de enseñanza.

Julian M. Donovan, decía el encabezado del currículo. La mujer lo tomaba con sus pequeñas manos regordetas, mientras daba un sorbo a su taza de té.

 

-Señora- llamaron por el auricular. –ha llegado su cita de las once.

 

-Haslo pasar- dijo la mujer. Su voz se asemejaba a una corneta molesta.

 

La puerta de la pequeña oficina se abrió y dio paso a un hombre joven, que vestía de negro. Alto,  y de brazos fuertes. Con una mirada profunda de color negro. Sus cabellos lacios que caían graciosamente por el rostro, rompían con esa apariencia tan sería que daba a  mostrar.

Greta le dio un rápido vistazo, encontrando que lo único molesto en su apariencia, era esa barba recién salida , a su gusto, parecía una manifestación de hormigas.

 

-Siéntese- le dijo- No esperaba que fuera tan joven.

 

-Tengo 26 años recién cumplidos- respondió con una sonrisa. –y créame que estoy capacitado para tratar con estos jóvenes.

 

-¿Por que?- dijo mientras ladeaba la cabeza.

 

-Yo fui uno de ellos. En mí adolescencia cree muchos problemas. Estuve hasta en un reclusorio juvenil. Después que encontré ayuda. Sé que puede sonar a cliché, pero en base a mi experiencia, ahora me dedico a tratar con estos chicos.

 

-Mmmm, la verdad es que lo que acaba de decirme no me convence nada. Si usted cuenta esa historia a estos...jóvenes, lo más seguro que se aliente en ellos esa actitud tan reprobatoria que tienen.

 

-Todo lo contrario. No pienso alentarnos a nada perjudicial. Créame...estuve en el hoyo, ahora ayudo a otros a salir.  Es mí deseo ayudar a estos jóvenes a encontrarse a si mismos.

 

-Todo un idealista- respondió Greta mientras se ponía de pie. –lo tendré a prueba, Julian.

 

Donovan sonrió internamente. Ya estaba dentro.

 

-Muchas gracias, no va arrepentirse.

 

-Espero que no. Créame que solo lo acepto por las altas recomendaciones que tiene.

 

La mujer le invitó a salir para mostrarle el lugar. Después de un rápido recorrido. Donovan no pudo evitar recordar sus días en el reformatorio. Esa parte de la historia era verdad.

 

-El grupo a su cargo será este...- Greta le señaló el aula. Donovan se acercó a la puerta para encontrarse con aquel cúmulo de hormonas en revolución. Si bien la experiencia no sería grata, la misión lo valía. –lo dejo con ellos, suerte...la va a necesitar.

 

Greta se alejó dando pasos torpes con el bastón, mientras Donovan la miraba con desprecio. –pequeña vaca...- susurró.

 

-Escuche eso- dijo un jovencito rubio de mirada gris.

 

-¿Y tú eres...? preguntaba Donovan al chico parado en la puerta.

 

 

-Soy Eric- respondió mientras sonreía.

 

El chico tenía  cabello rubio, casi dorado, aunado a ese bello rostro. A Donovan le parecía imposible que ese pequeño ángel fuera un chico revoltoso.

 

-¿Cuantos años tienes, Eric?

 

-Quince- dijo sonriendo. Orgulloso de sentirse tan adulto.

 

-Quince- repitió el mayor. Exactamente la edad del chico que venía a buscar. –Bien, entra ya.

 

El chico asintió y Donovan entró al aula. Completamente sucia. Llena de bolitas de papel. La pizarra estaba tan gastada, en ella alguien había dibujado a Greta con la leyenda....”vaca perversa”.

Donovan sonrió mirando a la atenta clase. Estudiando a todos aquellos rostros. Sin duda, a Donovan le parecían pequeños delincuentes en potencia. Pero no le importaba, él estaba ahí solo por uno.

Al aceptar la misión, se le dijo que tendría el camino libre para entrar en ese colegio. Las relaciones que tenía la organización A eran enormes. Fue fácil colarse como un profesor. Incluso, la búsqueda se hacía más pequeña, pues la clase que le asignaron es donde se encontraba aquel chico.

Sin duda, los videntes de la organización nunca fallaban.

 

-Voy a....- dijo dubitativamente. –a...pasarles lista. Debo empezar a conocerlos.

 

Toda la clase comenzó a murmurar, mientras Donovan seguía estudiando a esos rostros.  Tomó asiento y comenzó a rebuscar en el escritorio la lista de los alumnos. Al encontrarla, hizo un bufido exasperado. Estaba cubierta de tinta, al parecer por algún gracioso.

 

-Bien, cambio de planes chicos. – dijo levantando la mirada.-mejor preséntense ustedes.

 

 

-Soy Eric- se levantó el chico rubio. –ya nos conocimos en la puerta, cuando le llamaba pequeña vaca a la Greta.

 

Todos estallaron en carcajadas. Hasta el mismo Donovan estaba a punto de soltar una, pero entonces...

 

-Ese gracioso, es mi hermano gemelo. – dijo un rubio al otro extremo. Y no mentía, era idéntico a Eric, aquel cabello platino, esos ojos...esa sonrisa de ángel y dientes perfectos. – Soy...Knox.

 

 

 

 

Donovan arqueó una ceja. Notando el espeso silencio que tiñó la clase. Hasta la sonrisa de Eric había sido borrada. Al parecer, ese chico era temido

Que ironía, pensaba Donovan. Temido por los temidos.

 

-Bien, Knox. Supongo que la travesía de ustedes dos los puso en este lugar. Lo interesante es...¿quién alentaba a quien?.

 

 

-Knox voló el gimnasio de nuestro antiguo colegio. Yo le encubrí y por eso estamos aquí.- dijo el Eric, mientras volvía a sonreír.

 

-¿Es verdad eso?- Preguntaba el falso profesor. De pronto, muy interesado en Knox.

 

-A él le gusta contarlo de esa forma. Pero...sí, hice estallar el gimnasio entero. Los jugadores de básquet me molestaban.

 

-¿Cómo conseguiste los explosivos?

 

El estomago de Donovan se contrajo. Seguro era él, eso pensaba. Ese chico era el elegido. ¡lo había encontrado en un día!

 

-¿Explosivos?- preguntaba Knox mientras sonreía...-Yo no uso...explosivos. simplemente, lo pensé y ¡pum! ,  había estallado.

 

Se hizo otro incomodo silencio. Pero Eric decidió romperlo.

 

-Fueron petardos que le robamos a papá.

 

Knox se cruzó de brazos mientras volvía a  tomar asiento.

 

Donovan asintió y Eric le miró con una sonrisa, para luego tomar su lugar. El profesor de la clase notó la mirada que se dirigieron ambos hermanos. Miedo, duda y reclamo. Eso leyó en el par de ojos grises. Estos gemelos tenían historia, y él se encargaría de averiguarlo.

