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El Fuego en mí (segunda temporada) por Daggett

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Notas del capitulo: Bueno, aquí estoy re-publicando este capítulo. ¡¡Saludos!!

 Episodio 26

 

 

El principio del fin

 

 

 

Con el último aliento de la noche, Alex bajaba y se encontraba con el pecho de Max. Ambos sudorosos por el muy estimulante ejercicio sexual. El mayor tomaba por la estrecha cadera al otro, mientras este, se acomodaba en su pecho para dormir.

Atrás habían quedado todos aquellos malos sin sabores. Ante  ellos, se pintaba un alegre futuro, por fin.

En mitad de la noche, Alex sintió una molestia. De nuevo ese horrible dolor. Abrió los ojos y al despegarse unos centímetros del pecho amado, vio algo que le aterró. Sangre…espesa sangre en el pecho de Max. De forma silenciosa pasó la mano por ahí. No había heridas, no era la sangre de Max. De inmediato sintió algo caliente en su nariz y pronto más gotas fueron a caer al cuerpo de Max, quien dormía placidamente. Alex se llevó la mano a la nariz. Fuente donde brotaba tanto dolor. Con movimientos lentos y silenciosos se separó y levantó de la cama en dirección al baño. Cerró con seguro y se miró en el espejo. Ese maldito dolor no se iba, mientras su nariz sangraba sin parar. Rápido cogió papel sanitario, hizo un rollito y se lo metió en la nariz. Mantuvo la cabeza un rato hacía arriba. Para estar más cómodo, bajó la tapa del toilet y se sentó.

-¿que me pasa?- dijo a media voz. Estaba muy asustado y pronto comenzaron a derramarse lágrimas por sus ojos negros.

 

Después de un rato, se levantó y se miró al espejo mientras sacaba el rollito de papel. Ya no sangraba, pero le habían quedado restos. Su nariz y parte de la mejilla estaban rojizas. Lo mismo que sus ojos, estos a causas de llorar. Se limpió concienzudamente y pronto recordó que Max también estaba sucio. Debía limpiar sin que se diera cuenta.

Tomó una toalla levemente húmeda y salió del baño.

Descalzado y silencioso comenzó su tarea. A Max se le dibujo una leve sonrisa, al parecer estaba teniendo dulces sueños. Mientras Alex, agradecía que no despertara.

 

Una vez terminada su tarea. Volvió al baño donde botó todas las pruebas a la basura. Aún asustado y con el corazón latiendo con furia volvió al lecho, donde fue recibido en brazos. De forma automática, el mayor le abrazó y lo atrajo de nuevo a su pecho.

 

-¿donde estabas?- preguntó Max, aún  en estado de inconciente.

 

-fui al baño- fue la simple respuesta…

 

 

Alex abrazó a Max con mucha fuerza, rogando por que no pasara de nuevo. Pero esa noche, fue presa de terribles pesadillas. Pesadillas donde se veía a si mismo en un féretro. Max estaba parado junto a el, con los ojos rojos. Pronto, la calma de funeral era rota por una terrible explosión. Entonces, Alex despertó, ya era un  nuevo día.

 

********************    

 

 

 

 

-Bueno, aquí te bajas.- dijo Max, sonriendo con cariño  a su acompañante.

 

-pórtate bien, hay mucha gente bonita en la universidad- respondió Alex, totalmente divertido.

 

-no tan bonitos como tú…

 

-oye…yo no soy bonito y además, eso fue muy cursi.

 

-es cierto- respondió el castaño, arrugando la cejas en total aprobación.

 

Alex miraba hacia fuera  y al no encontrar obstáculos, besó fugazmente a Max en los labios. Pero no se conformó con eso, a pesar de la incomodad, le abrazó tan fuerte y fue tan extraño para Max. Alex parecía muy ansioso. En el momento no quiso preguntar nada, Alex tenía algo y le daría tiempo a que se lo confesara.

El menor bajó del automóvil y Max siguió su camino.

