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La Unión Perfecta. por Chica Medusa

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En esta vida cada ser humano existe para otra persona con la cual puede conseguir la tan ansiada “unión perfecta”. Pero tal encuentro es un destino de muy pocos, tanto así, que casi nadie podía conocer. Los que tenían la dicha de conseguirlo vivían la vida soñada al lado de la persona indicada, pero los que no lograban encontrarlo por diversas circunstancias, se veían obligados a vivir en un estado de insatisfacción o perpetua nostalgia.

 

Y al parecer a Clint le había tocado vivir la segunda opción.

 

A lo largo de su vida había tenido más romances pasajeros que estables, porque por más que deseara permanecer con una sola persona mucho tiempo, su pasado no se lo permitía; Sus inseguridades y la falta de confianza que tenía en su propia persona no le ayudaban. De alguna manera, siempre terminaba lastimando a las personas que quería por culpa de sus inseguridades.

 

No obstante, hubo un tiempo en el que pudo decir que tuvo ese “romance de película”, del que toda persona ansía tener y muy pocos encuentran. Él creyó haberlo encontrado en una persona que conoció hacía ya casi dos años.

 

Pero eso no pasó. Y como todos saben, esos tipos de amores no son más que una mentira.

 

No se negaba que muchos de los puntos que se daban en esas películas sí se lograban, pero ese no fue para nada su caso.

 

Y ahí se encontraba, acostado en su sillón observando la hermosa vista hacia la cuidad con una manta cubriéndole, una taza de café y una carta que le confirmó que su vida sería tal cual la historia contaba.

 

Le tocaría vivir la “perpetua nostalgia”.

 

No negaba que quería llorar, que quería romper todo lo que estaba en ese cuarto y que ahora se sentía tan solo sin la compañía de la otra persona que habitaba hacía unas cuantas horas solamente a su lado.

 

Observaba las hojas secas caer de los árboles, para luego terminar en el frío cemento y posteriormente ser pisadas por las personas que solían tomar esa calle como atajo para llegar a la avenida con más rapidez. Sentía un poco de envidia de aquellas hojas, la verdad, pues al caer de sus ramas, el viento se las llevaba lejos de ahí. Eso buscaba, volar lejos de la encerrada habitación y llegar a un lugar desconocido.

 

Más sin embargo ahí seguía, tomando su café con la carta a un lado de su cuerpo que luchaba por mantener el poco calor que tenía. Sentía sus manos doler un poco por el frío, y no era para menos, pues estaba a escasos 3 meses de culminar el año. El invierno ya estaba llegando y con ello su frío característico.

 

Quería levantarse y cerrar la ventana para que el helado viento dejara de golpear su rostro y brazos, pero no podía, su cuerpo no se movía, seguía en la misma pose de hace ya casi 45 minutos. Sentía su pecho oprimido, había una sensación en el estómago como cuando fue su primer viaje, recordó, su primer día en sus clases en arquería o como cuando dio su primer beso. Pero sabía que no era por ninguna de esas opciones.

 

Suspiraba a cada minuto o quizá segundos, eso era lo de menos, de todos modos en ese cuarto sobraba el aire… ya no debía compartirlo con nadie. ¿Para qué preocuparse? Intentó hacer una mueca que fue por demás algo sin expresión.

 

Sintió caer la taza debido a su flojo agarre, más no hizo nada, ya no tenía que salir corriendo a limpiar para evitar que esa otra persona corriera el riesgo de caer o simplemente lo regañara por no limpiar.

 

Tomó de nuevo la carta y comenzó a releerla desde el principio:

 

“QUERIDO CLINT”

 

No pudo evitar soltar un suspiro de dolor y sentir como las lágrimas se asomaban en sus ojos. Le era inevitable a esas alturas. Respiró con profundidad y decidió seguir.

 

Honestamente no sé cómo empezar esta carta…

Como bien sabes, dentro de poco viene nuestro aniversario. Sé que estas feliz y que quizá ya estás buscando de nuevo algo para cocinarme como es tu costumbre.

