Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fuego en mí (segunda temporada) por Daggett

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Episodio 38

 

 

Heridas

 

 

 

Donovan se encontraba en el centro de aquel oscuro coliseo. De nuevo, podía escuchar el cuchicheo de las personas que llenaban las butacas, pero como siempre…nunca podía verlas.

Los susurros parecían alterados, el hombre no esperaba nada nuevo. Había sido derrotado de nuevo por Knox y lo que era peor, otro miembro de la tríada a su mando había sido asesinado.

 

 

-Supongo que sabes por que estás aquí, Donovan

 

Dijo una fuerte voz masculina al fondo, parecía venir de la última fila del gran coliseo.

 

 

-Lo sé y asumo el castigo que merezco.

 

 

Hubo murmullos alterados, hasta que una voz femenina los detuvo…- Eres el miembro de la tríada más poderoso. No tenemos dudas de ello. Pero hay algo que queremos saber…

 

Donovan asintió mientras acariciaba su barbilla, percibiendo los bellos de su barba de candado.

 

-Pueden preguntar lo que quieran- respondió firme.

 

 

-Knox es fuerte, no lo dudamos- habló una voz madura masculina. –Pero no tiene la conciencia de nuestro gran profeta Azura. El poder devastador de la tríada ya debería haber bastado para eliminarlo. Sin embargo…Knox ha matado a cuatro miembros de la tríada a tú cargo. Solo te queda Kass.

 

-Siempre llevaré esas muertes en mí conciencia- respondió con pesar, recordando el dolor que sufrieron ante Knox. –No voy a descansar hasta que…

 

-¡Siempre dices lo mismo!- vociferó una joven voz femenina. –se rumora que tienes ciertos sentimientos por Knox. Eso te impide eliminarlo cada vez que lo enfrentas.

 

Donovan respiró profundamente antes de responder. Le molestaba que duraran de él. Sobre todo por que ante todo, él le era fiel a la organización. –Es todo lo contrario. Knox tiene sentimientos por mí, eso me ha salvado de morir cada vez que lo encaro. Más sin embargo, no he podido encontrar una debilidad, algo que me haga terminar con él.

 

De nuevo, hubo murmullos alborotados, hasta que una fuerte voz enérgica llamó al orden, luego continuó…-Estás conciente que Knox es el brazo derecho de la bestia, nuestro más viejo adversario. Aprovecha esa debilidad que tiene Knox por ti. Dale muerte…

 

-Hay otra opción- dijo Kass que apareció tras de Donovan inesperadamente. Su compañero la miró con disgusto e incredulidad. Él le había ordenado no participar en la reunión, pero al parecer, la chica de hielo pensaba por si misma.

 

-Habla, Kass- dijo al fondo una voz femenina.

 

-Gracias- respondió sonriendo con suficiencia. –Knox es solo el medio con que se mueve la bestia. El fin de todo esto son sus tres elegidos. Diego, Nina y Max. Pienso que en la organización deberíamos olvidarnos del semi-Dios y enfocarnos en las ratas más pequeñas. Asesinando a los tres elegidos de la bestia, terminaremos con sus ambiciones. Ni siquiera Knox podrá ayudarlo.

 

 

 

Donovan negó con la cabeza al tiempo que renacieron los gritos y la histeria en el coliseo. Kass ya le había mencionado esa posibilidad. Pero Donovan se negó, después de todo, pensaba que los tres chicos eran inocentes en todo esto. En cambio, por mucho que amara a Knox, reconocía que sus crímenes eran realizados en plena conciencia. A su juicio y aunque le doliera, era Knox quien tenía que morir para detener a la bestia.

 

-¡Esos tres chicos son inocentes!- vociferó Donovan.

 

-¡Esto es una guerra!- arremetió la chica de hielo. –Cuando la bestia encarne, creará un mundo de terror. Es justo sacrificar tres vidas para salvar miles.

 

Hubo un silencio sepulcral. Parecía que la decisión estaba tomada.

 

-Donovan- dijo una fuerte voz masculina. –te hemos asignado a un nuevo miembro de la tríada. Es James, lo conoces. Y como hasta ahora, Kass será tú mano derecha.

 

Donovan asintió, ya no tenía nada que objetar.