 

 

Una vez llegando el estacionamiento de la universidad, Max bajó y cargó su mochila al hombro. Sin duda, este sería una extenuante mañana. Saludó a un par de chicos. Pronto, alguien le gritó detrás de él…-¡¡hey joven!!  De inmediato volteó para encontrar a una chica muy conocida.

 

-B

 

-veo que decidiste volver, el año pasado faltaste mucho. Creí que tenías problemas.

 

-Problemas superados.

 

-me alegra- dijo la chica alejándose en cuanto encontró a un grupo de amigas. –te veré luego, tenemos que ponerlos al día.

 

Max sonrió, y siguió caminando con la vista clavada en la entrada. No pudo ver a quien venía a un lado y tropezó con él.

 

-Disculpa- dijo Max al ver a una joven castaña de cabellos rizados.

 

Por el tropiezo, la chica había dejado caer varios libros y Max se inclinó a recogerlos. Estando tan cerca, pudo ver las muy costosas botas de la chica. Al levantarse lentamente vio que todo lo demás era expenso. Esa falda, esa blusa. Incluso el collar que adornada su delgado cuello. Culminado con ese peinado de reina de la belleza.

 

-discúlpame tú, soy Kass- dijo la chica extendiéndole la mano.

 

-yo, Max- dijo este saludando caballerosamente.

 

-de casualidad… ¿Max Dumas?

 

-aha

 

-me han hablado de ti, supe que has dado tutorías.

 

 

El estomago de Max se revolvió y hasta estuvo apunto de darle una arcada. Esa plática removió  los sucesos de muchos meses atrás. La chica ignoraba lo que pasaba mientras proseguía…

 

-bueno, es que sucede que estoy atrasado con historia del arte. Soy nueva ¿sabes…?

 

 

De nuevo, aquella molesta sensación volvió y se hizo más fuerte. Demasiado parecido, tanto que… abrumaba. Al mismo tiempo que le enojaba y asqueaba. Si él hubiera ignorado a Dante aquella vez, quizá…muchas cosas no habrían sucedido. Los ojos azules de Max, se revolvieron convirtiéndose en una furiosa tormenta y esta vez la chica pudo ver aquello. Retrocedió un paso, mientras Max se acercó y la tomó de las muñecas de las manos.

 

-Eres…real- dijo Max, comprobando que podía tocarla.

 

-¿Qué te pasa?-respondió Kass, entre ofendida y asustada.

 

Max soltó a la chica, en verdad la estaba lastimando….-lo siento. Ya no doy tutorías. Pero si quieres, mañana puedo buscarte a alguien.

 

La chica se tallaba donde los dedos de Max se habían quedado marcados.

 

-Tienes un problema muy grande, Max. ¡¡Me atacaste!!

 

El castaño negó con la cabeza y pasó a un lado de Kass. Esta le miró hasta que Max se perdió de vista.

Max no entró en la universidad. Salió y subió a su coche. Anduvo sin rumbo fijo algunos minutos hasta que se detuvo en un puesto de periódicos.

 

-no van a engañarme de nuevo- murmuró ente dientes mientras bajaba.

 

-Quiero el último catalogo de Red Blooded-. El chico que atendía buscó y enseguida le entregó la gruesa revista. Max vio la portada, un chico apuesto aparecía sin camisa. En el encabezado podía leerse…” Rocky, la nueva sensación” Max bufó audiblemente mientras entraba de nuevo en su auto. No arrancó, se dedicó a hojear dicho catalogo. Sin duda gente hermosa en todos los sentidos. Pero Max estaba desesperado por encontrarla, debía estar ahí…

Y lo hizo, en la pagina 67. “Kass” modelando exclusivas botas.

 

-Te tengo, hermosura…- dijo con malicia. –dije que no iban a engañarme esta vez.

 

Arrancó rumbo a la universidad de nuevo.- vaya, querida tía, te has vuelto predecible. Usando el mismo truco otra vez-. Max sonrió, sintiendo que tenía el poder en sus manos. Esa chica, Kass, pronto sabría en lo que se había metido. Sus ojos se tornaron negros, la rabia lo consumía. Max sabía muy bien a donde tenía que ir, quizá no  ahora,  primero tenía que hablar de nuevo con Kass. Tenía que darle el mensaje, ella tenía que enterarse que él…estaba enterado. El auto se alejó entre el trafico, ardiendo…desprendiendo humo, ligeramente. Que nadie osara tocarlo, se quemaría las manos.