 

 

 

 

************************  

 

 

 

 

La espesa niebla cubría el verde bosque. El sol que estaba ocultándose  hacía más sombrío aquel lugar. Un hombre vestido completamente de negro caminaba por el lugar, sus zapatos hacían crujir cada ramita que era pisada, algún búho lo observaba caminar, pero este hombre era ajeno a la naciente oscuridad del bosque. Finalmente, sus pasos se detuvieron junto a un frondoso árbol. Bajo el, el verde pasto era un poco más blando, más nuevo. Se pasó las manos por sus cabellos negros, no le gustaba lo que estaba haciendo, mucho menos entrar a donde iba.  Su barba lo hacía lucir enigmático. Se inclinó al suelo y limpió la tierra que cubría una letra plateada. Parecía una  joya clavada al suelo en forma de “A“. La miró fijamente y entonces sus  ojos negros se extendieron por todo el espacio ocular, dando paso a la más terrible de las miradas. De inmediato, el suelo donde pisaba comenzó a temblar y descender.

Pronto, aquel hombre desapareció del bosque. Ahora descendía en una especie de ascensor minero. Él no podía ver nada, todo era oscuro cuando descendía.

Finalmente el ascensor paró…dio un paso adelante  para salir, podía escuchar los suaves murmullos. Estaba en una especie de pequeño coliseo, con él abajo y al centro. El público lo miraba, aunque él no podía verlos, no distinguía más que siluetas en aquella oscuridad.

 

Una luz blanca lo iluminó solo a él, como si fuera una estrella pop apunto de cantar.

 

-Habla- escuchó decir a una voz varonil proveniente de las siluetas en la gradas.

 

-Los grandes psíquicos tenía razón- dijo frotándose las manos de forma nerviosa.- el chico existe, es como si fuera la reencarnación del primero de nosotros. Azura…

 

Los murmullos comenzaron  de nuevo. Podía escuchar voces femeninas y masculinas al mismo tiempo. Lo llamaban blasfemo por decir tal cosa. Con decepción descubrió que no sería fácil convencerlos.

 

-¿Cómo lo descubriste?- volvió a decir la primera voz que escuchó.

 

-Lo sentí, es muy joven y le gusta la destrucción. Se regodea de ello. Él no sabe que tan devastador es.

 

-¿Está en ese colegio al que te mandamos?

 

-Así es. Vine de inmediato a reportarme y esperar nuevas ordenes.

 

-Tus dos compañeros irán contigo - dijo una voz femenina. -Si tiene los dones de Azura, debe estar con nosotros.

 

-Señores- comenzó con un poco de miedo, sabía lo que podía desatar sus próximas palabras. –La bestia bien pudo contactar con él. No debemos permitir que sea de la bestia, sería…

 

-¡¡La bestia no existe más!!- dijo una voz masculina seguido de otros furiosos murmullos. –El gran Azura terminó  con ella.

 

El hombre negó con la cabeza, esa gente nunca podía ser racional.

 

-Según mis investigaciones- prosiguió con recelo…- la bestia fue liberada en su prisión en el desierto. El cristal rojo ha estado en uso por mucho tiempo, muchos de los nuestros han muerto.

 

-Se ha comprobado que el cristal rojo es usado por Diana- dijo otra voz muy alejada, parecía estar en la cima de las gradas. – Esa mujer perversa es la que ha matado a los nuestros.

 

-Tienen razón- volvió a responder, ya cansado de discutir. – El asunto no es si el cristal es usado por Diana o no. El asunto es que…si el cristal está fuera de la prisión de la bestia, la misma bestia pudo salir también.

 

-Las escrituras no son concluyente- dijo una nueva voz masculina. – Azura pudo guardar los cristales en otro lado.

 

-¡¡Por favor señores!!- levantando la voz…-Si dejamos que estas cosas pasen, la bestia puede matarnos. No entiendo su pasividad, dejan que esa tal Diana mate y…

 

-¡¡Basta!!- dijo una fuerte voz masculina que se levantó de su asiento.-Donovan, ¿acaso no estás juzgando? ¿Crees que debemos inmiscuirnos en esos asuntos?

 

-Yo…señor…es que…

 

-Cállate. El asunto de Diana es triste,  pero jamás expondremos nuestra gran organización solo por ella. Nosotros solo vigilamos a la bestia y el peligro potencial. Este chico que describes lo es. Tus órdenes, son traerlo aquí. Nada más…¡¡vete ya!!

 

-La organización A debería detener a Diana, ella es maligna.

 

-Diana es una mujer importante, dueña de un imperio banal. Si detuviéramos tal personaje público. Muchos la buscarían y nos expondrían. Ella no vale ese esfuerzo.

 

-Pero es que…ha lastimado a muchos de los nuestros.

 

-Vete ya, Donovan. No deben notar tú ausencia, Tráenos a ese chico. El que parece la reencarnación de Azura.

 

Donovan se llevó el puño derecho al corazón y asintió.-Larga vida a Azura y a la organización A- dijo sin más. Retrocedió y de nuevo el ascensor lo llevó al bosque. Estaba harto de esa situación. La organización A se había vuelto burocrática. Les importaba más subsistir en el mundo que el verdadero motivo de su existencia. Vigilar y proteger a los niños Índigos. Tenía que olvidarse del asunto de Diana, esperando que un futuro alguien la pusiera en su lugar. Por ahora, tenía que traer a ese chico. No sería fácil, pero lo haría. Él era el mejor. El líder  de la triada, la elite de la organización A.

 

 

*******************************

 

 

 

Jayce caminaba por el oscuro estacionamiento, los miembros de la organización A se reunían en lugares extraños. De ojos verdes, que marcaban una mirada intensa, alto y de figura estilizada, con el cabello largo hasta los hombros.

Caminaba lentamente, pues siempre había sido precavido, algunos lo tachaban de paranoico. A sus 19 años había sido nombrado miembro de la tríada junto a Marian, bajo el liderazgo de Donovan. Algo que no le gustaba del todo. Jayce era ambicioso...

 

Por fin vio el automóvil color negro, donde le esperaba Marian. El chico se acercó y miró por la ventanilla a su ocupante. La chica  morena de cabellos largos vestía con jeans  azules y blusa negra.

Ella le hizo una seña y el chico entró...

 

-Por fin nuestra primera misión en serio- dijo la chica, visiblemente emocionada.

 

Jayce bufó mientras buscaba un cigarro.

 

-¿Pasa algo?

 

Jayce encendió su cigarrillo con un fósforo y le dio una larga calada. Soltaba el humo lentamente mientras miraba al frente. Pensando en su futuro, su gran futuro.