 

-La nueva orden de la tríada- dijo una voz femenina. –será encontrar a los tres elegidos de la bestia y darles muerte. Es un blanco más fácil…

 

Kass esbozó una media sonrisa. Ya podía saborear un nuevo encuentro con Max. Donovan en cambio, sonrió con amargura y agregó. –se equivocan, Max controla el fuego, acabó con el general Krohn y su poder crece cada día. Nina puede regenerar sus heridas en todo momento, mientras que Diego podría usar los poderes de Kass y congelarnos a James y a mí. Sin duda…nos envían a una muerte segura, pero lo acepto.

 

 

******************

 

 

 

 

 

Nina ya no lo soportaba más. La angustia la estaba matando. Diego había salido desde la mañana y ya había anochecido. Sentada en esa pequeña cama de enfermería militar, no sabía que le preocupada más, si Diego había matado a Max o al revés. Dos chicos tan fuertes no debían ser enemigos.

Se levantó de forma brusca y alisó los pliegues de su falda blanca. Caminó hacía el espejo del cuarto blanco, pero el reflejó detrás de ella le provocó un vuelvo al corazón.

 

-¡Víctor!- se giró bruscamente al reconocer al rubio pecoso y con gafas oftálmicas.

 

-Hola, linda… ¿me has extrañado?- Respondió el chico.

 

-¡Oh, Víctor!- exclamó la chica aún sin creer que su esposo la había encontrado. –perdóname por salirme de casa de esa forma, pero tenía que encontrar a mis amigos, me necesitaban.

 

-No te preocupes, cariño. Ven aquí- dijo sonriendo mientras abría los brazos en una clara invitación.

 

Nina ensanchó su sonrisa y corrió a los brazos de su esposo. Tan pronto como percibió su característico perfume mezclado con su olor, supo que estaba a salvo.

 

 

Pero…

 

Nina nunca fue protegida por ese abrazo. Traspasó aquella imagen dejándole un triste y frío vacío.

 

-¿Qué?- Exclamó al sentirte tan vacía y sola…

 

-¿Crees que no lo sabía?- dijo el rubio pecoso por toda respuesta. –sabía que Diego y tú hablaban a mis espaldas. ¡Se comunicaban con sus mentes y yo no podía escuchar!

 

Nina negó con la cabeza mientras contenía el llanto ante aquella imagen. La verdad, ni siquiera escuchaba lo que le decía. No quería pensar en la muerte de Víctor…

 

 

-Por eso mandé a Diego a esa misión. Quería que se quitara la máscara.- prosiguió aquel ser. –Diego y Max están juntos. Vivos si es lo que te preocupa, pero…me ha traicionado. Diego se ha levantado en serio en mi contra.

 

-Víctor- exclamó Nina mientras se acercaba de nuevo a esa imagen. Tan pronto estuvo cerca, trató de palpar el rostro de su esposo, pero todo fue inútil. La imagen se hacía difusa al tacto, como tirar piedras a un pequeño lago.

 

- Lo siento, Nina, ustedes tres son míos. Solo deben amarme a mí. Y ahora…- dijo mientras miraba hacía la puerta, sabiendo de antemano quien estaba apunto de entrar.

 

 

Knox atravesó la puerta de forma gallarda y sonriendo. Nina se giró para confrontarlo, pero su cuerpo se elevó dejándola inmóvil, como aquel día en que fue atrapada. El poder de Knox era inmenso, no había forma de pelear y defenderse.

 

-… y ahora- prosiguió la figura de Víctor. Le prometí a Diego que tú pagarías por su traición.

 

Nina palideció cuando la imagen de su esposo asintió en dirección a Knox. Acto seguido, el brazo derecho de Nina se enderezó hacía arriba sin que esta lo quisiera.

 

-Diego sabe que no puedo matarlos, por que eso arruinaría mis planes, pero…hay muchas formas de lastimar sin derramar una sola gota de sangre. ¿Verdad, Knox?

 

Knox señaló en dirección a Nina con su dedo índice. Dicho dedo se inclinó, haciendo la señal de un “si”.

El brazo extendido de Nina se dobló contra el codo violentamente provocando que su hueso se quebrara.

 

El aullido de dolor de Nina fue terrible….-aaaaaaaaah Nooooo.

 

-Lo siento, Nina, los errores cuestan- dijo cruelmente aquella figura.

 

El brazo izquierdo de Nina se levantó. La chica apenas y murmuró un “no”. Sabiendo el terrible dolor que se avecinaba.