 

 

 

******************************    

 

 

 

 

 

Como todas los días, Diego era conducido por aquel extraño rubio hacía la celda de Lyle. El encierro estaba fastidiándole. Y sabía que Lyle estaba al borde de la desesperación. Mientras caminaba observaba al rubio. Ese tipo tan raro…

 

-ya conozco el camino, chico de las fuerzas aliadas.

 

No hubo respuesta al sarcasmo, nunca la había…

 

-¿Te comió la lengua el gato?

 

 

Sin esperar respuesta, por fin llegaban a la celda de Lyle. Como siempre, el chico estaba sentado mirando a ninguna parte. Al parecer nunca se daba cuenta de cuando llegaban las visitas.

El rubio indicó con su dedo índice para que Diego entrara. Acto seguido, volvió a cerrar y los dejó.

Diego se arrodilló a la altura de Lyle…sorprendiéndose por lo que escuchó.

 

-Diego, voy a morir.

 

-¿que dices? Tomándole de la barbilla para que lo mirase…

 

-no nací para estar encerrado, mira mi piel. Estoy tan pálido. Hace dos meses que no vemos la luz del sol.

 

Lyle siempre había sido muy blanco, pero Diego podía notar que tenía razón. Su chico lucía muy pálido, en parte por la horrenda comida que les daban y la falta de sol. Sus mejillas habían perdido el sonroso, mientras sus ojos se habían sumidos a causa de las ojeras. Lyle estaba en lo correcto, Diego supo que el encierro lo estaba mermando. Antes de aquello, Lyle  ere alegre, sus ojos mostraban vida mientras brillaban como el bosque. Su piel era suave y no fría como ahora.

 

Diego abrazó a su chico. Él entendía su desesperación,  él mismo la sentía.

 

-Lyle, pensé que esto demoraría poco, pero al parecer los planes de esa cosa están retrazados. La última vez me dijo que fue por culpa de ese tal Max. Destruyó algo suyo. Eso me da muchos ánimos, ese Max parece que le esta dando batalla…

 

-Cuanto más vamos a esperar, Diego-… levantando la voz, el chico en verdad se sentía perdido.

 

-te paciencia, Lyle.

 

-Para ti es fácil, tú sales y caminas de tú celda a la mía. Yo no salgo de aquí.

 

-No digas que es fácil para mí, no lo es.

 

-Me voy morir, anoche soñé con mi muerte.

 

Diego sintió su corazón agitarse y de inmediato abrazó al chico. La sola idea de perderlo le aterraba. Podría soportar cualquier cosa, menos eso.- deja de obsesionarte con la muerte. Tú no vas a morir.

 

-Una semana más aquí y verás. Además soy como Buffy, mis sueños son proféticos- Dijo con una sonrisa.

 

Diego le sonrió de vuelta y no respondió más. Simplemente hizo el abrazo más apretado. No estaba dispuesto a perderlo. Rápido comenzó a pensar en todas las posibilidades. Esa cosa no podía detenerlo, el problema era el rubio con complejo de marine. Él si podía detenerlos, matarlos con solo apuntarles con su dedo índice. Pero ya no había vuelta de hoja, aprovecharía cualquier descuido. Tenían que escapar de ahí. El encierro estaba matando a su chico. Ya no cabía la posibilidad de esperar por Nina o Max. Solo el escape.

 

 

 

*********************        

 

 

11: 45 PM,  viernes. Un chico rubio, con el peinado en forma de pequeños picos se paseaba por la  larga fila para entrar en el antro de moda. Lograr hacerlo era un triunfo… la prueba, era la extensa fila que rodeaba hasta la esquina de la calle.