 

-Marian...- dijo por fin. –Nosotros solo acompañaremos a Donovan. Él es la tríada.

 

-¿Hola? – respondió la chica con burla....-Tríada, tres, tú, Donovan y yo.

 

-Donovan va a llevarse la gloria- dijo con desprecio mientras se giraba para mirar a su acompañante. –él está ahora en ese colegio, buscando a nuestro “pequeño Dios”. Nosotros solo estamos de soporte. Seguramente para cargar el bulto cuando lo tenga. Pero la misión...es de él.

 

-Siento un poco de resentimiento aquí- dijo la chica mientras metía las llaves para arrancar. –Donovan ha demostrado ser muy capaz. Sus poderes...

 

-¡¡¡SOY MÁS FUERTE QUE ÉL!!- Gritó el joven y el auto tembló. Su mirada verde se había perdido entre la oscuridad.

 

-Ya está, Jayce. Por favor tranquilo...- decía la chica para tranquilizar la furia de Jayce. –si la organización se entera que tienes esos sentimientos hacía Donovan, que hablas con burla acerca de nuestro Dios. Tendrías problemas...muchos problemas.

 

-La organización se ha vuelto obsoleta, si supieran hasta donde he llegado...- dijo misteriosamente. Pero Marian hizo oídos sordos. No quería enterarse de nada. Jayce era rebelde, de todos conocido. No entendía como ahora era parte de la tríada. Pero de una cosa estaba segura, no quería problemas con él. Ya lidiaría Donovan con él.

 

Mientras el auto avanzaba, el chico metió las manos al bolsillo del pantalón. Le gustaba sentir el tacto de ese cristal. Una estaca puntiaguda que imaginaba podría atravesar un corazón humano. Uno en especial...

Había escuchado los rumores de Diana, ella usaba el cristal rojo para regenerar sus poderes.

Los tres cristales de la bestia eran prohibidos. Él lo sabía pero no le importaba...si todo salía como lo tenía planeado, pronto tendría los poderes de un Dios. Ni siquiera la misma bestia podría detenerlo. Nadie...Jayce...el gran Dios.

Sonrió ante ese pensamiento. Solo tenía dos obstáculos, Marian y Donovan. Pero él ya era hábil para librarse de los obstáculos. Ya lo había hecho al conseguir ese cristal prohibido.

 

 

*************************   

 

Donovan se encontraba revolviendo algunas cosas entre su escritorio, leyendo libros que hacían alusión a la bestia. Mientras, la clase de enardecidos jóvenes se deshacía en gritos y travesuras. Pero eso a él no le importaba...

 

-Recibirás el premio al maestro del año

 

Dijo una joven voz delante de él. Elevó la vista para observar al chico rubio.

 

-¿Eric ó Knox?  Preguntaba confundido. Dos días llevaba dando clases y aún lograba reconocer a los gemelos. Aunque, Eric se distinguía por ser amable. De carácter dócil y algo todavía más extraño. Eric demostraba mucha simpatía para con él. Eso era raro...

 

-Vamos...- acusó el joven con una mueca de enfado. –sabes muy bien que soy Eric. Mi hermano no habla con nadie, muchos menos con un profesor.

 

-Tú hermano es muy...callado.

 

-Yo hablo por los dos, no te preocupes.- dijo sonriendo....haciendo que el estómago de Donovan se contrajera.

 

-Me parece que deberías volver a tú lugar, yo les he dejado algo que hacer...- mirando la clase que con aprensión. Hacían de todo, menos el trabajo que les  había dejado.

 

-Si tu lo dices- respondió el chico, visiblemente molesto.

 

Donovan siguió con la mirada al ofendido alumno. Se reunió junto a su hermano, ambos hablaron en voz baja, que de por si hubiera sido imposible escucharlos, con todo ese griterío. Knox tomó bruscamente del brazo a su hermano, le hablaba apretando los dientes. Eric solo negaba con la cabeza y eso hacía que los ojos grises de Knox hirvieran de furia.

 

La mirada de Donovan siguió al resto de la clase. Estaba exasperándose...ese puñado de revoltosos no le dejaban concentrase. Estaba a punto de levantarse, gritarles que hicieran su trabajo, pero su teléfono móvil vibró, anunciando una llamada.

 

-Hasta que apareces- dijo, mientras recuperaba el aliento.

 

-Hola para ti- le respondieron al otro lado del auricular.

 

 

-Jayce, ¿esta Marian contigo?

 

-Estamos en posición, esperando para cargar el bulto.

 

 

-Bien, ya tengo un sospechoso...- dijo mientras miraba a Knox, que de pronto era el único alumno escribiendo algo en su libreta.

 

Colgó el teléfono. Tenía que salir de ahí pronto, tenía que encontrar al elegido antes que su paciencia terminara y descargara su frustración en los chicos.

Su mirada cambio hacía Eric, que hablaba animosamente con una chica castaña. Eric sería una buena fuente de información. Eric sería la clave para tener a Knox. Sonrió ante eso, ese chico una muy parlanchín y para colmo, le demostraba un gran interés. De pronto, ese interés ya no era molesto. Era una utilidad aprovechable...ante aquello sonrió.

 

Por la noche, en su habitación. Volvió a telefonear a Jayce y a Marian. Les comunicaba que el plan llevaría un par de semanas. Les ordenó hospedarse en algún hotel cercano, esperando su llamado.

Marian aceptó las ordenes, pero Donovan logró escuchar el bufido exasperado de Jayce. Pero no le importaba, él era el que mandaba.

 

A la mañana siguiente, Donovan decidió comenzar el plan. Conviniendo  dejar su ropa pulcramente negra. Vestía una camisa color blanca y vaqueros azules. Algo muy convencional, pero le daba un toque jovial. A veces olvidaba que todavía lo era.

Despeinó un poco sus cabellos, que junto con su escasa barba, le daba el toque de chico rebelde aparentando ser serio. Sin duda, la fantasía de cualquier colegiala...o, colegial. Según fuera el caso.

 

Al entrar a la cafetería de la  escuela, reconoció a muchos ojos curiosos. Sobre todo por que ningún profesor se acercaba por ahí. Era terreno peligroso, después de todo, era un colegio para chicos con problemas de conducta.

 

Pero Donovan no temía a nada, mucho menos a un montón de hormonas andantes. Como él les llamaba.

De inmediato vio a su presa. Eric, quien se ajustaba su corbata y alisaba algunas arrugas en su uniforma en lugar de comer.

 

-No eres como los demás...- le dijo mientras tomaba asiento junto él. Había un tercer lugar, seguramente ocupado por Knox, pero no estaba.

 

-¿A que se refiere?- preguntó el chico, mientras sonreía nerviosamente. Admirando el rostro sensual de su profesor.

