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Slasher. por PCD19

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Notas del fanfic:

Fandom: Supernatural. (AU- adolescentes)

Género: Slasher. (Con romance y escenas eróticas y drama adolescente)

Pareja: Destiel (Quizá alguna otra)

Advertencia: Muerte de personajes, sadismo, sexo explícito.

PS: Si debo crear personajes para mejorar la trama, lo haré. O posiblemente coloque personajes de fandoms diferentes.

Notas del capitulo:

 Este primer capítulo es una breve introducción a la trama, abre la puerta a lo que va a ocurrir.

 

Antes que naa, quiero pedir disculpas por el fanfic de Teen Wolf que escribía que dejé tirado, no fue intencional, me bloqueé y no pue continuar. Este nuevo fanfic es de otro fandom que adoro y prometo que valdrá la pena. Pero debo advertir: si no les gusta la temática, el género y la constante muerte de personajes, no lean, porque estaré jugano con uno de mis géneros favoritos: el slasher. Y créanme, podré hacer volar sus mentes con las ideas que tengo.

Subiré capítulos tanto como pueda, procuraré ser más preciso y además mejorar mi calidad, cosa que no llevaba en mi anterior fic.

Gracias y que disfrutéis.

 

Como ya es sabido: estos personajes no me pertenecen, no busco lucrarme de ninguna forma con esto, sólo pasar el rato y dar algo para que ustedes disfruten.

Wicked Halloween era la única tienda de artículos de día de brujas en todo Lawrence, el señor Rupert Milton estaba teniendo excelentes ganancias: el día 31 de Octubre estaba a la vuelta de la esquina y los ciudadanos se preparaban para celebrar. Las familias de los suburbios compraban adornos, los pubs y restaurantes alimentos y bebidas temáticas, incluso la Secundaria Lawrence había comprado este año toda su ornamenta para el baile de bienvenida en la tienda. La joven Anna Milton, hija de Rupert, había sido astuta y pidió a la junta estudiantil y a la junta de padres que compraran lo que se necesitara para organizarlo todo en Wicked Halloween, así ella podría realizar un gran baile y su padre recibir una buena suma de dinero. Aunque claro, octubre era el único mes del año en el que la tienda realmente tenía vida y Rupert estaba contento por ello.

A las ocho de la noche colocó el letrero de “Cerrado” en la puerta, una joven rubia se despidió con la mano al otro lado del cristal mientras sonreía feliz de llevarse uno de los mejores disfraces de heroína de Marvel. Este año los monstruos estaban siendo hechos a un lado por los superhéroes y los mejores disfraces se vendían como pan los primeros días. La rubia era una chica inteligente y no había querido perder su oportunidad.

Mientras algunas personas pasaban por la acera, Rupert contaba las ganancias del día y escuchaba música de la vieja escuela, la tienda estaba cálida y una gota de sudor resbalaba por su prominente frente. Nada podía remover la sonrisa de los labios de aquel hombre. Laurel, su ex esposa, le llamaba fracasado y a él no podía importarle menos, tenía la mejor tienda de Halloween de todo Lawrence.

Tras contar el dinero, haciendo a un lado unos cuantos dólares para su hija, buscó la escoba y comenzó a barrer el suelo, cogió un caramelo de calabaza de uno de los mostradores mientras preparaba la tienda para el próximo día. En el alto parlante Bon Scott clamaba con gusto que se iría al infierno y Rupert sacudía la cabeza al son de la canción.

Cuando mascaba el caramelo escuchó el teléfono de la tienda sonar, lo dejó repicar hasta que el sonido cesó y siguió con su tarea, tarareando la canción. Un minuto después el aparato volvió a repicar y él colocó los ojos en blanco, odiaba responder llamadas una vez había cerrado la tienda.

"Si llaman una segunda vez debe ser importante." Murmuró mientras se aproximaba al teléfono. Al colocar el auricular en su oído dijo: "Wicked Halloween ¿en qué le puedo ayudar?"

Para sorpresa suya al otro lado de la línea no se podía escuchar nada.

"Wicked Halloween ¿en qué le puedo ayudar?" repitió, temiendo que el teléfono no estuviera funcionando.

Un segundo después lo escuchó: era el tenue sonido de una respiración.

"¿Quién habla?" preguntó, comenzando a perder la paciencia.

No hubo respuesta y sin dilaciones colgó, lanzando un bufido mientras cogía la escoba una vez más y echaba a andar al pasillo de las partes anatómicas falsas. Mientras sacaba el inexistente polvo de entre cestas de piernas cortadas y corazones de polietileno, escuchó el inicio de Sweet Dreams y cantó junto a Ann Lennox. Para Rupert Milton su hija se llamaba Anna por aquella escocesa, no por la bruja madre de Laurel.

Rupert miró por una de las ventanas la calle, la noche caía perpetúa, oscura, una bolsa de plástico andaba con el aire por la acera y algunos autos pasaban a toda velocidad. Era domingo y la mayoría de personas estaban en sus hogares. Distraído como estaba se exaltó al escuchar el teléfono una vez más y sacudiendo la cabeza, sintiéndose idiota, se acercó de nuevo al aparato.

"Wicked Halloween ¿en qué le puedo ayudar?" dijo, preparado para maldecir a quien estuviera tocándole las narices.

Para sorpresa suya esta vez la respuesta no se hizo esperar: del auricular salía la misma música que él escuchaba, la eléctrica tonada de Sweet Dreams le hizo alzar la mirada y mirar a su alrededor.

"Qué cojones…" murmuró, colgando, esperando que fuera un fallo de la línea telefónica.

