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Su mundo, es mí mundo por Adri6

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Busque algo que hacer, algo que pueda calmar mi ansiedad… trabajar como reportero es sin duda algo que requiere toda tu concentración, pero… ¿cómo no pensar en Bruce?, en sus labios y en nuestro, primer beso. Sonrió y agacho la mirada avergonzado, me olvido de que estoy frente a muchas personas y que, si estas me estuviesen observando, pensarían que me volví loco.

Loco es sin duda una gran primicia, afirmar que mi mente colapso es verdad. Yo, tal como soy… de poco mundo a pesar de que vuelo por el mundo, de escasos modales, aunque sé comer sin derramar nada, de escasos recursos… los justos y necesarios. Yo… he logrado que Bruce Wayne me preste atención, esa es la gran primicia, lo que yo mismo pondría en primera plana… ¿por qué?... porque quisiera tener una prueba tangible, de que es real.

Recorro con la vista los artículos que he escrito, destaco las palabras claves, pienso en la narración y vuelvo a sentir el corazón palpitar cuando recuerdo nuestro beso. No puedo vivir en función de aquel recuerdo pero que va, ahí estoy, retrocedo el tiempo, estoy junto a él…

“Sera mejor que te pongas a trabajar, Kent… no te pago para que estés mirando el mouse con cara de tonto”

“Enseguida le llevare el artículo, señor”

No me dice más, yo regreso a mi silla e intento trabajar, pero no puedo. Me siento feliz pero ahora que lo pienso, estoy triste. No me dijo si podía ir a verle, si hoy podía quedarme otra vez en la mansión. Miro mi teléfono, mi correo electrónico, trato de prestar atención si en algún momento dice mi nombre, pero nada, es como si todo me lo hubiera inventado, en un delirio creí que se había enamorado de mí.

Después de correcciones obvias, pude cumplir con la entrega de mis artículos. Había salvado el día y mi pellejo. Pude escapar de mi trabajo para recorrer la cuidad a pie, como lo hace cualquier persona normal, me gustaría ser normal, es algo que pienso cuando perfectamente en un descuido, puedo lastimarle sin darme cuenta. Sería horrible, imperdonable… me odiaría a mí mismo por haberlo hecho, por ser como soy… un alíen… un tonto con fuerza, pero sin cerebro. Me detengo en la esquina, espero que los autos pasen, pero me impaciento, no estoy acostumbrado a demorar tanto, tan solo quiero llegar a casa para quitarme la ropa, tomar una ducha, vestir algo cómodo y sentarme en la sala, sin hacer nada.

No quiero ir a verle, no quiero llegar hasta él cuando él no me quiere ver. Tiene que llamarme, tengo que escuchar su voz pronunciando mi nombre, tengo que asegurarme que me necesita, aunque sea para sacar la basura de su casa… Temo pedir mucho, le conozco… sé que perfectamente puede evitarme todo un año entero si así lo desea, puede ignorarme, ser indiferente, puede encontrar a alguien más…

Camino con la luz verde, doy pasos, pero siento que avanzo poco, estoy preocupado, reviso mi celular, no hay mensajes o llamadas perdidas, mi correo tiene de todo menos algo de él… no hay nada. Nada después del beso, de que me dijo que me quería… no hay nada… ¿así será por siempre?

Abrí la puerta y la cerré, recargue mi espalda en la pared y cerré los ojos, mi mente estaba aturdida en los miles de suposiciones, en malas formas de imaginar, que Bruce… ya comenzaba a pensar en dejarme atrás.

“Lávate las manos y ven a la mesa, todo está listo”

“… Bueno…”

Abrí los ojos de par en par, no puedo evitar correr hasta llegar a la sala, no pude creer que Bruce estuviese sirviendo la cena… una cena para mi… nuestra primera cena. Me miro entornando sus cejas en señal de confusión por mi actuar, entonces me enderece, lo salude y me quite el abrigo.