 

-No aparentas ser un chico problema, todo lo contrario. Entregas tus trabajos a tiempo, guardas silencio y mírate, te preocupas por portar correctamente tú uniforme.

 

-eeee.... bueno....- sonrojándose hasta las orejas. Gesto que Donovan aprobó con una sonrisa de triunfo.

 

-Tú hermano es muy serio, diferente a ti, pero tampoco parece crear líos.

 

-¿Ya olvidaste la parte donde un gimnasio escolar fue destruido en su totalidad?

 

-Pudo ser un accidente....- tomando una tostada con mantequilla del plato de Eric. –digo...tú hermano no está conforme por como cuentas la historia.- dando una mordida a la tostada.

 

-Knox destruyó ese lugar y yo le ayudé. Fin de la historia- dijo mientras miraba su plato vacío.

 

-Convengamos que si, pero no creo que tú tengas algo que ver en eso.

                       

-Sabía lo que iba a hacer. Encubrí y le ayudé.

 

-Yo solo digo...que no mereces estar aquí. Mereces asistir a un mejor colegio. No estar entre esta lacra. Tú eres especial.

 

Eric tosió nerviosamente, no sabiendo como responder a eso. Ese joven y sexy profesor le decía que era especial.

 

-¿Interrumpo?- dijo sorpresivamente un recién llegado Knox. Tomaba su lugar en medio de Donovan y su hermano. Al contrario de Eric, el chico no llevaba anudada su corbata , luciendo así, su blanco cuello.

 

-Para nada...- respondió Donovan con una sonrisa. –le decía a tú hermano que ustedes son especiales. No deberían de estar aquí.

 

Aquellas palabras hicieron que Eric se sintiera mal. De pronto el ya no era tan especial. Donovan se había referido a ambos y eso no le gustó. Su hermano tenía una fuerte personalidad, que lo hacían distinguible a pesar de ser idéntico a él.

 

-Claro que debemos estar aquí- respondió Knox, ensanchando su sonrisa de  forma perversa. –Eric me ayudó a volar el gimnasio de nuestra antigua escuela. Hubo muchos heridos y un...muerto.

 

Eric bajó la mirada apenado. No le gustaba recordar aquello. Pero Knox parecía disfrutarlo.

 

-¿Murió alguien? Preguntaba el profesor, eso no lo esperaba.

 

-La mascota de la escuela- respondió rápidamente Eric. –un cerdo.

 

-¿Alguien disfrazado de cerdo?- Donovan rogaba por que eso no fuera cierto.

 

-NO...un cerdo de verdad. Pobre animal.

 

Donovan giró para mirar a Knox  y para que este corroborará la información de su hermano. Este notó el nerviosismo del profesor y decidió responder. –claro...de eso puede estar seguro, un cerdo murió ahí.

 

La campana escolar sonó anunciando la primera clase. Rompiendo el molesto silencio que se había creado.

 

-Bien chicos- decía Donovan mientras se ponía de pie. – nos vemos en clase.

 

-Hasta luego- respondió Eric con una sonrisa.

 

-Vaya con Dios...- dijo Knox, casi con burla.

 

 

Donovan se apresuró a salir. Muy confundido con aquella charla. Knox, quien a todas luces parecías ser el elegido. El justo y noble azura, parecía ser alguien perverso y amante de la destrucción. Sería terrible para la organización (y eventualmente  para el mundo) que Azura hubiera reencarnado en un chico con terribles sentimientos.

 

La leyenda  decía que los niños con una identidad cruel y malvada, serían abandonados por su poder. Como a esa tal Diana. Pero eso no siempre resultaba ser verdad. Su mismo compañero, Jayce, era tan soberbio, mostraba tan poco interés en los valores humanos. Y ahora estaba Knox. Presumiblemente la reencarnación de un Dios.

 

-No es justo. Susurró mientras empujaba la puerta de cristal para salir. Sintiendo que su espalda quemaba, decidió voltear. Knox le observaba con una mueca parecida a una sonrisa retorcida, mientras Eric miraba  la mesa, perdido en sus pensamientos.

 

 

Tres días pasaron desde aquella charla en la cafetería. Knox interrumpía cada contacto que Donovan quisiera tener con su gemelo. Hasta que esa tarde, mientras el falso profesor entregaba los exámenes en el pupitre de cada alumno, dejó caer una nota en el examen de Eric.

El chico miró rápidamente la nota y sonrió a la nada. Esta noche se encontraría con su sexy profesor.

 

******************** 

 

 

 

-¿A donde vas?-preguntaba Knox,  mientras se quitaba la camisa para subirse a la parte de arriba de la litera.

 

-Tengo una cita-  Eric respondió nerviosamente, mientras alisaba sus cabellos.

 

-¿Mi hermanito tiene novia?- decía el chico mientras saltaba de arriba de la cama y se posaba detrás de su hermano.

 

-Bueno...es solo...un prospecto.- dijo mientras miraba su ropas. Un suéter color rojo y pantalones negros. decidiendo que su cabello era aburrido, no tenía la gracia de su hermano.

 

-Somos guapos, Eric- susurró Knox, muy cerca del rostro de su gemelo. Lo abrazó por la espalda mientras descansaba la cabeza en el hombro de Eric. –siempre nos lo han dicho, nadie debería de rechazarnos.

 

Eric miraba a su hermano a través del espejo. Sin duda eran como dos gotas de agua. Pero por dentro, eran diferentes. Como el sol y la luna.

 

-Ya, Knox. Tú eres el más guapo, eso lo sabes.

 

-Voy a demostrarte que no...-le dijo al tiempo que le sacaba el aburrido suéter.

 

-¿¡qué haces!?

 

Pero Knox no hizo caso, prosiguió a bajar los pantalones de su hermano, dejándolo en sus finísimo bóxer negro.

De inmediato, se alejó de él mientras se dirigía a su closet. Revolvió rápido entre sus ropas hasta que encontró el adecuado.

 

-Esto es para ti- le dijo mientras entregaba el conjunto a su nervioso hermano.

 

-Pero, Knox. Está ropa es de camuflaje militar. Padre te la compró cuando fuimos a ese campamento.

 

En efecto, la ropa entregada por Knox, era una replica de un marine. En tonos grises, inclusive le había dado sus botas.

 

-Ahá- respondió el otro rubio, mientras rebuscaba algo más entre su closet. –Bien- dijo encontrando aquello.- estas gafas te irán de puta madre.

 

Tres minutos después, Eric yacía vestido con la elegante ropa militar. El mismo tenía que admitir que se  veía sensual.  Esa chaqueta, esos pantalones tan ajustados.