Knox sonreía de forma angelical, como un niño haciendo una terrible travesura. De nuevo, hizo la señal del “si” y el otro brazo de Nina se torció de forma brusca.

 

 

-AAAAAAGHHHHH

 

 

-¿Te duele, cariño?- preguntó el pecoso con falsa preocupación. –Eres fuerte, amor, en algunas horas tus huesos soldaran, eres especial. Lo que no quiero que olvides es el dolor. El dolor que provoca la traición.

 

El cuerpo de Nina cayó al piso con los brazos retorcidos. La chica sollozaba amargamente mientras la figura de su esposo desaparecía. Knox le dio una última mirada antes de girarse y salir por la puerta.

Nina no solo sufría físicamente, sus heridas iban más allá de un hueso roto…

Él no podía estar muerto. Su esposo vivía y le esperaba en casa, ella quería aferrarse a esa idea.

 

-Víctor- susurró antes de desmayarse ante tanto dolor.

 

 

************************

-Max

 

Escuchó que le llamaban. Su cuerpo dolía, se sentía débil y cansado. Sobre todo en el alma. Maldecía el todavía sentir dolor y no estar muerto. Recordaba a su malvada tía, o más bien recordaba el dolor punzante en su hombro. Las duras escaleras por las que había rodado eran lo peor.

Trató de mover el cuello y abrir los ojos, pero hasta eso implicaba dolor…

 

-Max

 

Volvieron a decir, parecía la voz de Alex. Después de todo, quizá ya estaba muriendo. Quizá faltaba poco para reunirse con su amor.-Alex- murmuró, abriendo los ojos con esfuerzo. No sabía donde se encontraba, pero el chico de cabello azul que le miraba preocupado no era Alex.

 

-Aún vives, chiquillo- le dijo aquel joven de cabello raro.

 

Max volteó para encontrarse con un cristal. Ahora se daba cuenta, estaba dentro de un auto y frente a un hospital.

 

-Veo…que no…te decides…a internarme en…el…hospital- balbuceó el castaño, apenas con fuerza.

 

-No es eso- respondió Diego. –tus heridas son graves, sobre todo la del hombro. Ahí dentro pensarán que sufriste algún atraco o algo parecido. Me harán preguntas…

 

-Déjame… tirado… por ahí- volviendo el rostro para mirar a Diego. –no me importa mí suerte.

 

-A mí si. Ahora que he sentido tú poder, no puedo dejarte morir. Eres algo único, casi tan parecido a Knox. Solo que muy mal entrenado.

 

-No… he… servido… para… nada- dijo con pesar. Recordando que nada pudo hacer para evitar la muerte de Alex. –él ya no está…

 

-¿Él?- preguntó Diego. No entendía si Max deliraba o trataba de decirle algo.

 

-Vete… y déjame ya. Con un poco de suerte…, Diana… volverá… a intentar… matarme.

 

-¿Diana?- esa pelirroja es muy peligrosa. Una vez la enfrenté y me ganó. Según la bestia me contó, tú lograste vencerla, lo mismo a que al general Krohn.

 

-No…sé…quien diablos…es…ese…general.

 

-Una especie de araña gigante.

 

-ah- dijo recordando a aquel horrible ser.

 

-El caso es…que verdaderamente eres especial. Como tanto pregona la bestia.

Max negó con la cabeza. Sus fuerzas lo estaban abandonando de nuevo. Sentía mucho mareo. Su cabeza daba vueltas, apenas escuchaba la voz de Diego. Cerró los ojos casi con alegría. Quizá ya estaba muriendo por fin…pronto vería a Alex. Ya nunca más iban a volver a separarse.

 

 

 

 

 

-¡Demonios!- bramó el chico de cabello azul. Max había perdido el sentido…otra vez.

 

 

 

 

Cuando Max volvió a abrir los ojos. Miró hacía un lado y se encontró rodeado por una cortina blanca. Al tratar de levantarse se dio cuenta era imposible. Había una aguja enterrada en su brazo derecho, por donde le era administrado suero…o alguna clase de medicina. Max no podía saberlo…

 

Al estar completamente despierto, se dio cuenta que su torso estaba vendado. Seguramente para sellar las costillas rotas. Dicha venda terminaba en su hombro, donde seguramente, Diana le había dejado otra cicatriz para el recuerdo.