El chico rubio caminaba lentamente. No observaba a nadie, pero todos le observaban a él. Era extraño, sensual, lo mismo que enigmático. Vestía un pantalón de color gris, pero con rayas militares. Se calzaba con las pesadas botas y su camisa era negra transparente. Dejando a la vista su marcado cuerpo. No demasiado, pero si suficiente para atraer todas esas miradas.

Al llegar a la puerta, el chico miraba como el rudo y fuerte hombre que custodiaba la entrada, humillaba a un chico lánguido y con lentes de botella.

 

-este antro estallaría en mil pedazos antes de que entraras.

 

 

El chico rubio se acercó y lo miró de frente. El rudo hombre se levantó de su asiento y se le acercó para hablarle…-pero, este no es tú caso, puedes pasar…

 

El rubio sonrió mostrando esos dientes tan perfectos y blancos. Acto seguido, le abrieron la puerta por donde entró. Por escasos segundos escuchó los gritos de inconformidad de la gente de afuera, pero la puerta se cerró y solo se escuchó música.

La música que liberaba sus sentidos. Cerró los ojos antes de caminar por un extenso pasillo en forma de túnel. Adornado con piedras para crear el ambiente salvaje.

El silencio fue rotó por una hermosa rubia que caminaba hacía él. Luciendo un ajustado vestido blanco de gran escote. Su apariencia era muy retro…

 

 

-Lograste entrar…claro, luciendo así.- dijo la recién llegada mirando con adoración al chico. Mientras, este sonreía para luego asentir con la cabeza.

 

 

-bueno, yo no tengo ese problema. Simplemente me aparecí.- dijo de nuevo. Sonriendo de forma malvada.

 

 

El chico rubio unió su mano con el puño de la otra y comenzó a tronarse los dedos. La bella chica lo notó…-ten paciencia, amor…esta noche vas a tener lo que me has pedido.

 

La chica se acercó y le rodeó, mientras el chico cerraba los ojos en señal de placer. Aquella rubia estaba detrás de él, muy cerca de su oído, para susurrarle…-tendré lo que vine a buscar y luego, tendrás tú masacre. Ahora vamos, nuestro invitado ya llegó.

 

La chica desapareció y el rubio comenzó a atravesar el túnel. Pronto, la música comenzó a sonar más fuerte. Un tema tecno que reconoció…”elisir”  algo viejo, pero le traía muchos recuerdos.

Al final del túnel, estaba la gran pista en forma circular. Una barra al frente y tres pisos hacía arriba con mesas y otras pistas de baile. Al pasarse entre la gente. Era presa de las miradas de hombres y mujeres. Él solo sonreía mientras caminaba a la barra. Ahí encontró a un chico vestido con una camisa antiguada en forma de rayas, pantalones vaqueros de color azul y un peinado de gomina. Todo un granjero, que seguramente la pasó muy mal en la puerta antes de entrar.

El chico rubio le tocó el hombro y el otro volteó…

 

-¡¡Cielos, eres…tú!!

 

El chico rubio solo asintió.

 

-¿Donde esta ella?

 

El  otro solo señaló un piso hacía arriba.

 

-Ya veo, la zona VIP. Vamos.

 

Al subir, otro guardia  les tapó la entrada, pero de inmediato, el rubio sacó un pase de su bolsillo y ambos entraron. Había poca gente, muchos encerrados tras gruesas cortinas que impedían el acceso a la vista, pero no a los oídos…

 

-vaya, hay gente teniendo sexo aquí- dijo el chico con apariencia de granjero.

 

Rápido llegaron al final del salón. El rubio corrió la cortina y ambos estaban frente a un cómodo sofá y una mesa. La chica rubia estaba al centro con la pierna cruzada y un cigarro en la mano.

 

-Toma asiento, Andrew.

 

-Gracias.

 

-¿Trajiste lo que te pedí?

 

-Este es un extraño lugar, pensé que nos veríamos en su casa o en la mía. Vivo solo-. Dijo, bajando la vista, avergonzado.

 

El chico rubio no tomaba asiento, más bien parecía vigilar, en todas direcciones. Sin poner atención en la plática del granjero y la rubia.