Recordaba cuando su hermano se lo puso en aquel campamento. Como atraía las miradas. El chico peligroso, esa imagen tan sexy y propia de su hermano. Pero ahora , él lucía como Knox. Adoraba sentirse así...

 

-Te ves genial, hermanito. Todo un rompecorazones.

 

Knox se acercó para colocar las gafas a su hermano.

 

-Pero...es de noche- replicó

 

-Solo quería ver como lucías- sonriéndole cariñosamente.

 

-Gracias, Knox.

 

Knox sonrió y mostró esa particular y sincera sonrisa que solo mostraba a su gemelo.

 

-Padre siempre dice que somos guerreros. Sus guerreros, así que...por eso debemos vestir así.

 

Eric sonrió ante el recuerdo de su padre. A veces Knox podía ser tan tierno...

 

-Bien, se me hace tarde, debo irme...

 

Knox asintió con una sonrisa y dejó ir a su hermano. Al instante en que la puerta se cerró. Knox sintió algo frío , rápidamente se giró y encontró a un hombre sentado en la cama.

El hombre vestía con ropas militares, rubio igual que los gemelos. De hecho, era muy parecido a Eric y a Knox.

 

-Padre...-susurró el joven.

 

-Eric se esta metiendo en algo muy malo. Le estas fallando como hermano. Me estas fallando a mí.

 

-Pero padre....- respondió el chico aprensivamente. –yo siempre lo cuido, incluso lo he alejado de ese profesor, como tú ordenaste.

 

 -¿Y a quien crees que va a ver ahora?- dijo aquella figura mientras se levantaba y se acercaba a su hijo.

 

-¡¡No puede ser!! Se lo he dicho, que se alejara de ese tipo.

 

-No te está haciendo caso, justo como no lo hizo antes, en la otra escuela. ¿recuerdas la explosión?. Ese evento despertó la llegada de ese profesor. Es tú enemigo, Knox. Va a separarte de tú hermano. Viene detrás del poder, ¡¡él lo sabe!!

 

-¡¡Diablos!!- dijo el chico mientras se llevaba las manos a la cabeza.

 

-Ya sabes que hacer, Knox.

 

-Lo sé padre...que haríamos sin ti. Después de tú muerte aún sigues con nosotros. Mamá no se ocupa más, ella solo viaja con su nuevo esposo.

 

-Yo siempre estaré contigo, Knox. Recuerda, tú hermano y tú solo me tienen a mí.

 

-Lo sé, padre.

 

-No lo olvides- dijo el rubio mayor. Knox asintió convencido y entonces la figura de su padre despareció, cual si fuera una bruma.

 

 

*******************    

 

 

 

 

La biblioteca del colegio era un lugar prácticamente abandonado. Los alumnos la utilizaban para practicas no tan sanas. Por ejemplo, fumar o alguna incipiente fiesta.

Para Donovan, sería utilizada para sonsacar la verdad a su inquieto estudiante. Su estancia en el lugar ya se había prolongado. Debía zanjar el asunto lo antes posible. Seguramente Jayce estaba matando a Marian con su mordaz sentido del humor.

 

La puerta se abrió haciendo un terrible chirrido, entonces Donovan fijó su vista en el ¿joven militar? Que se acercaba sonriendo.

 

-¿Estamos en guerra? Preguntaba Donovan, francamente divertido.

 

-Soy un guerrero.

 

-¿Y cuales son las causas por las que luchas?

 

Eric se encogió de hombros mientras miraba con inquietud a su profesor. De pronto, ya no parecía tan buena idea estar ahí. Menos vestido de esa forma.

 

-Mí hermano...-dijo dubitativo. –mí hermano me prestó esta ropa. Cree que tengo una cita amorosa.

 

-¿No le dijiste que yo te cité aquí?

 

-¡¡NO!!- se apresuró a responder. Ahora comenzaba a tirar las colillas de cigarro que estaban sobre una mesa. –a él no le agrada, dice que tiene dobles intenciones.

 

-Tú hermano es listo- dijo sonriendo, mientras se acercaba. –claro que tengo dobles intenciones. Contigo, con él...

 

Eric se sentó en la mesa, ahora, limpia de colillas de cigarros, mientras tragaba gordo. Su profesor se acercaba a él. Lo tenía muy cerca de su rostro. Sus respiraciones se encontraban.

 

-Cuales...- dijo apenas susurrando. ¿cuáles....son esas intenciones?

 

Donovan acarició la mejilla de aquel chico que se derritió al instante. Una extraña sensación se instaló en su pecho. No era justo lo que estaba haciendo. Se aprovechaba de su madurez para seducir a un chiquillo. Que sin duda, ante la falta de una figura masculina y un hermano dominante, lo estaban haciendo presa fácil del cariño de alguien mayor.

Lo peor de todo, es que no podía evitar sentir remordimientos, pues al cabo de un par de días. Él iba a llevarse a su hermano, iba a separarlos. La organización así lo había estipulado.

Cuando salió de la organización, estaba convencido que él hacía el bien, que nunca sería como Diana, nunca usaría sus ventajas para lastimar.

 

Pero ahora...trataba de protegerse con aquel proverbio “el fin justifica los medios”

 

Donovan acercó sus labio a la boca del chico, que suspiró al sentir el contacto. Luego se abrazó a él. Como si fuera un naufrago en busca de su balsa.

 

-Usted...también siente esto- Eric jadeaba, mientras Donovan atacaba su cuello.

 

-Creía...- lamiéndole el cuello hasta llegar a su oído. –creía que no, hasta hace un minuto- dijo sinceramente.

 

-No sé que me pasó, cuando lo vi por primera vez. Sentí que yo tenía una conexión con usted. Algo me atrajo...

 

Donovan sonrió, mientras juntaba la frente con el chico. –En realidad, yo quería que me contaras aquello que sucedió en tú otro colegio. Quiero ayudarte a salir de aquí. No mereces estar en este lugar.

 

Eric se colgó del cuello del mayor y sonrió. –¿me llevará con usted? Dicen que la Greta va a despedirlo al fin de mes.

 

-¿Te gustaría...?

 

-No puedo  dejar a mi hermano. Solo me tiene a mí...y a padre.

 

-De eso quiero hablarte- dándole un beso en la frente. –sé el secreto que esconden.

 

 

Eric apartó al mayor de forma brusca. ¡¡él no podía saberlo!! Por que si lo sabía, es por que era de esa gente mala de la que siempre le hablaba su padre.

 

-¡¡Usted!!- dijo mientras le señalaba con el dedo índice.

 

-Eric, por favor- volviéndose acercar.

 

El rubio negaba con la cabeza mientras la tristeza se instalaba en su pecho. –usted solo quería información. Caí como un tonto

 

-Vine aquí por tú hermano, es verdad- mientras le abrazaba. –pero ahora....-

 

-¡¡Por favor!!- gritó mientras sonreía de forma amarga. –el cuento ese de que te has enamorado de la misión es muy gastado.