“Ya regreso”  –Dije y volé literalmente a mi habitación para cambiarme de ropa. Aplicarme perfume, a revisar mi cabello… a lavarme los dientes y de nuevo, lavarme los dientes.

Regreso y me siento frente a él. Inicio la conversación regañándome por no tener nada en la despensa, me comento que tuvo que ir de compras… pero lo mejor de todo, fue cuando me dijo que lo había preparado el mismo. Disfrute cada bocado, el vino, el aroma del postre… ah… que feliz soy.

“¿Mucho trabajo?”  –Pregunto

“No tanto… bueno… ya sabes, lo de siempre”

Estoy un poco nervioso, ansioso por saber que ocurrirá después de la cena. ¿Me besará?, ¿me invitará a salir?, ¿se quedará? De pronto le echo una mirada a mi casa, lamento que sea tan… tan común.

“Leí tu artículo, debo decir que estuvo ingenioso”

“¿Leíste mi artículo?”

Le mire pensando que estaba jugando conmigo, pero no, Bruce tiene el privilegio de obtener información antes de que esta, se imprima en papel. Me sonroje, saber que está pendiente de mi trabajo es… asombroso porque yo, no entiendo el suyo.

“… ¿Te gusto?”

Evite mirarle, aun cuando contesto que sí. Bebí el vino, poniendo punto final a la cena. ¿Ahora que sigue?, estoy expectante, nervioso, muy necesitado de que me bese otra vez. Eso es lo quiero, que me bese, que me robe un beso… que me coma la boca… que se apodere de mi boca… se la regalo.

“No puedo quedarme mucho tiempo”

Me afecta sus palabras, rompen mi corazón, pero le entiendo, yo también soy héroe. Se pone de pie y eso me hace pensar que se ira, que eso fue todo, pero sus manos se apoyan en mis hombros, se inclina, le escucho respirar y hasta hablar sobre mi oído:

“¿No me invitaras a tu habitación?”

Me sonrojo, siento vergüenza, pero me giro en mi asiento y le miro, la seguridad de su rostro me dice, de que podrá irse, pero no se ira, sin antes estar conmigo. Como siempre soy un tonto por creer que no me quiere, que no me desea… me pongo de pie y le abrazo, enamorado de pies a cabeza es la enfermedad que me aqueja.

Nos recostamos en mi cama, ¿cómo lucir tan tranquilo cuando comienza a desabrocharse la camisa?, mis manos tiemblan, soy tan torpe… me mira, sonríe divertido, se acerca, sus manos me ayudan y se quedan quietas por sobre donde termina mi abdomen, me mira con intensidad. Niega con la cabeza, se vuelve a recostar a mi lado, continúa descubriendo su torso, yo le sigo atento, dispuesto hacer algo… lo que sea.

“¿Te gusta mirar?”

Su pregunta no la entiendo por eso no le respondo, pero cuando comienza a bajarse el pantalón supe de que estaba hablando, mis ojos casi usaban su poder para poder ver que era lo que cubría su ropa interior. En verdad me encantaba ver, admirar, apreciar, observar… algo tenía una forma muy definida, enorme, masculina y era todo lo que quería.

“¿Podrías enfocar tu atención en mi rostro?”

Me sonroje aún más, levante la mirada con toda la vergüenza del mundo. No estaba molesto, al contrario, me sonrió orgulloso de que abiertamente, le desee. Se acercó, me abrazo, sus manos fueron verdaderas armas letales a la hora de desnudarme, me quede suspirando, entrecerrando los ojos y buscando su boca, por dios, como quería probar su boca.

Me la negó, fue directo al preferir besar mi cuello, en seguir la curva de mi clavícula, en saborear mi piel. ¿Qué demonios?, pensé cuando al intentar abrazarle se alejó de mí. Comenzaba a impacientarme, no me era justo que yo estuviese desnudo y él no. Odio aquella ropa interior que no me deja ni ver, ni tocar, ni probar…

“¿Qué pasa?... ¿acaso quieres algo más?”