 

-La próxima…- murmuró el chico débilmente. -…voy a matarte.

 

 

Volvió a recostarse. No podía moverse, a pesar de que ahora sentía menos dolor. Pasaron algunos segundos, hasta que se llevó la mano al cuello. ¡ya no tenía el collar de Azura!

Seguramente los médicos se lo habían quitado junto con su camisa. Eso solo significaba una cosa, la bestia estaba mirándolo fijamente, seguramente ya estaba encamino el rubio militar.

 

Volvió a tratar de incorporarse, pero esta vez, las cortinas fueron entreabiertas. Dejándose ver una silueta femenina. Una chica castaña de mirada traviesa y vestida en ropas finas.

 

-Kass- murmuró Max. Solo eso le faltaba, encontrarse con esa chica que lo odiaba.

 

-Hola, sparky- saludó ella con una sonrisa de oreja a oreja. –sin duda tienes nueve vidas, como un gatito.

 

-Lo mismo puedo decir de ti, la última vez que te vi, casi terminas evaporada por ese chico.

 

-Para tu mala suerte…- sentándose en la cama junto a Max. –no fue así.

 

-¿Qué te propones conmigo, Kass?

 

-Acabarte, de alguna u otra forma y créeme que lo he intentado- Kass fijó su vista en el torso de Max, el hombro cubierto con apenas un punto rojo manchado con su sangre. Nunca pensó que aquello iba a ser tan fácil.

 

-Puedo saber que hice para ganarme tú odio, ya aclaramos que no trabajabas para Diana.

 

-Fui amiga de Dante

 

Dijo tajantemente mientras se acercaba a Max. Su boca carnosa estaba muy cerca de la de Max.

 

-Creo que eso lo dice todo- respondió el castaño, sintiendo como las manos heladas de la chica rodeaban su cuello y hacían presión.

 

-¿No vas a oponerte?- preguntó la chica el notar que Max ni siquiera se removía.

 

-No…no me importa vivir. Estás de suerte hoy…

 

Kass asintió con una sonrisa mientras sus manos hacían una presión más fuerte, cortando el aire de Max. Aquellas manos se sentían heladas, la fuerza física no era tanta, sin duda Max iba a morir con la garganta congelada.

 

 

-Esto es tan…excitante, sparky- le dijo la chica mientras tomó los labios del castaño mientras le ahogaba con sus manos congelantes.

Max cerró los ojos esperando la muerte, sus labios estaban apretados, no dejaría entrar a nadie a su boca, ni siquiera en sus últimos momentos.

 

-¿Me presentas a tú novia, Max?

 

Kass dejó su macabro trabajo y se giró para encontrarse con Diego, quien había llegado de repente.

 

-Ya están juntos- dijo la chica mientras se levantaba de la cama. –ustedes tres no pueden estar juntos, cuando eso pase…

 

-Descuida, linda, no me gusta andar en manadas- respondió Diego, mientras Max volvía a abrir los ojos.- ahora dime… ¿Quién rayos eres?

 

 

Kass acomodó su cabello detrás de los hombros y sonrió…-soy Kass, miembro de la organización “A” y en este momento, un miembro de la élite, la Triada…

 

-¡Puta madre!- exclamó Diego con una sonrisa irónica. –vieras que no te entendí ni una mierda, lo único que me interesa es que estabas tratando de matar a Max ¿Por qué?

 

-Nina, Max y tú fueron emisarios de la bestia en el pasado, enemigos de Azura y sus seguidores. La guerra no ha cambiado, solo el escenario. Sirvo a Azura y ustedes a la bestia, simple lógica.

 

-Ya, ese cuento ya me lo explicaron. Lo que no sabes es que…yo no sirvo a nadie. Y creo que Max tampoco.

 

-¡Basta de platica! Gritó la chica al tiempo que apuntó con la palma de su mano al pecho de Diego. Pero la chica fue detenida en el acto, su cuerpo no le respondía. -¡que diablos…!

 

Diego tronó los dedos y el cuerpo de Kass fue recubierto por una delgada capa de hielo.

 

-¡No es posible!- vociferó la chica mientras sentía el frió que nunca había sentido antes. ¿Esto era el tener frío? ¿Eso sufrían sus victimas?