La canción terminó en ese momento y un segundo después, el teléfono volvió a repicar.

"¿Qui-quién es?" masculló.

"¡Papá!" la voz de Anna tomó por sorpresa a Rupert.

"Ann, cariño." dijo él, suspirando.

"¿Tardas mucho?" preguntó la adolescente, él podía escuchar al fondo el sonido de los trastes de la cocina. "Preparo hamburguesas, así no compras nada en Beckie’s ¿vale?

Rupert asintió como si Anna pudiera verle y sonrió. Debía ser ella quién había estado llamando.

"Ya estoy finalizando, cariño, ya voy a casa." dijo.

"Bien, nos vemos en un rato."

Rupert colocó el auricular en su sitio y se secó el sudor de la frente. La tienda estaba en una de las calles viejas de Lawrence, las redes telefónicas y eléctricas llegaban a fallar y el internet ni siquiera funcionaba allí. Había pasado un mal trago por una estupidez y se llamó viejo idiota en sus pensamientos.

Decidiendo que estaba bien por aquel día, dejó la escoba en el armario de los utensilios de limpieza, cogió el dinero para Anna y lo metió en su bolsillo y llenó otro bolsillo de golosinas. Al diablo sus problemas de insulina, el día de brujas estaba cerca y él estaba alegre.

Se aseguraba de llevar las llaves del auto y se acercaba a los interruptores de la electricidad cuando el teléfono volvió a sonar, suspirando y preguntándose qué querría Anna en ese momento, caminó hasta al aparato y se llevó en auricular a la oreja.

"¿Si?"dijo.

La única respuesta que recibió fue Sweet Dreams iniciando, a la vez que el alto parlante de la tienda la hacía sonar una vez más.

Rupert sintió su cuerpo estremecerse y las manos le temblaron mientras dejaba caer el teléfono y miraba hacía la mesa donde descansaba el reproductor de música. A su lado, largas figuras deformes le miraron, eran monstruos y fantasmas, seres con sendas garras alzadas hacía él. Los ojos huecos y demoniacos parecieron mirarle con suspicacia mientras él tragaba una bocanada de aire y tomaba el bastón de plástico del disfraz de un hechicero a su diestra. En ese momento las luces se apagaron, la música continuó y la oscuridad le envolvió.

"Everybody’s looking for something…" una voz gutural pero firme dijo sobre la canción.

El corazón de Rupert se aceleró hasta que pudo sentir los latidos en sus oídos, las manos le sudaron y apretó entre sus temblorosos dedos el bastón, buscando entre las difusas sombras a quien estuviera allí. Una risa surgió por uno de los pasillos, la luz de la calle apenas y se colaba entre los estantes, los disfraces y adornos se veían espeluznantes bañados de esa lúgubre luz amarilla, parecían reales, parecían ellos los dueños de la voz, de la carcajada.

"¿Quién anda ahí?" soltó el señor Milton con fingida dureza, la canción escondió sus palabras y recibió como respuestas el rechinar del viejo suelo de madera.

Un segundo después vio como un rayo de luz amarilla proveniente de la calle iluminaba una gabardina negra y una cabeza oculta bajo un casco de motociclista. Él casi pudo ver su reflejo asustado en la víscera de plástico, pero no tuvo demasiado tiempo, la figura echó a andar hacía él, a paso lento, moviendo en una mano enguantada un bate que después de un segundo arrastró por el suelo, siguiendo las notas de la canción mientras Rupert Milton ahogaba un gemido de terror y echaba a correr.

Los pasos del hombre fueron rápidos, iba asustado, aún con el bastón de plástico en la mano, pensando en su hija, en por qué alguien querría hacerle daño a él. Entre el laberinto de objetos tétricos encontró el camino a la puerta trasera y cuando la alcanzó se sintió aliviado por un segundo, sólo un segundo, pues cuando quiso abrir descubrió la puerta cerrada. Los dedos le temblaron mientras buscaba las llaves en sus bolsillos y cuando las encontró fue incapaz de reconocer en la penumbra la llave de aquella puerta.

El señor Milton encontró la llave, pero nunca abrió la puerta. Cuando la canción se acercaba a su final sintió el primer golpe en la parte baja de su espalda, tembló y profirió un grito mientras caía de rodillas, le daba la espalda a su atacante, pero se volvió, buscándolo con sus pequeños y asustados ojos. La figura, que parecía envuelta en sombras, le contempló y después le golpeó una vez más, esta vez en la nuca, provocándole un dolor sinigual, agudo y extraño. Rupert cayó en el suelo de madera, boqueando como un pez fuera del agua, sintiéndose ciego por unos segundos.

El extraño se inclinó y le observó desde el escondite que era su casco, el hombre le miró mientras trataba de pedir ayuda y alcanzar el bastón de plástico que reposaba a un metro de su inmóvil mano. El atacante se puso en pie y Rupert pudo ver las botas negras de cuero y la gabardina de terciopelo, en ese momento tuvo un segundo de lucidez, un segundo que le bastó para reconocer aquella capa de apariencia antigua. Él mismo la había vendido aquella misma tarde.

Y antes de recordar el rostro del comprador sintió el último golpe, certero y firme, directo en su cabeza, el dolor le cegó y cuando el cráneo se abrió con un chasquido Sweet Dreams dejó de sonar.

El asesino contempló su obra y recogió del suelo una golosina húmeda por la sangre. Horas más tarde el departamento de bomberos recibiría una llamada: la tienda Wicked Halloween ardía hasta los cimientos.

Notas finales:

Gracias por leer. No olviden dejar reviews y les espero la próxima.


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