 

Sonrió de medio lado al leer lo de la comida. Clint no era conocido precisamente por ser buen cocinero, pero cada mes desde hacía 2 años y medio lo había comenzado a intentar. No obstante, todo parecía que volvería a la comida hecha.

 

Continuó leyendo.

 

Sé que no eres tonto y de antemano sabrás que no tendrás que aceptarlas si no quieres, pero quiero pedirte una disculpa por todo. No quiero que pienses que este tiempo jugué contigo, porque no fue así… Al menos no hasta hace dos meses, y porque me di cuenta de ello decidí irme para dejarte ser feliz.

Determiné dejarte yo, aunque esta habitación la compramos juntos, porque sé que después de todo tú la necesitaras más que yo. No lo tomes como caridad ni nada de eso, sé que no te gusta ese tipo de cosas, y siendo honesto contigo, a nadie le gusta.

 

Sintió un peso extra posarse a un lado del sillón para después sentir aquel mismo peso en sus piernas. Sonrió y continuó leyendo en compañía de su fiel canino.

 

Sé que no tengo derecho a pedirte que me perdones, pues hice lo que te prometí en un principio, pero de verdad no creí que en un simple viaje de trabajo encontraría a otra persona. Tienes el derecho de insultarme y todo lo que quieras, aunque sé que por cómo eres no lo harás, y eso me hace sentir aún peor. Jamás mentí al decirte que la diferencia de edades no me molestaba, pues nunca lo hizo. Pero en este viaje conocí a alguien con quien me entendí mucho mejor que contigo… No diré que alguien mejor, eso nunca, pero sí es alguien que me dio su apoyo cuando lo necesité.

 

El rubio dejó de leer la carta un momento mientras cerraba los ojos. Se había prometido no volver a llorar aún si estuviera solo, pero en ese momento sentía que su promesa corría peligro de ser olvidada, y no quería, no ahora.

 

Se armó de valor, tomó aire y mientras lo soltaba lentamente continuó con su lectura.

 

Sé que en estos dos años compartimos muchas cosas que jamás las olvidaré. Desde el día que nos conocimos, nuestra primera cita, nuestro primer beso, la primer pelea, el día que decidiste irte de la casa después de tener una pelea porque no terminé la comida que me habías hecho para horas después encontrarte en un parque cerca del lugar donde nos conocimos, la primera vez que compartimos la cama para después tener nuestra primera noche juntos…

Aún recuerdo tu cara de confusión con algo de miedo, también cómo querías tomar tu teléfono para investigar del tema.

 

Sonrió al recordar ese día, de verdad no tenía ni idea de qué debía hacer

 

También recuerdo que confiaste en mí y me dejaste hacer las cosas, entonces todo salió bien. Te agradezco esa confianza, aunque sé que con lo que te hice la perdí por completo y mucho más.

Si te soy sincero, quizá en este momento no lo sienta tanto, pero sé que si nos volvemos a ver no podré verte a los ojos, aun conociendo que eres de esas personas que dicen “te perdono”. Pero sé ya nada será como antes.

Lamento que por mi culpa esto haya terminado mal, pero no lo planeé, e incluso tú mismo lo dijiste: “podrías estar un día tomando un café, pero entonces de la nada mirarás a alguien, y ahí sabrás que es para ti”Creí que esa persona habías sido tú, y lamento de todo corazón que no lo fueras.

Sé que sonará un poco, o quizá muy cruel lo que te diré, pero lo mejor será que olvides lo que pasamos en estos dos años, porque al final puede que yo haya sido lo que tú buscabas, pero tú para mí no, y ahora puedo decir que encontré a la persona que necesitaba. Lamentablemente no fuiste tú.

Espero que algún día me disculpes por todo el daño que te hice, sé que lo harás. No quiero hacerme el importante, pero si de algo estoy seguro es que, a pesar de todo lo malo que te pueda pasar, siempre perdonarás todo, pues tienes un enorme y buen corazón. Ojalá no equivocarme o haberte lastimado lo suficiente para cometer un error en mis pensamientos.