 

-¡¡No estoy enamorado!!- dijo de pronto. Realmente no deteniéndose a pensar que sentía realmente. Pero definidamente no podía ser amor. Su trabajo para la organización lo impedía. No era que ellos lo prohibieran,  era su regla de vida, pues...hoy podía estar vivo, pero mañana no.- quiero decir...no lo sé, pero no quiero hacerte daño. Por eso he decidido hablarte con la verdad.

 

-No voy a decirle nada- bajándose de la mesa.

 

-Eric, por favor. Por tú bien...- tomándolo por los hombros. –hay algo que está muy interesado en Knox. Es algo horrible, un monstruo de muchos años de antigüedad. Esa cosa no debe llegar a Knox, no antes que nosotros.

 

-No entiendo nada...¡¡suélteme!!- decía forcejeando con el mayor, pero era inútil.

 

 

Que interesante escena...- dijo una voz que heló la sangre de Eric.

 

 

Ambos dejaron la pelea para mirar al frente, entre la oscuridad de la gastada biblioteca.

 

-Padre- susurró Eric.

 

-Solo la bestia puede aparecer de esta forma

 

Eric miró confundido a su profesor. No entendiendo por que llamaba bestia a su padre.

 

-¡¡Es mí padre!!- le dijo mientras  señalaba a la gruesa figura militar.

 

-¿Tú padre vive, Eric?

 

El padre de Eric se cruzó de brazos sonriendo, esperando la respuesta del chico.

 

-Padre murió, su avión fue derribado ...pero él regresó, ¡¡él nos ama tanto que puede regresar!!

 

-Hay muchas cosas que existen en este mundo, en este y otros- dijo Donovan mientras miraba a aquel ser. –pero déjame decirte algo, Eric, los fantasmas no existen. Esta cosa de ahí no es tú padre. Es un monstruo, si vieras su verdadero rostro, morirías por el horror.

 

-Inspirador el discurso- dijo aquel ser. –has arruinado la ilusión de este chico. He sido su padre desde hace mucho, los he cuidado, cosa que tú gran organización no ha hecho.

 

-¡¡Lo haremos ahora!!

 

-No te engañe, Eric. Realmente él no está interesado en ti, lo que le interesa...

 

Las palabras de la bestia fueron calladas cuando la puerta se abrió, mostrando a Knox, apuntando con un arma a la cabeza de Donovan.

 

-Ya estoy aquí, Eric. Como siempre, arreglando tú desastre.

 

-Knox, por favor, ¡¡no sabía!!- suplicaba el chico por el perdón.

 

 

-Supongo que quieres respuestas, Profesor- dijo Knox, despectivamente.

 

-Yo destruí ese gimnasio-continuó-mi hermano y yo matamos al cerdo. Al cerdo profesor de deportes. Él me hizo algo...algo como lo que usted planeaba hacer con mi hermano. Teníamos que encubrir el crimen. Así que...volamos el lugar. Padre tenía cosas interesante en el garaje de casa.

 

Eric se llevó las manos al rostro. Empapado por la vergüenza de aquel crimen. A pesar de que esa hombre merecía morir, nunca se perdonaría el tomar una vida. Esa tarde cuando su hermano le contó aquello, fue por el arma vieja de su padre, regresó al colegio, esperó a que los entrenamientos terminaran y disparó contra el profesor. Knox le encontró enseguida y terminó el trabajo.

 

-Eric- susurró Donovan, mientras miraba de forma nerviosa el arma que le apuntaba. –no debes sentirte culpable. Knox y tú solo han tratado de sobrevivir.

 

-Y que lo digas...- respondió el gemelo con el arma. –justo como vamos a seguir sobreviviendo.

 

-Puedo ayudarlos, Knox. Tú perteneces a la organización A, eres nuestro líder. Tú vas a conducirnos a la guerra en contra de la bestia.

 

-¡¡Tonterías!!- gritó el rubio mayor. –Knox y Eric saben lo que realmente son ustedes. Unos fanáticos que van a fastidiarles la vida.

 

-No es tú padre, Knox.

 

-¡¡Cállate!! Gritaba el chico mientras blandía el arma....- no sabes lo que es estar solo, ¡¡no sabes nada!!

 

-Mátalo ya, Knox. Mátalo y huye de este lugar. Sé a donde iremos- dijo aquella voz imperiosa. La voz autoritaria del padre de los chicos.

 

Knox quitó el seguro del arma. Eric corrió hasta su hermano para tratar de detenerlo. Pero Knox apretó el gatillo haciendo que el arma se accionara. El disparó se instaló en el hombro derecho de Donovan.

 

-¡¡Knox, no lo hagas!!

 

Gritaba Eric, aterrado cuando su hermano se acercaba a donde había caído Donovan. Sin duda para asestarle el tiro de gracia.

 

-Definitivamente....- balbuceaba Knox. –el segundo muerto es más fácil.

 

-Que Azura me perdone...- los ojos de Donovan se tornaron oscuros.

 

-¡¡Cuidado, va a usar su poder!!

 

Advertía el supuesto padre, pero fue tarde. El puño de Donovan se apretó, mientras se levantaba. Knox nunca había visto algo igual. Se quedó petrificado, aún con el arma en la mano. Admirando el derroche de poder.

Donovan se levantó, al tiempo, elevó su puño al aire y el techo de la biblioteca fue destruido por un poderoso rayo eléctrico. Una vez instalado en su puño, lo lanzó al cuerpo de Knox. Que fue empujado varios metros, sobre los estantes de los libros.

 

-¡¡Knox!!-Eric corrió a ayudar a su hermano. Quitándole de encima los viejos libros.

 

-Esa es la ayuda que promete la organización- se burló aquella aparición.

 

Donovan ignoró aquella voz y se acercó a donde los chicos. Su hombro sangraba y dolía. Pero no podía detenerse, no ahora...

 

Knox se quitó a su hermano de forma brusca. Su cuerpo le hormigueaba, era una desagradable sensación.

De inmediato,  apuntó de nuevo, el chico tenía mala puntería, por lo que esta vez, la bala se alojó en la rodilla de Donovan.

El falso profesor se inclinó, un disparo en la rodilla no era letal, pero si muy doloroso.

 

-Knox, ya déjalo, tenemos que irnos.

 

Suplicaba Eric, su rostro estaba lloroso. Pero su gemelo hervía de furia. Se acercó  y puso el cañón del arma en la frente de Donovan.

 

-Vete a la mierda...- le dijo y apretó el gatillo.

 

Pero nada sucedió. El arma parecía estar descargada. Knox volvió a accionarla, una, dos, tres veces, pero nada sucedió.