“Bruce”  –Proteste por su broma, realmente pesada y sin gracia

“Clark… apaguemos las luces”

Dijo y lo hizo, a oscuras tuve el privilegio de sentirle sobre mí, de cómo retomo la piel de mi cuello y de cómo, se acomodaba entre mis piernas. Temblé por el calor de mi piel, de que por sí ya es alta, pero ahora… exageraba. Cerré los ojos y mordí mis labios al sentir su mano en mi cuello, dirigiendo mi rostro hacia un lado para darle espacio, para exponer mi piel a su merced. Levanto una de mis piernas, recorrió mi muslo de abajo hacia arriba, me torturo al no acercarse a mi miembro, que bueno, no necesitaba estimulación. Estaba ya listo, solo faltaba tres cosas, quitarle la ropa interior, que me besara y que me penetrara. Con vergüenza o no, eso era lo que quería y eso era lo que iba a tener.

Mis manos tramposas usaron su habitual fuerza para romper aquella insignificante tela, la aparte de su cuerpo y al fin, libere su erección que quedo, gustosamente, junto a la mía. Sus labios se curvaron en una sonrisa, una realmente seductora, aunque ni siquiera pudiera verla, sino más bien, sentirla.

“Boy scout, que travieso eres”

Un regaño antes de que su mano se centrara en mi pecho, bajara por mi abdomen y tomara mi miembro, solté un suspiro cuando comenzó a recorrerlo con experiencia, con total locura por conseguir que perdiera la cabeza.

“Es mejor que no mires”

El juego consistía en cubrir mis ojos con su corbata, era injusto porque quería usar mi poder, usar esta oscuridad a su favor era una verdadera maldad. Pero cuando sus caricias tomaron
protagonismo supe que era lo mejor.

“Desde ahora, te encantara la oscuridad”

Trabajo en mi cuello, en mi miembro y en mi muslo, yo tan solo apretaba las sabanas e intentaba resistir, jamás nadie me tocara de esta forma, jamás dejare que alguien intente tocarme de esta forma. Gire un poco mi rostro, a tientas alcance su oreja, procure soltar mis suspiros y gemido ahí, para que no tuviera dudas de que estaba en el cielo.

Me queje cuando mi miembro se froto con el suyo, me retorcí por conseguir más contacto de su piel, decidido alce los brazos para tocarle, pero el tan solo se apartó, abandono mi cuerpo sobre la cama como si yo, le hubiese ofendido al desear abrazarle.

“No mires, no toques”

Si esas eran sus condiciones, las acepto sin ningún problema. Deje mis manos sobre las sabanas, aborte la intención de acariciar su pecho, de besar su pecho y también masturbarle. Ahí me quede, esperando, sufriendo porque volviese a recostarse sobre mí.

“Que obediente”

Se burló, pero me premio con el mejor beso de este mundo, sus manos estaban enredadas entre las mías, las movió por sobre mi cabeza y ahí, se quedaron disfrutando del gesto. Su rodilla presionaba mis piernas, que tonto, no me había dado cuenta de que las había cerrado. Le deje el paso libre y volvió a quedar entre ellas, es más, las flexione para su mayor comodidad. Sutilmente se movió, casi como si me estuviese embistiendo, no pude seguir el beso y me queje, solté un sonido vergonzoso al verme tan necesitado de él dentro de mí.

“Eres encantador”

Me ruborice al escucharle decir eso, ¿le era encantador? Las dudas poco a poco se alejaron, definitivamente él sentía algo por mí, no puedo pedir más, ya no.

“Prepárate para mi”

Una de sus manos arrastro a la mía hasta su boca, su lengua humedeció mis dedos y pronto, ya estaban sobre mi entrada, listos para ingresar y auto penetrarme. Dude, pero al volverme a besar tome el valor que me faltaba, más aún cuando su mano nos volvió a masturbar, ambos miembros, ambos en su mano y en su toque tan sensual.