 

-Es sorprendente… ¿verdad?- Le dijo Diego mientras la capa de hielo se hacía más gruesa, borrando la figura de la chica dentro de la tumba congelante. –ni siquiera sabía cual era tú poder y ya lo he utilizado contra ti.

 

 

Diego pasó junto a la estatua de hielo, para acercarse a Max. El chico solo le veía intrigado. –tenemos que irnos, Max… tú amiga dijo algo acerca de una tríada, ósea que tenemos dos más tras nosotros.

 

-Déjame aquí- respondió lacónicamente el castaño. –no me importa nada…

 

-Te entiendo, ya pasé por lo mismo- le dijo mientras retiraba la aguja de la vena de Max, liberándole del suero. La estatua de hielo comenzaba a cuartearse. Kass estaba tratando de salir.

 

-No entenderías, no sabes…

 

-Lo sé- le dijo mientras se inclinó para mirar directamente a los ojos azules de Max. –estuve perdido por días, tirado en una cama de cemento, oyendo a ese monstruo hablar grandezas acerca de mí y de ti. Créeme que no quiero vivir tanto como tú, yo también perdí a quien amaba, pero…solo la venganza me mantiene en pie. Diego tomó con ambas manos las mejillas de Max y apretó con fuerza, la debilidad del castaño le exasperaba…-cuando venzamos a la bestia, puedes tirarse a cualquier acantilado, no te lo permitiré antes, ya te lo dije anteriormente, voy a entrenarte, te haré invencible, un dios del fuego que pueda vencer incluso a Knox.

 

-No quiero- respondió tozudo, mientras un grueso pedazo de hielo caía desprendido de la estatua.

 

-¡Arriba dije!- le gritó Diego mientras tomaba de los hombros al chico y lo levantaba de la cama bruscamente. El gesto de dolor de Max no le importó, si tenía que ser duro con él, lo sería.

 

 

Una fuerte explosión se escuchó fuera de la habitación, haciendo retumbar todas las alarmas del hospital.

 

-¡Es Knox! Vociferó Diego mientras seguía tratando de poner en pie a Max. Rápido corrió las cortinas para darle paso a una silla de ruedas. Ya lo tenía planeado, en cuanto a Max le fueran curadas sus heridas, no esperaría a que lo dieran de alta, iba a sacarlo del hospital antes del amanecer. Al parecer, apenas y tenían tiempo.

 

 

-¡Sálvate tú!- le dijo Max, quien se rehusaba a sentarte en la silla de ruedas.

 

-Todo un héroe, como la bestia te describió- le dijo Diego irónicamente, mientras lo tomaba en brazos para ponerlo en la silla. – pero no me conmueves, chiquillo.

 

-¡No soy un chiquillo!- respondió molesto ya estando en la silla.

 

Los ojos de Diego se tornaron negros y entonces la silla se movió tras él, siendo halada por su telequinesia.

Al salir del cuarto y entrar al pasillo, los chicos solo veían humo… y de nuevo, se escucharon más detonaciones y gente gritando. Algunas enfermeras les pasaban de lado huyendo de la destrucción.

 

Al final del pasillo había una pequeña ventana. Diego pensaba romperla y saltar al vacío, con sus poderes ambos estarían a salvo, pero…

 

 

-Diego, Max- escucharon los chicos a una ronca voz masculina.

 

Diego se giró, haciendo que la silla de Max girara con él. Ambos veían a un hombre joven vestido de negro y mirada triste.

 

-Donovan- le reconoció Max –viene con Kass

 

-Lo siento, chicos, Knox está aquí, ahora mismo esta tratando de subir. Un tercer miembro de la tríada está exponiendo su vida tratando de detenerlo.

 

-Siento decirte- le informó Diego. –que la chica de hielo también esta fuera de combate, pero no te preocupes…vivirá para escribir el informe.

 

-Diego, Max…lo siento, mis ordenes son eliminarlos antes que Knox los atrape.

 

-Inténtalo- retó Diego

 

Donovan levantó el brazo derecho al techo, en ese momento, escucharon los fuertes sonidos de un rayo eléctrico. Max reconoció esa pose enseguida…Donovan controlaba la electricidad, como Diana.

 

-¡Cuidado!- le advirtió el castaño

 

Donovan bajó el brazo, su puño ya estaba cargado y lanzó la descarga en contra de Diego, pero este no se movió. El rayo le rodeó, viajando por su cuerpo como si fuera una serpiente. Donovan sonrió a pesar de eso, el poder de Diego era admirable, sería un perfecto miembro de la tríada, sería una lástima matarle.