 

-Maldición- dijo al tiempo que le pegaba en la cabeza con el arma vacía. Donovan cayó al suelo.

 

-Te dije que aquel profesor murió al segundo disparo. no debieron malgastar tantos tiros .- Dijo el supuesto padre mientras sonreía. –¡¡váyanse ya!!

 

Knox asintió y cogió de la mano a su hermano. Ambos salieron por la puerta. Donovan en tanto, les miraba con aprensión.

 

-Son míos- dijo la bestia...-tú, la tríada y la organización no tienen ninguna oportunidad. La segunda guerra voy a ganarla yo. Comunícalo a tus superiores.

 

La figura militar desapareció. Entonces, Donovan con la mano temblorosa, sacó su móvil y marcó....

 

-Marian...el bulto ha salido. Estoy herido, no me esperen.

 

Y colgó....

 

 

 

 

*******************    

 

 

Jayce salía del pequeño baño, con la toalla enrollada en sus caderas. Marian le  esperaba mientras su pie no dejaba de pegar con el piso.

 

-El bulto escapó. Donovan está herido. Debemos salir al colegio.

 

Jayce sonrió de forma maliciosa. Las cosas se le estaban poniendo muy fáciles.

 

Cinco minutos después, ambos estaban sobre un auto, conduciendo hacía el colegio. Se habían hospedado muy cerca, por cualquier emergencia. La calle estaba tan desolada, nadie transitaba por ahí a esa hora. De hecho, esa calle solo era para el trafico escolar.

 

-Quizá debas entrar, debes ayudar a Donovan.

 

-Negativo- dijo la chica mientras apagaba el auto. Las ordenes de Donovan fueron muy exactas. No me pidió ayuda.

 

Jayce bufó exasperado. Bien, marian se lo había buscado.

 

-¡¡Ahí salen!! Señaló la chica, un par de rubios saltaba la barda de la escuela. No llevaban nada con ellos.

 

-Es hora de actuar- volvió a decir la chica.

 

-Al fin...- respondió Jayce.

 

 

Knox atrapó a su hermano, que acaba de saltar. –debemos irnos, ni mamá nos va encontrar, aunque le interesara.- le dijo, aún sosteniéndolo en brazos.

 

-Nadie va a ningún lado- dijo Marian. Sonriéndole a los chicos. – no teman, solo díganme cual de ustedes es Knox.

 

Deliberadamente, Jayce se había quedado detrás de Marian.

 

-Yo soy- respondió Knox.

 

-Vaya, pensé que lo era el otro, por su vestimenta- respondió la chica....en fin, ahora...

 

Jayce extendió el brazo derecho, la palma de la mano completamente extendida, sus dedos derechos y firmes que anunciaban peligro. Luego, de forma violenta, movió el brazo cerca de la cabeza de Marian, la chica sintió como el aire era cortado detrás de ella, entonces....

 

Marian escupió sangre, sus ojos se desorbitaron. Un fino y delgado corte fue recorriendo todo su cuello, la sangre comenzó a brotar de el. Un segundo después, la cabeza de Marian se desprendió y cayó rodando al suelo. Cerca de los pies de los gemelos.

 

Jayce relajó el brazo y sonrió a los chicos....-bien chicos, ¿Vieron eso? Estuvo genial. Bien, eso puede pasarle a tú hermanito militar, Knox. Solo tienes que venir a mí y extender tú mano derecha. Será rápido y casi sin dolor.

 

Los gemelos aún no salían de su ensoñación. En un solo día habían visto dos clases de poder distinto.

 

-Jayce- dijo una figura que apareció de repente, interponiéndose entre él y los gemelos. –Sin duda te respeto, tienes un alma retorcida. Pero...no puedo permitir que le quites sus poderes.

 

-La bestia en persona- respondió con una sonrisa mientras se acariciaba su largo cabello. –llegué a pensar que no existía.

 

-Jayce, podemos hacer un trato, si me ayudas, puedo darte lo que quieras. Solo déjalos ir...

 

-Nah- dijo al tiempo que extendió la mano. Los gemelos se levantaron varios metros en el aire....-muy bien, Knox, extiende esa mano...

 

La bestia, que aún tenía la forma del padre de los chicos arrugó las cejas. Esperaba que el elegido mostrara de una vez sus poderes. Si no...todo acabaría ahora mismo.

 

-¿¡¡Eric, que pasa!!?

 

-No sé, pero sin duda, nada hubiera pasado ni no te hubieras acercado a ese tipo.

 

Jayce hizo que Knox cayera al suelo, con un movimiento rápido, se acercó a él. Le tomó la mano derecha, la giró. Con su otra mano, sacó el cristal negro y lo clavó en la mano de Knox.

 

-Mis cristales, siendo usados de la peor forma- dijo  el hombre militar. Realmente molesto.

 

Knox gritó por el dolor ocasionado, mientras Eric, aún el aire. Lloraba por su hermano. Se culpaba de todo.

 

 

 

Algo había entrado por el cuerpo Knox. Sus venas se hicieron visible por todo el cuerpo. De forma grotesca, se hicieron visibles y salteaban de su cuerpo. El pobre chico solo se retorcía por el dolor que estaba padeciendo.

-Eres un tonto, Jayce.- hablaba la figura del militar mayor. - Seguramente escuchaste como una mujer utiliza el cristal rojo. Mis cristales funcionan de forma diferente. Alojan almas diferentes. El rojo es curativo, como el poder del alma que contiene. El negro, siendo mí favorito, solo trae muerte, a...fuego lento.

 

Las venas saltonas del cuerpo del rubio comenzaron a flamear. Knox se quemaba desde adentro hacía afuera. Eric gritaba horrorizado desde el aire. Mientras Jayce se alejaba del cuerpo humeante. Pronto, los alaridos de Knox dejaron de escucharse, las llamas lo envolvieron y todo fue silencio, incluso Eric contrajo su rostro...apenas y sollozaba.

 

-No puede ser- susurraba Jayce. –Esta cosa- mirando el cristal fijamente- no puede darme el poder de Azura, todo lo contrario....¡¡lo ha matado!!

 

-No es así- dijo sonriendo, el rubio mayor. –Azura esta allá arriba- señalando a Eric. –el es la reencarnación de un Dios.

 

Los ojos grises de Eric se tornaron rojos .como si fueran vino, apunto de derramarse en llanto.

 

-Vamos, mi niño-  dijo la bestia, -no te contengas, por contenerte ha muerto tú hermano. Vamos, voy a guiarte, voy a enseñarte como puedes deshacerte de esta escoria-señalando a Jayce.

 

Eric asintió, su rostro se volvió duro. Dejando atrás aquel rostro risueño y tierno.