Llegamos a la despedida. Supongo que escribí todo lo que tenía que escribir, así que espero puedas entenderme.

 

Si algún día me necesitas, no borres mi número.

 

ATTE: Tú sabes quién soy.

 

Después de leer la carta la guardó de nuevo en su sobre, y extendiendo su brazo, la dejó en una pequeña mesa. Volvió su vista a la cuidad por unos cuantos minutos más.

 

Había olvidado el frío y todo a su alrededor, por lo mismo, se encogió en su asiento al volver a sentir la helada brisa de la noche tras colarse por su ventana hasta llegar a su rostro. Juntó sus manos y trató de darse calor, aunque fue en vano.

 

Con cuidado movió a Lucky, dejándolo en el sillón. Se levantó sin ganas y cerró la ventana dándose unos instantes para observar afuera. Las parejas que pasaban por la acera no le aumentaban el humor, y los niños jugando en el parque de enfrente juntando las hojas secas en una montaña en la cual después brincaban, tampoco, pero gracias a ellos comenzó a recordar muchas cosas.

 

— ¿En qué momento me enamoré? — Se preguntó mientras recordaba.

 

Quizá fue cuando se conocieron aquel día lluvioso en el parque mientras él se encontraba sentado en un columpio sin ninguna compañía.

 

Quizá fue en el momento que dejó de sentir el agua caer sobre su cuerpo, y alzando la vista, pudo divisar la silueta de una persona con un paraguas el cual los cubría a ambos.

 

Quizá fue cuando comenzó a platicar con esa persona una vez terminada la lluvia…

 

Quizá fue en el preciso momento en el que se despidieron dándose la mano y prometiendo verse de nuevo la siguiente semana.

 

O quizá fue aquel día donde después de meses de haber estado saliendo y armándose de valor, atrajo al contrario uniéndose en un beso suave en el cual trató de transmitir todas y cada una de sus emociones.

 

Pudo haber hecho una lista de todas y cada una de las opciones que tomaría como respuesta, pero tardaría más en enumerarlas que en tomar una sola como la correcta.

 

El frío viento le hizo recordar el motivo por el cual se encontraba en la ventana. Inhaló suficiente aire hasta sentir que sus pulmones estaban llenos, y luego lo expulso en un largo y casi imperceptible suspiro. Cerró la ventana y regresó al sillón en busca de su manta para poder dormir. Al día siguiente, con más calma, se encargaría de limpiar los restos de café de aquella taza que solo se convertiría en un recuerdo.

 

Caminó hasta su cama dejando la manta en ella, tomó la carta de la mesita y estuvo a nada de tirarla, pero decidió guardarla como una de sus últimas memorias; La dejó en el buró que reposaba a un lado de su cama, se cambió por su ropa de dormir y se dispuso a descansar. Mañana sería un nuevo día, y tendría total libertal para poder poner todos sus asuntos en orden, pensó.

 

“Que alguien me diga por qué estoy solo si hay un alma gemela para todo el mundo… Alguien está destinado a oír mi llanto. Habla fuerte si tú eres ese alguien tan difícil de encontrar”, fueron sus últimas palabras antes de quedar dormido con una única lágrima caer de sus ojos.

 

Sin embargo, debía tener cuidado con sus palabras, porque algunas veces esas cosas que dices o preguntas sin pensar, son las que realmente se hacen realidad. Y quizás, solo quizás, esta sería una de esas.

Notas finales:

Antes que nada, quiero agradecer a vixletrxse por ayudarme en la edición, te lo agradezco mucho.


 


y pasando a otro tema, tengo dos preguntas para las personas que lean esto.


1°-¿Quisieran una segunda parte de esta historia? Es una duda que no logro resolver, y me gustaría saber su opinión.


2°- ¿Alguien adivino quien fue la persona que escribió la carta? honestamente, creo que fui muy clara con quien fue la persona que la escribió. si alguien cree saberlo, espero su respuesta en los comentarios.


eso seria todo y espero de antemano que haya sido de su agrado.


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