Pero eso ya estaba decidido. Donovan levantó de nuevo el brazo y lanzó otro rayo en contra de Diego, este se defendió lanzando el rayo que le rodeaba.

Ambas cargas eléctricas chocaron provocando una leve explosión que envió a Donovan y a Diego al piso.

Max se aferró a los brazos de su silla de ruedas para no caer.

 

Donovan se levantó dificultosamente.

 

-Se supone que no deberíamos ser enemigos- le dijo Max.

 

-Lo siento- le dijo mientras levantaba el brazo para atacar a Max. Diego se levantaba, tenía que impedirlo, ¡Max no podía morir!

 

 

La puerta detrás de Donovan estalló. Los tres chicos en el piso posaron su mirada ante la destrucción. Una silueta caminaba lentamente. Entre el humo, solo se difuminaban los ojos de aquel ser. Eran rojos, los ojos de color vino sangriento que tanto había aprendido a amar Donovan.

 

-Knox- murmuró completamente abatido, esperaba asesinar a los chicos antes de que el apareciera.

 

La mano derecha de Knox traía algo fuertemente agarrado. Cuando el rubio militar se acercó y se hizo visible completamente. Donovan descubrió con horror que lo que Knox llevaba era la cabeza de James, el recién nombrado miembro de la tríada.

Knox levantó su grotesco trofeo ante la vista de Donovan, el rubio le sonrió de forma abierta y sin reparos…

 

-Eric- le dijo con la voz ronca. –tus manos están tan llenas de pecado.

 

 

Knox arrojó con toda su fuerza la cabeza de James al rostro de Donovan, provocando un fuerte golpe que derribó al ex profesor a los pies de Diego. Ya no se levantó…

 

 

-Prepárate, Max- dijo Diego mientras se ponía delante de Max, protegiéndolo.

 

El aire se volvió frío, casi congelaba los pulmones de los presentes. Cuando Knox trató de caminar hacía los chicos, notó que sus botas estaban congeladas, dicho hielo subió y recubrió todo su cuerpo en segundos.

Detrás de la figura de hielo, apareció una sonriente Kass…-Hola de nuevo- les saludó.

 

 

-Tú no aprendes- le respondió Diego.

 

-Si que aprendo- le dijo

 

Los ojos de Kass se volvieron negros, el ambiente se volvió más frío e insoportable, ambos chicos se llevaron las manos a la garganta, el hielo les calaba a hasta las entrañas. Sin duda, Kass estaba usando toda su potencia. Diego cayó de rodillas al piso, junto al desfalleciente Donovan. Aquello era terrible…

 

Max aún aferrado a su silla, vio como el cuerpo de Kass era levantando al aire…

 

-¿Qué?- dijo la sorprendida castaña al girar su cabeza y ver a Knox sonriendo.

 

Con una simple señal del dedo índice, el cuerpo de Kass salió volando, pasando a través de Max, rompiendo la pequeña ventana, haciendo que la desafortunada chica cayera 30 pisos abajo, el alarido de Kass se escuchó durante varios segundos…

 

La temperatura se normalizó, Diego se levantó rápido y tomó de nuevo a Max en sus brazos. El castaño se ruborizó ante este acto. La ventana ya estaba rota, ahora solo había que saltar y poner atención en sus poderes, pero antes…

 

-Hasta luego…soldadito- le dijo Diego, mientras sus ojos se volvían oscuros. El chico de cabello azul utilizó su telequinesia para derribar una parte del techo para que cayera sobre Knox.

Acto seguido y con Max en brazos, se arrojó al vacío. Mientras caían lentamente, Max se fijó en el amanecer, era hermoso, sentir el aire que le pegaba de lleno en la cara. Se aferró al cuello de Diego para no caer, mientras este le tomaba firmemente…

 

Cuando llegaron al piso de forma suave, ambos chicos vieron a la gente salir corriendo del hospital, mientras los bomberos entraban a rescatar victimas.

Cuando Diego trató de caminar, sus zapatos rompieron algo haciendo un ruido característico.

 

-Hielo- dijo Max, aún en brazos de Diego.

 

-Kass- respondió Diego…-solo hay hielo, pero no su cuerpo.