Ingrese uno de forma torpe, la verdad es que apenas podía coordinar mis movimientos, pero ingrese el segundo ignorando la molestia, ingrese el tercero ya con dolor, pero no me importaba, la ansiedad por estar con Bruce me atormentaba, no quiero ni me sentiría satisfecho con mis dedos, no, yo quiero que él esté ahí, entre mis piernas, que me ame, que nos amemos.

“Ya”

Dije sin titubear, aún cuando apenas hice algo. Bruce se detuvo, pude sentir otra vez su sonrisa. Al dejar de tocar nuestros miembros supuse que vendría la mejor parte, pero nuevamente me regaño.

“No lo hiciste bien”

Pasan algunos segundos hasta que aparta mi mano de mi entrada y es ahora, cuando su dedo húmedo ingresa a mi cuerpo, ¿el hecho de que sea su dedo me hace disfrutarlo?, seguramente así es porque siento algo, siento placer. Su segundo dedo me abrió, recorrió mis paredes y con tercero, jugo a simular el acto sexual.

Llene la habitación de mis vergonzosos sonidos, que maravilloso, que fiebre me enfermaba y eso, que tan solo sus dedos, sus dedos, sus dedos…

“La próxima vez, deberás hacerlo tú mismo”

Susurro sobre mi piel, retomo mi cuello, pero esta vez me mordió, suspire aún más, continúo penetrándome y solo cuando prácticamente tenía un orgasmo se apartó. Proteste, olvide las reglas y le busque con mis manos, no estaba, pero seguía ahí, escuchaba perfectamente su corazón.

“Me queda poco tiempo”

Confeso y eso, me hizo perder la compostura, ¿se ira?, ¿me dejara así? No lo soporto, no podía permitirlo, me quité su corbata y encendí la luz, mi enfado se arruino al verle, al tenerle frente a mi como dios lo trajo al mundo. Trague saliva, trague mis pensamientos, trague mi propia alma… su cabello desarreglado, sus ojos intensos, sus labios, su piel, sus músculos, sus manos… su miembro…

“Me queda poco tiempo”

Volvió a repetir, pero tan solo se inclinó sobre mí, escupió en su mano para masajear mi entrada, volví a suspirar, a desearle, a necesitarle. Era un trabajo delicado, a pesar de que tenía otros compromisos, por suerte mi cuerpo se amoldaba con facilidad.

“¿Estas bien?”

“… Muy bien”

Alzo una ceja y quizás, mi respuesta la tomo como una provocación, dejo sus dedos fuera de mí, mas ahora vendría algo mejor. Se acomodó y por fin, por fin… por fin toque su espalda, me aferre a su espalda mientras él se movía. Se escuchaba el rechinido de la cama, mis quejidos, sus graves y ocasionales bufidos.

Mordí mis labios cuando desde el principio se movió, no espero a que me acostumbrara, pero aún así, estaba bien. Tan rápido como sufrí lo disfrute, mi amante sabía lo que hacía, me lo hacía tal como quería yo… pasión, pura pasión. Rudo pero amoroso en partes iguales, sus manos sostenían y elevaban mis nalgas a su gusto, a su altura mientras seguía moviéndose dentro y fuera, volvía a ingresar con más fuerza. Abriendo mi carne, marcándola desde lo profundo, calentándome como nunca lo he estado en toda mi vida.

Mantuve los ojos cerrados, no pude hacer más. Su voz ronca pronunció mi nombre varias veces y eso, era lo mejor de todo. Tenía claro que Bruce estaba pensando en mi, no en otros u otras amantes, también le llame, grite su nombre mientras se me secaba la boca por respirar agitadamente.

Se apartó un poco y una de sus manos abandono mi nalga para moverse por sobre mi piel, por sobre el sudor de nuestras pieles y llego hasta mi miembro, me toco, me froto, bendita mano, que habilidad, de haber podido le hubiera felicitado.

“Clark”

Ronroneo en mi cuello, generando un cosquilleo difícil de controlar, alce mis piernas y le rodee la cadera con ellas, con mi fuerza nunca podría apartarse de mí, sí, era el mejor plan que he tenido en toda mi vida.