 

 

-Vuelvo a preguntar- dijo la mujer, el tono de su voz sonaba molesto.- ¿trajiste lo que te pedí?

-por supuesto- respondió Andrew, mientras se abría la camisa y sacaba  una especie  de hoja, amarillenta y muy frágil. Envuelta en una cobertura plástica para que pudiera ser tocada sin que se dañara.

 

-Excelente, ponla en la mesa.

 

-Me costó mucho trabajo sacarla del museo, pero esta hoja esta en observación. Aún no esta a la vista del público. Mañana tengo que devolverla a su lugar. Mi jefe podría matarme por esto.

 

-no te preocupes por eso, Andrew.

 

Ambos se sonrieron y luego el chico volteó para mirar al otro, que seguía con la vista perdida.

 

-Ustedes son una rara pareja. Pero bueno, es mejor para mí.

 

-¿Quieres tú pago?

 

Andrew se giró para mirar de nuevo a la chica, por supuesto que quería su pago. Había conocido a esta extraña pareja en un Chat de mala muerte por Internet. Siempre quiso hacer un trío. ¡¡Siempre quiso tener sexo!! Pero su desaliñada apariencia solo le cerraba las puertas. Hace un par de semanas se había conectado y los encontró, les mandó su foto y ellos parecían encantados con él. Luego, una foto fue enviada para él y los vio…ambos rubios, ambos apetecibles, comibles. Tan solo le pidieron esa extraña hoja. No tenía idea de cómo sabían que tenía acceso a ella. El trato era solo mostrarla, fotografiarla, luego se la devolverían, no sin antes, una noche de sexo salvaje.

 

-bueno, no pensarán hacerlo… ¿aquí?  Por cierto, usted me es muy familiar. Ese cabello, esos labios, ese lunar, incluso la ropa.

 

-mmm puede ser…

 

-Es en serio, yo la conozco.

 

La chica sonrió y tronó los dedos al aire. Eso llamó la atención del rubio, quien inmediatamente tomó la hoja envuelta en el plástico.

 

-¡¡eeey no!! 

 

Andrew gritó, molesto. Ese no era el trato. Pero de inmediato, los ojos del rubio se tornaron oscuros, incluso sus irises, aquello no era normal. De inmediato una gran fuerza invisible lo sentó de nuevo.

 

-Relájate Andrew…esta es la experiencia que buscas.- dijo aquella mujer.

 

-¿quienes son ustedes?

 

La voz de  Andrew sonaba ronca, mientras observaba como el rubio se alejaba de la mesa con tal valioso papel.

 

-Voy a cumplir con el trato, Andrew

 

-No…puedo…moverme-

 

-Esta experiencia esta para morirse

 

 

El chico miró fijamente a la mujer a su lado. Ahora podía recordarla, pero eso era imposible. ¡¡No podía ser!! Esa mujer llevaba años muerta…

 

-Tú eres…tú…estas muerta.

 

-Pero soy un clásico ¿no? Al menos para los humanos

 

-Eres una actriz…eres ella, ¡¡por todos los cielos!!

 

-Ya no te preocupes por eso, Andrew.

 

El chico miró como aquella chica se levantó  y atravesó la mesa como si fuera un fantasma. Al tenerla tan  cerca su miedo creció. Esa mujer se acercó a su oído y susurró…-ya no debes preocuparte por que…¡¡este lugar va a hacer KAMBOOM!!

 

 

Andrew gritó todo lo fuerte que pudo y entonces se escuchó una estruendosa explosión abajo. Acompañada de horrorosos gritos. La chica rubia comenzó a carcajearse ruidosamente mientras bailaba alrededor de la mesa. Las explosiones comenzaron a sonar más cerca, iban subiendo en cada piso. Andrew lo sabía, volvió a gritar y  lo último que alcanzó a ver, fue a esa legendaria rubia mandarle un beso volado.