 

-Bien, Eric. Concéntrate, busca dentro de ti. Haya tú fuente, tú poder.

 

Jayce retrocedió ante aquellas palabras. Giró para mirar el auto. Tenía que correr y arrancar. No podía hacer nada contra un semi-Dios furioso.

 

-Eso es, Eric. Ahora decide bajar. No hay nada en este mundo que se te niegue.

 

El cuerpo del rubio descendió lentamente. -¡¡Muy bien!!

 

Jayce, aún petrificado, observó como aquel chiquillo, con sus ropas de guerrero, descendía, pero aquella mirada de ojos rojos, esa mirada tan llena de odio, que se dirigía a él, le congeló el alma. Sin duda, este era un nuevo sentimiento para él. El miedo...

 

-Eric, ahora...apunta delicadamente al cuerpo de Jayce.- el chico, dócilmente, dejándose conducir para aquellas palabras lo hizo, apuntó con su dedo índice.- Bien, ahora siente como fluye en ti esa fuerza destructora, sientes que debes desfogarte, te quema por dentro....¡¡quieres derruir!! ¡¡ten tú orgasmo!!

 

 

Eric sonrió, mostrando sus dientes perfectos...algo invisible salió dentro de él, pasó muy cerca del cuerpo asustado de Jayce hasta dar con el auto. Estallando en pedazos.

 

-¿Mala puntería?- preguntaba la bestia, arrugando sus (por ahora) cejas rubias.

 

Eric sonrió, mientras negaba con la cabeza.

 

-Ah, ya veo, solo estás jugando- confirmó. La bestia sonrió, regodeándose en su creación. Nunca lo había planeado mejor. Había pasado mucho tiempo vigilando a esos chicos. Tramando la forma de despertar los poderes de Eric. Pero Jayce había resuelto las cosas.

 

Un rayo cruzó el aire y al instante, Donovan apareció de la nada, en medio de la calle. Era la forma rápida de viajar, escasas veces, Donovan utilizaba este poder.

 

-Eric...¿qué has hecho?- mientras miraba el cuerpo llameante.

 

-Donovan...- Jayce le llamó con la voz ronca. –Ha matado a Marian- señalando el cuerpo de la chica decapitada.

 

La bestia, aún con el cuerpo del padre de  los gemelos sonrió. Las cosas estaban saliendo bien. Decidió dejar de mostrarse, aunque no por ello, dejar de estar presente.

 

Donovan caminaba cojeando, ambas heridas lo estaban debilitando. Pero aún así trataba de llegar a Eric.

El chico le miraba fijamente, sus ojos rojos se tornaron de nuevo  grises. Eran una triste tormenta.

 

-Ya, Eric, yo estoy aquí...- decía Donovan, llegando a él para abrazarle.- Eres tú, tú eres nuestro Dios.- susurrándole al oído, apretándolo contra él. - No sé que pasó aquí, pero todo estará bien.

 

Jayce vio una sorprendente oportunidad. Donovan de espaldas abrazando a ese chico. Extendió su brazos como lo había hecho antes.

Pero Eric lo había visto, empujó lejos a Donovan, mientras él se elevó  de nuevo. Jayce cortó de nuevo el aire, pero Donovan yacía a salvo en la acera. El chico miró hacía arriba, Eric le apuntaba de nuevo...

 

-¡¡NOOOO!!

 

Gritó Jayce al sentir que la fuerza de Eric le llegaba. Iba a volar en mil pedazos. Con ambas manos trató de detener la invisible energía. Realmente la detuvo, aquella energía estalló a escasos milímetros de él. Haciendo que su cuerpo se prendiera en llamas.

 

Jayce gritó mientras corría por la oscura carretera. Eric le vio alejarse, hasta que la luz de las llamas dejaron de verse a lo lejos. Quizá el cuerpo de Jayce había caído muerto más adelante.

 

Se acercó a Donovan, estaba desmayado. Le apuntó firmemente...pero dudó. Su mano temblaba.

 

-No puedes hacerlo- dijo la voz de Knox. Que apareció a un lado de él.

 

Eric bajó la cabeza, apenado por no poder hacerlo. Al mismo tiempo que sabía muy bien cual era la razón.

 

-No importa, Eric. Ya habrá otras oportunidades. Es hora de irnos. Una base militar nos espera. Irá muy acorde a tú vestimenta.

La falsa figura de Knox comenzó a andar entre la oscura calle, pero Eric no le seguía. Miraba los restos humeantes de su gemelo.

 

-Tú no eres padre...No eres Knox.- dijo sin mirarlo.

 

La figura de Knox se cruzó de brazos. Apretaba los labios en una mueca molesta. Pero Eric continuó...

 

-Y...ciertamente, yo ya no soy Eric.- dijo por fin.

 

-¿Eres Azura?- preguntaba el otro.

 

-Knox- respondió finalmente. –en honor a mí hermano.

 

La figura de la bestia sonrió...-mientras seas mío. Lo demás no importa.

 

-Te seré fiel, ahora que he tomado la conciencia de mis poderes. Sé lo que intentaste hacer antes. Lo quieres hacer ahora...y me gusta. Este mundo de dolor tiene que terminar. La historia debe llegar  así final. Nadie nunca, tendrá que sufrir más. Me guardaré mi dolor en el silencio eterno.

 

 

La figura de Knox sonrió. La reencarnación de Azura era suyo...juntos serían imparables.

 

-Bien...Knox- le dijo, llamándole por su nuevo nombre.- tengo que encontrar a mis tres elegidos. Como debes saber ya.

 

El nuevo Knox asintió. Sonriendo de forma maliciosa.

 

A partir de ese momento. La bestia y Knox caminaron juntos por el mundo. Pasaron 5 años, en donde Knox no tuvo contacto con ningún ser vivo. Recluido en esa base militar abandonada. Aguardando, esperando las ordenes de la bestia, su amo.

Poco a poco perdió el don del habla. Nunca más usó sus cuerdas vocales. Realmente no sabía, si no quería o no podía hablar. El caso era que no le hacía falta. Hablar era de humanos.

Cuando llegó el momento de retornar a la acción. Volvió a encontrarse con Donovan y sus dos nuevos compañeros. Dos jóvenes promesas, pero él no tuvo piedad. Les mató enfrente de Donovan y de nuevo dejó que se marchara. No quería creer que aún tenía piedad en él, le gustaba pensar que solo estaba jugando con Donovan. Por que él ya no tenía emociones humanas...

 

 

 

El era un Dios....

 

No amenazaba....

 

Actuaba...

 

 

 

Auque...algunas veces, sus ojos rojos cambiaban y volvía a ser Eric. Un chico en busca del amor. Un chico increíble que capturó el corazón frío de Donovan.

 

 

 


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