No necesite usar mis súper oídos para captar el sonido del impacto de su pelvis contra mis nalgas, de cómo su boca succionaba mi piel, de cómo rechinaba la cama… mis suspiros, mis quejidos, mis palabras a medias, nada escapaba de mi atención. Aspire el aroma de su piel que se mezclaba perfectamente con su perfume, que varonil, que agradable sabor tenía su sudor, no perdí tiempo, bese cada parte de su piel a la cual tuve acceso. Enrede mis dedos en su cabello, que suaves y húmedo estaba en este preciso momento, suspire cuando mordió el lóbulo de mi oreja, para después chupármela.

“Bruce”

Temblé aún más, que calor, apenas soportaba el calor. Su mano tomo mi cuello, en un movimiento posesivo me obligo a besarlo, a disfrutar de su lengua en mi boca, que haga lo que quiera conmigo, pensé. Baje una de mis manos, acaricie su espalda, baje por su columna y llegue a su nalga, la apreté, lo empuje aún más contra mí, si, quería que se enterrara aún más en mí.

Aumento el ritmo y la fuerza, perdió la compostura que le caracteriza y se transformó, salvaje, rudo, hambriento… se apartó y me volteo, su mano hundió mi rostro contra la almohada, la tuve que morder cuando me penetro de pronto, satisfaciendo mi fantasía de que llegara aún más lejos en mí. Su mano se quedó en mi nuca y la otra sostenía mi cadera, la mantenía en alto.

“Oh por dios”

Abrí los ojos de par en par cuando se dedicó a tocar insistentemente mi próstata, no, no quería que esto terminase, pero… es demasiado calor, demasiada lujuria… comencé a estremecerme, a perder las fuerzas y la voluntad. Perdido en nuestro momento solté un, te amo, entre jadeos.

Cerré los ojos con fuerza y curvé mi espalda al sentir por fin el orgasmo, temblé sudoroso hasta que caí sobre la cama realmente relajado. Respirando desesperado, de pronto me mordí los labios al sentirle terminar dentro de mí, ni siquiera me dijo que lo haría. Volteé el rostro para mirarle, fue así que le descubrí con su ceño fruncido y ojos cerrados, estaba concentrado, disfrutando de su orgasmo que ni siquiera pudo decir algo.

Quise reclamarle cuando salió de mi interior, la sensación de vacío me molesto en verdad. Se dejó caer a mi lado, cansado, aturdido tal como yo lo estuve hace poco.

“Bruce”

Le llame despacio, casi en un susurro, moví mi mano y acaricie su mejilla, de pronto sus ojos azules me miraron brillantes y seductores, sonrió un poco, pero eso era mucho para mí. Tomo mi muñeca e hizo el gesto inequívoco, de que quería que me acurrucara con él. Lo hice, le abrace y deje mi rostro en su pecho, no pude evitar, darle un beso a su pectoral.

“¿Te iras?”

Pregunte aun sabiendo que estaba mal hacerlo, él tenía sus obligaciones, pero, aun así, quería tenerle junto a mí, sobre todo esta noche, en la cual fuimos uno. Su mano acaricio mi espalda, casi como si me consolara, pero después de pensarlo por algunos minutos dijo:

“Como ya dije, tengo poco tiempo, esta noche tengo mucho trabajo”  –Dijo con firmeza, como si nunca se dejara convencer por mis suplicas—  “… Aunque tengo una forma de compensártelo”

Le mire enseguida, alzo una ceja y coqueto, porque Bruce Wayne es un seductor por naturaleza, me confeso que pronto se tomaría vacaciones en su empresa, si, unas largas y merecidas vacaciones. Sonreí, me moví hasta alcanzar sus labios y besarlos con ternura, con necesidad de agradecerle de que me quisiera.



Cuando termino de arreglarse. Antes de irse, volteo el rostro por sobre su hombro, me miro de forma seria, más aún cuando dijo:

“… Yo también te amo”

Notas finales:

Gracias por leer!!

Besos!!


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