 

 

 

Afuera era todo un caos. La gente corría alarmada por las calles. Muchos de los que hacían fila no alcanzaron a salvarse. Fueron tragados por las llamas que venían de adentro. Mientras, el sonido de las sirenas anunciaba  la llegada de los bomberos, aquel rubio sonreía desde la acera de enfrente. Admirando su obra…

Cuando, un cuerpo totalmente rodeado en llamas comenzó a cruzar la calle hacía él. La gente comenzó a gritar…¡¡ayúdenle!! ¡¡Esta vivo!!  ¡¡Oh Dios!!

 

El chico sonrió más al reconocerlo entre las llamas, era el guardia rudo de la entrada. Al estar frente  él, pudo notar como su piel se encogía a causa de las llamas. El chico le mostró la hoja…

 

-Bien- dijo el cuerpo llameante…-esto solo fue el principio. El verano terminó y es hora de quitarnos los guantes.

 

El rubio se cruzó de brazos mientras algunos se acercaron con cubetas de agua para lanzarlas al “desgraciado hombre”. Pero era inútil, el agua le atravesaba como si no estuviera ahí.

 

-Bueno- volvió a decir el hombre en llamas…-regresa al desierto, no quiero que Diego piense que esta solo, que no estás vigilando.

 

Ante la orden, el chico asintió y comenzó a alejarse entra la multitud asustada por la explosión. El hombre en llamas desapareció ante la mirada de incredulidad de algunos.

La vista era aterradora, el edificio  lanzaba fumarolas que escondían la luna, haciendo todo más oscuro, era como una premonición de lo que estaba apunto de desatarse.

 

 

Los humanos son tristes, su vida es triste, es vacía y cruelmente rápida. En 40 años los he estudiado más que nunca. Sus cuerpos están llenos de fluidos y hormonas. En el fondo todos son como ese pobre infeliz, Andrew. Ansían ser amados, tocados, odian la soledad, incluso le temen. Realmente no han cambiado de cuando los recuerdo. No entiendo por que azura amaba tanto el mundo mortal. Este mundo debe ser de los antiguos. ¡¡Debe ser mío!!
Por otro lado, están los niños índigos. El legado de Azura, ¿Quién iba a decirlo? Tal como fue antes, usaré a estos cuatro para encarnar. Nunca antes me fue importante el tener un cuerpo, a veces creo que me he contagiado con la pestilencia humana, queriendo sentir, tocar, desgarrar…tomar un cuerpo inocente y hacerle sufrir.
Max y Diego son muy emocionales. A Max no le gustan sus dones, siempre  ha querido ser normal. Ama con todo su corazón y sin el amor no es nada, pero…no puedo dejarle más tiempo, él tiene que estar conmigo, debe aprender a desprenderse.
Diego es muy volátil, él si ama sus poderes, sin ellos estaría perdido. De hecho, lo estuvo. De todos los cuatro es al único que le temo, no es controlable, incluso he llegado a pensar que ni con la perdida de Lyle llegaré a dominarle. Ambos son iguales, son almas libres. Lástima que Lyle y Alex son humanos comunes, no los necesito.
Nina es una preciosa y delicada flor en todo esto. Sus poderes son una enorme bendición. Me atrevo a decir que el más noble y bello de todos. Con ella no tengo tantos cuidados, está en una búsqueda y estoy deseando que me encuentre.
Knox es como mi hijo, si yo fuera humano y tuviera sentimientos, claro. Un alma desesperada a la cual le he dado forma. Es mi demonio, mi hermoso demonio, mi mano derecha, mi mano ejecutora, el dulce silencio de la muerte…eso es Knox.

 

 

Hoy en el siglo 21 no puedo fallar, por que hoy cuento con una ventaja...Azura lleva muerto millones de años. Él es el único que podía detenerme, sus niños están huérfanos, ahora son míos. Son mis niños…
Azura ha fallado miserablemente, ese es el destino del ser humano, muchas ideas, muchos poderes, muchos inventos, pero todo eso viene dentro de un cuerpo mortal. Que envejece y muere. No tengo ningún respeto por ellos, y es por eso que la historia va a llegar a su fin.

 

Ellos se van…yo estoy llegando.

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