 

-Sin duda la volveremos a ver…

 

 

Treinta pisos arriba, Knox se liberaba de los escombros. Miró hacía abajo encontrando el cuerpo de Donovan, le hizo a un lado con el pie, mientras caminaba hacía la ventana donde habían saltado los chicos. Desde arriba les vio…Diego cargaba a Max y huían entre la multitud y la confusión.

 

El rubio apuntó con su dedo índice directamente hacía ellos, pero una voz le detuvo…

 

-No lo hagas, Knox

 

 

 

El chico ni siquiera se giró. Un rubio exactamente igual a él apareció de la nada y se posó junto a él en la ventana.

 

-Se ven tan lindos juntos ¿no te parece?

 

Knox dejó de apuntar y relajó el brazo, más no dejaba de mirar al par de chicos.

 

-Así es como todo tiene que ser…ellos nacieron para estar juntos y servirme. Deja que se conozcan más…huelo a romance ¡y me encanta!

 

 

La bestia desapareció dejando a Knox observando a los chicos alejarse.

 

 

 

 

 

********************

 

 

 

Lucy caminaba por el jardín de la mansión Dumas. Ya no le gustaba visitar aquel lugar tan lleno de recuerdos. La rubia tenía los ojos rojos de tanto de llorar, nunca se resignaría a lo sucedido a su amigo.

Cuando llegó a la puerta principal, ya la esperaba Mary, el ama de llaves de la mansión.

 

-Señorita- la saludo la amable mujer.

 

-Hola Mary, ¿como va todo?

 

-Muy triste y desolado- respondió la mujer. –mañana llegarán los familiares de los Dumas, se llevarán las cenizas del señor Nigel y…

 

-No lo digas- le advirtió Lucy mientras ambas entraban en la casa.

 

Lucy miró hacía arriba, recordando todas las veces que subió corriendo tomada de la mano de Alex.

 

-Si ese cabeza dura no te hubiera dejado- dijo Lucy llena de rabia.

 

-El joven Max también está muerto, recuerde que él estaba en la estación de policía junto al señor Nigel, nadie sobrevivió ese día.

 

-Te he dicho que vi a Max, en el velorio, el muy idiota cuando me vio salió corriendo.

 

-Eso es…

 

-Quiero despedirme de Alex, antes de que…se lo lleven.

 

-Al joven le habría gustado- respondió Mary a punto de llorar.

 

Lucy subió las escaleras lentamente, mientras Mary se perdía abajo en la sala. La rubia atravesó el pasillo y llegó hasta el cuarto del que fuera su mejor amigo.

Al atravesar la puerta, un leve pitido ya conocido se hizo presente…

La ventana estaba abierta, como a Alex le gustaba. Lucy se acercó a la cama donde…estaba el cuerpo de Alex…dormido.

 

Una enfermera se puso de pie…-los dejo solos- dijo antes de retirarse.

 

-Hola amigo- saludó Lucy con lágrimas en los ojos. Acariciaba el hermoso cabello negro de Alex. La figura de su amigo lucía de ensueño, tan hermoso como siempre, dormido como un Ángel. Solo que…lleno de aparatos y un respirador que hacía posible que ese cuerpo aún tuviera vida…

 

-Alex…despierta…te extraño

 

Le dijo mientras le tomaba de la mano. Ansiando sentir que su amigo la apretara, indicando que su alma aún habitaba ese cuerpo.

 

-Mañana llegan tus familiares…ellos…ellos vienen a desconectar los aparatos que te mantienen con vida. Por favor-… la chica se acercó al oído se Alex –Yo no puedo hacer nada, ellos tomaran el camino fácil, los médicos dicen que nunca despertarás, que solo vives por estar conectado a esta maldita máquina. ¡Por favor, Alex…despierta!

 

Lucy se abrazó al cuerpo de su amigo. Odiaba a Max por huir, él era el tutor legal de Alex y solo él podía impedir que desconectaran a su amigo. Quizá estaba haciendo egoísta, pero ella quería creer que Alex despertaría, solo tenían que darle tiempo.

 

Las cosas eran difíciles, Lucy sabía que si Max aparecía, sería de nuevo encerrado por la acusación de Nigel Dumas y sin duda, los otros Dumas tampoco tendrían piedad de él. Pero aún así, Max era el único que podría evitar la muerte de Alex en las próximas horas…

 

 

 

 

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).